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La conversión de Giovanni Papini

 
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Autor Mensaje
P. Fernando
Constante


Registrado: 07 Mar 2006
Mensajes: 638

MensajePublicado: Sab Jul 19, 2008 2:31 pm    Asunto: La conversión de Giovanni Papini
Tema: La conversión de Giovanni Papini
Responder citando

Un saludo en el Señor:

Aunque se trata de un tema del foro anterior, pensé que valía la pena "reproponerlo" en el nuevo foro.

Un motivo, entre otros, es que el Papa Benedicto XVI menciona la "Vida de Cristo" de Giovanni Papini como una importante biografía de Cristo que circulaba en su juventud.

El tema estaba en http://www.rosario.catholic.net/foros/read.php?f=13&i=1377&t=1377

Copio la transcripción que allí hace el P. C a b a l l e r o de una parte de la "Vida de Cristo" de Papini.

Cita:
Giovanni Papini

<<El autor de este libro escribió otro, años ha, para contar la melancólica vida de un hombre que una vez quiso llegar a ser Dios. Ahora, en la madurez de los años y de la conciencia, ha intentado escribir la vida de un Dios que se hizo hombre.
Este mismo escritor en el momento en que daba rienda suelta a su humor demente y voluble por todos los caminos del absurdo, considerando que de la negación de todo lo trascendente resultaba la necesidad de despojarse de cualquier gazmoñería, aun profana y mundana, para llegar al ateísmo integral y perfecto –y era absurdo como el “querubín negro” de Dante porque – la única opción concedida al hombre es entre Dios y la nada y cuando se escapa a Dios no hay razón válida para estar sujeto a los ídolos de la tribu y a todos los demás fetiches de la razón o de la pasión- en aquel tiempo de fiebre o de orgullo, quien escribe ofendió a Cristo como muy pocos antes que él habían hecho. Y sin embargo, después de apenas seis años –pero entiéndanse seis años que fueron de gran tormento y devastación fuera y dentro de Él- tras largos meses de concitados replanteamientos, de repente, interrumpiendo otro trabajo, casi solicitado y empujado por una fuerza aún más poderosa que él, comenzó a escribir este libro sobre Cristo, que ahora le parece insuficiente expiación de esa culpa. Ha sucedido a menudo a Jesús que resultaba por ser más tenazmente amado precisamente por aquellos mismos que antes lo odiaban. A veces el odio no es sino amor imperfecto y no consciente de sí: y de todos los modos es mejor entrenamiento de amor que la indiferencia.
Cómo llegó el escritor a reencontrar a Cristo por sí mismo, caminando por muchos senderos que al final desembocaban todos a los pies del monte del Evangelio, sería un discurso demasiado largo y también difícil. Pero su ejemplo –es decir, lo propio de un hombre que siempre tuvo desde niño un rechazo hacia todas las creencias reconocidas, hacia todas las iglesias, hacia todas las formas de vasallaje espiritual, y luego pasó, con desilusiones tan profundas como habían sido potentes los entusiasmos, a través de muchas experiencias, las más diversas y las más nuevas que podía encontrar – el ejemplo de este hombre, digo, que ha consumado en sí mismo las ambiciones de una época inestable e inquieta como pocas han sido; el ejemplo de un hombre que tras mucho desmontar, enloquecer, y considerar, vuelve a Cristo, no tiene, acaso, un significado sólo privado y personal.
No ha vuelto por cansancio, porque, por el contrario, comienza para él una vida más difícil y una obligación más fatigosa; no por los miedos de la senilidad, porque aún se puede llamar joven; no por afán de “rumor mundano”, porque en el clima de estos años, le habría sido más ventajoso ser lisonjero que juez. Pero este hombre, vuelto a Cristo, ha visto que Cristo fue entregado, y más grave que cualquier otra ofensa, olvidado. Y ha sentido el impulso de recordarlo y defenderlo>>.
(G. Papini, Vita di Cristo, Firenze 1943, XXX-XXXII; la traducción es mía).

¿Quién era este hombre, dotado de una prosa tan vehemente, para quien no parece haber punto medio entre lo blanco y lo negro? Giovanni Papini nació en Florencia en 1881, y murió en dicha ciudad en julio de 1956. Como literato sobresalió en la poesía, en la narración y en el ensayo. Su prosa, lo acabamos de ver, era audaz, vívida, llena de imágenes, agudamente sarcástica y paradójica. A sus obras parece animar con frecuencia una obsesión por la grandiosidad, en un escarceo continuo por sorprender y llamar la atención con amenazas de cataclismos y perturbaciones cósmicas. Intelectual y organizador cultural, se apasionó pronto por la lectura y la escritura, aun crítica. Ya desde joven estrechó amistad con Giuseppe Prezzolini, y juntos emprendieron innumerables iniciativas culturales. Completada una formación de carácter filosófico, ambos fundaron en 1903 "Il Leonardo", revista que nació bajo la sugestión del pensamiento de R. Steiner y F. Nietzsche, mas con pujos de regeneración antiacadémica de la vida italiana; en el fondo con ella pretendían cotrarrestar lo que consideraban el “borreguismo” nazareno de los cristianos. Mientras tanto, colaboraba como redactor en "El Reino" de Enrico Corradini: esta revista constituía el órgano del partido nacionalista italiano.

Sus primeras obras narrativas fueron “Cuentos metafísicos, lo trágico cotidiano” de 1903 y “El piloto ciego” de 1907. El mismo año Papini publicó su primera obra filosófica “El ocaso de los filósofos” en que se dedicaba con su habitual frenesí a demoler el pensamiento de seis grandes filósofos, en nombre de una especie de irracionalismo vitalista que terminaba por desembocar en una especie de muerte filosófica: Kant, Hegel, Schopenhauer, Comte, Spencer, Nietzsche.

Su obra narrativa más célebre es de 1913: “Un hombre finito”. Se llama “hombre finito” ya que jamás pudo ser “infinito” por mucho que lo intentara o deseara, y constituye su autobiografía; bien puede considerarse el diario de su crisis existencial al tiempo que un testimonio elocuente de su propia búsqueda de la verdad: precisamente a ella se refiere Papini en su Historia de Cristo con los términos con que habíamos iniciado: “contar la melancólica vida de un hombre que una vez quiso llegar a ser Dios. Ahora, en la madurez de los años y de la conciencia, ha intentado escribir la vida de un Dios que se hizo hombre”:
“El que lo ha querido todo ¿cómo puede contentarse con poco? El que investigó el cielo ¿cómo puede complacerse con la tierra? Quien se internó en el sendero de la divinidad ¿cómo podrá resignarse con la humanidad? Todo está terminado, todo está perdido, todo está cerrado. Ya no hay nada que hacer. ¿Consolarse? Tampoco. ¿Llorar? ¡Pero si para llorar hace falta aún energía; hace falta un poco de esperanza! Yo ya no soy nada, ya no cuento, no quiero nada: no me muevo. Soy una cosa y no un hombre. Tocadme: estoy frío como una piedra, frío como un sepulcro. Aquí está sepultado un hombre que no pudo llegar a ser Dios”.
(G. Papini, Un Uomo finito, Firenze 1926, 39, citado por F. Castelli, I volti di Gesù nella letteratura moderna II, Milano 1990, 204-205).

En 1908 Papini empezó a colaborar con “La Voz” de Prezzolini. En los años de la guerra imprimió las “Críticas despiadadas” (1916): en ellas pretendía demoler a los clásicos como Fausto, Hamlet, El Decamerón...
Precisamente en estas fechas que van entre 1911 y 1913 edita el libelo “Las memorias de Dios” y “Cristo pecador”, respectivamente. En “Las memorias de Dios” Papini describía a Dios, tratando de convencer a los hombres de su no existencia: “Oh hombres, Dios mismo os pide que os hagáis ateos...”. En cuanto a la segunda obra, por su contenido injurioso y soez, el arzobispo de Florencia prohibió su lectura a los fieles, y se inició contra Papini un proceso por ultraje a la religión del que se le absolvió.

Pero no era ese el Papini real. Digamos que tras esas frases irreverentes se escondía el alma del Papini auténtico, temerosa de ser descubierta, temerosa de verse creyente, temerosa de tener que reconocerse nostálgica de Cristo, pero que hacia el exterior se reflejaba en insolencias, groserías, blasfemias, injurias, oprobios... Lugar adonde Papini pretendía llegar con su inteligencia, lugar del que –podríamos decir- tenía que salir huyendo porque también allí se encontraba Cristo antes de que llegara. Me imagino a Papini como al pastor protestante de hoy día, buscando un texto de la Escritura que pruebe el principio de la “sola Escritura”, y en el momento en que cree que ya lo tiene, “le salta de repente la liebre” por donde menos se lo espera: “tradición y no sola Escritura”. Truncaba y demolía sistemas de pensamiento, animado por una impaciencia cada vez más voraz: los asimilaba para luego rehusarlos y odiarlos con todas las veras de su alma. Lo que menos sabía Papini era que su caso era muy similar al de Pablo de Tarso: “Yo soy Jesús a quien (contra tu voluntad y muy a pesar tuyo) tú persigues”. Esta respuesta de Jesús a Pablo supuso en el caso de Papini sus ansias de certeza, de asideras firmes y seguras. Aún como Pablo de Tarso la conversión no supuso un relajarse, sino un catapultarse a predicar su nombre. Su encuentro camino de Damasco ocurrió entre 1919 y 1921: la guerra, y en medio de ella, la primera comunión de sus hijitas más la dulzura cristianísima de su esposa, aunadas a las lecturas suavizantes de san Agustín, Pascal, san Francisco de Sales, san Ignacio de Loyola, Ramón Llul, Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, pero sobre todo el Kempis y el Evangelio.

Así es como el libro de mayor éxito, el legado a esta su clamorosa conversión religiosa, es su “Historia de Cristo” de 1921. El P. Castelli la consiera una serie de meditaciones sobre la vida y las enseñanzas de Cristo. Pero son meditaciones hechas en voz alta, meditaciones de un apasionamiento a lo san Pablo, que trata con su pluma vehemente y algo alambicada de convertir a los que no creen: está escrita con la sinceridad y conciencia del pasado pecador de un converso.

En esta línea han de considerarse sus obras de apologética religiosa: “San Agustín” (1929), “Dante redivivo” (1933), “Cartas de Celestino VI a los hombres”; “El diablo” (1953). A partir de 1929, colaboró en la revista católica “La Portada”, mientras que siguió incrementando su producción crítica e historicoliteraria. En 1931 publicó “Gog”, una especie de sátira de costumbres.
Al cabo de los años Treinta Papini fue un encendido defensor del fascismo y de la guerra: en 1935 recibió la cátedra de literatura italiana en la Universidad de Bolonia; en el 37 se le nombró “académico de Italia”; el mismo año recibió el encargo de dirigir el instituto “La rinascita” sobre el renacimiento. A pesar de la parálisis progresiva que sufrió en 1952, no dejó nunca de trabajar; los artículos aparecidos en “Il corriere della Sera” están recogidos en muchos volúmenes, entre los cuales “Esquirlas” (obra en prosa en que se aprecia un volver a los aires líricos juveniles; publicada póstumamente en 1971).

Lo más llamativo de su vida religiosa lo constituye el cambio que fue dando de manera progresiva: de ser ateo y escéptico terminó por convertirse en gran apologeta del catolicismo.
___________

Libros consultados

F. Castelli, I volti di Gesù nella letteratura moderna II, Milano 1990.
Dizionario di Letteratura Garzanti, Torino 1999.
G. Papini, Vita di Cristo, Firenze 1943.

P. José Antonio Caballero
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P. Fernando
Constante


Registrado: 07 Mar 2006
Mensajes: 638

MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 4:16 pm    Asunto:
Tema: La conversión de Giovanni Papini
Responder citando

Un nuevo saludo en el Señor:

Al final de su "Storia di Cristo" (un comentario a los Evangelios), Giovanni Papini compuso una intensa oración a Cristo. Copio algunas partes de la misma en su versión en castellano:

Cita:
Tenemos necesidad de Ti, de Ti sólo y de nadie más. Solamente Tú, que nos amas, puedes sentir hacia todos nosotros, los que padecemos, la compasión que cada uno de nosotros siente de sí mismo. Tú solo puedes medir cuán grande, inconmensurablemente grande, es la necesidad que hay de Ti en este mundo, en esta hora del mundo. Ningún otro, ninguno de los talentos que viven, ninguno de los que duermen en el fango de la gloria puede darnos a los necesitados, a los que estamos asumidos en atroz penuria, en la miseria más tremenda de todas, en la del alma, el bien que salva.

Todos tienen necesidad de Ti, incluso los que no lo saben; y los que no lo saben, harto más que aquellos que lo saben. "El hambriento se imagina que busca pan, y es que tiene hambre de Ti. El sediento cree desear agua, y tiene sed de Ti. El enfermo se figura desear la salud y su mal está en poseerte a Ti. El que busca la belleza en el mundo sin percatarse te busca a Ti que eres la belleza entera y perfecta. El que persigue con el pensamiento la verdad, sin querer te desea a Ti, que eres la única verdad digna de ser sabida; y quien tras de la paz se afana, a Ti te busca, única paz en que pueden descansar los corazones, aún de los más inquietos. Estos te llaman sin saber que te llaman y su grito es inefablemente más doloroso que el nuestro.
(...)

Viniste la primera vez para salvar, para salvar naciste, para salvar hablaste, para salvar quisiste ser crucificado; tu arte, tu obra, tu misión, tu vida es de salvación. Y nosotros tenemos hoy, en estos días grises y calamitosos, en estos años que son una condenación, un acrecentamiento insoportable de horror y dolor; tenemos necesidad, sin tardanza, de ser salvados.
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quiqueur
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MensajePublicado: Vie Jul 24, 2009 2:19 pm    Asunto: Re: La conversión de Giovanni Papini
Tema: La conversión de Giovanni Papini
Responder citando

P. Fernando escribió:


Cita:
Giovanni Papini

Ha sucedido a menudo a Jesús que resultaba por ser más tenazmente amado precisamente por aquellos mismos que antes lo odiaban. A veces el odio no es sino amor imperfecto y no consciente de sí: y de todos los modos es mejor entrenamiento de amor que la indiferencia.



Reflexión tan honda como verdadera la de G. Papini, mirando a su pasado.

Esta realidad obliga a la Iglesia, a sus miembros, a un singular discernimiento -auxílienos el Espíritu Santo-, de combinar la firmeza con la dulzura ante esta manifestaciones de odio.
La dulzura de la puerta abierta de la Iglesia invitándola a traspasarla por la Gracia de la conversión. La firmeza para salvarguardar la integridad de esta casa, nuestra Iglesia, ante los caprichos o modas del pensamiento de cada época, en que se revisten, al decir de una letra de tango "rencor tengo miedo que seas amor", estos rencores hacia Jesús y su Iglesia.
_________________


¡Jesucristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!

Flp 2, 6-11, Lc 18,13, Mc 10, 46-52.
Catecismo -2667-
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