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¿Tenía o no razón Lutero?

 
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eduard'o
Esporádico


Registrado: 20 Ago 2007
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 2:36 am    Asunto: ¿Tenía o no razón Lutero?
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Queridos hermanos. Paz y BIEN, en Cristo.
Soy Católico practicante; y en mi curso de Biblia no han dejado de Tarea estudiar sobre el Protestantismo ¡La DIVISIÓN DE LA IGLESIA DE JESUS!

Y Leyendo un poco las TESIS de Lutero... Me viene esta pregunta ¿Tenía o no razón Lutero? abriendo nuestra mente, a las propuestas, cuáles son validas y cuáles no.

Las 95 tesis de Martín Lutero
Disputación acerca de la determinación del valor de las indulgencias

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.

En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.

El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.

El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.

De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.

Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.

Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.

Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.

Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.

Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.

Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.

Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.

Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.

Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.

Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.

Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.

Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.

Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.

En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.

De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.

Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.

Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.

El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.

Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.

Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.

Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.

¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.

Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.

Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.

Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.

Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.

Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.

Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.

Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.

No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.

Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.

La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.

Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.

Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.

Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.

Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.

Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.

Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.

Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.

Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.

Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.

Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.

Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.

Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.

Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.

Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.

Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.

Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.

Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.

Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.

San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.

No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.

Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.

El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.

Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.

En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.

Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.

Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.

Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.

No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.

Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.

Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.

Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.

Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.

Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.

Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.

Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.

Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.

Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.

Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.

Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.

Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.

Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?

Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?

Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?

Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?

Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?

Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?

Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?

Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?

Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.

Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.

Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.

Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.

Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.

Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.
Wittenberg, 31 de octubre de 1517.

Rolling Eyes ESPERO SU OPINION
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José Miguel Arráiz
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 12:34 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

En mi opinión en las tesis de Lutero críticas justificadas mezcladas con herejías, pero lo más alarmante es que lo más probable es que Lutero no creyera en lo absoluto en esas tesis, o que creyera pero cambiara completamente su forma de pensar luego.

Un ejemplo lo tenemos aquí:

71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

La doctrina posterior de Lutero llegó a negar la verdad de las indulgencias apostólicas, por lo cual si por sus mismas tesis fuera el ya estaría anatemizado y maldito (y no solo él, sino todo el protestantismo)
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leon777
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 5:29 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

si ese señor pudiera ver en lo paro su religion en vez de 95 tendria que pasar la vida escribiendo ......
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Mario Córdoba
Asiduo


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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 8:40 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

¿A quien le vas a hacer caso: a una persona que apostató o a la Iglesia que conserva íntegra la enseñanza de Cristo?

En el Echiridion Symbolorum o Detzinger se le muy claramente la condenación del Santo Padre a los errores de Martín Lutero:

Bula Exsurge Domine León X escribió:
Censura del Sumo Pontífice: Condenamos, reprobamos y de todo punto rechazamos todos y cada uno de los antedichos artículos o errores, respectivamente, según se previene, como heréticos, escandalosos, falsos u ofensivos de los oídos piadosos o bien engañosos de las mentes sencillas, y opuestos a la verdad católica


El catecismo de San Pio X se refiere al protestantismo como:

Catecismo de San Pio X escribió:
129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.

132. El Concilio que condenó el protestantismo fue el Sacrosanto Concilio de Trento, denominado así por la ciudad donde se celebró.

133. Herido con esta condenación, el protestantismo vio desenvolverse los gérmenes de disolución que llevaba en su viciado organismo: las discusiones lo desgarraron, multiplicáronse las sectas, que, dividiéndose y subdividiéndose, lo redujeron a menudos fragmentos. Al presente, el nombre de protestantismo no significa ya una creencia uniforme y extendida, sino que encierra un amontonamiento, el más monstruoso, de errores privados e individuales, recoge todas las herejías y representa todas las, formas de rebelión contra la santa Iglesia católica.

134. Con todo, el espíritu protestante, que es espíritu de desaforada libertad y de oposición a toda autoridad, no dejó de difundirse, y se alzaron muchos hombres que, hinchados con una ciencia vana y orgullosa o enseñoreados de la ambición y del interés, no dudaron en forjar o dar aliento a teorías trastornadoras de la fe, de la moral y de toda autoridad divina y humana.


Por último creo que sería muy provechoso que leas por lo menos la parte que corresponde a la reforma protestante en este estudio: La División de la Iglesia

Bendiciones
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octavio perez
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 10:17 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Lo interesante es que Lutero posiblemente creia que podia hacer algo en la Iglesia, lo malo es que lo hizo por fuera atacando y el resultado lo tenemos: DIVISION. Dios les bendiga
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Baruk
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 10:25 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

No lo creo Octavio, vista la historia. Todo lo contrario. Un saludo.
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octavio perez
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MensajePublicado: Dom Jun 22, 2008 10:32 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Un saludo baruk, tienes razon viendo la historia hizo todo lo contrario, a lo mejor al principio pensaba hacer algo pero poco a poco su ambicion lo hizo caer y ya vemos las consecuenacias. Bendiciones
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Mario Córdoba
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 12:06 am    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

servita escribió:
Vamos pensar un poquito. ¿Ustedes en serio pensais que las intenciones de lutero eran buenas con esa soberbia y esa prepotencia que lo caracterizaba?

Yo pienso que buenas intenciones acompañadas de malas acciones y disposiciones se transforman automáticamente en malas intenciones. Si lutero hubiera tenido buenas intenciones se hubiera adaptado al Magisterio de la Iglesia pero su soberbia le pudo y no olvidemos que la raíz de todos los pecados es precisamente la soberbia. Lutero pecó de lo peor que se puede pecar y no conoció la humildad con ese caracter agrio y farisaico. Si sus intenciones hubieran sido buenas.... creedme que hoy que los luteranos serían una orden religiosa perfectamente adaptada al Magisterio de la Iglesia caracterizada por su apologética y su celoso estudio de la Biblia y por su austeridad y pobreza. Pero como no fue así, tenemos que llamar las cosas por su nombre.


Servita estoy de acuerdo contigo. Si Lutero hubiera sido como el Gran Francisco de Asís, no habrían todo el mundo de sectas que hay ahora.

Francisco de Asís

Arrow Humilde
Arrow Obediente
Arrow Pacífico, lleno de amor

Martín Lutero

Arrow Soberbio, orgulloso.
Arrow Desobediente.
Arrow Algunos de sus escritos muestran su resentimiento


Hago esta pequeña comparación porque San Francisco transformó a la Iglesia desde el interior; en cambio Lutero intentó "reformar" la Iglesia pero atacándola, sin tener en cuenta la doctrina apostólica y sin someterse al Magisterio.

Bendiciones
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octavio perez
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 12:20 am    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Hermanos no quiero que piensen que estoy a favor lutero, para nada, los frutos de su deforma ahi esta palpable: Division, ira, soberbia, egolatria, ojala hubiese pensado que lo mejor es trabajar desde dentro y dar impulso a la iglesia, pero tristemente pudo mas su ambicion que su amor hacia Cristo, Dios les bendiga.
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José Miguel Arráiz
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 12:24 am    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Hermanos

Yo creo que Lutero ciertamente pudo haber sido un hombre lleno de defectos y atormentado por sus paciones carnales, pero creo que tuvo que haber habido algo de buena intención en su accionar.

No era santo, no estaba capacitado y en vez de reformar ocasionó un cisma, pero hay que reconocer que en aquella época había excesos que justamente debían ser criticados. El problema de Lutero fue que no solo negó la forma en que se predicaban las indulgencias sino que cuestionó la autoridad que tenía la Iglesia para concederlas y terminó luego negando la infalibilidad de los concilios y de la Iglesia.

Quizá no era nada humilde, quizá muy soberbio, pero creo que en el fondo quéría en un comienzo arreglar las cosas, pero se le fue de las manos.

Otra cosa que yo opino, es que si no hubiera sido Lutero hubiera sido otro, era cuestión de tiempo. Recuerden que en todas las épocas han habido grandes herejías, el protestantismo lo que hizo fue resucitarlas y en algunos casos reavivarlas.
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octavio perez
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 12:34 am    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Asi es amigo jose miguel, por eso decia que a lo mejor tenia una buena intencion al principio, pero se le fue de las manos y cayo en rebeldia, queria las cosas ya pronto y claro se salio, pero como sabemos todo lleva tiempo, Lutero es tristemente el iniciador de la division que vemos en la actualidad, el cisma que produjo solo atrajo mas confunsion, Dios les bendiga.
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javi27
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 12:37 am    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

octavio perez escribió:
Asi es amigo jose miguel, por eso decia que a lo mejor tenia una buena intencion al principio, pero se le fue de las manos y cayo en rebeldia, queria las cosas ya pronto y claro se salio, pero como sabemos todo lleva tiempo, Lutero es tristemente el iniciador de la division que vemos en la actualidad, el cisma que produjo solo atrajo mas confunsion, Dios les bendiga.


Por algo tambien Dios lo permitió...
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"Yo también le prometo, ya aquí en la tierra, victoria sobre sus enemigos,
pero especialmente en la hora de la muerte.
Yo, el Señor, la defenderé como a Mi propia Gloria".†
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Baruk
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MensajePublicado: Lun Jun 23, 2008 9:23 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
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Lutero, creo, fué un hombre de su tiempo. La Iglesia estaba, por así decirlo, muy baja de defensas, todo era corrupción y poder. El mundo católico no estaba cohesionado, no se sabía la infabilidad papal y se dudaba, teológicamente, de que proviniera su poder de Jesús.

Unos años antes, de la reforma, estuvo el Concilio de Nicea, y a continuación de la reforma, vino la contrareforma por medio del Concilio de Trento. por aquí tenemos un foro sobre la misa tredentina.

No hay que olvidar que también Calvino, estuvo por ahí.

La principal virtud de Lutero es que lo intento por medio de la teología, en ningún momento quiso revoluciones ni matanzas. De estas se aprovecharon los principes alemanes para desvincularse del poder terrenal de la Iglesia católica.

Una anécdota, es que unos años más tarde de sus 95 tesis, que fueron aprovechadas por la imprenta, para su desarrollo en contra del catolicismo, es que se casó con una monja.

El camino de la Iglesia, gracias a Dios, ha sido el ir perdiendo todo poder terrenal que tenía, hasta nuestro s. XXI.

En las últimas elecciones generales en España, se ha creado un partido católico para participar en ellas. Su desilusión ha sido máxima cuando solo han logrado un puñado de votos.

Menos mal que el nacional-catolicismo, en España, ha pasado ha mejor vida; aún así, hay muchos medios que ligan a la derecha con la Iglesia católica. No se han enterado que estamos en una democracia-soberana aconfesional.

Un saludo.
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Baruk
Constante


Registrado: 27 Jul 2006
Mensajes: 916

MensajePublicado: Mar Jun 24, 2008 12:02 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Dónde pone Concilio de Nicea, en el texto anterior, es en realidad los Concilios IV y V de Letrán.
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José Miguel Arráiz
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 1407
Ubicación: Venezuela

MensajePublicado: Mar Jun 24, 2008 1:35 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Baruk escribió:
La principal virtud de Lutero es que lo intento por medio de la teología, en ningún momento quiso revoluciones ni matanzas. De estas se aprovecharon los principes alemanes para desvincularse del poder terrenal de la Iglesia católica.


Pero aquí hay que precisar que si provocó matanzas.

Por ejemplo, cuando predicó el rechazo a la autoridad basada en la igualdad de los cristianos (Lutero se refería a la autoridad de la Iglesia), los anabaptistas tomaron esto como que podían también rechazar a las autoridades del gobierno que les tenía oprimidos, y hicieron una revolución que fue aplacada con la matanza de los mismos, y apoyada por Lutero.

Aquí les comparto para los que no lo tienen, su carta contra los anabaptistas.


Contra las bandas rapaces y asesinas de los campecinos

Por Martín Lutero


Uno de los más controversiales escritos del "reformador"

En el librito precedente no me atrevía a juzgar a los cam­pesinos, porque sus demandas eran justas y solicitaban ense­ñanzas mejores, y además Cristo ordena no juzgar (Mateo, 7, 1). Pero en un abrir y cerrar de ojos, los campesinos se han extrali­mitado y atacan con el puño, olvidando sus declaraciones ante­riores, y roban y atropellan, comportándose como perros rabio­sos. Ahora puede verse claramente lo que escondían en sus mentes, y que lo proclamado en sus doce artículos en nombre del Evangelio, no era más que mentira. En resumen, sólo rea­lizan actos diabólicos y, muy en particular, es el archidiablo quien los gobierna desde Mühlhausen'' y los induce a robar, ase­sinar y derramar sangre, pudiéndosele aplicar las palabras de Cristo (Juan, 8, II), cuando se refiere a aquel que desde el prin­cipio fue homicida. Ahora que estos campesinos y esta gente miserable se deja seducir y se comporta de modo diferente de lo que había dicho antes, yo también he de escribir sobre ellos de forma distinta y, en primer lugar, debo poner ante sus ojos sus propios pecados, como Dios ordenó a Isaías y Ezequiel, por si alguno estuviese dispuesto a reconocerlos; indicaré también a la conciencia de la autoridad secular cómo debe conducirse al respecto.


Tres horribles pecados humanos contra Dios pesan sobre estos campesinos, lo cual les hace merecedores, una y mil veces, de la muerte del cuerpo y del alma, Primero: habían jurado fidelidad y reverencia a la autoridad, prometiendo obediencia y sumisión, tal como lo ordena Dios cuando dice (Lucas, 20, 25): "Dad a César lo que es de César" y (Epístola a los Romanos, 13, 1): "Toda alma se someta a las potestades superiores, etc.". Al haber roto voluntaria y petulantemente dicha obediencia, po­niéndose además en contra de sus señores, han condenado su alma y su cuerpo, como suelen hacer los infieles, perjuros, men­tirosos y desobedientes pillos y malhechores. Por esto, también dice San Pablo de ellos (Epístola a los Romanos, 13, 2): "El que resiste a la potestad recibirá de ello juicio sobre sí". Este ver­sículo acabará también, a la corta o a la larga, por aplicarse a los campesinos, porque Dios quiere que la fidelidad y los deberes sean cumplidos.

Segundo: prepararon la revuelta, asaltaron y saquearon con impiedad conventos y castillos que no eran suyos, por lo que merecen doblemente la muerte, en cuerpo y alma, como asesinos y salteadores de caminos. Cualquier hombre que pueda ser acu­sado de sedición está ya proscrito por Dios y por la autoridad, de modo que el que primero quiera y pueda matarlo, obra bien y justamente. Contra quienquiera que sea manifiestamente se­dicioso, cualquier hombre es al propio tiempo juez supremo y verdugo, lo mismo que, cuando se propaga un incendio, es el mejor quien primero logra extinguirlo. La sedición, en efecto, no es sólo un delito horrible, sino que es como un voraz fuego que devasta un país; conlleva, por consiguiente, para el país asesinatos y derramamiento de sangre, hace muchas viudas y huérfanos, y destruye todo como la más terrible de las desgra­cias. Por lo cual, quienquiera que pueda, debe apalearlos, degollarlos y apuñalarlos de modo público o clandestino, puesto que no hay nada más venenoso, nocivo y diabólico que un sedicioso, al igual que se debe matar un perro rabioso, porque si no lo haces, él te matará a ti y a todo el país contigo.

Tercero: cubren estos espantosos y horrendos pecados con el Evangelio, llamándose hermanos cristianos, exigiendo jura­mentos y obediencia y obligando a la gente a participar en tales atrocidades; por ello, se han convertido en los mayores blasfe­madores de Dios y ofensores de su santo nombre, honrando y sirviendo al diablo bajo la máscara del Evangelio. Ya por esto merecen diez veces la muerte en cuerpo y alma, porque nunca oí pecado más horrendo. Considero también que el diablo siente que se acerca el día del juicio, ya que emprende hazañas tan inauditas, como si dijera: se trata de las últimas, sean, pues, las peores. Quiere abrir los infiernos para que se hunda la tierra: ¡Que Dios no se lo permita! Ya ves, pues, qué poderoso príncipe es el demonio, cómo tiene el mundo en sus manos y cómo puede confundirlo. Puede atrapar, seducir, cegar, empecinar y sublevar de improviso tantos millares de campesinos y, valiéndose de ellos, lograr lo que su rabia feroz le propone.

Tampoco les ayuda a los campesinos alegar (Gen. 1 y 2) que todas las cosas fueron creadas libres y comunes y que todos estamos bautizados en la misma forma. Moisés ya no vale, y el Nuevo Testamento no lo conserva; no hay más que nuestro maestro Cristo, que ha puesto nuestro cuerpo y bienes bajo el emperador y el derecho secular, cuando dice: "Dad a César lo que es de César". En forma análoga, Pablo (Epístola a los Romanos, 13, 1) dice a todos los cristianos bautizados: "Toda alma se someta a las potestades superiores", y Pedro: "Estad sujetos a toda potestad de los hombres". Nosotros estamos obligados a seguir esta doctrina de Cristo, como el Padre celeste ordena y dice: "Este es mi Hijo predilecto, escuchadle". En efecto, el bautismo no hace libres al cuerpo y a los bienes, sino sólo al alma; tampoco el Evangelio declara comunes los bienes, excepto aquellos que alguien, por propia voluntad, quiera hacer tales, como lo hicieron los apóstoles y sus discípulos (Hechos de los Apóstoles, 1, 33 y ss.), los cuales no pretendían que fueran comunes los bienes de Herodes y de Pilato, como nuestros insensatos campesinos afirman, sino sólo los suyos propios. Nuestros campesinos, en cambio, quieren que se hagan comunes los bienes de los demás, sin dejar de conservar los suyos. Me parecen, en verdad, buenos cristianos. Parecería como si el in­fierno se hubiera vaciado de demonios y que éstos se hubieran apoderado de los campesinos. Su desvarío excede toda medida.

Puesto que los campesinos excitan en contra suya a Dios y a los hombres y que por tantas razones son ya merecedores de la muerte en cuerpo y alma, puesto que, no admiten ni res­petan ningún juicio imparcial, sino que desvarían cada vez más, yo he de indicar a la autoridad secular cómo debe comportarse en buena conciencia en esta situación. En primer lugar, no puedo ni quiero impedir a dicha autoridad que reprima y castigue a dichos campesinos fuera de las vías de la justicia y la equidad, pese a que el Evangelio no lo permite. La autoridad tiene de su parte el buen derecho, desde el momento en que los campesinos ya no combaten por el Evangelio, sino que se han convertido claramente en incrédulos, perjuros, desobedientes, se­diciosos, asesinos, ladrones, y blasfemos, a todos los cuales, in­cluso una autoridad pagana tiene el derecho y el poder de cas­tigar y, lo que es más, está obligada a castigar a tales pillos. Por esto ella porta la espacia y es ministro de Dios sobre aquellos que cometen el mal (Epístola a los Romanos, 13, 4).

Sin embargo, la autoridad cristiana que se somete al Evan­gelio y contra la cual, por consiguiente, los campesinos no pue­den alegar nada, ha de proceder con prudencia. En primer lu­gar, debe remitir las cosas a Dios y aceptar que nos hemos me­recido todo esto. Debe, además, considerar que tal vez Dios excitó de tal manera al demonio para común castigo de toda la nación alemana. Debe suplicar también, humildemente, ayuda contra el demonio, porque en esta contienda no combatimos sólo contra la carne y la sangre, sino contra los espíritus del mal que están en el aire y han de ser combatidos con la oración. Después de haber orientado en esta forma nuestros corazones hacia Dios, dejando que se cumpla Su divina Voluntad, quiera o no mantenernos príncipes y señores, se deben ofrecer todavía a los rabiosos campesinos, aunque no lo merezcan, negociaciones para resolver el problema. Y en fin, en caso de que todo esto no sirva de nada, hay que echar mano sin más a la espada.

Un príncipe y señor ha de pensar en que es ministro y ser­vidor de Dios y de su ira (Epístola a los Romanos, 13, 4), y que la espada le ha sido confiada contra tales bribones. Si ésta no castiga y no pone remedio, no cumpliendo así con su oficio, peca contra Dios en forma igualmente grave que quien mata sin que le haya sido dada tal potestad. Donde puede y no castiga, sea 13o l. o por derramamiento de sangre, se hace culpable de todos los homicidios y de los males perpetrados por tales bribones, porque, descuidando voluntariamente el mandato de Dios, permite que esos bribones realicen sus maldades, siendo así que podría y debería impedirlo. Por ello no es éste el mo­mento de dormir ni de emplear paciencia o misericordia: es ya el tiempo de la ira y de la espada, y no el de la gracia.

Proceda, pues, ahora, la autoridad con confianza y golpee con buena conciencia mientras pueda mover un músculo; tiene ésta en su favor que los campesinos tienen mala conciencia y persiguen una causa injusta, y cualquier campesino que, a consecuencia de esto, resulte muerto está perdido en cuerpo y alma y pertenece al diablo para siempre. La autoridad, en cambio, tiene una buena conciencia y un buen derecho de su parte y pue­de decirle a Dios con absoluta tranquilidad de corazón: "Ve, Dios mío, Tú me has puesto como príncipe o señor, de esto no puedo dudar; Tú me has confiado la espada contra los malhechores (Epístola a los Romanos, 13, 4). Tal es Tu palabra y debe ob­servarse; por ello he de cumplir este oficio, so pena de perder Tu gracia. Además es evidente que estos campesinos han me­recido ante Ti y ante el inundo varias veces la muerte, y que a mí corresponde castigarlos. Ahora, si Tú quieres dejar que éstos me maten y que me sea quitada la autoridad y que yo perezca, hágase Tu voluntad, de modo que yo muera y perezca según Tu divina voluntad y palabra y sea considerado obediente a Tu mandato y a mi oficio. Por esto quiero golpear y castigar mientras pueda mover un músculo". Así es como ,juzgarás y obrarás rectamente.

Puede, pues, ocurrir que cualquiera que del lado de la au­toridad sea muerto se convierta en un verdadero mártir de Dios, si ha combatido con la conciencia que pernos dicho, porque procede según la palabra y la obediencia de Dios. Por el contrario, todos los que perezcan del lado de los campesinos, estarán des­tinados al fuego eterno, porque empuñan la espada contra la palabra y la obediencia de Dios y son criaturas del demonio.

Si los campesinos prevalecieran (Dios no lo permita), porque para Dios todo es posible y no sabemos si tal vez antes del juicio final, que no debe estar lejos, El no quiera destruir por medio del diablo todo orden y autoridad reduciendo el mundo a un montón de ruinas, con todo, morirían seguros y perecerían en paz los que resultaren muertos en el ejercicio de su oficio de la espada, y dejarían el reino terrenal al demonio, para recibir, en cambio, el reino eterno. Los tiempos actuales son tan extraordinarios que un príncipe que derrama sangre puede ganar mejor el cielo que otro con oraciones.

Finalmente, hay una cosa todavía que ha de mover justamente a la autoridad; los campesinos no se conforman con pertenecer ellos mismos al demonio, sino que constriñen y obligan a mucha gente piadosa, que lo hace de mala gana, a ingresar en sus bandas diabólicas, haciéndoles partícipes, de este modo, de toda su iniquidad y condenación. En efecto, quien no resiste al terror de los campesinos se asocia con el diablo y es culpable de todas las fechorías que ellos cometen; sin embargo, se ven obli­gados a ello por la debilidad de su fe, que no les confiere fuerza para oponérseles. Un cristiano piadoso deberá sufrir cien muertes antes que aprobar, ni aun en lo más mínimo, la causa de los campesinos.

¡Cuántos mártires podría haber hoy por mano de los san­guinarios campesinos y de los profetas de la muerte! Ahora bien, la autoridad debería apiadarse de dichos prisioneros de los campesinos; y si no hubiera ninguna otra razón para apuñar tranquilamente la espada contra los campesinos, poniendo en tal empresa cuerpo y alma, ésta seria una razón harto suficiente, quiero decir la de salvar y ayudar a las almas constreñidas por los campesinos a una alianza tan diabólica e inducidas contra su voluntad, a pecar tan gravemente junto con ellos y a ser conde­nados; tales almas, en efecto, están ya en el purgatorio, o incluso encadenadas al infierno y al demonio.

Por esta razón, estimados señores, salvad, ayudad y tened misericordia de la pobre gente; pero herid, degollad y estran­gulad cuanto podáis; y si haciéndolo así sobreviene la muerte, mejor para vosotros, que no podrais encontrar nunca muerte más bienaventurada, porque moriréis en obediencia a la palabra y al mandato de Dios (Epístola a los Romanos, 13, 5) y en servicio de la caridad, para salvar a vuestro prójimo de las ca­denas del infierno y del demonio.

Os ruego, pues, que el que pueda huya de los campesinos, como del demonio en persona. Yo ruego que Dios quiera ilumi­nar y convertir a cuantos no huyen. Aquellos, en cambio, que no se dejen convertir, suplico a Dios que no tengan ni felicidad ni suerte. Que todo cristiano piadoso diga amén porque la ora­ción es buena, justa y grata a Dios, esto lo sé bien. Si alguien piensa que todo esto es demasiado duro, que piense también que la sedición es cosa insoportable y que en todo momento hay que esperar la destrucción del mundo.



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La presente selección y traducción han sido realizadas sobre los escritos de Martín Lutero, tal como aparecen en Martin Luther, Augewaehlte Werke, tomo V, editado por H. H. Borcherdty Georg Merz, Munich, Chr. Kaiser Verlag, 1962.
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José Miguel Arráiz
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MensajePublicado: Mar Jun 24, 2008 1:38 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Olvidaba decir que esta matanza de anabaptistas produjo aproximadamente 100.000 muertes.
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Baruk
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MensajePublicado: Mar Jun 24, 2008 2:58 pm    Asunto:
Tema: ¿Tenía o no razón Lutero?
Responder citando

Tienes razón Jose Miguel Arráiz. Más tarde dió un giro en su pensamiento.

Cuando Lutero dispuso las 95 tesis no le movía otro intento que un cambio teologal, uno más de la que la Iglesia se veía por esas fechas.

Sin embargo, la imprenta hizo que esas tesis fueran rápidamente a manos de los príncipes de Alemania.

Precisamente esas revueltas de los anabaptistas (que aparecieron como secta protestante en el s. XVI, nacida de las enseñanzas de Thomás Münzer, pastor luterano de Sajonia, quién predicó la doctrina del bautismo de los adultos y la emancipación de la autoridad civil y religiosa) que incitaron a la revuelta de los campesinos alemanes contra sus señores. Juntamente con la rebelión de los caballeros; provocaron que Lutero aceptara dar su apoyo a los prícipes alemanes, diciendo que su autoridad procedía de Dios. Y alentando la matanza de los anabaptistas con su lider Thomás Münzer.

En este sentido, el s. XVI fué muy malo en las cosechas, hubo mucha hambruna, hubo varios ciclos de peste bucólica, así como epidemias de tifus, sífilis, etc.. que diezmaron la poblacion; especialmente a los campesinos que vivían en las ciudades, porque estos no podían marcharse a sus fincas de recreo, como hacían los príncipes alemanes, hasta que pasara la epidemia. Y los caballeros no se beneficiaban de la prosperidad de los príncipes alemanes, que desposeían a la Iglesia católica de sus posesiones.

Pero no fué esto último lo que deseó Lutero, él quería más bien un cambio teológico en la Iglesia y por eso publicó sus 95 tesis y escribió en alemán la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento.

Más tarde debido a ese giro publicó otros escritos.

Sin enbargo el s. XVI, aunque no hubiera existido Lutero, la Reforma estaba preparada, tenía un clima propicio, debido a la corrupción del Clero, el relajamiento de la fe y de las costumbres y la difusión de la Biblia como consecuencia de la invención de la imprenta.

Reforma paralela a Lutero fué la iniciada por Zwinglio.

Un saludo.
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