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Uso del Pan Azimo

 
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mariosalazar
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MensajePublicado: Sab Feb 11, 2006 6:50 pm    Asunto: Uso del Pan Azimo
Tema: Uso del Pan Azimo
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Amigos alguien puede por favor responderme la siguiente pregunta:
Por que la iglesia ortodoxa dice que la iglesia catolica comete un error al utlizar pan azimo en la ecuaristia; Si Jesucristo utilizo pan azimo durante la celebracion de la ultima cena.
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Mario Salazar.
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Maellus haereticorum
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MensajePublicado: Dom Feb 12, 2006 4:25 am    Asunto: Re: Uso del Pan Azimo
Tema: Uso del Pan Azimo
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mariosalazar escribió:
Amigos alguien puede por favor responderme la siguiente pregunta:
Por que la iglesia ortodoxa dice que la iglesia catolica comete un error al utlizar pan azimo en la ecuaristia; Si Jesucristo utilizo pan azimo durante la celebracion de la ultima cena.


El presbítero Serafín Slobodskoi, en su explicación sobre la Divina Liturgia, dice:

"El pan (prosforá) tiene que ser con levadura de puro trigo. El Mismo Señor Jesucristo utilizó para la realización de la Santa Comunión pan de levadura y no sin levadura".

Tomando como base Juan 13, 1.

Hay razones de peso para creer sin duda que Jesús utilizó pan ázimo en la Santa Cena.

Pero, es interesante mencionar, que la Iglesia Católica valida, tanto el pan ázimo, como el pan fermentado, en la Consagración. Pero prefiere el uso del ázimo por razones pastorales.

Esto dice el Catecismo de Trento:

"13. Es conveniente que sea ázimo el pan con que se hace la Eucaristía.

Pero, así como ningún pan, sino el de trigo se ha considerar materia válida para este sacramento..., así también se comprende fácilmente que debe ser ázimo, por lo que hizo Cristo Nuestro Señor. Por que él hizo e instituyó este sacramento en el día primero de los Ázimos (Mateo 26, 17), en el cual no era lícito a los judíos tener en sus casas nada fermentado (Éxodo 12, 19).

Y si alguien opusiese la autoridad de san Juan evangelista el cual refiere (Juan 13, 1) que todas estas cosas se hicieron antes de la fiesta de la Pascua, este argumento puede refutarse fácilmente. Pues al día que los demás evangelistas llaman día primero de los ázimos, por que esta fiesta comenzaba en la feria quinta, a la caida de la tarde, en cuyo tiempo celebró la Pascua Nuestro Salvador, el mismo día refiere san Juan que fue el día anterior a la Pascua, por haber juzgado que debía contarse como día primero todo el tiempo del dia natural, que comienza desde la salida del sol. Por eso, san Juan Crisóstomo entiende también por primer día de los Azimos aquel en que debían comerse los panes ázimos a la caída de la tarde.

Pero cuan conveniente sea la consagración del pan ázimo para la integridad y la limpieza del alma con que los fieles deben acercarse a este sacramento, nos lo enseña el apóstol con estas palabras: "Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad". (1 Corintios 5, 7-Cool.

14. El pan ázimo no es absolutamente necesario para la Eucaristía.

No se ha considerado, sin embargo, tan necesaria esta condición, que, si le falta al pan, no pueda hacerse el sacramento; por que las dos clases de pan tienen razón y nombre verdadero y propio de pan, aunque a nadie es lícito por su propia autoridad, o más bien, por su temeridad, alterar el rito laudable de su Iglesia. Y mucho menos permitido hacer esto a los sacerdotes de la Iglesia latina, a quienes está mandado por los Sumos Pontífices celebrar Misa con solo pan ázimo...
" (Catecismo de Trento, Parte Segunda, Capítulo IV, num. 13 y 14)
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Maellus haereticorum
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MensajePublicado: Lun Feb 13, 2006 6:13 am    Asunto: Re: Ahora sobre el Filioque
Tema: Uso del Pan Azimo
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Esteban J. Espinoza escribió:
Ya que explicaste esto, ahora explicanos por favor lo del Filioque,


La forma Occidental del Credo Niceno difiere de la Oriental en lo que dice acerca del Espíritu Santo.

La forma Oriental, siguiendo la adoptada por Constantinopla, dice que el Espíritu Santo “procede del Padre.” La forma Occidental del Credo añade las palabras, “y del Hijo” – en Latín, la palabra única Filioque. La Iglesia Occidental confiesa una doble procesión del Espíritu Santo, una procesión del Padre y del Hijo.

William G. T. Shedd, resume la doctrina con estas palabras:

"Una vez más, el Espíritu, aunque expirado por el Padre y el Hijo, no obstante no procede del Padre y el Hijo como personas sino de la esencia Divina. Su procesión es desde uno, a saber, la esencia; mientras que su expiración es por dos, a saber, dos personas. El Padre y el Hijo no son dos esencias, y por lo tanto, no expiran al Espíritu desde dos esencias. No obstante, son dos personas, y como dos personas teniendo una esencia numérica expiran de ella la tercera forma o modo de la esencia – el Espíritu Santo: sus dos actos personales de expiración concurriendo en una sola procesión del Espíritu. Hay dos expiraciones, porque el Padre y el Hijo son dos personas; pero hay solamente una procesión resultante" – (Teología Dogmática, 2ª ed., vol. I)

La Iglesia Oriental considera esto una herejía.

La cláusula Filioque se originó en España en el Siglo Sexto. El Concilio de Toledo (589), al denunciar el Arrianismo, emitió veintitrés anatemas y, al mismo tiempo, insertó la Filioque en el texto Latino del Credo Niceno. Un concilio anterior en Toledo (447) ya había declarado: “Si alguno no cree que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y que es co-eterno con y como el Padre y el Hijo, que sea anatema.

De España el uso de la Filioque pasó a la Galia. Carlomagno le pidió al Papa León III que sancionara la Filioque. León III juzgó que la doctrina era ortodoxa, pero se opuso a alterar el Credo ecuménico. Sin embargo, el uso de la Filioque continuó difundiéndose en Occidente y eventualmente ganó la aprobación de Roma.

A mediados del siglo XI la Filioque llegó a ser un punto importante de desacuerdo entre el Oriente y Occidente. La Iglesia Oriental reclamaba que Occidente había añadido la Filioque ilegalmente – es decir, sin un concilio ecuménico– y que la doctrina en sí era fundamentalmente errónea y peligrosa. Esta sigue siendo la posición de la Iglesia Oriental hasta el día de hoy.

El Testimonio de los Padres

La doctrina de la doble procesión no era una novedad cuando el Concilio de Toledo la usó en su ataque contra el Arrianismo. Este es el testimonio de los Padres, dos de los cuales provienen en del Oriente:

San Epifanio de Salamis (d. 403) escribió en su Ankyrotos:

"El Padre siempre existió y el Hijo siempre existió, y el Espíritu es infundido del Padre y del Hijo; y ni el Hijo es creado ni el Espíritu es creado".

San Cirilo de Alejandría, el enemigo del Nestorianismo, escribió en su Thesaurus (c. 424):

"Dado que el Espíritu Santo, cuando se halla en nosotros, efectúa el que nuestro ser se conforme a Dios, y que Él en realidad procede del Padre y del Hijo, es abundantemente claro que Él es de la esencia divina, en ella en esencia y procediendo de ella".

San Hilario de Potiers (356-359) en su De Trinitate dijo que el Espíritu Santo “es del Padre y del Hijo, Sus Fuentes.”

El Papa San Dámaso I en los Hechos del Concilio de Roma (382) declaró:

"El Espíritu Santo no es solamente del Padre, o el Espíritu no lo es del Hijo solamente, sino que Él es el Espíritu del Padre y del Hijo. Pues está escrito, “Si alguno ama al mundo, el Espíritu del Padre no está en él” (1 Juan 2:15); y una vez más está escrito: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9)".

Y el Papa León I (d. 461) dijo (Sermón 75:30):

"El Hijo es el Unigénito del Padre, y el Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y del Hijo, no como cualquier criatura, que también es del Padre y del Hijo, sino como viviendo y teniendo poder con ambos, y eternamente subsistiendo de aquello que es el Padre y el Hijo".

Pero fue San Agustín de Hipona quién hizo lo más para desarrollar la doctrina de la doble procesión. San Agustín enseñaba que el Espíritu Santo es el vínculo de amor que existe entre el Padre y el Hijo.
En Sobre la Trinidad (400-416) escribió:

[Con el Padre y el Hijo] "el Espíritu Santo, también, existe en esta misma unidad de sustancia e igualdad. Pues si Él fuese la unidad del Padre y el Hijo, o Su santidad, o Su amor, o Su unidad debido a que Él es Su amor, o Su amor porque Él es Su santidad, está claro que Él no es uno de los Dos, puesto que es por Él que los Dos están unidos, es por Él que el Engendrado es amado por el Engendrador, y a su vez ama a Aquel que le engendró (XI, 5:7).
Y sin embargo no es sin razón que en esta Trinidad solamente la Palabra de Dios es llamada Hijo, sólo el Don de Dios el Espíritu Santo, y sólo Él de quien la Palabra es engendrada y de Quién principalmente procede el Espíritu Santo es llamado Dios el Padre. He añadido el término “principalmente” porque se halla que el Espíritu Santo procede también del Hijo. Pero esto también lo dio el Padre al Hijo, no como si el Hijo no existiera ya y lo tuviera, sino porque cualquier cosa que el Padre le de al Hijo, lo da por engendramiento. Lo engendró de tal manera, entonces, para que el Don pudiera proceder juntamente de Él, y así el Espíritu Santo fuese el Espíritu de ambos (XV, 17:29
)".

Según la Escritura

El versículo central en todo este debate es Juan 15:26:

Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”.

El Concilio de Constantinopla copió la frase “procede del Padre” directamente de la Escritura y la colocó en el Credo. La relación precisa del Espíritu con el Hijo no era una cuestión apremiante en aquel momento, y el Concilio no habló de ello de una manera u otra.Sin embargo, la Iglesia Oriental argumenta a partir del silencio del texto y del Credo: puesto que ambos dicen “del Padre” y no más, es erróneo, insiste Oriente, añadir más. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. “Del Padre” no necesita excluir “y del Hijo” si hay otra evidencia Escritural para respaldar la cláusula.

Leemos en Mateo de un ángel en la tumba el Día de Pascua, y esto no contradice la declaración de Lucas de que había dos ángeles. Leemos en Marcos 10 y en Lucas 18 de un mendigo ciego sanado por Jesús en las afueras de Jericó, y esto no contradice la declaración en Mateo de que hubo dos mendigos ciegos sanados. De manera similar, está claro que el dicho de Jesús, que el Espíritu procede del Padre, no contradice la declaración de que el Espíritu procede también del Hijo.

Aunque la Escritura no dice explícitamente que el Espíritu procede del Hijo, sí dice lo que equivale a la misma cosa.

"Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti "(Juan 17, 7).

"Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Juan 20, 22).

Jesús prometió que Él mismos enviaría al Espíritu. Después de Su resurrección, les confirió el Espíritu a Sus discípulos con un soplo de su aliento, Su propio suspiro. La Iglesia Oriental argumenta que esto fue nada más una señal o sacramento; no obstante, Dios se revela a Sí mismo en Sus obras tal y como es en verdad. El envío, o aspiración, o procesión en el tiempo presupone y revela la procesión desde la eternidad.

"Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" (Gál. 4, 6).

Si el Espíritu Santo es el Espíritu (o Aliento) del Hijo, entonces debe ser expirado (respirado) por el Hijo. Y la palabra es Hijo, no Cristo o Jesús: la referencia es a la Trinidad ontológica, a algo en la Deidad, y no al envío del Espíritu en Pentecostés de parte del Mediador. El Hijo expira el Espíritu desde la eternidad, y por lo tanto, Él lo ha expirado o enviado en el tiempo.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16, 13-15).


Para finalizar, quiero decirles que hace algún tiempo, en una investigación que estaba haciendo sobre los iconos de Jesús, me topé con algo muy interesante y "revelador": el icono de Cristo Pantokrátor, tiene el cuello muy distendido, en comparación a otros iconos. Este fenómeno no ha pasado inadvertido a los escritores rusos, quienes ven en ello, algo muy simbólico. Pavel Evdokimov un autor ortodoxo moderno, ha visto en ese abultameinto del cuello la señal de que Jesucristo está a punto de insuflar el Espíritu Santo.

¿Cómo va a "insuflar" Cristo al Espíritu Santo si no procede de él? A mi modo de ver, los mismos iconos ortodoxos predican esa verdad, y recordemos la importancia que ocupan los iconos en el culto oriental.
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mariosalazar
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MensajePublicado: Lun Feb 13, 2006 6:17 pm    Asunto:
Tema: Uso del Pan Azimo
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Muchas Gracias Hermano en Cristo por haber disipado la duda que tenia. Otra pregunta.
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mariosalazar
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MensajePublicado: Lun Feb 13, 2006 6:20 pm    Asunto:
Tema: Uso del Pan Azimo
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LOS ORTODOXOS DICEN QUE LA CONSAGRACION DEL PAN Y EL VINO EN CUERPO Y SANGRE DE CRISTO SE REALIZA JUSTO EN EL MOMENTO DE LA INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO (EPICLESIS) Y LOS CATOLICOS DECIMOS QUE ESTA SE PRODUCE POR LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACION "este es mi cuerpo" " esta es mi sangre" EN ESE CASO QUIEN TIENE LA RAZON.
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Maellus haereticorum
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MensajePublicado: Lun Feb 13, 2006 7:34 pm    Asunto:
Tema: Uso del Pan Azimo
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mariosalazar escribió:
LOS ORTODOXOS DICEN QUE LA CONSAGRACION DEL PAN Y EL VINO EN CUERPO Y SANGRE DE CRISTO SE REALIZA JUSTO EN EL MOMENTO DE LA INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO (EPICLESIS) Y LOS CATOLICOS DECIMOS QUE ESTA SE PRODUCE POR LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACION "este es mi cuerpo" " esta es mi sangre" EN ESE CASO QUIEN TIENE LA RAZON.


Ambos tienen la razón Mario. Ambos se complementan y ambas posturas forman en realidad una sola.

Lo que ocurre, como en otras muchas cosas, hay un malentendido de conceptos, tnto de una como de otra parte.

Recordemos que nuestra doctrina sobre el sacerdocio es la llamada "in persona Christi", la cual es completamente bíblica.

Además, tanto la epíclesis como las palabras de la institución van en realidad juntas, y no se pueden separar.

Celebración in persona Christi

En la Iglesia Católica es doctrina común y oficial que la consagración del pan y del vino es realizada por las palabras del relato de la institución pronunciadas por un sacerdote con la intención de hacer lo que hizo Jesús y que la Iglesia celebre desde su origen. El sacerdote actúa no por su cualidad o energías personales, sino in persona Christi o nomine Christi, ocupando el lugar o desempeñando el papel de Cristo. La expresión mencionada la podemos encontrar en el término bíblico de “Saliah”, es decir, el mensajero enviado por una autoridad a la que hace presente. Otro antecedente en el que se fundamenta la Tradición Occidental estaría en la idea de que el obispo, especialmente en los primeros siglos de la Iglesia, es la imagen del Padre o la imagen de Cristo en medio de la comunidad y frente a ella.

En los testimonios más antiguos de la Iglesia, por ejemplo en Clemente de Roma, encontramos la idea de que “Los obispos han sido establecidos por los Apóstoles y que por ello nadie tiene derecho a destituirles de su lugar. Tienen autoridad para ofrecer los dones”.

También encontramos otros testimonios en Ignacio de Antioquía, del cual se desprende la idea que el obispo es el modelo, una especie de ícono, pero mezclado con un valor de autoridad y de poder. Dice al respecto:

Seguid todos al obispo, como Jesucristo al Padre, y al colegio de Ancianos (presbyteroi) como a los apóstoles (…). Que nadie sin el obispo haga nada de lo que atañe a la Iglesia. Sólo aquella eucaristía ha de ser tenida por válida que se hace por el obispo o por quien tiene autorización de él. Dondequiera que aparece el obispo, acuda allí el pueblo, así como dondequiera que esté Cristo, allí está la Iglesia universal (Katholiké). No es lícito celebrar el bautismo o la eucaristía sin el obispo. Lo que el apruebe, eso es también agradable a Dios a fin de todo cuanto hagáis sea firme y válido” (Ignacio de Antioquía, Carta los de Esmirna, 8-9).

San Clemente IV en su carta “Quanto Sincerius” al arzobispo Maurino de Narbona, refiriéndose a las palabras pronunciadas por el sacerdote en la consagración de las especies del pan y de vino, dice: “Guarda con firmeza lo que guarda en común la Iglesia, (…), que ciertamente, bajo las especies del pan y del vino, después de las santas palabras referidas por la boca del sacerdote según el rito de la Iglesia, hay en verdad, realmente y esencialmente el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo” (DH 849).

A partir del siglo XII, momento en que la primera escolástica estableció su teología de los sacramentos y en concreto la del orden definido como poder de consagrar la eucaristía, se llegó a adoptar la idea de causalidad instrumental de las palabras pronunciadas por el sacerdote. Esta concepción ha conducido a una materialización de la idea del sacerdocio, concibiéndolo como representación de Cristo, desempeñando su papel.

Santo Tomás de Aquino había sostenido que un sacerdote que pronuncia solamente las palabras “esto es mi cuerpo” consagraría el pan a condición de tener la intención de realizar el sacramento. Esta idea de santo Tomás la tenemos que enmarcar en un contexto más amplio para poder entenderla correctamente. Tomás en esta reflexión está respondiendo a aquellos que opinaban que la forma del sacramento no era suficiente para realizar el sacramento. A esta cuestión responde, Tomás:

Es necesario afirmar que si el sacerdote profiriese solamente las palabras referidas con intención de realizar el sacramento, lo realizaría, porque la intención haría que se entendieran como dichas por la persona misma de Cristo, aunque no se dijesen las palabras que preceden. Sin embargo, pecaría gravemente el sacerdote que realizase el sacramento de este modo, por no atenerse al rito de la Iglesia” (ST, III, q. 78, a. 1 ad 4.).

La Encíclica Mediator Dei de SS pío XII viene a aportarnos algo importante al respecto al decirnos que el sacerdote solamente representa al pueblo porque representa la persona de nuestro Señor Jesucristo en cuanto es cabeza de todos los miembros y por ellos se ofrece a sí mismo, y que se acerca, por ende, al altar como ministro de Cristo. Más aún, esta Encíclica, respondiendo a aquella equivocada concepción del sacerdocio los fieles, dice que

El sacrificio se ofrece principalmente en la persona de Cristo; así, pues, esta oblación que sigue a la consagración es como una testificación de que toda la Iglesia consiente en la oblación hecha por Cristo y que juntamente con él la ofrece (…). La oblación de la víctima es hecha por los sacerdotes juntamente con el pueblo”.

De esta manera queda testificado la doble representatividad del sacerdote, es decir, de Cristo y de la Iglesia.

No perdamos de vista que las dos tradiciones (oriental y latina) no niegan que el sacerdote haya recibido en su ordenación un poder, el poder de celebrar la eucaristía y, por consiguiente el de consagrar. Pero esto no significa que pueda hacerlo solo. Consagra, no tanto en virtud de un poder inherente a él y del que sería dueño, sino en virtud de la gracia que implora y que es hecha, incluso asegurada, a la Iglesia a través de él.

Algunos teólogos ortodoxos, especialmente Paul Evodokimov, han criticado severamente el in persona Christi, dice al respecto:

“Para los latinos, la verba substantialia de la consagración, las palabras de la institución de Cristo, es pronunciada por el sacerdote in persona Christi y ello les confiere el valor inmediatamente consecratorio. Para los griegos, resulta absolutamente desconocido, incluso impensable, semejante definición de la acción sacerdotal- in persona Christi- identificando el sacerdote con Cristo. Para ellos el sacerdote invoca al Espíritu Santo precisamente para que las palabras de Cristo, reproducida, citada por el sacerdote, adquieran toda la eficacia de la palabra- acto de Dios”.

Pero hay un malentendido sobre esa doctrina por parte de los ortodoxos. Se debe entender de manera correcta el in persona Christi, es decir, que se debe entender en su sentido funcional y espiritual. Para entender que significa in persona Christi, y predicarlo mejor a nosotros los católicos y poder dialogar con nuestros hermanos ortodoxos, tenemos que volver a las fuentes antiguas de los Padres de la Iglesia. Para ello es necesario tener en cuenta lo que nos dice San Juan Crisóstomo:

Cristo está allí (…). En efecto, no es un hombre el que hace que los dones ofrecidos se conviertan en el cuerpo y sangre de Cristo; es Cristo mismo, que fue crucificado por nosotros. El sacerdote está allí (realizando una función de figura) y pronunciando estas palabras, pero el poder y la acción son de Dios” (De Penitec. Hom. 1, 4)

Y en otro texto nos dice: “El sacerdote no extiende las manos sobre los dones hasta después de haber invocado la gracia de Dios (…), no es el sacerdote el que obra lo que sea, es la gracia del Espíritu, que sobreviene y cubre con sus alas, la que realiza este sacrificio” .

El problema que se presenta, no es doctrinal, sino más bien de terminología. Por ejemplo P. Evdokimov decía que tiene un problema al decir que, a diferencia de la Iglesia católica, el sacerdote ortodoxo no actúa en la persona de Cristo, sino en nombre de Cristo. En el fondo esta discusión es de lenguaje. Pues san Pablo y la totalidad de la tradición están allí para decirnos que el in persona Christi y el in nomine Christi son expresiones equivalentes. El que actúa en la persona de Cristo actúa por el poder del Espíritu conferido en el sacramento del orden; actúa efectivamente in persona Christi para la consumación de la economía del misterio.

Función del Espíritu según nuestra teología

Existen testimonios en los que se menciona que la consagración de las especies es realizada por el Espíritu, aunque haya prevalecido la convicción de que los dones son consagrados por las palabras de Cristo.

Así por ejemplo san Ambrosio justifica la divinidad del Espíritu por dos razones: por el hecho de que es nombrado junto con el Padre y el Hijo en el Bautismo y por la invocación en la oblación eucarística (Sobre el Espíritu Santo III, 16, 112).

A su vez san Agustín en De Trinitate nos dice: “La consagración que hace de él un sacramento tan grande, le viene de la acción invisible del Espíritu de Dios”.

Otro testimonio de gran importancia lo tenemos en la persona de Isidoro de Sevilla (+636). También resalta el testimonio del Sacramentario Leoniano, al decir: “Señor, mira con benevolencia la ofrenda de tu pueblo. Sobre tus altares no es derramado un fuego extraño, ni sangre de animales inmolada. Por la virtud de tu Espíritu Santo, nuestro sacrificio es el cuerpo y la sangre del sacerdote mismo, Cristo".

El papa Gelasio I (+496) escribiendo a Elpidio de Volterra, se expresaba: “De manera que el Espíritu celeste que invocamos debe venir a consagrar el divino misterio”.

La Liturgia Romana, configurada desde san Gregorio hasta nuestros días, no tiene una epíclesis explícita, a pesar de que el Quam oblacionem, antes de la consagración, y el supplices, posterior a ésta, tengan un valor epiclésico real.

En la misa se invoca al Espíritu ya sea en relación con la consagración o en relación con los frutos de la comunión. La epíclesis del canon romano está implícita.

La ausencia de una epíclesis explícita da la liturgia romana, ha sido suplida por un gran número de oraciones, cuya difusión pone de manifiesto que eran usadas de manera común. Por ejemplo la oración del Misal de Pío V, dice: “Señor, te rogamos que tu Espíritu Santo descienda sobre este altar; que bendiga y santifique estos dones ofrecidos a tu majestad y se digne purificar a todos los que lo reciban

El testimonio de Pacasio Radberto es digno de mencionar, al decirnos que la consagración se realiza “per sacerdotem super altare in Vero Christi per Spiritum Sanctum” (De Corpore et Sanguine Domini c. 12, col. 1310-12). Estos testimonios, se han visto disminuidos, en alguna medida, a causa de la insistencia de las palabras de la institución, insistencia que ha sido provocada por la herejía de Berengario de Tours. Contra el espiritualismo de Berengario, se insistió en la presencia real.

A parte de la herejía de Berengario, está también el espíritu jurídico y el trabajo de las escuelas, que han dado un realce privilegiado al momento preciso de la consagración por las palabras de la institución pronunciadas por el sacerdote. Para Tomás de Aquino por ejemplo la consagración se hace por las palabras de la Institución y que el resto no pertenece a la esencia del sacramento, sino que han sido añadidas por otras personas (Cf. ST. III, q. 78, a. 1 ad 4). A parte de esto, santo Tomás sabe también que el agua del bautismo y todos los demás sacramentos reciben su eficacia del Espíritu Santo como de su causa primera (Cf. III, q. 66, a. 6 ad 1).

Por este tiempo sale un testimonio hermoso de la profesión de fe prescrita por papa Inocencio III a los Valdenses en 1208, el testimonio es el siguiente:

En nada tampoco reprobamos los sacramentos que en ella celebran (Iglesia), por cooperación de la inestimable e invisible virtud del Espíritu Santo (…), con puro corazón creemos y sencillamente con fieles palabras afirmamos que el sacrificio, es decir, el pan y el vino, después de la consagración son el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, y en ese sacrificio creemos que ni el buen sacerdote hace más, ni el malo menos, pues no se realiza por el mérito del consagrante, sino por las palabras del Creador y la virtud del Espíritu Santo” (Carta “Eius exemplo” al arzobispo de Terragona).
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MensajePublicado: Lun Feb 13, 2006 7:38 pm    Asunto:
Tema: Uso del Pan Azimo
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Como todo lo anterior puede ser muy largo, te lo resumo así:

El problema generado en torno al in persona Christi o in nomine Christi más que un problema doctrinal es un problema de terminología.

Este problema se ha ido solucionando paulatinamente en la medida en que se ha ido explicando que el sacerdote es representante de Cristo no desde el sentido ontológico y jurídico, sino en el sentido de que es representante de una realidad espiritual. Ambas tradiciones están de acuerdo que el sacerdote ha recibido un poder en su ordenación, el de celebrar la eucaristía.

En definitiva podemos decir, que el agente de la conversión eucarística no es ni solo el ministro que celebra in persona Christi e in persona ecclesiae, ni solo las palabras de Cristo pronunciadas por el sacerdote ni solo el Espíritu disociado de Cristo, sino el Espíritu que ratifica y pone en vigor las palabras y los gestos de Cristo por medio del ministro ordenado.
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MensajePublicado: Mar Feb 14, 2006 4:19 pm    Asunto:
Tema: Uso del Pan Azimo
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De nuevo muchas gracias por aclara mis dudas.. Dios te bendiga.
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