7. Formación integral y eminentemente pastoral

[Hini]

Formación integral

¿Qué debe buscar, en general, nuestro esfuerzo formativo? ¿Qué tipo de formación queremos lograr en nuestros futuros sacerdotes? ¿Cuál es la cualidad principal que debe calificar esta formación?

El mismo título de nuestro curso nos indica la respuesta: la formación integral del candidato al sacerdocio. Hemos hablado, en sesiones anteriores, de la formación como transformación. Ahora se completa esta idea diciendo que se trata de la transformación de todo el hombre, la formación de un "hombre íntegro" que sea después un íntegro sacerdote de Cristo.

Como comentamos en el capítulo introductorio, el ser humano es un ser unitario, aun en su complejidad. Por eso, cuando Dios llama a un hombre para que realice una misión, lo escoge en su integridad. Quiere que todo él se consagre a su servicio y al servicio de los demás; que todo él quede marcado por el carácter sacerdotal; que todo él se identifique con Cristo, hombre perfecto, sacerdote eterno. No se trata, pues, de parecerse a Cristo en alguna de sus facetas, sino de identificarse con él en la globalidad de la propia personalidad, aunque sea con mil imperfecciones.
Por otra parte, el ministerio sacerdotal exige, por su misma naturaleza, esa formación integral. El sacerdote es el "hombre para todos", como Pablo (1 Co 9,20-22). En su ministerio puede encontrarse con la necesidad de orientar al científico, al artista, al deportista, al obrero o al político. Su labor pastoral diaria le exigirá predicar, orientar, organizar, confesar. Otras personas pueden permitirse "el lujo" de desarrollar una de sus facetas olvidando las demás. El sacerdote no.

La misma realización humana del sacerdote, querida también por Dios al llamarle a esa misión, quedaría comprometida si se diera en él un desarrollo unilateral o parcial. Y, si fuera así, también su perseverancia futura tendría menores garantías: un aspecto de su persona que haya quedado sin formar, sobre todo si se trata de un aspecto importante, es como un hueco en el muro de una ciudad, un "punto flaco". ¿Qué sucedería, por ejemplo, con un sacerdote que hubiera desarrollado muchísimo su sensibilidad, pero saliera del seminario con una voluntad enclenque?


Formación armónica de todas las facultades

Formación integral significa pues, ante todo, el desarrollo armónico de todas las facultades y capacidades del seminarista. Naturalmente, cada uno tiene unos talentos y unos defectos propios. No se pretende que todos sean perfectos en todo. Pero sí que alcancen la suficiente maduración de cada uno de los elementos que componen su personalidad humana. Esto entraña, por una parte, el crecimiento de sus varias facetas y, por otra, la armonización o jerarquización de las diversas partes del todo humano.

En una cuadriga es necesario que los cuatro caballos sean robustos y veloces; pero es necesario también que los cuatro galopen al unísono; y es imprescindible sobre todo que haya una jerarquía: que sea el auriga quien conduzca el carro, armonizando y encauzando las fuerzas de todos. Para ser un sacerdote íntegro, el seminarista debe formar su espíritu, su inteligencia, su voluntad, su sensibilidad, su afectividad, su cuerpo; y debe lograr también la armonía jerarquizada entre todos esos elementos.


Formación armónica en todos los campos

Formación integral significa también que el sacerdote esté suficientemente preparado en todos los campos que atañen a su identidad personal y a su misión. De nuevo, cada uno tiene sus propias capacidades, gustos o tendencias. No todos tienen que ser grandes intelectuales, ni todos grandes organizadores. Pero tampoco podemos conformarnos con que nuestros seminaristas restrinjan su preparación a un solo campo, limitando así, de antemano, su posibilidad de colaborar en algunas de las necesidades de la diócesis. La prudencia pastoral del obispo podrá después destinar a cada sacerdote al puesto en que mejor pueda desarrollar su labor, de acuerdo con sus dotes y su preparación. Pero los encargados de su formación deben ayudarle antes a pertrecharse, en la medida de lo posible, de todos los elementos que puedan enriquecer su personalidad y potenciar su futuro ministerio.

Si no se tiene este principio bien presente, se puede caer en parcialidades, que llegan a ser deformaciones. Así puede darse el academicismo, cuando se proporciona al sacerdote una indudable formación intelectual, pero con una deficiente formación espiritual, humana o apostólica. O el tecnicismo pastoral: se forman excelentes expertos en dinámica de grupos, en metodología apostólica, en relaciones humanas... pero con una débil formación filosófica o teológica, o con mediocre preparación en las virtudes humanas. Estarán fácilmente inclinados a un activismo que apaga su espíritu. Tampoco deja de acosar hoy, aunque sea más bien una tendencia de tiempos pasados, el espiritualismo en el que la vida de piedad se convierte en criterio único de juicio sobre la preparación de un candidato al sacerdocio, aunque éste tenga una deficiente preparación académica y su calidad humana o sus métodos apostólicos dejen mucho que desear. Por último, la secularización reinante en el mundo de hoy, no deja de presentar la tentación de pensar la misión sacerdotal en la sola clave de un humanismo horizontalista que ignora o relega su dimensión sobrenatural.

La formación integral se obtendrá cuando los programas generales, las actividades comunitarias y las orientaciones personales tengan en cuenta la formación espiritual, humana, intelectual y pastoral de los alumnos y, dentro de éstas, los diversos elementos que las componen.
Las diversas dimensiones de la formación sacerdotal han sido delineadas claramente en la exhortación apostólica Pastores dabo vobis. Cada una de ellas será objeto de nuestro estudio más adelante en este curso.


Una formación eminentemente pastoral

Una de las dimensiones de la formación integral es la preparación para el ministerio pastoral. Pero si tenemos en cuenta que toda la formación de sacerdotes va encaminada a su preparación para la misión, comprenderemos que no se puede considerar la formación pastoral solamente como un área específica, sino que se trata de un enfoque global de toda la formación, una luz que lo permea todo. Por ello figura entre los principios fundamentales.

En efecto, hemos visto que la vocación del presbítero gira en torno a una misión: la de ser, a imitación y a nombre del Buen Pastor, pastor de las almas que la Iglesia le ha confiado. Los sacerdotes, ejerciendo en la medida de su autoridad, el oficio de Cristo, Pastor y Cabeza, reúnen la familia de Dios como fraternidad...y la conducen a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu. Tanto es así que se puede llegar a afirmar que el rasgo fundamental de la personalidad sacerdotal, según el Concilio Vaticano II, es el de pastor de almas.

De aquí que la formación del sacerdote, si quiere corresponder a las exigencias de la misión sacerdotal, deba ser eminentemente pastoral. Este punto ha sido uno de los fundamentales, por no decir el mayor, que ha querido destacar el Concilio en la formación de los futuros sacerdotes. Y con toda razón, pues descuidar la preparación del sacerdote para la misión específica que debe realizar en la Iglesia, sería nulificar en cierto sentido los demás aspectos de su educación.

El decreto del Concilio Vaticano II sobre la formación sacerdotal pone de relieve la importancia de este principio cuando al hablar de los seminarios mayores, afirma que en ellos, toda la educación de los alumnos debe tender a la formación de verdaderos pastores de las almas, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor; e inicia el número consagrado a la formación propiamente pastoral reafirmando su centralidad dentro de la formación del seminarista: La formación pastoral...debe informar por entero la formación de los alumnos. En las "Orientaciones para la educación en el celibato sacerdotal" de la Congregación para la Educación Católica se explicita que por formación pastoral se entiende no sólo un aspecto o un sector educativo entre otros, sino también la característica propia de la preparación de los sacerdotes, característica que debe revestir y penetrar todos los aspectos de la formación de los aspirantes. La personalidad del sacerdote-pastor es el vértice al que, por consiguiente, debe converger en plena armonía la educación seminarística. Esto significa que todos los elementos constitutivos de la estructura y función del seminario debe estar pensados y calibrados con miras a su eficiencia práctica, a la consecución del fin indicado y que los educadores debe proponerse como meta calificativa de su acción especializada la formación pastoral de los seminaristas.

En primer lugar, la formación espiritual debe orientarse y estar estrechamente unida a la formación pastoral. El corazón de esa formación es el celo por las almas y la caridad pastoral. Eso es lo primero y esencial, no las técnicas, metodologías y teorías pastorales. Si el seminarista tiene a Cristo como motivación y sentido último de su sacerdocio no podrá no amar lo que Cristo ama, no podrá ser indiferente al bien de las ovejas que Cristo le confía en la Iglesia. El aspirante al sacerdocio ha de salir del seminario con el corazón henchido de este amor, prolongación de su amor a Cristo. Si después de los años de seminario no se ha logrado formar la caridad pastoral, el celo sacerdotal, se puede decir que ha fracasado toda la formación.

Por lo tanto, debe rechazarse un tipo de formación espiritual fundada en una piedad sentimental y romántica, que aísle del compromiso apostólico y acabe en un narcisismo espiritual. El verdadero trato con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo abre a la persona al misterio de Dios amor y de Cristo Redentor; y esa apertura le infunde su mismo amor por los hombres y su anhelo salvador.

Por otra parte, una pretendida formación "pastoral" desligada de la sólida formación espiritual es sólo un engaño destinado al fracaso. Si la esencia de la acción pastoral es comunicar a los demás lo que antes se ha contemplado en la oración, es entonces preciso unir estrechamente la contemplación y la acción. De la oración brota una pastoral imbuida de espíritu sobrenatural y cargada de eficacia sobrenatural. Cuando un joven que se prepara al ministerio sacerdotal nutre su celo en una intensa y rica vida interior, en una profunda amistad con Jesucristo, está ya encaminando su futuro apostolado en la dirección correcta. Su predicación, su acción evangelizadora, su entrega a los fieles, tendrá el respaldo y la eficacia de la unión con Dios.

También la formación académica ha de estar orientada hacia la formación pastoral. Una preparación intelectual desligada de la misión apostólica conduce al cientifismo, no a la verdadera formación del sacerdote.

El enfoque pastoral de la formación académica tiene dos dimensiones. La primera es la intencionalidad: prepararse en el estudio para realizar eficazmente la propia misión apostólica y ofrecer por amor a los hombres todos los sacrificios que impone una formación filosófica y teológica tomada con seriedad. Enseñar al seminarista a dar sentido apostólico a sus estudios es ayudarle a comprender que toda su vida tiene este sentido.

La segunda consiste en ir haciéndole ver la relación intrínseca que tienen estos estudios con la misión sacerdotal. Esto naturalmente no implica desvirtuar la autonomía de método y contenido propia de cada materia. Sin embargo es muy diversa una formación en la que profesores y alumnos se esfuerzan por ver la conexión de las materias con la actividad pastoral y con la misión específicamente sacerdotal, de una enseñanza fría y puramente "científica" de estas disciplinas. En este sentido, el decreto sobre la formación sacerdotal del Concilio Vaticano II recomienda que se preste gran atención para mostrar a los estudiantes de filosofía la relación que existe entre esta disciplina y los verdaderos problemas de la vida. También se invita a los profesores a poner de manifiesto el nexo existente entre los temas filosóficos y los misterios de la salvación. Asimismo, el estudio de la teología debe hacerse de manera que los que la han asimilado la puedan anunciar, exponer y defender en el ministerio sacerdotal, pues la enseñanza de la teología en los seminarios está principalmente destinada a formar sacerdotes para el ministerio pastoral.

De igual modo, la misma formación humana debe estar impregnada de una profunda orientación pastoral. Esta orientación añade a la formación humana nuevos contenidos y nuevas perspectivas. Nuevos contenidos por cuanto que el pastor debe poseer algunas cualidades que, de por sí, otro hombre no destinado a esta misión no tendría por qué cultivar con especial empeño. Aquí entra la formación de aquél que ha de ser guía de sus hermanos, líder espiritual, transmisor de un mensaje de salvación. Nuevas perspectivas porque las virtudes humanas se ven en función de la misión. El cultivo de la rica gama de virtudes humanas que debe poseer el sacerdote no tiene como fin la formación de un hombre perfecto, satisfecho de su perfección y cerrado en su autocontemplación. Se busca la perfección humana en orden al mejor cumplimiento de la misión pastoral. A mayor calidad de hombre, mayor calidad de pastor.

Por último, de extraordinaria importancia es formar en el futuro pastor la conciencia de que será pastor en la Iglesia, para la Iglesia y de la Iglesia. Cuando Cristo lo eligió como pastor, lo llamó para que sea ministro de la comunidad fundada por él, de la Iglesia que quiso edificar sobre la roca de Pedro (cf. Mt 16,18) y a la que confió el cuidado de sus ovejas (cf. Jn 21,15-17). El amor a la Iglesia forma parte, por lo tanto, de la correcta formación pastoral del seminarista, además de ser un contenido específico de su vida espiritual. El joven que se prepara para su futuro apostolado debe entender bien que fuera de la Iglesia su misión carece de sentido. Los contenidos de su evangelización, los métodos de su ministerio, el estilo de su acción sacramental, habrán de estar impregnados de un profundo "sensus Ecclesiae". Y toda su acción pastoral deberá desarrollarse en el signo de la armonía con el Pastor Supremo y universal, con su obispo, pastor de su iglesia particular, y con sus hermanos en el presbiterio.

Además de orientar en función de la misión específicamente sacerdotal todas las dimensiones de la formación integral del presbítero, se ha de proporcionar una específica preparación pastoral. Lo veremos con detención más adelante en este curso.


LECTURAS SUGERIDAS

Pastores dabo vobis, 24-26. La vida espiritual en el ejercicio del ministerio


PREGUNTAS PARA EL FORO

¡Les invitamos no sólo a responder la pregunta, sino también a leer y comentar las respuestas de los demás participantes!


Formadores de seminario
¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal has sentido una mayor dificultad, y —en su caso— cómo has logrado superar los obstáculos?

Otros sacerdotes y seminaristas
¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

Demás participantes
¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?


Para publicar sus respuestas en los foros del curso
http://foros.catholic.net/viewforum.php?f=68

Preguntas y comentarios a los moderadores:

P. Ramón Guardamino, L.C.
http://www.es.catholic.net/consultas/consultorio.php?id=6

P. Mario Sabino González, LC
http://www.es.catholic.net/consultas/consulta.php?id=79&com=1


Consultar sesiones anteriores
http://es.catholic.net/sacerdotes/841/3078/

[Pbro. Francisco Rodríguez]

Que la paz del Señor que se acerca les acompañe a todos.

¿Se ha logrado en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio?

Desde mi perspectiva actual, considero que el proyecto formativo si contempla las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, sólo que hay algunos elementos que no permiten hacer del todo efectivo este proyecto.

1. Las diversidad de pensamiento, mentalidad y formación recibida por los formadores, junto con los problemas de integración como equipo formador en un proyecto común, dificultan la armonía en la formación integral, ya que para unos es importante una dimensión y para otros otra y así sucesivamente. Nadie puede formar sólo y según su criterio.

2. El que no todos los formadores contemplen el carácter eminentemente pastoral que tienen todas las dimensiones de la formación y esto lleve a ciertos vacios o reduccionismos en la formación.

3. Las dificultades que a veces el formador enfrenta para poder acompañar muy de cerca al formando, para ayudarle a madurar en todos los campos y facultades de la persona y lograr que sea un hombre íntegro para que sea un íntegro sacerdote de Cristo.

4. El que los alumnos vivan con cierto conformismo y vayan creciendo medianamente, que se confien sólo a destacar en ciertas cosas que les guatan y para lo que son "regularmente buenos", descuidado otras que finalmente le ayudarán a ser una persona íntegra.

5. Los alumnos tienen dificultad en entender que se están formando para ser pastores en la Iglesia, como Cristo mismo. Esto quizá se deba a que se dejan contagiar fácilmente por lo que el mundo ofrece en la actualidad o por que ellos no quiren desprenderse de todo lo mundano para dedicarse por completo a su configuración con Cristo. Para ser sacerdote del Señor, hoy más que nunca, se necesita coraje y entrega, decisión y compromiso.

Creo que se debe insistir en que el proyecto formativo de mi seminario, con sus cuatro demiensiones y con la ayuda de todos los que estamos involucrados (actualmente soy profesor de teología), tenga la perspectiva de formar en la caridad pastoral o celo apostólico.
Tomarnos más en serio la misión que se nos ha confiado.
Formar sacerdotes es la tarea pastoral por excelencia.
P. Paco R.

[P. Ovidio]

Desde mi experiencia como sacerdote de muchos años diría que la elección por parte de Dios me demuestra un amor espacial de Jesucristo hacia mí y esto debe llevar una correspondencia. Amor con amor se paga. Por otra parte mi amor a Jesucristo me yuda a madurar mi amor a la Iglesia con todos sus fallos que tiene y sus pecados.
Cuando yo estaba en el seminario coincidieron los años de Vaticano II y acaso haya habido una cierta confusión en nuestros seminarios. Creo que sí como muy bien dicen en la lección es necesaria la formación en los campos: espiritual, humana, intelectual y pastoral. En aquellos años se insistía mucho en lo espiritual; lo intelectual casi no se sabía por dónde ir, nuestros profesores no estaban formados en la nueva teología; el campo humano se olvidaba demasiado y el campo pastoral se creía que se aprendía cuando se saliese del seminario.
Yo creo que hoy según el Vaticano II y demás orientaciones de la Iglesia lo importante sería formar sacerdotes Pastores de almas y lo concretaría con esto que nos ofrecen en la lección: PASTOR EN LA IGLESIA, PARA LA IGLESIA Y DE LA IGLESIA.
Esto es lo que también yo intento vivir hoy y de este modo realizar en mi vida aquello que se me pedía el día de mi ordenación: " confirma tu vida con el misterio de la Cruz del Señor"

[JULIAN RAMIRO JOVEN CADEN]

1. Permítanme comentar que son dos las dimensiones en las que, personalmente, encuentro una mayor dificultad:

EN LO ACADÉMICO

Al seminario llegan jóvenes con dificultades en la lectura, en la escritura, en la comprensión… Desafortunadamente el estilo de formación en la secundaria (Llamado promoción automática) le permite pasar de un grado a otro aun debiendo logros; por otra parte, las humanidades son opacadas por la importancia excesiva dada a las ciencias positivas. Entonces, quienes llegan al Seminario tienen habilidades por ejemplo, para todo lo que atañe a los sistemas pero no quieren saber nada de leer, de sintetizar…. También, está el mal uso del internet: cortar y copiar el texto sin haber leído nada; en el peor de los casos ni siquiera se cita la página. Algunos seminaristas asumen una actitud muy mediocre: pasar con la nota mínima. Les cuesta el ambiente de silencio, de reflexión.

Cómo lo hemos ido superando:

 Organizando talleres de lecto-escritura cada semestre.
 Exigiendo trabajos escritos a mano, en las distintas asignaturas.
 Ofreciendo la asignatura de metodología de la investigación.
 Promoviendo la lectura en el comedor (tres días en la semana).
 Exigiendo constantemente el silencio: módulo académico, habitaciones… Motivando con la música clásica en la sala de estudio.
 Organizando a los seminaristas para que orienten la reflexión durante unos minutos de la hora santa.
 Reuniendo periódicamente los formadores de la institución.

EN LO ESPIRITUAL
Se percibe que cumplen simplemente lo exigido por el reglamento en esta dimensión: llegan sobre la hora a los actos litúrgico (En ocasiones retrasados). ¿Por qué no se llega con más tiempo a la capilla para tener un tiempo de oración personal ante el Santísimo?. También se observa que no acuden con frecuencia al director espiritual; esperan que el sacerdote sea quien tome la iniciativa. . El santo rosario no es apreciado en toda su profundidad.

Cómo lo hemos ido superando:
 Llegando temprano los formadores a la capilla para recitar el oficio de lectura, en las primeras horas de la mañana.
 Promoviendo un espacio para la oración personal ante el Santísimo; todos los días de la semana de 7:30 a 9:30 se designa media hora para un seminarista. Esto es, el joven sabe que tiene media hora en la semana (formalmente – establecido) para la oración ante Jesús Eucaristía.
 El director espiritual del Seminario organiza una reunión semestral con los directores espirituales del Seminario.
 Iniciando las reuniones como: curso, áreas… con la recitación del santo rosario; dando gran relieve a esta oración durante el mes de octubre.

[José Mauricio Altamirano]

”Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes”

Demás participantes

¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?

Para mí en particular es un tanto riesgoso emitir opinión sobre esa pregunta, pues por ser laico o seglar y no tener mucho contacto o relación con seminaristas durante su proceso de preparación, resulta un tanto arriesgado opinar a este respecto, pero me atrevo a hacerlo, pensando en que será una opinión basada en los resultados de lo que yo puedo apreciar cuando ya esta formado el seminarista, es decir opinar por el comportamiento del ya ordenado o formado seminarista, por lo menos cuando recién sale del seminario, pues hay algunos casos, que por la falta de seguimiento “post” ordenación, como que dejan, por lo menos en mi país, muy solo al sacerdote, eso incluye a los diocesanos y a los que pertenecen a alguna congregación, y cuando digo solos lo hago en el sentido, de que no hay un seguimiento en lo que se le enseñó e inculcó en el seminario y digo por la razón de que por ser seres humanos de carne y hueso, están expuestos a un bombardeo del medio o entorno en que todos nos desenvolvemos, llámese esto: medios de comunicación masiva, la misma feligresía(nosotros mismos), la misma variedad de opiniones dentro de los mismos sacerdotes(algunos, no todos), las proliferación de sectas, etc.
Aunque esta pór demás decirlo, que tienen permanentemente la ayuda y acompañamiento del Espiritu Santo.
Para mi el mayor énfasis a sido orientado hacia la formación espiritual y muy ligada o cerca de esa formación, esta la formación pastoral, pues lo que hace que la mayoría, la gran mayoría de sacerdotes, sean “unos buenos sacerdotes”, pues no puedo olvidar que son elegidos por Dios para esta misión y guiados por el mismo Dios Espíritu Santo.
Para mi eso es lo fundamental, no necesariamente solo eso, pero si hablamos de prioridades para mi eso es y eso sería lo mas importante, por lo que veo en la mayoría de sacerdotes con los que me relaciono, unos como asesores y otros como unos excelentes amigos.
Y a este respecto no puedo omitir manifestarles las muy buenas experiencias que he tenido con todos los sacerdotes a los que he buscado por diferentes razones(consejos, ayuda espiritual, recomendaciones, dudas, etc) , en el sentido de que en todos ellos, se nota claramente esa motivación que los hace tan diferentes del resto de hombres como lo es, esa motivación por parte de Jesucristo, pues yo siempre he dicho que son humanos y como tales pueden cometer errores, pero al momento de cumplir su tan delicada función, por ejemplo: celebrar el sacramento de la Eucaristía, el sacramento de la confesión, confirmación o celebrar un matrimonio y muchas otras, mi total e incondicional respeto para todos, pues en esos momentos ya no son ellos y para mi se convierten y experimentan ser el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Y esto último, es lo que me sirve de base para afirmar u opinar sobre esta pregunta que se nos plantea a “los otros” participantes de ese curso.

Un abrazo fraterno para todos
Mauricio
“Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo”(San Agustín)

[Iñaki S.]

En mi experiencia, creo que a la formación humana todavía se le puede dar más importancia (y atinar en los medios para lograrla), como base necesaria para todo lo demás. Muchas veces nuestros problemas tienen a la base carencias en este campo: falta de voluntad, de madurez, de coherencia...

Gracias P. Paco por lo que escribe, que es muy cierto: Tomarnos más en serio la misión que se nos ha confiado. Formar sacerdotes es la tarea pastoral por excelencia.

Y gracias al P. Ovidio que comparte su experiencia de los años del concilio. Comenta que se le daba mucha importancia a la formación espiritual, pero quizás fue precisamente eso lo que luego más se echó de menos... ¿O cómo lo ven?

[jguerras100]

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

Considero que por las propias necesidades de formación y de agentes adecuados de formación, actualmente se ha privilegiado el campo de la formación humana e intelectual, no olvidando por supuesto el aspecto espiritual aunque quizá desconectado de lo demás, y lo de menor prioridad es lo pastoral, esto quizá también debido a la falta de espacios coordinados entre parroquias y seminario para brindar esa experiencia al menos de fin de semana de los pastores en acción y aprender de primera mano, las necesidades, las urgencias, carencias, fortalezas y las áreas de oportunidad.

¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?

Creo que en áreas intelectual y humana se ha avanzado en técnicas de comunicación y presentación, así como en tratos humanos más dignos.

[Eduardo Espinosa Vasquez]

7. Formación integral y eminentemente pastoral

Formadores de seminario

¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal has sentido una mayor dificultad, y —en su caso— cómo has logrado superar los obstáculos?

Considero que sería muy pobre afirmar que únicamente en una dimensión he tenido dificultades, pues como bien se expone en el documento y a lo largo del curso, estamos hablando de una formación integral y por ende de varias dimensiones que abarcan la totalidad del ser humano y la formación del sacerdote.

Por lo anterior, no podría hablar exclusivamente de dificultades en una dimensión.

Trataré de presentarlo de la siguiente manera.

Frente a una sociedad que quiere vivir al lado de Dios o sin Dios, es necesario trabajar con los jóvenes para que descubran la presencia de ese Dios que camina y hace historia con el hombre. De ahí que considero que la formación tiene su fundamento en el encuentro personal con el Señor y se inicia con la llamada de Dios y la decisión de cada uno de seguirlo, constituyéndose como discípulo suyo, bajo la acción del Espíritu Santo.

La formación es un proceso continuo de crecimiento y de conversión que compromete toda la vida de la persona, llamada a desarrollar su dimensión espiritual, cristiana, humana, académica, afectiva y pastoral, viviendo radicalmente el santo Evangelio en espíritu de oración y devoción, en relación con las personas que el Señor le regala y ante todo preparándose en ser un verdadero testigo de Aquel a quien predica.

El seguimiento de Jesucristo según la forma de hombre consagrado debe comprometerlo con la Iglesia, haciendo tomar conciencia en el seminarista la necesidad de ponerse al servicio de los hombres de nuestro tiempo como mensajero de reconciliación y de paz, pero siempre sumiso y sujeto a los pies de nuestra Santa Madre Iglesia.

La labor del formador debe consistir en presentar al seminarista, el motivo, el fundamento, el principio orientador y el sentido último de la vida que desea asumir como Ministro del Reino, con miras a dar unidad, coherencia y gradualidad a la acción formativa. Por eso, el formador debe de identificar y comprender los contenidos esenciales de cada una de las dimensiones del ser humano que debe de potenciar en el aspirante al Ministerio Sacerdotal, para potenciarlos en los estudiantes una autenticidad cada vez mayor.

Es necesario por último que el formador involucre en el proceso formativo a personas expertas en los temas a desarrollar en cada una de las dimensiones humanas, profesionales expertos en cada área, con el fin de contribuir en una formación integral del sacerdote. Estos profesionales que apoyan la formación integral considero que deben ser hombres, mujeres, religiosos, religiosas y no limitar el género en la formación de seminaristas.
_________________
Fray Eduardo Espinosa Vasquez

[Salomón Orlando]

Demás participantes
¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?

En la formación eminentemente pastoral

Una de las dimensiones de la formación integral es la preparación para el ministerio pastoral. Pero si tenemos en cuenta que toda la formación de sacerdotes va encaminada a su preparación para la misión, comprenderemos que no se puede considerar la formación pastoral solamente como un área específica, sino que se trata de un enfoque global de toda la formación, una luz que lo permea todo. Por ello figura entre los principios fundamentales.

En efecto, hemos visto que la vocación del presbítero gira en torno a una misión: la de ser, a imitación y a nombre del Buen Pastor, pastor de las almas que la Iglesia le ha confiado. Los sacerdotes, ejerciendo en la medida de su autoridad, el oficio de Cristo, Pastor y Cabeza, reúnen la familia de Dios como fraternidad...y la conducen a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu. Tanto es así que se puede llegar a afirmar que el rasgo fundamental de la personalidad sacerdotal, según el Concilio Vaticano II, es el de pastor de almas.

De aquí que la formación del sacerdote, si quiere corresponder a las exigencias de la misión sacerdotal, deba ser eminentemente pastoral. Este punto ha sido uno de los fundamentales, por no decir el mayor, que ha querido destacar el Concilio en la formación de los futuros sacerdotes. Y con toda razón, pues descuidar la preparación del sacerdote para la misión específica que debe realizar en la Iglesia, sería nulificar en cierto sentido los demás aspectos de su educación.

[P. Tobias Murillo Gil]

Foro 7. Formación integral y eminentemente pastoral

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

Como Sacerdote, concuerdo con algunos de los foros que he leíd y en mi opinión, en algunos Seminarios se le está dando mayor importancia a la formación intelectual, con detrimento de la formación pastoral y aún espiritual. A veces tenemos nuevos sacerdote muy preparados que al poco tiempo después de salir del Seminario, se le encuentra que ya no tiene tiempo para la oración y les importa mas una vida de estudio continuado, pero sin afán y celo pastoral

Creo por eso que, las cuatro dimensiones de la formación son importantes y deben ir de la mano y en armonía. No se puede ser solo un pastoralista sin vida interior, o solo un sabio en ciencia, sin la dimensión Pastoral y Espiritual.

En cuanto a los foros anteriores, los he leído todos y encuentro en ellos muy buenas aportaciones, en todos se nota interés en el estudio de los temas.

Nota: Me gustaría comentarios acerca de las respuestas que he logrado aportar a los temas anteriores en los foros que he participado. Desde ya los agradezco. P. Tobías.
_________________
Jesus:"Me amo y se entego por mi"

P. Tobias

[Ramón Díaz-Guardamino LC]

Antes que nada quería agradecer todas las respuestas anteriores. En particular es digna de atenta lectura la del P Julian Ramiro Joven Caden, que da un díagnóstico preciso de la situación proponiendo soluciones que pueden servir de gran ayuda a los demás ¡Muchas gracias! Y cómo no agradecer también al P. Ovidio, al Pbro. Francisco Rodríguez, al P. Tobias Murillo Gil y tantos otros que aportan una valiosa experiencia. Gracias a todos.

Por mi parte, aunque no pretendo responder directamente a ninguna de las preguntas, quería hacer hincapié, respecto a la formación pastoral, en la importancia de la caridad pastoral, pues será al final la motivación que mueva al seminarista a formarse, no sólo en la dimensión pastoral, sino en todas las áreas de formación. Me atrevería a decir que no es verdadero pastor quien no ama a las ovejas; no basta aprender a predicar, a organizar actividades, etc.; lo único que nos empujará a la entrega en todo momento será lo que amemos a esas almas que Dios nos ha puesto o nos pondrá en el camino.

En el ministerio parroquial tenemos al rebaño normalmente en frente, pero los años de seminario se caracterizan por un amar a quien uno no ve, con lo que implica de fe y espíritu sobrenatural. Es importante que el seminarista desde ahora ame a esas personas que un día encontrará en su camino, que rece por ellas, que trate de formarse lo mejor posible para poder serles de más ayuda. Un elemento de esta formación será, por ejemplo, el saber predicar bien una homilía (¡algo tan necesario!). Pero es que la caridad es el alma de la formación pastoral. Y el seminarista que ama, ofrecerá a Dios cada momento de oración o de estudio por esas almas, dando lo mejor de sí sin esperar más recompensa o gratificación que eso, ser instrumento del amor de Cristo a las almas; de este modo aprenderá a entregarse a todos sin acepción de personas ni buscar recompensas.

Por supuesto que esa caridad debe manifestarse antes que nada en el trato con los demás seminaristas, como comenté en mi anterior aportación.

[Ma Socorro A. Reyes López]

¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?
Rasgo fundamental de la personalidad sacerdotal, según el Concilio Vaticano II, es el de pastor de almas. La formación sacerdotal es armónica en todos los campos, formación integral, con formación espiritual, humana, apostólica, folosófica, teológica y en especial con preparación en las virtudes humanas. Formación de hombres de Dios con prudencia al desarrollar su labor, de acuerdo con sus dotes, preparación y claro sentido de vida. Atentos en su misión pastoral, sacerdotes, ejerciendo en la medida de su autoridad, el oficio de Cristo, Pastor y Cabeza, que reúnen la familia de Dios como fraternidad...y la conducen a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu. El decreto del Concilio Vaticano II sobre la formación sacerdotal pone de relieve la importancia de este principio cuando al hablar de los seminarios mayores, afirma que en ellos, toda la educación de los alumnos debe tender a la formación de verdaderos pastores de las almas, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor.

[Oscar Piñango]

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

En mi opinión, en un primer momento si se le presta atención a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, puesto que están contempladas diversas actividades que buscan estimular en los seminaristas dichas áreas. Es lógico que puedan presentarse diferentes niveles de importancia entre ellas, por diversas causas, diferencias entre los formadores, diversidad entre los formandos, pero lo principal es que se atiendan por igual. Creo que la parte académica debe ser cuidada, pero siempre teniendo presente que esta formación le servirá al seminarista para su crecimiento, pero que su desarrollo dentro del seminario debe estar en concordancia con lo planteado anteriormente de la autoformación, no se puede dejar todo en manos de los formadores, sino ofrecer a los formandos la oportunidad de crear, experimentar e incluso compartir experiencias en otras áreas, que van desde la oración hasta la parte pastoral. Es de allí que debe partir la experiencia de las cuatro dimensiones, desde lo pastoral hasta lo académico. En particular, en el seminario de mi estado creo que hace falta renovar las áreas de formación, puesto que se ha caído como en un desgaste, y eso afecta cada una de las dimensiones, permitiendo diversidad entre los formadores, ya que todos son de una misma congregación y no permiten la diversidad de pensamiento, llegando a las expulsiones incluso, cuando no se está en lo que ellos consideran debería ser el candidato al sacerdocio, aquí, aun cuando se cumplen las cuatro dimensiones, éstas se encuentran bajo la sombra de un mismo pensamiento, hecho que fragiliza la formación e incluso debilita el crecimiento. Por eso considero que el aporte de cada formador, con un rector bien direccionado y formado en la conducción del seminario, deben ser los primeros pasos a seguir, unido a lo anterior, escuchar al propio seminarista es importante, porque ellos son los que reciben la formación, y su experiencia también es un factor importante; de todo esto se podrán tomar las decisiones acordes a las necesidades existentes. Todo esto debe ser acompañado de oración pidiendo la fuerza del Espíritu Santo y su luz para tomar las decisiones correctas. Amen.
_________________
Oscar
Jesús mi Camino, Verdad y Vida

[Gabriel Santamaría M.]

!VTR!

Muy estimados en Jesucristo participantes del curso;

Agradezco produndamente los comentarios y retroalimentación que todos han realizado. Los comentarios son muy enriquecdores para los que carecemos de la experiencia que ustedes transmiten.

La temática sugerida en el presente módulo, es muy importante para un sacerdote y un seglar, ya que permanentemente durante toda nuestra preparación y durante nuestra vida, creo debemos preocuparnos por mantener equlibradas las cuatro áreas (humana, espiritual, apostólica y académica), si bien me parece muy rescatable lo que el Papa sintetizó en el reciente Sínodo para los Obispos, retomar la oración y la lectura de la Biblia como un sustento básico y muy importante de cara a nuestra formación y creo es en ese punto debemos poner énfasis sin descuidar los otros.

Sin más por el momento, quedo de ustedes asegurándoles mis oraciones.
Gabriel Santaaría M.

[pjoseconceicao]

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio?

Percibo que hay cierto desequilibrio, pues al dedicar más a lo académico y dejar sólo a momentos para un horario el tema de la espiritualidad, no corregir ciertos malos hábitos humanos y ver la pastoral como unas meras pasantías de unas horas, se forma desequilibradamente.

En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

La formación académica se le dedica excesivo tiempo, cayendo incluso en un cientificismo, donde al seminarista se le habla más sobre lo que dicen los teólogos y el Magisterio de la Iglesia queda como un subtítulo sólo para mencionar. Lo espiritual no es sólo para rellenar un horario, al seminarista se le debe conocer y ayudar a crecer en los hábitos humanos, las virtudes que son tan necesarias para la convivencia y acción. La pastoral no es sólo pasantías o técnicas, es formar un corazón entregado al servicio como el de Cristo.

[Ramón Díaz-Guardamino LC]

Me viene a la mente una cuestión que tal vez alguno de los que son formadores de sacerdotes, o bien seminarista, pueda aclarar. Hemos visto que debe haber en la formación un equilibrio entre las distintas áreas, pero parece que no siempre lo hay: algunos seminarios dan excesiva importancia a un aspecto o descuidan otro. Pero hemos visto por otra parte que el protagonista principal es Dios, después va el propio seminarista, y en tercer lugar el formador. Por tanto parece que el seminarista lo tiene fácil para cuidar su propia formación y salir al paso de eventuales deficiencias (al menos los que siguen este curso). Mi pregunta sería hasta qué punto es así.

Por ejemplo, si en un seminario, por falta de medios, la formación pastoral es deficiente, de modo que el sacerdote recién ordenado llega a una parroquia, se encuentra un grupo de 15 adolescentes a quienes tiene que preparar para la confirmación, y no sabe ni qué hacer ni por dónde empezar (aunque conoce de sobra la doctrina cristiana), y le entra la tembladera porque nunca ha hablado en público. Quizá sea exagerado, no sé, pero como ejemplo creo que sirve.

Parecería que quien hoy es seminarista en ese seminario podría tomar nota de la situación y tomar medidas, como leer sobre el tema (formación de jóvenes, oratoria, dinámica de grupos, etc.), tratar de ayudar en su propia parroquia en fines de semana y vacaciones aplicando de modo sistemático lo que va aprendiendo, buscarse un buen párroco que le oriente, etc. Y lo mismo para la pastoral familiar, niños, medios de comunicación, etc., tratándo incluso de especializarse en un área para la que se sienta mejor dotado o que le atraiga más.

¿Es esto realista? ¿Hasta qué punto? ¿Quizá sólo para los más espabilados, conscientes de su papel en la autoformación, deseosos de formarse...? ¿Se podría (o se debería) proponer de entrada a los seminaristas, de modo que conozcan la meta, adviertan las carencias reales del propio seminario y tomen las riendas de su formación, con la debida apertura a los superiores?

[Jesús Alejandro Castaño B]

RESPUESTAS TEMA 7: FORMACION INTEGRAL Y EMINENTEMENTE PASTORAL

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

Desde mi experiencia como sacerdote cercano al seminario y como ex-seminarista considero que en mi seminario se han logrado equilibrar muy bien las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal. Prueba de ello es que los mismos seminaristas tienen la oportunidad de participar de una manera activa en cada una de las dimensiones, conformando áreas de trabajo que dinamizan la vida formativa del seminario, y cada uno de los seminaristas, a lo largo de su proceso personal, puede pasar a integrar estas àreas de trabajo que impregnan la vida de todo el seminario. Los mismos formadores han logrado este equilibrio, impregnando todo el proceso formativo con estas dimensiones, encaminadas todas a formar sacerdotes de Cristo, ìntegros e integrales.

[frsalomon]

¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal has sentido una mayor dificultad, y —en su caso— cómo has logrado superar los obstáculos?

Sin duda en la formación humana. En este punto, aunque el magisterio de la Iglesia sostiene que es la base de la formación sacerdotal, luego en la práctica contábamos con pocas orientaciones prácticas que permitieran elaborar un itinerario progresivo con indicadores objetivos de evaluación.

Cuando trabajé en el seminario me ayudó mucho colaborar con una psicólogo para elaborar un itinerario progresivo de formación humana comenzando en el filosofado, aunque lo ideal es que se incie en la pastoral vocacional.

Gracias a Dios hoy contamos con una orientación reciente sobre el uso de la psicología en el seminario. Está muy buena. Se la recomiendo a todos los que están en los seminarios.

http://www.claret.org/main/index.php?option=com_content&task=view&id=680&Itemid=147
_________________
P. Víctor Salomón
Washington DC
www.sacerdotesoperarios.org
http://www.solinstitutedc.com/Home.html
www.priestsforlife.org

[verónica ana]

I.- ¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?

Es difícil emitir una opinión desde afuera ya que precisamente por esta razón, uno puede dejar de lado o desconocer elementos que habría que ponderar para hacer una evaluación. De todas maneras uno puede dar su opinión en base a lo que observa en la realidad y a los frutos que se obtienen.
Pienso que en los últimos años se han hecho esfuerzos para hacer avances en la formación espiritual especialmente en el campo de la pastoral, pero la gran problemática radica que esta carece de una base sólida, ya que detrás de ella no hay una verdadera fundamentación ni espiritual ni teológica y esto puede llevar a un peligroso activismo.
No veo que la formación pastoral de los seminaristas esté encarada en la forma que se presenta en el documento que nos han hecho llegar.
Es necesario tener en cuenta que la formación espiritual que los seminaristas traen de sus hogares, salvo raras excepciones, es inexistente debido a la crisis por la que está atravesando la familia y al creciente secularismo de nuestra época.
Por lo que conozco de lo que ocurre en los seminarios sobre los que tengo referencia las problemáticas existentes coinciden ampliamente en todos sus aspectos con las presentadas por los Padres Julián Ramiro Joven Caden, Francisco Rodríguez, Tobías Murillo Gil, Eduardo Espinosa Vasquez e Iñaki S.
.

[verónica ana]

I.- ¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?

Es difícil emitir una opinión desde afuera ya que precisamente por esta razón, uno puede dejar de lado o desconocer elementos que habría que ponderar para hacer una evaluación. De todas maneras uno puede dar su opinión en base a lo que observa en la realidad y a los frutos que se obtienen.
Pienso que en los últimos años se han hecho esfuerzos para hacer avances en la formación sacerdotal especialmente en el campo de la pastoral, pero la gran problemática radica que esta carece de una base sólida, ya que detrás de ella no hay una verdadera fundamentación ni espiritual ni teológica y esto puede llevar a un peligroso activismo.
No veo que la formación pastoral de los seminaristas esté encarada en la forma que se presenta en el documento que nos han hecho llegar.
Es necesario tener en cuenta que la formación espiritual que los seminaristas traen de sus hogares, salvo raras excepciones, es inexistente debido a la crisis por la que está atravesando la familia y al creciente secularismo de nuestra época.
Por lo que conozco de lo que ocurre en los seminarios sobre los que tengo referencia las problemáticas existentes coinciden ampliamente en todos sus aspectos con las presentadas por los Padres Julián Ramiro Joven Caden, Francisco Rodríguez, Tobías Murillo Gil, Eduardo Espinosa Vasquez e Iñaki S.
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[peedson]

PREGUNTAS PARA EL FORO


Otros sacerdotes y seminaristas
¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

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Cuando yo estaba en mi período de formación en el seminário, se hablava mucho de estas cuatro áreas de la formación sacerdotal y creo que se hacia un esfuerzo para se lograr alcanzarlas, pero siento que la formación intelectual se destacaba sobre las otras. Era lo que tomaba más tiempo, o que es compreensíbles, pues estabamos en las facultades de filosofia e teologia. Me parece que aun hoy, apesar de se hablar mucho, hace falta un mejor acompañamiento humano-psicologico-afectivo. Los seminaristas no eramos (e aun no son) tratados como hermanos, mas apenas com alumnos, como un "investimiento pra el futuro", lo que deja vacios en la formación personal. Creo que, sobretodo hoy, cuando muchos seminaristas vienem de familias incompletas, esta area deberia ser más trabajada.

[Hilario Cedeño Chávez]

Considero que hay esfuerzos en los seminarios para alcanzar el equilibrio formativo en las 4 áreas señaladas, pero tengo la impresión de que en la práctica hay desequilibrio.

A las dimensiones que habría que darle mayor atención, sigo enfatizando a lo humano, es decir, a que el semuinarista se conozca a fondo, rompa su "yo ideal" y se enfrente a su "yo real"; ayudarle a pasar de la identificación con un rol a la autenticidad. El seminarista tiene que aprender a ser él mismo, no a responder a instancias externas (Tiempos de capilla por ejemplo), a superar la necesidad de autoimagen para ser verdadero consigo mismo.

También al área espiritual, pues con frecuencia sólo se llena un horario de actos, pero se carece de verdadera experiencia de Dios, de vida en clima de discernimiento.

Creo que en ocasiones se presta mucha atención a lo académico.

Hilario msps.

[Daniel Fernando Peña S.]

NOTA: De extraordinaria importancia es formar en el futuro pastor la conciencia de que será pastor en la Iglesia, para la Iglesia y de la Iglesia.
Otros sacerdotes y seminaristas

1. ¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? => la verdad FALTA, ya que en ocasiones se da importacia a unos y a otros lo basico.

2. En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?=> faltaria profundizar desde el inico de la formación en el aspecto humano-afectivo. Ya que la realidad de nuestros seminario y MUY diferente a la realidad de nuestros pueblos y sociedad.

[size=12]Demás participantes[/size]

1. ¿En cuál de las dimensiones de la formación sacerdotal crees que se han logrado mayores avances en los últimos años?=> La parte pastoral, el sacerdote es servidor, es amigo, es hermano y es Padre-Pastor.

[Padre Luis Javier Sarrazo]

Foro Número seis
Si la formación debe ser transformación y ésta se puede medir por los hábitos, ¿cuáles serían los tres hábitos más indispensables que el seminarista debe formar para su futura vida sacerdotal?

La etapa de estudio para la vida sacerdotal es muy extensa, aproximadamente 8 años como mínimo, sin contar todos los demás estudios que debieron formar la vida de cualquier profesional, el aprovechamiento del tiempo libre y el estudio, quedaría pendiente la formación del habito de la oración, ya que los futuros sacerdotes deberán ser expertos en el habito de la oración para vivirlas ellos mismos y enseñar a sus comunidades el arte de orar.

- ¿Es posible lograr la formación personalizada en los seminarios con muchos alumnos? ¿no se escapa de las manos de los formadores el mismo ambiente comunitario? ¿cómo lograrlo en estas circunstancias?

No me parece que el número de alumnos sea impedimentos en el proceso de formación, ya que el seminario deberá contar con un buen número de formadores, y estos a su vez deberían implementar estrategias pedagógicas que permitan el avance de cada uno en su proceso, recordemos que el seminario es una comunidad sonde todos son responsables de la formación de todos.

Todos en todos para obtener una perfecta sincronía como los instrumentos de una orquesta

[Padre Luis Javier Sarrazo]

1. ¿Qué se entiende por “autoformación”? ¿está de acuerdo con este principio?

Partamos del Principio de madurez del candidato al Sacerdocio, suponemos que el neo seminarista viene de unos procesos de formación tanto en la familia como en los grupos parroquiales a los cuales perteneció, este grado de madurez aunque aun imperfecto, debe ser a base del proceso de autoformación, autoformación responde al grado de deseo de superarse cada día en su idoneidad, no por vanidad, ni por apariencias, ni por cumplir, ni porque lo vean sus superiores, No, simplemente porque su responsabilidad es ser Fiel al Maestro que lo llama, ese el motivo por el cual nuestros seminaristas deben cultivarse cada día, en tres aspectos fundamentales: Lo espiritual, lo intelectual y lo afectivo.

2. ¿Cómo lograr que el seminarista pase de una motivación inicial, tal vez más superficial, a una motivación más fuerte y profunda? ¿Se puede dar el caso de que un seminarista pase años movido, no por el amor, sino por otros intereses?

La motivación la da ante todo el testimonio de sus formadores, formadores intelectuales, maduros, no emocionales, es decir que manejen la vida del seminario dependiendo de su estado emocional, la emotividad de los formadores repercute en la vida de los formandos, un formador no puede hablar de afectividad sino domina su propia afectividad, recuerdo un joven seminarista a quien dirigía espiritualmente quien muy preocupado me manifestó que uno de los formadores del seminario le manifestó que estaba enamorado de él.
Si el seminarista ve en sus formadores hombres piadosos, hombres amantes al estudio, amantes de la castidad bien entendida. Será la mejor motivación para la autoformación de los nuevos candidatos al sacerdocio.

Si, no son pocos los casos de seminaristas que al ingresar al seminario entran motivados por verdaderas intenciones y un ambiente contradictorio entre lo que pensaban era la vida del seminario y lo que se vive realmente los pueden llevar a retirarse muy pronto, o quedarse en la formación de una manera pacífica y su sacerdocio será estéril, o lo más grave saldrán escandalizados y se convertirán en enemigos de la Iglesia. Nada más dañino para la Iglesia que un seminarista resentido.

[Padre Luis Javier Sarrazo]

7. Formación integral y eminentemente pastoral

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

Argumentar que en un seminario faltaría alguno de los elementos de los formación sacerdotal, sería decir que los seminarios sacan producción en serie, y no estamos hablando de una fábrica de sacerdotes, sino de futuros sacerdotes que tienen distintas falencias, cada seminarista tendrá que trabajarle a ese aspecto que por su auto-conocimiento y con la ayuda de sus formadores deberá perfeccionar:
Seminaristas que tienen problemas con su afectividad, y no necesariamente por su tendencia hacia uno u otro sexo, ahora bien es importante entender que el rotulo que se le ha dado en los seminarios a los problemas de afectividad se enmarcan en los problemas sexuales, y pienso que la afectividad no encierra solamente los referente a la sexualidad, sino también en lo relacionado con sus relaciones afectivas con su familia, con sus padres, con sus hermanos y con todas las personas que han tenido que ver en la formación de su personalidad.

El aspecto académico deberá tener un cuidado especial ya que todos los seminaristas no tienen la misma capacidad intelectual, pero si deben preocuparse a cultivarse todos los días para responder a los diferentes retos que le trae la futura vida pastoral, ya que deberán tener algo de todo.

El aspecto espiritual básico en la vida de cualquier sacerdote, debe cultivarse cada día, su amor a la Eucaristía, su amor a María, y ante todo un hombre enamorado de la Sagrada Escritura, ella será la fuente de su trabajo, el motor para los momentos de dificultad, la mejor motivación para sus fieles.
No existen falencia en el seminario, existen falencias en cada seminarista y allí cumplen su función los orientadores.

[Monica L. Moreno y G.]

Personalmente:

Creo que en lo Sociologico ha habido un gran avance lo que sería en lo humano si se ha avanzado, en lo intelectual tambien, pero en lo Espiritual y en lo pastoral , en lo que yo veo ha habido un gran retroceso.
_________________
¡En la Voluntad de Dios!

[MARCELO M]

¿Se ha logrando en su seminario que se otorgue la debida importancia a las cuatro dimensiones de la formación sacerdotal, o hay cierto desequilibrio? En ese último caso, ¿a qué dimensión faltaría prestarle mayor atención, o bien a cuál se le presta atención excesiva en detrimento de las demás?

El trabajo es continuo no es que ya se ha logrado sino más bien que se sigue apuntalando cada una de estas dimensiones, en ciertos momentos la balanza suele inclinarse para uno u otro lado.
Creo que todas las dimensiones son importantes, la una se complementa con la otra, no podría exclusivisarlas, más bien todo acompañamiento debe afianzar todas ellas, ahora lo interesante es lograr estructurar un plan de formación que tenga cada una de las dimensiones y que el equipo de formadores las tengan bien claras. Las experiencias prácticas ayudan en mucho a afianzar esta dimensiones.

[rodrigofcleon]

¡VTR!

Estimados todos: Muchas gracias por sus aportaciones que me permiten aprender muchas cosas nuevas. Este módulo me ha parecido muy interesante porque en él he podido visualizar ciertos puntos a considerar en mi vida como educador.

En una ocasión Platón dijo que la educación es "darle al cuerpo y al alma la belleza de la que son capaces". Queda claro que no sólo nos debemos enfocar al cuerpo, ni tampoco únicamente al alma, sino a TODO EL SER HUMANO. Por eso, estoy de acuerdo en que la formación del sacerdote -y de cualquier hombre- debe ser integral, y en caso del sacerdote, debe contar con esas cuatro áreas, de las cuales me gustaría detenerme en la espiritual.

Considero esta área la más esencial porque es la base y el fundamento de las otras tres. Si el sacerdote está unido a Cristo, entonces será más fácil que se esfuerce por mejorar académica, humana y pastoralmente, pues ya no será él quien viva, sino Cristo quien viva en Él... Eso le hará cambia la forma de ver las cosas, de vivir, de luchar, de levantarse después de caer...

Entonces, concluyo, no es que una sea más "importante" que las otras, se ha visto que todas se complementan; sin embargo, si se coloca el área espiritual como la base, será más fácil construir y lograr los objetivos de la formación del sacerdote.

El sacerdote, pues, debe ser INTEGER HOMO: HOMBRE ÍNTEGRO.


_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
MÉXICO

[73107943]

FORO CAPITULO 7

Como laico, y viendo y viviendo la Iglesia a mi alrededor, creo que se ha avanzado más en la dimensión intelectual, dándole al seminarista las herramientas del conocimiento para poder entender y comprender más su vocación sacerdotal. Es así como, el sacerdote, aparte de su ministerio, y teniendo a cargo una Parroquia, muchas veces, por la necesidad de sustento, debe dictar clases de filosofía y/o religión en colegios y universidades, aportando sus conocimientos adquiridos en el Seminario.
Aunque se ha visto que la formación sacerdotal debe ser integral, creo que siempre habrá una dimensión más formada que otra. Digo esto pensando en los muchos escándalos de sacerdotes, donde su dimensión humana está casi nula, llevándose por delante, las demás dimensiones. Es ahí donde me pregunto ¿Dónde quedó la formación humana del sacerdote? Quizá sea un buen pastor, quizá esté administrando bien su Parroquia, puede que tenga una intelectualidad y espiritualidad muy alta, pero, su dimensión humana, ¿Dónde quedó?