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11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Hini
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Registrado: 26 Sep 2005
Mensajes: 255

MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 11:07 am    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

EL FORMADOR EN EL SEMINARIO

PREGUNTAS PARA ORIENTAR LA DISCUSIÓN EN EL FORO


Nota: no es necesario responder a todas las preguntas, cada uno es libre en eso. Se sugiere responder sobre todo a aquellas en las que uno tenga alguna idea o experiencia interesante que pueda enriquecer a los demás, que es de lo que se trata. Incluso puede comentar una pregunta que corresponda a otro grupo, u otro asunto relacionado con el tema que estemos viendo.

Formadores
- ¿Considera realista que se pueda establecer entre el formador y el seminarista una relación cercana, amistosa, caracterizada por la sinceridad, por la sencillez, por la apertura, la deferencia y la cordialidad? ¿ha sido ésta su experiencia?

Otros sacerdotes
- ¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Seminaristas
- ¿Crees que realmente tus formadores te conocen? ¿colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien?

Otros participantes
- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?



11. La relación entre el formador y el seminarista I


El crecimiento humano y espiritual de la persona depende en gran parte de sus relaciones con los demás. Por ello, en todo proceso educativo -si ha de ser éste más que mera transmisión de información- la relación entre el formador y el seminarista constituye una de las facetas más importantes. Es en esa relación donde el formador puede ir ayudando personalmente a cada seminarista en su esfuerzo formativo.

Si no se logra establecer una correcta relación entre formador y seminarista, si los formadores se convierten en simples profesores o administradores, o los seminaristas viven su vida totalmente al margen de ellos, la tarea formativa puede quedar seriamente comprometida.

De la visión del formador como representante de Dios y de la Iglesia se deduce que la relación entre él y los seminaristas se debe situar, en primer lugar, sobre una base de fe. Es una relación que nace de una llamada divina. Es Dios quien quiere actuar a través de ese encuentro entre formador y seminarista, que por tanto no puede ser reducido a una simple amistad fortuita, o al trato profesional entre maestro y alumno o entre psicólogo y paciente. El formador debe ser el primero en ver así las cosas, y debe ayudar desde el inicio al seminarista a hacer otro tanto.

En ocasiones el trato con el formador es una tarea ardua para el seminarista. Su temperamento, sus circunstancias personales, su natural tendencia a la autoafirmación e independencia... pueden llevarle al alejamiento de todo aquél que representa alguna autoridad. También el formador puede experimentar dificultad para tratar con algún alumno. Pueden surgir antipatías, de uno u otro lado, o de ambos a la vez, difíciles a veces de superar en un plano meramente humano. Sin embargo, si se ha logrado una profunda visión sobrenatural en el trato mutuo, esas dificultades no serán absolutamente determinantes, y podrían ser superadas.

Ahora bien, el aspecto sobrenatural de esta relación no suprime los elementos humanos del trato personal. En la relación entre formador y seminarista entran en juego de modo finísimo la sensibilidad humana y la bondad cristiana, la intuición natural y la luz de Dios. Corresponde, por tanto, al formador y al seminarista prestar su colaboración y su buena voluntad para llegar a entablar una relación cercana, amistosa, caracterizada por la sinceridad, por la sencillez, por la apertura, la deferencia y la cordialidad.

Ese trato franco y amable (principalmente con el director espiritual) favorece notablemente la apertura de conciencia por parte del seminarista. El seminarista puede entonces confiar sus dudas y problemas, sin miedo ni reparos, en un clima de confianza mutua. Encontrará en el formador un apoyo personal y concreto, recibirá a través de sus orientaciones importantes luces y gracias de Dios, y podrá incluso desahogarse en los momentos de tensión.


Las funciones del formador

Al formador corresponde, por su parte, no sólo entablar rectamente su relación con cada seminarista sino actuar a través de ella hasta lograr las metas de formación que hemos ya esbozado arriba.


Orar, sacrificarse, testimoniar

La primera tarea que puede realizar todo formador en bien de los seminaristas es ofrecer su oración personal por ellos. El sabe que «toda dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces» (St 1,17). Así, como Pablo, ora y repite sin cesar: «con este objeto rogamos en todo tiempo por vosotros: que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y lleve a término con su poder todo vuestro deseo de hacer el bien» (2 Ts 1,11). Pide las gracias que los seminaristass tal vez no se atreven a pedir para sí. Como Cristo, pide que ninguno de los que le han sido confiados se pierda (cf. Jn 17,12ss). Suplica también por sí mismo para que Dios ilumine su mente y su corazón y llegue a ser un guía sensato (cf. 1 Re 3,9; Sab 7,7).
A la oración añade el sacrificio personal que expía, que intercede, que gana gracias para sus seminaristass: «ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros...» (Col 1,24).

Uno de los instrumentos más eficaces con que cuenta el formador es su testimonio de vida sacerdotal: "Verba movent, exempla trahunt". El testimonio vivo es más eficaz y penetrante que los consejos, las motivaciones o las exigencias. Cuando el seminarista constata la coherencia y santidad de vida del formador, descubre en él un modelo de aquello que está buscando para sí, se siente inclinado a la estima, a la apertura, a la docilidad, a la imitación. Así cuando el formador propone algo, el seminarista lo acepta de antemano porque viene de esta persona que convence, porque vive primero él lo que luego predica. Modificando las palabras de Cristo, de los buenos formadores se debería poder decir: "Haced lo que os dicen e imitad lo que hacen" (cf. Mt 23,3).


Conocer profundamente a cada uno

Ahora bien, para que el formador pueda actuar debida y atinadamente resulta indispensable que tenga un conocimiento profundo de cada uno de los seminaristas. Este conocimiento le servirá para ayudar mejor a cada seminarista, para poder salir al paso de sus dificultades, para aplicar los recursos adecuados, para hacer referencia a las motivaciones que más le llegan a cada uno, etc.

El conocimiento del seminarista resulta indispensable para que los formadores, principalmente el rector, valoren rectamente la idoneidad del candidato para recibir las órdenes. De otro modo esta decisión tan importante se tomaría en base al resultado de alguna entrevista más o menos formal, o de una constatación lejana del modo de proceder del candidato.

Conocer al seminarista es conocer su temperamento, sus cualidades naturales, sus aptitudes. Es bueno también interesarse por la vida pasada del seminarista y el entorno familiar del que procede, especialmente aquello que pueda afectar a su vocación sacerdotal. Igualmente, conviene saber cómo se ha desempeñado en la etapa anterior de formación, cuáles han sido sus logros, sus mayores dificultades, sus actitudes, etc. Esto le permitirá adaptarse en seguida a la situación presente de cada seminarista sin tener que iniciar su conocimiento desde cero.

No se trata de un conocimiento adquirido de una vez para siempre. El interés sincero por el seminarista le impide "etiquetarlo" superficialmente basándose en alguna observación momentánea, o, peor aún, dejándose llevar por el "se dice". Al contrario, tratará de conocerlo personalmente, atento siempre a su situación presente, sin prejuicios de ninguna clase. Así podrá ajustar su proceder, día a día, especialmente cuando haya algún problema particular. Podrá escoger los recursos necesarios no sólo para esta persona, sino para esta persona aquí y ahora.

En este campo serán útiles los exámenes psicológicos que se pueden realizar en el momento de la admisión del candidato al seminario y en algún otro momento de su período de formación. Un medio imprescindible es el diálogo personal con cada uno. La persona es un misterio al que sólo nos podemos asomar si ella misma se autorrevela. Pero es importante también la observación concreta del comportamiento de cada uno. Son numerosas las ocasiones que tiene el formador para conocer el modo de actuar y reaccionar de los seminaristas si vive con y entre ellos y tiene verdadero interés por conocerlos bien, para así ayudarles lo mejor posible.

El buen pedagogo no sólo busca conocer al educando sino que le ayuda también a que él se conozca a sí mismo. Sobre todo en el diálogo personal puede invitarle a auto-analizarse, y comentar con él sus observaciones a propósito de su temperamento, su situación actual, etc. Si tenemos en cuenta el principio de la autoformación comprenderemos que es ésa una de las mayores aportaciones que el formador puede hacer al aspirante al sacerdocio.


Enseñar

En cuanto maestro, el formador está llamado a enseñar. El joven que ingresa al seminario se encuentra de pronto en un mundo desconocido. Toma contacto con una serie de valores, principios, normas y costumbres que son nuevos para él. Muchas cosas no las entiende, y no le es fácil captar por sí solo su sentido y su valor. Pero él no es un autómata. Necesita conocer para entender, de modo que pueda valorar y vivir libre y responsablemente todo lo que implica su vocación y su nueva vida. Por otra parte, esa vocación suya entraña también la función de enseñar. Tiene que hacerse con un amplio bagaje de conocimientos que deberá luego transmitir a los fieles, por ejemplo en el campo de la espiritualidad. Y tiene también que aprender el arte de enseñar. El mejor modo de aprenderlo será ver cómo lo ejercen sus formadores.

El horizonte de lo que un formador debe enseñar es muy amplio, y varía de acuerdo con las situaciones y necesidades de los seminaristas. Pero es evidente que lo más importante será la transmisión de los grandes principios de la vida cristiana y sacerdotal. En esos principios debe ser claro. Se requiere sentido de flexibilidad y adaptación, pero no se puede cambiar o dejar a un lado lo que constituye el entramado fundamental de la vocación sacerdotal. Buena parte de su labor de enseñanza consistirá en iluminar la conciencia del candidato, como primer requisito de su formación. Luego está todo el mundo del conocimiento de la vida espiritual, que el candidato necesita ir aprendiendo para irlo viviendo. Finalmente, hay que ilustrar lo que se refiere a las normas que rigen la vida del seminario, sus elementos disciplinares, sus costumbres...

En todos estos campos hay que enseñar desde luego el qué. Pero hay que presentar también su por qué: esas razones teológicas, pedagógicas, prudenciales o simplemente prácticas, que sostienen todo, desde los grandes principios hasta las costumbres del seminario.

En esta tarea el formador debe estar dispuesto a explicar con paciencia las cosas una y otra vez. No puede conformarse con decir: "yo ya lo he explicado, el que quiera entender que lo entienda". Hay momentos en que el candidato se encuentra cerrado en sí mismo. Hay cosas que se olvidan sin querer, o se sumergen tanto en los recovecos de la memoria que dejan de guiar el propio comportamiento. Es necesario repetir, ilustrar lo mismo desde otro ángulo... sembrar a voleo cuantas veces sea posible.


LECTURAS RECOMENDADAS

1. Recomendamos la lectura de los números 17 a 22 del documento “Directrices sobre la preparación de los formadores de seminarios” (Congregación para la Educación Católica, 4 de noviembre de 1993).
2. Aunque dirigido a los miembros de Institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, también puede ser útil la lectura de la reciente instrucción “El servicio de la autoridad y de la obediencia” (Congregación para los Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, 11 de mayo de 2008), especialmente los números 4 al 12. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccscrlife/documents/rc_con_ccscrlife_doc_20080511_autorita-obbedienza_sp.html



“Directrices sobre la preparación de los formadores de seminarios”

II. LOS FORMADORES Y LOS RESPONSABLES DE SU FORMACIÓN


17. Como claramente aparece en los Evangelios, la formación
de los Apóstoles fue una tarea que Jesús se reservó para sí, atribuyéndole
una importancia fundamental para la suerte futura de la
Iglesia. El confió más tarde esta tarea a los Apóstoles para que así
continuaran con la asistencia especial del Espíritu Santo su obra y
llegaran a ser, a su vez, formadores de sus discípulos y colaboradores.
Se puede decir, por tanto, que el Divino Maestro es el primer
inspirador y modelo de todo formador y que, por consiguiente, no
«hay verdadera labor formativa para el sacerdocio sin el influjo del
Espíritu de Cristo".
La ininterrumpida tradición de la Iglesia atestigua que los obispos,
sucesores de los Apóstoles, han ejercido esta misión de formadores
de los ministros de Cristo en servicio del pueblo de la nueva Alianza,
aunque ejerciendo esta inalienable responsabilidad de maneras diversas
según las distintas circunstancias ambientales e históricas, y utilizando
diferentes mediaciones y formas de colaboración. En efecto,
su misión comportaba de ordinario también la de escoger y preparar
idóneos formadores del futuro clero.

18. «El primer representante de Cristo en la formación sacerdotal
es el obispo´´: con estas palabras, la Exhortación apostólica postsinodal
afirma la responsabilidad del obispo en la formación inicial y
permanente de su presbiterio. El deber y el derecho propios y exclusivos
que pertenecen a la Iglesia para la formación de aquellos que
están destinados al sagrado ministerio7 , se ejercitan cuando el obispo
escoge, llama, prepara y admite al Sacramento del Orden a los candidatos
que juzga idóneos. De esta responsabilidad formativa de los
candidatos al sacerdocio deriva para el obispo la necesidad de que
"los visite con frecuencia y en cierto modo «esté» con ellos-".
No obstante, el obispo no puede normalmente desarrollar este
ministerio por sí sólo. El discernimiento vocacional y las tareas formativas
son tan complejas y graves que superan las posibilidades de
una sola persona. El obispo, por tanto, llama a otras personas para
que condividan con él una buena parte de sus responsabilidades en
este campo: debe escoger colaboradores especialmente capacitados
y cuidar de su formación con una atención y solicitud del todo particulares.
Necesita «sacerdotes de vida ejemplar» y «de personalidad
madura y recia... bajo el punto de vista humano y evangélico".
Los responsables y los profesores destinados al servicio educativo
en los seminarios son por consiguiente los colaboradores más directos
del obispo en su misión de formar el clero de su diócesis. Deben
ser conscientes, profundamente, de que tal misión la han recibido del
obispo, ejercerla estrechamente unidos a él y según sus orientaciones.
Se trata efectivamente de una actividad no privada, sino pública,
que forma parte de la estructura misma de la Iglesia: «El seminario es,
en sí mismo, una experiencia original de la vida de la Iglesia. En él, el
obispo se hace presente a través del ministerio del rector y del servicio
de corresponsabilidad y de comunión con los demás educadores»!".
Esto significa, por tanto, que se trata de un servicio eminentemente
eclesial, caracterizado por las relaciones de fraternidad y de
colaboración con los colegas, y de dependencia jerárquica en relación
con el obispo local, en comunión con el Sumo Pontífice, acogiendo
cordialmente sus directrices para la Iglesia universal.
El cumplimiento de los deberes directivos en el seminario requiere
sin embargo que el rector goce de una cierta autonomía, regulada
por el Código de Derecho Canónico (Cann. 238, 260, 261), Y
por el Estatuto y el Reglamento del seminario.

19. Análogo razonamiento, en la debida proporción y siempre
en referencia al Can. 659, 3 es válido para el derecho-deber
que corresponde a los Superiores Mayores de las Familias religiosas
y de las Sociedades de Vida apostólica canónicamente erigidas,
para brindar a sus comunidades los sacerdotes que necesitan para el
cumplimiento de su misión. Tal derecho-deber conlleva, efectivamente,
también para ellos, la responsabilidad de proveer, en conformidad
al n. 31 de las «Directrices sobre la formación en los Institutos Religiosos»,
a la preparación de los formadores de las comunidades en
las que los miembros de estas Familias de vida consagrada se preparan
al sacerdocio ministerial.

20 . Teniendo en cuenta las indicaciones de la Exhortación apostólica
«Christifideles laici» y de la Carta apostólica «Mulieris dignitatem
», citadas en la «Pastores dabo vobis», puede ser oportuno asociar
a la labor formativa del seminario «en forma prudente y adaptada a
los diversos contextos culturales, también fieles laicos, hombres y
mujeres, escogidos conforme a sus particulares carismas y probadas
competencias.
Espacios de fecunda colaboración podrán reservarse, también,
para los diáconos permanentes. La acción de estas personas «oportunamente
coordenada e integrada en las responsabilidades educativas
primarias, está llamada a enriquecer la formación sobre todo
en aquellos sectores en los que los laicos y los diáconos permanentes
son de ordinario especialmente competentes, tales como: la espiritualidad
familiar, la medicina pastoral, los problemas políticos, económicos
y sociales, las cuestiones de frontera con las ciencias, la bioética,
la ecología, la historia del arte, los medios de comunicación
social, las lenguas clásicas y modernas.

21. Útiles aportaciones formativas para los formadores del seminario
pueden provenir de parte de los sacerdotes en cura de almas y
de parte de los laicos comprometidos en el apostolado y en las asociaciones
y movimientos eclesiales. Los formadores pueden aprovechar
sus experiencias sobre los problemas que la vida diaria plantea a
la fe y a la pastoral´. Una relación asidua y viva de servicio y de estima
recíprocos entre seminario, presbiterio y comunidad diocesana es
premisa indispensable para que estas aportaciones a la formación de
los formadores puedan verificarse en toda su fecundidad.
Tal enraizamiento en la comunidad del presbiterio y de los fieles
se revela particularmente beneficioso en las diócesis que son ricas en
antiguas y sanas tradiciones educativas sacerdotales. Ellas modelan el
espíritu del seminario y de los formadores. Es preciso, por tanto,
apreciarlas y valorarlas en la preparación de los candidatos a las tareas
educativas, tratando no sólo de conservarlas, sino también de
transmitirlas, enriquecidas ulteriormente, a las generaciones futuras.

22. Toda la comunidad cristiana debe sentir como suyo el problema
de la elección y de la formación de los formadores del seminario.
Es éste un aspecto que no puede ser separado de la vida y responsabilidad
de la comunidad diocesana. La experiencia nos demuestra
que allí donde la fe es viva, los carismas suscitados por Dios pueden
actuar fructuosamente, al poder contar con la oración, el apoyo y la
solidaridad de muchos.
Sin embargo, la directa responsabilidad de la formación de los formadores
de los seminarios y de las casas religiosas corresponde al
obispo y a los superiores mayores.
Son ellos quienes deben preocuparse por garantizar a los colaboradores
que han elegido una adecuada y específica formación. Esto
lo deberán hacer sea por el contacto personal, sea mediante institutos
u otros medios apropiados.


Para publicar sus respuestas en los foros del curso
http://foros.catholic.net/viewforum.php?f=68

Preguntas y comentarios a los moderadores:

P. Ramón Guardamino, L.C.
http://www.es.catholic.net/consultas/consultorio.php?id=6

P. Mario Sabino González, LC
http://www.es.catholic.net/consultas/consulta.php?id=79&com=1


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Ricardo Tribin
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 12:28 pm    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

La formacion de la conciencia requiere tiempo, paciencia, liderazgo. El otro puede ofrecer resistencia pero un buen "coaching" espiritual le PODRIA AYUDAR PARA ABRIR SU MENTE.

Nada debe ser obligado. Por ello un mensaje con claridad, amable y mostrando intenciones claras de ayudar podra llegar mas facil a quien esta en formacion.
_________________
http://ricardotribin.blogspot.com
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Ricardo Tribin
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 12:28 pm    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

La formacion de la conciencia requiere tiempo, paciencia, liderazgo. El otro puede ofrecer resistencia pero un buen "coaching" espiritual le PODRIA AYUDAR PARA ABRIR SU MENTE.

Nada debe ser obligado. Por ello un mensaje con claridad, amable y mostrando intenciones claras de ayudar podra llegar mas facil a quien esta en formacion.
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Sergio Héctor Casas Silva
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Registrado: 16 Feb 2007
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 2:38 pm    Asunto: Mi respuesta
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Creo que sí, los seminaristas se sienten ordinariamente atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contcto.

Aunque normalmente el cristiano sigue a Cristo, su doctrina y su vida, sin embargo, los arquetipos cercanos le son necesarios para ver en lo concreto plasmado un modelo a seguir. Algo más cercano y tangible como son los formadores y sacerdotes que lo circundan.
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Eduardo Espinosa Vasquez
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Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 24
Ubicación: Bogotá-Colombia

MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 4:43 pm    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

11. La relación entre el formador y el seminarista
Formadores
- ¿Considera realista que se pueda establecer entre el formador y el seminarista una relación cercana, amistosa, caracterizada por la sinceridad, por la sencillez, por la apertura, la deferencia y la cordialidad? ¿ha sido ésta su experiencia?

Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación y es más, pienso que se hace indispensable para poder llevar a cabo un verdadero acompañamiento a los hermanos que Dios nos ha confiado. Es muy importante que el ministerio del cuidado espiritual y de la custodia fraterna de la comunidad en formación y de cada uno de los hermanos y de los candidatos confiados, se ejerza de manera continua y cercana por parte del formador hacia cada hermano en proceso formativo. Pero también es cierto que se requiere lógicamente formar a los formadores para que puedan ejercer adecuadamente este servicio de acompañantes, principalmente como se explica en el documento con el ejemplo y el testimonio de vida.
Hay que tener bien claro que este proceso de acompañamiento por parte de los formadores, no substituye la obra de Dios, primer y único formador, ni el trabajo de quien es acompañado, primer responsable de su propia formación.
Igualmente es indispensable el acompañamiento de todo el equipo de formadores y de cada uno, creando un clima de confianza y de familiaridad, de manera que quien acompaña llegue a “amar y nutrir a su hermano espiritual… como una madre nutre y ama a su hijo carnal” (Regla Bulada Franciscana 6,Cool. Este clima se logra:
• Promoviendo la vida comunitaria en todos sus aspectos y dimensiones, de manera que cada formador sea y se manifieste hermano de todos.
• Viviendo en la sencillez de vida que brota de la escucha de la Palabra y que conduce a lo esencial.
• Acogiendo mutuamente a cada hermano en su propia realidad y promoviendo sus actitudes positivas.
• Trabajando con humildad en total sinceridad las dificultades humanas de cada hermano y si se requiere pedir ayuda a profesionales expertos.
El acompañamiento debe orientar a toda la persona al encuentro con Cristo en la vida real. De este modo el formador y el seminarista en camino aprenden a integrar la persona y la comunidad, la libertad, y la responsabilidad, la oración y la actividad, el pasado y el presente, el estudio y el trabajo, la dimensión masculina y la dimensión femenina.
El formador que acompaña a la comunidad o a un hermano, sea consciente de que su ministerio es un servicio en aras del crecimiento en la madurez humana y vocacional de los hermanos y de los candidatos; sea respetuoso y esté atento al misterio de la persona del hermano que le ha sido confiado; esté dotado de una preparación espiritual y pedagógica adecuada para desempeñar esa tarea; haya tenido él mismo la posibilidad de ser acompañado y transmita – sobre todo con la vida – su gozosa pertenencia a Dios como hermano menor.
El acompañamiento personal es una de las mediaciones formativas más útiles y puede conducir – dando siempre por supuestas la libertad de la persona y la acción de la gracia – a una transformación real y profunda, hasta la adquisición de una nueva identidad evangélica.

En el acompañamiento personal, el seminarista, confiándose humildemente al hermano acompañante y compartiendo con él la alegría de la misma vocación, está llamado a manifestar «confiadamente al otro su necesidad» (Regla Bulada Franciscana 6, Cool. De este modo, recibe ayuda para caminar a la luz del Espíritu, para comprender quién es de verdad a los ojos de Dios y qué es lo que Dios le pide, y para integrar, haciéndolas crecer, todas las dimensiones espirituales, carismáticas, apostólicas, proyectivas, humanas y relacionales de su persona.
Por parte del formador, el acompañamiento es un camino de «expropiación» y de «restitución» y, como tal, debe pasar a través de la conciencia de su propia debilidad y fragilidad. El descubrimiento de uno mismo – como ser necesitado de salvación, de perdón y de luz – constituye el punto de partida de un auténtico proceso de formación que llegue a la comprensión cada vez más clara de las exigencias del seguimiento de Cristo.
El acompañamiento personal debe realizarse a través de un itinerario que prevé, normalmente, los siguientes pasos (cf. Lc 24, 13-35):
 Un tiempo de acogida, por parte del acompañante, del misterio de la persona del llamado, de escucha confiada y de comprensión empática de su situación;
 Un tiempo de clarificación de los acontecimientos vividos, de reflexión sobre los mismos y sobre las actitudes personales, a la búsqueda de los motivos vocacionales personales subyacentes, más o menos maduros;
 La referencia, por parte del acompañante, a los valores cristianos que iluminan la situación presentada, y la interpretación, a la luz de los mismos, del camino recorrido;
 Una síntesis creyente que debe hacer el seminarista, hasta alcanzar la sabiduría práctica que le permita captar la voluntad concreta de Dios y decidirse por ella en la vida real.
El coloquio personal, «que constituye una práctica de comprobada e insustituible eficacia» (VC 66a), es el principal instrumento en el seno de la dinámica propia de la formación personalizada y tiene como base la confianza recíproca. El formador sepa ganarse esa confianza a través de la escucha paciente, la ausencia de condenas, el tiempo suficiente dedicado al encuentro, la frecuencia de los coloquios, la capacidad de asumir las tensiones del otro, la sinceridad y la humildad en el ofrecimiento de sus interpretaciones sobre lo que el hermano está viviendo, la discreción y reserva respecto a lo que le ha sido confiado y la coherencia personal de vida.
El encuentro personal no consiste en una instrucción del formador ni en una rendición de cuentas experienciales de los seminaristas, sino que es un momento de verificación y de discernimiento que ayude al hermano a objetivar los obstáculos presentes en su camino, incluso los menos evidentes (cf. VC 66a), y a liberarse de posibles ilusiones espirituales; a descubrir la voluntad de Dios en su propia vida y el valor del carisma; a asimilar progresivamente los sentimientos de Cristo hacia el Padre (cf. VC 65b) y hacer suyo el proyecto evangélico.
El coloquio con los seminarista se «han de tener con regularidad y cierta frecuencia» (VC 66a), al menos una vez al mes, y debe tener la duración conveniente. El contenido del diálogo será «mi vocación», o sea, la vida del seminarista acompañado en su totalidad humana, cristiana y espiritual; en esto reside la especificidad del coloquio respecto a otras formas de coloquio personal como la confesión (cuyo objeto es la vida moral), el encuentro psicológico (cuyo objeto es el mundo psíquico) y el encuentro académico (que se ocupa de un tema de estudio).
_________________
Fray Eduardo Espinosa Vasquez
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 7:19 pm    Asunto: Re: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

- ¿Crees que realmente tus formadores te conocen? ¿Colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien?

Considero que conocerán mis actitudes y mi desempeño, pero mi interior solo será conocido en la manera que yo la de a conocer de acuerdo a la confianza ganada por ambas partes. Pero por la experiencia de ellos en el llamado y la vocación y sus respuestas, creo que pueden inferir algo más cercano a mi interior con el solo observar mis actitudes.
Colaboro con ellos porque creo importante más que las aptitudes la experiencia y las actitudes, así que en la medida que me acerque a ellos con las dudas no tanto intelectuales o humanas o emocionales sino espirituales lograré comprender mi misión personal, porque he entendido que la vida espiritual es una relación con Dios, una experiencia personal y comunitaria, pero que en la medida que vea otras experiencias con Dios podré ir entendiendo y asumiendo el compromiso y el gozo de una vocación real y auténtica y con el apoyo de ellos será más cercana y real a Dios y a los hermanos.


- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

Primeramente dando a conocer en teoría pero principalmente como ejemplo práctico vivo, la doctrina cristiana para que se recuerde en cada acto lo que Dios en un principio formo en el interior del hombree y con el conocimiento y la experiencia el hombre dará su lugar a Dios para que se realice su voluntad y no la del hombre.
Contar con una dirección espiritual para lograr afirmar y corregir nuestros pensamientos porque de ahí partirá el deseo y la obra y al tener una repetición de actos se volverá un hábito y una conducta que dará como resultado un carácter, y solo conformándonos a Cristo podremos ir de acuerdo a la voluntad de Dios y no conformarnos al mundo.
Rom 12:2 No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
1Pe 1:14-16 Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: "Sed santos, porque yo soy santo".
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Warner Enrique
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 7:49 pm    Asunto: El seminarista y los formadores:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Otros sacerdotes:

- ¿Cree que –en general – los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Me parece que no es una regla general ni la fascinación que algún formador pueda despertar en los seminaristas, tampoco se puede generalizar el rechazo que incluso podría darse o de hecho se da en algunos contextos.

Seria un grave error que un seminarista se sienta atraído a una vocación únicamente por la experiencia positiva o el buen testimonio de parte de algún sacerdote o formador, sin embargo aunque eso no debería ser lo fundamental, es de mucho valor para el adecuado proceso de formación.

El seminarista debe tener la suficiente madurez para reconocer que el formador es un instrumento útil en las manos de Dios, o al menos así debería de ser, sin embargo debe ser consciente de que no siempre es así y que la respuesta ala llamada del Señor es totalmente individual y personal. Cada formador o sacerdote aunque tenga mucho estudio, preparación y años de vuelo debe seguir dando en el día a día su respuesta, pues igual que un seminarista joven vive expuesto a los mismos riesgos e incluso puede ser piedra de tropiezo en determinados casos.

En síntesis, me refiero a que debe existir una doble vía, por un lado el seminarista fijarse en los modelos de sacerdotes que tiene, pero por otro lado no debe absolutizarles, sino ser consciente que sin la debida observancia, aun los mejores modelos podrían fallar en determinados casos, y esto lejos de hacer tambalear al seminarista, debería hacerle conciencia de que en su etapa formativa debe fortalecer al máximo sus convicciones personales y no ser tan vulnerable a las situaciones que pueda percibir, sino que con plena libertad y libre de condicionamientos externos, pueda dar su repuesta personal al Señor, de modo consciente de que esa respuesta a lo largo de su vida debe ser también en el día a día.

De parte de los formadores, deben esforzarse por ser cada vez mejores facilitadotes respecto a la formación de los jóvenes seminaristas, conocerles y ser conscientes de que su actitud impropia podría hacer tambalear a algún seminarista que esta tratando de seguir el llamado de Dios, pero a la vez, los formadores deben ser gente de una sola pieza, sin doblez, y tanto los obispos como los superiores de las ordenes religiosas que designan a los encargados de los seminarios, deben estar atentos y ser garantes de que la formación será acorde a lo que la iglesia manda, asignando personas idóneas, tanto en lo intelectual como en lo espiritual, pues si hay un desbalance, entonces el seminario perdería la integralidad y la floja formación seria el lamentable resultado.

En conclusión, siempre hay estímulos (privilegios, exclusiones, afinidades, preferencias, etc), sea para animar o desanimar, sea para favorecer una buena formación, o para deformar el proceso. La relación debe ser muy testimonial, sobre todo porque como se dice en lenguaje popular, el ejemplo arrastra más que las palabras.

Yo soy necio en la necesidad de centralizar el proceso en proyectos bien preparados, pues la calidad del proyecto va a determinar el perfirl tanto del formador como del formando que se necesita en cada etapa de la formación, y además se favorecerá la madurez de la vocación en un sentido amplio, pero objetivo a la vez y con una dosis fuerte de equilibrio incluso en las dimensiones afectivas, psicológicas, pastorales, etc.

Recordemos que el trato franco y amable no excluye para nada las exigencias necesarias para favorecer y templar el espíritu, pues ciertamente no es una cuestión de formar profesionales, sino que se debe ser maestro en espiritualidad y santidad.

Además, el ambiente en el seminario debe ser tal, que permita la apertura y se respire un clima apropiado donde cada quien pueda manifestarse tal cual es, de modo que los formadores, con un fuerte espíritu de discernimiento, pueda descubrir y favorecer en cada actuación y situación del seminarista su idoneidad para el ministerio, o bien le orienten con caridad y sabiduría para que la voluntad de Dios se haga realidad en sus vidas.
_________________
Espero que podamos encontrarnos en este lugar con espectativas que nos permita consolidar mejor nuestro ministerio y fomentar una cultura de mayo solidez cristiana.
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Galdino Pérez
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Registrado: 20 Nov 2008
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:02 pm    Asunto: La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

Otros sacerdotes - ¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Quiero hablar de la experiencia que tuve en el seminario. La invitación de Dios es dejarlo todo: casa, familia, hermano, padre, etc. Invitación a dejarlo todo, sí, pero a la vez para darte una nueva familia, padre, hermanos, etc. Ya la vida dentro del seminario es de suma importancia que el rector-formador se acerque a los seminaristas para que los seminaristas se acerquen a él. Cuando uno de mis formadores compartía con nosotros la mesa, el juego, el descanso, la diversión todos nos sentíamos en casa, donde están los hermanos y el padre.
Muchos sacerdotes-formadores tienen un contacto cercano con sus seminaristas, los animan con sus palabras y su ejemplo. Y en muchas ocasiones yo fui testigo de ello. Pero también me tocó conocer a formadores totalmente distanciados de sus alumnos. El seminarista no sólo debe sentirse estimulado y atraído por el testimonio de los formadores. Yo me atrevo a decir, que cada sacerdote es formador, de manera indirecta, de los futuros sacerdotes. Yo soy un neosacerdote y me gusta convivir con los seminaristas, practico algún deporte con ellos, les llevo algunas galletitas a la hora del café. Y eso cuenta mucho para un seminarista. Cloro, no sólo en este aspecto, también en vivir con amor y alegría la vida sacerdotal a ellos les dice mucho como a mí me dijo mucho y me sigue diciendo.
Invito a mis hermanos sacerdotes a no olvidarnos que en el pasado también fuimos seminaristas y que nos gustaba que un sacerdote fuera atento con nosotros, así como nos disgustaba que una se portara descortésmente. ¡Visitemos con frecuencia nuestros seminarios!
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MARCELO M
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:04 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?
Personalmente es una pregunta que me ha inquietado, cuando se dialoga con los jóvenes de grupo vocacional, sus respuestas al por qué deseas ser sacerdote? coincide en por que el Sacerdote de mi parroquia o tal sacerdote, con su trabajo o forma de ser ha contagiado a estos muchachos. Esa atracción les lleva a golpear las puertas de un seminario o convento, no se diga ya dentro de un proceso formativo, siempre los formadores están como modelo de los seminaristas, están pendientes de las más mínima actitud o comportamiento, la experiencia es interesante al conversar con los seminaristas de cómo detallan a la perfección las actitudes de los formadores del seminario, eso nos indica que los jóvenes no solo buscan una enseñanza académica sino esta vivencia real de lo que en clases se afirma
Es una gran tarea para los encargados de este trabajo pastoral, formar a los futuros sacerdotes, lo bueno, es que Jesús es el maestro a quien todos tenemos como referencia
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Salomón Orlando
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:10 pm    Asunto: La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

La relación entre el formador y el seminarista I

Seminaristas
- ¿Crees que realmente tus formadores te conocen? ¿colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien?

Conocer al seminarista es conocer su temperamento, sus cualidades naturales, sus aptitudes. Es bueno también interesarse por la vida pasada del seminarista y el entorno familiar del que procede, especialmente aquello que pueda afectar a su vocación sacerdotal. Igualmente, conviene saber cómo se ha desempeñado en la etapa anterior de formación, cuáles han sido sus logros, sus mayores dificultades, sus actitudes, etc. Esto le permitirá adaptarse en seguida a la situación presente de cada seminarista sin tener que iniciar su conocimiento desde cero.

¿colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien? intento que me conozcan para colaborar con ellos para que así sea y lo considero importante por mi propio bien.
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Pbro. Francisco Rodríguez
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MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 2:37 am    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

Que el Señor los acompañe en todas sus tareas pastorales y bendiga su misión en la Iglesia.

¿Creé que -en general- los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Me pararece muy atinado el comentario del P. Warner Enrique y coincido con él, ya que el surgimiento de una vocación pudo haber sido por el testimonio de un sacerdote, pero la perseveracia no depende sólo del testimonio de tal o cual sacerdote. La vocación se la debemos a Dios y Dios en Cristo con su Espíritu es el que dinamiza.

El supremo y único modelo que el seminarista debe tener es Jesucristo y en él ha de encontrar el más grande paradigma que debe imitar, ya que su tarea es llegar a ser otro Cristo y no sólo otro sacerdote.

En el ministerio sacerdotal encontraremos hermanos verdaderamente ejemplares por el testimonio de vida, por su entrega, pero también habrá malos ejemplos. Al seminarista no siempre se le debe confiar en la razón por la cual admire a un sacerdote. Con esto no niego que un seminarista se sienta motivado por el buen ejemplo de un sacerdote, pero no debe ser su única motivación. Quizá de los malos ejemplos hay que aprender para no repetir lo mismo. A todos nos puede pasar.

En verdad el seminarista debe madurar en las razónes que lo motivan a seguir respondiéndo a este llamado.

Tambien coincido con el P. Galdino y estoy de acuerdo en que nos debemos interesar más por nuestros seminaristas en todos los sentidos, no olvidando que esa también fue una etapa en nuestra vida, y espero haya sido muy buena. Que nuestro contacto con ellos sea efectivamente edificante, que les ayude nuestra modesta cercanía y sobre todo no nos olvidemos de orar por ellos.

Como último comentario, quiero animar a todos los formadores a que verdaderamente conozcan a sus formandos, que se interesen por cada uno de ellos por encima de los gustos y afectos, que tengan un conocimeinto lo más objetivo posible, y que realmente los acompañen.

P. Paco R.
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rodrigofcleon
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Registrado: 20 Nov 2008
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MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 4:14 am    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I.
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

¡VTR!

Estimados todos:

En esta ocasión, quisiera realizar mi aportación sobre una frase que consideré muy importante: "El buen pedagogo no sólo busca conocer al educando sino que le ayuda también a que él se conozca a sí mismo". Creo que a veces el formador o educador puede olvidarse de la segunda parte y creer que con "conocer al formando" es suficiente. Esta frase nos invita a recordar que si no ayudamos al formando a que se conozca, será muy difícil que inicie el proceso de autoformación.

Ojalá que todos los que de alguna manera estamos inmeros en la educación, tanto de seminaristas como de laicos, nos esforcemos por ayudar a que nuestros educandos se conozcan, se acepten, se amen y se quieran superar.

¡Muchas gracias por sus aportaciones tan valiosas!

_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
MÉXICO
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Adilson
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MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 2:25 pm    Asunto: La relación entre el formador y el seminarista
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Seminaristas
- ¿Crees que realmente tus formadores te conocen? ¿Colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien?

Es una pregunta complicada, pues si no me conoces es porque no me doy a conocer y si no me doy a conocer es porque algo pasa. Pero aquí veo que ni todos los formadores están preparados para saber todo sobre la vida de sus formandos. Pero en mi proceso formativo he tenido formadores que si llegarán a tener las llaves de mi corazón y supieron toda mi vida. Pero no fueron todos pues no me sentía libre en hablar de mi vida con todos ellos.



Otros sacerdotes
- ¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

La gran mayoría de los seminaristas entraran en el seminario por un testimonio o ejemplo de algún sacerdote, pero esto con el tiempo es superado dando espacio a otras atracciones. Pero aquí hay que ver que el contrario también se constata o sea muchos desaniman en su proceso por conocer o estar con contacto con sacerdotes.
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Alan Josué Saldaña García
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Ubicación: En todo el mundo

MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 5:55 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

- ¿Crees que realmente tus formadores te conocen? ¿colaboras con ellos para que así sea y lo consideras importante por tu propio bien?
Personalmente así lo creo, creo que mi formador me conoció, creo que sí, más sinceramente yo fui el que dio hincapié a ello, creo que debió él darle mayor animo a ello como se ha dicho en este capítulo (sesión), yo si colabore con lo dicho, personalmente creo que mi formador es quien no le interesaba mucho conocer a sus formandos, yo platicaba cada día más con él para que me conociera sentía que era importante que así fuese ya que luego se viene el desconocimiento y al no conocer malinterpretar cosas.
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DIOS es AMOR y ha creado al Hombre por AMOR y para AMAR. He aquí la formula de la PAZ que el MUNDO busca AMAR A DIOS Y AL PROJIMO

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JULIAN RAMIRO JOVEN CADEN
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Ubicación: COLOMBIA - DIÓCESIS DE NEIVA - SEMINARIO MAYOR DE SAN ESTEBAN

MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 6:32 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Formadores
- ¿Considera realista que se pueda establecer entre el formador y el seminarista una relación cercana, amistosa, caracterizada por la sinceridad, por la sencillez, por la apertura, la deferencia y la cordialidad? ¿ha sido ésta su experiencia?

No solamente es realista sino que también es una atmósfera indispensable para asegurar una formación realmente personal, convencida y radical. En mi experiencia, he descubierto que vivir la amistad en el proceso de formación entre estos dos roles (Formador y seminarista) es algo que debe ser asumido como “en el filo de la navaja”. Cuando se pretende eliminar el término “autoridad”, “jerarquía”; cuando se tiene aversión a todo lo que aparezca como “orden” y “disciplina”, como manifestación de un deseo – consciente o inconsciente – de “democratísimo” y “horizontalísmo”, la amistad deja de existir para dar paso a una simple camaradería en la que no se sabe quien indica la orientación formativa. Tristes son los casos de algunos seminarios en los que formadores, con el buen deseo de hacerse “uno” con sus seminaristas dejaron de regir para acatar sin discernimiento las opiniones de los formandos y hacer de ellas normas para la acción. Entonces si el seminarista dice que lo mejor es ver TV hasta media noche los fines de semana, pues así se hará para no contravenir su palabra (Pues ellos también son comunidad, se piensa); si el seminarista dice que lo mejor es que cada uno pueda tener llave de la puerta principal, en aras de la responsabilidad, así se hará. Esta actitud me parece realmente dañina; no por simplemente agradar a los seminaristas tengo que hacer todo lo que se diga. EL QUE HA SIDO PUESTO COMO AUTORIDAD, QUE SIRVA SEÑALANDO CAMINOS; QUE NO TENGA TEMOR A PERDER FAMA (DE CURA "SUPER-CHEVERE"). QUE LO NUESTRO ES FORMAR Y CUANDO SE TALLA SE CAUSA DOLOR.

Pero atención que no podemos reducir la formación a un desempeño frío, impersonal, formal y acartonado. Tenemos que guardar la mesura en todo. Hemos de preocuparnos por cada persona en particular y mostrarle que efectivamente nos interesa: El saludo diario, preguntar por su salud, por su estado anímico, por la situación familiar. Llamarlo por su nombre, conocerlo en sus particularidades. Compartir los descansos del medio días (Participar con ellos en el deporte), Trabajar con ellos en las jornadas de jardinería, escucharles con atención. Hoy particularmente llegan al Seminarios adolescentes (Menores de edad), entonces hay que comprender con cariño sus crisis de autoafirmación. PERO ESO SÍ NUNCA PERDER EL HORIZONTE: SOMOS HOMBRES DE DIOS EN MEDIOS DE UNA COMUNIDAD PARTICULAR
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Monica L. Moreno y G.
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Ubicación: Mexico D.F.

MensajePublicado: Vie Ene 16, 2009 2:55 am    Asunto: Comentario Respuesta
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

Otros participantes
- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?.

Primero ante todo con, el formador tiene que tener una unión intima con Dios, la oración es muy importante, y debe ser ante el sagrario.

Segundo, debe de enseñarse los valores y las virtudes, tal y como son. Con paciencia, paz, tranquilidad, confianza, firmeza y liderazgo.

Deben de tener estuduios del pensamiento, pera aprender a juzgar las cosas como deben ser, la Gneseología, la Metafísica , Filosofía, Teología.

Debe aprender a Juzgarse, con sinceridad y humildad.

Al aprender las virtudes, aprendera a ser obediente, pero por a mor a Jesús, sin aprender a ser un borrego.

Somos Ovejas del Señor, no borregos de nadie.
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¡En la Voluntad de Dios!
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Jesús Alejandro Castaño B
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Ubicación: Ibagué, Colombia

MensajePublicado: Vie Ene 16, 2009 5:05 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

RESPUESTAS TEMA 11: LA RELACION ENTRE EL FORMADOR Y EL SEMINARISTA
1. En términos generales considero que uno de los “atrayentes” a la vocación sacerdotal es el contacto que los niños y jóvenes han tenido con sacerdotes, ya sea sus párrocos u otros sacerdotes cercanos, quienes con su ejemplo y testimonio de vida logran despertar el llamado del Señor en sus corazones. Sin embargo, considero que al llegar al seminario, se pueden presentar ciertos “choques” con algunos formadores, porque el joven de hoy es más crítico y es capaz de descubrir fallas y errores en sus formadores que, por pequeños que estos sean, pueden generar conflictos de relación, e incluso pueden ser fuente de “crisis” vocacionales en los jóvenes.
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Hilario Cedeño Chávez
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Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 30

MensajePublicado: Vie Ene 16, 2009 5:22 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

Hola, por estar fuera hasta hoy me pong en contacto.

A la pregunta: ¿Creé que -en general- los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Considero que de san ambas cosas, formadores y sacerdotes en general que son un testimonio, que convencen, que son impulso en la vida; y desgraciadamente con frecuencia también se da lo contrario.
Curiosamente hay seminaristas que quieren imitar actitudes, roles, posturas (y muchas veces son de incoherencias como el carro, el tipo de relaciones del cura, sus viajes, etc). Seguramente también hay testomonios de cercanía, santidad, coherencia de vida, que convencen y estimulan la vocación.

A la pregunta de cómo formar la conciencia, dado que es lo más íntimo, considero que un medio privilegiado es FORMAR el DISCERNIMIENTO, en LA TRANSPARENCIA, en poner a la Voluntad de Dios, no sólo a lo que "yo" quiero. PÖrque con frecuencia los seminaristas se aferran a que quieren ser sacerdotes, pero dificilmente se abren a ver si esa es la Voluntad de Dios.

Hilario msps.
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Ma Socorro A. Reyes López
Asiduo


Registrado: 16 Jun 2008
Mensajes: 120

MensajePublicado: Sab Ene 17, 2009 3:00 am    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

Otros participantes
- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?
El joven que ingresa al seminario se encuentra de pronto en un mundo desconocido. Conocer al seminarista es conocer su temperamento, sus cualidades naturales, sus aptitudes. En este campo serán útiles los exámenes psicológicos que se pueden realizar en el momento de la admisión del candidato al seminario y en algún otro momento de su período de formación. La persona es un misterio al que sólo nos podemos asomar si ella misma se autorrevela. Es bueno también interesarse por la vida pasada del seminarista y el entorno familiar del que procede, especialmente aquello que pueda afectar a su vocación sacerdotal. El crecimiento humano y espiritual de la persona depende en gran parte de sus relaciones con los demás. Es en esa relación donde el formador puede ir ayudando personalmente a cada seminarista en su esfuerzo formativo. De la visión del formador como representante de Dios y de la Iglesia se deduce que la relación entre él y los seminaristas se debe situar, en primer lugar, sobre una base de fe. Es una relación que nace de una llamada divina. En ocasiones el trato con el formador es una tarea ardua para el seminarista. Su temperamento, sus circunstancias personales, su natural tendencia a la autoafirmación e independencia pueden llevarle al alejamiento de todo aquél que representa alguna autoridad. También el formador puede experimentar dificultad para tratar con algún alumno. En la relación entre formador y seminarista entran en juego de modo finísimo la sensibilidad humana y la bondad cristiana, la intuición natural y la luz de Dios. Ese trato franco y amable, principalmente con el director espiritual. favorece notablemente la apertura de conciencia por parte del seminarista. El seminarista puede entonces confiar sus dudas y problemas, sin miedo ni reparos, en un clima de confianza mutua. Encontrará en el formador un apoyo personal y concreto, recibirá a través de sus orientaciones importantes luces y gracias de Dios, y podrá incluso desahogarse en los momentos de tensión. Uno de los instrumentos más eficaces con que cuenta el formador es su testimonio de vida sacerdotal: "Verba movent, exempla trahunt". El testimonio vivo es más eficaz y penetrante que los consejos, las motivaciones o las exigencias. Cuando el seminarista constata la coherencia y santidad de vida del formador, descubre en él un modelo de aquello que está buscando para sí, se siente inclinado a la estima, a la apertura, a la docilidad, a la imitación. Así cuando el formador propone algo, el seminarista lo acepta de antemano porque viene de esta persona que convence, porque vive primero él lo que luego predica. Modificando las palabras de Cristo, de los buenos formadores se debería poder decir: "Haced lo que os dicen e imitad lo que hacen" (cf. Mt 23,3).

17. Como claramente aparece en los Evangelios, la formación
de los Apóstoles fue una tarea que Jesús se reservó para sí, atribuyéndole
una importancia fundamental para la suerte futura de la
Iglesia. El confió más tarde esta tarea a los Apóstoles para que así
continuaran con la asistencia especial del Espíritu Santo su obra y
llegaran a ser, a su vez, formadores de sus discípulos y colaboradores.
Se puede decir, por tanto, que el Divino Maestro es el primer
inspirador y modelo de todo formador y que, por consiguiente, no
«hay verdadera labor formativa para el sacerdocio sin el influjo del
Espíritu de Cristo".
La ininterrumpida tradición de la Iglesia atestigua que los obispos,
sucesores de los Apóstoles, han ejercido esta misión de formadores
de los ministros de Cristo en servicio del pueblo de la nueva Alianza,
aunque ejerciendo esta inalienable responsabilidad de maneras diversas
según las distintas circunstancias ambientales e históricas, y utilizando
diferentes mediaciones y formas de colaboración. En efecto,
su misión comportaba de ordinario también la de escoger y preparar
idóneos formadores del futuro clero.
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saccap
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Registrado: 21 Nov 2008
Mensajes: 10

MensajePublicado: Sab Ene 17, 2009 5:01 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Mi deseo de ser sacerdote se inicio asi: por la atracción de la forma de vida de mi párroco. Ya en el seminario me agradaba el testimonio de vida de algunos formadores. De los demás ni hablar. Creo firmemente que esto mismo pasa con la mayoría de los seminaristas de mi diócesis.
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Oscar Piñango
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Registrado: 26 Feb 2007
Mensajes: 75
Ubicación: Venezuela

MensajePublicado: Sab Ene 17, 2009 8:55 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Responder citando

¿Cree que –en general– los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio de vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Yo creo que si, en un primer momento el aspirante al sacerdocio se siente estimulado o atraído por la figura de su párroco o algún sacerdote amigo, este primero contacto, en muchos casos lo lleva a descubrir la pregunta y decisión vocacional que Dios le está colocando en su corazón. Es desde esta experiencia que el aspirante debe comenzar su proceso de discernimiento, puesto que no basta con querer seguir el camino sacerdotal por la experiencia de otro, sino que su testimonio de vida lo lleve a seguir con firmeza su propia decisión. Es importante que el joven entienda que una cosa es la obra de Dios y otra muy distinta el llamado de Dios. Es lógico, normal y sano que el aspirante sienta emoción y hasta entusiasmo por la obra que realiza su sacerdote ejemplo, pero es en ese momento cuando debe buscar en su corazón si lo que más le atrae es hacer la obra junto a El o lo que siente es el deseo de trabajar por su apostolado en la Iglesia, o si de verdad lo que siente es el llamado a seguir a Dios para entregarse al sacerdocio. Es así que el testimonio de algunos sacerdotes puede contribuir a aclarar en los seminaristas su discernimiento y mucho mejor cuando se comparte experiencia de vida de los formadores, ya que ellos también pasaron por situaciones similares y de alguna manera podrían colaborar en ayudar al joven a madurar sus decisiones, fortalecer su crecimiento, oración y vida en formación para el sacerdocio.
_________________
Oscar
Jesús mi Camino, Verdad y Vida
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Juan José Rodríguez Mesa
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Registrado: 17 Nov 2008
Mensajes: 38
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MensajePublicado: Sab Ene 17, 2009 11:25 pm    Asunto: La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Formadores

- ¿Considera realista que se pueda establecer entre el formador y el seminarista una relación cercana, amistosa, caracterizada por la sinceridad, por la sencillez, por la apertura, la deferencia y la cordialidad? ¿ha sido ésta su experiencia?


Considero que sí es realista que se pueda dar una relación cercana y amistosa entre el formador y el formando porque cuando el acompañante procura crear este tipo de ambiente en las relaciones interpersonales con sus formandos se obtienen mejores resultados.

En la Orden de Agustinos Recoletos a la que pertenezco la terea y responsabilidad del acompañamiento compete en primera instancia a quien ha sido designado por la comunidad como “maestro” o “prefecto” como le denominaban antiguamente, a diferencia de los seminarios mayores diocesanos donde el rector es el encargado. En nuestra comunidad, el formador (maestro) le corresponde acompañar directamente el proceso formativo con cada uno de los seminaristas a su cargo y por esta razón mi experiencia va desde esta perspectiva.

La relación entre el formador y el formando debe conjugar sabiamente la amistad y cercanía con el servicio de autoridad, pues es apenas natural que en cualquier grupo humano a alguien le corresponda dirigir o ejercer la autoridad. Actualmente en el contexto colombiano algunos de los candidatos provienen de familias desintegradas y por ende el referente paterno es muy pobre, y además el sacrificio o la renuncia son elementos completamente opacados por una sociedad facilista y consumista. Con lo dicho hasta el momento deseo compartir que en la práctica no es fácil manejar las relaciones interpersonales de forma ideal.

Si las relaciones son muy cercanas o amistosas se corre el riesgo de caer en cierta permisividad y si en las mismas se enfatiza la autoridad se puede caer en el autoritarismo. A uno como formador le corresponde, como dije antes, conjugar sabiamente estos elementos y al respecto idearse estrategias concretas tan pertinentes como las que presenta las presenta el Padre Julián Ramiro: “Hemos de preocuparnos por cada persona en particular y mostrarle que efectivamente nos interesa: El saludo diario, preguntar por su salud, por su estado anímico, por la situación familiar. Llamarlo por su nombre, conocerlo en sus particularidades. Compartir los descansos del medio días (Participar con ellos en el deporte), Trabajar con ellos en las jornadas de jardinería, escucharles con atención. Hoy particularmente llegan al Seminarios adolescentes (Menores de edad), entonces hay que comprender con cariño sus crisis de autoafirmación”.
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bonny
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Registrado: 13 Nov 2008
Mensajes: 39

MensajePublicado: Dom Ene 18, 2009 3:51 am    Asunto: Respuesta
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?


La labor del formador en este punto es muy delicada, ya que el joven seminarista llega a formarse en una edad en la que su conciencia ya viene con valores determinados, que se forman dentro de la familia y de la sociedad, los examenes psicologicos que se le realizan son de gran ayuda, ademas del trato personal del formador con el formando, asi como el ejemplo que vea el seminarista de sus formadores y de sus mismos compañeros

En Pastores dabo vobis encontramos lo siguiente,

La madurez humana del sacerdote, debe incluir especialmente la formación de su conciencia, el candidato para poder cumplir sus obligaciones con Dios y con la Iglesia y guiar con sabiduria las conciencias de los fieles, debe habituarse a escuchar la voz de Dios, que le habla a su corazon y adherirse con amor y firmeza a su voluntad.

por lo tanto, nada sera mas importante que la adhesion con amor y firmeza a la voluntad de Dios por parte del seminarista, educar su voluntad sera tarea personal solo de el, y su unico motivo debe ser siempre el amor a Dios y a su Iglesia

En catholic encontre este articulo que se llama, ¿Como formar la conciencia?

Se los recomiendo Smile

http://www.es.catholic.net/educadorescatolicos/751/2408/articulo.php?id=21321
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MensajePublicado: Dom Ene 18, 2009 11:46 am    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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FORO CAPITULO 11

La tarea, la misión del formador no es cambiar la conciencia del seminarista, no es quitarle esa conciencia y darle una nueva, como lo dice la expresión, es formar una conciencia en la que reine el amor de Dios con toda su fuerza. Ahora que está en el Seminario, en proceso de formación para ser sacerdote, lo prioritario será Dios, y el formador, con sus conocimientos, con sus actitudes y aptitudes, debe formar esa conciencia con ese objetivo claro.
Pero debe hacerlo paso a paso, con paciencia, con amor, ya que existirán jóvenes con diversos carácteres, con diversos temperamentos, con diversos pensamientos, y es allí donde se pone en juego la verdadera formación del formador, ya que no es cambiar al joven ni hacerlo nuevo, es tomar todo eso que el trae al Seminario y refinarlo, pulirlo y hacer de él un futuro sacerdote integral.
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Jorge Batista
Esporádico


Registrado: 23 Nov 2008
Mensajes: 38

MensajePublicado: Dom Ene 18, 2009 3:45 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Otros participantes
- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

la conciencia es saber lo bueno y lo malo, que debo hacer y que no, en un sentido general. por ende ayudar en la formacion de la conciencia requiere una actitud cierta y constante en el bien, en lo correcto y en una serie de virtudes que definen al ser cristiano. En el caso de los formadores con los seminaristas es importante partir de que el ser cristiano te permite visualizar la conciencia, por consiguiente los formadores deben educar desde la libertad, ya que el seminarista tomara o no conciencia de su responsabilidad basandose en su experiencia de fe.
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verónica ana
Esporádico


Registrado: 23 Jun 2008
Mensajes: 76

MensajePublicado: Dom Ene 18, 2009 9:15 pm    Asunto: Respuesta a la 11a sesión.El Formdor y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Otros participantes:
¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?
Como bien se nos dice en este undécimo capítulo la persona es un misterio al que sólo nos podemos asomar si ella misma se autorrevela y se abre con nosotros. Quizás sea este el primer escollo con el que nos podemos encontrar, pero es cierto también que cuando queremos ayudar a otro e irlo formando en los valores que el Maestro nos vino a traer a la tierra, y tenemos recta intención, el Señor mismo nos irá abriendo el camino para que podamos llevar a cabo nuestra obra, que más que nuestra es Suya. Lo primero es siempre “hablarle a Dios de los hombres para luego hablarle a los hombres de Dios”. El Maestro también ha dicho “pedid y recibiréis” (Lc 11, 10) y que “se haga según has creído” (Mt 9, 29). Es decir si pido con fe El mismo me indicará o me sugerirá el camino para llegar al “recinto sagrado”, a lo íntimo de esa persona o la persona misma vendrá con el asunto que me dará pie para que pueda darle la ayuda o irle mostrando los valores que creo que necesita para ir formando su conciencia y darle sentido a su vida.
Muchas veces, y esto lo digo por experiencia, cuando quise ayudar a alguien he tenido que ser yo la que comenzara abriéndome con determinada vivencia o testimonio de vida. En este sentido debo agradecer al Señor la gracia que me ha otorgado de poder enseñar todo lo que he aprendido de mis directores espirituales, confesores, libros de espiritualidad y los años de estudio de teología y filosofía en la Universidad Católica en la que he tenido de profesores a hombres muy santos que han llegado a ocupar lugares de mucha responsabilidad en nuestra Iglesia.
Sabemos que vivimos en un mundo donde en general se vive en la superficialidad, y en donde el materialismo, el secularismo, el hedonismo, racionalismo y en general todos los “ismos”, se han apoderado del hombre, por lo tanto se hace necesario, empezando por nosotros mismos, volver a los valores que Jesús ha venido a traer a la tierra por eso tenemos que ayudar a todos aquellos que pasan a nuestro lado a tomar conciencia que existen valores que no podemos ignorar, debemos discernir el bien del mal, que no es lo mismo una cosa que otra, que el Señor tiene un plan para cada hijo, que debemos averiguar cuál es la voluntad de Dios para cada uno y tener en cuenta el mandamiento de la caridad en el cual parece que los católicos estamos fallando seriamente, a pesar de que es para nosotros el mandamiento principal.
Ayudar a otros a formar su conciencia es un trabajo gradual, lento, que debe realizarse con mucha paciencia, prudencia y amor.
En una escala distinta es el trabajo que he tenido que realizar con mis seis hijos. También con personas relacionadas conmigo a través de un grupo de oración y en los casos en que el Señor puso en mi camino a personas confundidas con respecto a determinados valores, normas morales y diversos aspectos de la vida espiritual.
Hay personas con conciencias anchas, angostas, escrupulosas y con otros problemas que sufren mucho. Todas merecen nuestra atención y nuestra ayuda. En la medida de nuestras posibilidades y en lo que esté a nuestro alcance debemos ayudar a nuestros hermanos a formar su conciencia de acuerdo a lo que el Señor les pide. No debemos hacer acepción de personas, debemos ayudar a todas aún a aquellas que no nos caen bien, no sea que un día tengamos que escuchar que el Señor nos dice “¿qué has hecho de tu hermano?” (Gen. 4,9)
_______
El Señor y María Santísima los Bendiga a todos.
Pido disculpas estoy en un lugar donde no hay internet y debo hacer varios Km para poder responder.
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José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Lun Ene 19, 2009 6:38 pm    Asunto: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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”Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes”

Otros participantes
- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

Es muy cierto lo que se menciona en este tema 1 11 sobre la actitud de cada uno al momento de recibir ayuda o querer formar un formador a un seminarista .
Mi opinión muy personal y en forma general es que existimos muchos que necesitamos ayuda, orientación, dirección, etc.
Hay muchos seres en el mundo ávidos de una palabra de aliento, de ayuda, de orientación, de apoyo, en momentos de angustia, desesperación, personas sufriendo, pues no le encuentran el sentido a sus vidas, pues por una serie de causas que no vale mencionarlas hoy por ello, están al borde de caer en drogas, en vicios, en faltas graves contra Dios y muchos, muchos también existimos que podemos ayudarlos, pero por el temor al rechazo o al no querernos crear problemas o al no “morir” por el prójimo, en algunos casos nos negamos a ayudar a quienes lo necesitan.
Y el caso de los seminaristas y los formadores no es la excepción. No olvidemos que tanto unos como otros han recibido un llamado del Espíritu Santo y que el formador antes de serlo, fue formando y si en ese momento el no recibió la orientación necesaria, eso no implica que el no tenga que actuar de otra manera.
Concretamente: se puede ayudar entrando en la vida del otro, aunque eso signifique a lo mejor sufrimiento, a lo mejor rechazo que solo será al principio, pero luego vendrá el premio, la satisfacción de haber podido ayudar a otro.
Y como sigo manteniendo mi posición de la similitud entre sacerdocio y matrimonio, les dejo una cita de Juan Pablo II, para mi, muy apropiada para esta pregunta:
Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. Deus Caritas

Un abrazo fraterno a todos
Mauricio
“Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo”(San Agustín)
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Juan Carlos Soto Siovil
Esporádico


Registrado: 24 Nov 2008
Mensajes: 39
Ubicación: puno -peru

MensajePublicado: Lun Ene 19, 2009 7:26 pm    Asunto: respuestas tema 11
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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Tema 11. La relación entre el formador y el seminarista

¿Cree que en general los seminaristas se sienten atraídos y estimulados por el testimonio y vida de sus formadores y de los sacerdotes con los que tienen contacto?

Esta pregunta es un poco complicada pues a conciencia pienso que no se sienten los seminaristas atraídos y estimulados sen general por sus formadores y menos por su testimonio con lo anterior no quiero decir que esto se de en todas las cosas o seminarios, pero si lo he vivenciado y lo vivencie en mi tiempo de formación y hoy en día hay chicos que experimentan casos parecidos en este sentido.
Los sacerdotes de los seminarios son excelentes en su formación académica pero corren el riesgo de ser poco humanos y rayan en el antitestimonio pues a algunos les falta caridad y si bien se puede decir humildad, bueno de todo hay en la viña del Señor, y como esa es la realidad también tengo que decir que hay excelentes sacerdotes a quienes sus seminaristas aprecian y quieren y desean seguir los ejemplos de estos por que de verdad testimonian a Jesús y de tal formador tal sacerdote esa es la verdad.
Me parece importante decir que una cosa es la exigencia y otra muy deferente es la caridad pastoral pues entiendo que hay un ámbito formativo y hay que respetarlo

Hno. Juan Carlos Soto Siovil
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Jacobo Ventura Pérez
Esporádico


Registrado: 21 Jun 2008
Mensajes: 43
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MensajePublicado: Mar Ene 20, 2009 3:20 am    Asunto: Respuestas de lección 11
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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11. La relación entre el formador y el seminarista I


1.- ¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?

R.- Solo un maestro puede ayudar a otro ser a “formar conciencia”, quien lo pretenda sin estar debidamente desarrollado en las áreas humana y espiritual, sólo va a conseguir trasmitir sus defectos a sus formandos.

El formador requiere la ayuda divina para llevar a puerto seguro, a los seminaristas que están a su responsabilidad, para esto debe saber y sobre todo sentir que “toda dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces” (St 1, 17).

Una vez que se tiene un Maestro, es importante:

a) El establecimiento de la unión íntima con Dios, mediante la Oración meditada, y con el apoyo de las Sagradas Escrituras, esto para su implementación. “Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe?” (St 2,14).

b) Desarrollar virtudes tales como la fe, la esperanza, y el amor, nuestro Señor Jesucristo con su vida nos mostró el amor tan grande del Padre. “Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor” (1Co 13,13).


c) Realizar las actividades diarias, dando gracias a Dios por la oportunidad que nos da de desarrollo espiritual, mediante el servicio a nuestro prójimo. “Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos”(1Ts 3,13).

d) Promover momentos de introspección para conocer su interior, esto es los dones que Dios ha derramado en el seminarista, y orientar en tiempo y forma para canalizarlo hacia el área donde se pueda desarrollar en forma óptima. “Yavé entró y se paró, y llamó como las otras veces: Samuel, Samuel. Este respondió: Habla, Yavé, que tu siervo escucha”. (1 S 3,10).

Me despido



Cordialmente



La Paz de Cristo sea contigo.
_________________
Ventura
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INESGLZZ
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Registrado: 28 Sep 2006
Mensajes: 108

MensajePublicado: Mar Ene 20, 2009 3:03 pm    Asunto:
Tema: 11. La relación entre el formador y el seminarista I
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¿Cómo se puede ayudar a otro a “formar su conciencia”, si ésta es lo más íntimo y personal del hombre?
EN ESTE CASO LOS FORMADORES AYUDAN A SUS EDUCANDOS PORQUE SU RELACION NO ES SIMPLEMENTE DE MAESTRO-ALUMNO, SINO QUE ES UNA RELACION MAS PERSONAL E INTIMA TAN ASI COMO LLEGAR A CONOCERLO EN EL PRESENTE, VER SUS LOGROS, CONECER SU PASADO, Y ASI DE ESTA MANERA LLEGAR A VER DESDE LA PERSPECTIVA DE CRISTO, LO BUENO Y LO MALO Y EN ESTE PASO ES DONDE SE VA FORMANDO LA CONCIENCIA DE CADA EDUCANDO.
ESTO LO LOGRAN PORQUE SUS FORMADORES DEJAN LA SEMILLA SEMBRADA EN SUS CORAZONES.
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