¿Qué hacemos en el mundo, cuál es nuestra misión en la vida?

[Gaby Mocino]

Yo tengo una teoría personal, que no pretendo que sea canónica ni que esté respaldada por el Magisterio ni ninguna Encíclica ni versículo bíblico, por lo que rogaría que no la destruyeran sino simplemente la leyeran por si a alguien le sirve. Y si no les sirve, olvídenla:

Yo creo que Dios nos puso en la Tierra para cumplir una misión, pero no siempre sabemos cuál es, y quizás nunca lo sepamos. Mi séptimo hijo (si llegara a tenerlo) podría ser el tatarabuelo de la persona que va a descubrir la cura contra el cáncer. O talvez sólo el bisabuelo de quien va a barrer el escenario donde se interpretará una hermosa sinfonía. O talvez sólo sea uno de los asistentes a una manifestación multitudinaria contra el aborto. Yo no lo sé y quizás nunca lo sepa.

Este pensamiento, simple, infantil y erróneo como muchos estarán pensando ahora mientras buscan enciclopedias para demostrar que estoy totalmente equivocada, me conforta cada día cuando pienso en el destino de mi vida. Muy adentro de mí SÉ que Dios no va a dejar que muera mientras no haya cumplido con mi misión. Entonces, no le temo a la muerte. No le temo al sufrimiento, no le temo a los insultos, a los desprecios, no le temo al hambre ni al dolor porque SÉ que todo eso me lleva a cumplir mi misión. Y tampoco le temo a la vida, porque aunque para muchos sea inútil y vacía, para Dios es importante y me la seguirá dando mientras así sea su voluntad.

[Sitibundo (2)]

El ideal de la Iglesia Católica y apostólica es traer el Reino de Dios, es completar la tarea del Mesías cuya misión única es instalar el Reino de Dios en la tierra, que se haga aquí la voluntad de Dios tan exacta y rigurosamente como se realiza allá.
La forma como ya se ha dicho aquí es amando pero el propósito lo encontramos claramente definido en la perícopa que está en el evangelio de san Juan 4, 31- 38.
Así la entiendo y me voy a permitir glosarla:

Mientras tanto sus discípulos le rogaban: Rabbí come. Pero él les dijo: Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen. Los discípulos se decían entre sí ¿Acaso alguien le trajo de comer? Jesús les dijo: Mi alimento es hacer la voluntad dél que me envió y completar su obra. (Jn 4, 31-34)

De la misma manera que con la samaritana, Jesús despierta ahora la curiosidad de los apóstoles, “Yo tengo un alimento que ustedes no comen”
Así como hemos visto que existen una sed natural y una sed espiritual, ahora nos enteramos que hay hambre natural que se satisface con la comida que trajeron los apóstoles y el hambre espiritual que se satisface “haciendo la Voluntad de Dios” y que al hacerla “se completa la obra iniciada por el Padre”.
Por el contexto del pasaje de la Samaritana nos podemos dar cuenta que Jesús ya comió esta vez su novedoso satisfactor, ya hizo la voluntad de Dios y dio así cumplimiento a una de las obras del Padre.
Ya sabemos que la voluntad de Dios es la misericordia, (Mt 12, 7) la obra de Dios se completa, cuando se ayuda a uno de sus hijos, a una de sus creaturas, a una de sus obras, a satisfacer alguna necesidad. (Aquí está el amor)
Pareciera ser que la necesidad es la parte visible, comprensible de una creación inacabada. (¿Imperfecta?) De una creación dinámica, en proceso, que alcanzará su completo (¿su perfección?) al final de los tiempos.
Jesús fue misericordioso con la samaritana, el texto nos recuerda mucho la frase “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que procede de la boca de Dios” (Mt 4,4) Se infiere fácilmente que el hambre espiritual es mayor y más imperiosa que el hambre natural.
A pesar del cansancio y del sol abrasador de Palestina al mediodía, que invita al solaz, al descanso y a reparar las energías, lo cierto es que el trabajo ha empezado es duro y no se puede detener.

Ustedes dicen: faltan todavía 4 meses para la cosecha. Y yo les digo levanten los ojos vean como amarillean los campos listos para la mies. El segador está recibiendo su salario y recoge los frutos de vida eterna. (Jn 4, 35-36a)

“Ustedes dicen faltan 4 meses para la siega”. Ustedes creen que estamos sembrando. ¡No! Estamos cosechando, yo les digo que la mies ya está a punto: y les digo más, aunque se sorprendan, el segador ya recibió su jornal.
El segador que soy yo, ya está trabajando y hasta pagado está.
Estoy recogiendo frutos de vida eterna, frutos que no sembré que sembró el sembrador.
Estos frutos de vida eterna son el verdadero y, posiblemente el único, alimento de el Cristo.
El alimento del Hijo del Hombre es hacer la voluntad de su Padre y completar su obra.
Otra vez la noción de una creación inacabada, dinámica y en proceso. Este pensamiento viene a contradecir la idea bíblica de una creación perfectamente concluida con satisfacción, e incluso con descanso de Dios y toda la cosa. (Gen 2, 1-4) Más adelante en el capítulo V Jesús hace la curación de un paralítico y después de hacerle la misericordia les dice a los discípulos.- Mi Padre trabaja siempre y yo también. (Jn 5, 17) Debemos concluir que la Creación no es un pasado, no la hizo Dios, sino más bien la está creando, la está haciendo en presente continuo.
El Hijo del Hombre, como enviado de Dios, tiene la misión de cosechar lo que su Padre siembra, porque uno es el sembrador y otro el segador.
La obra específica del Padre a la que se refiere la perícopa, es la siembra del fruto de vida eterna cuya semilla ha sido colocada en la necesidad del menesteroso. Trabajo permanente del sembrador.
Aquel que satisface o ayuda a satisfacer tal necesidad, trabajo permanente del segador, recoge ese fruto y se regocija junto con Dios.
Así se alegran juntos el sembrador y el segador.

Porque el proverbio es verdadero, uno es el que siembra y otro es el que cosecha. (Jn 4, 36b-37)

¡Sí! Otro ha sembrado por nosotros, otro ha sembrado por mí, otro ha sembrado fruto de vida eterna, que ahora yo estoy recolectando; y así es como complemento la obra de mi Padre, así es como cumplo su Voluntad.
Mi Padre siembra y yo cosecho, una sola voluntad, una sola obra, dos personas distintas, dos acciones complementarias. Mi Padre siembra fruto de vida eterna en la necesidad del menesteroso y quien satisface esa necesidad recoge ese fruto y se regocija junto a Dios.
La misericordia de Dios se siembra y se cosecha en la miseria del hombre, (cfr Mt 5, 7) el fruto de vida eterna se encuentra y se cosecha en la imperfección del hombre.
Ahí está, hay que buscarla y hay que saberla ver.
Ese es el verdadero alimento que nos urge a trabajar, no podemos detenernos.

Yo los envío a segar lo que no trabajaron y ustedes se benefician de ese trabajo. (Jn 4, 38)

Creían que estaba loco cuando les dije que no era tiempo de sembrar sino de cosechar ¿Cómo vamos a cosechar si no hemos sembrado? habrán pensado.
Pues les repito vamos, vayan a cosechar lo que otros sembraron, aprovéchense de ese trabajo que esa es la Voluntad de Dios. Unos siembran, ellos sabrán por qué, y otros al recoger se benefician de un trabajo ajeno pero se alegran juntos porque están completando la obra de Dios.
En este pasaje es clara la sociedad que Cristo nos propone, el es el segador pero nos invita a ser segadores con Él, nos asocia a completar junto con Él la obra del Padre, nos convoca a terminar la obra del Padre y hacer este trabajo es realizar en la Tierra la Voluntad de Dios.

El resumen de la perícopa (Jn 4, 31-38) seria éste:
El alimento del Hijo del Hombre es hacer la voluntad del Padre y terminar su obra.
El Hijo del Hombre tiene la misión de cosechar lo que su Padre siembra porque uno es el sembrador y otro es el segador.
Dios siembra el fruto de vida eterna en la necesidad del necesitado, ahí es donde se manifiestan las obras de Dios que es preciso completar. (Cfr Jn 9, 1-4)
La obra iniciada por el Padre es la siembra, el fruto se recoge satisfaciendo o ayudando a satisfacer esta necesidad.
Quien actúa así es el segador que está completando la obra del Padre, es quien recoge el fruto de vida eterna.
El segador es el Hijo del Hombre y por extensión el hombre mismo (En la perícopa representado por los discípulos de Jesús.) quien se alegrará juntamente con el sembrador que es Dios.

Un saludo.
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[Alfeo]

[Sitibundo (2)]

Alfeo escribió
¿Crees que Jesús esperaba la venida del Reino de forma inminente?...
De cierta manera Jesús suponía que la venida del Reino vendría relativamente pronto, pero a mí me parece que el Reino se trata de tres formas diferentes, esto es que la Buena Nueva tiene tres épocas,
Una, el Reino de Dios ya está aquí desde ahora ya no hay más profetas, el Reino se abre y solamente los esforzados entran en él. Es la apertura inmediata de Reino, Jesús inicia su predicación pública y a la vez, instala el Reino. Este es un Reino para cada uno, está dentro de nosotros y si seguimos la doctrina del amor ya estamos en él.
Dos, el Reino de Dios en la tierra, es un concepto comunitario al que deben aspirar las comunidades cristianas, las iglesias y su obispo, esta es probablemente una idea de las comunidades precristianas y del cristianismo primitivo, esto es lo que debiera buscar la Iglesia con toda su fuerza y su corazón y es en este renglón donde le hemos fallado a Nuestrio Señor. Este es el ideal de la gran comunidad cristiano-católica, pero hay mucho descuido en la predicación al respecto el mismo bautismo que debiera de ser el compromiso por el que el seguidor de Cristo estaría dispuesto a dar la vida por elEvangelio no se da y la misma idea central de vencer al demonio y por lo mismpo al mal queda en una frase un tanto debil de renuncia a sus pompas y a sus obras.
El Evangelio nos exige la vida, todo el trabajo y todo el esfuerzo, pero no se inculca con entusiasmo este compromiso y nos vamos cada vez enredadndo más en el reino de los hombres. La política, la ecónomía y el circo llenan nuestro tiempo y nuestros pensamientos.
La tercera, es el Reino de Dios al final de los tiempos, ese reino vendrá cuando nuestro amor, nuestra libertad y nuestro trabajo hayan logrado el triunfo indiscutible de Nuestro Salvador en la tierra, (Todo el capítulo 15 de la Primera Carta a los Corintios)
El Reino de Dios está aquí, está dentro de nosotros pero sólo los esforzados lo arrebatan. Sólo los trabajadores incansables lo construyen sólo los misericordiosos le hacen espacio a los demás.
Un saludo afectuoso.
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