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Santa Felicitas

 
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Autor Mensaje
gothic__medieval_knight
Veterano


Registrado: 27 May 2008
Mensajes: 1020
Ubicación: Rosario

MensajePublicado: Sab Ago 02, 2008 11:04 pm    Asunto: Santa Felicitas
Tema: Santa Felicitas
Responder citando

Que saben de esta santa argentina?
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clauabru
Moderador
Moderador


Registrado: 04 Oct 2005
Mensajes: 6144
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Sab Ago 02, 2008 11:43 pm    Asunto:
Tema: Santa Felicitas
Responder citando

Hola hermano, hay una confusión en tu pregunta, Santa Felicitas no es una santa argentina, hay una historia bastante conocida que está relacionada con la construcción del templo dedicado a Santa Felicitas en Buenos Aires... aquí te pego la historia y luego la hagiografía de Santa Felicitas tomado de la siguiente fuente www.santafelicitas.org.ar

Cita:
La dramática muerte de Felicitas Guerrero de Alzaga dio origen al templo que se levanta hoy en el popular barrio de Barracas.

Felicitas, joven de 16 años contrae matrimonio con Martín de Alzaga, sobrino nieto del español que fuera fusilado en los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo.

Quedando viuda a los veinte y cuatro años y después de un austero duelo se relaciona afectivamente con Enrique Ocampo, joven altamente conceptuado en los círculos sociales donde actuaba, pasado el tiempo, Felicitas inclinó sus sentimientos a favor de otro pretendiente, Manuel Sáenz Valiente.

Enrique Ocampo no acepta esta situación y con la excusa de devolverle regalos y cartas tiene con Felicitas una violenta entrevista que termina con dos disparos en el cuerpo de la infeliz mujer; Felicitas muere al día siguiente, 30 de enero de 1872.

Los padres de Doña Felicitas construyeron en su memoria la capilla que hoy admiramos.

La construcción de la misma fue obra del arquitecto Ernesto Bunge. No posee un estilo definido, aunque la fachada ostenta reminiscencias neogóticas y neorrománicas. Elementos que se repiten en su interior. Es expresión del eclecticismo.

La capilla impresiona por la originalidad de sus líneas, la esbeltez de sus torres y las figuras de ángeles dispuestas en simetría. En el vestíbulo se encuentran dos blancas estatuas de mármol de carrara. La de la derecha representa al yerno de los donantes, en el pedestal lleva la siguiente inscripción: “+ Martín de Alzaga - Marzo 17 de 1870”. A la izquierda la imagen de una madre con su hijo y en pedestal se lee “+ Felicitas G. de Alzaba - Enero de 1872”y “+ Félix de Alzaga – Octubre 3 de 1869”. Recordamos que Felicitas tuvo un hijo, Félix, que murió a los 6 años.

El interior del templo es de una sola nave con crucero y cúpula. Este interior llama la atención por la riqueza de su decorado, el cual se basa en una buena combinación de mármoles, estucos, y pinturas de mérito. La bóveda del crucero ha sido decorada con escenas simbólicas en la que resaltan los dorados. El altar mayor, los laterales y el púlpito son de mampostería policromada. En los cuatro ángulos del crucero se encuentran las imágenes de los Apóstoles.

La capilla posee tres altares: en el Altar Mayor esta la imagen de Nuestra Señora del Rosario, en el lateral izquierda la imagen de Santa Felicitas mártir que fue sacrificada junto a los siete hijos. En el altar lateral derecho se halla la imagen de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires.

Los vitrales son de origen francés y el piso de mosaicos españoles. Las lámparas del templo, con numerosos caireles de cristal aún conservan sus tubos de gas de carburo.

En la antesacristía se pueden ver los bustos de los donantes: Doña Felicitas Cueto de Guerrero y Don Carlos J. Guerrero.

La Iglesia de Santa Felicitas fue abierta al culto el 30 de enero de 1876, en ocasión de cumplirse el cuarto aniversario de la trágica muerte de la señora de Alzaga.

En los jardines aledaños existe una reproducción de la Gruta de Lourdes, obra dirigida por el ingeniero G. Kreutzer.

Fue inaugurada el 8 de diciembre de 1898 y las esculturas se deben al artista italiano Juan Bellotti.

El templo fue cedido en donación a la ex Municipalidad de Buenos Aires en agosto de 1993.

Desde el 25 de diciembre de 1996 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sede al uso y el goce del templo, por medio de un convenio al Arzobispado de Buenos Aires.






Cita:





La fiesta de Santa Felicitas, viuda y mártir, se celebra el 23 de noviembre. Sin embargo, nos ha parecido justo hablar de ella al mismo tiempo que de sus siete hijos. Según la tradición, Felicitas era una noble cristiana que se había consagrado a Dios en su viudez y vivía dedicada a la oración y las obras de caridad. Su ejemplo y el de su familia convirtió a numerosos idólatras a la fe. Ello enfureció a los sacerdotes paganos, quienes se quejaron al emperador Antonino Pío de que las numerosas conversiones que obraba Felicitas provocarían la cólera de los dioses y, como consecuencia, la ciudad y todo el país, sufriría terrible desolación. El emperador dejó el asunto en manos de Publio, prefecto de Roma, quien mandó que la santa y sus hijos compareciesen ante él. Tomó aparte a Felicitas y trató por todos los medios de inducirla a ofrecer sacrificios a los dioses para no verse obligado a imponer un castigo a ella y a sus hijos. Pero la santa respondió: “No trates de atemorizarme con tus amenazas ni de ganarme con tus halagos, porque el Espíritu de Dios, que habita en mí, no permitirá que me venzas, sino que me sacará victoriosa de todos tus ataques.” Publio replicó: “¡Infeliz de ti! ¡Si lo que quieres es morir, muere en buena hora pero no mates a tus hijos!” “Mis hijos, respondió Felicitas, vivirán eternamente si permanecen fieles a la fe, pero si ofrecen sacrificios a los ídolos, les espera la muerte eterna”.

Al día siguiente, el prefecto mandó llamar de nuevo a Felicitas y sus hijos y dijo a ésta: “Apiádate de tus hijos, Felicitas, pues están en la flor de la juventud”. La santa replicó: “Tu piedad es impía y tus palabras crueles”. En seguida, se volvió hacia sus hijos y les dijo: “Hijos míos, levanten los ojos al cielo, donde los esperan Jesucristo y sus santos. Permanezcan fieles a su amor y luchen valientemente por sus almas”. Publio montó en cólera al oír aquello y replicó airadamente: “es una insolencia que hables así a tus hijos en mi presencia, tanto como tu desobediencia a las órdenes del soberano, por lo tanto, serás castigada”. A continuación, mandó que la azotaran. El prefecto llamó entonces, por separado, a cada uno de los jóvenes y trató de conseguir, con promesas y amenazas, que adorasen a los dioses. Como todos se negasen a ello, ordenó que los azotaran y los encerraran en un calabozo. El prefecto informó del caso al emperador, el cual mandó que fuesen juzgados por jueces diferentes y condenados a diversos géneros de muerte. Genaro murió destrozado por los látigos; Félix y Felipe perecieron a golpes de mazo; Silvano fue arrojado al Tíber; Alejandro, Vidal y Marcial alcanzaron la corona por la espada. También la madre fue decapitada, después de haber visto morir a sus hijos.

A propósito de la muerte de Santa Felicitas, San Agustín dice: “El espectáculo que se presenta a los ojos de nuestra fe es magnífico. Hemos oído y visto con la imaginación de esa madre que, contra todos sus instintos humanos, escoge que sus hijos perezcan en su presencia. Pero Felicitas no abandonó a sus hijos, sino que los envió por delante, porque consideraba la muerte, no como el fin de todo, sino como el principio de la vida. Estos mártires renunciaron a una existencia que debía terminar forzosamente, para pasar a una vida que no termina jamás. Pero Felicitas no se contentó con ver morir a sus hijos, sino que los alentó a ello y, al hacerlo, consiguió que su valor fuese todavía más fecundo que su seno. Al verlos luchar, luchó con ellos y la victoria de cada uno de sus hijos fue su propia victoria”. San Gregorio Magno predicó una homilía el día de la fiesta de Santa Felicitas, en la iglesia que se erigió sobre la tumba de la santa en la Vía Salaria. En dicha homilía dijo que Felicitas “que tenía siete hijos, temía que alguno le sobreviviese, como otras madres temen sobrevivir a sus hijos. Su martirio fue mayor, ya que, al ver morir a todos sus hijos, sufrió el martirio en cada uno de ellos. Felicitas fue la última en morir; pero desde el primer momento sufrió, de suerte que su martirio comenzó con el del primero de sus hijos y terminó con su muerte. Así ganó no sólo su propia corona, sino la de todos sus hijos. Al presenciar sus tormentos permaneció constante, sufrió, porque era madre, pero se regocijó porque poseía la esperanza. En Santa Felicitas la fe triunfó de la carne y de la sangre, cuando en nosotros no es capaz de vencer las pasiones y arrancar nuestro corazón de este mundo corrompido.”

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