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un cristiano triste es un triste cristiano
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Tomás Bertrán Mercader
Veterano


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MensajePublicado: Mar Jun 10, 2008 7:05 am    Asunto: un cristiano triste es un triste cristiano
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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De www.seminariomadrid.org/

Paz, alegría y felicidad


Abandonarse en las manos de Dios dejándose llevar, apoyándose en la fe y la esperanza

* Cristo nos dejó la paz y la alegría. Sólo Él da la verdadera Paz.
* El Evangelio es un mensaje de alegría, la Buena Noticia de la salvación del hombre. Jesús llamó felices a sus discípulos porque habían visto y habían escuchado la Buena Nueva, el mensaje del Señor.
* Sólo Cristo da la alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar

La Virgen, modelo de la alegría en Dios

* La Virgen es modelo de aceptación serena de la Voluntad de Dios. Esa aceptación le lleva al dolor de la Cruz y el gozo de la Resurrección. Es ejemplo de que "lo que se necesita para conseguir la felicidad no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado"
* Ella es la "Causa de nuestra alegría"

San Pedro y san Pablo

* Los Apóstoles san Pedro y san Pablo nos mostraron con su vida y con su martirio que la alegría no significa ausencia de sufrimiento
* San Pedro fue perseguido y encarcelado, «marchó de la presencia del Sanedrín contento por haber sido considerado digno de sufrir ultrajes por el Nombre de Cristo. Y no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús cada día en el Templo y por las casas»
* San Pablo enseña que “estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones»

San Juan Crisóstomo: “Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres”

San Agustín: "Estad alegres en el Señor, no en el mundo, es decir: alegraos en la verdad, no en la iniquidad; alegraos en la esperanza de la eternidad, no en la flor pasajera de la vanidad. Ésta debe ser vuestra alegría; y en cualquier lugar en que estéis y todo el tiempo que así estéis, el Señor está cerca; no os inquietéis por cosa alguna"

La alegría nace de la filiación divina, de ser y saberse hijo de Dios, llamado a las cumbres más altas de la santidad

El sentido de la filiación divina - es decir, vivir sabiéndose hijo de un Dios Padre, de un Dios amoroso-, proporciona una paz y una alegría que el mundo no puede dar.

Si confiáis en la divina Providencia, si os abandonáis en sus brazos omnipotentes, nunca os faltarán los medios para servir a Dios, a la Iglesia Santa, a las almas, sin descuidar ninguno de vuestros deberes; y gozaréis además de una alegría y de una paz que la posesión de todos los bienes terrenos no puede dar

La alegría es consecuencia del amor, del darse a los demás y de la lucha ascética. La alegría no nace sola: es fruto del esfuerzo cotidiano por estar unidos a Dios. Darse sinceramente a los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría.


Alegría y dolor: la bienaventuranza cristiana



El camino del cristiano es un camino de alegría espiritual, que es compatible con el dolor en lo humano.

La alegría cristiana no es fisiológica: su fundamento es sobrenatural, y está por encima de la enfermedad y de la contradicción. Alegría no es alborozo de cascabeles o de baile popular. La verdadera alegría es algo más íntimo: algo que nos hace estar serenos, rebosantes de gozo, aunque a veces el rostro permanezca severo.

* La felicidad del Cielo es para los que aprenden a ser felices en la tierra, junto a Dios.
* El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda cual es la Bienaventuranza Cristiana: Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino en Dios solo, fuente de todo bien y de todo amor:

La generosidad con Dios, fuente de las más altas alegrías


* La generosidad con Dios y con los demás es fuente de alegría. Recordaba san Basilio, hablando del joven rico que se marchó triste por no ser generoso con el Señor.
* Hay que aprender a dar y darse con alegría. San Gregorio Nacianceno: "Quien practique la misericordia, que lo haga con alegría": esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se ofrece de mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso
* Los cristianos tenemos la alegría de saber que Dios no nos abandona nunca. La presencia de Jesús con nosotros cada día hasta el fin del mundo es la garantía más entusiasta y, al mismo tiempo, más realista de que no estamos solos, sino que Alguien camina con nosotros como aquel día con los dos entristecidos discípulos de Meaux
* Mientras vivamos en esta tierra no tendremos la alegría plena, que solo se da en el Cielo. “La característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento porque se basa en el amor. Efectivamente, el Señor que ‘está cerca de nosotros’ hasta el punto de hacerse hombre, nos infunde su alegría, la alegría de amar. Solo así se entiende la serena alegría de los mártires en medio de los suplicios, o la sonrisa de los santos de la caridad frente a los que sufren: una sonrisa que no ofende sino que consuela”.

Juan Pablo II: La Confesión y la Sagrada Eucaristía son fuentes de alegría

Cada vez que nos reunimos en la Eucaristía somos fortalecidos en la santidad y renovados en la alegría, pues la alegría y la santidad son el resultado inevitable de estar más cerca de Dios.

Cuando nos alimentamos con el pan vivo que ha bajado del cielo, nos asemejamos más a nuestro Salvador resucitado, que es la fuente de nuestra alegría, una alegría que es para todo el pueblo. Y que la Eucaristía sea el centro de vuestra vida, la fuente de vuestra alegría y de vuestra santidad.

La alegría cristiana y la esperanza del Cielo

Los testigos de Cristo deben ser sembradores de paz y de alegría, hombres que llevan la caridad y la paz de Cristo.

Una dimensión específica de la caridad es la comprensión.

Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: éste es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama.

Oración de san Francisco ce Asís

Señor,
hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo armonía,
donde hay error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo la luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh, Señor, que no me empeñe tanto
en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido, como en comprender,
en ser amado, como en amar;
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
muriendo se resucita a la vida .
Amén.

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Albert
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MensajePublicado: Mie Jun 11, 2008 12:13 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Hermano Tomás:

¡Paz y bien!

Me encantó este artículo, gracias por compartirlo. Dios te bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mie Jun 11, 2008 3:32 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Albert, no te preocupes. El tema es para rato.
De unos Ejercicios Espirituales sobre

LA ALEGRIA


INTRODUCCIÓN

Gen 12,1

Yavé dijo a Abram: "Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre y vete al país que yo te indicaré".

O sea: abandona tu cansancio, tu desilusión tus vicios...

Ap 22,4-5

4 verán su cara y llevarán su nombre en la frente. 5 No habrá ya noche, no tendrán ya necesidad de la luz de una lámpara, ni de la del sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.

Neh 8,9-10

9 Entonces Nehemías, el gobernador; Esdras, el sacerdote–escriba, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: "Este día está consagrado a Yavé, vuestro Dios; no estéis tristes, no lloréis." Porque todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley. 10Les dijo también Nehemías "Id y comed viandas grasas, bebed bebidas dulces y mandad su porción a quien no ha preparado nada, pues este día está consagrado a Yavé. ¡No os pongáis tristes; el gozo de Yavé es vuestra fuerza!"

Vivimos en un tiempo en que muchos carecen de esperanza, y por lo mismo de gozo, de alegría.

Estos son tiempos del ruido, jolgorio, de la carcajada. Y debajo de todo esto, se puede encubrir un drama: el vacío del alma. La risa no es la alegría: más bien es fruto de ligereza, superficialidad y estupidez muchas veces.

Muchas veces es una técnica para intentar evadirse. Así, nos reímos al ver un loco, y no es algo como para reírse. Lo mismo, al reírse de "Jaimito": nos reímos de la crueldad, de la negligencia, etc.

Las lágrimas las producen la profundidad de la vida.

Ecl 7,6

6Porque como el estrépito
de las espinas bajo la olla,
así es la risa de los necios.


Detrás de la risa provocada, se puede esconder un verdadero drama. (Los pueblos se aburren. Los pueblos ya no tienen nada que hacer) El hombre no tiene dónde agarrarse.

La generación presente regresa del país de la muerte, ha experimentado la maldad, el riesgo, la amenaza, son como náufragos... (Es el salario del pecado)

Sal 48, 15

15Como rebaño van guiados al Seol;
los pastorea la muerte


Jean Anouil:

"Se sabe que ya no hay esperanza, se está cogido como una rata, con todo el cielo pesando sobre nuestras espaldas"

Como el profeta Daniel, que siempre habla de no caer en la fosa de las tragedias: de la enfermedad, de la vejez, de las muertes, del dolor; tener que morir en este despoblado de amor, de paz, de tranquilidad.
El hombre muere de nostalgia, de vacío.

La mayor parte de nuestros pecados, producidos por el vacío del dolor de la esperanza sin esperanza.

El hombre presiente que está sepultado por una losa que le aplasta:

Primero en la esclavitud
física: enfermedades, muertes
psíquica: vacíos afectivos
moral: arrancando del pecado, se desmenuza en mil variantes que es la desmoralización.

Después en la muerte.

El hombre ha perdido la libertad interior, que es el alma de la vida, no se da la libertad interior si no existe notable esperanza. Ha perdido el sentido de la muerte, del dolor. Y es que la libertad ha sido enloquecida:

Se desprecia la fidelidad conyugal, lo que implica la mina de la paternidad, de la maternidad, de la filiación, del amor.

Abandono del hogar de los jóvenes, delincuencia juvenil, anarquía.

Los medios de comunicación se entregan a la calumnia, al escándalo, a la mentira.

Se canonizan los vicios, la impiedad, etc.

¿Nosotros somos los hombres de la luz en medio de las tinieblas?

Nosotros somos la salvación de Dios, la mano de Dios.

Paul Mauriac:

"Hemos robado al Señor, y el resto del mundo no sabe dónde lo hemos puesto."

Hay dos aspectos:

· lo hemos robado en el sentido de no dar testimonio

· lo hemos escondido, como avaros.

Hemos robado la alegría, el gozo, la esperanza, que sólo la tiene Dios.

Nietzsche decía de nosotros:

'Tendría que cantarme cánticos mejores para que creyera en su Salvador. Tendría que verlos más salvados'.

¿Nos ha aplastado la losa que sepulta?, es decir, ¿nos han agarrotado las dificultades, la falta de fe viva?

La poesía es hierba entre losas. Deberíamos saber germinar flores entre las losas que nos aprisionan. Habremos de aumentar nuestra fe.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mie Jun 11, 2008 4:28 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Definiciones de la esperanza.

Cardenal Danielou.
Es una síntesis admirable de sangre y nervio, de equilibrio y osadía, de riesgo y certidumbre. Estas son consecuencias de la esperanza.

La esperanza es la fuerza que nos hace caminar hasta el fin de la noche.

Es el fervor de una expectación"Yo sé muy bien de quién me he fiado" y la tragedia de una entrega"El que quiera ser mi discípulo..."

Es la capacidad de comprender el lenguaje de las flores y de las cosas mudas (de la creación).

Presentir el misterio de vida y felicidad insinuado en la naturaleza virgen.

Es haber entrado en el misterio de Dios.

A la esperanza la asesinaron los sucedáneos de la tierra prometida: que son la gran tomadura de pelo. Son las distracciones: cielos sintéticos. Ejemplos:

Los espectáculos: pan y circo = pan y placeres.

Los fingidos cielos de las historias de la prensa del corazón (es una afición que puede rayar en lo morboso).

El mundo estupidificado que no vive más que para 'hacer el amor'.

Literatura utópica de la revolución del proletariado.

Decía Bernanos:

"... de qué os sirve fabricar la vida, si habéis perdido el sentido de la vida."

Lo cierto es que el hombre queda abandonado a sí mismo.

Sólo el amor de Dios capacita para la esperanza.

Sólo el amor de Dios es alegría verdadera.

Estad radicados y fundados en el amor de Dios para que podáis comprenderlo todo (Ef 3, 17)

El mensaje de alegría es incomunicable si no es en un contexto de amor.

Toda la Creación es un mensaje de alegría, aunque se necesita un sexto sentido para recogerlo. La mayor alegría es la Redención.

Hay que redescubrir la Creación:

descubrir intelectualmente al Creador

descubrir las ternuras del amor de Dios y

descubrir la Redención.

El sexto sentido es el Amor y la Fe. No podemos contemplar la naturaleza simplemente con los ojos de la carne. Hay que contemplarla con la Fe y el Amor.

La reacción del hombre sin esperanza. Dice Miguel de Unamuno:

pero es mejor así: Vértigo, vértigo, vértigo, lucha, trabajo, la paz y el sosiego son terribles, el fragor del combate nos impide oír: 'vanidad, todo es vanidad...'

Sin esperanza teológica, sin la alegría que da la esperanza teológica, la vida es un vacío que mata. Como muestra, grandes pensadores han dicho:

De Muset: "la vida: un sueño entre dos nadas"

Valery: "un interregno patológico"

Niestche: "una crítica sin satisfacción y sin fuerza" (ni chicha ni limoná)

Sófocles: "una desgracia insoportable"

Marco Aurelio:"un juego estúpido"

Sardanápolo: "la aventura del come, bebe y goza" (si puedes, claro)

Gran dilema: Creer, esperar y amar o morir.

La necesidad de creer, esperar y amar, pertenece constitutivamente a la esencia de nuestro ser; somos nuestras creencias, nuestras esperanzas, nuestras direcciones.

La vida del hombre es Fe, Esperanza y Caridad.

Decía Ortega y Gasset:

"La vida humana es necesariamente futurización".


Futurización según Ortega y Gasset es una proyección hacia adelante con esperanza.

Unamuno:

"Tengo sed de eternidad. Sin ella me es todo igual. Yo necesito eso, lo necesito, y sin eso no hay alegría de vivir. O la alegría de vivir no tiene sentido."

Yavé dijo a Abraham: "... abandona tu familia... ".

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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Jue Jun 12, 2008 7:07 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Psicología del hombre sin esperanza y del hombre desesperado.

Rasgos del hombre sin esperanza.

Tiene languidez aguda, que le lleva a un escepticismo vital de donde saldrá el pasota. El pasota, el lánguido y el escéptico tienen siempre coordenadas parecidas:

el tejano, la chavala, la droga;

el dinero, el placer, el brillo;

comer, beber y 'hacer el amor'.

Rasgos del desesperado.

En él se produce el fenómeno de la fascinación. La fascinación es una situación petrificante, que lleva al endurecimiento; es una frialdad en el alma y una dureza interior. Esta fascinación, tiene las siguientes características:

una vida clavada en lo irremediable;

un encantamiento maléfico;

es un maleficio sobre la misma sustancia de la vida;

en definitiva, es una congelación de la vida del alma.

Tanto uno como otro, tienen una característica en sus consecuencias:

la dispersión y la fusión en lo inmediato sensitivo. La necesidad de desparramarse, de vivir al día, de atrapar la posibilidad, aunque sólo sea una gota, del gozo inmediato.

Sal 21,15

15 Como el agua me derramo,
todos mis huesos se dislocan,
mi corazón se ha vuelto como cera,
se me derrite en mi interior;


Resultado: gran silencio y vacío en el corazón y en el alma.

Decía Albert Camus;

no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.


El hombre en el suicidio mata al individuo ansioso de felicidad, de bien, de paz y de amor. Al no encontrar respuesta vital al problema central de nuestra vida, se llega a la desesperación.

El hombre se pierde en vano en una pasión inútil: el ansia de felicidad
. (Sartre)

Este mundo moderno, es el más opuesto a la salvación que jamás ha habido. (Pèguy)

Cuando falta el amor de Dios, los minutos del nacimiento se degradan hasta la rigidez de la muerte.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Jue Jun 12, 2008 7:24 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Actitud del hombre nuevo.

Alegres en la esperanza. (Rom 12,12)

Todo bien o todo gozo presente, se apoya en lo venidero. Así, no puedo gozarme en un gran banquete, si sé que estoy en capilla. Lo venidero es, para nosotros, mucho más que el futurismo de Ortega y Gasset.

La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquéllas que no se ven. (Heb 11,1)

El presente tiene el peso específico de lo que va a venir. Como nosotros esperamos el encuentro con Dios, eso aumenta en nosotros nuestra capacidad de gozo.

La alegría de lo que esperamos es tan grande, que

nos gozamos en cualquier cosita: poder de fruición;

nos da una capacidad de compresión a todo nivel, comprendemos a Dios, a los hombres, incluso a nuestros enemigos;

nos da una resistencia insólita y misteriosa.
"Se ha podido comprobar en los campos de concentración nazis y rusos que el que más resiste es el hombre de fe" (El ejemplo del P. Kolbe)

Decía S. Francisco de Asís:

En medio de la pobreza, cantad alegres como las alondras, trabajad alegres por el pan cotidiano.

El cristiano vive una esperanza total, no una eterna y otra temporal. El cristiano no es un inhibido, un pasota. Pero sí está de vuelta, es un hombre realista, reflexivo y consciente. Y se ha dado cuenta de que este mundo es concupiscencia de la carne, de los ojos y soberbia de la vida.

El cristiano adopta una actitud:

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras
y pasaré los fuertes y fronteras.


El cristiano es el hombre que aguarda un encuentro eterno con el amor infinito, ¡nada menos!, y por eso queda constituido en hombre de amor lo que quiere decir en hombre de alegría: "la firme seguridad de los bienes que nos esperan" como dice San Pablo.
Necesitamos encontrar la alegría

La alegría es el signo de que la vida ha tenido éxito
. (Bergson)

Los santos atraen por su alegría. Son superabundantes en la alegría, y tienen una alegría contagiosa.

La alegría de Cristo es distinta a la del mundo.

Frutos de la alegría.

Nos desata de nuestras ligaduras, de nuestras esclavitudes, para dar la guerra a nuestras esclavitudes, hay que buscar primero alegría.

Remodela nuestra imagen y semejanza con Dios, nos empuja a trabajar las virtudes.

Es victoria sobre la muerte, el pesimismo, el abandonismo.

Nos hará salir de nuestra tibieza, de nuestra situación de abatimiento.

Es resurrección y 'sursum corda'.

La alegría de Dios es libertad:

Despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará." (Ef 5,14)

¿Es posible la alegría en este infierno?


Y con todo lo que exige Cristo: "El que quiera ser mi discípulo ..." con un Jesús del que se dice: "el pálido galileo que se alegra cuando gimen sus secuaces."

¿Es posible en este valle de lágrimas?

Pues sí, es posible la alegría de Dios y la alegría del mundo, del pecado: la vana alegría.

el último grado (no en orden) de soberbia: la vana alegría; que consiste en atender exclusivamente la propia excelencia, y en ver las miserias del prójimo. (San Bernardo)

Y la alegría biológica o fisiológica: Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor...

... hay una alegría en Dios, y otra más pobre, de la cual cada uno tiene su triste idea. (Bernanos)

Nuestra paz consiste en estar con Dios, aquí por la fe, después cara a cara, pero esta nuestra paz actual es más bien consuelo en la miseria que alegría en la felicidad ... con secreta alegría mezclada de temor y secreta tristeza mezclada de esperanza. (San Agustín) (El que esté de pie, mire que no caiga.)

La alegría salada y la alegría esforzada.


La auténtica alegría, supone siempre una mayor o menor impregnación de tristeza. Este es el salario del pecado. Verbigracia:

los desencantos y desengaños que sufrimos en la vida;

ciertos miedos que se tercian en nuestra vida;

la inseguridad, lo imprevisto, el sufrimiento.

Esa beta de tristeza, es nuestra fragilidad. Que es también la purificación de la alegría. La alegría tranquila y subterránea, radica en el convencimiento de una presencia inmortal e infinitamente amorosa de Dios en mi vida.

Fundamento de la alegría.


Es el amor de Dios:

"me amó hasta el extremo". (Jn 13, 1)

"Ni uno solo de vuestros cabellos cae de vuestra cabeza sin que mi Padre de su permiso." (Mt 10, 30)

"En el vivimos, nos movemos y somos"
(Hch 17, 28)

Nuestra alegría es alegría caminante, ascendente, creciente, de víspera. Es la alegría expectante.

La esperanza nos obliga a la alegría. Por eso san Pablo habla en imperativo: "Alegraos, os lo repito...(Flp 4, 4)" y es que la alegría todavía es posible, porque todavía vivimos. El vivir es la oportunidad para la alegría. Mientras vivimos, caminamos hacia la esperanza, hacia la alegría.

Todavía podemos llegar a la inocencia de la infancia. Es posible rectificarlo todo. ¡TODO!. ¡Cuántos residuos de niñez, todavía!

Nuestro pobre amor sin cálculos; necesitamos amar y que nos amen sin cálculo.

Esfuerzos que hacemos para trabar amistad con los niños. Ahí podemos injertar nuestra esperanza, en estos residuos de nuestra niñez.

Nuestros pecados, o la escasa habilidad para agotarlos: hay una necesidad de librarse de esta condición de muerte.

La proclividad que tenemos a la tristeza.

Nosotros nos gozamos cuando somos débiles:


"Y nos alegramos siendo nosotros débiles y vosotros fuertes." (II Cor 13,9).
Tenemos alegría, porque somos débiles.

Mi impotencia, mi pequeñez, me recuerdan que soy un niño. Esto es definitivo en la vida espiritual. El saber que soy un niño. Y me recuerda que Dios es mi padre.

El primer pecado, y todos los pecados, se producen porque olvidamos 'mi pequeñez' y que 'Dios es mi padre'. Adán y Eva pecaron cuando se hicieron adultos, o sea, independientes.

Cristo quiere que luchemos con El, no que venzamos...
(Pascal)

Cuando dice "el que quiera ser mi discípulo tome su cruz de cada día y sígame." Si no se le sigue, es imposible; si no es siguiéndole, yendo con El, es imposible.

Mi mayor pequeñez no es mi impotencia, sino mi pecado.

Testimonio de dos videntes.

Sor Mª Consolata. Le dice el Señor: "Una madre siempre ve hermoso a su hijo; yo veo así a las almas. Necesito dar misericordia siempre."

y a Sor ? : "Honra a Dios con tu confianza, júrame creer siempre y en cualquier situación en que tu alma pueda encontrarse, ... que hay un paraíso abierto para ti."
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 5:28 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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LOS CAMINOS DE LA ALEGRÍA

La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo. (Jn 14, 27)

Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté dentro de vosotros, y vuestra alegría sea completa.
(Jn 15,11)
El cristianismo es la religión de la alegría y el gozo enDios.
Argumentos escriturísticos.

16Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró, según su costumbre, en la sinagoga y se levantó a leer. 17Le entregaron el libro del profeta Isaías, y, habiendo desenrollado el volumen, halló el paso en el que está escrito: 18"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió. Me envió a evangelizar a los pobres, a predicar a los cautivos la liberación y a los ciegos la recuperación de la vista, a libertar a los oprimidos 19y a promulgar un año de gracia del Señor." 20Enrolló el libro, se lo dio al sirviente y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban clavados en El, 21y comenzó a decirles: "Hoy se está cumpliendo ante vosotros esta Escritura. (Lc 4,16-21)

1Dios también os vivificó a vosotros, que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, 2en los cuales en otro tiempo anduvisteis según el espíritu secular de este mundo, conforme al príncipe de la potestad el aire, del espíritu que ahora obra en todos los hijos de la incredulidad....
... 4Pero Dios, siendo rico en misericordia, por causa de su mucho amor con que nos amó, 5cuando estábamos nosotros muertos por el pecado nos vivificó juntamente con Cristo ...14El, en efecto, es nuestra paz;...
(Ef 2,1 y ss.)
El Evangelio es la buena noticia.

Somos constituidos como mensajeros del gozo; las palabras del ángel a los pastores en Lc 2, 10-11

10El ángel les dijo: "Dejad de temer, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 11Os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor, ...

Somos testigos y anunciadores de la Resurrección de Cristo y de la inhabitación de Dios en nuestra alma.

En el evangelio de Juan leemos:

22Así también vosotros estáis ahora tristes, pero yo os veré otra vez y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará ya vuestra alegría.(Jn 16,22)

La Palabra de Dios es la palabra de la alegría.

6Al pasar junto a él Yavé, gritó: "¡Yavé! ¡Yavé! Dios clemente y misericordioso, tardo para la ira y grande en benignidad y fidelidad; 7que extiende su gracia (bondad) a mil generaciones"...(Ex 34)

La palabra gracia en arameo se expresa en las siguientes formas:

'gen': misericordia que se interesa por la miseria

'hesen': fidelidad generosa a los suyos

'emed': solidez inquebrantable en sus compromisos

'rajamin': adhesión del corazón y de todo el ser a los que ama

'sedec': justicia inagotable, fidelidad inagotable.

Es infinitamente inagotable en su amor.

Símbolos de esta gracia en las Sagradas Escrituras:

‑La tierra que da Dios a su pueblo,

País de torrentes y manantiales. (Dt 8,7)

País de montes y valles que riega la lluvia y el cielo. (Dt 11,11)

He decidido llevaros a una tierra que mana leche y miel.
( Ex 3,8)

Sin embargo, estamos más preparados para afligirnos que para alegrarnos. Hay en nosotros una condición pesimista, que es el salario del pecado. La Resurrección de Cristo supone en nosotros poco positivo. Parece que se haya ido, en lugar de alegrarnos por ello, nos entristecemos. Parece como si se hubiera jubilado.

Disponemos de gran reserva de lágrimas para llorar en cualquier momento. Llorar en el sentido más amplio. Somos más tristes que alegres. Más pesimistas que gozosos. Tenemos gran facilidad para hablar de tristezas.

La tristeza es, hasta cierto grado, una forma de egoísmo. Cuando sufrimos es cuando somos más conscientes de que vivimos, pues nos replegamos sobre nosotros mismos.

Cuando uno vive la alegría, la reacción sicológica y moral nos impulsa a salir fuera del yo, produce en nosotros extraversión, nos abre a los demás; la tristeza nos cierra.

La alegría nos impulsa a admirar las cosas bellas y buenas, a ser más sensibles para lo bueno, lo bello; a ser más agradecidos, generosos, educados. Somos más cordiales. Prestamos más atención al tú, nos ayuda a comunicarnos. A alegrarnos con la alegría de los demás, a dejarnos contagiar de la alegría de los demás. Es un estimulante de convivencia comunitaria.

Así, la alegría de la luna de miel, que todo lo excusa.

La alegría supone desinterés, alteridad, preocupación por el otro, delicadeza de corazón. Ablanda el corazón. Produce despego de nosotros mismos. La alegría tiende a la efusión, a la comunicación.

La tristeza (non sancta), todo lo contrario.

La tristeza puede ser: una forma de egoísmo, una declaración de nuestro egoísmo.

Muchos de nuestros silencios en casa, son manifestación de nuestro egoísmo. Cuando uno se atrinchera en el egoísmo, puede usar la tristeza y el silencio ("los morros") para fastidiar a los demás.

La tristeza puede ser la medida exacta de nuestro apego a nosotros mismos. Con nuestras tristezas, ¡cuánto daño podemos hacer a los demás!

Jacques Riviére: "Siento casi vergüenza de todo el tiempo que he estado diciéndome que la alegría es imposible: era una cobardía."

"Sólo existe un medio para curarnos de la tristeza: dejar de amarla."

10Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
(Sal 50,10)

Triste viene de tétrico = oscuro.

Todo el bien que puedas hacer, hazlo alegremente: con la fuerza de la virtud.

San Francisco de Asís, prohibe la tristeza a los frailes en su regla. Denominaba a la tristeza la enfermedad babilónica, porque lleva al amor del mundo.

Cuando Jesús tomó la palabra por primera vez en público, fue para dar un mensaje de alegría:

16Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró, según su costumbre, en la sinagoga y se levantó a leer. 17Le entregaron el libro del profeta Isaías, y, habiendo desenrollado el volumen, halló el paso en el que está escrito: 18"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió. Me envió a evangelizar a los pobres, a predicar a los cautivos la liberación y a los ciegos la recuperación de la vista, a libertar a los oprimidos 19y a promulgar un año de gracia del Señor." (Lc 4,16-19)

Cinco siglos antes, Isaías había dicho:

18Y habrá alegría y algazara eterna,
por lo que yo voy a crear.
pues yo voy a crear para Jerusalén alegría
y para su pueblo regocijo.
(Is 65,18)

"Dios sale al encuentro del que está alegre"

San Pablo: "Dios ama al que da con alegría" (2Cor 9, 7)

La tristeza fue el octavo pecado capital, hasta San Gregorio Magno, que incluyó la tristeza en la pereza.

Si uno se toma la molestia de contemplar las maravillas de Dios, no podrá estar triste. Es pues fruto de la pereza por buscar a Dios.

La tristeza, agota el espíritu. Hasta tal grado, que de la tristeza se pueden derivar enfermedades como la neurosis, la angustia vital.

Se puede llegar hasta el suicidio.

También marchita la vida interior: un santo triste, es un triste santo. Favorece las perversas sugestiones, puede arrastrarle a uno a la corrupción, corrupción carnal, alcoholismo, droga, desesperación.

La tristeza es tierra abonada para el diablo.

Acarrea el tedio y el fastidio por la piedad. No podemos cantar:

¡Qué alegría cuando me dijeron...!(Sal 122, 1)

Quiere uno quedarse replegado sobre sí mismo. Frena el ejercicio de la virtud.

Decía San Francisco de Asís que la alegría era segurísimo remedio contra las mil insidias del enemigo. Y San Francisco de Sales que la tristeza es casi siempre inútil y contra Dios.

San Gregorio Magno: "No puede el alma vivir sin algún contento."

En el seminario, la tristeza mantenida por un seminarista, era signo inequívoco de que al poco uno iba a hacer las maletas.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 6:12 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Cita:
(Mt 26, 36-46) Mi alma siente una tristeza de muerte
[36] Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar». [37] Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. [38] Entonces les dijo: «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo». [39] Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». [40] Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: «¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora? [41] Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil». [42] Se alejó por segunda vez y suplicó: «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad». [43] Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. [44] Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. [45] Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: «Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. [46] ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar».
(C.I.C 612) El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (cf. Lc 22, 20), lo acepta a continuación de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (cf. Mt 26, 42) haciéndose "obediente hasta la muerte" (Flp 2, 8; cf. Hb 5, 7-8). Jesús ora: "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz..." (Mt 26, 39). Expresa así el horror que representa la muerte para su naturaleza humana. Esta, en efecto, como la nuestra, está destinada a la vida eterna; además, a diferencia de la nuestra, está perfectamente exenta de pecado (cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (cf. Rm 5, 12); pero sobre todo está asumida por la persona divina del "Príncipe de la Vida", de "el que vive" (cf. Hch 3, 15), Viventis (cf. Ap 1, 18; Jn 1, 4; 5, 26), assumpta. Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (cf. Mt 26, 42), acepta su muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero" (1P 2, 24).


La alegría del cristiano está salpicada por un halo de tristeza por la melancolía de poseer ya la Vida eterna en el Cielo. Eso ya está expuesto en el principio, en la introducción de estos Ejercicios Espirituales.
Muchas veces pecamos de activismo y nos estrellamos ya que no sabemos poner las cosas en manos de Dios, y nos desanimamos y viene la tristeza falta de esperanza, que ésta sí es pecado. Hemos de saber decir dentro del sufrimiento, pero sufrimiento preñado de alegría, la frase de mi firma: "Madre, se está cambiando todo".
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 6:28 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Y continúo:

El Caballero de la triste figura.

Hay en nosotros la tendencia a amar la tristeza. Y ¡qué difícil es defenderse uno de sí mismo!

Estamos muy prontos al mal humor, al pesimismo. Muchísimas cosas nos entristecen, casi cualquier cosa nos desilusiona. Y nos arrastra con mucha frecuencia a pecar contra la esperanza.

Hay que llorar en lo escondido y estar alegres con los demás. No te permitas el suicidio de la tristeza. La tristeza mala, proviene del amor desordenado a sí mismo, el cual no es un pecado especial sino la raíz general de todos los pecados.

Hay tristeza buena, mala y apostólica.

Tristeza mala; efectos según San Francisco de Sales:

Genera angustia, pereza, indignación, celos, envidia, impaciencia.

Angustia: melancolía, que es una enfermedad del espíritu; ni vive, ni deja vivir;

Pereza: distensión, brazos caídos, no hay superación.

Indignación: irritación, incomunicación.

Celos, envidia e impaciencia = nerviosismo.

Tristeza buena; efectos:

Misericordia y penitencia que nacen del amor;

es la tristeza de Jesús en el huerto

es la tristeza de María: "Stabat mater dolorosa".

8Pues aunque os entristecí con la carta, no me arrepiento. Y si antes me pesó, viendo que aquella carta os entristeció, aunque por breve tiempo, 9ahora me alegro, no porque os entristecisteis, sino porque os entristecisteis para penitencia. Porque os entristecisteis según Dios, no recibiendo daño de nosotros. 10La tristeza que es según Dios, causa penitencia saludable e irrevocable; mientras la tristeza del mundo engendra la muerte.
(2Cor 7, 8 y ss)

Tristeza apostólica: la de San Pablo en Rom 9,2-3

2de que es grande mi tristeza y continuo el dolor de mi corazón. 3Pues desearía yo mismo ser anatema por Cristo en favor de mis hermanos y de Jesús:

"Tengo compasión de las turbas"
(Mt 15, 32)

Es la tristeza por nuestros pecados y por los pecados de los demás.

La alegría tiene una exigencia radical: la relación con el otro.


No puede darse en la encerrona de uno mismo. Por eso decía Camus en La peste: "Es vergonzoso ser dichoso uno solo.".

La alegría es como el fuego: cuando no se propaga, se apaga. La alegría es comunicativa, es extraversión.

La alegría es también luz: brillo en nosotros, resplandor en el rostro. Dice San Agustín: "Cree para que entiendas" y nosotros: "Alégrate para que entiendas a Dios."

Desde la alegría, todo el mundo es más claro, más fácil. El Reino de Dios es paz, alegría y gozo en el Espíritu Santo; es descanso perfecto en el supremo bien.

También existen la alegría y la paz malas: la que proviene del pecado. Así, la paz que da la tibieza es más bien insensibilidad, esta paz de la tibieza es fruto de la dormidera de la tibieza.

La alegría cristiana no es contentamiento fácil.

No es fácil por nuestra condición miserable. No es una ingenua satisfacción en sí mismo. Se trata de una tristeza superada. No es una tristeza disimulada o anestesiada, sino superada.

¿Dónde está ¡oh muerte!, tu victoria? (1Cor 15, 55)

La alegría se dará siempre con algunas sombras de tristeza en este mundo.

Por eso las Bienaventuranzas:

"Bienaventurados los que lloran... " es decir, los que están llorando ahora.

Si somos felices porque no tenemos problemas, no hemos hecho nada.

Somos cristianos cuando nos manifestamos como testigos de Dios.

Nuestra alegría está en que nos hemos encontrado con Dios. El Señor nos ha curado, nos ha perdonado todo, se nos ha abierto. Nos ha inundado con su vida.

Cristo reprobó y reprochó a sus discípulos:

el temor

pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33)

la tristeza

Mujer, ¿por qué lloras? (Jn 20, 13)

El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. (Lc 24, 17)

Razón de esta reprobación:

· Dios es bueno, infinitamente bueno, y lo será aunque yo no quiera ser bueno.

· Dios me ama infinitamente aunque yo no quiera amarlo.

· Dios es siempre el primero en la bondad
el amor
la amistad
la comprensión
el perdón.

· Dios tiene entrañas de madre (Santiago?) y todo esto es motivo de alegría.

Sólo puede haber tristeza si no hay fe y amor de Dios. Dios es infinitamente mejor de lo que nosotros podemos pensar y desear. A veces creamos nosotros un Dios que es una miseria, porque lo hacemos a nuestra medida, y Dios es infinito. El Dios que nosotros pensamos e imaginamos es nada comparado con el real.

A veces nos convence más el Dios que nosotros nos fabricamos.

No somos felices porque no creemos en la felicidad.


Creemos en los buenos ratos. Estamos convencidos de que la felicidad es el resultado de una serie de componentes: un buen sueldo, un ascenso, buena salud, etc. que, de alguna manera, si no se dan, no podremos ser felices. Pero la realidad es muy otra. La felicidad es tener sólo a Dios. 'Mi Dios y mi todo.'

La felicidad no es algo de ayer o algo de mañana. Es urgente disponerse a ser felices, pues ya existe, es Emmanuel: Dios con nosotros. Ya está en nosotros la salvación. La vida eterna, ya ha empezado. Es ahora, hoy, mañana y luego.

Somos los invitados a la alegría porque somos los invitados por Dios a las Bienaventuranzas.
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 7:00 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Tomás Bertrán Mercader escribió:
Muchas veces pecamos de activismo y nos estrellamos ya que no sabemos poner las cosas en manos de Dios, y nos desanimamos y viene la tristeza falta de esperanza, que ésta sí es pecado.


Y en el caso contrario, inactivismo, también nos estrellamos, pues lo ponemos todo en manos de Dios. No en el sentido de "hágase en mi tu voluntad", sino en el sentido del Pilatos que se lava las manos. De hay viene la falsa esperanza y la falta de caridad con respecto al prójimo........... pues "ya será Cristo" el que resuelva la papeleta de la injusticia humana, injusticia de la que seremos cómplices por acción o inacción. Bendiciones.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 11:40 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 1:07 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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El maestro está aquí y te llama

Necesitamos constatar la presencia de Cristo entre nosotros. Sólo así será posible la alegría. El desarrollo y madurez de la vida interior depende de este descubrimiento.

Cardenal Newman: "Durante cuarenta días que siguieron a la resurrección, mantuvo con su Iglesia las mismas relaciones que iba a mantener luego, en nuestro tiempo, y sin duda que lo que hizo, lo hizo para que luego pudiéra­mos entenderlo mejor."

Nos amenaza un peligro: la reducción antropomórfica de Dios, de su destino, de su mensaje. Corremos el peligro de querer entenderlo según los hombres. De tal forma, no llegaríamos a clarificar esa presen­cia. Necesitamos la óptica de Dios. Si analizáramos con la óptica de hombres, se produciría en nuestra vida una caída en vertical; se hundiría todo: la idea de Cristo, de la Redención, de la Ascensión, de la Iglesia.

Decepción de la Redención:


Nos hubiera gustado una Redención que nos librase del pecado, del dolor y de la muerte. Cristo no quiso que fuera así. Nos libra de la muerte eterna. Cristo puede llegar a decepcionarnos con la óptica humana.

En Jn 20,10:
"Los discípulos regresaron a casa..."

Volver a casa era volver a las barcas, a las redes. Regresaron frustrados, desencantados.

Decepción de la Resurrección:

Ha resucitado, pero se ha ido. Ya no podremos verlo, hablar con Él, tener trato humano y natural.

Decepción de sus apariciones:

Aparecía e inmediatamente desaparecía. La estancia de Cristo entre ellos era brevísima. Cuando desapa­recía, se densificaba su soledad.

Decepción de la ascensión:

Quizá creían que iba a restituir el Reino de Israel. Los deja allí clavados.

Decepción de la Iglesia: donde se reproduce la Pasión de Cristo.

A veces demasiado humana, a veces demasiado divinal. A veces la Iglesia crucificada, avasallada, de­sangrada. Una Iglesia misteriosa, fascinante a veces. Esto puede crear la decepción.

Por un lado de pecadores, de zancadillas, de injusticias y malas jugadas. Por otro de santos, mártires, penitentes. ¡Qué contrastes!

Repitamos una y otra vez: "Señor, no como yo quiero, sino como tú quieres."
"Me han quitado a mi Señor, y no sé dónde me lo han puesto."
La Magdalena necesitaba ver a Jesús, poder constatar el perdón y la misericordia en los ojos de Cristo. Es como un náufrago que necesita co­gerse al madero. Pero Cristo le dice: "Mujer, ¿por qué lloras...?" Cristo no quiere darle la presencia que buscaba la Magdalena. Habrá que coger el camino de la renuncia: renunciar a ese conocimiento, a esa consolación.

La carne no sirve para nada. La visión según la carne no sirve para nada. El espíritu es el que penetra es­tas realidades espirituales.

Hay que abandonar el estadio de vida de los sentidos, pues nos condiciona y desfigura el conocimiento y nos retiene en un conocimiento material.

Hay que conocer a Cristo en su mundo, en su gloria, en su luz, en su vida, no en la nuestra.

"Ve y díselo a tus hermanos"
; hay que aprenderlo todo, que hay que encontrar otra luz. Y a Cristo hay que saber detectarlo en todas las circunstancias y lugares. Hay que transcender a la vida de los sentidos, y entrar en el mundo de Dios.

En Mc 16,12:
Después de esto se apareció con otra apariencia a dos de ellos en el cami­no, cuando iban al campo.

Con otra apariencia, bajo otra forma.
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 3:33 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Tomás Bertrán Mercader escribió:
Teología de la Perfección Cristiana, de Royo Marín. Señala dos errores, el quietismo y el activismo.


Wink
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 4:04 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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La verdadera felicidad es la interior que nos proporciona Dios por medio de su gracia. Es una felicidad que se manifiesta inclusive en medio de un evento muy triste.

Dios nos quiere felices y por eso nos proporciona su gracia a través de sus sacramentos.

Por eso el título de Tomás es muy apropiado: un cristiano triste es un triste cristiano. Hay algo que está fallando...

Y el cristiano que vive una felicidad interior es positivo. Siempre ve el vaso medio lleno....
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 6:12 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Ok. Hay que estar alegre. El cristiano debe ser alegre. Yo estoy triste. Tengo que fingir. Fingo para dar testimonio de lo que creo, pero fingo. Qué estoy haciendo mal? Quizás no entiendo verdaderamente la fe? Quizás debería alejarme para que "no se averguenzen por mi los que en ti esperan"? Yo miro el reloj día tras día, esperanza en qué debo tener? Si la vida eterna es la felicidad, cómo hago para querer vivir?
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 6:37 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Etapas de purificación a las que somete a apóstoles y discípulos.

Primera etapa: Desde las orillas del Jordán hasta la promesa de la Eucaristía.

Al principio hallaron a Jesús; aquél día fue inolvidable: fueron, vieron, y se quedaron. Desde aquel en­cuentro irán progresando a tientas hacia un conocimiento desconcertante del misterio del origen divino de Cristo. No fue fácil ir con Jesús, recoger sus palabras, entenderlas y aceptarlas. Fue un camino de de­cepciones. Decepciones venidas de Jesús, del pueblo, de los significados entre el pueblo.

Un camino de oscuridades: muchas veces no le entienden.

Todo eso va a desembocar en el Viernes Santo. Los pequeños alientos fueron los milagros. Daban ánimo, y recomponían el espíritu.

Llegan a Cafarnaúm y tiene lugar el discurso del Pan de Vida. Es un discurso decepcionante: "¿Quién podrá resistir tales palabras?" Se escandalizan muchos discípulos también (Jn 6,67).

Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, hace un acto de fe: "¿A dónde iremos Señor, si sólo tú tienes pa­labras de vida eterna?".

Así salva al colegio apostólico y se introduce en un nuevo conocimiento: un conocimiento más según el espíritu.

Segunda etapa: Son los días de la Pasión y Muerte.

Que marcan para los apóstoles una crisis definitiva para el conocimiento de Cristo. Lo primero que vie­ron, fue el fracaso de la misión de Cristo. Así, los discípulos de Emaús decían:

Lc 24,21
21Nosotros esperábamos que sería El quien libertara a Israel, pero a todo esto ya es el tercer día desde que acaecieron estas cosas.


Es la ruina de las ideas y proyectos de los apóstoles. Además se ha producido el hundimiento total de la idea del reino. La Pasión de Cristo vendrá a dar un soberano plumazo a toda esa concepción del Salva­dor según los apóstoles. En Mc 14,27:

Todos tendréis en mí ocasión de caída, porque está escrito: 'Heriré al pas­tor, y las ovejas se dispersarán.'


En nuestra vida interior, estamos más materializados de lo que creemos. Tenemos concepciones antro­pomórficas que deben purificarse. Hay que decantar todo el lastre de materialismo y de concepción car­nal de Dios, de la Redención, del Cielo.

En resumen:

Los apóstoles están en el plano sobrenatural al precio de un desprendimiento dolorosísimo.

Los designios de Dios desconciertan y deslumbran.

Los apóstoles no comprenden nada, y están en la noche. Se trata de dejar algo más que las barcas y las redes: criterios, proyectos de vida, personalismos. La exigencia se va intensificando.

Tercera etapa: Cristo resucitado.

Empieza una nueva intimidad entre los apóstoles y Jesús. En Jn 4,24

24Dios es espíritu, y sus adoradores han de adorarlo en espíritu y en verdad


Todas las apariciones de Cristo después de resucitar, tienen algo de misterioso. Cristo aparece pero no es reconocido en seguida. Se esconde: En Emaús, en el lago. Los ojos de la carne no bastan para recono­cerlo. Cristo está forzando un conocimiento nuevo. Le quita importancia al conocimiento según los sen­tidos. Hay que ir espiritualizando el trato con Dios. Hay que ver a Dios como Él se ve.

'¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?'


Ha muerto la presencia del Cristo sensible. "Mujer, ¿a quién buscas?" Buscaba al Jesús según sus senti­dos. Le dice Jesús: ¡María! y ella le reconoce. Hay un nuevo conocimiento del Señor. Pues físicamente sequía apareciendo igual; pero en el momento en que Cristo le dice ¡María!, ella le reconoce, que en realidad es conocerlo de otra forma, menos como antes, más espiritual, más como es Cristo.

Lo que fue oscuridad se convierte ahora en luminosidad. La crucifixión se ve como algo necesario y po­sitivo. Se ha entrado en un mundo nuevo, en la Resurrección. Es necesario superar esa presencia sensi­ble de Cristo. Es necesario creer en el Cristo que no alcanzan los ojos, porque Cristo está dentro de noso­tros.

La vía purgativa equivale a la fe sensitiva, conocimiento sensible de Dios.

La vía iluminativa a la fe intelectual, con profundidad teológica.

La vía unitiva a la fe intuitiva, conocimiento intuitivo, en el que Dios da el conocimiento al alma.

Presencia en espíritu.


Cristo quiere obligarnos a interiorizarnos: de ahí las apariciones furtivas y transitorias.

Aparece para crear necesidad de estar con El, anhelo de El. Desaparece para que le busquemos, para ir introduciéndonos en la vida de la fe.

En II Cor 5,16
16Así que en adelante a nadie conoceremos a lo humano; y si un tiempo co­nocimos a Cristo al modo humano, ahora ya no lo conocemos así.
Cristo vivo en su Iglesia.


Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos.


Presencia real y activa. Presencia misteriosa, viva y vivificante. De la que han dado sobrado testimonio los mártires y los santos. No es posible conocer a Cristo sin entrar en su misterio, por eso hay que volver a nacer. Volver a nacer en la manera de pensar, volver a nacer en nuestros criterios (Nicodemus). La crisis de Pascua, fue para los apóstoles el derrumbamiento del mundo judío. Muere el judaísmo, nace la Iglesia.

Cuando San Pablo habla de morir por Cristo, no se trata solamente de algunas pequeñas mortificaciones, morir por Cristo quiere decir dejar afectiva y efectivamente este mundo, antes de morir. Hay que desprenderse antes de morir lo que nos lleva a la muerte mística.

Hay que estar muertos a los ojos del mundo. No deben importarnos las caras que nos ponen los demás por vernos muertos. No nos extrañemos de que en el ambiente en que trabajamos nos ridiculicen, nos arrinconen, nos desprecien. Ni exhibicionismos, ni esconderse. No hay que tener miedo. No seamos como los mundanos: muy apañadicos. Debemos morir a nuestros planes de ambiciones terrenales, de progresos y de satisfacción carnal. Debemos procurar un progreso que no ate, sin ambiciones terrenales vinculantes.

El Cristo Eucarístico.

Pregunta María Magdalena al personaje que ha encontrado: ¿Dónde lo habéis puesto?

Está en la Eucaristía, que es la manifestación de Cristo resucitado en su Iglesia. Es la presencia de Cristo llenando la Tierra. La Tierra es como un sagrario flotante en el Universo. Sin fe, esa presencia es irreco­nocible. Por tanto, la fe es una fuente de sabiduría misteriosa.

La pedagogía del Sacramento de la Eucaristía nos llama a volver nuestros ojos hacia nuestro interior. Cristo habita por la fe en nuestros corazones. Cristo está en su Iglesia haciéndose Eucaristía.

6A medianoche se oyó un grito: 'Ya está ahí el esposo, salid a su encuentro'. Mt 25,6

Vayamos al sagrario. La medianoche es la noche que estamos viviendo ahora, y el Señor quiere esa pre­sencia (la Eucaristía) para esta noche que vivimos.

El Maestro está aquí y te llama.

Está en el sagrario, en la Iglesia, en tu corazón.

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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 8:55 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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Miles_Dei escribió:
El alma sufre humanamente la tristeza sin imperfección y es la perfección la que le mueve a superarla, pero no con un falso optimismo, sino que es la obra de la misma gracia y el medio propio, el recurso a los hermanos: "Velad conmigo" El Señor se sintió molesto porque no pudieron ser capaces y se durmieron, cargados sus ojos de tristeza. Es para meditarlo. Jesús da la gracia para superarlo todo, pero no necesariamente nos mueve a un falso optimismo, sino al realismo más estricto cuya dificultad es superable siempre en él.

Un saludo en la Paz de Cristo.


¿Y tú como sabes si es falso optimismo o verdadero?
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MensajePublicado: Vie Jun 13, 2008 8:58 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Si se puede experimentar felicidad, alegría y paz en medio de un evento triste. Dios concede esa gracia. Los mártires marchan FELICES al martirio. ¿De dónde creen que procede esa alegría?
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MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 4:26 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

HE VISTO AL SEÑOR (Jn 20, 18)

Pero... no se puede ver a Dios y vivir.

No se puede entrar en la intimidad con Jesús y continuar viviendo como siempre: en falta de generosidad, en tibieza.

Ver a Dios exige adoptar una actitud nueva. Ver a Dios conlleva un imperativo estridente: "Ve, vende todo cuanto tienes, dalo a los pobres y sígueme."

De lo contrario, no podemos vivir en la paz, tener alegría. María Magdalena tuvo que dar un viraje total a su vida.

Hay que desprenderse de muchas cosas:

de la tristeza: es de este mundo

de la retahíla de exigencias que nos amordazan, que nos condicionan

de tanto proyecto personalista

del yo, de mi vida y de mis cosas,

y llegar a poder decir: Yo estoy crucificado con Cristo como San Pablo.

Dios pasa por nuestra vida siempre despojando:

"Dejad a los muertos que entierren a sus muertos"

"El que pone la mano en el arado y echa la vista atrás, no es digno de mí"

"El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame."

"Abandónate a ti, y me encontrarás a mí"


En Heb 10,31

¡Es espantoso caer en las manos del Dios viviente!

Cuando entra de verdad en nuestra vida, nos humilla, todo se resquebraja en nosotros, pero luego viene una paz que todo lo ilumina.

Dios nos hace morir: muerte ascética y muerte mística.

Que muera en nosotros el yo preocupado, el yo insatisfecho, el yo caprichoso, el yo agitado, el yo inconsciente, triste, pecador.

Es así cuando se empieza a sentir y a entender una nueva forma de vida. En Lc 24, 13 y ss tenemos el relato de los discípulos de Emaús:

13Aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea distante de Jerusalén sesenta estadios, llamada Emaús. 14Conversaban de todos estos sucesos, 15mientras ellos hablaban y discurrían, Jesús mismo se les acercó y caminaba con ellos. 16Pero sus ojos estaban impedidos para reconocerlo. 17Y les dijo: "¿Qué conversación es la que lleváis en el camino?" Y se detuvieron entristecidos.


Dos hombres que pensaban tener fe y esperanza y no las tenían. Y vino la noche. Y sólo se mantienen los pábilos verdaderamente encendidos. Si no, se hunde uno en el desaliento, en la soledad.

Diferencias con relación a nosotros con los de Emaús:


Ellos creían que Cristo había muerto, y nosotros decimos que vive entre nosotros.

¿Qué vida es esa en la que creemos?

¿Es Cristo un faraón momificado?

¿Es un puro recuerdo?

¿Es algo lejano en nuestra vida?

Necesitamos experimentar ese encuentro con el Jesús que vive dentro de nosotros.

No se puede vivir a Dios y de Dios y estar avasallado por la tristeza.


Para lo que estamos preparados, es para dar nuestra lista interminable de tristeza.

Somos la tristeza. Nos sustancializa. Desdoblada en pesimismos, complejos y frustraciones.

Tristeza dramática:

· no tener a nadie en la vida: no tener un amigo.
· ver venir la muerte
· ver venir una enfermedad
· no tener a nadie a quien le importe mi vida.

Otras veces no es dramática, aunque siempre está complicada por el drama de la soledad.

La soledad no se cura ni con ruido de discoteca ni poniendo la gente 'juntica'.

Las grandes ciudades modernas son invernaderos de hombres solos. La soledad es frío en el alma, una vida proyectada en el vacío.

Jesús pregunta a los discípulos de Emaús:

"¿Por qué andáis tristes?" y a nosotros: "¿Por qué esta lista interminable de quejas?"

Cansado de ti, desilusionado, incluso en tu matrimonio, de tu mujer, de tu amor...

Tan preocupado de tus hijos. Tristeza que te invade, porque presientes que tus amigos te han olvidado. ¿Por qué vivir embozado de lamentos? ¿Por qué esa vida lánguida, perezosa, cansina?
El cristiano es el hombre de la alegría y de la acción de gracias.

Siempre hay motivos para la gratitud. Siempre hay una alegría que espera, que está llamando.

Urge decirnos:

Aprende a vivir, todavía estás a tiempo.

Aprende a alegrar tu corazón.

Encuentra tiempo para ser feliz.

No atropelles tu tiempo. No seas precipitado.

Sobre la tierra, tú eres un milagro que camina.

Hay que decirle a los hombres:

Eres portador de valores eternos.

Eres único, irrepetible, insustituible.

Decía De Lamartine:

- ¿Por qué amas a Dios?
- Porque me ha creado.
- Eso no le costó nada.
- Eso le costó un pensamiento eterno, y un acto de amor infinito."



L. Benllod:

- Estoy solo, aislado, ¿Quién piensa en mí?


- Dios piensa en ti, la Virgen María piensa en ti, todos los santos piensan en ti, todo el cielo piensa en ti y siempre.
- El tiempo es un espacio para crecer bajo el sol. No una autopista que va de la cuna a la muerte.

Un espacio para ser de Dios, alegre.

No hagas depender la alegría de vivir y la paz interior de una serie de nimiedades:

- Todo el día de mal humor porque se te cortó la mahonesa
- por perder el autobús de la mañana
- que si llueve, que si no llueve
- que si me han humillado o no.

Domina tu vida, para que no caiga sobre ti como una losa. O tú vences a la vida, o la vida te aplastará.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 7:46 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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La gente es una procesión de tristeza.

Sale de noche hasta el amanecer, y duerme cuando brilla el sol.

Acude al médico, al neurólogo, al siquiatra, porque viven anclados en la ansiedad.

Se siente incómoda incluso bajo su piel.

Se vive de cara a la galería. De las apariencias, de las reputaciones, del brillo logrado: felicidad supeditada a los azares externos.

Mi gloria, mi paz y mi felicidad están dentro de mí.

Por qué no soy feliz.

Porque tengo los ojos cerrados.

Dios los ha hecho para contemplar pequeñas y grandes maravillas: noches estrelladas, cielos inmensos, capullos forzando por abrirse.

Porque mi boca está llena de amargura.

Se ha endurecido, son duras mis palabras. Mis labios han sido hechos para besar y comunicar palabras de amor.

Porque mis manos son como dos tenazas que agarran con sentido de posesión y de exclusión.

Son como diques que paralizan.
Fueron hechas para comunicar calor, dar fortaleza, para levantar al que está caído, para hacer sentir al solo que no está solo, para poder conducir al ciego.

Porque mi corazón está yerto y árido.

No se puede vivir sin amor. Necesita amor, dejarse amar y hacerse amar.

La alegría es el privilegio de los sencillos. Y soy demasiado complicado. Es privilegio de los que nunca dejan de sonreír. La alegría sólo está en el espíritu de las bienaventuranzas.

Vigila tu corazón.

Las relaciones con los demás y con lo demás, depende del corazón.

Disciplina tu corazón. El corazón es el que escoge en esta vida. El corazón es el que oscurece o ilumina la razón. Las grandes victorias y desastres son más fruto del corazón que de la razón.

Al corazón, cuando no lo mueve el amor, lo mueve cualquier cosa.

Donde está tu tesoro, allí está tu corazón

El mundo se revuelve y se agota en reuniones, mesas redondas, en palabras y más palabras.

A este mundo de tantas palabras hay que darle un buen consejo:

"Hombres, volved a vivir humildemente, volved a las cosas sencillas de la vida, a la amistad, a la bondad, a la alegría; no puede haber felicidad de otra manera."

Líbrame de mi ruindad para que sea posible la alegría, la amistad, la bondad:

La ruindad es el amor calculado, el desamor. Esa ruindad viene como consecuencia de que no estoy libre de mí mismo.

¡Señor! Líbrame de las cosas que considero mías: "mías".

El enemigo implacable de mi propia vida soy yo. Es el yo. El que puede librarme eres Tú.

¿Nos damos todo el amor que podemos darnos en estos foros?

Hay que amar a corazón abierto, sin cálculo, sin límite.

La gracia no ha logrado todavía vencernos. No nos ha despojado de la calculadora que llevamos encima para amar.

No nos hemos dispuesto nunca a amar sin medida.

La risa y la sonrisa.

Un día que no has reído es un día perdido. Un día que no has estado sembrando a manos llenas tus sonrisas, no has amado, no has tenido caridad. Lo que más necesitan de ti, es el alivio de tu sonrisa. Un día sin sonrisas, es como una primavera sin flores. La risa es salud, el buen humor es salud. La risa es terapéutica, beneficia la digestión. La risa estimula el apetito y estabiliza la presión arterial.

Una consigna: sembremos sonrisas en este mundo.

La vida espiritual, la mortificación, deben hacerse con alegría.

¿Dónde estás alegría?

Tal vez la busco demasiado lejos de mí, y sin embargo la llevo encima. (Como pasa a veces con las gafas).

Raíces de la felicidad:

Salud; qué cosa más grande que sólo la valoramos cuando la perdemos.
El sol en el cielo.
Un plato de comida caliente: también lo valoramos cuando no lo tenemos.
Un vaso de agua fresca.
Un niño que sonríe.
El cielo que me espera (¡ahí es nada!)
La sonrisa misericordiosa del cielo.
El Dios infinito enamorado de mí.
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MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 1:49 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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LA ALEGRÍA ESTA DENTRO DE TI.
¿Por qué no eres feliz?

Porque no te has reconciliado con Dios, con tu vida, contigo mismo.

Hay que aceptar un montón de cosas:

Acepta tu trabajo, tu destino.
Aprende a ser feliz en medio del desierto.
Que tu felicidad no dependa de las circunstancias y de los acontecimientos; que dependa de ti, del manantial escondido dentro de ti.
Acepta a las personas que te rodean. ¡Acéptalas de una vez!

Porque si no, no vivirás. Acepta a tu mujer, acepta tu casa, tus muebles. Acepta tu vida. Sin compararla con la vida de los demás. Aparca llana y sencillamente en tu vida.

¡NO DES PATADAS CONTRA EL AGUIJÓN!

Solicitud y alegría.

Para vivir la alegría, hay que vivir la solicitud. Hay que ser solícitos con los demás, si no, no seremos felices. Empezando por los detalles de la educación. Siempre el sentido de los demás. Buscar siempre el hacer felices a los demás. Solícito con todos.
No caigas en la trampa materialista.

Es un esquema sin alma:

"El hombre es un ser que produce, gana y se consume."

Esto es terrible, porque puede ocurrir que mañana salga el sol, y tú no te enteres. Para ser feliz, hay que saber contemplar las cosas pequeñas. Se trata de valorar las cosas pequeñas. El pan de cada día está hecho de pequeñas semillas.

Algunas pequeñas semillas:

El encanto de una amistad.
La puerta abierta para ti, en algún sitio, siempre abierta.
Unos brazos abiertos, siempre abiertos.
Una mesa acogedora.
Un apretón de manos sincero.
Una sonrisa cordial.
El silencio de la alameda.
El dibujo de un niño.
Un pájaro que canta.
Una fila de chopos junto a la acequia.

Me envuelve la belleza y me envuelve el bien. No ahoguemos al niño alegre que llevamos dentro de nuestro corazón.

"Dios es la eterna infancia" (Paul Claudel)

Dios es poeta, la creación destila poesía.
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MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 2:22 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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"SOLO TU TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA"
Y
"DICHOSOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS"


La Palabra y la Eucaristía, fuentes de alegría.


P. Faber: "Algunas vistas de lejos se asemejan a esos picos gigantescos que se elevan a grandes alturas, son convulsiones y cataclismos los que los han aupado tan alto."

La verdadera alegría, nace de algunas convulsiones para llegar tan alto. Hay que pasar por una serie de noches.

La verdadera alegría, no es optimismo, no es reacción sicológica de la persona, no es bienestar y suerte, fruto de tener buena salud, buen sueldo, etc. Chesterton decía que un optimista es un bobo feliz.

"El que a Mí me encuentra, encuentra la Vida."

La verdadera alegría, nace de la fe. De creer en el amor. "Mi vivir es Cristo y el morir es mi ganancia."

Es creer en la Redención. Dios quiere hacerme un hombre nuevo. Esta alegría y gozo es alegría en la fe, y tiene la fuerza de nuestra fe. La medida de nuestra fe es la medida de nuestra posibilidad de alegría. Es tan así, que es compatible con las vicisitudes y contrariedades de la vida.

Decía Bernanos: "Cuando la juventud se enfría, el mundo entero se pone a tiritar."

y nosotros: "Cuando la alegría cristiana se enfría, el mundo enloquece."

¿No será que el mundo está enfermo porque nosotros nos hemos enfermado?

Cuando la luz mengua, se intensifican las tinieblas. La verdadera alegría y gozo tarda en surgir. Es virtud, y no nace por generación espontánea. Tiene el grado de consistencia que le dan los hábitos virtuosos. No hay alegría fuera de la virtud. Las virtudes no pueden crecer aisladamente, y la alegría está entre ellas.

Las dos columnas de la alegría.


Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios.

La Palabra es columna de la alegría por lo que manifiesta y por lo que afirma.

¿Qué es para nosotros la Palabra de Dios? ¿Es para nosotros fuente de alegría?

Leemos en el Evangelio:

"¡Nadie ha hablado jamás como este hombre!"


"¡Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!"


Los discípulos de Emaús, al hablar de Jesús, en Lc 24,13 y ss

13Aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea distante de Jerusalén sesenta estadios, llamada Emaús. 14Conversaban de todos estos sucesos, 15mientras ellos hablaban y discurrían, Jesús mismo se les acercó y caminaba con ellos. 16Pero sus ojos estaban impedidos para reconocerlo. 17Y les dijo: "¿Qué conversación es la que lleváis en el camino?" Y se detuvieron entristecidos. 18Uno de ellos, llamado Cleofás, respondió: "Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha sucedido en ella en estos días."

19Y les dijo: "¿Qué?" Y ellos le contestaron: "Lo de Jesús de Nazaret, un hombre que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo;20Cómo lo entregaron nuestros pontífices y magistrados para ser condenado a muerte y lo crucificaron. 21Nosotros esperábamos que sería El quien libertara a Israel, pero a todo esto ya es el tercer día desde que acaecieron estas cosas. 22Por cierto, que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dejado asombrados; fueron muy temprano al sepulcro, 23y no habiendo encontrado su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que dicen que vive. 24Algunos de los nuestros fueron al sepulcro, y lo encontraron todo como las mujeres han dicho, pero a El no le vieron."

25Entonces les dijo: "¡Oh necios y tardos de corazón para creer lo que dijeron los profetas! 26¿No era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" 27Y empezando por Moisés y todos los profetas, les interpretó todo lo que sobre El hay en todas las escrituras. 28Llegaron a la aldea donde iban, y El aparentó ir más lejos, 29mas ellos lo forzaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque es tarde y ya ha declinado el día." Y entró para quedarse con ellos. 30Puesto a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, y lo partió y se lo dio. 31Y sus ojos se abrieron y lo reconocieron, y desapareció de su lado. 32Y se dijeron uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"


Sin embargo, quizá la Sagrada Escritura es el libro que menos conocemos, o que no conocemos suficientemente.

¿Hemos pensado y meditado suficientemente la Palabra de Dios?

¿Hemos descubierto el tesoro de la Palabra de Dios?

¿Somos hombres de la Palabra?

Sin embargo, toda la Palabra de Dios está en casa, en un librito. La Palabra de Dios es el testamento de Dios para mí.

¡Cuánto años llevo, y qué poco he meditado en la Palabra de Dios!

Indica la dura cerviz, que estamos chalaos. No somos capaces ni de ser egoístas. No somos sedientos de la Palabra de Dios, para poder chafardear bien los misterios de Dios y poder ver la encarnación de ellos en mi vida.

El fundamento de la vida debe ser orar, leer la Palabra de Dios, y recibir los Sacramentos.

¡Qué gravísima equivocación estamos teniendo! No leemos suficientemente la Palabra de Dios.

"¡Di una sola palabra, y mi alma quedará sana!"

Así en nuestras misas, que nadie se entera: los que no están, los que están llegando, y los que están por los que están llegando. En cambio, "María conservaba todas estas cosas en su corazón, todas las palabras". Desde la primera palabra del Niño Jesús. "Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica."

En la parábola del sembrador y la semilla, el diablo es el cuervo, la pezuña, la zarza, el terreno pedregoso. Está siempre alrededor de la Palabra. Le tiene miedo a la Palabra, porque la Palabra obra ex opere operato. Y, sin embargo, la Palabra de Dios es la que nos ha creado y nos ha redimido.

La Palabra es la que ha hecho nuestra existencia, nuestro destino. Es la que crea el Pueblo de Dios. Nos reúne, nos convoca y nos vivifica. Crea los Sacramentos. (En los Sacramentos, la forma es Palabra).

La Palabra es la que perdona nuestros pecados.

Así, hemos de tener un gran recogimiento religioso en la lectura de la Palabra de Dios.

Es tan importante, que es Dios, es la que juzgará a las naciones, a la comunidad y a cada uno de nosotros.

Leemos en Jn 12,47-48

47Yo no juzgo al que oye mis palabras y no las guarda; pues no he venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo. 48El que me rechaza y no acepta mi doctrina, ya tiene quien lo juzgue; la doctrina que yo enseñé lo juzgará en el último día;

Es la Palabra la que nos juzgará también.

¿Por qué no tenemos hambre de la Palabra?


Porque no la hemos leído suficientemente, o suficientemente bien. Antes de leer la Palabra, hemos de ambientar el alma, haciendo un poco de oración. Tal vez leerla después de un buen rato de recogimiento, por ejemplo después de una visita al Santísimo.

El sistema es:

Leer Þ callar Þ pensar Þ admirar Þ amar Þ caminar.

Caminar es poner en obra la Palabra. Debe leerse con el mismo espíritu con que se pronunció y con que se escribió. Se trata de escuchar, que es oír con amor. Se trata de que la Palabra pueda entrar en nuestra vida. Hay que escucharla con ganas.

'El que es de Dios, oye mi voz'

'Penetra hasta la médula...'


Los ortodoxos, tienen la Sagrada Escritura en el altar mayor de las iglesias. ¿Por qué no tener la Sagrada Escritura entronizada en casa? Hay que tratarla como a la Eucaristía. No pasemos de cualquier manera ante la Palabra y ante la Eucaristía. Hemos de tener la actitud de la hemorroísa en medio de la muchedumbre. No basta cualquier forma de orar, de escuchar. Es necesaria una lectura creyente, expectante, contemplativa. La Sagrada Escritura es mucho más que una historia: es una profecía. Es ver, prever, preconocer. Es una revelación clamorosa de los misterios de Dios. Está manifestado Dios en su esencia: su amor.

Es la historia de la Salvación. Son los caminos de la Salvación. Son los secretos de la Salvación.

Nos dice lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará. Es la historia de la vida, el destino de la vida, el camino de la vida. Posee el secreto de la vida.


"Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia."

"Sólo tú tienes palabras de vida eterna."
(Jn 6,68)

En Jn 1,4 :

4Cuanto ha sido hecho,
en El es vida,
y la vida es la luz de los hombres;


y en II Tim 3, 15-16

15pues desde la infancia conoces las Sagradas Letras, las cuales pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por la fe en Jesucristo. 16Pues toda la Escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, para argüir, para corregir, para formar en la justicia.

La Palabra de Dios habla, señala y manifiesta. La Palabra de Dios ilumina y transforma.

"El que viene en pos de mí, no anda en tinieblas."

Sin la Palabra y sin la Eucaristía, no puede haber verdadera vida en Dios.

¿Soy un hombre a quien Dios ha hablado poco? Necesito estar transido de la Palabra. Necesitamos hombres a quienes Cristo les haya hablado y a quienes Cristo les está hablando.
Dichosos los que le han reconocido en la fracción del Pan.

La Eucaristía es columna por lo que es y por lo que da.

Hay que reconocerlo en la Eucaristía.

La Eucaristía es el paroxismo que sólo el amor de Dios podía crear e inventar. No hay en toda la historia de la humanidad cosa parecida.

La única aproximación bastarda es el panteísmo hindú. La Eucaristía es el amor infinito, y el anonadamiento infinito. Sólo la explica el amor infinito. Parece un disparate. Anonadamiento infinito. La majestad de Dios,

Ap 19,6

6Luego oí como una voz de una gran multitud y como una voz de muchas aguas, y como una voz de potentes truenos, que decía: "¡Aleluya! porque el Señor, nuestro Dios, omnipotente, ha establecido su reino.

Ex 19,20

20Yavé, pues, descendió sobre la montaña del Sinaí, invitó a Moisés a subir a la cima, y Moisés subió. 21Yavé dijo a Moisés: "Desciende e intima al pueblo que no irrumpa hacia Yavé para observar, no vayan a perecer muchos. 22Que también los sacerdotes, que se acercan a Yavé, se santifiquen, para que Yavé no irrumpa contra ellos."

Y se hace anonadamiento infinito.

No esperemos de Dios otra cosa que el que El nos ame y nos enseñe a amar. En Cristo hemos descubierto el amor de Dios, la debilidad y el sufrimiento de Dios por nosotros. El mundo debería ser una Eucaristía. Amor, oblación, acción de gracias y Comunión.

Cristo es amor que se da.

Oblación: entrega absoluta de todo el ser.

Se hace acción de gracias.

El día que todos los hombres estemos en actitud eucarística, se terminará el mundo.


La Eucaristía es el banquete de la vida, del amor, del gozo.

"Tu Palabra me da vida..."

"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna."

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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 12:04 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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DIOS ES AMOR, PERDÓN Y MISERICORDIA

Dios tiene necesidad de perdonarme. ¡Qué alegría!

El padre del hijo pródigo, no sólo quería perdonarle, sino que necesitaba perdonar a su hijo.

Is 60,5

5Al verlo te pondrás radiante,
tu corazón se henchirá de emoción


y Jesús:

"Vuestro corazón se regocijará" (Jn 16,22)

"Aquella noche no pescaron nada..."

Jesús estaba en la orilla, pero los discípulos no sabían qué hacer. En esta escena, captamos la soledad de los discípulos. Pero Jesús, siempre está a la orilla, siempre está a la puerta.

"He aquí que estoy a tu puerta y te llamo."

¡Cuántas veces nuestra vida es una noche entera sin pescar nada! y como fruto de todo esto: el desaliento. Un desaliento amenazador, que parece estallar en desesperación. Una vida sin aciertos, o con pocos aciertos. Una vida de grandes descalabros, de grandes pecados o de muchos pecados. Una vida con sensación de vacío.

A la hora de tomarle el pulso a la vida, constatamos con desesperación el vacío de nuestra vida. O una vida de intermitentes claridades dentro de una noche densa. ¡Qué fácil es que se produzca en nosotros el desaliento al examinar nuestra vida!

"Echad vuestras redes a la derecha."

Y cuando la hemos echado, se ha producido el milagro. Es una llamada a la esperanza. Es Cristo que desde la orilla me grita. Así que bajaron a tierra, vieron unas brasas encendidas, y un pez puesto en ellas.

Él está allí, guisando para nosotros. Después de tantas traiciones. Después de tantas mentiras. Después del abandono, del hundimiento total, se puso a guisarles. Y cuando hubieron comido:
"Simón, hijo de Judas, ¿me amas más que éstos?..."
Una escena de amor sincero y de sobresalto.
"Apacienta mis ovejas..."
Sé tú otro yo. Ama y sírvelos. Haz posible el amor en este mundo de desamor. Dales y comunícales la alegría que necesitan. Y cuando los veas flaquear, estimúlalos, confírmalos en la fe.

Un sobresalto que inmediatamente dio paso al amor. El amor de Dios es tan grande, que San Pablo dice que sobra redención. No se puede agotar la misericordia de Dios. ¿Qué sensación tuvo Pedro? ¿Me amas más que estos?

Seguramente allí Pedro se conoció. Se hizo presente toda su vida. Lo que en un principio fue temor se convirtió en una fe sin límites.

Cuando se da cuenta de quién es, Jesús lo levanta. Yo perdono destruyendo la historia del pecado. Vosotros no sabéis perdonar. ¡Cómo recordaría Pedro aquellas palabras: "Tanto tiempo con vosotros, y ¿no me conocéis?"!

Pedro conoció a Jesús de verdad en este momento, cuando vio la misericordia infinita. Fue el momento del perdón y esto se reproduce también en nuestra vida. Necesitamos ser perdonados y sentirnos perdonados. Lo mismo con Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!

Dos vertientes: reconocimiento del pecado, condolencia. También son un estallido de alegría, por darse cuenta del amor de Dios.

No encontraremos el amor de Dios, si no nos damos cuenta de que somos perdonados.

"La Penitencia como Sacramento y como actitud"


La Penitencia no es un remordimiento. La Penitencia no es una exclamación dolorosa, triste, compungida. Ni una vuelta atrás. No es darle una nueva oportunidad. No es una liquidación de cuentas, haberse librado de una factura. No es un repliegue sobre sí mismo, como los gatos. No es que Dios nos esté queriendo hacer hurgar en nuestra porquería. Ni una especie de 'aspirina' espiritual: para tranquilizarme. La Penitencia es conversión y renovación.

Conversión:


Verterse hacia una nueva forma de

ver
pensar
sentir
entender
vivir como Cristo y a lo Cristo.

Renovación:

Hombre nuevo, vida nueva.(II Cor 5,17-21)
Renovar nuestras vidas
nuestras ilusiones
nuestras reacciones
nuestras reacciones espontáneas
nuestra mente
nuestra voluntad
nuestros proyectos
nuestras esperanzas.
Dios quiere que esto sea así, porque Dios quiere hacernos como Él.

No nos quiere hacer solamente buenos.

La Penitencia es fruto de un encuentro que obliga a cambiar. Hay que estar constantemente buscando ese camino, que lleva a esa tierra desconocida y sumamente conocida. ¿Para qué tantas horas de recogimiento y búsqueda del Señor? Para poder tener el encuentro con el Señor. Todo eso son búsquedas. La Penitencia es un ansia de amar lo nunca verdaderamente amado, y que es infinitamente amable. La Penitencia es un reconocimiento de sí mismo, pero en la paz y en la esperanza. Cristo saca de nuestros pecados las flores de la virtud y de la Gracia. Del estiércol, saca hijos de Dios. La Penitencia no es para estar yo contento de mí mismo, sino para estar contento de Dios.

Así, ojo con nuestras penitencias y sacrificios, que pueden ser orgullo espiritual. La Penitencia es alegría, porque nace al rescoldo del conocimiento real y firme de que Dios me perdona, necesita perdonarme y es infinita misericordia. La Penitencia es alegría porque es perdón, posibilidad de volver a empezar. Es una explosión de alegría, porque es perdón sin recodos. Cuando me perdona, me perdona infinitamente.

Es un perdón sin recodos

sin papel carbón (sin duplicado)
sin informe archivado
sin "monumentum iniquitatis" (archivos de la curia)

La Penitencia es alegría, porque es retorno a la blancura, a la inocencia.

En Is 1,18

Y si vuestros pecados son como la grana,
blanquearán como la nieve;
si rojos cual la púrpura,
se volverán como la lana.


Es retorno a la amistad entrañable. A la amistad entrañable de los niños. Es alegría porque es esperanza. Los confesionarios están vacíos, porque no hay fe, no hay amor, no hay ansia de sentirse perdonado. Las cosas las vamos trivializando, quitándole el espíritu y el sentido. Hemos de ir con cuidado de no manchar los sacramentos con nuestra pringue.

Jesús nos dice en la confesión:

¿Pero tú no crees de verdad que yo te puedo hacer feliz?

Mientras los confesionarios estén vacíos, no puede haber alegría. Por eso en los seminarios y conventos, es norma confesarse cada semana. No hay alegría cuando uno no se confiesa. Dios descubre nuestras llagas para curarlas, no para lacerarlas. No evidencia a la samaritana, a Dimas. Así hacemos nosotros con nuestros enemigos, con nuestros familiares: les frotamos por las narices el pecado que han hecho.

El es médico que cura y reanima. "He venido a buscar a los enfermos y no a los sanos."

Por eso podemos gritar:

¡Perdidos y podridos del mundo: confiad!

Sólo Dios sabe perdonar los pecados. Cuando uno llega a sentir ese perdón, inmediatamente nace en nosotros:

el que yo me perdone a mí mismo
el que yo perdone a los demás.

No nos perdonamos fácilmente a nosotros mismos. Dudamos de que Dios nos haya perdonado todo. No acabamos de aceptar la infinitud del perdón de Dios. En este mundo, todos los hombres hablan y prometen muchas cosas extraordinarias: ninguno promete el perdonar al enemigo. El perdonar aunque a uno no le perdonen, el ser el primero en perdonar.

Nosotros juzgamos, señalamos y acusamos. No nos lanzamos de verdad a amar, a perdonar. Eso de perdonar es algo del ámbito de lo divino.

"No te alegres de la muerte de uno"
(Eclo 8,8).

El perdón está inspirado en la valentía y en el desprendimiento. Hay que tener corazón magnánimo para poder perdonar. Desprendimiento de las satisfacciones sociales y psicológicas que produce la venganza. El perdón renuncia a la venganza, a ser juez y fiscal del prójimo. El perdón cristiano es fruto de la fuerza del amor. El perdón cristiano es un perdón puro, desprendido de las satisfacciones espirituales: hay que perdonar por amor.

Alégrate de querer perdonarlo setenta veces siete. Gracias a la Penitencia, no existe ya el fracaso definitivo en nuestra vida, por gordos que sean los crímenes que cometamos. La misericordia de Dios es inagotable. Sólo hay una cosa que pueda a la misericordia: el rechazarla.

En el cielo, publicaremos nuestras faltas, allí todo se va a saber. Nosotros mismos lo querremos hacer. No se van a fijar en nuestras faltas, sino en la misericordia de Dios. La misericordia es un fundamento de alegría inagotable.

II Tim 2,13

13Si nosotros no le fuésemos fieles, El permanecerá fiel, pues no puede negarse a sí mismo.

Me alienta pensar que la justicia de Dios es la que me va a juzgar. Atiende más que a la magnitud del pecado, al ansia del pecador de ser perdonado. Dios es juez, pero justo. No va a abusar de mí. Tendrá en cuenta mi condición, mi triste condición.

Lo terrible es que conocida esa capacidad de misericordia, sigamos pecando.
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 8:17 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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LA ORACIÓN, FUENTE DE ALEGRÍA.

La alegría de la oración.


'El hombre propone y Dios dispone'. Es justamente al revés. Esta afirmación es anti–teológica. El hombre se agita y Dios le guía. Según esto, el hombre vendría a ser como un juguete en las manos de Dios. La verdad es que Dios se propone, y el hombre dispone. Esta es la verdad. El Verbo se propone al Padre para la Redención:


Vino a los suyos y los suyos no le recibieron
:¿Quién es el que se propone?
Yo he venido para que tengáis vida: el que quiera, el hombre elige.
El que a mí me encuentra, encuentra la vida: es decir, el que me elige, elige la vida.

Esto es un revelación de un misterio de alegría. Quiere decir que Dios me llama, me busca: Él propone. Dios me desea mucho más que yo a Él. Infinitamente más. Sale continuamente a nuestro encuentro. Constantemente está a la orilla de nuestra vida. Se goza en que yo acepte su proposición. Es un mercader insistente, con una mercancía de verdad, vida y amor: "Si alguno me abre, entraré y cenaré con él." Dios me ama a mí, aunque yo no le ame. No necesita que yo le ame. Él nos amó primero, cuando éramos objeto de odio. "Porque, si solo amáis a los que os aman, ¿Qué mérito tenéis?" El que yo odie a Dios, no merma en absoluto el amor de Dios para conmigo. Nosotros normalmente amamos a los que nos interesa. Esto es interés, no amor. Dios no ama más a los santos que a mí. Dios nos ama a todos infinitamente. No tiene privilegiados. Dios no hace acepción de personas. Así, recibimos el amor de Dios en la medida que queremos. Dios se me propone, y yo dispongo. Dios está entusiasmado con cada uno de nosotros. "Mi alegría es estar con los hijos de los hombres". Por eso se encarnó y nos redimió aunque lo tratamos a patadas.

Dios tiene sobre cada uno de nosotros, ambición infinita. El cielo es la posesión y fruición de Dios. Se ofrece infinitamente a cada uno, pero no fuerza a nadie. El amor es siempre un acto libre. No quiere nuestro amor a la fuerza. Él se entrega y espera de mí una respuesta libre y espontánea.

La oración es búsqueda y encuentro.

Es búsqueda de dos. Dios me busca, yo busco a Dios. El encuentro de los dos es la oración. "Cuando queráis orar, decid: Padre nuestro..." Y en la Misa se dice: ¡Nos atrevemos a decir! porque implica una cierta osadía llamar a Dios 'Padre' y además, una admiración de que Jesús nos haya mandado llamar a Dios 'Padre'. Él nos ha empujado a hacerlo. No es una oración de mendigos, sino de hijos. El problema va a estar en que nosotros mantengamos un cierto nivel de dignidad de hijo. Hay que saber ser hijos.

Y sufrimos la tentación de crear a Dios: muchas veces lo fabricamos para darle culto. Estamos acostumbrados a que en este mundo nadie regala nada, y por eso en el terreno de lo religioso nos hemos puesto a fabricar a Dios con las migajas de revelación que hemos ido recogiendo. Y ese Dios resulta poco amable, está hecho según nuestras concepciones, según nuestras limitaciones. Se parece más a un tirano que a un padre, más a un personaje majestuoso que a una madre entrañable.

Es inexplicable si no que no nos hayamos enamorado del amor infinito.

Todo ayuda:

nuestras limitaciones

el ambiente que nos rodea

e incluso los teólogos, que a veces no ayudan a comprender a Dios. Así, el esquema a veces frío de las tesis teológicas.

el dejar como para lo último las clases de religión: "que las dé el más tontico".

"El hombre se hace ateo cuando llega a ser mejor que el Dios a quien sirve."

Si mi oración consiste en despertar a Dios: ¡Señor, escucha mi oración! En hacerle reaccionar, en convencerle de que tiene que ayudarme, etc. entonces mi oración es atea, no podrá enamorarme, continuaré en el pecado.

Voy a la oración creyendo que le voy a dar algo al Señor:

¡Qué contento estará el Señor! ¡Qué bien servido!

Estamos muy equivocados.

En Act 17,25

25ni es servido por manos humanas, como si necesitase algo Él, que da a todos la vida, el aliento y todas las cosas;

Dice Santa Teresa de Ávila:

"Dios no busca la utilidad en nuestros bienes, sino la gloria, es decir, la manifestación de su bondad, la cual busca también con sus obras."

Porque nosotros le demos culto, nada se le añade a Él, sino a nosotros.

Santa Juana de Arco decía: "Dios es el primer servido". Todo lo contrario: es el primer servidor.

En Is 5,1, leemos:

Mi amigo tenía una viña
en una loma feraz.
2La cavó, quitó las piedras,
plantó cepas selectas;
en medio de ella construyó una torre
y excavó también un lagar,
y esperaba que produciría uvas,
pero solo produjo agrazones.
3Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá,
juzgad entre mí y mi viña.
4¿Qué más podía hacerse con mi viña
que yo no haya hecho?


¿Yo? No soy yo, sino Dios el que tiene que hacer.

En Juan 13,3

3sabiendo Jesús que el Padre le había entregado en sus manos todas las cosas, y que de Dios salió y a Dios iba, 4se levantó de la mesa, dejó los vestidos y, tomando un lienzo, se lo ciñó. 5Luego echó agua en un barreño y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a enjuagárselos con el lienzo que se había ceñido.

Es Él el que lo va a hacer todo: poner la mesa, lavar los pies, pagar por nuestros pecados.

Voy a la oración a hablar con Dios, y me paso el rato de oración hablando, como si eso fuese necesario.

Bien, habla lo que quieras, pero no te olvides de que la oración es fundamentalmente escuchar.

Él hablará, y hablará de lo necesario nada más. Habla lo suficiente.

La oración es una relación de amor, no de parloteo. ¿Por qué los salmos en los monasterios? No por hablar mucho, sino para escucharlo mucho. Rezar los salmos es como ir alimentando la memoria. Orar es esencialmente amar, estar enamorado, dejarse amar.

La oración filial
.


La oración no es sólo encuentro con Dios, es algo más íntimo: es vivencia familiar con Dios. Es una vivencia de una realidad familiar: Padre e hijo. La oración, se da dentro de un cierto clima. El clima de la oración viene definido por:

el desprendimiento de la voluntad, del conocimiento (pensamiento, memoria, imaginación). Olvido de lo creado. Nuestro corazón tiende a estar esclavizado, más o menos. O está diversificado. Primero habrá que entrar en recogimiento interno y externo. Por eso es importante mantener la presencia de Dios durante el día.

confianza: confidencial, amor, afecto, cordialidad.

suavidad: mansedumbre, paciencia, humildad: Queremos que se nos dé consuelo en nuestra oración.

pureza: pureza en particular y en general. Todo pecado produce en el alma un encasquillamiento. Los pecados encasquillan el alma.

amor, delicadeza de amor.

alegría, ilusión, esperanza.

La oración, más que método, es corazón.

Porque la oración es el lenguaje de los hijos, es el clamor filial.

Dios nos escucha como Padre, escucha nuestros balbuceos, y nuestra oración profunda.

14En efecto, cuantos son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.15Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba!, ¡Padre!
(Rom 8,14)

La oración,

* no es una preparación para la acción
* no es una gimnasia reconstituyente
* no es un ejercicio práctico para estar en forma.

Es la primera necesidad del alma, es el alma del alma, es su respiración.


Más que contar el tiempo que invertimos en oración, hay que contar el tiempo del día que estamos sin rezar. La presencia de Dios es también oración.

La oración nace de la intimidad con Dios y crea la intimidad con Dios. Esa intimidad es la fuente de nuestra paz, es la fuente de nuestra vida.

7los llevaré a mi monte santo
y les daré alegría en mi casa de oración.
(Is 56,7)

13¿Está afligido alguno de vosotros? Ore.(Sant 5,13)

La oración necesita de la alegría y conduce a la alegría del espíritu. La Ley, en el Antiguo Testamento, mandaba al pueblo de Dios asistir a las fiestas religiosas con gran alegría.

7Allí comeréis en presencia de Yavé y os regocijaréis con las aportaciones de vuestras manos, vosotros y vuestras familias, a quienes bendice Yavé, vuestro Dios
. (Dt 12,7)

Lo comerás allí en presencia de Yavé, tu Dios, y te regocijarás tú y tu casa. (Dt 14,26)

"...y te darás todo a la alegría" (Dt 16,15)

1Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la roca que nos salva;
(Sal 95[94],1)

La oración es la respiración del alma y la vida del amor.

Dice un teólogo moderno que cuando uno deja de rezar, manifiesta que el Espíritu Santo no está en él.

La oración es inspiración y expresión del amor. "Dime cómo rezas, y te diré como amas."

La oración es la atmósfera del alma. La vida teologal en ejercicio. Está motivada por la realidad teológica:

Dios no está lejos, está cerca de nosotros. Tan cerca, que está dentro de nosotros. Dios nos empapa. Está en cada átomo. Tenemos audiencia con Él en todo momento. La oración es consecuencia de esta constatación.

"Orad sin cesar."(I Tes 5,17)

"Es necesario orar siempre y sin desfallecer."

Orar es vivir consciente y amorosamente la presencia de Dios en nuestra vida. Orar no consiste en grandes y continuas efusiones sentimentales, sino en la simplicidad y sencillez de la fidelidad, la austeridad de la vida cotidiana.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 1:44 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

La oración es "en" Cristo Jesús.

Jesús ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a Él a quien dirigimos nuestra oración. Es el centro vivo de la oración.

Cristo es

Sacerdote
Cabeza (del Cuerpo Místico) y
Dios

Así, rezamos

por
medio del Sacerdote
en la Cabeza
a Dios.

Por Cristo y en Cristo entramos en el misterio de Dios, entramos en la oración.

Hay que revisar con cuidado la oración en los exámenes de conciencia diarios. Oración vocal, hemos de hacer la suficiente, no más de aquella para la que uno está preparado. Hay que saber entender y analizar nuestras oraciones para hacerlas con el espíritu debido.

Jamás llegaremos a pedirle a Dios todo lo que nos quiere dar. No tiene límites. No mide, como nosotros. Por ejemplo, el valor de la Santa Misa, es infinito. En el diálogo con la Samaritana, Jesús le dice: "Si conocieses el don de Dios", es decir, si tú conocieras quién es el que quiere darse, y cómo quiere darse, ...tú me pedirías a mí agua.

Así, nos va a dar un cielo infinito. Jamás llegaremos a pedirle tanto como ya nos ha dado.

Me ha dado:

la existencia, que es potencial infinito de verdad y bien;

el perdón. Me ha perdonado siempre que se lo he pedido y me va a perdonar siempre que se lo pida;

la divinización, al precio del Verbo encarnado.

el cielo, vivir en la Trinidad, de la Trinidad. La visión intuitiva de su propia esencia.

"Pedid y se os dará."
No puso límites.

A veces parece que tengo que vencer a Dios para ser feliz, que Él es un obstáculo para mi felicidad, que mi ansia es mayor que la suya porque yo sea feliz. Sería algo así como decir que nuestra madre no quiere nuestra felicidad. Y, naturalmente, se preocupa más Dios por mi felicidad que yo mismo.

Y es que tenemos una concepción antropomórfica de Dios. Hay toda una serie de oraciones que expresan más el talante del hombre que el de Dios. Por ejemplo, "Señor, ten piedad." ¿Es que Dios carece de piedad? ¿Es que le resulta difícil tener piedad?

1Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

2Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

3Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia...
(Sal 135)

¿Quién es el que tiene que abrirse a la piedad? Él nos amó primero. Rezamos así porque es nuestra manera de ser. "El Señor esté con vosotros." ¿Es que hay un segundo de nuestra existencia en el que el Señor no esté con nosotros? Dice la Sagrada Escritura:

aunque una madre pueda olvidarse de su hijo, Yo no me olvidaré de ti...

Los que no estamos con Él, somos nosotros.

"Acuérdate Señor de tus siervos que duermen en el sueño de la paz..."

¿Es que le falta memoria a Dios? Somos nosotros los que olvidamos a nuestros muertos.

"Dirige tu mirada serena y bondadosa..."

Estas oraciones son muy humanas. No acaban de precisar la actitud teológica de Dios.

Orar es ponerse a disposición de Dios.


"Habla Señor, que tu siervo escucha."


Para que hable, determine e impulse.

El terreno abonado para una buena oración: Cap. 13 de la Subida al Monte Carmelo.

Orar es consentir:

todo lo que Dios diga,
todo lo que Dios quiera,
todo lo que Dios esté planeando.

Orar es también acción de gracias. Para ello es necesario conocer y reconocer los dones de Dios. Para ello necesitamos estar atentos a Dios.

Orar es cuestión de la vida.
Orar es una presencia rendida, callada, sencilla y amorosa.

Oración de tiempo sin tiempo.

Qué es el orar para el pagano y para el cristiano.


Para el pagano es una especie de llamada de atención a Dios:

‑¡Escúchame Señor! ¡Despierta!

Intenta hacer saber a Dios toda la lista de cosas que hace por Él. Lo mucho que pretende hacer. Y pedir disculpas por los malos servicios. Lo que destaca, es lo que el hombre hace por Dios.

El orar para el cristiano: Dios lo hace todo y el hombre se dispone a hacer porque ve todo lo que el amor está haciendo por él. Es asombrarse del amor divino. Es cantar la generosidad sin límite de Dios, el amor sin límite de Dios, las delicadezas, la ternura, la paciencia, el interés sin límite de Dios.

Nota: Que le hables todo lo que quieras, pero en algún momento cállate, déjale hablar a Él. Tú te desahogas, pero Él cuando habla hace Luz, Verdad y Vida. Entonces, calla, escucha y mira con amor.

26Igualmente también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos qué pedir para orar según conviene; porque el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
(Rom 8,26)

Por tanto, hay que acabar la oración como Cristo en Getsemaní:

Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.


Aparte del padrenuestro y el avemaría, hay otras oraciones magníficas: el Gloria de la Misa, el Credo, Benedictus, Magnificat, Te Deum, Sanctus, Gloria Patri.

Dios es AMOR, luego Dios es dependencia.


El amor implica necesariamente dependencia. Si no quieres depender de nadie, no ames a nadie. El infinitamente amante es infinitamente pobre, humilde y dependiente. Dios me lo da todo: hasta a su propio Hijo. Hasta tal extremo llegó su amor, que no perdonó a su propio Hijo. El amor verdadero le hace a uno humilde ante la persona amada. ¿Quién depende más del otro, la madre de su hijo, o el hijo de su madre? La madre depende más del niño. El niño se deja hacer todo, y es más, exige que se esté por él.

En nuestra relación con Dios, Dios depende mucho más de nosotros, que nosotros de Él. En el orden del amor, Dios depende de nosotros. Dios no quiere simplemente amarme: necesita amarme. Y me amará eternamente.

Mira a Jesús crucificado: ¿Quién depende más, Él o tú? ¿Quién está más atado? ¿Quién está pagando los platos rotos? En Ez 16, se nos relata la historia de las infidelidades de Israel (la esposa) a Dios (el esposo). Es nuestra propia historia. A pesar de todo, Dios se acuerda de su pacto, de su juramento, y anuncia una alianza eterna.

La pasión de Cristo, está en función de mi salvación. Y es que en el amor, el que ama menos es el más fuerte, y ¡qué tiranías podemos llegar a realizar con los que se enamoran de nosotros! El más débil, el que más ama. He ahí la debilidad de Dios. Por eso soporta tantas cosas:

Una humanidad blasfemando.

Una humanidad vuelta de espaldas a Él.

Dios depende de nosotros, desde el momento que nos ama. Es lo que les pasa a los santos, han visto un poco el amor infinito de Dios, y se han vuelto locos.

Dios ha creado el mundo para su gloria. No para divertirse, para estar entretenido o para tener vasallos. La gloria de Dios no es otra cosa que el amor: amar, hacerse amar y dejarse amar. Así lo define Juan: "Dios es amor". (I Jn 4,8)

El amor de Dios no es para ser amado simplemente, es para ser amante. Jamás alcanzaremos el amor que Dios nos tiene.
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 5:50 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

APRENDER A ORAR ES APRENDER A AMAR, A ESCUCHAR.

Y eso es el manantial de la alegría: cuando Salomón pidió la sabiduría, Dios le dio un corazón que escucha.

Es necesario para aprender a orar:

Primero creer que Él te habla.

Segundo, tener la experiencia de que te ha hablado.

Dios siempre nos está hablando. "Inclina tu oído y escúchame".

San Benito: "Inclina el oído de tu corazón".

El cristiano, es un testigo de Dios porque ha oído a Dios, ha escuchado a Dios.

Dios habla por su palabra y por los acontecimientos.

De muchas formas y maneras Dios habló desde antiguo...(Heb 1, 1)

Aunque lo que habla no es inteligible al oído de la carne, sino al oído de la fe. La fe no consiste en decir: "yo comprendo", sino "yo comprenderé", pues no siempre comprendo lo que Dios dice y determina.

La fe tiene suficiente luz como para atravesar toda oscuridad. Los misterios de Dios son caminos por los que avanzamos. Cuando veamos que en nuestra vida ocurren cosas duras: sepamos que ya comprenderemos.

La oración, como toda la vida cristiana, es una participación en la muerte y resurrección de Cristo. No tendremos vida de oración hasta que no hayamos muerto a nuestros deseos, impulsos, ideas. Hay que morir a esa idea de que la oración debe llevar consigo consolación, y resucitar a los designios, a la voluntad de Dios.
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 8:21 pm    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

LA ALEGRÍA DE JESÚS, LA ALEGRÍA DE MARÍA, DE LOS MÁRTIRES, DE LOS SANTOS.

Decía Orígenes que la flor de la Sagrada Escritura es el Nuevo Testamento, y la flor del Nuevo Testamento es el evangelio de San Juan. Nosotros decimos que la flor del Evangelio de San Juan es el discurso de la Santa Cena. Y así, en los capítulos 14, 15 y 16 nos entrega el Evangelio de la alegría. Se intenta explicar el gozo infinito de Dios, y el destino del hombre al gozo infinito. Nos va a faltar eternidad para poder gozar tanto gozo.

La paz os dejo, mi paz os doy. (Jn 14,27)

Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté dentro de vosotros, y vuestra alegría sea completa. (Jn 15,11)

...pero vuestra tristeza se cambiará en alegría. (Jn 16,20)

Así también vosotros estáis ahora tristes, pero yo os veré otra vez y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará ya vuestra alegría. (Jn 16,22)

Aquella despedida fue una síntesis del mensaje de Jesús. Jesús, exalta la alegría del segador cuando vuelve a casa. Exalta la alegría del hombre que encuentra un tesoro. Hasta tal grado es gozo, que vende cuanto tiene. La alegría del pastor que encuentra la oveja perdida. No dice lo que tuvo que padecer para encontrarla. Exalta la alegría de la mujer que acaba de dar a luz, que se olvida de los sufrimientos del parto. Exalta la alegría de las bodas de Caná. Les convierte el agua en vino. Exalta la alegría del padre del hijo pródigo. De tal manera reina la alegría en aquel encuentro, que el hijo pródigo no se lo puede creer. La alegría que hay en los cielos por un pecador que se convierte. La alegría de los niños que se acercan a Él. Y el cielo es para los niños. La alegría del joven rico: "y le miró sonriendo..."

Ya las notas mesiánicas (las profecías) vienen exaltando esa alegría:

"Anunciará la salvación a los pobres, a los afligidos el consuelo, la liberación de los posesos."


La alegría de poder vivir en la paz de Dios, en el gozo de Dios. Su alegría es ver la acogida de la Palabra. Por eso se queja de que hay pocos labradores para la mucha mies. Su alegría es la alegría de la conversión, y contemplar la generosidad de aquella viuda. Alegría porque los pequeños tienen acceso a los misterios de Dios.

La alegría de Jesús es una alegría misteriosa, inefable.


Su vida está acosada de persecución, angustia y calumnia, pero Él vive una alegría que nadie podrá arrebatarle: "El Padre me conoce, y yo conozco al Padre." Esa es la fuente de su gozo.

En la medida que uno es conquistado por Jesús, es conquistado por la alegría. Cuando los discípulos de Emaús comentaban su encuentro con Jesús, decían:

"¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las Escrituras?" (Lc 24,32)

No sólo les ardían los corazones por lo que Cristo les contaba, sino por el gozo de estar descubriendo la historia del Mesías.

41Y como ellos no creían aún, de pura alegría y admiración les dijo: "¿Tenéis algo de comer?" (Lc 24,41)

En la aparición a los once, el encuentro con Cristo resucitado fue una explosión de alegría. Era demasiado grande aquella visión.

También Pedro en el lago, después de la Resurrección cuando Juan dijo "es el Maestro", saltó en paños menores por la alegría. Jesús es la alegría. La alegría sustancial, eterna, infinita.

La alegría de María y de los santos, es manifestación de la alegría de Jesús.


"Gaudete in Domino" nos decía Pablo desde la Prisión. Y desde hace veinte siglos, esta fuente de alegría no ha dejado de manar en la Iglesia. Es la que explica la alegría de María: ¡Fiat!. Es el himno a la obediencia y el himno de la alegría. Es la palabra del verdaderamente enamorado. Fue un canto de gozo que era decir: Sí, lo que Él quiera, como Él quiera. Es una abertura total. Sólo quiero transformarme en el amor. Ya se lo que Dios quiere de mí. ¡Qué gozo hacer todo y sólo lo que Dios quiere! Me ha mirado. He descubierto el abismo del amor infinito. Me ha hablado, me ha dicho que está enamorado de mí. He encontrado lo que Dios quiere de mí. Ya todo me da igual: lo único importante, hacer en todo únicamente todo lo que Él quiera y sólo lo que Él quiera.

Cuando uno ama a María, se contagia de María. Por eso ella es Causa de nuestra alegría. Ella vivió como nadie la presencia del Reino de Dios. El Reino de Dios es reino de Verdad, de la Vida, de Santidad y Gracia, de Justicia y Amor, de Paz.

Nadie más santa que ella. La criatura perfecta: "El Señor está contigo." Llena de justicia, de fidelidad. Por eso estalla en el Magníficat:

"Mi alma proclama la grandeza de Dios..."

El cristiano es el hombre que ha descubierto que Dios le ama. Y con eso basta. Todo lo demás sobra, y aún estorba. Dios me ha dado su amistad, su benevolencia, su vida. Esto es magnífico, impresionante.

María es un exponente de lo que Dios quiere hacer con nosotros:
"Desde ahora me felicitarán todas las generaciones." Los cielos están esperando a que nos abramos a Él para obrar maravillas en nosotros. Dios me ha llenado de dones. El Todopoderoso ha hecho obras grandes en mí:

Me ha salvado de la muerte eterna.

Me ha salvado de la desesperación ante la muerte.

Me ha introducido en la Vida. En su Vida. Voy a ser vida de Dios.

Me ha redimido, y me ha redimido Él mismo. No quiere sustituciones. El buen pastor no mandó al zagal a buscarme a mí, oveja perdida.

Ha venido a vivir mi vida para que yo pueda vivir su vida.

Dios, todo Él, es mío.

Soy coheredero con Cristo, puesto a nivel del Verbo encarnado. Todo lo que es de Él, es mío. Todo lo suyo es mío. Soy su coheredero.

Él es mi gloria, mi consuelo, es mi todo. Él se ha hecho Padre mío: verdadero Padre. El Espíritu Santo es mi consolador, mi abogado, mi vida de gracia.

Él obra en mí siempre, de día y de noche, en la calma y en la tempestad. Y yo puedo amarle sin medida ya ahora.

54Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia

55-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.


Cada uno de nosotros es Israel. El amor lleva a la fidelidad. Dios es la fidelidad, la misericordia. Fiel aunque nosotros seamos traidores: lo ha prometido. Dios me ha amado y ya siempre me amará. Eso es lo terrible del infierno: que Dios nos seguirá amando, y no se podrá producir ese encuentro de amor.
"La fidelidad del Señor es eterna."

13Si nosotros no le fuésemos fieles, Él permanecerá fiel, pues no puede negarse a sí mismo. (II Tim 2,13)

No puede dejar de amarnos, es la debilidad de Dios. Cuando empieza a amar, ama para toda la eternidad.

16Señor, por ti vive mi corazón,
vive mi espíritu;
dame la salud, devuélveme la vida.

17Oh, sí, en salud se cambia mi amargura:
Tú has salvado mi alma
de la fosa del vacío;
te has echado a las espaldas
todos mis pecados.
(Is 38,16-17)

Dios nos dice: "no quiero saber nada de tus pecados, sólo me importas tú". Realmente,... mi Dios y mi todo.

Él no huye cuando yo caigo y yo me hundo. Una madre no se va de verbena cuando el hijo está enfermo.

"Cuando tus hijos te pregunten cómo has entrado en la tierra de Canán, les dirás: Nos sacó el que es Dios de Abraham..."

Lo peor del pecado, no es la transgresión de la ley, sino la traición al amor de Dios. Eso no tiene perdón, y sin embargo, Él nos perdona.

Decía Pablo VI:

"Después de María, la expresión de la alegría más pura y ardiente la encontramos allá donde la cruz de Jesús es abrazada con el más fiel amor: en los mártires."

"Dichosos vosotros cuando sufráis todo esto por mi causa."

Bienaventurados.

Hay una alegría escondida en:

Podar la viña: la mortificación, la penitencia.

Estar ante los tribunales por Cristo, por Dios.

Ser condenado, calumniado, perseguido.

Repetir sus huellas, da un gozo especial. Es algo para vivir, no para explicar. La alegría es de un manantial que brota de la cepa de la Cruz.

Decía San Ignacio de Antioquía, yendo hacia el martirio:

"Con gran alegría os escribo, deseando morir. Mi amor, mis pasiones terrenas, están crucificadas; ya no hay en mí fuego que haga arder la materia; lo que hay es un murmullo de agua viva que me dice interiormente: ¡Arriba, ven al Padre!"

Esta alegría nace de una experiencia apasionada de amor: es gustar apasionadamente de Dios, con amor.

La alegría de los santos.


Decía también San Ignacio de Antioquía:

"A todos, muchísima, perfecta e irreprochable alegría."

Y en I Pe 1,8

8al cual amáis sin haber visto, en el cual ahora, sin verlo, creéis y os alegráis con gozo inefable y glorioso.


Y dice el ritual del Bautismo:

"Que siempre te sirva alegre en tu Iglesia."


Y San Francisco de Asís:

"Llora en tu celda, y cuando vuelvas con tus hermanos deja tu tristeza."


Para San Francisco, la alegría brota de la pobreza, de la sencillez y del desprecio vivido y aceptado.

En un himno adicional de Laudes y Vísperas, leemos

"Ya no temo Señor la tristeza,
Cristo está conmigo,
ya no temo la tristeza.
"

FIN
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mar Jun 17, 2008 7:01 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
Responder citando

Cita:
Si Catholic net ve que mi idea no conviene al foro, ruego anulen dicha idea. Por lo tanto, mi idea es poner en este apartado Meditaciones de Ejercicios Espirituales que me impactaron. Me evangelizaron y creo pueden evangelizar a otros hermanos. Esta es mi intención.


6ª Med. La abnegación.

Vamos a ver más detenidamente de que se trata la abnegación.

Lo que siempre nos mueve es el amor de Dios que nos pone Él
. La abnegación se apoya en las virtudes teologales. Las virtudes teologales son las que inmediatamente me unen con Dios. Por eso se llaman teologales. Cuando yo voy creciendo en las virtudes teologales, me voy uniendo más a Dios, y me descubren todo lo que me impide no unirme con Dios. Fijaos que entonces viene la abnegación, en la forma que por ejemplo habla san Juan de la Cruz, la mortificación: el morir a mí mismo. En primer lugar hemos de considerar que la negación, no niega nada. Lo que hace es sacar estorbos. Nos va afirmando en Cristo. Nos va haciendo, uniendo a Cristo. Porque lo que está tirando de ahí, son la fe, la esperanza y la caridad, que nos mueven a unirnos con Cristo. No está negando propiamente sino afirmando nuestra personalidad: lo que el Señor quiere hacer con nosotros. El hombre viejo, eso lo siente como negación. Siente como que le están matando. Pero en realidad, es necesario sacar los estorbos que están en medio, que no me dejan llegar al fin.

De ahí la abnegación. La tendencia nuestra es autoafirmarnos. En las criaturas. Esa tendencia nace de unos afectos desordenados. Los afectos desordenados que tengo a las criaturas que llenan mi corazón, mis inquietudes, mis deseos, que sin ser malos en un principio, están desordenados. No están puestos en el orden que Dios quiere. Así tenemos que optar entre al amor a Cristo o aquello en lo que yo tengo el corazón. Si opto por Cristo, el obstáculo se irá: lo niego, lo quito. Y el afecto desordenado se pone en su sitio: donde le corresponda. Por eso decimos que es más bien una afirmación de Cristo que me quiere unir a Él. Entonces, las virtudes teologales tienen su asiento en las potencias del alma. Entendimiento, memoria y voluntad. Donde se asientan fe, esperanza y caridad.

Está la abnegación de los sentidos y la del espíritu. De la vida sensible más o menos quizá ya controlamos y ya nos han hablado. Del olfato, tacto, oído, etc. Ahora vamos a tratar de la abnegación de las potencias espirituales.

El entendimiento. Donde se asienta la fe.
Cuando el Señor entra en la vida de la Samaritana, siempre la está sacando de sus casillas, y la está negando de su propia manera de pensar, de su manera de razonar. Eso es lo que el Señor hace cuando nos mete en la fe. Cuando estamos viendo con ojos de fe, el Señor siempre va más allá. Y fijaos que eso nos revela criterios intelectuales que tenemos en nosotros que quizá no los formulamos, pero que los tenemos. Que están dentro de nosotros y nos impiden recibir la vida que el Señor nos quiere dar. El Señor nos quiere unir por la fe: es decir, ver como Él ve. Por la fe nos revelará las cosas que en mi inteligencia hay que me están impidiendo mi vida de unión con Cristo. La Samaritana, le va poniendo excusas, porque tenía sus criterios. Si tú eres judío, si yo soy mujer, … Pues igual nosotros tenemos nuestros criterios. Que niegan la Palabra de Dios. Y el Señor quiere removerlos porque en el momento que estamos impidiendo que esa Palabra entre en nuestros corazones, con la verdad que ella lleva, no nos dejamos unir a Cristo. Ir viendo los criterios que puede haber en nuestro corazón. Toda Palabra de Dios, a medida que va entrando, siempre nos va dejando ver criterios que nos alejan. Nos va dando luz. Y los va sacando. Hay que ver lo que dice el Evangelio que no está de acuerdo con nuestros criterios. Quien quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo…

Lo que no me hace persona, lo que no me hace como Cristo, son esos criterios, esas barreras, impedimentos que ponemos al amor de Dios. Eso es lo que niega. Lo otro afirma. El Señor siempre está diciendo un sí sobre nosotros. Ir viendo criterios. Por ejemplo: Dios no quiere que sufra. ¿Dónde dice eso en el Evangelio? Llevó a su Hijo a la Cruz. O cuando hago una cosa bien, me gusta que lo reconozcan: ‘lo que hace tu mano derecha…’

El mérito es del Señor.

Si cogemos el Evangelio, van saliendo cosas. Impedimentos que quedan a la vista. Y que no nos dejan avanzar. La fe da luz y yo tengo que elegir: el criterio que yo tengo, o la Palabra de Cristo. Si escojo la Palabra, me uno más a Él. Si no, bloqueo el chorro de agua viva que el Señor me quiere dar.

La memoria que se asienta sobre la esperanza.
La memoria recuerda las cosas del pasado. Y a la mínima la tenemos ahí, sacando las cosas del pasado. Y además es que según los recuerdos que tengo del pasado, hago y deseo. Según lo que he vivido, deseo. Ejemplo: he tenido tres novias. Y la primera me dio calabazas, la segunda peor aún. Y la tercera ya me deja para el arrastre. ¿Cuál es la experiencia? De desastre. Si viene una cuarta, pues no querré saber nada. Mi memoria del pasado me está condicionando al futuro. Eso es lo que hace la memoria cuando no está asentada en la esperanza. Me bloquea. Y me paraliza. Otro caso: un día, una persona me ha ofendido: me queda esa mala experiencia, esa herida dentro. Y ¿qué hago? Pues estoy ahí como un gato, lamiendo la herida. Y la herida no se cierra. O permanece ahí, escondida. Quizás soterrada, pero está. En cuanto aparece una experiencia que me la recuerda, o me vuelvo en contra, o me desanimo. El mismo caso. Me viene una cuarta novia y lo rechazo porque tengo esa mala experiencia. O lo contrario, me viene una chica hablando y le digo: no quiero ser tu novio, y resulta que no quiere ser novia de nadie, pero yo ya me pongo en guardia. La memoria está juzgando: me paraliza o lo destrozo: no me deja avanzar. Y ver que la memoria alimenta mis deseos y las expectativas. Mi deseo es ser el director de la empresa. Haré lo que sea para llegar a eso. Y si un día viene el gerente, como tengo la experiencia de que si hago la pelota, consigo las cosas y me salgo con la mía. Y llega el gerente, y le hago la pelota. Él está contento. Y los demás dirán: ¡qué caridad! Pero ¿qué hay en el fondo? un deseo oculto. Lo estoy haciendo porque me está moviendo mi deseo, condicionado por la memoria. Yo quedo la mar de bien, pero sé lo que me mueve en realidad. Pues la esperanza, mortifica todo eso. Niega todo eso. Todos mis deseos, mis expectativas. Porque va poniendo los deseos y las expectativas en orden. A medida que el amor de Cristo va entrando en nosotros vamos deseando lo que Cristo desea.

¿Qué desea Cristo? ¿Qué pone en mí? El deseo de Cruz.
Entonces no le voy a hacer la rosca a mi jefe. Me importa tres pitos. Si me lleva a la Cruz, pues mejor. En todo. Ya no nos mueve el deseo escondido, sino el deseo que Cristo ha puesto en nosotros. Está negando esos deseos escondidos que tenemos. Hay que ir viendo los deseos que tenemos que chocan con los deseos de Cristo. Viendo por ejemplo las Bienaventuranzas, porque ahí se expresan los deseos de Cristo: Bienaventurados los pobres, los que lloran…

Y esos son los deseos de Cristo que nos los irá poniendo a nosotros. Y que irán negando muchas cosas. A ver qué deseo yo. Cuando entramos en la pobreza, ir viendo cómo lo vivimos. Y por qué tengo esos deseos. Porque os irán revelando criterios que están impidiendo uniros más con Cristo. La Samaritana descubre al Señor cuando le pide de beber. Mientras tanto no ve nada. Estaba tan tranquila con la vida que llevaba.

La voluntad que se asienta en la caridad.

La voluntad no es una fuerza. Se asienta en la caridad. Se mueve por el amor. Es el amor el que mueve la voluntad y no la fuerza. La fuerza del amor. ‘Es que esto lo tienes que hacer por fuerza de voluntad.’ Mentira gorda. Eso lo dicen los mandones y los tiranos. Quien ha estado viviendo así durante años, la voluntad tiene la fuerza de la soberbia. El Señor nos deja a ver hasta dónde llegamos, con nuestra ‘fuerza’ de voluntad. Pero gracias a Dios, por ejemplo, el Señor nos da que nuestra naturaleza es finita. Y se va deshaciendo, y nuestras fuerzas se van debilitando, y uno se queda sin fuerzas. Eso es muy bonito verlo, cuando una persona mayor ha estado trabajada por la gracia, o ha estado reprimiéndose toda su vida, por la fuerza de voluntad.

Cuando las fuerzas desaparecen: las que han estado asentadas en mi propio yo, que me he autoafirmado, empieza a salir todo. Y esa bestia que hay en mí, que no ha estado purificada por la gracia, porque no le he dejado, y sale toda la bestia. Pero fijaos, que una persona que ha dejado que la gracia la trabaje, qué paz transmite. Y cómo vive las enfermedades, cómo vive entonces la vejez, con qué gozo. Lo ves, que está transformado por la gracia, porque no ha puesto resistencia a la gracia: ahí está el secreto de la abnegación: a no poner resistencia. En el fondo la vida cristiana es simple: es dejar a Él que haga.

Y así cuanto más vivimos la fe, la esperanza y la caridad, eso nos une directamente con Dios y va negando, sacando de en medio todo lo que no es suyo.

El Señor entra con su caridad y encuentra que tenemos muchos amores: como la Samaritana. Que tenía 5 maridos… Esos maridos representan las ataduras del corazón. Tiene otros dioses. Su amor está volcado a otras cosas, y está apegada ahí. Y el Señor le descubre su pecado. Es el Señor el que le descubre, le saca a la luz el pecado. Para que lo reconozca. Y eso mismo hará con nosotros: primero nos lo descubre. Cuando el Señor va descubriendo su amor, nos va descubriendo que todo lo demás no es, pero Él sí que es. Entonces la voluntad va hacia donde el amor le está llamando. Porque el amor tiene predilecciones. Hace que también nosotros tengamos un amor de predilección por Él, y va situando todas las demás cosas en su sitio. Él primero, y después las demás cosas, ordenadas.

Pues habrá que ver nuestros amores. Por ejemplo mis cualidades. A lo mejor estoy enamorado de mis cualidades. O lo que sea. Hay que ver que sólo un amor más grande desplazará los otros amores.

Todo es don. No somos nada. Hay que reírse de nuestras tonterías. Luego el Señor te lo hará pasar mal, para mostrarte los apegos. Y que te des cuenta de lo que vale. Y te va enseñando humildad, para unirte más a Él.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mie Jun 18, 2008 2:53 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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4a Med. La Vid y los sarmientos

Interiorizamos. Vamos a ver cómo se hace la unión de Cristo en nosotros. Veamos la explicación en el cap. 15 de Jn, sobre la vid

1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.

De esa vida que el Hijo recibe del Padre, quiere que el hombre participe. Y siempre la recibirá el hombre a través del Hijo. No hay otra vida que esta. Otra cosa no es vida.

Es la vida que tiene el mismo Cristo. Si no estamos en la Vid injertados, no tenemos vida. O somos cristificados en la Vid de Cristo, hechos miembros del cuerpo de Cristo, o no lo somos, No hay términos intermedios. La plenitud del hombre, está en el Hombre, que es Cristo. Y Cristo es la Vid. Quien no está injertado ahí recibiendo la verdadera vida y haciéndose verdadero hombre en el Hombre, que es Cristo, no se está humanizando. Es el que le dice al hombre qué es ser hombre. Los demás modelos no reciben la vida de la Vid.

Sin Cristo no soy nada. De Cristo recibo todo. Eso crea en nosotros una determinación desde lo más hondo en recibir la vida. En el momento que yo sé que sólo me puedo realizar en Cristo que es el verdadero hombre, en la Vid, en mí se crea ese deseo de estar determinadamente unido a Cristo. Y ese deseo profundo rompe muchas tendencias, muchas mediocridades muchas tibiezas que nosotros tenemos.

Al cielo sólo llega quien es imagen de Cristo. Porque el Padre sólo conoce al Hijo. El Padre nos ama porque ve en nosotros la imagen de su Hijo. Quien no se parezca a Cristo no entra.


El estar injertados en la Vid, crea una determinación de fondo hacia la santidad. A rechazar la mediocridad.

2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.

Eso se dará en la realidad personal de la muerte, en el juicio. Pero que lo corta. Fuera de Él no tenemos vida. Eso el que no da fruto

Y el que da fruto, lo limpia. Lo poda para que de más fruto.

Cuando vamos recibiendo vida en nosotros el Señor va podándonos. Son las purificaciones. Va abnegando, porque estamos recibiendo la vida pero venimos con muchas impurezas. Para unirnos más a la Vid. Y para poder recibir más vida. Es un aspecto de la Cruz. Vamos sintiendo que el Señor nos va abnegando. Jesús no se negó. No nos niega. Sólo abnegará lo que no es Cristo. Negando, cortando, podando lo que no es Cristo en nosotros. Para dar más fruto. Purificación de la memoria, de los sentidos, de la imaginación, de la inteligencia. Hay criterios muy metidos en nosotros que no nos deja que el viñador el corte. Por ejemplo, esas frases tan radicales: si te pide una túnica, da dos. Da a quien te pide. Nosotros tratamos de educar a los pobres. No nos gusta lo que dice el evangelio: no nos pueden engañar, los pobres. Mis criterios van negando la palabra de Dios. La van haciendo a mi medida. Seguramente de forma inconsciente, claro. Criterios que nos meten en una vida mediocre. Vamos rebajando el Evangelio. Le vamos quitando importancia a lo que dice. Lo del sufrimiento. La cruz la quiere para su Hijo pero para ti no lo quiere…

Lo que hace el viñador es ir cortando, para dar más fruto.

3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho.

Vamos recibiendo la Palabra y los Sacramentos, que nos van uniendo más a la Vid.


4 Permaneced en mí, como yo en vosotros.


Lo que hemos de hacer cuando el Señor nos va podando, es permanecer ahí. Cuando vienen las podas, las tentaciones son las de correr…

Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.

Cuando nos apartamos de la Vid, nos salen las cosas cada vez mal. A veces el Señor nos deja que nos apartemos, para que veamos que si no estamos unidos a la Vid, no podemos dar fruto. Lo que hay que hacer es que si el Señor poda, permanecer ahí. El secreto es que en la poda nosotros vamos reconociendo el amor de Dios. Cuando ya estás recibiendo el amor de Dios es cuando ya te dejas podar un poquito. Nos va cortando un poquitín hasta que vamos teniendo más vida. Y te va dando más vida, más fuerza y te va haciendo podas más grandes, y te va crucificando más. Y mientras te va podando, te va dando vida. Y también tú sabes que te va dando vida y estás recibiendo esa vida. La vida que el Padre está dando al Hijo tú la estás recibiendo por el Hijo.

Y por eso no te mueres.

La tentación es que al pasar los años no queramos dejarnos podar más. Porque estamos ahí asentados. Y si se seca, la cortará. El Señor siempre quiere podar para que des más fruto. Y nos va sacando de nuestras casillas, para que demos más.

Así con la Magdalena:

11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní -que quiere decir: «Maestro»-. 17 Dícele Jesús: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y que había dicho estas palabras.

Tenemos la tentación como la Magdalena, de quererlo abarcar. De quererlo hacer a nuestra medida. Entonces el Señor dice: no me toques, no me cojas, no puedes. Si te piensas por un momento que me has abarcado, que me has entendido, ya has perdido. Déjame que vaya al Padre.

La tentación es que cuando empezamos a caminar en el camino de la santidad, es tomarle medidas al Señor. Lo que pasa con la Samaritana, que le va tomando las medidas y luego el Señor le va llevando siempre a más. Para sacarla de sus casillas.

5 Llega, pues, a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.7 Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» 8 Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: 9 «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) 10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»

11 Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? 12 ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» 13 Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»

15 Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.» 16 Él le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» 17 Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, 18 porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.» 19 Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.» 21 Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.

24 Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.» 25 Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo desvelará todo.» 26 Jesús le dice: «Yo soy, el que está hablando contigo.»

27 En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?» 28 La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: 29 «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» 30 Salieron de la ciudad e iban hacia él. (Jn, 4)


La santidad es ser como Dios mismo. Y eso no sabemos cómo es. Nos lo tiene que decir Él. Como la Samaritana, es Él que ha de darnos el agua. Nosotros no sabemos. Y no le dice que dónde la va a sacar. Si quiere de esa agua, la ha de recibir del Señor. No son sus planes. La está abnegando. Y ahí nos lleva a nosotros. Y no solamente qué es la santidad, sino los medios. El cómo. Cuando llevamos un poco de camino, ya parece que controlo todo. El Señor también nos saca de las casillas de creer que controlamos el camino de santidad. Y te hará ver que para ir donde no sabes has de ir por dónde no sabes. Y te empieza a marear de tal manera, que lo único que haces entonces es dejarte hacer por Él. Eso nos deja bien desnudos. Como pobres. No sabemos. No podemos sacar agua. Porque ahora veo que no tengo ni fuerzas para sacar el agua que antes sí sabía sacar. Nos deja como un pobre. Y cuando he entrado en esa pobreza y empiezo a gustar a Cristo mismo pobre, es cuando entonces el Señor te empieza a regalar. Cuando estás como un pobre esperando a que te de la santidad. Y el cómo sólo lo sabe el Padre. Así el Señor te saca de las casillas, te saca de todo eso. Y tú estás perdido. Pero perdido en el Señor que es cuanto más seguro estás. Entonces estás dejando que el Señor te lo de todo porque tú eres pobre. Has entrado en humildad. Te ha abnegado, te ha despojado de todo. La memoria, todo. Pasa lo de la Vid y el viñador:

5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.


¿Cuándo sucederá esto? Cuando estemos unidos a Él, y que el Señor nos haya podado bien. Y estemos participando de su vida. Porque entonces tenemos la experiencia de que todo lo que pedimos, el Señor nos lo da. Porque ya no pedimos lo que nosotros queremos. Pedimos lo que el quiere. (Muchas veces nuestra oración de petición está apegada a nuestros deseos y criterios, y no está abierta).

Yo pediré la Cruz, a desear lo que Él desea.


Vemos que la Samaritana le va poniendo límites. Cuando el Señor viene a purificarnos, siempre sacamos excusas. En el episodio de la Samaritana, es el Señor el que pide. Y en el mismo pedir se muestran nuestros impedimentos: no somos capaces de amarle. Y nos está mostrando en ese mismo pedir lo que quiere abnegar de nosotros. Como es el mismo Señor el que pide que le amemos y no podemos, lo que pasa es que le vamos dejando hacer. Que nos vaya sacando los estorbos, lo que no es suyo. Para que nos vayamos perdiendo, como la Samaritana. Que acaba pidiendo el agua. Dame de esa agua, porque yo no se como conseguirla. Ni siquiera se dónde está el pozo de que me estás hablando. Como la Magdalena, cuando Jesús le dice ‘no me toques’, acaba dirigiendo la mirada al Padre que es donde está Jesús. En lugar de querer abarcarlo, lo contempla en el Padre. Y ese deseo de estar más unidos a Cristo, se convierte en un correr hacia la casa del Padre. Y eso lo hace en lo secreto. Purifica en lo exterior y trabaja en lo profundo. Y cuando veáis que el Señor no os poda, decid ¡ojo!.

Porque la tendencia es siempre al más. Para que no nos detengamos y siempre vayamos corriendo a la casa del Padre. Siempre nos desborda, siempre va a más.

Eso es lo que hace con la Samaritana, y lo que hace con nosotros. Al principio poco a poco y después como a la Samaritana, que la va sacando de las casillas, y llega un momento que se rinde: hazlo tú porque yo no sé. Ni cómo, ni dónde ni nada. Y cuando nos encontramos así, pobres e impotentes, entonces el Señor puede obrar. En la vida cristiana, cuando eres pasivo es cuando más activo eres. Eres pasivo porque eres consciente de que todo lo recibes. Y además no te apropias, no te apartas ni un momento del Padre porque sabes que todo lo estás recibiendo. Como el Hijo lo está recibiendo del Padre. Pero cuando estás recibiendo todo del Padre recibes toda la vida y entonces la das. Y además sabes que incluso estando perdido, aparentemente perdido, lo tienes todo. Lo tienes todo. Y el Señor te lo va dando en cada momento, cuando lo necesitas. Ni más ni menos. Porque estás con Él, unido a la Vid. ¿Qué planes haces entonces? Poquitos planes. Los que hacen falta. Y programas cosas porque tienes que programarlas. Pero estás más desapegado a todo. ¿Para qué vas a estar apegado? Mis planes no sirven, mis deseos son meteduras de pata y mis criterios entorpecen. Entonces has entrado en humildad. Eso nos va centrando en el Señor. Nuestra conciencia ha de ser que no nos movemos porque estamos en Cristo. Estamos centrados en la Trinidad. Hagamos lo que hagamos. Y así descansamos en todo. Porque no te mueven. Lo que nos unifica es estar unidos a Cristo. Y cuanto más perdidos estamos en Él, más nos unifica. Porque más vida nos está dando y más nos crucifica. La línea es esa, que nos saca de las casillas. Dejad que os saque de las casillas, porque si no, os cortan

El Señor no baja listones. Es el caso de la Samaritana. Va de sorpresa en sorpresa.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mie Jun 18, 2008 9:43 am    Asunto:
Tema: un cristiano triste es un triste cristiano
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2a Med. El pecado del hombre

El Padre quiere que la encarnación del Hijo sea una encarnación redentora.

Hemos de ver el misterio del pecado desde arriba. Desde la realidad de amor del Padre y el Hijo. Desde el plan divino. Porque en el misterio de que el Padre quiere que sea una encarnación redentora, ve conveniente que Adán caiga en el pecado. Conviene que peque. Porque es una criatura. Si no lo vemos así, el pecado toma una fuerza que nos aplasta. Y no sabemos cómo salir. Cuando empezamos a ver el pecado, primero empezamos a pensar que a Dios se le han escapado las cosas de las manos. Dios había creado todo tan bien, y fíjate. Pues eso no es toda la verdad. En el plan de Dios ya estaba eso. No es que Dios haga su plan y luego viene el hombre que es un chapuzas, y entonces Dios dice: ‘tenemos que volver a pensar algo, porque se nos están deshaciendo los planes’. No. Desde un principio Dios Padre y el Hijo tienen ya previsto esto.

Al contemplarlo así, empieza a perder fuerza el pecado porque lo empezamos a contemplar envuelto en el amor de Dios. Si no lo contemplamos así, y lo vemos directamente, entonces es algo como un emplaste que pone Dios, para remediarlo. En el plan divino, ya estaba que el Hijo se encarnase y fuera redentor. Que nos redimiera. Nosotros no tenemos experiencia de la nada. De que no éramos nada. Igual que no tenemos experiencia de no ser nada en el futuro, de desaparecer. Y entonces hay el peligro de pensar en que como no tenemos experiencia de la nada, también somos Dios. Que también somos. La criatura no conoce que ha sido creada de la nada. Sólo conoce que es. Tengo conciencia de que soy. Pero no tengo conciencia de que no he sido. Ahí entonces, está la tentación de la soberbia. Yo soy, yo me hago, yo soy dios. Eso Dios ya lo tenía previsto, y con que ahí estaba la tentación, y podía estar como criatura, entonces prevé una muerte redentora. Eso está. Tampoco tenemos experiencia de la muerte. De que dejaremos de existir. Entonces, el hombre se va autoafirmando: Yo tengo que alcanzar mis propósitos, yo tengo que hacer… La tentación primera es: ‘seréis como dioses’. Es la raíz de toda tentación. La realidad es que el único que existe desde toda la eternidad es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Cómo Dios puede hacer que nosotros reconozcamos que no somos nada. Mientras que el hombre se va autoafirmando en sí mismo, se va haciendo a sí mismo. Va diciéndose ‘yo soy dios’. Yo me voy haciendo, y me voy construyendo. ¿Me propongo una cosa? Pues la hago. Y ahí, Dios dice: ‘muy bien, haz. A ver qué eres capaz de hacer. Y nosotros empezamos a construir, a dominar. Mientras parece que el hombre se va construyendo a sí mismo, va perdiendo lo más fundamental. Se va destruyendo. Y cuando parece que más a alcanzado su cima, más tocado está en sus raíces. Esta es la historia del siglo XX. Cuando más parece que ha alcanzado. Y cuanto más ha tenido, más bobo se ha vuelto. No conoce quién es. No sabe amar, no sabe convivir. No sabe dejarse amar. Entonces todo lo que él mismo ha creado se le vuelve en contra. Y la naturaleza se le rebela. Ahí el hombre se ve humillado en lo más profundo de su ser. Es capaz de todo, pero no es capaz de lo más simple. De convivir, de dejarse amar. Ahí está la utilidad del pecado. Cuando el hombre reconoce esto, reconoce que no es nada. Y empieza a conocerse como el que no es nada. Como el que todo lo recibe. Como el que no puede nada. Y que lo más sencillo no lo puede hacer. Esa es la experiencia que el Señor nos pone a nosotros. Que no somos capaces de nada. Hacemos muchas cosas, tenemos muchos proyectos. Y muchas ideas, y construyo. Pero después, la experiencia es que está el pecado ahí que no nos deja. Y que no somos capaces de quitárnoslo. Y ahí entra el misterio de la encarnación redentora. Nosotros somos muy listos. Y eso que pasa en la creación, puede pasar dentro de la Iglesia. Porque entonces nos podemos aprovechar del mismo sentido. Porque siempre está ese bicho que quiere autoafirmarse. Y en ese momento me estoy haciendo Dios. Por eso entonces vemos el pecado como una gracia que nos hace volver al Padre y nos hace reconocer que no somos nada.

¿Dónde está la soberbia? Que me quiero sacar mi pecado y no puedo. Feliz culpa que mereció tal Redentor. Y que me deja saberme criatura. No soy nada. Todo lo estoy recibiendo. Así como nosotros nos enaltecemos, Dios hace lo contrario: viene el Hijo y se abaja. Para que conozcamos que Él está recibiendo todo del Padre. En todo momento. Cristo se hace Redentor. Y nos muestra en una vida humana lo que está pasando desde toda la eternidad. Y nosotros criaturas esa tentación que tenemos de la soberbia de creernos como dioses, nos empieza a mostrar por el pecado que no somos nada. Y Él con su humanidad nos revela ese camino: que lo recibe todo del Padre. ‘Yo y el Padre somos uno’.

Entonces empezamos a contemplar el pecado en su realidad. Y eso es importante, porque si no lo contemplamos así, empezamos a ver el pecado como algo que no podemos superar. Como algo que se impone, y más en nuestro tiempo en el que ves tanto pecado. ¿Es que se le ha escapado esto a Dios de las manos?

El pecado de nuestro tiempo, es que no necesita de Dios. No necesita Redentor, y no conoce el pecado. Y entonces no vuelve a Dios y no conoce que es la gracia.
Nosotros podemos tener esa misma tentación, sutilmente. La experiencia de cuando nos vamos a confesar. ¡Pero si me he de confesar de lo mismo de la semana pasada! ¡Qué útil! Para que humildemente reconozcamos que nosotros no podemos. Que nosotros no somos. Que sólo Dios es. Y que ahí nos va curando. Y nos deja. El justo peca siete veces. ¿Por qué nos deja pecar? ¡Feliz culpa…!

Entonces tenemos que volver en humildad al Padre y sabernos criaturas y recibiendo todo de Él. Lo mismo que nos enseña el Hijo: que todo lo recibe del Padre. Fruto de eso, nosotros siempre estamos volviendo al Padre reconociendo que todo lo recibimos de Él. No tenemos nada si no nos lo da. Y en el momento que me aparto un poquito, y pienso que lo hago yo, pues caigo. Caigo en la soberbia, y me voy destruyendo, porque veo que las obras se vuelven contra mí. La experiencia es entonces que en el momento que entras ahí, no te quieres separar del Padre para nada. Porque sabes que en el momento que te separas del Padre te vas a dar un morrazo. Esa experiencia es humillante al principio, pero luego es encantadora. Estás recibiendo el amor del Padre y del Hijo. El mismo amor que reciben ellos.

Fijaos en nuestros días. La experiencia de los cristianos. Hemos abandonado y no conocemos el amor del Padre. Nos hemos quedado en la soberbia del pecado. En no querer pecar. Ahí hay mucha soberbia. Queremos también construirnos, y ¿por qué no? Construirnos también como cristianos. Ser como dioses. Con un poquito que sabemos, de lo que nos han enseñado, y un poquito de fe que tenemos, empezamos a construirnos a nosotros mismos. La propia santidad, también. El Señor dice: ‘venga adelante’ Y nos deja. Pero llega un momento que vemos que no podemos. ‘He intentado hacerme a mí mismo, subir a la cruz, y vaya morrocotón que me he pegado’. ¿Pero qué pasa? Que por mucha voluntad que ponga ahí, no puedo construirme. No puedo ser santo por mis fuerzas. No puedo. Y el Señor al final nos humilla. No podemos. Y porque el que se enaltece, será humillado. Pero quien se humilla será enaltecido. Ese es el camino que hacemos ahora en la Cuaresma. Con esa humillación, vamos volviendo al Padre, reconociendo que todo lo recibimos del Padre, vamos viendo que sin el Padre no podemos. Y si conoces el Amor de Dios y te sabes hijo, ese pecado te servirá para volver al Padre. Y podrás dar testimonio a pesar de ser un pecador. Y precisamente por eso conozco que no soy nada. Ahí hay que ahondar mucho porque entonces el testimonio viene de ahí. De saberse nada en Cristo, recibiendo todo del Padre. Entonces estamos recibiendo ese amor, y podemos recibir ese amor. ¿Cómo? Pues porque fijaos que el Padre le dice al Hijo: ‘ahora les demostrarás que todo me lo devuelves a mí, yendo a la Cruz’. Y en la Cruz, harás presente que todo me lo devuelves a mí. Y el Hijo que es obediente y que recibe todo del Padre, y lo que le complace al Padre le complace a Él. Y al ver que ahí será muerto el pecado, se entrega, porque ahí te devolveré todo. Para que te conozcan. Así te doy gloria. La gloria del Hijo es que conozcan a su Padre. ¿Y cómo conocen a su Padre? Viendo que depende en todo de Él. Y entonces nos humilla más, porque aparece el misterio de la muerte. Porque delante de la muerte, se deshace todo el imperio que nosotros hemos construido. Y todos los planes que habíamos hecho quedan en nada. Ahí nos humilla. Todo lo que yo pensaba queda en nada. Y ahí nos damos cuenta de que no somos nada y que todo lo recibimos. Eso lo podemos encontrar en el pecado de Adán: que quiere ser como Dios. En la torre de Babel: donde el hombre se enaltece a sí mismo, y va construyendo hasta que toda la creación que el hace, se deshace. En el pecado de Caín. Quien se construye a sí mismo, no le da los mejores bienes a Dios. Le da lo que sobra. El cristiano también. Le dejaremos que haga un poquito. Como lo del pastel. Yo hago el pastel, y Dios pone la guinda. No, Dios quiere construir el pastel y poner la guinda. El Padre se complace al recibir lo que el Hijo le devuelve cerrando ese círculo de amor. Pero para eso he de saber primero que todo lo recibo del Padre.
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