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5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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Hini
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Mensajes: 255

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 11:45 pm    Asunto: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

Formación como autoformación

Como vimos antes, el principal responsable de la formación es el mismo formando. Se requiere, el apoyo y la guía de unos colaboradores, e incluso la ayuda de un ambiente formativo. Pero es necesario afirmar que el proceso de formación es, ante todo, un proceso de autoformación; más aún, que no hay verdadera formación si no hay autoformación, es decir, si no se logra que el formando trabaje en primera persona por su propia formación, movido por hondas convicciones y con una clara actitud de sinceridad.

Posiblemente no sería difícil encontrar un amplio consenso sobre este punto. Pero tal vez, aunque se suele dar por supuesto, no siempre se reflexiona suficientemente sobre su importancia ni se sacan adecuadamente sus consecuencias prácticas. Y sin embargo, es tal su incidencia sobre los resultados de la formación, que podemos considerarlo un principio fundamental de la formación sacerdotal.

El descuido de este principio puede llevar a un tremendo y rotundo engaño. Quizás en el seminario no se presentan problemas especiales; los seminaristas siguen con regularidad los horarios establecidos; los estudiantes toman apuntes en las clases... Todo esto es muy bueno, y puede ser signo de que las cosas marchan. Pero no basta. Hay que preguntarse, más allá de las apariencias: estos seminaristas que cumplen sus deberes, asisten a misa y van sacando sus estudios, ¿se están, de verdad, formando?; ¿hacen todo eso porque están convencidos de ello, o porque les están mirando?; ¿ponen en ello de verdad todo cuanto pueden, o simplemente van tirando? Sólo cuando estemos seguros de que nuestros jóvenes viven todo lo que les propone el centro de formación porque quieren formarse y veamos que, con todas sus deficiencias normales, se esfuerzan sinceramente por hacerlo lo mejor posible, podemos estar seguros de que nuestra labor formativa está cumpliendo su objetivo.

Descuidar el principio de la autoformación es poner en serio peligro la perseverancia futura de los candidatos al sacerdocio. Sin ella el seminario se convierte en un terreno baldío, o, si hay un ambiente sano, en un invernadero. La formación se reduce a un ficticio ambientalismo, en el que el seminarista vive la disciplina, el estudio, el trabajo, la oración e incluso el apostolado, arrastrado por la corriente y guiado por un horario de rutina. Al salir del invernadero, desprovisto de auténticas convicciones hechas vida, corre el serio riesgo de marchitarse al primer calor o en el primer invierno.


Autoconvicción

La autoformación implica, ante todo, la autoconvicción. El seminarista debe querer formarse. Es necesario que quiera ser hombre de Dios, santo, virtuoso; y por ello, quiera orar profundamente, vivir la vida de gracia, vencer su egoísmo. Hay que lograr que desee firmemente ser un sacerdote preparado lo mejor posible en el campo intelectual; y que por ello quiera estudiar, asimilar todas las materias, ampliar su cultura. Es preciso que anhele ser un verdadero apóstol, y por tanto aprovechar todo lo que favorece su formación pastoral. Debe estar convencido de que tiene que modelar también su personalidad humana en orden a su misión sacerdotal.

Esa convicción podrá echar raíces únicamente en una firme opción fundamental. Opción, desde luego y ante todo, por Cristo; pero también una decisión fundamental de corresponder a su llamada al sacerdocio.

Algunos seminaristas se pasan años sin definir claramente su opción por Cristo y por su vocación, y van arrastrándola como si se tratara de un fardo incómodo que les impide llenar sus más secretas aspiraciones. Con esta situación interior no se puede realizar ningún trabajo constructivo. Sí, es lógico que haya un período inicial en el que se medita delante de Dios la existencia o no de la vocación; la firmeza en la decisión será un fruto, uno de los principales frutos, de sus años de formación. Sin embargo, cuanto más decidido se encuentre en ella desde el inicio, más sólido será su deseo de formarse. Por el contrario, vivir todo el período de su formación para el sacerdocio en estado de indecisión implica un grave peligro para la perseverancia en la vocación, e impide el progreso efectivo en la propia formación.

Por ello, es labor prioritaria ayudarles a esclarecer ese punto y amar profundamente su vocación sacerdotal: que la valoren como un don maravilloso del amor de Jesucristo, que se entusiasmen sabiéndose elegidos, que vibren ante la perspectiva de una vida entregada a Dios y a los hermanos, como sacerdotes de la Iglesia católica. Habrá que echar mano de retiros, conferencias, homilías, orientaciones personales... todo lo que ayude para conocer la belleza de la vocación y avivar la conciencia de la responsabilidad de corresponder a la llamada divina.

La profundización en la aceptación amorosa de la vocación sacerdotal llevará a la necesaria estabilidad vocacional. Una estabilidad, sin embargo, que hay que defender y apoyar constantemente. En efecto, no es del todo infrecuente el caso de quien, aun después de haber tomado una decisión vocacional y haberse entusiasmado sinceramente por ella, vuelve una y otra vez a ponerla en entredicho. Un temperamento caviloso o inestable, o quizá la falta de generosidad ante las dificultades, llevan a algunos a volver a plantearse el tema de la vocación cada vez que se presenta un problema en cualquier campo: obediencia, relaciones humanas, castidad, estudios... Es preciso, por tanto, ayudar al formando a comprender «que los dones y la vocación de Dios son irrevocables» (Rm 11,29), y que por lo tanto el tema de la vocación debe llegar a ser para él algo "no negociable". Cuando se presenten problemas de cualquier índole, es necesario ayudarle a distinguir entre "dificultad" y "falta de vocación"; que entienda que tener dificultades en la obediencia, en la castidad, en el estudio, en la vida de oración, en la fe, etc., no significa necesariamente que Dios no le llama al sacerdocio. Generalmente se tratará de obstáculos normales, que deben ser superados con esfuerzo generoso y paciente, y que pueden incluso ayudar a que se refuerce el amor a Cristo y a la vocación.


Autoconocimiento

El candidato al sacerdocio que de veras quiere formarse, percibirá la necesidad de conocerse bien a sí mismo. No se puede comenzar a trabajar en forma alocada y ciega. Se requiere un conocimiento del fin y de la base de donde se parte para conseguirlo. El fin está marcado por la identidad del sacerdocio católico. Pero el punto de partida y la base sobre la que se ha de construir la personalidad sacerdotal son propios de cada uno y su conocimiento requiere una seria labor de introspección. Entran en juego aquí los dos primeros elementos de la conocida tríada: Conócete, acéptate, supérate.

Ante todo, conocerse. Un conocimiento integral: temperamento, cualidades y defectos, sensibilidad espiritual, capacidad intelectual, virtudes y vicios... Un conocimiento profundo de sí mismo no se logra en un día, sino a lo largo de todo el período formativo, y hasta durante toda la vida. Pero hay que enseñar al formando, desde su entrada al centro de formación, a iniciar ese trabajo de análisis de sí mismo. La reflexión continua sobre sus propias actuaciones, reacciones y comportamientos; el examen de conciencia habitual; la preparación del sacramento de la penitencia; el diálogo personal, formal o espontáneo, con el formador, etc., deben llevarlo poco a poco a penetrar lúcidamente en su "patio interior".

Al conocimiento debe ir unida la aceptación del propio yo, con sus elementos positivos y negativos. El formando debe siempre recordar que Dios lo conoce y ama así como es, y que no pensó en él para el sacerdocio por un error de cálculo, sino porque sabía que en esa madera es posible tallar la figura de Cristo sacerdote. Una actitud, pues, de realismo y optimismo, de profunda humildad y santo orgullo.


Autoformación

La autoaceptación no debe confundirse con la resignación derrotista o el conformismo egoísta. Al contrario, el seminarista que de verdad quiere formarse encuentra en el conocimiento de sus límites y posibilidades un fuerte y permanente acicate. De ahí surge el deseo de realizar el tercer elemento de la tríada: supérate.

Ese deseo se concreta en un claro sentido de responsabilidad, que permea toda la vida y actividad del formando. No está esperando a que se lo manden para ponerse a estudiar; no evita aquello que contradice su vocación porque se lo prohíben, sino porque se siente responsable de ella; no cumple sus deberes porque le están viendo, sino porque quiere corresponder a quien le mira siempre con amor eterno. A la responsabilidad se une estrechamente la sinceridad, que se traduce en coherencia de vida, nobleza y lealtad. El joven que quiere formarse es el mismo solo y entre sus compañeros, en la calle y en el seminario, ante su conciencia y ante sus formadores.

La autoconvicción en su formación le lleva, además, a una actitud positiva de entusiasmo y de conquista. Quiere conquistarse a sí mismo para Cristo, quiere superar todos sus defectos, quiere prepararse lo mejor posible. Esto le llevará a un trabajo serio, efectivo, basado en propósitos y metas concretas de acuerdo con lo que, gracias al conocimiento que tiene de sí, ve que necesita.


Autoformación no es auto-guía

Quizás a alguno la palabra "autoformación" podría sugerirle una visión equivocada del proceso de formación: todo depende del formando y nada más que del formando. Decir que él es el primer responsable y que sin su esfuerzo personal y sincero no hay nada que hacer, no es decir que no necesita de apoyo y guía en ese trabajo de su propia formación.

Un seminarista que concibiera su formación como un camino de total independencia, de aislamiento o cerrazón, demostraría no haber entendido el sentido de la autoformación. El sentido de responsabilidad del que hablamos le llevará más bien a ponerse en las manos de aquellos que Dios, a través de la Iglesia, ha designado para que le asistan y guíen en su preparación para el sacerdocio.


El amor, motivación fundamental de la formación sacerdotal

La consideración del principio de la autoformación nos ha hecho ver que el éxito de la formación dependerá, en definitiva, del deseo que el formando tenga de formarse, de la fuerza con la cual quiera hacer propio el ideal de vida que la vocación le presenta.

Ahora bien, el hombre se mueve siempre por motivos. Como veíamos antes, el impulso hacia la acción nace de necesidades que piden ser satisfechas y valores que piden ser poseídos, es decir, por un dinamismo motivacional. Nadie escapa de esta realidad: todo acto de voluntad tiene un contenido y está orientado hacia un fin, mediato o inmediato. También el dinamismo de la gracia se injerta en esta estructura psicológica humana enriqueciéndola y potenciándola.

Nadie deseará formarse, sobre todo cuando ello implique esfuerzo y sacrificio, si no está profunda y seriamente motivado. Es verdad que pueden existir muchas y muy diversas fuerzas motivadoras. Para unos el interés vendrá del dinero, para otros de la fama, para otros del placer... Pero, ¿qué puede motivar suficientemente a un candidato al sacerdocio para entregarse de lleno y perseverantemente a su propia formación?

El camino sacerdotal es arduo. Como otras carreras universitarias, pide dedicación, constancia y disciplina. Pero conlleva, además, una serie de renuncias profundas a algunas realidades buenas y lícitas que el mundo puede ofrecer: la compañía de una esposa, la formación de una familia, el ejercicio de una profesión quizás muy atrayente, etc. La vida sacerdotal, y por tanto la formación para ella, se desarrollan en un ámbito diverso, y consecuentemente, por motivaciones diversas, por valores que nada tienen que ver con el mundo y sus atractivos.

Un motivo fuerte podría ser el deseo egoísta de la propia realización, buscada quizás incluso en la renuncia a otros bienes. Pero, en realidad, el que se prepara para el sacerdocio ha sido llamado a una misión de servicio que le exigirá olvido de sí y de los propios intereses. Más aún, el progreso en la formación, principalmente en la vida espiritual, está intrínsecamente ligado a un esfuerzo ascético que se contrapone a la tendencia egocéntrica a la autocomplacencia.

Ordinariamente, en un primer momento, la percepción de la vocación lleva en sí misma una carga motivacional emotiva bastante fuerte. El joven que se acerca a una convivencia vocacional o que visita por algún tiempo el seminario lo hace movido por un atractivo interior, por un impulso que lo hará capaz, eventualmente, de romper con su vida pasada y de abrazar un nuevo estilo de vida. Esta fuerza emotiva inicial puede o no permanecer con el pasar del tiempo. Para todo sacerdote resulta provechoso recordar el momento en que percibió por primera vez la voz de Dios, para volver a sentir su atractivo. Pero esta fuerza, sin más, no puede ser la motivación central y permanente de toda una vida. Los sentimientos van y vienen, aun los que acompañan profundas convicciones naturales o sobrenaturales.

El interés por una formación integral para ayudar a la Iglesia en sus necesidades, la aspiración de servir a los demás con desinterés y donación sincera, la búsqueda rectamente motivada de la santidad personal... son todos motivos válidos que pueden llegar a ser particularmente eficaces para algunos. Pero en definitiva no podrán ser en sí mismos móviles suficientemente capaces de polarizar toda la existencia y de darle un sentido profundo y pleno.

La única fuerza definitiva es la del amor. Él determina el "peso" de una persona: amor meus, pondus meum: eo feror quocumque feror (San Agustín, Confesiones, XIII, 10). El amor hace al hombre capaz de sacrificios, de privaciones de otro modo inexplicables, de grandes realizaciones, de donación total y desinteresada. El hombre tiene necesidad profunda de amar y de ser amado. El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida carece de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace suyo, si no participa de él vivamente (Juan Pablo II, Redemptor Hominis, 10). En el amor encuentra el sentido de su existencia, aquello que polariza y orienta todos sus anhelos, actividades y comportamientos.

El joven llamado al sacerdocio no deja de ser hombre. Su vocación no ha cambiado las leyes de su naturaleza. Necesita también el amor. Más aún, ha sido llamado al amor, a amar más, a amar a más personas, a amar mejor. Nunca podremos pretender que se entregue con firmeza y constancia a la tarea de su formación, si no vibra en su pecho el entusiasmo del amor.

No de un amor cualquiera o a cualquiera. El único amor capaz de polarizar de veras su vida, en su vocación sacerdotal, es el amor a Jesucristo, su Señor. En el fondo, ésa es la esencia de su vocación: su identificación amorosa y vital con Cristo sacerdote. Jesucristo le ha llamado por amor y para pedirle su amor. A todos sus sacerdotes les repite el ruego íntimo que hizo en el cenáculo a los primeros: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Les pide un amor total y exclusivo: los ha elegido para que estén con él (cf. Mc 3,14), les aclara desde el principio que quien no sea capaz de darse a él por encima de padre, madre... y hasta de su propia vida, no puede ser su discípulo (cf. Lc14,26).

Esa llamada al amor de Cristo entraña también la vocación a amar a los hombres. Amarlos, no de cualquier modo, sino como él los ha amado (cf. Jn 13,34).

Por tanto, si el joven seminarista ha sido llamado a amar a Cristo e identificarse con él para participar de su sacerdocio en favor de los hombres ¿qué otra motivación podrá impulsarle genuina y vigorosamente a transformarse en él, a formarse sacerdote de su Señor? Naturalmente, puede haber muchos resortes motivacionales que respalden la fuerza del amor a Cristo, según las circunstancias por las que pasa el seminarista en cada momento. El buen formador sabe aprovecharlas con tacto y finura pedagógicos. Pero no pueden ser ellas la base de la formación. Sólo el amor a Cristo y al hombre es capaz de dar sentido a la renuncia, al esfuerzo, a la ascesis, a la disciplina que entraña la formación sacerdotal. Sólo él es capaz de hacer que el candidato al sacerdocio tome responsable y activamente las riendas de su propia formación.

Sin ese amor, la vida de formación se hará cuesta arriba, el celibato insoportable, la obediencia ridícula. Sin ese amor, el seminarista aguantará quizás los programas formativos y soportará pasivamente los consejos de sus formadores; pero no buscará hacerlos suyos. Sus tendencias dispersivas le llevarán a eludir el esfuerzo, a cumplir simplemente con el deber de oración, a evadir el estudio, o quizá a convertir el estudio en una evasión. Lo sabemos, la formación al sacerdocio no es fácil. Sin ese amor estará siempre al acecho la perspectiva del abandono. Son continuas las tentaciones que invitan a optar por un estilo de vida más fácil, más conforme al mundo, a las pasiones desordenadas.

Consideremos, además, que el paso al sacerdocio implica una opción irreversible. Se es sacerdote in aeternum. Quien da este paso debe estar dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal... apacentando el rebaño del Señor (Pontifical Romano). Para ello debe haber encontrado con certeza en el amor a Cristo el sentido de su vida, y estar seguro —en la medida humanamente posible— de que es capaz de perseverar, de seguir adelante sin desfallecer. Debe haber encontrado ya la motivación duradera capaz de satisfacer todos sus anhelos, de por vida. Seguir adelante sin haber logrado este amor es arriesgarse a pasar los años futuros en la insatisfacción, en la duda, en la búsqueda de compensaciones al margen de la condición sacerdotal, de sucedáneos que puedan llenar el vacío de una vida consagrada al amor, pero vivida sin amor. Los fracasos estrepitosos en las vidas sacerdotales se dan cuando éstas no se construyeron sobre un amor sincero, leal y duradero a Cristo.

Es obvio que el amor a Cristo y a la humanidad constituye una meta de la formación sacerdotal. No podemos pretender que quien entra en el seminario o centro de formación lo haya desarrollado ya en su plenitud. Más bien para ello viene al seminario. Es, entonces, objetivo de la formación, pero también su punto de partida y su motivación fundamental. Esto significa que todo el sistema formativo y toda la actuación de los formadores debe considerar el amor a Jesucristo como motor y fuerza con la cual puede ser alcanzado ése y todos los objetivos, primarios y secundarios de la formación.
En este sentido, podríamos decir que no sólo la espiritualidad, sino toda la formación sacerdotal, debería ser cristocéntrica. Los programas de actividades, las orientaciones de los formadores y hasta el ambiente mismo del seminario, lograrán su objetivo plenamente si tienen a Cristo como centro, modelo y criterio. Si algo, en la formación del sacerdote, estuviera desligado de Cristo, carecería de sentido, sería vacío e inútil. Sería mejor prescindir de aquellos aspectos de su formación que no tuvieran en él su razón última.


Preguntas para el foro

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?


Preguntas y comentarios a los moderadores:

P. Ramón Guardamino, L.C.
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P. Mario Sabino González, LC
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JULIAN RAMIRO JOVEN CADEN
Esporádico


Registrado: 03 Dic 2008
Mensajes: 37
Ubicación: COLOMBIA - DIÓCESIS DE NEIVA - SEMINARIO MAYOR DE SAN ESTEBAN

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 4:59 am    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. SÍ estoy de acuerdo con el principio de la AUTOFORMACIÓN.
Me parece que es medular entender y vivir la formación hacia el ministerio sacerdotal como autoformación, de forma tal que el joven seminarista se experimente partícipe del proceso, sujeto activo, constructor de su proyecto de vida, en el que el Señor es la roca firme, el baluarte. El seminarista no se puede concebir a sí mismo como un simple receptor, como quien está ahí para ser conducido de forma autómata. NO, NO… El seminarista ha de sentirse profundamente vinculado.

La autoformación es: Convicción, Conocimiento y Formación, pero con el AUTO(Como quien se introduce en el interior para sondear su propio misterio); esto es, la autoformación es la apropiación de la formación (no solamente APRENDER SINO TAMBIÉN APREHENDER) Conocer al Señor con el entendimiento y con el corazón, para optar por Él movidos por la luz de la razón, la pasión de la afectividad, la firmeza de la voluntad y obviamente la GRACIA de Dios (Al fin y al cabo la vocación es un DON). La autoformación es el “señorío” del Seminarista en su respuesta vocacional; me explico: indudablemente el Cristo Sacerdote es la piedra angular, sin embargo, el seminarista debe tomar las riendas (Señorío) de su destino. Un destino que no es casual sino voluntad de Dios.

La autoformación reclama el conocimiento mesurado de las cualidades y de las limitaciones personales; tengo que saber con qué materia prima voy a asumir el ministerio. El conocimiento de mí mismo me garantizará actuar con madurez. La autoformación le permitirá al joven seminarista cultivar lo que por naturaleza es una cualidad en él y desterrar lo que pudiera negar su vocación sacerdotal. Así pues, la autoformación exige también una Opción Fundamental en torno a la cual giren todas las demás opciones; el corazón del seminarista debe tener una gran AMOR (Cristo) que haga direccionar toda la vida (pensamientos, afectos, decisiones) hacia donde se orienta el corazón.

2. a. Como formador vivir el ministerio con alegría, convicción y testimonio de generosidad.
b. Recordar constantemente que la vocación es fruto del AMOR de Dios, que reclama generosidad.
b. Proponer el sagrario como lugar de encuentro para el diálogo de amor con Dios. Hay que frecuentarlo para encontrarse con el AMOR.
c. Aclarar que el amor reclama abnegación, sacrificio, disciplina. Amor y dolor (no masoquismo) van de la mano.
d. Presentar ejemplos de santos que lucharon, que padecieron por amor al Señor.
e. Recordar las orientaciones de la Iglesia sobre la vocacional sacerdotal.

Desafortunadamente se pueden dar estos casos: un joven que desee asegurar algo de estudio, esconder algún problema afectivo, asegurar estatus social. SELECCIÓN Y FORMACIÓN allí está la clave. Buen ojo (Malicia) y sabiduría (Auxilio divino)
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JULIAN RAMIRO JOVEN CADEN
Esporádico


Registrado: 03 Dic 2008
Mensajes: 37
Ubicación: COLOMBIA - DIÓCESIS DE NEIVA - SEMINARIO MAYOR DE SAN ESTEBAN

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 5:01 am    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. SÍ estoy de acuerdo con el principio de la AUTOFORMACIÓN.
Me parece que es medular entender y vivir la formación hacia el ministerio sacerdotal como autoformación, de forma tal que el joven seminarista se experimente partícipe del proceso, sujeto activo, constructor de su proyecto de vida, en el que el Señor es la roca firme, el baluarte. El seminarista no se puede concebir a sí mismo como un simple receptor, como quien está ahí para ser conducido de forma autómata. NO, NO… El seminarista ha de sentirse profundamente vinculado.

La autoformación es: Convicción, Conocimiento y Formación, pero con el AUTO(Como quien se introduce en el interior para sondear su propio misterio); esto es, la autoformación es la apropiación de la formación (no solamente APRENDER SINO TAMBIÉN APREHENDER) Conocer al Señor con el entendimiento y con el corazón, para optar por Él movidos por la luz de la razón, la pasión de la afectividad, la firmeza de la voluntad y obviamente la GRACIA de Dios (Al fin y al cabo la vocación es un DON). La autoformación es el “señorío” del Seminarista en su respuesta vocacional; me explico: indudablemente el Cristo Sacerdote es la piedra angular, sin embargo, el seminarista debe tomar las riendas (Señorío) de su destino. Un destino que no es casual sino voluntad de Dios.

La autoformación reclama el conocimiento mesurado de las cualidades y de las limitaciones personales; tengo que saber con qué materia prima voy a asumir el ministerio. El conocimiento de mí mismo me garantizará actuar con madurez. La autoformación le permitirá al joven seminarista cultivar lo que por naturaleza es una cualidad en él y desterrar lo que pudiera negar su vocación sacerdotal. Así pues, la autoformación exige también una Opción Fundamental en torno a la cual giren todas las demás opciones; el corazón del seminarista debe tener una gran AMOR (Cristo) que haga direccionar toda la vida (pensamientos, afectos, decisiones) hacia donde se orienta el corazón.

2. a. Como formador vivir el ministerio con alegría, convicción y testimonio de generosidad.
b. Recordar constantemente que la vocación es fruto del AMOR de Dios, que reclama generosidad.
b. Proponer el sagrario como lugar de encuentro para el diálogo de amor con Dios. Hay que frecuentarlo para encontrarse con el AMOR.
c. Aclarar que el amor reclama abnegación, sacrificio, disciplina. Amor y dolor (no masoquismo) van de la mano.
d. Presentar ejemplos de santos que lucharon, que padecieron por amor al Señor.
e. Recordar las orientaciones de la Iglesia sobre la vocacional sacerdotal.

Desafortunadamente se pueden dar estos casos: un joven que desee asegurar algo de estudio, esconder algún problema afectivo, asegurar estatus social. SELECCIÓN Y FORMACIÓN allí está la clave. Buen ojo (Malicia) y sabiduría (Auxilio divino)
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SERGIO SANCHEZ
Esporádico


Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 35

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 5:41 am    Asunto: CAPITULO 5
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?
CREO QUE ES AQUELLA CONCIENCIA QUE EL SEMINARISTA DEBE DE TENER AL MOMENTO DE QUE INICIA SU VIDA DENTRO DE LOS SEMINARIOS, QUE EN LA MAYORIA DE LAS VECES UNO COMO FORMADOR VA TENER UNA SERIE DE ERRORES, PERO QUE EL AUTOR PRINCIPAL EN LA FORMACION ES EL MISMO QUE PUEDE TENER 50 FORMADORES, PERO QUE SI EL SOLO PASA EL SEMINARIO, POR ESTAR BIEN CON LOS PADRES O PORQUE LO TIENE QUE HACER, Y NUNCA LO HACE POR AMOR, ES QUE LE FALTA ALGO A SU AUTOFORMACIÓN, YA QUE UNO MISMO ES EL MAESTRO Y EL ALUMNO, ESA ES LA AUTOFORMACION, YA EN LAS PARROQUIAS NADIE NOS DICE QUE ESTA BIEN O MAL O SI REZAMOS O NO Y COMO PODEMOS VER SI TUVIMOS UNA BUENA AUTOFORMACION, EN EL REZO DE LA LITURGIA, YA DEJAMOS EL SEMINARIO Y POCO A POCO DEJAMOS TAMBIEN EL REZO.

ESTOY COMPLETAMENTE DE ACUERDO CON ESTE PRINCIPIO YA QUE EL SACERDOTE TIENE QUE ESTAR EN UNA CONSTANTE AUTOFORMACION DIA Y NOCHE, PUES NADIA MAS QUE UNO SABE LO QUE TENEMOS, DE QUE PIE COJEAMOS Y QUE ES EN LO QUE ESTAMOS FALLANDO. PERO ESTE PRINCIPIO SI NO LO ENCAMINAMOS BIEN PUEDE CONVERTIRSE DE SER AUTOFORMACION EN AUTODESTRUCCION PARA EL MISMO Y PARA LA IGLESIA.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
CREO QUE LO PRIMERO QUE TENEMOS QUE HACER EN LOS FORMANDOS ES QUE AMEN A CRISTO, QUE EN SU ETAPA DE DISCERNIMIENTO Y VOCACIONAL ESTE JOVEN VAYA VIENDO LA NECESIDAD DE IR PONIENDO AL AZADOR TODA LA CARNE, DE VER QUE AMAS Y NECESITAS A DIOS EN TU VIDA DE QUE TENEMOS QUE QUEMAR LAS BARCAS QUE ESTAN EN LA PLAYA, PARA INICIAR UNA NUEVA VIDA CON CRISTO, EL PASO INICIAL ES DAR EL SI, AHORA HAY QUE ADENTRARSE ACOMPAÑADO DE ESA PERSONA A LA QUE LE DISTE EL SI, QUE ES EL MISMO CRISTO.
Y CON FORME A LO QUE DICE LA PREGUNTA SIGUIENTE, NO PODEMOS TAPAR EL SOL CON UN DEDO DE QUE VARIOS DE NUESTROS JOVENES HACEN LAS COSAS NO POR EL AMOR QUE LO MUEVE O EL AMOR A CRISTO, SINO PORQUE EL FORMADOR ME OBSERVA O ME DA MERITOS PARA ALCANZAR MIS INTERESES, Y CUANTOS DE NOSOTROS TUVIMOS COMPAÑEROS EN EL SEMINARIO, QUE A UNOS CUANTOS MESES O A LOS PRIMEROS AÑOS, ESTAN CANSADOS Y FASTIADIADOS, DE LA VIDA SACERDOTAL SIMPLEMENTE PORQUE NUNCA SE ENAMORARON DE CRISTO, Y TODO LP HICIERON PARA UN STATUS O ALCANZAR SUS INTERESES NUNCA PARA SER OTRO CRISTO O ESTAR AL SERVICIO DE LOS HERMANOS.
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SERGIO SANCHEZ
Esporádico


Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 35

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 5:42 am    Asunto: CAPITULO 5
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?
CREO QUE ES AQUELLA CONCIENCIA QUE EL SEMINARISTA DEBE DE TENER AL MOMENTO DE QUE INICIA SU VIDA DENTRO DE LOS SEMINARIOS, QUE EN LA MAYORIA DE LAS VECES UNO COMO FORMADOR VA TENER UNA SERIE DE ERRORES, PERO QUE EL AUTOR PRINCIPAL EN LA FORMACION ES EL MISMO QUE PUEDE TENER 50 FORMADORES, PERO QUE SI EL SOLO PASA EL SEMINARIO, POR ESTAR BIEN CON LOS PADRES O PORQUE LO TIENE QUE HACER, Y NUNCA LO HACE POR AMOR, ES QUE LE FALTA ALGO A SU AUTOFORMACIÓN, YA QUE UNO MISMO ES EL MAESTRO Y EL ALUMNO, ESA ES LA AUTOFORMACION, YA EN LAS PARROQUIAS NADIE NOS DICE QUE ESTA BIEN O MAL O SI REZAMOS O NO Y COMO PODEMOS VER SI TUVIMOS UNA BUENA AUTOFORMACION, EN EL REZO DE LA LITURGIA, YA DEJAMOS EL SEMINARIO Y POCO A POCO DEJAMOS TAMBIEN EL REZO.

ESTOY COMPLETAMENTE DE ACUERDO CON ESTE PRINCIPIO YA QUE EL SACERDOTE TIENE QUE ESTAR EN UNA CONSTANTE AUTOFORMACION DIA Y NOCHE, PUES NADIA MAS QUE UNO SABE LO QUE TENEMOS, DE QUE PIE COJEAMOS Y QUE ES EN LO QUE ESTAMOS FALLANDO. PERO ESTE PRINCIPIO SI NO LO ENCAMINAMOS BIEN PUEDE CONVERTIRSE DE SER AUTOFORMACION EN AUTODESTRUCCION PARA EL MISMO Y PARA LA IGLESIA.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
CREO QUE LO PRIMERO QUE TENEMOS QUE HACER EN LOS FORMANDOS ES QUE AMEN A CRISTO, QUE EN SU ETAPA DE DISCERNIMIENTO Y VOCACIONAL ESTE JOVEN VAYA VIENDO LA NECESIDAD DE IR PONIENDO AL AZADOR TODA LA CARNE, DE VER QUE AMAS Y NECESITAS A DIOS EN TU VIDA DE QUE TENEMOS QUE QUEMAR LAS BARCAS QUE ESTAN EN LA PLAYA, PARA INICIAR UNA NUEVA VIDA CON CRISTO, EL PASO INICIAL ES DAR EL SI, AHORA HAY QUE ADENTRARSE ACOMPAÑADO DE ESA PERSONA A LA QUE LE DISTE EL SI, QUE ES EL MISMO CRISTO.
Y CON FORME A LO QUE DICE LA PREGUNTA SIGUIENTE, NO PODEMOS TAPAR EL SOL CON UN DEDO DE QUE VARIOS DE NUESTROS JOVENES HACEN LAS COSAS NO POR EL AMOR QUE LO MUEVE O EL AMOR A CRISTO, SINO PORQUE EL FORMADOR ME OBSERVA O ME DA MERITOS PARA ALCANZAR MIS INTERESES, Y CUANTOS DE NOSOTROS TUVIMOS COMPAÑEROS EN EL SEMINARIO, QUE A UNOS CUANTOS MESES O A LOS PRIMEROS AÑOS, ESTAN CANSADOS Y FASTIADIADOS, DE LA VIDA SACERDOTAL SIMPLEMENTE PORQUE NUNCA SE ENAMORARON DE CRISTO, Y TODO LP HICIERON PARA UN STATUS O ALCANZAR SUS INTERESES NUNCA PARA SER OTRO CRISTO O ESTAR AL SERVICIO DE LOS HERMANOS.
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Ricardo Tribin
Esporádico


Registrado: 01 Dic 2008
Mensajes: 32
Ubicación: Es un blog

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 11:38 am    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Autoformacion la entiendo como el estudio derivado de un plan y sujeto a una guia con mas conocimiento y experiencia

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

La vocacion llega con el proceso y se encuentran a veces obstaculos mas no necesariamente perdidas de la vocacion.

Si..si pueden haber otros intereses y ello dara lugar a una decision erronea. La vocacion hay que quererla y sentirla de la mano de Dios
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Luz Reyes
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Registrado: 24 Nov 2008
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 2:30 pm    Asunto: FORO 5 ...EL AMOR
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

El compendio del conocimiento del SER y de un SER que le lleva a ascender.
En el caso de nuestros futuros y actuales Presbíteros conlleva el desarrollo de su persona, de su Iglesia doméstica, particular y general.

Los 4 AUTOS a los que se refiere el texto de apoyo: la autoformación autoconocimiento, autoconvicción y autoconvencimiento permiten que la persona pueda conocer sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas otorgándole las herramientas y parámetros para efectuar un mejor peregrinar e igualmente poder solucionar los obstáculos que en él se presenten. Además podrá manejar en forma más efectiva su SER ante las situaciones que puedan presentarsele.

En el caso de nuestros Prebíteros, más importante aún cuando deben enfrentar y orientar diversas e infinitas personalidades, situaciones e intereses de sus compañeros, hermanos y feligreses.

Un presbítero que mo integra en su Vida los 4 Autos le será muy complicado cumplir con su vocación y orientar a alguien que NO CONOCE TOTALMENTE cuando EL SE DESCONOCE.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?
Arrow Logrando despertar su interés, desarrollo y crecimiento espiritual en el Amor lo que trae consigo el extasis, la contemplación, la oración y lo va transformando en el "otro Cristo" Crecimiento espiritual diario.

Arrow Observando el ejemplo de sus formadores, de sus guias en sus casas, de sus superiores y de los presbíteros veteranos

Arrow Participando de actividades motivacionales espirituales donde se establezca una unión "verdadera" entre Dios, él, sus formadores y la Iglesia.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Lamentablemente sí. Y esa actitud sobrepasa su vida como seminarista y llega a su vida prebiteraL.
Es así como encontramos religiosos, presbíteros que no viven la Palabra, que sus Eucaristias son sólo un rito, que sus manifestaciones como hombres destruyen a sus compañeros religiosos y a las comunidades (educativas, parroquiales) alejándolas, incoscientemente, de nuestra Iglesia y de las pastorales vocacionales.

Considero que el Amor y la formación son vitales en la vida y el mañana de la Iglesia.
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pjoseconceicao
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 3:03 pm    Asunto: La autoformación...
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Estoy totalmente de acuerdo en el principio de la AUTOFORMACIÓN, en tanto y cuanto esta se entienda no como la pedante arrogancia de que yo aprendo lo que quiero, sino la profunda convicción de que si no me comprometo y soy honesto con mi formación al sacaerdocio, todo será superficial.


2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Creo que algo fundamental es lograr que el seminarista siendo cristiano, es decir, que recuerde que es amado por Dios y que debe darle contantes gracias por todo lo que ha recibido. Creo que en la medida en que ayudemos a una verdadera vida en el Espíritu, el joven formando irá descubriendo que su compromiso sincero, honesto y profundo es la mejor forma de ser agradecido a Dios por todo lo que ha recibido.

Lamentablemente es una realidad que hay muchos seminaristas que pasan años en el Seminario no por amor a Dios, sino por muchos otros intereses (carrera profesional, huida del mundo o hasta problemas afectivos).
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Sergio Héctor Casas Silva
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Registrado: 16 Feb 2007
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 4:04 pm    Asunto: Mis respuestas
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Sí, estoy de acuedo con el principio de la autoformación entendida como el trabajo pesonal de continuar la formación que la Iglesia nos ha dado en el Seminario por medio del estudio de la filosofia y de la teología y sobre todo por medio del esfuerzo ascético de acompañar la obra de Dios en nosotros a través de la gracia.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Es posible que un seminarista pase años movido no tanto por el Amor a Dios, como por otros intereses secundarios, y aún mezquinos. Sin embargo, será la gran responsabilidad de sus formadores el acompañar a cada candidato para que trasforme y perfeccione sus intenciones. La rectificación de intención hará que el candidato pueda vivir más en plenitud el llamado divino a consagrarse a su santo servicio.
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crisbuc
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Registrado: 23 Nov 2008
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 6:27 pm    Asunto: La paz del senor abude en sus corazones
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

?que se entiende por autoformacion? ?se esta de acuerdo con este pricipio?
R/ desde luego que estoy de acuerdo, y que esa autoformacion la deveriamos de tomar y hacerla parte de cada uno de nosotros. lla que el Joven que toma esa decision de autoformase, se supera, en su persona, se responsabiliza, no cumple sus deveres porque lo estan viendo o por quedar bien, sino porque quiere corresponder asu nobleza y lealtad poniendo a trabajar sus virtudes. haciendo uso de su conciencia y sobre todo hacerle caso lla que la conciencia es el primer vicario de Cristo.
Adquiriendo asi su auto conviccion y se llena mas de entusiamo, y coquista, quiere conquistarse asi mismo superando todos sus defectos para agradar a Cristo.
?Como lograr que el seminarista pase de una motivacion inicial, tal vez mas superficial, a una motivacion mas fuerte y profunda?
R/ Recordando la primera vez que escucho la voz de Dios para que su motivacion cresca cada vez mas y volverse a sentir votivado. Nesesita tambien el amor porque a sido llamado por amor y para amar mas y mas alas personas, sino tiene el amor no se entregara con firmeza, asu formacion si en su pecho no vibra el entusiamo del amor.
Se puede dar el caso de que un seminarista pase anos movido, no por el amor sino por otros intereses?
R/ claro que si seminaristas peden traer otros intereses, es donde el seminario deve de entrar y ensenarles o centrarlos, motivarlos para que decubran su llamado mediante un decernimiento total?
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Pbro. Francisco Rodríguez
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 7:51 pm    Asunto: 1.5 Re: La autoformación y el amor como motivación fundament
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

Gracias sean dadas a Dios que me concede una vez más encontrarme con todos en este foro, que conforme avanza me motiva e ilumina en el ministerio sacerdotal. Un arectuoso saludo a todos en la alegría del Señor que se acerca.

1. ¿Que se entiende por "autoformación"?
En mi entendimiento no es "idependencia", no es "trabajo al margen del formador", no es "cumplir en apariencia", no es "trabajar según los gustos personales". Se trata de un profundo compromiso pesonal del formando en el seminario y del sacerdote que debe convertir su continua formación en una "autoformación permanente". Es la convicción de que uno mismo, guiado y motivado por el amor, se esfuerza por alcanzar la plena configuración con Cristo Pastor. La autoformación no es un principio liberal para que cada uno haga lo que quiera, incluso lo que pueda, se debe formar según la voluntad de Cristo, sin que nadie lo obligue. Asumir como "propio" el proyecto de formación y no sólo cumplirlo (Cumplimiento es igual a "cumplo y miento").

¿Está de acuerdo con este principio?
Entendido de esta manera y tal como viene expresado en el texto, desde luego que estoy de acuerdo. Es más aliento a todos los que tengan esta noble tarea pastoral de la formación a que no descuiden este principio formativo, seguro de que dicha tarea será muy llevadera, de verdadero acompañamiento y no de ir arrastrando al formando. En un presbiterio comprometido con su autoformación, al Obispo no le constaría mucho pastorear a sus sacerdotes y pedirles algún servicio.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?
En este aspecto considero que es labor del formador presentarle al seminarista desde el principio y con claridad que el poyecto formativo no es sólo algo externo que "debe cumplirse", sino que lo debe asumir como propio; en el acompañamiento, estar muy cercano a él para ayudarle a pasar de la motivación inicial a motivaciones más profundas y reales.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros interéses?
Creo que sí y más de lo que se puede imaginar. Hoy en día, por las circunstacias que vivimos en nuestra sociedad, el alumno se ha vuelto muy astuto, es capaz de cumplir y dar la impresión que que todo marcha bien pero en le fondo no hay compromiso serio y profundo. Por eso el formador, esté atento a las motivaiones de sus formandos, no se conforme con lo externo, entrevístelos continuamente y toque estos temas. ayúdeles en la sinceridad.
Si el seminarista no es auténtico ahora, no será un auténtico sacerdote.
Que a nadie nos mueva el interés personal, sino el de Cristo.
Salud y bendición a todos.
P. Paco R.
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Jesús Alejandro Castaño B
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 8:41 pm    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

RESPUESTAS TEMA 5: LA AUTOFORMACION Y EL AMOR COMO MOTIVACION FUNDAMENTAL.

1. Hablando del camino hacia la vida sacerdotal, podríamos decir que la autoformación es un proceso interno que vive aquel que ha recibido el llamado de Dios a ser sacerdote, en el cual el individuo es capaz de autoestructurarse, esto es, capaz de comprender, juzgar, elegir, creer, obrar y amar, "haciéndose cargo" del nuevo significado de su vida, en el desarrollo de su propia conciencia, dejándose orientar por aquellos instrumentos que Dios ha puesto en su camino como acompañantes de su proceso formativo. Si logramos, como formadores, que el seminarista sea consciente de este principio, estaremos ante un futuro sacerdote auténtico, motivado por el amor a Cristo sacerdote, maestro y pastor,

2. Teniendo en cuenta que las motivaciones son aquellas "energías" internas que originan un comportamiento, energías que dan metas y las sostienen en el tiempo, hay que lograr que los seminaristas vayan transformando poco a poco sus motivaciones iniciales, muchas de ellas equivocadas y/o mal enfocadas. Para esto es necesario realizar un acompañamiento personal e integral, hablando claramente de lo que el Señor espera de sus futuros sacerdotes.

Si no se saben encauzar estas motivaciones, vamos a tener en un futuro sacerdotes frustrados, desencantados y hasta amargados por su condición, porque se darán cuenta que no era lo que se esperaban. Casos hay, y muchos. Por eso es importante que desde los primeros años del Seminario se tengan en claras la motivaciones que guían a los futuros sacerdotes.
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jguerras100
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 10:30 pm    Asunto: Re: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamenta
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿Está de acuerdo con este principio?

Autoconvicción y sobre todo esa forma de describirla en la cual incluye la diferenciación con cualquier otra profesión, pues para ser Ing Químico después de la Secundaria se estudia el Bachillerato de 3 años y una carrera profesional de 5 años, después se estudia una especialización en una maestría o expertize de al menos 2 años, y con ello no es suficiente para estar al día y procurar servir con diligencia, eficacia y efectividad, pues también un doctor que después de cumplir ese orden parecido de formación no esté dispuesto por ejemplo si es ginecólogo a no salir de madrugada a atender un parto es porque nunca tuvo la convicción de ser un médico, y podría seguir con ejemplos que son insuficientes para denotar la diferencia con la vocación sacerdotal, porque si bien es cierto los requisitos y los sacrificios para ser un buen Ingeniero o un buen Doctor son bastantes nunca se compararán con el sacerdocio porque este es 24 horas al día y los 365 días del año, o sea no es igual que un profesionista ni sus sacrificios son al menos parecidos.
Dejar familia, patria en ocasiones, renunciar a las mujeres en el matrimonio, renunciar en algunos casos a las riquezas, títulos, posesiones, etc., como los franciscanos, no es ni siquiera lugar a comparación con demás profesiones, y se requiere estar suficientemente enterado, convencido y dispuesto a ello.
Y que requiere su propia iniciativa además de la de Dios en el llamado original la respuesta no es cómoda o sin dudas o altibajos, sino con disciplina, esfuerzo, dedicación, y puesto todo en el amor.


2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?

Primero siendo ejemplos de virtud y trabajo pastoral alegre y darse por completo al prójimo, también en las clases del seminario dar vida por medio de la Sagrada Escritura, la Oración personal y comunitaria, la Liturgia viva y penetrante, reveladora y meditada, los Sacramentos y la Piedad Popular imbuidos de la Sagrada Palabra de Dios y realizar prácticamente lo que se aprende en teoría para que vivan experimentando día a día el amor de Dios y su dependencia total.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Quizá si porque en cualquier lugar y época han existido y existirán personas que se engañan a sí mismas pero temen tanto a “fracasar” que terminan los estudios sin el pleno convencimiento que era para ellos pero el tiempo invertido ya es razón suficiente para no dejarlo, además de evitar la burla o el desprecio de quienes lo llevaron ahí (familia, amigos, bienhechores, etc), o quizá por seguir a amigos o conocidos se meten a estudiar lo mismo sin estar convencidos, y lo triste es y sería que fuera por condiciones económicas o de “flojera” a las labores rudas del campo o de la fábrica y solo deseen ser vividores del Evangelio, pero ahí sería injusto que generalizara con la cantidad de hermanos que viven cristianamente diariamente e incluso da la vida por las ovejas.
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VÍCTOR HUGO LONDOÑO
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MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 1:20 am    Asunto: Respuesta a Preguntas sobre la autoformación y el amor
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Es indispensable en la formación de los futuros sacerdotes, el entender que el seguir a Jesucristo implica una responsabilidad determinante inherenente en la vida de el futuro sacerdote. Por lo tanto la autoformación es todo aquello que permite que el formando entienda que el mismo debe comprometerse a vivir bajo el estilo de vida de Cristo y que además no se puede ceñir unica y exclusivamente a los horarios y hábitos, sino que más que toda la rutina que implica una cotidianidad y unas reglas, el formando debe entender que todo se realiza por amor, entendiendo que él es el único interesado en seguir adelante con su camino vocacional autofórmandose correctamente, Por ello estoy de acuerdo con este principio
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Víctor Hugo
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VÍCTOR HUGO LONDOÑO
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MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 1:28 am    Asunto: Continuación de Preguntas sobre autoformación del candidato
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

El seminarista lo puede lograr entendiendo en primer lugar que el esta respondiendo a un llamado de Dios y que el seguirlo es una opción seria que implica sacrificios, además con una excelente vida en oración, en constante discernimiento por medio de retiros y convivencias vocacionales y una buena guía espiritual podrá motivarse mas fuerte y profundamente.

Es evidente en el caso de la segunda pregunta que muchas veces al observar el interior de muchos seminarios, al conversar con algunos seminaristas y respondiendo al cuestionamiento, ellos muchas veces buscan otros intereses como desarrollarsen profesionalmente y tener estabilidad en la vida materialmente hablando, pero descuidan lo que realmente es esencial en la vida del sacerdocio como la entrega y el tener siempre que testimoniar a Cristo como fuente inagotable de amor.
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José Mauricio Altamirano
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MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 5:15 pm    Asunto: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

”Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes”

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”?

En lo personal la autoformación, consiste en estar seguro antes que nada de saber que es lo que quiero o deseo ser, tener la disposición para ello y estar conciente de cual es mi meta y que me puede pasar o que debo hacer para llegar a esa meta y sobre todo, con que contar para sobrepasar todo lo que se interponga en ese camino para llegar al objetivo que me he fijado

¿está de acuerdo con este principio?

Claro que estoy de acuerdo y eso mismo sucede para cualquier vocación o sacramento para el cual seamos llamados, por eso decía en uno de los temas anteriores, que el sacerdocio esta muy cerca de los que contraemos matrimonio.
Lo que sucede en algunas ocasiones, incluyendo el sacerdocio, que no conocemos el camino a seguir y sobre toda a que nos vamos a enfrentar en ese camino, es decir un desconocimiento parcial o total de la vocación a que estamos llamados.
Lo ideal debería de ser que para cualquier vocación, primero estar dispuesto o tener la disposición para lo que somos llamados, tener mucha fe y estar seguro de que ese llamado que recibimos es un llamado de Dios y por supuesto tener guías para que nos orienten en un momento determinado.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?

Todo camino o todo llamado proveniente de Dios, implica un cierto grado de sacrificio, en la mayoría de los casos, pero el nivel de sacrificio para mi, depende dos factores fundamentalmente:
La fe que proviene de Dios y que yo la acepte como tal y la disposición que yo tenga para aceptar esa fe o en este caso el llamado que recibe un hombre para ser sacerdote. Pues si yo estoy seguro de lo que estoy haciendo, pongo de mi parte lo necesario para ello, cada día que pase mi motivación y convicción de lo que hago, con ayuda de Dios y de mis guías, lo tengo que hacer mejor y mas profundo, es un combate permanente de entrar en la voluntad de Dios, de estar preparado para los embates del mal, que son muchos en cualquier sacramento y prepararme y utilizar los medios que se me otorgan para lograrlo.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
Al igual que en otro sacramento o llamado de Dios, yo estoy seguro que si puede pasar y eso no es otra cosa que no querer entrar en la voluntad de Dios y no querer aceptar que para esa labor he sido llamado y eso , lo del cambio, yo se lo atribuyo única y exclusivamente a la misericordia, gracia y poder de Dios para con cada uno de nosotros, seamos sacerdotes, casados, solteros, viudos o lo que seamos.
Un abrazo fraterno a todos
Mauricio
“Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo”(San Agustín)
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P. Ovidio
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Registrado: 30 Nov 2008
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MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 5:32 pm    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1.- La utoformación es la labor ardua de la persona en su propia formación, a traves de la oración ,estudio, vida del seminario, relaciones con los compañeros y superiores, consigo mismo y con el mundo donde desarrollará su ministerio . Todo esto es indispensable en el seminarista Y todo esto debe debe nacerde la convicción de quererse configurar con Cristo, como muy bien se apunta en la lección de "queer ser hombre de Dios, santo y virtuoso". Tiene que existir en el formando una clara actitud de sinceridad.

Me ha gustado mucho y estoy de acuerdo con ella la afirmación que la autoformación no es auto-guía

2.- A través de una vida profunda de oración y dejarse ayudar por lños formadores

Sí pueden existir otros intereses y ello si no de descubren a tiempo pueden dar lugar a decisiones erróneas
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Daniel Fernando Peña S.
Esporádico


Registrado: 03 Oct 2007
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MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 7:23 pm    Asunto: Formación integral y convicción en la formación permanente
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1. ¿Qué se entiende por “autoformación”?: me uno a la fenición que presenta el curso. Es decir, lograr que el formando trabaje en primera persona por su propia formación, movido por hondas convicciones y con una clara actitud de sinceridad.

¿está de acuerdo con este principio?: si, ya que que descuidar el principio de la autoformación es poner en serio peligro la perseverancia futura de los candidatos al sacerdocio.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?: desde un acompañamiemto personal, en un ambiente de confianza, cercania y amistad. Ver en sus maestros que las palabras y actos concuerden con el estilo de Jesús y fundamental: si tienen a Cristo como centro, modelo y criterio.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?: Sí, ya que en muchas ocasiones los hijos de la oscuridad son más astutos que los hijos de la luz. Pueden ver este caminar no como vocación sino como una mera profesión y lo vemos reflejado en ocasiones con el comportamiento y antitestimonio de muchos de nuestros ministros.

Si algo, en la formación del sacerdote, estuviera desligado de Cristo, carecería de sentido, sería vacío e inútil. Sería mejor prescindir de aquellos aspectos de su formación que no tuvieran en él su razón última..
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Monica L. Moreno y G.
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 12:28 am    Asunto: Comentario Respuesta
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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Preguntas para el foro

1.- ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Si estoy de acuerdo.

Depende del seminarista la formación, también dejarse ayudar para tener una formación completa, sobre todo necesitamos mucho de la oración.

Teniendo encuenta que pueden los formadores tener equivocaciones, pero depende de uno, de la conciencia,

No es nada fácil dejarse guiar, cuesta trabajo, con los <Padre, jefes y superiores, cuesta mas trabajo dejarse guiar por Dios.

El ser y tener conciencia de quien es ese ser, entender y comprender que ese ser, tiene un llamado especial: ¿Como hacerlo?, ¿porque hacerlo?, ¿cuando hacerlo?.

¿Para que me sirve la formación? ¿A que quiero llegar?, ¿quiero entregarle mi vida a Dios?, ¿Cómo logro ese objetivo?.

Sí uno de al principio de cualquier cosa, se entrega con confianza a Dios, sabemos que de antemano tenemos una gran ayuda, el considerar y meditar, cada cosa que hacemos, para poner las cosas en perspectivas.

Estudiar, leer, ver la televisión, hablar, nos ayuda a tener una autoformación correcta, cosas buenas ya que uno es lo que ve, oye , habla... si lo hacemos en el justo medio, sin caer en la maldad, ni caer en el fanatismo, todo con misura la formación será justa y mesurada.

Todo depende de Ser, del Ente, de uno.

2.- ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?

Estimular el interés, impulsando el crecimiento intelectual y espiritual en el Amor a Dios, hacia sus hermanos y hacia él. Ayudados y haciéndole crecer en la oración, contemplación, en la vida Sacramental transformándose poco a poco en otro Jesús.

El ejemplo que se debe de ver por parte de los formadores, debe ser de hombres justos, ellos deben de hacer mucha pero mucha oración y servicio a la comunidad.

como seres humanos todos debemos de tener actividades, que nos motiven a seguir adelante.

2.1.- ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?.

Por desgracia SI, es terrrrrriiiiibbbblllleeee, pero cierto, lo hacen para ganar un cierto reconocimiento, tener ciertas preferencia, y después cuando ya están en el mundo dan tan malos ejemplos.
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René Héctor Martíinez Mez
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 2:31 am    Asunto: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1. ¿Qué se entiende por “autoformación”?
Es la capacidad que tiene cada quien para poder profundizar y desarrollar mas en su crecimiento ya sea intelectual o cognoscitivos de acuerdo a ciertos lineamientos o conocimiento básico proporcionado por sus profesores o educadores.

¿está de acuerdo con este principio?
Si. En nuestro desarrollo no todo lo recibimos de nuestros educadores o formadores, también tiene gran influencia en nuestra formación las experiencias de vida por ejemplos, de esa misma forma si se nos motiva a profundizar mas en nuestro desarrollo o formación y tenemos los medios suficientes para hacerlo, entonces podríamos aumentar en un buen porcentaje nuestro saber, nuestras experiencia y sacar un mejor provecho de nuestra formación, lo cual implicaría también en una mejor preparación por parte de nuestros formadores para poder satisfacer nuestra demanda.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?
En la medida que el seminarista se vea motivado, que se le refuerce con experiencias de vida, en la medida que se vaya despertando en él el compromiso y su valor en la realización del proyecto de Dios, en la medida que tome conciencia de su papel dentro de la gran comunidad que es la Iglesia Católica, también en la mediad que sus formadores se acerquen a él y le motiven y le hagan ver con aprecio su esfuerzo, el seminarista responderá de una manera positiva.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
Si. Si no hay una cercanía entre él y sus formadores, muy posiblemente pase mucho tiempo sin que él tenga clara su vocación, la motivación y misión dentro de la comunidad.
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frsalomon
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 3:28 pm    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1. ¿Qué se entiende por “autoformación”?

Que el seminarista asuma en la práctica y desde una profunda convicción su ser coprotagonista (a dúo con el Espíritu Santo) de su formación en la diferentes dimensiones.

¿está de acuerdo con este principio?

Obviamente. Sin este principio, fundado en primer lugar en el Amor, se corre el riesgo de formar solamente funcionarios de carrera eclesiástica sin motivaciones profundas de santidad y entrega en el servicio al Pueblo de Dios.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda?

2.1. Varias herramientas podrían ayudar pero creo que una FUNDAMENTAL es el testimonio de santidad de sus formadores. Uno de nuestros beatos mártires, Don Pedro Ruiz de los Paños que pasó su Vida como formador en los seminarios decía: "Rara vez los seminaristas serán algo más que sus formadores". Decía que solamente extraordinariamiente Dios podría suscitar que un seminarista viviera en el seminario y luego como cura una piedad más allá de la que vio en sus formadores.
2.2 En segundo lugar una buena pastoral vocacional podrá ayudar mucho para purificar las intenciones a la hora de entrar en el seminario.
2.3 Otra herramientas muy importante es que el Seminario cuente con un plan formativo que genere indicadores objetivos para que los seminaristas se puedan AUTOEVALUAR respecto a su desarrollo progresivo en cada una de las dimensiones de la formación. Esto ayudará a hacerles caer en la cuenta de sus motivaciones.
2.4 Basado en esos mismos indicadores el rector o el formador encargado del curso (al menos una vez por trimestre, aunque lo ideal sería una vez al mes) ayudarán al seminarista haciendo afirmaciones oportunas sobre su progreso y corrigiendo cuando fuera necesario pero siempre insistiendo en la autoformación como criterio fundamental.

¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Sin lugar a dudas y esto será motivo de sufrimiento para el Pueblo de Dios a donde este fururo cura sea mandado. El drama en la formación es que en ocasiones hay "lobos concientes" que desean hacer mal al rebaño y hay que invitarlos a salir del seminario, pero también, lamentablemente por vacíos institucionales a nivel de organización del seminario, podemos formar algunos "lobos inconscientes" que también dañarán al rebaño.

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Eduardo Espinosa Vasquez
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 3:39 pm    Asunto: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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5. La autoformación y el amor como motivación fundamental


1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Diría que la autoformación es el fruto de un proceso personal en donde el formando entra en un momento de autoconvicción, de autoconocimiento para llegar a la autoformación, a partir de las orientaciones sugeridas por el formador o el acompañante que le permite autoconocerse, saber sus luces y sombras y desde la realidad humana que le circunda ser capaz de optar diariamente en el camino de respuesta en el seguimiento de la doctrina y huellas de Nuestro Señor Jesucristo. En este proceso de autoformación el joven asume su propia responsabilidad que parte de la sinceridad en el camino de respuesta, buscando ser coherente independientemente de la presencia o no del acompañante, porque su opción por el Ministerio lo exhorta y lo anima a ser fiel, leal y auténtico primero consigo mismo.

Estoy totalmente de acuerdo con este criterio de la autoformación y me quedan las dudas de cómo saber si en verdad un joven que cumple con los horarios establecidos en el seminario, que aparentemente es fraterno, que se muestra correcto, en verdad lo hace por amor a su propia convicción o por cumplir externamente mientras alcanza su objetivo para luego hacer y deshacer o para adquirir un título universitario, cierto nivel de vida, cierto status para luego abandonar la vida sacerdotal?

Es muy difícil entrar en el fuero interno del joven, pero hay que confiar en la acción del Espíritu Santo para que en verdad oriente el proceso de autoformación de los candidatos. A nosotros nos queda ser ejemplos creíbles de hombres consagrados.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Brindándole elementos a lo largo del camino de vida religiosa y apoyándolo permanentemente con nuestra presencia en los diferentes momentos del día para estar presto a dar la palabra de aliento, el consejo oportuno, la charla adecuada que contribuya en su proceso formativo.

Son pocos los casos que se han presentado pero desafortunadamente como lo expresé en algún momento anterior, en nuestra comunidad hemos constatado casos de hermanos brillantes académicamente, excelentes como personas, cultos, en quienes la comunidad tenía puestas todas sus esperanzas, pero luego de haber obtenido un título académico a nivel universitario o de postgrado a nivel nacional o en el exterior han abandonado el sacerdocio. Pero también pienso que no les podemos echar solamente la culpa a ellos, valdría la pena que también nos preguntáramos como comunidad nuestro grado de responsabilidad para que estos hermanos hayan abandonado su amor primero o se hayan desencantado. Sería que los dejamos solos, no estuvimos atentos a sus momentos históricos personales? Valdría la pena dialogar con ellos para saber por qué se desencantaron de nuestra vida de consagrados y optaron mejor por un camino de vida secular.

De pronto las estrategias que empleamos no fueron las más correctas y esto llevó a que ellos se desencantaran de nuestro estilo de vida.
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Fray Eduardo Espinosa Vasquez
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saccap
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 7:18 pm    Asunto: Respuestas
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1. Autoformación es trabajar en primera persona, con recta intención y convicción, en la formación íntegral que se propone en los documentos de formación sacerdotal. Con el acompañamiento efectivo del formador.
* Estoy totalmente de acuerdo con este principio.

2. Se logra una motivación más fuerte y profunda, haciendo que el seminarista se enamore de Cristo y se entregue totalmente, por amor, al servicio de sus hermanos.

* Tristemente se dan casos de seminaristas que tienen otros intereses y no el amor a Jesuscristo.
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Juan Carlos Soto Siovil
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MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 8:19 pm    Asunto: participacion en el foro
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

1. Formación como autoformación.
La autoformación y el amor como motivación fundamental


1. ¿Qué se entiende por autoformación? ¿está de acuerdo con este?

La autoformación primero que todo parte del mismo formando, pero ella requiere de una guía y apoyo por parte de quienes son llamados por la Iglesia colaboradores de esta, quienes son los formadores.
La autoformación es pues como digo la formación que parte del mismo individuo, conociendo y cultivando sus motivaciones iniciales, su persona, sus situaciones positivas, incluso negativas, etc, y haciendo con todo ello un proceso en el cual él pueda responder al llamado que Dios le ha hecho. La autoformación no es independencia ni cerrazón antes por el contrario es apertura y responsabilidad, sentido de pertenecía Dios mismo. Para poderse formar o autoformar debe entenderse que el individuo mismo es o debe tener una autoconvicción y además un Autoconocimiento que de una u otra manera le ayudan positivamente en este proceso.
Autoformarse es estar convencido de que cumple con sus deberes y saber que estoy correspondiendo a quien me mira con su mirada siempre eterna, Jesús. Es ante too reconocer que soy sincero conmigo mismo, que actuó con coherencia y que debo ser noble, y leal con Cristo Jesús y con quienes me rodean.
Personalmente si estoy de acuerdo con tal principio, pues allí están los términos y condiciones precisas del individuo que quiere seguir a Cristo por medio de una vida consagrada, la cual depende “la autoformación” de la triada expuesta aquí como es: conocete, acéptate, superarte.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez, mas superficial a una motivación mas fuerte y profunda? ¿se puede dar el caso de que pase años movido no por amor, sino por otros intereses?

Si bien es cierto el trabajo de pasar de las motivaciones iniciales a unas mas profundas es difícil, pero no lo es tanto, en cuanto que el seminarista desde el principio este movido por el amor y no cualquier amor sino el amor a Jesuscristo su Señor que es quien lo ha llamado por primera vez y quien lo ha mirado a los ojos. Se puede lograr este proceso cuando el seminarista es sincero en su caminar y además cuando es capaz de abrirse y dejarse guiar por quienes están a su lado tales como: sus formadores, director espiritual, etc. Pero en definitiva lo mas importante es la fuerza grande del amor del que he hablado mas arriba, pues el hombre no puede vivir sin amor, de tal forma que su motivación primera, central y ultima siempre debe ser eso el Amor.
Además frente a esto pienso que como manifiesta el texto: “la consideración del principio de la autoformación nos ha hecho ver que el éxito de la formación dependerá, en definitiva, del deseo que el formando tenga de formarse, de la fuerza con la cual quiera hacer propio el ideal de vida que la vocación le presenta”.

Son pocos los casos pero si existen y se pueden dar en que el seminarista, busca en su formación o llega a ella por motivaciones que no tiene nada que ver o totalmente diferentes a las que confluyen o llevan a la búsqueda y entrega del amor de Cristo el Señor. Viven su proceso con indecisión y buscan en el estudio una evasión, todo lo anterior quiere decir que no hubo o no hay un proceso de autoformación sincera y una alimentación de estas motivaciones iniciales o simplemente que desde el principio como se ha dicho tenia otras (dinero, fama, prestigio, que se yo), situación esta que no llevara nunca al sacerdocio o que habría que guiar con la ayuda de sus formadores, si se descubre en este personaje la vocación hacia el encuentro con su maestro Jesús y la unión con su hacedor Dios nuestro Padre, quien por medio del Santo Espíritu lo guía hacia este fin o hacia otros pastos y procesos para que viva su vida en la plenitud de la felicidad y logre los objetivos buscados en el mundo laico.
Hno. Juan Carlos Soto Siovil.mbp
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Hilario Cedeño Chávez
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Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 30

MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 10:46 pm    Asunto: Re: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamenta
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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Participación en el Foro 5.

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Estoy de acuerdo con lo presentado como "auto formación", y diría que se entiende como la responsabilidad que cada sujeto (seminarista) asume en su propia formación. La autoformación ha de ser un proceso serio, sincero, transparente, vivido en primera persona que pide al sujeto primero un auto conocimiento o labor de introspección y discernimiento.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

Desde luego que se puede dar el caso de que el seminarista "se adapte, acomode" al sistema formativo y pasen los años sin ahondar de verdad en su llamado. ¿Cómo ayudarle?
Creo que favoreciendo la instrospección para que encuentre las respuestas adecuadas a las preguntas -quién soy, qué busco, qué quiero hacer de mi vida, y en definitiva: qué quiere Dios de mí?
Ayudará el diálogo personal, el discernimiento, la oración y vaya distinguiendo su yo ideal y yo real, esto ayudará a clarificar motivaciones.
Esperamos que por ese camino, sin duda después de un tiempo lleno de crisis, acontezca en el seminarista un "nuevo nacimiento", es decir, la experiencia fundante en Jesús Sacerdote y Víctima que inicie la 'síntesis de contrarios'.

Ayudar, pues, a que la relación con Dios esté fundada en la gratuidad y en la conciencia de sí mismo, entonces el ideal-proyecto del seminarista será menos importante que llevar a cabo la vokuntad de Dios, cuando la atracción por Jesús no le quite conciencia de sus limitaciones.

Hilario msps.
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Oscar Piñango
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Registrado: 26 Feb 2007
Mensajes: 75
Ubicación: Venezuela

MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 11:19 pm    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿Está de acuerdo con este principio?

La autoformación debe entenderse como el deseo, compromiso y responsabilidad que el seminarista debe tener para buscar crecer por su propia voluntad con el ánimo de fortalecer su persona, vocación y vida espiritual. Esta autoformación debe ser estimulada y apoyada por los formadores, sin dejar a la deriva al joven, sino tratando de guiarlo sin dejar que pierda el rumbo, sino todo lo contrario, orientarlo para que aprenda a discernir hacia donde lo está conduciendo Dios. Estoy muy de acuerdo con este principio, puesto que no solo el seminarista y sacerdote debe basar su crecimiento en este aspecto, pero enfocándolo en esta perspectiva, esta autoformación le dará al seminarista desde sus primeros años una base sólida para crecer y formarse, más aun cuando se encuentre en su parroquia, sin formadores a al lado de él, o sin los compañeros de estudios. Es allí precisamente donde lo aprendido en la autoformación lo lleva a uno a estar en contacto con diferentes realidades y aspectos, buscando siempre la fuente del Espíritu Santo y del Obispo, así como del director espiritual que se tenga.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

En principio si el joven a tenido un buen discernimiento y acompañamiento, la persona que ha estado a su lado ha debido motivarlo a comenzar esa autoformación, aprovechando el ímpetu del llamado y del enamoramiento de la vocación. Una vez que ingresa al seminario, el seminarista debe tomar conciencia de la etapa que está viviendo, aparte de formativa a nivel académico, su formación espiritual debe estar acompañada por unos formadores que estimulen su interés basándose en diferentes actividades, desde grupos de oración, retiros, charlas, motivaciones, bibliografía, trabajos pastorales, donde se coloca al joven frente a una realidad que requiere búsqueda personal e intelectual, estando bien pendientes los formadores no de empujar sino de estimular dicha motivación. Es posible que con el paso del tiempo, un seminarista se sienta movido por diversas realidades e intereses, es allí donde la experiencia de los formadores debe entrar en acción para buscar las formas de atención individual y tratar de que el joven se vuelque a un interés cristocéntrico, de allí en mi opinión, dependerá el futuro de la vida sacerdotal del joven.
_________________
Oscar
Jesús mi Camino, Verdad y Vida
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peedson
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Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 34
Ubicación: Brasília - DF - Brasil

MensajePublicado: Mar Dic 09, 2008 12:45 am    Asunto: Re: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamenta
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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Preguntas para el foro

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
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1) La autoformación es la capacidad del joven seminarista asumir la responsabilidad por su propia formación, no porque esta sendo vigiado, mas porque sabe que es necesario para su vida futura como sacerdote. Entonces, todo que lhe é propuesto, ele acepta de bueno gusto, sabedor que es de la importancia de su formación, no solo durante el periodo de seminario, más por toda a vida.

2) Creo que o diálogo franco, aberto e amistoso sera muy importante para crear convicciones nel seminarista, para que elle compreenda qual debe ser su motivación, isto es, un verdadero amor por Jesus. Se esto no acontece, el semiarista com malas intenciones pode pasar todo el período de formación enganando a los formadores e hasta a si mismo, puesotras motivaciones podem llevar un joven ao seminario (por exemplo, voluntad de buena posición social, casa, comida e moneda garantidos, etc). POr eso el dialogo es tan importante.
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magister57
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Registrado: 22 Nov 2008
Mensajes: 6

MensajePublicado: Mar Dic 09, 2008 1:43 am    Asunto: Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamen
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?
La autoformacion es un principio fundamental en la vida humana del sacerdote (seminarista), es la busquedad del conocimiento y del estilo de vida al cual se va, con ella se busca la plenitud. Es ilogico pensar que solo se recibiran conocimientos e los formadores y no se pretenda enriquecer nuestra vida y sobre todo poniendo todos los factores que conlleven a esto tales como la familia, formadores y sobre todo el interes que cada uno pone en el desarrollo de su vida.
Con esto quiere decir que no solo estoy de acuerdo, si no que debe ser una prioridad en todos los seminarios o mas aun en la vida de cada ser humano no importando el ambito de desarrollo.
2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?
Creo que deberemos empezar con una base solida, es decir verificar si los formadores tienen la capacidad y sobre todo el principio de la autoformacion, puesto que no se puede exigir o despertar la inquietud de algo que no se tiene.
Incentivar a los formadores a incentivar a los seminaristas por medio de experiencias de vida y con bibliografias que ayuden a despertar el interes de los seminaristas.
Hacer cursos donde participen familiares de los seminaristas y haciendo una motivacion al encuentro con Dios, esta para que ellos apoyen a los estudiantes a una autoformacion.
Con respecto a que si hay seminaristas que esten movidos por otros intereses creo que desafortunadamente si y no solo seminaristas si no tambien presbiteros los cuales con el desarrollo de una rutina de vida pierden el sentido de su vida es decir se enrolan en actividades las cuales les hacen perder su esencia.
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Corona Efrain
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Registrado: 26 Nov 2008
Mensajes: 9

MensajePublicado: Mar Dic 09, 2008 2:32 am    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
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Dificulto el que yo pueda agregar algo distinto o novedoso a lo planteado hasta ahora en este foro, en cuanto a las preguntas establecidas para el tema de “La autoformación y el amor como motivación fundamental”, así que me sumo a la mayoría de las respuestas dadas, muchas de una calidad extrema, verdaderamente insuperables, en el sentido de que complementan al texto central de estudio.
Sin embargo, me queda resonando una situación muy particular, y es que pareciera que todos piensan en la “autoformación” como exclusividad de los seminaristas o formandos, y a mí me parece que ese es un principio aplicable a toda la vida. No por estar ordenado de diácono o sacerdote, incluso, no por ser profeso perpetuo, debemos creer que llegamos a la meta. La “autoformación”, con su “autoconocimiento”, “autoaceptación” y “autoconvicción”, es un trabajo para toda la vida, es un principio que no tiene final.
Otra inquietud que me resuena es el hecho de que se hable de la “autoformación” como si ese principio se adquiriera de la noche a la mañana. Considero que al principio, en los primeros meses o años, la formación debe ser unidireccional, pues a muchos formandos se les debe reestructurar casi todo el sistema de aprendizaje que traen de casa, desde la formación académica, hasta sus hábitos de aseo personal. En nuestra realidad social ese es un gran reto para los formadores, pues hay que estar pendiente no sólo de trabajar las motivaciones más profundas que pueda traer el aspirante a religioso o sacerdote, sino que también hay que dedicarle tiempo a la formación integral. Dentro de ella, hay que ayudarles a concientizar que ellos son el elemento central de la formación, y por lo tanto son responsables de primer orden de la misma.
Saludos fraternales
Hno. Efraín, sds
_________________
´Hno. Efraín Corona, sds
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P. Tobias Murillo Gil
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Registrado: 24 Nov 2008
Mensajes: 41

MensajePublicado: Mar Dic 09, 2008 4:29 am    Asunto:
Tema: 5. La autoformación y el amor como motivación fundamental
Responder citando

Tema: 5.
La autoformación y el amor como motivación fundamental.

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”?

-Es la capacidad de descubrir lo que se quiere y amarlo para alcanzar mi objetivo. Es decir, que quien se forma descubra lo que quiere, lo ame y lo haga suyo, para que asi el ideal a que aspira lo pueda alcanzar. Para un Seminarista su ideal debe ser la plena identificación con Cristo Sacerdote.

¿Está de acuerdo con este principio?

Claro que si, estoy completamente de acuerdo, ya que si uno no ama lo que desea, le es imposible alcanzarlo.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses? .

-La tarea de un Seminario consiste en hacer descubrir el ideal sacerdotal, su belleza y el valor que tiene el alcanzarlo. Hacer que el candidato se enamore del Señor y descubra lo hermoso de la entrega generosa a su servicio. El candidato que se siente llamado, debe descubrir a lo largo de su formación, que vale la pena, la entrega de la vida alacausxa< de la evangelización, como colaboración a aquel que ama y ha hecho el Señor de vida.

Sucede con mas frecuencia de lo que imaginamos. O si no, por que se cambia tan fácil la Misión por cualquier cosa?
En el mundo en que vivimos hay muchos interereses camuflados con apariencia de servicio, de entrega y de amor. Eso fue lo que le pasó a Judas , según nos lo dice el Evangelio.

Unidos en la oración. Que el Señor los bendiga.
_________________
Jesus:"Me amo y se entego por mi"

P. Tobias
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