P. Fernando Constante
Registrado: 07 Mar 2006 Mensajes: 638
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Publicado:
Mar Ene 13, 2009 11:54 am Asunto:
Bautismo y familia
Tema: Bautismo y familia |
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Un saludo en el Señor:
Acabo de leer esta homilía del Papa Benedicto XVI el domingo 11 de enero de 2009, en la misa en la que bautizó a varios niños, y me pareció muy hermosa para el foro.
Aquí la dejo en la parte donde habla de los padres de familia.
¡Buen año a todos en el Señor!
http://www.zenit.org/article-29740?l=spanish
Cita: | (...) Queridos amigos, estoy verdaderamente contento de que también este año, en este día de fiesta, se me dé la oportunidad de bautizar niños. Sobre ellos se posa hoy el “complacimiento” de Dios. Desde cuando el Hijo unigénito del Padre se hizo bautizar, el cielo se ha abierto realmente y sigue abriéndose, y podemos confiar cada nueva vida que nace en las manos de Aquel que es más poderoso que los poderes oscuros del mal. Esto en efecto comporta el Bautismo: restituimos a Dios lo que ha venido de Él. El niño no es propiedad de los padres, sino que ha sido confiado por el Creador a su responsabilidad, libremente y de una forma siempre nueva, para que éstos le ayuden a ser un libre hijo de Dios. Sólo si los padres maduran esta conciencia conseguirán encontrar el justo equilibrio entre la pretensión de poder disponer de los propios hijos como si fueran una propiedad privada, plasmándolos en base a las propias ideas y deseos, y la postura libertaria que se expresa en dejarlos crecer en autonomía plena, satisfaciendo cada uno de sus deseos y aspiraciones, considerando la forma adecuada de cultivar su personalidad. Si, con este sacramento, el bautizando se convierte en hijo adoptivo de Dios, objeto de su amor infinito que lo tutela y defiende de las fuerzas oscuras del maligno, es necesario enseñarle a reconocer a Dios como su Padre y a saberse relacionar con Dios con actitud de hijo. Y por tanto, cuando según la tradición cristiana como hoy hacemos, se bautiza a los niños introduciéndolos en la luz de Dios y de sus enseñanzas, no se les hace violencia, sino que se les da la riqueza de la vida divina en la que se enraiza la verdadera libertad que es propia de los hijos de Dios; una libertad que deberá ser educada y formada con el madurar de los años, para que los haga capaces de elecciones personales responsables.
Queridos padres, queridos padrinos y madrinas, os saludo a todos con afecto y me uno a vuestra alegría por estos pequeños que hoy renacen a la vida eterna. Sed conscientes del don recibido y no ceséis de dar gracias al Señor que, con el sacramento de hoy, introduce a vuestros niños en una nueva familia, más grande y estable, más abierta y numerosa que la vuestra: me refiero a la familia de los creyentes, a la Iglesia, una familia que tiene a Dios por Padre y en la que todos se reconocen hermanos en Jesucristo. Vosotros por tanto confiáis a vuestros hijos a la bondad de Dios, que es potencia de luz y de amor; y ellos, aún en las dificultades de la vida, no se sentirán nunca abandonados, si permanecen unidos a Él. Preocupaos por tanto de educarlos en la fe, de enseñarles a rezar y a crecer como hacía Jesús y con su ayuda, “en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres” (cfr Lc 2,52).
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