karenina77 Veterano
 
  Registrado: 01 Oct 2006 Mensajes: 8325
 
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           Publicado:
            Lun May 04, 2009 5:19 am    Asunto:
            la Cruz 
            Tema: la Cruz  | 
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				LA CRUZ
 
 
Arbol divino, afortunado tronco,
 
que al mecerte del viento al oleaje
 
bañado por la luz, rota en colores,
 
te inclinaste ante Dios en homenaje,
 
su frente coronando con sus flores
 
yalfombrando sus pies con tu ramaje,
 
Arbol celeste cuya esencia pura
 
en càndida espiral sube hasta el cielo;
 
estrella de ventura,
 
que oscilando del Gòlgota en la cumbre
 
derramas por el cuelo
 
ardientes rayos de perpetua lumbre;
 
que viste en tu seno,
 
al retumbar de la tierra estremecida,
 
brotar la fuente de cristal sereno
 
que entre sus linfas y raudal fecundo
 
es a la vez que bàlsamo de la vida
 
nuevo Jordàn que purifica al mundo
 
Arbol gigante que inspirò a un tirano
 
el negro crimen que estampò en su frente;emblema del cristiano,
 
simbolo santo de la fe potente
 
que Jesucristo relegò a laHistoria.
 
cuando al morir entre tus duros brazos
 
las sombras del error hizò pedazos,
 
negro cadalso convirtiendo en gloria.
 
 
Tù que viste vagar fieras, perdidas,
 
como fantasmas que en la noche brotan,
 
esas tubas de gentes decreìdas
 
que en la piedad el sentimiento embotan;
 
mientras sentiste en silencioso giro
 
la muerte que a tu lado revolaba,
 
hasta beberse el postrimer suspiro
 
del hombre que en tus brasos expiraba.
 
Tù que viste caer la triste tarde,
 
medrosa, confundida
 
entre los pliegues de la sombra vaga,
 
llevàndose el aliento de una vida
 
que nunca el mundo con la suya paga.
 
Que miraste el sayòn blasfemo y ronco
 
la cuchilla vibrar en su despecho,
 
romper del Màrtìr el desnudi pecho,
 
y en su sangre bañar su helado tronco;
 
que sentiste el calìz de la pena
 
entre las nieblas de la noche frìa,
 
las làgrimas amargas de Marìa
 
y el llandto de la humilde Magdalena.
 
 
Tù que los ejes de la tierra viste
 
crujir entonces como febles cañas,
 
horrìsonos silbar los huracanes
 
en la cima gracial de la montañas 
 
y el hervir en sus còncavas entrañas
 
la lava que engendraron los volcanes.
 
Tù que sentiste el vendaval y el trueno
 
rodar sobre la bòveda sombrìa,
 
que ahogò la luz de su profundo seno,
 
que de la mar bravia
 
quebrarse viste en la desierta playa,
 
cuando el ronco bramar de cien tormentas
 
lànguido el sol sobre el cristal desmaya,
 
 
y entre las nubes que, al flotar, copiando
 
iban las tintas del carmìn y el lirìo,
 
viste a Jesùs llevando
 
al impulso del hado adverso,
 
el cielo por corona de martirio
 
y por trono inmortal el Universo.
 
 
Tù que viste las puertas celestiales
 
abrirse sobre el contento y la alegrìa
 
de las virgenes puras, que en su canto
 
al viento regalaban armonìa,
 
al mundo gloria y al Edèn encanto.
 
 
Que viste aparecer brillantes nibes
 
recamadas de fulgidas estrellas,
 
y entre sus pliegues descender querubes
 
pintando el iris con sus alas bellas.
 
 
Que el eco celestial de sus cantares
 
viste volar, como flotante velo,
 
brumas tal vez de perfumados mares;
 
romper el sol la noche solitarìa,
 
bordar con perlas el azul del cielo,
 
y entre el dosel de su purpùreo manto,
 
quebrarse la losa funerarìa
 
y abrir sus puertas el sepulcro santo.
 
 
¿Quien eresd tù que asì tranquilo
 
velases desde el monte el santuario,
 
penetrando a la vez ese misterio
 
que pasò desde herodes a Tiberìo
 
llegando a Belèn hasta el Calvario?
 
 
Que en tu esplendor fecundo,
 
que las tormentad de la vida calma,
 
abarcas con tus brazos desde el mundo
 
hasta los ayes ùltimos del alma.
 
 
Que viniste del bosque y de la selva,
 
donde las auras gimen,
 
los himnos a inspirar que te consagro,
 
empezando tu vida con un crimen
 
y acabando despuès con un milagro.
 
 
¿Quièn eres tù que tu radiante lumbre
 
recuerdo eterno de la fe divina
 
abandona del Lìbano a la cumbre
 
para llorar al fin en Palestina?
 
 
¿Quièn eres tù, que en feliz camino
 
que los espacios llena,
 
de vida y esplendores
 
alentaste el fervor del peregrino,
 
la fe de Santa Elena,
 
los triunfos y el valor de Constantino?
 
 
¡la que a bordo de fragil carabela
 
flotaba en las banderas españolas,
 
y al tibio rayo de la Blanca estela,
 
del seno de los mares arrancaba
 
el mundo que ignorado palpitaba
 
entre montones de increspadas olas!
 
 
¡La que de Dios al soberano asiento
 
volò como la enseña màs sagrada
 
extendiendo en las ràfagas del viento
 
la luz divina de su regio mato:
 
y abarcando a la vez con su mirada
 
desde el golfo de Mèxico a Granada,
 
del Cantabrico mar hasta Lepanto!
 
 
¿Quièm eres tù que por  doquier contemplo
 
la humildad de tu imagen solitaria,
 
desde la torre secular del templo
 
hasta la triste losa funerarìa?
 
 
Que, eneña del desdèn y del encono,
 
hallaste en el delito la fortuna,
 
que al cadàver de Dios sirves de trono
 
y a nuestra santa religiòn de cuna.
 
 
Que viste siempre las miradas fijas
 
de las madres en ti, puestas de hinojos,
 
cuando imploraba con dolientes ojos
 
perdòn Jerusalèn para sus hijas.
 
 
¿quien eres tù, que como hermosa palma
 
sobre el viento y el mar te balanceas,
 
prestando al corazòn ventura y calma?
 
1Eres la cruz1... ¡la salvaciòn del alma!
 
Signo de redenciòn, ¡bendita seas!
 
 
                                   Manuel Gutièrrez Nàjera
 
 
Jesùs yo confìo en Tì.  _________________
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