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El celibato Sacerdotal
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jocabarsa
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Registrado: 19 Abr 2006
Mensajes: 24
Ubicación: India

MensajePublicado: Lun May 08, 2006 4:18 pm    Asunto: Oracion viva por DIOS y en DIOS
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Hoy con mucha alegría debo regresar a mi camino, mas a pesar de mi juventud solo les pido:
Oración en comunidad para que nuestros pastores tomen las mejores decisiones en Dios y en su grey.
Que no seamos redil de equivocaciones por no vivir la verdad.
Que quien desee seguir a Cristo lo haga por amor vivo y no por esconderse de la sociedad.
Que se siga a Cristo no por el diezmo sino por el amor.
Que se siga a Cristo como Luz de los feligreses y no como beneficio propio.
Que no peleemos por una sotana, que peleemos por un bautizo vivo y no de preámbulo a fiesta.
Que no discutamos por un celibato (que oro porque sea libre y así terminaran los escándalos de nuestros hermanos equivocados).
Que no discutamos por nada que no sea como vivir mejor en Cristo y evangelizar en verdad como la humildad de El.
Anhelo una iglesia fuerte en Cristo no en corrientes económicas, anhelo una iglesia fuerte en ejemplo no en políticos.
Vivamos con nuestro sacerdocio la verdad de Cristo y oremos porque quienes dirijan dejen de lado intereses personales a cambio de los intereses de los millones de Lázaros que están postrados al pie de nuestras mesas.
No dejemos que los niños cuiden carros en las parroquias, hagamos que estos niños entre y cenen en el ara del altar el banquete del Amor del Criminal de la Cruz.
Cambiemos nosotros y el mundo cambiara, el ejemplo cunde y si es bueno dará los frutos que tantas y tantas veces el Señor nos prometió.
Solo esta en nosotros dar algo para que el cumpla con todo.
Bendiciones y pido oración por los pocos misioneros que hay para que seamos fuertes en la fe y llevemos la LUZ Y LA SAL DE LA TIERRA.
_________________
Solo la verdad absoluta nos hace libres.
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john
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Registrado: 09 Ago 2006
Mensajes: 2

MensajePublicado: Mie Ago 09, 2006 2:18 pm    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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hola jocabarsa,

aunque tus reflexiones son buenas, creo que eres poco misericordioso y que la falta de experiencia te hace ser tan duro.

Yo también soy un sacerdote joven y creo en el don del celibato, con elemento esencial del ministerio sacerdotal, que no responde sólo a una ley eclesiastica sino que está enmarcado en la ley del amor y la entrega total al servicio de la Iglesia y del Reino de Dios. Sin embargo, también es importante reconocer que vivimos en medio de la debilidad humana, que también somos débiles y humanos y que aunque la gracia nos sostiene, muchas veces y por muchas circustancias sacerdotes ven inclinada su afectividad no hacia una entrega totol de sí a la Iglesia sinoque rompen con el celibato. Sin embargo esto debería cuestionarnos sobre la manera cómo estamos cuidando nuestra vida interior y nuestro amor al ministerio y que herramientas de ayuda pastoral se pueden prever para que lossacerdotes no caigan ´situaciones que les haga romper el celibato, sino para que al contrario lo amen más.

Porque además inciden muchos factores, entre ellos una sana formación en la madurez humana y sexual que en los tiempos modernos es muy dificil de alcanzar. Pero más bien cómo hacerle frente a estos vacios de humanidad?
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 221
Ubicación: Malaga-España

MensajePublicado: Dom Ago 13, 2006 12:11 pm    Asunto: colaboración, solo pregunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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Solo unas preguntas:. Y sí pido una oración.
A los “Sacramentados Sacerdotales” en solitario silencio

¿Cómo la Disciplina Eclesiástica priva al Pueblo de Dios del caudal de colaboración (de alguna forma) Sacramental, de tantos miles de Sacerdotes casados, conforme a los inicios del Cristianismo y a la doctrina de Pablo que siguen enamorados del mensaje de Cristo para el dialogo y la reconciliación de todo hombre con su creador? ¿Es preferible añadir a la paganización actual, el abandono también de numerosos pueblos privándoles de una mayor evangelización y Sacramentos?
¿Ante la falta de Sacerdotes estructurados por el Derecho Canónico, debe predominar una santa ley eclesiástica más que el derecho fundamental de Pablo y los Apóstoles, plenitud de hombres para ayudar a los hermanos en libre opción, aunque se esté más libre célibe? ¿Y, la santa ley debe también prevalecer más que el amor salvífico de Dios en el Sacerdocio, que en el célibe o casado siempre es Cristo, y en sí, sacramentalmente en Cristo es aún algo más que sucesión apostólica, porque es el Amor del Padre, Palabra y Redención del Hijo y, Santificación del Espíritu? ¿Ni sería ya humanización, a imitación de los Apóstoles, consagrar Sacerdotes a los Diáconos, previa preparación, aceptados por el Pueblo, esposos de una sola mujer, como dice el Espíritu Santo por Pablo?
Aunque referente a los Sacerdotes “secularizados”, ¿no sería ya tarde dada la avanzada edad de estos, olvidados, en parte también personal, con el rechazo despreciativo de la Iglesia del amor? Para nosotros, también, como dice Pablo “solo hay un cuerpo y un espíritu”. “Solo un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. “Solícitos de conservar la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz”.
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 221
Ubicación: Malaga-España

MensajePublicado: Jue Ago 17, 2006 9:56 am    Asunto: celibato
Tema: El celibato Sacerdotal
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Para Annelyta.
En realidad no comprendo qué quieres decir:
¿Que el amor de Dios no se puede salvar plenamente sino en el celibato?
¿Que el pleno amor de Dios no se puede dar en cualquier estado de vida?
¿Que solo los célibes pueden alcanzar esa plenitud de amor?
¿Que la noche oscura de los sentidos y del espíritu de Juan de la Cruz, es decir, usar con sentido de transcendencia los dones gozosos de la creación, puestos como anticipo de la felicidad en Dios, son impedimento para el amor del Amado y de la amada?
¿Por qué Dios, cuando quiere darnos un ejemplo de amor verdadero, usa el matrimonio como su modelo de unión y felicidad plena?
¿No es Cristo el esposo de la Iglesia como signo de entrega y fidelidad? ¿No hemos centrado el cristianismo en la regulación límite del "sexo" más que en el amor que Dios ha puesto como su figura, en ese acto amoroso y en todo cuanto es reflejo de su esencia esparciendo su hermosura?
¡Oh bosques y espesuras, / plantadas poir la mano del Amado! / ¡Ho prado de verduras, / de flores esmaltado, / decid si por vosotros ha pasado!.

Para muchos, y aunque no sea la razón total de todos, con profundo drama, ¿no es más divina y digna la voz del Espíritu Santo: " es mejor casarse que no quemarse"?
¿No encierra ninguna verdad la cita de Ignacio Parada: "los chicos de hoy, perdidos entre el amor y el sexo, piensan como Remy de Gourmont, que la castidad (yo le añado, si es solo aparente) es la más innatural de las perversiones sexuales?
Dios se compara con su Iglesia y con el alma como un esposo.
¿ No sería evangélico consagrar Sacerdotes también a hombres ya mayores, esposos de una mujer, mitigadas las exigencias sexuales, con experiencias personales para los consejos, sin olvidar a los jovenes con más vitalidad y generosos, capaces de un estado más libre con el celibato estricto?
¿No dejaron los Apóstoles así a la Iglesia? ¿ No es este el clamor mayoritario del Pueblo real de Dios?
( Nota: Pero esto no deja de ser más que una opinión personal)
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antonio22
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Registrado: 25 Jul 2006
Mensajes: 14

MensajePublicado: Lun Sep 04, 2006 12:59 pm    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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Os voy a contar mi esperiencia. Tengo 22 años, y estoy pensando en hacerme sacerdote. También he estado con mujeres, y tuve un año una relación con una bastante vistosa, así que estoy en perspectiva de hablar de ciertas cosas.

Categóricamente hablando, lo más importante en esta vida es ganarse el don del Amor, cargando cada uno con su cruz y siguiendo a Jesucristo, pues la eternidad no será igual para todos. Dios nos dio libertad para elegir nuestro grado de felicidad eterna. Así, un mediocre irá al cielo con un vasito de chupito en el cual llenará Dios su Amor, mientras que un hombre Justo irá al cielo con una garrafa de 2 litros, con dos litros que llenará Dios. Podía habernos creado directamente en su presencia, pero entronces no tendríamos libertad para elegir nosotros cuanta felicidad podremos disfrutar, que disfrutaremos finitamente, pues sólo Dios disfruta infinitamente.

También las cosas del mundo están bien. Una puesta de sol, el aire que golpea la cara, el tacto de los senos de una mujer, etc... Si se usan según dicta la Ley de Dios, son buenas. Pero también es verdad que estas cosas alejan de Dios, o por lo menos enfrían nuestra receptividad espiritual. Así lo ha dispuesto sabiamente Dios, dando el premio de la gloria a quienes son capaces de renunciar a todas las pompas del mundo y la carne. Está claro que usar de la carne y del mundo no está mal, es más, está bien, pero está mejor renunciar a aquellos por el Reino de Dios.

Es más, la prueba de que es mejor renunciar a todo por el Reino de Dios, es que las cosas del mundo y la carne acaban por hastiar. Os pongo un ejemplo:

Yo estuve enamorado de una mujer y no podía dejar de pensar en ella, pero una vez que estuvo en mis brazos, pensé "¿Esto es todo?". Se siente alegría, sí, pero más una alegría de alivio, que felicidad. Alivio por satisfacer a la carne y satisfacerte del mundo, lo que no quita una cierta decepción.

Gastamos muchas energías por cosas que cuando las conseguimos nos decepcionan, pero sólo hay una cosa que no nos decepciona: servir a Dios. Todo sufrimiento de esta vida entregada da fruto espiritual, aquí y en la vida enterna.

Creo que mis razones son contundentes, pero si otro no está de acuerdo que me contradiga
_________________
El mundo pasa, la Verdad permanece
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 221
Ubicación: Malaga-España

MensajePublicado: Mie Sep 13, 2006 9:02 am    Asunto: colaboración
Tema: El celibato Sacerdotal
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"Está claro que usar de la carne y del mundo no está mal, es más, está bien, pero está mejor renunciar a aquellos por el Reino de Dios?

Así lo entiende Jesús y así lo confirma Pablo. Así lo entiende en general la Iglesia.
¿Quien puede negarlo desde la entrega total a Cristo?
Pero Cristo, pudo elegir a jóvenes sin casar, y los eligió casados, menos Juan.
Dejadas no solo las redes sino a la familia, se dedicaron a la evangelización, pero cuando volvían a Palestina, nada se nos dice si se alojaban en sus casas. Creo sería así.
Lo que indica que en el fundamento de la entrega al Evangelio no está como esencia la renuncia absoluta a los bienes puestos por Dios en la naturaleza.
¿ Que es mejor la renuncia total?, no hay duda, la belleza de ese amor a todos en Dios, la renuncia a todo lo no necesario por el bien de las almas, es un ideal sublime, es la mayor donación a Dios y al amor del hombre.

Hay las misiones se quedan sin Sacerdotes locales, dice el Papa, y la pregunta es si habría más Sacerdotes y religiosos si a los casados se les ordenase.
Dios nos oiga a todos y pidamos que envíe obreros a su mies.
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P. Fernando
Constante


Registrado: 07 Mar 2006
Mensajes: 638

MensajePublicado: Mie Dic 20, 2006 3:45 pm    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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Un saludo en el Señor.

Quizá pueda servir, para este tema, además de la lectura de la encíclica "Sacerdotalis caelibatus" (de Pablo VI), este testimonio.

A todos, hermanos en Cristo, ¡feliz navidad!

http://www.chniprodigos.org/articulos/200612a09.asp
Cita:
Un don de Dios
Un sacerdote casado examina el celibato sacerdotal
por el Rev. P. Ray Ryland


“¿Es usted un sacerdote casado? Yo no sabía que hubieran sacerdotes casados. Creo que la Iglesia debería permitir el casamiento para todos los sacerdotes.” He escuchado frases por el estilo con frecuencia desde mi ordenación como sacerdote en 1983, dispensado como estoy, de la disciplina del celibato. Les aseguro, a todos los que proponen la eliminación del celibato, que tanto yo como mi esposa, apoyamos firmemente el celibato sacerdotal. Si bien estoy profundamente agradecido a la Iglesia por haber hecho una excepción en el caso de un ex-sacerdote anglicano como yo, dicha excepción es, a las claras, una tregua. El sacerdocio y el matrimonio son vocaciones que requieren ambas una dedicación total. Está claro que nadie puede servir simultáneamente como esposo y sacerdote sin faltar en algo a alguna de las dos vocaciones.

La objeción que sigue presentándose comúnmente es: “Seguro que un hombre casado está mejor cualificado para aconsejar a la gente sobre el matrimonio que un sacerdote célibe.” Y nuevamente debo estar cortesmente en desacuerdo. El propósito de los cursillos de preparación para el matrimonio, por ejemplo, no es el enseñar a las parejas la experiencia particular del sacerdote. Las parejas católicas tienen derecho a ser instruidas en la verdad revelada a la Iglesia en lo que toca al significado de la sexualidad humana y el santo matrimonio. Si el sacerdote (casado o célibe) es una persona razonablemente madura y enseña en armonía con la Iglesia, el casado no tiene ninguna ventaja especial sobre el otro para aconsejar sobre el tema matrimonial.

El argumento normalmente concluye con: “Sí, eso es posible, pero si los sacerdotes pudieran casarse, no habría tanta escasez de sacerdotes.” Siempre respondo que eso es una suposición que no tiene evidencia alguna que la avale. Si el problema de la falta de clérigos lo causa el celibato sacerdotal, ¿cómo se explica la abundancia de sacerdotes en ciertas diócesis? Como dijo el Papa Paulo VI hace ya cuarenta a años, el descenso en el número de vocaciones parte de la falta de fe entre el pueblo de la Iglesia. El disenso rampante de las últimas décadas ha creado abundante confusión en el entendimiento de las doctrinas de la Iglesia y especialmente en lo que toca al sacerdocio.


Una antigua disciplina
No hay duda que cierta simpatía por la eliminación del celibato obligatorio surge con frecuencia en estos días, aun entre los católicos fieles. Sin embargo hay dos errores fundamentales que subyacen a esta opinión. Uno es histórico y el otro, teológico.

Veamos primero el error histórico. Algunos creen que la Iglesia hizo obligatorio el celibato sacerdotal en el cuarto siglo, en el siglo doce o en algún un punto intermedio. En realidad, el celibato es una disciplina apostólica. [1]

La conexión entre celibato y sacerdocio se revela primeramente en Cristo. En Cristo vemos su más perfecta realización ya que el sacerdocio requiere el permanecer libre de los lazos de matrimonio y paternidad. Es esa libertad la que permitió que el Hijo de Dios estuviera completamente disponible para hacer perfectamente la voluntad de Dios Padre en El (Juan 4, 34).

Al llamar a sus sucesores, los Apóstoles “ellos lo dejaron todo y le siguieron” (Lucas 5, 11). Más tarde, Pedro le recuerda a Jesús, “lo hemos dejado todo para seguirte.” Luego agrega, con la candidez que lo caracteriza, “¿Qué otra cosa ya nos queda?” (Mateo 19, 27). Jesús le responde: “No hay nadie que haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos por causa del Reino de los Cielos, que no reciba a cambio mucho más en esta era y en el mundo por venir” (Lucas 19, 29). Recordemos que Jesús enseñó la indisolubilidad del matrimonio y también recomendó especialmente el celibato (Mateo 19, 12). San Pablo recomendó con especial énfasis el celibato como una manera de hacer más efectivo el ministerio del Señor.

Los cánones disciplinarios del Concilio de Elvira en 305 a.D. son el registro más temprano de la disciplina del celibato sacerdotal. Este concilio tuvo que explicar el motivo de sus directivas que eran ya antiguas y presumiblemente bien conocidas. El Canon XXXIII prohíbe las relaciones maritales y la procreación a todos los obispos casados, sacerdotes y diáconos. Igualmente recuerda a los clérigos casados que están unidos por un voto de abstinencia perpetua so pena de ser privados del ministerio para los que violaran tal voto. En sus comentarios sobre este Concilio, el Papa Pío XI indica que dichos cánones son las “primeras huellas escritas” de la “Ley del Celibato Eclasiástico,” “que permiten suponer que la práctica existía antes de ser puesta por escrito.” [2]

EL Concilio de Arles, nueve años más tarde, afirmó la obligación de la abstinencia para los clérigos casados y las penalidades consecuentes en caso de incumplimiento. El Concilio de Nicea en 325 a.D. presupone la existencia de del celibato eclesiástico para clérigos solteros y casados. El Canon III establece, “este gran sínodo prohíbe absolutamente a los obispos, sacerdotes, diáconos y cualquier otro clérigo el mantener la compañía de una mujer tomada para vivir con él, con la excepción natural de su madre, hermana, tía u otra persona sobre quien no caiga sospecha alguna.” [3] Tomando en cuenta la evidencia de los siglos IV y V, el Rev. P. Christian Cochini, S. J. sostiene que la frase “otra persona sobre quien no caiga sospecha alguna” incluye a las esposas de los clérigos que han tomado votos conjuntos de abstinencia antes de la ordenación de sus esposos. [4]

Hacia el final del siglo IV, un obispo español escribió al Papa, pidiendo ayuda para disciplinar a ciertos clérigos casados que estaban teniendo relaciones conyugales con sus esposas y en consecuencia procreando hijos. En 385 a.D. el Papa Siricius recordó a todos los clérigos casados que los votos de abstinencia pertpetua eran “indisolubles.” [5] Al año siguiente, el Papa emitió un decreto repitiendo la misma regla. En él insiste que no estaba creando nuevas reglas sino recordándoles reglas establecidas por la Iglesia ya por largo tiempo.

Algunos de los clérigos casados trataron de defender la continuidad de la vida conyugal, pero la falta de una tradición establecida de celibato opcional le impidió apelar. En cambio apuntaron a 2 Timoteo 3, 2; Tito 1, 6 y 1 Timoteo 3, 12; los cuales especifican que los obispos, presbíteros y diáconos deben ser esposos “de una sola mujer” (unis uxoris vir.) En respuesta, el Papa Siricio declaró que “esposo de una sola mujer” no significaba que el clérigo pudiera mantener relaciones conyugales después de haber sido ordenado. El verdadero sentido es éste: de un hombre fiel a una esposa se puede esperar que sea lo suficientemente maduro como para vivir en la abstinencia perpetua que se requiere de ambos una vez efectuada la ordenación.

Este es la exégesis original del Magisterio para estos pasajes. La enseñanza del Papa Siricius se refleja claramente en los escritos de los Padres de esos tiempos: Ambrosio, Epifanio de Salamina y Ambrosiastro. [6]


Otro pasaje usado para reforzar el argumento del celibato opcional es 1 Corintios 9, 5. Refiriéndose a sus prerrogativas como apóstol, San Pablo pregunta (en forma aparentemente retórica) “¿Acaso no tenemos el derecho de tener en nuestra compañía una esposa creyente, como todos los otros apóstoles y hermanos del Señor y Cefas?” El significado griego de“una esposa creyente” es el de “una hermana esposa” o “una hermana como esposa.” Las palabras, puestas juntas, no significan “esposa” en el sentido ordinario del término. En los primeros siglos, la palabra “hermana” (sor como en 1 Corintios 9,5) era usado para designar a la esposa de un clérigo que hubiera hecho votos de abstinencia perpetua antes de la ordenación. Su relación era la misma que la de un hombre y su hermana.

Saliendo un poco de nuestra cronología, miremos por un momento al Directorio del Ministerio y Vida Sacerdotal publicado en 1994 por la Congregación del Clero. En la Sección 59 encontramos la exégesis del Papa Siricius en lo que respecta a los pasajes ya enunciados de las cartas a Timoteo y Tito. Contiene citas adicionales de varios concilios anteriores que requirieron la abstinencia para los clérigos casados y solteros. A continuación encontramos las siguientes palabras: “La Iglesia desde tiempos apostólicos ha deseado conservar el don de la perpetua abstinencia para el clero y elige los candidatos para las Santas Ordenes entre los fieles célibes.” Es claro que los “fieles célibes” en los primeros siglos incluían a hombres casados que hacían votos de castidad perpetua junto con sus esposas antes de ser ordenados.

Volviendo al cuarto siglo: el Concilio de Cartago en 390 a.D. que cuenta con la anuencia de toda la jerarquía africana, reafirmó la regla de la castidad perpetua para todos los miembros casados del clero. Esta reafirmación confirma una tradición continua de la Iglesia. AL explicar el decreto, el Obispo Presidente, Genethlius insta a sus conciliares: “Perseveremos en guardar lo que los apóstoles enseñaron y lo que los antiguos mismos observaron.” [7]

El decreto Dominus Inter fue emitido a principios del siglo V por un Sínodo Romano muy probablemente bajo la conducción del Papa Inocencio I. Respondiendo a ciertas preguntas formuladas por los obispos de Galia, el Canon XVI repite la regla de castidad perpetua para los clérigos casados [8] Encontramos la misma enseñanza en los registros de los pontífices que sucedieron a Inocencio I—León el Grande y Gregorio el Grande, por ejemplo; además de San Jerónimo, San Agustín y San Ambrosio. También lo hizo el Concilio de Tours (461 a.D.), el Conclio de Gerona (517 a.D.) y el Concilio de Auvergne (535 a.D.) Además encontramos el mismo requerimiento en los anales penintenciales de las iglesias célticas.

Confusión histórica
Durante los siglos XI y XII, la reforma gregoriana se ocupó de corregir ciertas violaciones a la norma del celibato clerical. El Concilio Laterano II (en 1139) tuvo parte en esta corrección. Comenzando por este hecho histórico tanto católicos como no católicos concluyen erróneamente que este concilio dió origen al celibato clerical. Sin embargo el concilio—así como todos los concilios precedentes que trataron el tema—buscó simplemente mantener en efecto la reglamentación apostólica ya existente, prohibiendo la vida conyugal para el clero.

Los apologistas que defienden la práctica parcial del celibato en las Iglesias Ortodoxas Orientales—en las cuales sacerdotes y diáconos se pueden casar pero los obispos deben ser célibes—ignoran las declaraciones de estos concilios que sostienen y afirman una tradición apostólica.

En tiempos más recientes, el cuerpo que precedió a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió una instrucción en 1858 que declaraba: “Quienes meditan diligentemente en la verdadera tradición de la abstinencia y el celibato, encontrarán sin duda que dicha regla se afirma desde los primeros siglos de la Iglesia Católica, si bien no por una ley general y explícita, pero al menos por conducta y costumbre. Ella establece que, no solamente los obispos y presbíteros, sino todos aquellos clérigos bajo Santas Ordenes deben conservar su virginidad o abstinencia perpetua.” [9]

Que el celibato sacerdotal es una tradición apostólica “se muestra clara y convincentemente” en las obras de of Stickler, Cochini, Heid y otros. Este es el veredicto del entonces Cardenal Ratzinger. [10]

¿Celibato opcional?
La disciplina del celibato opcional en las Iglesias Ortodoxas de Oriente (opcional para diáconos y sacerdotes pero obligatorio para los obispos), fue primeramente formulada en a.D. 692. Antes de ese tiempo todas las Iglesias de Oriente seguían la tradición apostólica de abstinencia obligatoria tanto para clérigos casados como para los que no lo eran.

Sin embargo el Concilio de Trullo en 692 alteró esta disciplina. Uno de sus cánones retuvo la prohibición para los obispos, sacerdotes y diáconos que se casaran después de der ordenados. También preservó parcialmente la tradición apostólica de requerir abstinencia perpetua a los casados que ascendieran al episcopado, decretando sin embargo que que los diáconos y sacerdotes podrían continuar su vida conyugal después de ser ordenados. Este polémico concilio rechazó la disciplina clerical de Roma en forma explícita, lo cual es decir que rechazó una tradición apostólica.

Para justificar esta decisión, los conciliares de Trullo citaron cánones del Concilio de Cartago. Este último concilio, como hemos ya visto, había reafirmado la regla de continentcia perpetua para todos los clérigos casados apelando a la tradición apostólica. El cuerpo conciliar de Trullo alteró la fraseología de los cánones cartagineses para que mandaran solamente abstinencia temporaria para los clérigos casados solamente en aquellos días que tuvieran que ministrar en el altar. Esto es, efectivamente, la ley del Antiguo Testamento para los sacerdotes levitas de servicio en el Templo.

A pesar de esta alteración radical de los decretos de Cartago, el Concilio de Trullo aseguró al público que, por medio de estos decretos, estaban meramente “preservando la antigua regla y la perfección del orden apostólico.” [11] La Iglesia Católica, desde luego, nunca ha reconocido el Concilio de Trullo.

En la enseñanza del Magisterio, la Iglesia Católica se ha referido frecuentemente a la práctica oriental del celibato sacerdotal. La Iglesia ha hecho uso de un lenguaje cuidadoso para evitar ensanchar la brecha que la divide de las iglesias orientales; pero nunca ha dicho—ni tan siquiera ha implicado—que la práctica oriental esté a la par de su propia disciplina en lo que toca al celibato sacerdotal. Típico de esta actitud es el lenguaje que el Papa Pío XII usó al referirse al sacerdocio católico en 1935. Luego de alabar las glorias del celibato sacerdotal, dijo que no estaba con eso criticando la disciplina oriental. “Con esto hemos querido solamente exaltar en el Señor algo que consideramos una de las más puras glorias del sacerdocio católico, algo que nos parece que corresponde mejor a los deseos del Sagrado Corazón de Jesús y a sus propósitos en lo que se refiere a las almas de los sacerdotes.”

Una disciplina singular
Hice mención antes que la defensa del celibato opcional contiene dos errores básicos. Uno es histórico—pues falla en reconocer que el celibato es una tradición apostólica. El otro error yace en la ambigüedad de la palabra “disciplina” para caracterizar la regla eclesiástica del celibato. Cierto es, que el requerimiento no es parte del depósito de la fe. Y en cierto sentido, es parte de la disciplina de la Iglesia aunque se distingue de las otras disciplinas. Tomemos por ejemplo las reglas de la Iglesia sobre el ayuno previo a la recepción de la Eucaristía, o la abstinencia de carne los días viernes, o el registrarse en una parroquia aunque uno resida fuera de sus confines. Todas estas cosas han pasado por cambios sin que hubiera consecuencias teológicas.

En teoría, si le pareciera bien, el Papa pudiera poner a un lado la regla del celibato sacerdotal de un día para otro. Pero si lo hiciera, la medida tendría un profundo efecto negativo en el entendimiento que tiene la Iglesia de sí misma y del sacerdocio.

Siguiendo la enseñanza de Benedicto XVI, la Iglesia es a la vez humana y divina. Es una estructura organizativa y también alberga la presencia y el poder del Espíritu Santo. Lo que le da a la Iglesia su permanencia estructural es en sí mismo un Sacramento—el Sacramento de las Santas Ordenes—lo que significa que la Iglesia es recreada en forma continua por la acción infalible de Dios a través de ese Sacramento. La Iglesia, como institución, no puede elegir a aquellos que sirven en su jerarquía. El llamado a las Santas Ordenes proviene de Dios y la Iglesia meramente reconoce tal llamado. Es por eso que el Señor nos ordena: “Orad que el Señor de la cosecha envíe obreros a la siega.” (Mateo 9, 37).

Así es que el ministerio sacerdotal tiene un “carácter estrictamente carismático,” para usar las palabras de Benedicto XVI. La Iglesia hace hincapié en “unir... sacerdocio con virginidad, lo cual puede ser entendido solamente como un carisma personal y nunca como un requisito oficial de calificación.” Cualquier intento de desacoplar sacerdocio y celibato tendría el efecto de negar la calidad carismática del sacerdocio. Lo reduciría a un oficio completamente bajo el control de la institución. De tal manera la Iglesia podría llegar a ser concebida como una institución puramente humana. [12]

La dádiva
El sacerdocio es una dádiva continua a la Iglesia, un regalo. La Iglesia es solamente la administradora de ese regalo. Pero, como nos lo recuerdan las declaraciones magisteriales recientes, el celibato es también un don.

En su carta Pastores Dabo Vobis (Os daré pastores, 1992), el Papa Juan Pablo II repetidamente caracteriza al celibato sacerdotal como un don. Lo llama el “regalo preciado”, “el don de Dios a la Iglesia.” El celibato es un don que debe ser atesorado. Y justamente porque es un don de Dios, la Iglesia como institución, no tiene el derecho de ponerlo a un costado, por decirlo así, de regresarle el regalo a Dios.

El Sínodo de Obispos en 1990 emitió una declaración terminante en lo que tiene que ver con el compromiso que la Iglesia tiene en mantener el celibato sacerdotal. “El Sínodo quisiera que el celibato se presente y se explique en la plenitud de su riqueza bíblica, teológica, y espiritual; como don precioso otorgado por Dios a Su Iglesia y como signo del Reino que no es de este mundo—señal del amor de Dios por el mundo y del amor indivisible de cada sacerdote por Dios y por el Pueblo de Dios—y que, como resultado, el celibato sea visto como un enriquecimiento positivo del sacerdocio.”

La Iglesia está totalmente comprometida con el sostenimiento del celibato sacerdotal. “El Sínodo no desea dejar duda alguna en la mente de nadie en lo que toca a la firme voluntad de la Iglesia de mantener la ley que demanda el celibato perpetuo y libremente elegido, para todos los candidatos a la ordenación sacerdotal en el rito latino, presentes y futuros.” (Proposición 11a.)

Si bien es cierto que los proponentes de un sacerdocio sin celibato pueden continuar en sus esfuerzos; no tienen a su favor ni a la historia ni la voluntad de la Iglesia contemporánea.

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Saeca
Esporádico


Registrado: 07 Ene 2007
Mensajes: 79

MensajePublicado: Mar Ene 09, 2007 4:01 pm    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Debo aclarar que no soy Sacerdote, pero quiero compartir con vovostros un articulo muy interesante sobre el Celibato Sacerdotal.

El articulo es este, espero que la moderacion permita publicarlo.

''RAZON Y FE: Otra vez el celibato

POR PABLO S. OTERO

El presidente del Consejo Pontificio para los textos legislativos, el cardenal español Julián Herranz, descartó el lunes último la posibilidad de una apertura en el Vaticano del debate sobre la abolición del celibato entre los sacerdotes católicos. De esta manera aclaró las dudas surgidas a partir de unas declaraciones del nuevo prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal brasileño Claudio Hummes, quien había asegurado que el celibato no es un dogma de fe sino una norma disciplinaria, dando pie a un sin fin de especulaciones oportunistas y sectarias sobre un eventual debate al respecto.

"El celibato en los sacerdotes no es un tema principal de debate en la Iglesia. Es una tradición consolidada y basada en fuertes motivos, de carácter tanto teológico y espiritual como práctico y pastoral, reafirmadas también por los Papas", aclaró luego Hummes.

En nuestro país, el caso de un sacerdote acusado de abuso infantil ha originado, desde hace varios años, que ciertos programas periodísticos le realizaran entrevistas con una visión distorsionada del celibato sacerdotal.
En uno de ellos, el periodista -surgido del conocido ciclo que pretende ser una visión humorística de la realidad- no lograba entender la postura del sacerdote sobre el celibato, seguramente porque intentaba comprender un símbolo de lo Divino desde una cultura hedonista.

Sobre este tema, el teólogo católico estadounidense George Weigel sostiene que no es fácil comprender, y mucho menos apreciar, un compromiso de por vida con la castidad célibe en una sociedad que contempla el sexo como uno más de los deportes de contacto: una cultura de "expresión personal" en la cual el placer sexual es "bueno" por sí solo y el conseguir el dominio sobre los propios deseos sexuales se denomina con frecuencia represión. "Visto a través del prisma de la revolución sexual, el celibato es como mínimo peculiar y, a lo peor, patológico".

Desde esta misma óptica es que se afirma, según estadísticas inexistentes o a partir de fundamentos falsos, que la práctica del celibato entre los sacerdotes católicos los hace propensos al abuso sexual de menores porque tienen un desajuste psicológico y necesitan un tipo de escape para sus deseos sexuales. Un argumento tan erróneo como tendencioso, pues culpar al celibato de los abusos sexuales de miembros de la Iglesia es igual que culpar al matrimonio del adulterio o a la Constitución de un país por los golpes de Estado.

Para la Iglesia Católica, la consagración total al ministerio sacerdotal, incluyendo al celibato, permite al sacerdote una mayor eficacia y la mayor actitud psicológica y efectiva para el ejercicio continuo de la caridad perfecta, que le posibilitará, de manera más amplia y correcta, darse todo para la utilidad de otros. Además, según la tradición católica, el sacerdote es "otro Cristo" entre la gente, y su completa entrega a la Iglesia es parte integral de su misión.

El celibato es una opción de vida que enaltece el sacerdocio. "El célibe -afirma Weigel- que libremente escoge no hacer algo muy positivo (casarse) ennoblece el matrimonio. Porque el sacrificio de un bien nos recuerda a todos su valor". El mismo Jesús, en relación con la castidad voluntaria, expresó: "No todos comprenden esta doctrina, sino aquellos a quienes les es concedido".

Por lo tanto, aquel que no la entienda que no la juzgue. ¿O acaso se juzga de la misma manera la vida licenciosa de un artista, las excentricidades de un deportista o las costumbres de un esquimal?
Por último, la crisis de las vocaciones sacerdotales en el catolicismo no se resuelve con la ordenación de sacerdotes casados ya que en las comunidades protestantes se ha comprobado que no han aumentado pese a que el pastor pueda casarse.''

DIOS LOS BENDIGA A TODOS PARA QUE SE MANTENGAN OBEDIENTES AL MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATOLICA Y AL CELIBATO SACERDOTAL.

Un saludo en Cristo.
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''El deseo de Dios está inscrito en nuestros corazones porque hemos sido creados por Dios y para Dios, y Él no cesa de llamarnos y atrernos a sí, porque solo en Él, encontraremos la verdad y la dicha que no cesamos de buscar...''
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MensajePublicado: Vie Feb 16, 2007 12:39 pm    Asunto: BENDICIÓN Y ACCIÓN DE GRACIAS...
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Mi oración sincera para cada uno de vosotros, para viváis vuestra consagración sacerdotal en la más grande fidelidad a vuestros compromisos.

Que la integración total de vuestra persona a la causa del Reino de Dios sea la motivación primordial para que, como Dios siempre es fiel, también lo seáis vosotros.

El amor, esa es la razón. Un corazón total e íntegramente para Dios. Sí, eso es posible. Razz

Con cariño,
ARDNAXELA Smile
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MensajePublicado: Dom Feb 18, 2007 11:04 pm    Asunto: El celibato sacerdotal
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

alacpi escribió:
lo del celibato del sacerdote es una dotrina sinsentido, que sólo ha traido escandalos y que esta demoliendo a la Iglesia Catolica.

Veamos, en Romanos el apostol San Pablo, dice que esto es para quien lo pueda soportar.
Por otra parte desgraciadamente el sacerdote catolico tiene mas que ver con los sacerdotes egipcios que con los apostoles y si no leanse Hebreos,deja muy claro QUIEN ES EL ÚNICO SACERDOTE y cuáles han de ser los canones para los siervos del Señor.
No se equivoquen, aquello que siembren es lo que segaran


Señor Alacpi: no se equivoque, y no sea exagerado, eso de que "solo ha traído escándalos y que está demoliendo a la Iglesia" es una ignorancia crasa, o una actitud tendenciosa.

Si sabe algo de religión católica tendrá que aceptar que todos los bautizados participamos del Sacerdocio de Cristo, aunque unos lo ejercen ministrialmente.

Por otra parte, en cierto sentido, el celibato es para todos, incluso para los casados, pues fuera del matrimonio, se debe ser célibe, es decir ejercer funciones sexuales son permitidas unicamente dentro del matrimonio sacramental, fuera de él tendrémos todos que ser célibes.

Le recomiendo que no se exalte con los que quieren seguir a Cristo fiel y dignamente ya que so ellos personalemnte los que se sacrifican y sienten el rigor del celibato (por amor y por heroísmo cristiano) y no usted; si usted no siente eso, ¿qué le puede doler?

Viva Cristo Nuestro Señor y su Santo Evangelio.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Lun Feb 19, 2007 5:02 pm    Asunto: un abrazo
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Me alegra mucho saludarte y que de nuevo te hagas visible entre nosotros.
Te deseo toda bendición del cielo para que sigas cumpliendo tu vocación de entrega al necesitado como misionero.
Te tengo presente en mi recuerdo y en mis oraciones.
Un abrazo.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Lun Feb 19, 2007 5:08 pm    Asunto: aclaración
Tema: El celibato Sacerdotal
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Mi mensaje era para jocabarsa del que creía era un mensaje anterior.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mar Feb 20, 2007 1:17 pm    Asunto: Excelso celibato
Tema: El celibato Sacerdotal
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Reconociendo que el celibato es más evangélico por el ejemplo de dejar casa y mujer los Apóstoles, y una gran ayuda a la libertad para la divulgación del Evangelio. Reconociendo su grandeza y la insistencia de diversos Concilios a través de la Historia para que se imponga en la práctica, y que hasta en nuestros días se siga hablando aún por jerarcas y el pueblo del celibato como ley eclesiástica, que puede ser cambiada, admiro la carta del R. Ray Ryland.

El P. Ray se extraña de que se pueda hacer esta pregunta: ¿Es Vd Sacerdote casado? Pues sí. Soy Sacerdote in eternum, y estoy casado. Y lo son en la Iglesia Oriental.
2) El Sacerdote célibe puede orientar como el casado... es cierto, pero también es cierto que le falta esa experiencia que la tenían los Apóstoles, y que hoy sería adquirida también con la fortaleza de otro Sacramento.
3) La escasez de Sacerdotes es verdad que tiene como base la falta de fe en el pueblo... pero esta falta de fe, ¿no es también por la falta de Sacerdotes?
4) Error histórico. Dice que el celibato es una disciplina apostólica, pero yo creo humildemente que es un hecho apostólico dejando casa y mujer para predicar el Evangelio. ¿Por qué Cristo no los eligió a todos solteros, como Juan? Con ellos, seres únicos, con gracias especialísimas para anunciar el evangelio a todo el mundo, no podemos compararnos, así sin más, los Sacerdotes.
5) Que en Cristo se revela la conexión entre celibato y Sacerdocio…Cristo siendo Hijo de Dios no iba a casarse. ¿Sus hijos habrían sido Dios?
6) En Mateo 19,12 Cristo recomienda no casarse, pero no lo impone, ni es óbice el que sus Discípulos estuvieran casados para ser llamados al Sacerdocio.
¿Se podría hacer hoy igual?
La historia , desde el comienzo del cristianismo, ha ensalzado el celibato, lo ha ido imponiendo porque no era fácil su cumplimiento, hasta algunos Papa tuvieron hijos. Desde el Concilio de Elvira hasta el de Trento, en numerosas ocasiones, los Obispos, como indica el P Ray, se han reunido en Concilios para tratar del incumplimiento de esta disposición. Señal de que no es un problema surgido hoy.
Como ideal, para el que le sea dado, no para todos, según Cristo, es lo mejor.
Admiro las Encíclicas y doctrina de la Iglesia, pero esto confirma que siempre fue un problema.

Trascribo una colaboración mía anterior.

Publicado: Mar Ene 31, 2006


El celibato es una imposición meramente de disciplina eclesiástica, y es por lo tanto susceptible de poder ser cambiada.
En los primeros tiempos no había regla alguna sobre el particular, aunque al parecer era tenida en alta estima ya en tiempos apostólicos a pesar de estar casados los Apóstoles, quienes sin embargo se fueron sin sus esposas a predicar el Evangelio por todos los países, muy alejados de sus familias.
Durante los tres primeros siglos se ordenan de Sacerdotes, incluso Obispos, a personas casadas sin imponerles la abstención de relaciones conyugales, aunque sí su recomendación.
A partir del siglo IV esta disciplina evolucionó aunque de forma distinta en oriente y occidente. En oriente se desarrolla la costumbre de no ordenar a Obispos a los casados o a que el Obispo renunciase a las relaciones maritales.
Los clérigos menores que estuviesen ya casados conservan sus derechos conyugales, pero si enviudan no pueden volver a casarse.
Justiniano legisló en este sentido y así se mantiene hasta hoy en la Iglesias griegas, ortodoxas y uniatas.
En occidente desde el siglo IV se fue generalizando la disciplina de que Obispos, Sacerdotes y Diáconos dejaban de cohabitar con su mujer. Los subdiáconos quedaban sometidos a la misma regla desde el siglo V.
Esta disciplina se relajó mucho entre los siglos VI y X. Pero fue restaurada por los Papas León IX (1049-1054), Gregorio VII (1073-1085), Urbano II (1088-1099) y Calixto segundo (1129-1124), pero volvió a decaer a mediados del siglo XII. Pero hasta mediado el s. XIII, y aún después, no todos se sometían a la legalidad. Especialmente en España y Alemania.
A partir de Calixto II y el Concilio de Letrán de 1123, la legislación quedó fijada. (desde el Subdiaconado en adelante el matrimonio era impedimento dirimente) anulando así los contraídos por los clérigos mayores.
El Concilio de Trento confirmó esta disposición.
Hoy se concede, a título personal, autorizaciones para vivir maritalmente a pastores protestantes convertidos ya casados, pero esto no implica necesariamente la reducción al estado laico de esos pastores.
A partir del Vaticano II ha existido una amplia corriente a favor de no considerar obligatoriamente unido Sacerdocio y celibato, como ya ocurre, aunque en un grado inferior, con los Diáconos.
Al ser una disciplina de la Iglesia, hay que respetarla, pero en nada desdice opinar si el Sacerdocio debe ir unido o no, al celibato.
¿Ante la falta de Sacerdotes, estructurados por el derecho canónico, y ante las suspicacias o realidades sobre su vida secreta, a veces muy escandalosa, debe predominar una santa Ley Disciplinar más que el derecho fundamental de Pablo y los Apóstoles, plenitud de hombres para ayudar a los hermanos, en paz con las exigencias naturales, en libre opción, aunque se esté más libre célibe y más conforme a la figura de Cristo?
Pero el problema vocacional, hoy existente, se da igualmente en las Iglesias orientales donde sí se pueden casar.
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MensajePublicado: Mar Feb 20, 2007 3:58 pm    Asunto: Re: Excelso celibato
Tema: El celibato Sacerdotal
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A mi se me presenta muy problemático, en mi mente, ver a un sacerdote casado, con esposa, naturalmente; con hijos, con la problemática de la natalidad aunque sea por los métodos naturales para no caer en pecado, o saturarse de hijos.

Atendiendo a toda su familia en cuestiones sociales, educacionales, patológicas y clínicas, económicas; y no se diga si alguno de sus hijos se comporta impropiamente, con una moral sin escrúpulos y de escándalos como suele suceder en cualquier ser humano, por la concupiscencia con la cual nació, recomendándole a su hijo o hija que se vaya a confesar, que comulgue, que haga oración, que se abstenga de sus vicios, que se corrija. Y que tal cuando sea abuelo y suegro y vengan esas tremendas dificultades siempre tan comunes, y si surgen problemas de divorcio de sus hijos.

En el aspecto de las cuestiones sexuales, que es el principal objetivo de unirse a una mujer, Y DEJAR EL CELIBATO, ella podrá tener reacciones adversas a lo santamente establecido, con otras apetencias tanto de su parte como de él mismo, porque los instintos, que aunque razonemos, también los tenemos.

Otra cuestión es: por ejemplo, para conquistar a una mujer con fines de enamoramiento se necesita convencerla, y mantenerse siempre en el estado de ser un hombre guapo, agradable, bien vestido, hábil para el galanteo, con recursos económicos suficientes para vivir bien en este mundo lleno de necesidades económicas, llevarla a los divertimientos sociales como reuniones con amistades, fiestas, bailes, espectáculos, deportes, a no ser que la quiera tener en su casa como a una monjita semi célibe.

Tener la obligación de trabajar ¿cómo?, pues como profesionista, industrial, empleado, comerciante, obrero; todo esto implíca verse en la problemática tremenda de competir y disentir con otros seres humanos tanto en el plano de ordenante o subordinado; o ¿espera vivir de los ingresos de su templo, si es que se lo concede así su obispo? y ¿Que se vea como un negocio propio y familiar?

Tener que llegar al altar a oficiar la Sagrada Eucaristía con un síndrome de preocupaciones, como las que planteo y otras más, predicar a las gentes con un sentido un tanto distante de la mística que requiere el sacerdocio total recomendado por Nuestro Señor Jesucristo. Y no se diga ejercer el sacramento de la confesión.

Todo esto y más, unicamente por desear ABANDONAR EL CELIBATO que implíca más que nada una entrega total y heróica de sacrificio (sacro facere) a Nuestro Señor Jesucristo.

Yo no lo puedo aceptar, me repugna.

Gracias por sus tolerancias o sus divergencias.
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P. Fernando
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MensajePublicado: Jue Mar 22, 2007 9:13 am    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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Un saludo en el Señor:

Este reciente artículo del Cardenal Hummes puede ayudar a una buena reflexión sobre este tema.

Cita:
Cardenal Hummes: La importancia del celibato sacerdotal

Prefecto de la Congregación vaticana para el Clero

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 17 marzo 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el cardenal Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, sobre «La importancia del celibato sacerdotal», en la edición italiana de «L’Osservatore Romano» al conmemorarse el cuadragésimo aniversario de la «Sacerdotalis Caelibatus» del Papa Pablo VI.

* * *

Al entrar en el XL aniversario de la publicación de la encíclica Sacerdotalis caelibatus de Su Santidad Pablo VI, la Congregación para el clero cree oportuno recordar la enseñanza magisterial de este importante documento pontificio.

En realidad, el celibato sacerdotal es un don precioso de Cristo a su Iglesia, un don que es necesario meditar y fortalecer constantemente, de modo especial en el mundo moderno profundamente secularizado.

En efecto, los estudiosos indican que los orígenes del celibato sacerdotal se remontan a los tiempos apostólicos. El padre Ignace de la Potterie escribe: «Los estudiosos en general están de acuerdo en decir que la obligación del celibato, o al menos de la continencia, se convirtió en ley canónica desde el siglo IV (...). Pero es importante observar que los legisladores de los siglos IV o V afirmaban que esa disposición canónica estaba fundada en una tradición apostólica. Por ejemplo, el concilio de Cartago (del año 390) decía: “Conviene que los que están al servicio de los misterios divinos practiquen la continencia completa (continentes esse in omnibus) para que lo que enseñaron los Apóstoles y ha mantenido la antigüedad misma, lo observemos también nosotros”» (cf. Il fondamento biblico del celibato sacerdotale, en: Solo per amore. Riflessioni sul celibato sacerdotale. Cinisello Balsamo 1993, pp. 14-15). En el mismo sentido, A.M. Stickler habla de argumentos bíblicos en favor del celibato de inspiración apostólica (cf. Ch. Cochini, Origines apostoliques du Célibat sacerdotal, Prefacio, p. 6).

Desarrollo histórico

El Magisterio solemne de la Iglesia reafirma ininterrumpidamente las disposiciones sobre el celibato eclesiástico. El Sínodo de Elvira (300-303?), en el canon 27, prescribe: «El obispo o cualquier otro clérigo tenga consigo solamente o una hermana o una hija virgen consagrada a Dios; pero en modo alguno plugo (al Concilio) que tengan a una extraña» (Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia, ed. Herder, Barcelona 1955, n. 52 b, p. 22); y en el canon 33: «Plugo prohibir totalmente a los obispos, presbíteros y diáconos o a todos los clérigos puestos en ministerio, que se abstengan de sus cónyuges y no engendren hijos y quienquiera lo hiciere, sea apartado del honor de la clerecía» (ib., 52 c).

También el Papa Siricio (384-399), en la carta al obispo Himerio de Tarragona, fechada el 10 de febrero de 385, afirma: «El Señor Jesús (...) quiso que la forma de la castidad de su Iglesia, de la que él es esposo, irradiara con esplendor (...). Todos los sacerdotes estamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir, que desde el día de nuestra ordenación consagramos nuestros corazones y cuerpos a la sobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios que diariamente le ofrecemos» (ib., n. 89, p. 34).

En el primer concilio ecuménico de Letrán, año 1123, en el canon 3 leemos: «Prohibimos absolutamente a los presbíteros, diáconos y subdiáconos la compañía de concubinas y esposas, y la cohabitación con otras mujeres fuera de las que permitió que habitaran el concilio de Nicea (325)» (ib., n. 360, p. 134).

Asimismo, en la sesión XXIV del concilio de Trento, en el canon 9 se reafirma la imposibilidad absoluta de contraer matrimonio a los clérigos constituidos en las órdenes sagradas o a los religiosos que han hecho profesión solemne de castidad; con ella, la nulidad del matrimonio mismo, juntamente con el deber de pedir a Dios el don de la castidad con recta intención (cf. ib., n. 979, p. 277).

En tiempos más recientes, el concilio ecuménico Vaticano II, en el decreto Presbyterorum ordinis (n. 16), reafirmó el vínculo estrecho que existe entre celibato y reino de los cielos, viendo en el primero un signo que anuncia de modo radiante al segundo, un inicio de vida nueva, a cuyo servicio se consagra el ministro de la Iglesia.

Con la encíclica del 24 de junio de 1967, Pablo VI mantuvo una promesa que había hecho a los padres conciliares dos años antes. En ella examina las objeciones planteadas a la disciplina del celibato y, poniendo de relieve sus fundamentos cristológicos y apelando a la historia y a lo que los documentos de los primeros siglos nos enseñan con respecto a los orígenes del celibato-continencia, confirma plenamente su valor.

El Sínodo de los obispos de 1971, tanto en el esquema presinodal Ministerium presbyterorum (15 de febrero) como en el documento final Ultimis temporibus (30 de noviembre), afirma la necesidad de conservar el celibato en la Iglesia latina, iluminando su fundamento, la convergencia de los motivos y las condiciones que lo favorecen (Enchiridion del Sínodo de los obispos, 1. 1965-1988; edición de la Secretaría general del Sínodo de los obispos, Bolonia 2005, nn. 755-855; 1068-1114; sobre todo los nn. 1100-1105).

La nueva codificación de la Iglesia latina de 1983 reafirma la tradición de siempre: «Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres» (Código de derecho canónico, can. 277, § 1).

En la misma línea se sitúa el Sínodo de 1990, del que surgió la exhortación apostólica del siervo de Dios Papa Juan Pablo II Pastores dabo vobis, en la que el Sumo Pontífice presenta el celibato como una exigencia de radicalismo evangélico, que favorece de modo especial el estilo de vida esponsal y brota de la configuración del sacerdote con Jesucristo, a través del sacramento del Orden (cf. n. 44).

El Catecismo de la Iglesia católica, publicado en 1992, que recoge los primeros frutos del gran acontecimiento del concilio ecuménico Vaticano II, reafirma la misma doctrina: «Todos los ministros ordenados de la Iglesia latina, exceptuados los diáconos permanentes, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el reino de los cielos» (n. 1579).

En el más reciente Sínodo, sobre la Eucaristía, según la publicación provisional, oficiosa y no oficial, de sus proposiciones finales, concedida por el Papa Benedicto XVI, en la proposición 11, sobre la escasez de clero en algunas partes del mundo y sobre el «hambre eucarística» del pueblo de Dios, se reconoce «la importancia del don inestimable del celibato eclesiástico en la praxis de la Iglesia latina». Con referencia al Magisterio, en particular al concilio ecuménico Vaticano II y a los últimos Pontífices, los padres pidieron que se ilustraran adecuadamente las razones de la relación entre celibato y ordenación sacerdotal, respetando plenamente la tradición de las Iglesias orientales. Algunos hicieron referencia a la cuestión de los viri probati, pero la hipótesis se consideró un camino que no se debe seguir.

El pasado 16 de noviembre de 2006, el Papa Benedicto XVI presidió en el palacio apostólico una de las reuniones periódicas de los jefes de dicasterio de la Curia romana. En esa ocasión se reafirmó el valor de la elección del celibato sacerdotal según la tradición católica ininterrumpida, así como la exigencia de una sólida formación humana y cristiana tanto para los seminaristas como para los sacerdotes ya ordenados.

Las razones del sagrado celibato

En la encíclica Sacerdotalis caelibatus, Pablo VI presenta al inicio la situación en que se encontraba en ese tiempo la cuestión del celibato sacerdotal, tanto desde el punto de vista del aprecio hacia él como de las objeciones. Sus primeras palabras son decisivas y siguen siendo actuales: «El celibato sacerdotal, que la Iglesia custodia desde hace siglos como perla preciosa, conserva todo su valor también en nuestro tiempo, caracterizado por una profunda transformación de mentalidades y de estructuras» (n. 1).

Pablo VI revela cómo meditó él mismo, preguntándose acerca del tema, para poder responder a las objeciones, y concluye: «Pensamos, pues, que la vigente ley del sagrado celibato debe, también hoy, y firmemente, estar unida al ministerio eclesiástico; ella debe sostener al ministro en su elección exclusiva, perenne y total del único y sumo amor de Cristo y de la dedicación al culto de Dios y al servicio de la Iglesia, y debe cualificar su estado de vida tanto en la comunidad de los fieles como en la profana» (n. 14).

«Ciertamente —añade el Papa—, como ha declarado el sagrado concilio ecuménico Vaticano II, la virginidad “no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias orientales” (Presbyterorum ordinis, 16), pero el mismo sagrado Concilio no ha dudado en confirmar solemnemente la antigua, sagrada y providencial ley vigente del celibato sacerdotal, exponiendo también los motivos que la justifican para todos los que saben apreciar con espíritu de fe y con íntimo y generoso fervor los dones divinos» (n. 17).

Es verdad. El celibato es un don que Cristo ofrece a los llamados al sacerdocio. Este don debe ser acogido con amor, alegría y gratitud. Así, será fuente de felicidad y de santidad.

La razones del sagrado celibato, aportadas por Pablo VI, son tres: su significado cristológico, el significado eclesiológico y el escatológico.

Comencemos por el significado cristológico. Cristo es novedad. Realiza una nueva creación. Su sacerdocio es nuevo. Cristo renueva todas las cosas. Jesús, el Hijo unigénito del Padre, enviado al mundo, «se hizo hombre para que la humanidad, sometida al pecado y la muerte, fuese regenerada y, mediante un nuevo nacimiento, entrase en el reino de los cielos. Consagrado totalmente a la voluntad del Padre, Jesús realizó mediante su misterio pascual esta nueva creación introduciendo en el tiempo y en el mundo una forma nueva, sublime y divina de vida, que transforma la misma condición terrena de la humanidad» (n. 19).

El mismo matrimonio natural, bendecido por Dios desde la creación, pero herido por el pecado, fue renovado por Cristo, que «lo elevó a la dignidad de sacramento y de misterioso signo de su unión con la Iglesia (...) Cristo, mediador de un testamento más excelente (24), abrió también un camino nuevo, en el que la criatura humana, adhiriéndose total y directamente al Señor y preocupada solamente de él y de sus cosas (25), manifiesta de modo más claro y complejo la realidad, profundamente innovadora del Nuevo Testamento» (n. 20).

Esta novedad, este nuevo camino, es la vida en la virginidad, que Jesús mismo vivió, en armonía con su índole de mediador entre el cielo y la tierra, entre el Padre y el género humano. «En plena armonía con esta misión, Cristo permaneció toda la vida en el estado de virginidad, que significa su dedicación total al servicio de Dios y de los hombres» (21). Servicio de Dios y de los hombres quiere decir amor total y sin reservas, que marcó la vida de Jesús entre nosotros. Virginidad por amor al reino de Dios.

Ahora bien, Cristo, al llamar a sus sacerdotes para ser ministros de la salvación, es decir, de la nueva creación, los llama a ser y a vivir en novedad de vida, unidos y semejantes a él en la forma más perfecta posible. De ello brota el don del sagrado celibato, como configuración más plena con el Señor Jesús y profecía de la nueva creación. A sus Apóstoles los llamó «amigos». Los llamó a seguirlo muy de cerca, en todo, hasta la cruz. Y la cruz los llevará a la resurrección, a la nueva creación perfeccionada. Por eso sabemos que seguirlo con fidelidad en la virginidad, que incluye una inmolación, nos llevará a la felicidad. Dios no llama a nadie a la infelicidad, sino a la felicidad. Sin embargo, la felicidad se conjuga siempre con la fidelidad. Lo dijo el querido Papa Juan Pablo II a los esposos reunidos con él en el II Encuentro mundial de las familias, en Río de Janeiro.

Así se llega al tema del significado escatológico del celibato, en cuanto que es signo y profecía de la nueva creación, o sea, del reino definitivo de Dios en la Parusía, cuando todos resucitaremos de la muerte.

Como enseña el concilio Vaticano II, la Iglesia «constituye el germen y el comienzo de este reino en la tierra» (Lumen gentium, 5). La virginidad, vivida por amor al reino de Dios, constituye un signo particular de los «últimos tiempos», pues el Señor ha anunciado que «en la resurrección no se tomará mujer ni marido, sino que serán como ángeles de Dios en el cielo» (Sacerdotalis caelibatus, 34).

En un mundo como el nuestro, mundo de espectáculo y de placeres fáciles, profundamente fascinado por las cosas terrenas, especialmente por el progreso de las ciencias y las tecnologías —recordemos las ciencias biológicas y las biotecnologías—, el anuncio de un más allá, o sea, de un mundo futuro, de una parusía, como acontecimiento definitivo de una nueva creación, es decisivo y al mismo tiempo libra de la ambigüedad de las aporías, de los estrépitos, de los sufrimientos y contradicciones, con respecto a los verdaderos bienes y a los nuevos y profundos conocimientos que el progreso humano actual trae consigo.

Por último, el significado eclesiológico del celibato nos lleva más directamente a la actividad pastoral del sacerdote.

La encíclica Sacerdotalis caelibatus afirma: «la virginidad consagrada de los sagrados ministros manifiesta el amor virginal de Cristo a su Iglesia y la virginal y sobrenatural fecundidad de esta unión» (n. 26). El sacerdote, semejante a Cristo y en Cristo, se casa místicamente con la Iglesia, ama a la Iglesia con amor exclusivo. Así, dedicándose totalmente a las cosas de Cristo y de su Cuerpo místico, el sacerdote goza de una amplia libertad espiritual para ponerse al servicio amoroso y total de todos los hombres, sin distinción.

«Así, el sacerdote, muriendo cada día totalmente a si mismo, renunciando al amor legítimo de una familia propia por amor de Cristo y de su reino, hallará la gloria de una vida en Cristo plenísima y fecunda, porque como él y en él ama y se da a todos los hijos de Dios» (n. 30).

La encíclica añade, asimismo, que el celibato aumenta la idoneidad del sacerdote para la escucha de la palabra de Dios y para la oración, y lo capacita para depositar sobre el altar toda su vida, que lleva los signos del sacrificio.

El valor de la castidad y del celibato

El celibato, antes de ser una disposición canónica, es un don de Dios a su Iglesia; es una cuestión vinculada a la entrega total al Señor. Aun distinguiendo entre la disciplina del celibato de los sacerdotes seculares y la experiencia religiosa de la consagración y de la profesión de los votos, no cabe duda de que no existe otra interpretación y justificación del celibato eclesiástico fuera de la entrega total al Señor, en una relación que sea exclusiva, también desde el punto de vista afectivo; esto supone una fuerte relación personal y comunitaria con Cristo, que transforma el corazón de sus discípulos.

La opción del celibato hecha por la Iglesia católica de rito latino se ha realizado, desde los tiempos apostólicos, precisamente en la línea de la relación del sacerdote con su Señor, teniendo como gran icono el «¿Me amas más que estos?» (Jn 21, 15) que Jesús resucitado dirige a Pedro.

Por tanto, las razones cristológicas, eclesiológicas y escatológicas del celibato, todas ellas arraigadas en la comunión especial con Cristo a la que está llamado el sacerdote, pueden tener diversas expresiones, según lo que afirma autorizadamente la encíclica Sacerdotalis caelibatus.

Ante todo, el celibato es «signo y estímulo de la caridad pastoral» (n. 24). La caridad es el criterio supremo para juzgar la vida cristiana en todos sus aspectos; el celibato es un camino del amor, aunque el mismo Jesús, como refiere el evangelio según san Mateo, afirma que no todos pueden comprender esta realidad: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido» (Mt 19, 11).

Esa caridad se desdobla en los clásicos aspectos de amor a Dios y amor a los hermanos: «Por la virginidad o el celibato a causa del reino de los cielos, los presbíteros se consagran a Cristo de una manera nueva y excelente y se unen más fácilmente a él con un corazón no dividido» (Presbyterorum ordinis, 16). San Pablo, en un pasaje al que se alude, presenta el celibato y la virginidad como «camino para agradar al Señor» sin divisiones (cf. 1 Co 7, 32-34): en otras palabras, un «camino del amor», que ciertamente supone una vocación particular, y en este sentido es un carisma, y que es en sí mismo excelente tanto para el cristiano como para el sacerdote.

El amor radical a Dios, a través de la caridad pastoral, se convierte en amor a los hermanos. En el decreto Presbyterorum ordinis leemos que los sacerdotes «se dedican más libremente a él y, por él al servicio de Dios y de los hombres y se ponen al servicio de su reino y de la obra de la regeneración sobrenatural sin ningún estorbo. Así se hacen más aptos para aceptar en Cristo una paternidad más amplia» (n. 16). La experiencia común confirma que a quienes no están vinculados a otros afectos, por más legítimos y santos que sean, además del de Cristo, les resulta más sencillo abrir plenamente y sin reservas su corazón a los hermanos.

El celibato es el ejemplo que Cristo mismo nos dejó. Él quiso ser célibe. Explica también la encíclica: «Cristo permaneció toda la vida en el estado de virginidad, que significa su dedicación total al servicio de Dios y de los hombres. Esta profunda conexión entre la virginidad y el sacerdocio en Cristo se refleja en los que tienen la suerte de participar de la dignidad y de la misión del mediador y sacerdote eterno, y esta participación será tanto más perfecta cuanto el sagrado ministro esté más libre de vínculos de carne y de sangre» (n. 21).

La existencia histórica de Jesucristo es el signo más evidente de que la castidad voluntariamente asumida por Dios es una vocación sólidamente fundada tanto en el plano cristiano como en el de la común racionalidad humana.

Si la vida cristiana común no puede legítimamente llamarse así cuando excluye la dimensión de la cruz, cuánto más la existencia sacerdotal sería ininteligible si prescindiera de la perspectiva del Crucificado. A veces en la vida de un sacerdote está presente el sufrimiento, el cansancio y el tedio, incluso el fracaso, pero esas cosas no la determinan en última instancia. Al escoger seguir a Cristo, desde el primer momento nos comprometemos a ir con él al Calvario, conscientes de que tomar la propia cruz es el elemento que califica el radicalismo del seguimiento.

Por último, como he dicho, el celibato es un signo escatológico. Ya desde ahora está presente en la Iglesia el reino futuro: ella no sólo lo anuncia, sino que también lo realiza sacramentalmente, contribuyendo a la «nueva creación», hasta que la gloria de Cristo se manifieste plenamente.

Mientras que el sacramento del matrimonio arraiga a la Iglesia en el presente, sumergiéndola totalmente en el orden terreno, que así se transforma también él en lugar posible de santificación, la virginidad remite inmediatamente al futuro, a la perfección íntegra de la creación, que sólo alcanzará su plenitud al final de los tiempos.

Medios para ser fieles al celibato

La sabiduría bimilenaria de la Iglesia, experta en humanidad, ha identificado constantemente a lo largo del tiempo algunos elementos fundamentales e irrenunciables para favorecer la fidelidad de sus hijos al carisma sobrenatural del celibato.

Entre ellos destaca, también en el magisterio reciente, la importancia de la formación espiritual del sacerdote, llamado a ser «testigo de lo Absoluto». La Pastores dabo vobis afirma: «Formarse para el sacerdocio es aprender a dar una respuesta personal a la pregunta fundamental de Cristo: “¿Me amas?” (Jn 21, 15). Para el futuro sacerdote, la respuesta no puede ser sino el don total de su vida» (n. 42).

En este sentido, son absolutamente fundamentales tanto los años de la formación remota, vivida en la familia, como sobre todo los de la próxima, en los años del seminario, verdadera escuela de amor, en la que, como la comunidad apostólica, los jóvenes seminaristas mantienen una relación de intimidad con Jesús, esperando el don del Espíritu para la misión. «La relación del sacerdocio con Jesucristo, y en él con su Iglesia, —en virtud de la unción sacramental— se sitúa en el ser y en el obrar del sacerdote, o sea, en su misión o ministerio» (ib., 16).

El sacerdocio no es más que «vivir íntimamente unidos a él» (ib., 46), en una relación de comunión íntima que se describe como «una forma de amistad» (ib.). La vida del sacerdote, en el fondo, es la forma de existencia que sería inconcebible si no existiera Cristo. Precisamente en esto consiste la fuerza de su testimonio: la virginidad por el reino de Dios es un dato real; existe porque existe Cristo, que la hace posible.

El amor al Señor es auténtico cuando tiende a ser total: enamorarse de Cristo quiere decir tener un conocimiento profundo de él, frecuentar su persona, sumergirse en él, asimilar su pensamiento y, por último, aceptar sin reservas las exigencias radicales del Evangelio. Sólo se puede ser testigos de Dios si se hace una profunda experiencia de Cristo. De la relación con el Señor depende toda la existencia sacerdotal, la calidad de su experiencia de martyria, de su testimonio.

Sólo es testigo de lo Absoluto quien de verdad tiene a Jesús por amigo y Señor, quien goza de su comunión. Cristo no es solamente objeto de reflexión, tesis teológica o recuerdo histórico; es el Señor presente; está vivo porque resucitó y nosotros sólo estamos vivos en la medida en que participamos cada vez más profundamente de su vida. En esta fe explícita se funda toda la existencia sacerdotal. Por eso la encíclica dice: «Aplíquese el sacerdote en primer lugar a cultivar con todo el amor que la gracia le inspira su intimidad con Cristo, explorando su inagotable y santificador misterio; adquiera un sentido cada vez más profundo del misterio de la Iglesia, fuera del cual su estado de vida correría el riesgo de parecerle sin consistencia e incongruente» (Sacerdotalis caelibatus, 75).

Además de la formación y del amor a Cristo, un elemento esencial para conservar el celibato es la pasión por el reino de Dios, que significa la capacidad de trabajar con diligencia y sin escatimar esfuerzos para que Cristo sea conocido, amado y seguido. Como el campesino que, al encontrar la perla preciosa, lo vende todo para comprar el campo, así quien encuentra a Cristo y entrega toda su existencia con él y por él, no puede menos de vivir trabajando para que otros puedan encontrarlo.

Sin esta clara perspectiva, cualquier «impulso misionero» está destinado al fracaso, las metodologías se transforman en técnicas de conservación de una estructura, e incluso las oraciones podrían convertirse en técnicas de meditación y de contacto con lo sagrado, en las que se disuelven tanto el yo humano como el Tú de Dios.

Una ocupación fundamental y necesaria del sacerdote, como exigencia y como tarea, es la oración, la cual es insustituible en la vida cristiana y, por consecuencia, en la sacerdotal. A la oración hay que prestar atención particular: la celebración eucarística, el Oficio divino, la confesión frecuente, la relación afectuosa con María santísima, los ejercicios espirituales, el rezo diario del santo rosario, son algunos de los signos espirituales de un amor que, si faltara, correría el riesgo de ser sustituido con los sucedáneos, a menudo viles, de la imagen, de la carrera, del dinero y de la sexualidad.

El sacerdote es hombre de Dios porque está llamado por Dios a serlo y vive esta identidad personal en la pertenencia exclusiva a su Señor, que se documenta también en la elección del celibato. Es hombre de Dios porque de él vive, a él habla, con él discierne y decide, en filial obediencia, los pasos de su propia existencia cristiana.

Cuanto más radicalmente sean hombres de Dios los sacerdotes, mediante una existencia totalmente teocéntrica, como subrayó el Santo Padre Benedicto XVI en su discurso a la Curia romana con ocasión de las felicitaciones navideñas, el 22 de diciembre de 2006, tanto más eficaz y fecundo será su testimonio y tanto más rico en frutos de conversión será su ministerio. No hay oposición entre la fidelidad a Dios y la fidelidad al hombre; al contrario, la primera es condición de posibilidad de la segunda.

Conclusión: una vocación santa

La Pastores dabo vobis, hablando de la vocación del sacerdote a la santidad, después de subrayar la importancia de la relación personal con Cristo, presenta otra exigencia: el sacerdote, llamado a la misión del anuncio, recibe el encargo de llevar la buena nueva como un don a todos. Sin embargo, está llamado a acoger el Evangelio ante todo como don ofrecido a su propia existencia, a su propia persona y como acontecimiento salvífico que lo compromete a una vida santa.

Desde esta perspectiva, Juan Pablo II habló del radicalismo evangélico que debe caracterizar la santidad del sacerdote. Por tanto, se puede decir que los consejos evangélicos tradicionalmente propuestos por la Iglesia y vividos en los estados de la vida consagrada, son los itinerarios de un radicalismo vital al que también, a su modo, el sacerdote está llamado a ser fiel.

La exhortación afirma: «Expresión privilegiada del radicalismo son los varios consejos evangélicos que Jesús propone en el sermón de la montaña (cf. Mt 5-7), y entre ellos los consejos, íntimamente relacionados entre sí, de obediencia, castidad y pobreza: el sacerdote está llamado a vivirlos según el estilo, es más, según las finalidades y el significado original que nacen de la identidad propia del presbítero y la expresan» (n. 27).

Más adelante, refiriéndose a la dimensión ontológica en la que se funda el radicalismo evangélico, dice: «El Espíritu, consagrando al sacerdote y configurándolo con Jesucristo, cabeza y pastor, crea una relación que, en el ser mismo del sacerdote, requiere ser asimilada y vivida de manera personal, esto es, consciente y libre, mediante una comunión de vida y amor cada vez más rica, y una participación cada vez más amplia y radical de los sentimientos y actitudes de Jesucristo. En esta relación entre el Señor Jesús y el sacerdote —relación ontológica y psicológica, sacramental y moral— está el fundamento y a la vez la fuerza para aquella “vida según el Espíritu” y para aquel “radicalismo evangélico” al que está llamado todo sacerdote y que se ve favorecido por la formación permanente en su aspecto espiritual» (n. 72).

La nupcialidad del celibato eclesiástico, precisamente por esta relación entre Cristo y la Iglesia que el sacerdote está llamado a interpretar y a vivir, debería dilatar su espíritu, iluminando su vida y encendiendo su corazón. El celibato debe ser una oblación feliz, una necesidad de vivir con Cristo para que él derrame en el sacerdote las efusiones de su bondad y de su amor que son inefablemente plenas y perfectas.

A este propósito, son iluminadoras las palabras del Santo Padre Benedicto XVI: «El verdadero fundamento del celibato sólo puede quedar expresado en la frase: “Dominus pars (mea)”, Tú eres el lote de mi heredad. Sólo puede ser teocéntrico. No puede significar quedar privados de amor; debe significar dejarse arrastrar por el amor a Dios y luego, a través de una relación más íntima con él, aprender a servir también a los hombres. El celibato debe ser un testimonio de fe: la fe en Dios se hace concreta en esa forma de vida, que sólo puede tener sentido a partir de Dios. Fundar la vida en él, renunciando al matrimonio y a la familia, significa acoger y experimentar a Dios como realidad, para así poderlo llevar a los hombres» (Discurso a la Curia romana con ocasión de las felicitaciones navideñas, 22 de diciembre de 2006: L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de diciembre de 2006, p. 7).
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P. Fernando
Constante


Registrado: 07 Mar 2006
Mensajes: 638

MensajePublicado: Jue Mar 29, 2007 7:15 am    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Un saludo en el Señor:

En la reciente exhortación del Papa Benedicto XVI dedicada a la Eucaristía, "Sacramentum caritatis", hay un número que habla de la relación entre Eucaristía y celibato sacerdotal. Lo podemos añadir aquí para profundizar en el sentido verdadero del celibato según la mente de la Iglesia.

Cita:
Eucaristía y celibato sacerdotal

24. Los Padres sinodales han querido subrayar que el sacerdocio ministerial requiere, mediante la Ordenación, la plena configuración con Cristo. Respetando la praxis y las diferentes tradiciones orientales, es necesario reafirmar el sentido profundo del celibato sacerdotal, considerado con razón como una riqueza inestimable y confirmado por la praxis oriental de elegir como obispos sólo entre los que viven el celibato, y que tiene en gran estima la opción por el celibato que hacen numerosos presbíteros. En efecto, esta opción del sacerdote es una expresión peculiar de la entrega que lo configura con Cristo y de la entrega exclusiva de sí mismo por el Reino de Dios.[75] El hecho de que Cristo mismo, sacerdote para siempre, viviera su misión hasta el sacrificio de la cruz en estado de virginidad es el punto de referencia seguro para entender el sentido de la tradición de la Iglesia latina a este respecto. Así pues, no basta con comprender el celibato sacerdotal en términos meramente funcionales. En realidad, representa una especial configuración con el estilo de vida del propio Cristo. Dicha opción es ante todo esponsal; es una identificación con el corazón de Cristo Esposo que da la vida por su Esposa. Junto con la gran tradición eclesial, con el Concilio Vaticano II[76] y con los Sumos Pontífices predecesores míos,[77] reafirmo la belleza y la importancia de una vida sacerdotal vivida en el celibato, como signo que expresa la dedicación total y exclusiva a Cristo, a la Iglesia y al Reino de Dios, y confirmo por tanto su carácter obligatorio para la tradición latina. El celibato sacerdotal, vivido con madurez, alegría y entrega, es una grandísima bendición para la Iglesia y para la sociedad misma.

(Texto tomado de http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/apost_exhortations/documents/hf_ben-xvi_exh_20070222_sacramentum-caritatis_sp.html)
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Lagoazul1
Esporádico


Registrado: 01 Abr 2007
Mensajes: 60

MensajePublicado: Mar Abr 10, 2007 8:50 am    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

Hola

Se que este no es mi foro y que no debería escribir aquí, puesto que soy mujer y casada Smile

Bueno, vamos a ver... yo he sido catequista desde los 15 añitos hasta que me casé con 29. Así pues, he conocido a muchos sacerdotes que han pasado por mi parroquia y por otras. También he compartido la fiesta de ordenación de mi primo sacerdote con todos sus compañeros seminaristas.

Yo opino que un sacerdote que se ordena siendo Virgen y que permanece célibe toda su vida es un ser maravilloso.
Lo primero porque una esposa y unos posibles hijos de buen seguro impedirían la práctica de todas sus obligaciones como me pasa a mí, que antes tengo que hacer feliz a mi esposo dedicándole el tiempo que me solicita (para ir al cine, salir a cenar...) y negar ese tiempo a otras personas, familia incluída.
¿No os habéis fijado en la mirada inocente de un sacerdote virgen y célibe, en su bondad?
No digo con ello que las personas que no somos vírgenes no seamos buenos, inocentes y muuuuchas cosas más. Sólo digo que ellos tienen el corazón de un niño, un niño que creo agrada a Dios porque anda pensando en su deber como servidor de la iglesia, de forma exclusiva.

Que viva el celibato que tiene muchas cosas buenas y que no es tan difícil de cumplir si se hace con amor.

Además voy a poner un curioso ejemplo de una chica joven que vino de China a España y nos contó que a ella no le atraía comer chocolate. Todos la digimos ¿pero no lo has probado, no te gusta, no lo necesitas cuando estás deprimida?.... Está claro que el chocolate no tiene atractivo para quien no lo ha probado y es difícil caer en la tentación de comerse una tableta Laughing

Mucho ánimo, mucho amor y mucho orgullo por vivir como a Dios le agrada.
_________________
Tears 4 Jesus
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manemanena7
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Registrado: 31 May 2007
Mensajes: 2

MensajePublicado: Mie Jun 06, 2007 10:50 pm    Asunto: Re: Gracias
Tema: El celibato Sacerdotal
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Me parece mas sensato lo que dice alguien un poco mas arriba... deberian dejar que sea libre eleccion del sacerdote el casarse, a lo mejor si es alguien que trabaja a tiempo completo en una parroquia podria ser casado y si va a viajar mucho le convendria no serlo, pero en todo caso, me voy a que al menos en mi caso personal, conozco a un sacerdote que no puede hacer la eleccion de retirarse definitivamente de su vida sacerdotal para @unirse@ a una esposa, por lo que dira la sociedad, pero especialmente, por que le gusta sobremanera lo que hace, y no quiere renunciar, tampoco se le puede obligar, pero, no puede dejar de ver a la persona que supuestamente ama porque llena su espacio, llena su vida, le completa de alguna forma, y lamentablmente, Dios hace las cosas por alguna extra;a razon, no se por que, pero, los dos sentimientos son buenos, son caminos que llevan a Dios, ... realmente quisiera que las cosas pudieran ser tan faciles para decir si alguien escoje algo tiene que ser tan radical para no optar por nada mas en su vida.... y creanme que es dificil la decision .. se sufre mucho con ello
un abrazo y bendiciones
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manemanena7
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Registrado: 31 May 2007
Mensajes: 2

MensajePublicado: Mie Jun 06, 2007 10:55 pm    Asunto: una pregunta
Tema: El celibato Sacerdotal
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Perdon por lo que voy a decir, soy muy ignorante a lo mejor pero me gustaria saber... puede un sacerdote regresar a ser un diacono??? y con ello realizar casi las mismas tareas pero ademas, optar por el matrimonio????

Saludos,
Very Happy
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 221
Ubicación: Malaga-España

MensajePublicado: Mar Jun 26, 2007 12:32 pm    Asunto: Matrimonio y Dios
Tema: El celibato Sacerdotal
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De tanto ensalzar, y en parte con razón, el celibato y la virginidad, ¿no hemos desvalorado en exceso la misión procreativa por amor de Dios ya que es engendrar hijos a su imagen y semejanza?
¿Hemos sido sinceros en la defensa a ultranza de la castidad como si la procreación, por amor de Dios y con Dios, no fuese el cumplimiento y complacencia nuestra de un mandato divino para procrear con Ël su misma imagen?
Esa santa colaboración con Dios en la necesaria transmisión de la vida, ¿disminuye como indigna la misión general de los hombres?
¿Esa misión divina procreativa es degradante espiritualmente como de segundo grado espiritual?

Si con sinceridad ante nuestra conciencia hacemos examen sobre el cumplimiento histórico de esa virtud, como de las demás. ¿nuestro espejo nos ofrece la misma imagen ante los hombres como ante Dios?
Admiro la entrega total, la renuncia como demuestra el Magisterio de la Iglesia y la admiración del pueblo, pero ¿proclamamos como menos aquella procreación de la imagen de Dios a través de los hijos, o, esto queda para los débiles y como no constitutivo de la perfección de la naturaleza del hombre engendrando a otro-imagen-hijo de Dios?
Solo quiero comentar, admitido como muy santo el Magisterio de la Iglesia, ¿que por qué no hacemos una valoración más transcendente del amor de Dios en la procreación que es igual a Matrimonio y Dios, que es igual a hijo imagen de Dios?
Ensalzo y admito la renuncia total, pero no solo la de los hijos, sino de la riqueza, comodidad, ostentación de poder, para que ese celibato o virginidad no sea la esencia de la entrega, sino solo una de las renuncias libres para un servicio más completo a Dios en los hombres.
Si enfocamos, pero con gran evangelización la grandeza de esa procreación: Matrimonio y Dios, fuente de vida temporal pero para la eternidad, formaríamos familias más cristianas de donde surgirían las vocaciones para una entrega más liberada en servicio de Dios entre los hombres y de unión a Dios con menos obstáculos materiales.
Los placeres en la procreación, sin lugar a dudas, son un gran don de Dios porque de esa unión, matrimonio y Dios, surge el hijo como forzosa y gozosa imagen de Dios que con el bautismo es Templo de la Trinidad.
¿Cuando Cristo dice: ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, solo se lo dice a los célibes?
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luxentinieblas
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Registrado: 12 Ago 2007
Mensajes: 1
Ubicación: ESPAÑA

MensajePublicado: Dom Ago 12, 2007 10:09 pm    Asunto:
Tema: El celibato Sacerdotal
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Al igual que 5555 pido disculpas pues no soy cura, pero como todo católico bautizado participo del sacerdocio real de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote y eso hace que compartamos título, que no ministerio. Y repito, no soy presbítero y lo último que deseo es juzgar pues una hora de mi día a día la he consagrado a Dios para rezar por ustedes, igual que hacen por nosotros. Sobre todo, que sepan que nadie tiene derecho a juicio y sólo El podrá hacerlo y nos juzgará desde la Misericordia...a todos.

Seré breve y no hace falta respuesta sólo quería rescatar unas hermosas palabras de un documento, totalmente escritas desde el Evangelio:

- Del Decreto "Presbyterorum Ordinis" del Vaticano II

"16. La perfecta y perpetua contienecia por el REino de los Cielos, recomendada por Cristo Señor, abrazada y gustosamente laudable observada a lo largo de los siglos y aun en nuestros tiempos, por muchos cristianos, ha sido tenida en gran estima por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal. Ya que es al mismo tiempo signo y estímulo de la caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad espiritual en el mundo. En verdad no es exigida por la misma naturaleza del sacerdocio (...) Pero el celibato tiene una múltiple conformidad con el sacerdocio. Los presbíteros, pues, por la virginidad o el celibato, guardado por el Reino de los cielos, se consagran a Cristo de una forma nueva y eximia, se unen a El más fácilmente con un corazón indiviso, se dedican más libremente a El y por El al servicio de Dios y de los hombres, sirven más expeditamente a su reino y a la obra de la regeneración sobrenatural y así se hacen más aptos pra recibir ampliamente la paternidad de Cristo."


Es difícil a veces cuidar el corazón, pero Dios es grande, yo como seglar que soy soltero también debo vivir, para ser fiel a Cristo, la castidad y el celibato. Y también a veces debemos los seglares sufrir el que se vaya el corazón tras quien no corresponde, y vivir la tentación cuando casi se está a punto de caer...Lo sé, no es igual pues ustedes deben además soportar la presión de tantos como juzgan...

Pero les pido ánimo, recuerden ese primer momento en que dijeron sí a Dios por El y por la Iglesia. Piensen en cuantos jóvenes necesitamos la luz que sólo a través del pastor puede llegar. Cuenten con nuestra oración y apoyo, pero creo que el celibato es muy muy importante, sobre todo si desde una madura y seria reflexión y discernimiento se ha abrazado y elegido libremente por Cristo y por el Reino.

Y lo cierto es que debe ser sumamente complicado atender a una parroquia o más con total entrega y a una familia a la vez... Si lo toman con cierto tono de humor eso no hay quien lo aguante¡¡

Gracias y que la Virgen María les bendiga y cuide.
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Pao_lita
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Registrado: 07 Ago 2006
Mensajes: 22

MensajePublicado: Mar Sep 11, 2007 2:47 pm    Asunto: Re: celibato destructor
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

wilmer escribió:
creo con todo el respeto que se merece usted no tiene conocimiento sobre lo que dice el evangelio sobre este asunto.
por que a dicho "radicalidad del evangelio" el evangelio del Señor Jesucristo claramente dice que que quien desee servir a Dios debe ser marido de una sola mujer, es decir casado a menos que tenga la capasidad de ser celibe y segun nuestros tiempos dudo mucho que existan hombres o mujeres con tal virtud o capasidad.
y los hechos me dan la razon miles de sacerdotes an manchado la fe al abusar sexualmente de niños o volverse homosexuales, y le pregunto. lo que Dios creo es algo sucio o es algo bueno?... si me dice sucio usted no es de Dios.
y si me dice bueno. pues el sexo lo creo Dios y bajo matrimonio es sagrado por lo tanto es biblico y moral el matrimonio sacerdotal. y usted me da la razon que quien desee servir a Dios de corazon limpio debe ser bien casado con una sola mujer. que Dios lo bendiga



Estimado en Cristo:

Este es un tema que si viene acompañado del celibato, nos trae una gran confusion, puesto que quienes dan como base el termino del celibato al hecho de que han existido abusos a menores por parte de algunos sacerdotes o miembors de la iglesia...
seria bueno hacer un analisis y observar que la mayoria de los abusos por no decir casi todos apuntan hacia niños (varones) aqui entonces cae el tema de la pedofilia y homosexualidad... Y aqui el tema a tratar entonces es el ordenar sacerdotes con tendencias homosexuales, ¿Porque? quizas la respuesta apunte que a quienes son los responsables de guiar el discernimiento de los posibles candidatos al sacerdocio, vean como solucion que ellos tomen los habitos aun concientes de esta condicion, dando prioridad al numero de sacerdotes mas que a la calidad de sacerdotes... Entonces es en este punto que debemos hacernos todos los catolicos responsables...
Sin duda que el celibato es una opcion acompañado de la tradicion, y debemos orar verdaderamente para que muchos llamados al sacerdocio sean bendecidos por el Espiritu santo con La VIRTUD DEL DOMINIO...
Y que todo ello sea para ALABANZA Y GLORIA DE SU SANTO NOMBRE...
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Pao_lita
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Registrado: 07 Ago 2006
Mensajes: 22

MensajePublicado: Mar Sep 11, 2007 2:48 pm    Asunto: Re: celibato destructor
Tema: El celibato Sacerdotal
Responder citando

wilmer escribió:
creo con todo el respeto que se merece usted no tiene conocimiento sobre lo que dice el evangelio sobre este asunto.
por que a dicho "radicalidad del evangelio" el evangelio del Señor Jesucristo claramente dice que que quien desee servir a Dios debe ser marido de una sola mujer, es decir casado a menos que tenga la capasidad de ser celibe y segun nuestros tiempos dudo mucho que existan hombres o mujeres con tal virtud o capasidad.
y los hechos me dan la razon miles de sacerdotes an manchado la fe al abusar sexualmente de niños o volverse homosexuales, y le pregunto. lo que Dios creo es algo sucio o es algo bueno?... si me dice sucio usted no es de Dios.
y si me dice bueno. pues el sexo lo creo Dios y bajo matrimonio es sagrado por lo tanto es biblico y moral el matrimonio sacerdotal. y usted me da la razon que quien desee servir a Dios de corazon limpio debe ser bien casado con una sola mujer. que Dios lo bendiga



Estimado en Cristo:

Este es un tema que si viene acompañado del celibato, nos trae una gran confusion, puesto que quienes dan como base el termino del celibato al hecho de que han existido abusos a menores por parte de algunos sacerdotes o miembors de la iglesia...
seria bueno hacer un analisis y observar que la mayoria de los abusos por no decir casi todos apuntan hacia niños (varones) aqui entonces cae el tema de la pedofilia y homosexualidad... Y aqui el tema a tratar entonces es el ordenar sacerdotes con tendencias homosexuales, ¿Porque? quizas la respuesta apunte que a quienes son los responsables de guiar el discernimiento de los posibles candidatos al sacerdocio, vean como solucion que ellos tomen los habitos aun concientes de esta condicion, dando prioridad al numero de sacerdotes mas que a la calidad de sacerdotes... Entonces es en este punto que debemos hacernos todos los catolicos responsables...
Sin duda que el celibato es una opcion acompañado de la tradicion, y debemos orar verdaderamente para que muchos llamados al sacerdocio sean bendecidos por el Espiritu santo con La VIRTUD DEL DOMINIO...
Y que todo ello sea para ALABANZA Y GLORIA DE SU SANTO NOMBRE...
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