Beatriz Veterano
Registrado: 01 Oct 2005 Mensajes: 6434
|
Publicado:
Dom Jul 13, 2008 4:23 am Asunto:
Re: El bien y el mal fuera de Dios son relativos
Tema: El bien y el mal fuera de Dios son relativos |
|
|
Cita: | Pienso que sin Dios, sin creer en él, sin una autoridad moral uno mismo se convierte en esa autoridad, y puede determinar que es bueno y malo, o puede decidir si ser bueno o malo sin tener que dar respuesta a nadie más que el que uno desee.. |
No entendí bien tu pregunta pero déjame decirte hermanito que el de arriba es un argumento ateo y no es verdad. Dios es la fuente de toda bondad y ha grabado en nuestros corazones su ley por lo que inclusive los que viven sin los mandamientos y sin Dios se rigen por esta ley natural -que es obra de Dios- a través de su conciencia.
Sobre el problema del mal, en cuanto tal no existe, y Dios no es causa del mal. Aqui una excelente reflexión del problema por el teólogo Ives Congar:
Cita: | EL MAL COMO PROBLEMA
Se plantea así ante la inteligencia filosófica que busca, más allá de las descripciones de la ciencia, una construcción intelectual satisfactoria de la totalidad de lo que es. Se trata de armonizar la existencia del mal con la existencia de Dios; se trata de justificar a Dios ante el mal ("teodicea"): no, como veremos después, en el plano de la significación concreta del mal en nuestra existencia, sino en el plano de las nociones metafísicas de causa y ser. Para algunos, tal camino parece abstracto y hasta, por no responder de manera inmediata a las dificultades sentidas, bastante vano. Para aquéllos que tienen en el espíritu problemas de filosofía especulativa, es necesario. El camino filosófico es necesario e indispensable, a que las teorías, pronto o tarde, entran en las conciencia y en la vida, e impotentes para satisfacer todas las inquisiciones de éstas, condicionan, en el plano de los fundamentos, la validez de todo lo que pueda decirse y pretenda tener valor de idea. Remitiremos para una elaboración más detallada a varios excelentes trabajos, y aquí sólo trazaremos las líneas principales de una justificación filosófica de Dios, demostrando: 1o, que no es causa del mal; 2o que, si lo permite, no hay en ello nada contrario a su sabiduría, a su omnipotencia, a su justicia y a su bondad.
El mal es una negación y una privación
a) el mal es real, pero no es él mismo una cosa; afecta, simplemente, a una realidad que, por todo lo que en ella es ser, es positiva y buena. Si al saltar una zanja no alcanzo el borde contrario y me rompo una pierna y en adelante cojeo, este accidente no es un obstáculo para que mi salto fuera bueno en cuanto tal, sólo le faltaron diez centímetros; mi pierna es buena en cuanto tla, pero le faltó un funcionamiento perfecto de sus articulacines. De la misma manera, la guerra es un mal y, sin embargo, las cosas que la componene tienen cada una su bondad propia de cosas. Los hombres que la hacen, los actosintelectuales y físicos que forman parte de las operaciones, los aviones y las bombas en cuanto fuentes de energía, todo esto es bueno; es, exactamente, la misma dinamta y la misma explosión que se emplean para extraer mineral. Lo único que falta es emplear todo ello de forma constructiva para las finaliddes de la vida humana. No se debería utilizar todo esto para destruir y para hacer llorar.
En una palabra, hay cosas malas, pero el mal, en cuanto tal, no existe; no es una cosa. Y las cosas son malas, no por lo que ellas son, sinopor lo que ellas no son cuando deberían serlo. El mal tiene la realidad, no de lo que es, sino de lo que no es (negación) y, de una forma más precisa, de lo que no es, siedo así que debería ser (privación). Lo malo es el hecho de n o alcanzar el borde opuesto, y el salto que di, no en cuanto que, a pesar de todo, fue un salto logrado hasta cierto punto, sino en cuanto que, a partir de cierto punto, fracasó. Y así todo lo demás. El mal no es del ser, es un vacío en él, una falta. (sobre el mal como privación, Santo Tomás, Contra gentiles, III, 7-9; Compendium Theologiae, 115; Summa Theologica, I, q. 48, a. I: De Malo q. J. a I. Pocos pensadores han querido ver en el mal una cualidad positiva original).
Por esto, no puede haber mal absoluto: el mal sólo existe en una cosa, que en sí misma es buena. Por desgraciados que seamos, existimos, y el hecho de existir es para nosotros un gran bien. Un crimen sólo realiza su malignidad moral y social en una acción positiva que, en cuanto tal (una cuchillada como cuchillada) es buena y hasta puede ser extraordinaria. Hasta el demonio, en cuanto naturaleza angélica, tiene bondad y belleza. El caso de la muerte es, a primera vista, más oscuro. El sentimiento, al tratar de este problema, se alza como obstáculo a la reflexión y la fría consideración de las cosas. Si reflexionáramos así, veríamos que la muerte nunca es un más que para los que viven: para el que ha de padecerla, por el temor y el horror que le inspira; para los que la deploran después de acaecida, por las tristezas que les deja. Pero´ningún ejemplo tal vez demuestra mejor cómo el problema del mal tiene otro aspecto que el metafísico y requiere otra respuesta distinta de la que podemos formular analíticamente en términos del ser.
El mal no implica la causalidad de Dios, como el Bien
b) Estas consideraciones no dejan de tener su valor. Suscitan inmediatamente esta otra observación que alcanza a la cuestión en su mismo cora´zon; el malno implica la causalidad de Dios como el bien. El bien, en cuato que es del ser, exisge una Causa primera que sea el Bien absoluto y el Ser perfecto; su realización implica una causalidad postivia del Creador. El mal como tal, siendo límite y falta, no implica la causalidad del ser, sino simplemente una razón de no-ser; el límite y la fragilidad natural de la criatura bastan para que nos demos cuenta de ello. En el fondo, sólo habría dos medios para que no hubiese mal: o que las cosas no existieran -pero su existencia es un gran bien-, o que fueran positivamente infinitas, lo que es imposible. En cuanto que son criaturas, son finitas, y comportan en ´si mismas, no diremos el mal -la finitud, por sí sola, no es un mal-, pero sí una eventualidad del mal que podría dar razón del mal que les afectase.
La relación de nuestr pobreza nativa con laperfección de Dios es semejatne a la que existe entre un ignorante y un maestro muy sabio. El ignorante no llega a ser sabio él mismo más que por el maestro, y todo cuanto aquél llega a saber deberá ser atribuido a éste, de quien el ignorante habrá participado. Pero si, pidiéndole las notas, encontramos en ellas -¿quién no ha hecho esta cruel experiencia?- enormes faltas en relación con la enseñanza dada, la flaqueza del alumno es la única causa y basta para dar cuenta de los enormes vacíos de la exposición. Se dirá: si el maestro hubiese apoyado mejor al alumno, si le hubiera dado aún más, hubiesen podido ser evitadas las faltas del alumno. En el estadio alcanzado en nuestras reflexiones, nos basta considerar las cosas tal como se nos dan de hecho, y saber que, metafísicamente hablando, bastan para dar razón del mal que las afecta. No nos preguntemos de momento, si Dios no habría podido hacer más u otra cosa. Lo que hace, aquello de lo que es verdaderamente causa, como tal, es bueno. La "causa" del mal no es el poder creador.
Dios cuida de conservar lo que queda de Bien a pesar del mal
c) Permitiendo el mal en el interior de un programa general de bien, no estando implicada su causalidad más que en lo positivo de ese programa. Dios trata, cuando aparece el mal, de conservar y valorar lo que subsiste de bien.
Metafísicamente hablando, el infierno ha de ser considerado en esta perspectiva. Que el punto de vista metafísico no aporte grandes luces, no impide que aporte algunas. Si la criatura espiritual, a causa del pecado, toma partido contra Dios, introduce en el mundo el mayor mal que pueda eixstir. No es al mal a lo que somos más sensibles: el sufrimiento físico no es más doloroso, y Joinville era uno de los que confesaba que prefería cometer treinta pecados mortales a tener una vez la lepra. Pero el pecado mortal es el pecado más grande, el desorden supremo con relaicón al bien supremo. Es una aversión de la voluntad del hombre para con Dios. Si esta voluntad es tal cuando hap asado el tiempo de la elección o, como dice la Escritura, el de la penitencia ¿qué bien queda que pueda ser producido por el poder divino? Aquellos bienes que suponen la naturaleza y su permanencia en el ser, y el que supone una participación de la persona espiritual en el orden que manifiesta la soberanía de Dios, no por el camino de la misericordia, que nuestra negaicón ha cerrado, sino por el de la justicia, es decir, or el del dolor. Tal es, al menos, la afirmaicón que podemos hacer según las luces quenoshan sido dadas. Y es que, más allá de la línea hasta la cual llegan nuestras luces, ningún medio nos permite saber si acaso toda criatura no será envuelta en una nueva efusión de misericordia. Una vez más, atengámonos al orden de las cosas que nos ha sido dado. Al interpretarlo, desde el punto de vista metafísico y en términos ontológicos, vemos que Dios persigue, a través de ese orden, la realización de todo el bien que permiten la naturaleza limitada de las cosas, las interferencias que se producen en su juego y el desfallecimiento de las libertades creadas.
El mal permitido por Dios sirve indirectamente a su obra, y está ordenado a algun Bien superior
d) Dios no es propiamente causa del mal, pero siendo causa primera de los seres finitos y falibles en los que hay mal, acepta o permite éste, y, en cierta manera, le cabe responsabilidad. ¿Cómo justificarlo? Diremos que el mal mismo es permitido por Dios en razón de su relación con un bien y porque sirve, indirectamente, al conjunto de una obra de bondad. De esta manera, elmal tiene justificación ante la sabiduría y la bondad de Dios. La dificultad reside, para nosotros, en que quisiéramos saber en el acto en función de qué bien Dios permite tal o cual mal particular. Y esta relación parece huirnos cuanto más particularmente somos afectados por el mal. Pero por lo menos una inducción, a partir de las principales categorías de males, es sugeridora y nos permite sospechar que la afirmación optimista es algo más que una apueta o una broma. Esbocemos una inducción razonable; después podremos deducir el esquema de conjunto a partir de las consideraciones alegadas.
IVES CONGAR
|
Saludos _________________ "Quien no ama, no conoce"
San Agustín |
|