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14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales

 
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Hini
Staff de Catholic.net


Registrado: 26 Sep 2005
Mensajes: 255

MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 3:49 pm    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
Responder citando

PREGUNTAS PARA ORIENTAR LA DISCUSIÓN EN EL FORO

Nota:
no es necesario responder a todas las preguntas, cada uno es libre en eso. Se sugiere responder sobre todo a aquellas en las que uno tenga alguna idea o experiencia interesante que pueda enriquecer a los demás, que es de lo que se trata. Incluso puede comentar una pregunta que corresponda a otro grupo, u otro asunto relacionado con el tema que estemos viendo.


Formadores
- ¿Cómo explicar la fe y la esperanza a los jóvenes de hoy? ¿Cómo “entrenan” a los seminaristas para que sean hombres de fe y esperanza?

Otros sacerdotes y seminaristas
- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Otros participantes
- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?



14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su vida


El sacerdote, hombre de Dios

Los hombres buscan en el sacerdote a un amigo, a un confidente en el que encuentren comprensión y acogida; esperan encontrar en él a un hombre prudente y bien preparado, capaz de ofrecerles orientación certera en sus luchas y en las noches de su fe. Pero ante todo, desean que el sacerdote sea un hombre de Dios. El sacerdote, «puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios» (Hb 5,1), y por lo tanto mediador entre ambos, prolongación del único Mediador, ha de ser un hombre de Dios en lo más profundo de su ser, de sus sentimientos, de sus pensamientos, de sus intenciones y de sus acciones.

Es hombre de Dios quien se ha dejado poseer por Dios: «Me has seducido, Yahvéh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido» (Jr 20,7) y en virtud de esta posesión se acerca a las realidades humanas imbuido del pensamiento y del querer divinos. Los que lo escuchan y ven actuar palpan la presencia de Dios, que habla y obra a través de él. Como auténtico profeta y pastor, muestra nítidamente a los hombres el camino hacia el Padre, enseña y recuerda lo que Dios espera de ellos y lo que en justicia se le debe. Es auténtica luz para sus conciencias y maestro de oración. Suscita y alimenta en sus corazones la nostalgia de Dios y les muestra que su ciudadanía definitiva está en el cielo.

La transformación en el hombre de Dios supone para el seminarista un proceso gradual y dinámico en el que Dios va penetrando poco a poco todas sus facultades, sus sentimientos, su actuación, elevándolas con la gracia en la medida en que el alma se presta y colabora con su acción. No cabe duda que el camino primordial será el de la oración entendida como contacto fecundo y renovador con Dios. Oración que pide y, a la vez, alimenta, la generosa correspondencia en la práctica de las virtudes; la ascesis, positiva y amorosa, necesaria para ir purificando la propia persona del pecado y de sus efectos; y la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.


Fe, esperanza, amor

Como termómetro fiel, el grado de ejercicio y crecimiento en la vivencia de las virtudes teologales indica la medida en que Dios va tomando posesión de la persona; y, por tanto, la medida en que el hombre se convierte en hombre de Dios. No hay mejor señal de bienestar espiritual, y de que Dios está haciendo su obra, que la constatación del crecimiento en estas virtudes que le tienen a él como fin. Virtudes que purifican y embellecen el alma, que son fundamento de toda la vida espiritual.


La fe

La fe es la ventana del alma a las realidades sobrenaturales. Es el fundamento de la vida cristiana, también de la vida cristiana del sacerdote. Pero en él, además, la fe se hace aún más necesaria. En primer lugar porque toda su existencia se mueve en el ámbito de lo sobrenatural: ofrece cada día el sacrificio del Hijo de Dios y sostiene su cuerpo en sus propias manos; perdona en su nombre los pecados, algo que solamente Dios puede hacer (cf. Mc 2,5); representa ante el pueblo de Dios a Cristo cabeza (LG 28). ¿Cómo puede vivir un sacerdote dedicado de por vida a «las cosas de Dios» (Hb 5,1) si no vive en la fe y de la fe?

Por otra parte, el sacerdote ha sido llamado a ser profeta del Reino de Dios, maestro de la fe: Si esta virtud es necesaria para todos, lo es de forma especial para el sacerdote, que tiene la misión de comunicar la fe a los demás con el anuncio de la Palabra. Éste no puede predicar el Evangelio con eficacia si no ha asimilado profundamente su mensaje... Todo sacerdote ha de ser animador de la fe.... (Juan Pablo II, Angelus, 17 de diciembre de 1989)

¿Cómo podrá ser animador y maestro de la fe, un sacerdote que no se encuentre profundamente imbuido de ella?

Finalmente, el camino de la vida sacerdotal se ve con frecuencia marcado por la cruz y jalonado de dificultades; hay momentos en los que la fe lo es todo y sin ella nada puede mantenerse en pie.
Es vital, por tanto que la formación espiritual del seminarista se centre en la maduración de su fe.
Se trata de una virtud teologal que no se reduce a un mero sentimiento de la presencia de Dios en la vida, o a un bagaje más o menos amplio de conocimientos sobre Dios y las verdades reveladas. Creer es mucho más que saber o sentir. Es ver a Dios en toda persona, y en todo acontecimiento. Es orientar constantemente hacia él todas las acciones y actividades. Es fiarse de Dios y de sus promesas, aceptar su palabra, confiar siempre a pesar de las sorpresas, los sobresaltos, las caídas, los temores y las mil dificultades de la vida.

La fe es un don divino. Hay que pedirlo diariamente con humildad, agradecerlo y manifestar este agradecimiento con la propia colaboración. Colaboración que significa ilustrarla y profundizar en ella lo mejor posible, y mantenerla libre y desprendida, mediante la purificación del corazón y la vigilancia contra las tendencias al racionalismo y a la autosuficiencia.

Hay momentos y actividades de la vida de un seminario especialmente privilegiados para avivar, ilustrar y fortalecer la fe de los seminaristas. Pero un buen formador es maestro y testigo de la fe ante ellos en todo momento y circunstancia. Con su modo de ver las cosas y las personas, con sus comentarios discretos y oportunos, con el testimonio de su vida de oración..., en la orientación personal, en la confesión, en una conversación informal... Siempre puede ir dejando en el alma de sus seminaristas gotas frescas de fe.


La esperanza

De la fe luminosa y operante brota la auténtica esperanza cristiana con sus dos vertientes principales: la esperanza que se transforma en confianza en Dios, y la que apunta al desarrollo y posesión definitivas del Reino de Cristo.

Quien cree en Dios, confía en él. Y confía a fondo, porque la confianza, o es total, o no es confianza. La esperanza nos asegura que Dios nos dará la fuerza y el coraje para llegar hasta el final, y que en él encontraremos con creces la plenitud y la felicidad que no podemos encontrar en las creaturas. Quien ejercita la virtud de la esperanza está convencido de que Dios ama profundamente al hombre, y de que a pesar de los numerosos y grandes obstáculos que la maldad y la debilidad del hombre opongan al establecimiento del Reino de Dios, el Espíritu Santificador continuará operando en la Iglesia la salvación que nos trajo Jesucristo. Así, el ejercicio de la esperanza lleva a confiar en la venida del Reino de Dios y a anhelar la felicidad futura que sólo Dios puede dar.

De nuevo aquí -como sucedía con la fe-, el joven que se prepara para el sacerdocio debe ser consciente de que no se trata de vivir una virtud para usufructuarla individualmente.

El presbítero es el hombre de la esperanza... Formar un sacerdote significa formar un hombre que tendrá la misión de testimoniar la esperanza cristiana y robustecerla en los demás. El mundo está sediento de esperanza.... El sacerdote, hombre de la esperanza, ... tenderá sobre todo a desarrollar en torno a sí la esperanza que no falla (cf. Rm 5,5). (Juan Pablo II, 24 de diciembre de 1989)

Y sin embargo, con frecuencia nos olvidamos de esta virtud: la damos por supuesta o simplemente no le prestamos mayor atención. El formador de sacerdotes no puede ignorarla sin más. Cuando, por ejemplo, un seminarista se encuentra en un momento de oscuridad, dificultad o desánimo, es necesario, sí, que le anime con recursos humanos, pero es más importante aún que le ayude a levantar su mirada y a encontrar en Dios su esperanza y su fuerza. Entonces, una circunstancia en sí negativa, habrá servido para que aquel joven fortalezca su temple cristiano y se prepare mejor para ser testigo de la esperanza.


La caridad

Dios es amor (cf. 1 Jn 4,8). Esta verdad del Nuevo Testamento es el rasgo definitivo de la revelación progresiva, misteriosa y sorprendente del rostro de Dios. Por otra parte, el hombre es imagen de Dios. Dios lo creó a imagen y semejanza suya (cf. Gen 1,27), capaz de amar, hecho para amar. Jesucristo dejó bien claro que el distintivo radical de sus discípulos es el amor (cf. Jn 13,34-35). De aquí que la tarea principal del cristiano sea parecerse a Dios por el ejercicio asiduo del amor que ha sido derramado en todo corazón por el Espíritu Santo que habita en cada bautizado (cf. Rm 5,5). La caridad es resumen y plenitud de la Ley (cf. Mt 22,40; Rm 13,10), reina de las virtudes (cf. 1 Co 13,4) y la más grande de las virtudes sobrenaturales (cf. 1 Co 13,13).

No puede, por tanto, estar ausente en el corazón y la vida del sacerdote. Él ha sido escogido para prolongar la presencia de Jesucristo y hacer presente su amor entre los hombres. Ha sido puesto como mediador entre ellos y Dios. De ahí la doble vertiente de su caridad sacerdotal: amar a Dios como deben amarlo todos los hombres, y amar a los hombres como son amados por Dios.

Amar a Dios sobre todas las cosas

El mejor modo de llevar al seminarista a amar a Dios es ayudarle a conocerlo. Cuanto más lo conozca y descubra, más lo gustará. Su corazón lo amará como al único totalmente amable y su libertad podrá elegirlo como al único que colma todas sus ansias y anhelos. Conocerlo en la oración, en el ejercicio de la fe que lo reconoce siempre presente, en la escucha atenta de las inspiraciones del Espíritu Santo.

Nada mueve más al amor que el saberse amado. Esta experiencia humana vale también para la caridad teologal. Y alguien que ha sido escogido por Dios de entre los hombres para una misión tan sublime como la del sacerdocio, tiene muchos y muy profundos motivos para sentirse amado por su Creador y Redentor. Qué fácil es, y al mismo tiempo qué importante, recordárselo y valorárselo al seminarista: ¡Dios te ama! En los momentos de fervor y entusiasmo o en los momentos de sequedad y desánimo: ¡Dios te ama!

Como las dos virtudes anteriores, la caridad es un don de Dios. Hay que poner todos los medios humanos, pero sobre todo hay que pedirlo, esperarlo y acogerlo con humildad y apertura.

El amor a Dios llevará a las obras del amor. Formar al seminarista en la caridad teologal es también orientarle para que viva siempre en una actitud de autenticidad en su entrega a la voluntad de Dios. Recordarle que quien ama a Dios cumple sus mandamientos (cf. Jn 14,15). Ayudarle a comprender que la voluntad de Dios se manifiesta sobre todo en el interior de su conciencia (GS 16), pero se expresa también a través de quienes legítimamente le representan: desde el supremo Magisterio de la Iglesia hasta su más cercano formador. Finalmente, mostrarle que el amor a Dios debe llevarle a esforzarse del modo más sincero por evitar el pecado, como negación del amor; no sólo: debe foguear en él un ardiente anhelo de que en todas partes, entre sus compañeros y amigos, en las familias y las sociedades, reine siempre el amor por encima del pecado. El amor de Dios orientará así, de manera radical, el sentido y el objetivo esencial de su futuro apostolado. Su amor al Padre le lleva a sus hermanos.

Amor al prójimo como a sí mismo

Es la segunda dimensión de la caridad del sacerdote: amar a los hombres como son amados por Dios. Su Maestro se lo ha pedido al identificarse místicamente con todo ser humano: «cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). También a él se dirigen las contundentes palabras de san Juan: «si alguno dice: "amo a Dios", y aborrece a su hermano es un mentiroso» (1 Jn 4,28).

Es preciso formar a los seminaristas en el auténtico espíritu del amor cristiano a todos los hombres. Podemos tener seminaristas "piadosos", cultos, cumplidores... pero si no viven la caridad de Cristo no podrán ser de verdad "otros Cristos", más aún serán sacerdotes que viven al margen del Evangelio.

Hay muchísimos aspectos y matices implicados en esta virtud. San Pablo nos recuerda unos cuantos: «La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad» (1 Co 13,4-6). Tratarlos todos sería interminable. Es posible, sin embargo, recordar algunos, a modo de ilustración.

El amor reside en el corazón de la persona. Podemos, pues, mencionar algunos rasgos de la caridad "interna". La caridad en cuanto bondad del corazón, que lleva a aceptar benévolamente a cualquier persona. De esa bondad nace la disposición a pensar bien de todos. Recordando la seria advertencia de Jesús: «no juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados» (Lc 6,37), hay que habituar al futuro sacerdote a contrarrestar la tendencia natural que recoge el dicho popular: "piensa mal y acertarás", con una actitud más cristiana y más justa: "creer todo el bien que se oye; no creer sino el mal que se ve". Y ese mal que no es posible ignorar, saber disculparlo. Acostumbrarse a distinguir el pecado del pecador, y ser siempre capaz de perdonar sinceramente: «perdonad y seréis perdonados» (ibid.). ¡Qué importante es ir formando desde el inicio estas disposiciones que van fraguando el verdadero corazón sacerdotal!

De ese corazón van brotando espontáneamente las actitudes y acciones que configuran la "caridad externa". Ante todo, la benedicencia. Desgraciadamente estamos demasiado acostumbrados a la crítica y la difamación. Muchas veces da la impresión de que se considera perfectamente compatible una vida de piedad, de misa diaria y hasta de consagración religiosa con la crítica, el chisme, la murmuración y la burla sobre el prójimo. Parecería que se nos han perdido algunas páginas del Nuevo Testamento: «no habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley» (St 4,11). El sacerdote no puede permitirse semejante incoherencia. Hay que recordárselo a los seminaristas, y ayudarles en la vida de cada día, sobre todo con el propio ejemplo. Enseñarles a no murmurar de sus compañeros, ni de sus formadores, ni de su obispo, ni de otros sacerdotes, ni de nadie. Si consideran que deben hacer algún comentario sobre otro por el bien de él o por un bien mayor, deberían encontrar siempre la posibilidad de manifestar sus observaciones ante quien tenga la capacidad de solucionar o mejorar la situación.

Pero benedicencia no es simplemente no hablar mal. El amor sincero engendra no sólo el deseo de silenciar sus fallos y defectos sino también el deseo de hablar bien de los demás. Basta una palabra, un comentario fugaz, para crearles una buena fama y rodearlos de estima. En ocasiones podrá ser necesario incluso salir noblemente en defensa de un compañero, o de cualquier persona injustamente criticada. ¡Qué bello gesto de genuina caridad! Una comunidad en la que todos saben que los demás hablarán bien de él, en la que no hay ataques por la espalda, en la que todos hablan bien de todos... ¿Es demasiado ideal? Es el ideal cristiano.

Los miembros de la primitiva comunidad cristiana «Tenían un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32). El seminario y las comunidades sacerdotales también aspiran a ser una grande y única familia por el amor fraterno y por las relaciones mutuas de cordialidad, de respeto y de servicialidad.

La caridad externa no se reduce, claro, a hablar bien. Se ha de traducir en obras concretas de servicio desinteresado, de colaboración generosa, de ayuda mutua. Cuántas ocasiones brinda la vida de un seminario para salir de sí mismo y servir a los demás. Para quien quiere, la vida comunitaria es un auténtico gimnasio de caridad.

Por último, el amor al prójimo engendra el interés sincero por la justicia. El sacerdote tiene que ser un hombre justo y un promotor de justicia. Justo, ante todo él, en sus relaciones con quienes trabajan en alguna institución por él dirigida. Promotor de justicia con su predicación, con su trato pastoral con quienes cometen injusticias, con su apoyo a quienes las sufren. Desde sus primeros pasos hacia el sacerdocio conviene sensibilizar al seminarista ante las necesidades de los demás y las exigencias de la justicia humana y cristiana. Y hay que ayudarle también a formarse para trabajar por ella. Procurar que comprenda, por una parte, que se trata de una dimensión de su sacerdocio, en cuanto servicio al hombre en su integridad; por otra, que su misión no puede reducirse a la de un sindicalista, sino que entraña esencialmente una dimensión sobrenatural; y, finalmente, que no hay verdadera promoción de la justicia fuera de la auténtica caridad cristiana, que comporta el amor, el perdón, la comprensión, hacia todos, sin opciones de parte, universal.
Las sugerencias prácticas en este apartado podrían multiplicarse. No obstante, el mejor método de formación en esta virtud es el testimonio de caridad sencilla y constante por parte del formador. Todo el día se convierte así para él en una magnífica cátedra de caridad. Su mejor predicación será el ejemplo personal, que nunca pasa desapercibido. Podrá, por ejemplo, adelantarse a las necesidades de los seminaristas, valorar positivamente a todos los colaboradores y a cada uno de los seminaristas, mostrarse siempre comprensivo anotando los rasgos positivos que hay en toda persona y acontecimiento... Será también necesaria su palabra de aliento y su certera orientación para que cada formando aprecie y se ejercite en esta virtud.


LECTURAS RECOMENDADAS

Pastores dabo vobis, 19 – 22.
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_25031992_pastores-dabo-vobis_sp.html

Presbyterorum Ordinis, 12
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19651207_presbyterorum-ordinis_sp.html



Para publicar sus respuestas en los foros del curso
http://foros.catholic.net/viewforum.php?f=68

Preguntas y comentarios a los moderadores:

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http://www.es.catholic.net/consultas/consulta.php?id=79&com=1


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http://es.catholic.net/sacerdotes/841/3078/
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Hilario Cedeño Chávez
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 30

MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 4:19 pm    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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FORO 14: EL SACERDOTE HOMBRE DE DIOS

- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

La pregunta es amplia y muy interesante. Me parece que en relación a la vivencia de esta virtud se da de todo.
Pero quiciera enfatizar la necesidad que hay en el clero para ser más fraternos, positivos, apoyarnos y defendernos, porque a menudo se vive lo contrario. Yo se que por algo se empieza, y hace tiempo que llevo este propósito.

Lamentablemente la "benedicencia" tamposo es virtud sobresaliente en el seminario, al contrario, con frecuencia ahí se viven rejuegos muy dolorosos de destrucción. ¡¡Felicidades cuando ahí se ha abanzado en la benedicencia".

¿cómo fomentarla?, me parece que ante todo con el ejemplo, parando en seco comentarios destructores de otros, trayendo a cuento el tema en reunionessea de formación parroquial o del clero, y desde luego en el seminario.

Un abrazo. Hilario msps.
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Sergio Héctor Casas Silva
Esporádico


Registrado: 16 Feb 2007
Mensajes: 31

MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 4:41 pm    Asunto: Sobre la "benedicencia"
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
Responder citando

- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario?

En mi relativa experiencia he constatado que no se vive tanto la "benedicencia" en la Iglesia, en las parroquias y, en particular, entre los sacerdotes y seminaristas.

¿Cómo fomentarlo?

De una manera general, fomentar la "benedicencia" se hace promoviendo una mayor vida espiritual, base de toda práctica virtuosa.
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Eduardo Espinosa Vasquez
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Registrado: 19 Nov 2008
Mensajes: 24
Ubicación: Bogotá-Colombia

MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 5:15 pm    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales.
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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14. El sacerdote, hombre de Dios, Las virtudes teologales

Formadores
- ¿Cómo explicar la fe y la esperanza a los jóvenes de hoy? ¿Cómo “entrenan” a los seminaristas para que sean hombres de fe y esperanza?

En varios momentos se ha planteado que la mejor manera de expresar y comunicar algo es desde el testimonio de vida. Los seminaristas podrán asimilar las virtudes teologales, sólo en la medida en que los formadores las transparenten a lo largo de la vida diaria, del compartir comunitario. En la celebración de la Eucaristía diaria los seminaristas perciben si en verdad el sacerdote celebra un acto de fe o un rito externo que no compromete la vida del sacerdote, por la misma forma como lleva puestos los ornamentos litúrgicos, por la pulcritud en la liturgia, por la forma como proclama el evangelio, por la homilía si es verdaderamente orada, pensada y preparada por el presidente, o si por el contrario es una colcha de ideas. El seminarista percibe por el comportamiento del formador, si su vida diaria es una extensión de su encuentro personal con el Señor, de su vida de oración comunitaria, por el trato respetuoso, con altura hacia los formandos o si por el contrario se aprecia una distancia entre su vida diaria y su vida de fe.
En el trato y pulcritud con lo sagrado, la capilla bien arreglada y decorada, el aseo en la sacristía, la limpieza de los vasos sagrados, de los elementos usados en el altar, las flores frescas para el santísimo. En estos detalles externos se expresa el grado de fe del ministro.
Todo lo que esté al servicio del altar debe ser lo mejor en calidad, pulcritud y aseo, pues está puesto al servicio del Señor. Esto es expresión de las virtudes teologales, pues es en este espacio de lo sagrado en donde recibo las fuerzas de lo alto para poder vivir la virtud de la caridad fraterna en todo mi acontecer día a día.
_________________
Fray Eduardo Espinosa Vasquez
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frsalomon
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Registrado: 18 Nov 2008
Mensajes: 20
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MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 5:30 pm    Asunto: RESPUESTAS
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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¿Cómo explicar la fe y la esperanza a los jóvenes de hoy?

Soy un convencido de la vida de los santos. La mejor forma de fomentar estas virtudes en los jóvenes en general y los seminaristas y formandos religiosos en particular, es la que se relacionen con los testimonios de los santos que vivieron las virtudes teologales de manera heroica. La otra herramientas fundamental es la oración. Un joven de oración será un joven lleno de fe, esperanza y caridad. Sin la oración no hay nada.
Lamento decir que en muchas ocasiones nuestras casas de formación y seminarios no son escuelas de oración sino de "rubricas" que se atascan en el viejo problema del fariseismo. O el otro extremo en el cual solamente se quedan en los "servicios sociales" sin la dimensión sobrenatural. Ojo con ello.


¿Cómo “entrenan” a los seminaristas para que sean hombres de fe y esperanza?

Lo dicho anteriormente se aplica. Añadiría además que la dirección espiritual fomentará el abordaje desde las virtudes teologales que el seminaristas vaya experimentando en su vida de forma progresiva en el seminario.
Oración y dirección espiritual. Vida de Santos.

_________________
P. Víctor Salomón
Washington DC
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jguerras100
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Registrado: 13 Jun 2008
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MensajePublicado: Sab Ene 24, 2009 11:13 pm    Asunto: Re: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologale
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Quizá se difunde poco o se ve alterado por la cantidad de conflictos humanos que se ven en apariencia, pero finalmente me ha tocado observar cómo se unen ante las adversidades o las murmuraciones logrando incluso en muchos casos revertirlas, no solamente en mi localidad sino en otras partes de mi país o del mundo, por lo cual refleja que es algo que debemos de imitar y de fomentar.
Algunas formas de fomentarlo son con un testimonio, con un ejemplo claro y con disciplina cristiana para que no prevalezca lo malo y no sé de pie a imitar conductas incorrectas.
Heb 12:7. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Heb 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados.

Y aunque es bien cierto que la cultura actual es de encontrar errores en los demás para justificar lo que no hacemos, debemos de evitar todo aquello que vaya en contra del hermano, pero aun mejor no basta solo no hacerlo sino procurar reconocer, agradecer, premiar dichas conductas que nos lleven a la caridad cristiana, Edmund Burke, aquel político y pensador cuya frase más conocida es “para que triunfe el mal sólo hace falta que los buenos no hagan nada”. Ya se sabe que la máxima de los “progres” es que no existen el bien ni el mal, es decir, que sólo vale aquello que dice la mayoría... cuando coincide con lo que ellos creen, claro.
Por eso es muy importante que desde el núcleo familiar se de esa disciplina que evite la queja, murmuración, calumnias, mentiras y maldiciones, y se recompense cuando se de la benediciencia. Así se podrá ser efectivo y eficaz y no ser candil de la calle y oscuridad de la casa, puesto que la mayoría de los negativos provienen de un hogar disfuncional aunque tradicional, o sea, no divorciados pero separados en todo dentro de la casa, o también donde no se cumple ni se practica o que se predica o se aprende en una iglesia.


- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?

Podría repetir lo que esta lección nos da, lo cual es muy bueno pero quiero agregar lo que la Palabra de Dios se refiere a un ministro Obispo o supervisor puesto que hay en la 1ª Timoteo y en Tito se nos da las cualidades que deben prevalecer y que distinguen en conjunto de los demás, porque no solamente es porque debemos lucir o mostrar, sino porque es Dios mismo quien está actuando a través de nosotros.
Tit 1:7-9 Es necesario que el obispo sea irreprochable, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no amigo de contiendas, no codicioso de ganancias deshonestas.
Debe ser hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
1Ti 3:2-3 Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
En otras palabras que cuente con las virtudes de Fe, Esperanza y Caridad.
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MCDelgadillo
Esporádico


Registrado: 11 Mar 2007
Mensajes: 93

MensajePublicado: Dom Ene 25, 2009 1:58 am    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Solo con la ayuda del Espíritu Santo han logrado los santos vivir las virtudes que los unen a Dios. Todo cristiano debemos invocar Su presencia en este camino de relación con Dios, de manera en que el ejercicio constante de las virtudes teologales, nos permita hacer un hábito de su práctica, para poseerlas y hacerlas vida en nosotros. Asirlas como propias será la tarea no solo de los sacerdotes, sino de todo cristiano que anhele alcanzar la unión íntima con Dios.

Para alcanzar la plena libertad, la plena madurez, tener el dominio de nosotros mismos, debemos ser virtuosos, aunque la tarea es larga y la carga exigente, debemos iniciar el recorrido lo antes posible, más aún quienes deben ser modelo para sus fieles: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 48). Trabajar nuestra tarea personal e interna con ahínco y firmeza que la vida es corta y la gracia de Dios está con nosotros.
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Salomón Orlando
Esporádico


Registrado: 11 Nov 2008
Mensajes: 37

MensajePublicado: Dom Ene 25, 2009 4:50 am    Asunto: El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Formación Integral del Sacerdote Católico 24 de enero de 2009

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14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su vida.





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Otros sacerdotes y seminaristas
la “benedicencia”
¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? claro que sí porque es una forma de apostolado que todos pracitican en la iglesia parroquia y sacerdocio


¿Cómo fomentarlo?
enseñando la caridad y el amor al prógimo a los seminaristas y hermanos que van a la iglesia en todas las partes del mundo.
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Galdino Pérez
Esporádico


Registrado: 20 Nov 2008
Mensajes: 26

MensajePublicado: Dom Ene 25, 2009 5:12 am    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario?
Esta virtud no es tan practicada en la iglesia, en la parroquia y entre los sacerdotes. ¿Por qué la iglesia está dividida internamente? ¿Por qué los grupos de nuestras parroquias no conviven armónicamente? La respuesta es que abrimos la boca muy a menudo para hablar mal del hermano. Ahora, en la vida del seminario sucede lo mismo, uno habla mal del otro, habla de lo malo del compañero y lo bueno que tiene. Y en la vida sacerdotal no estamos exentos de ello. Hablamos de las caídas del hermano sacerdote y no de sus logros, sus esfuerzos que hace cotidianamente para agradar al Señor. Tenemos que reconocer, que aunque estamos consagrados y tenemos el poder de Dios, ¡qué difícil es hablar lo bueno del hermano! Que Dios nos conceda a todos esta virtud
¿Cómo fomentarlo?
La manera de fomentar la benedicencia es tener en cuenta lo siguiente: En primer lugar, hablar de lo que está bien y de los bueno. Por ejemplo en vez de hablar de los escándalos de la iglesia hablar de lo fructífero que fue el VI encuentro mundial de las familias. Y en segundo lugar esforzarse por decir del bien de una persona concreta. Es decir, tener como regla, si vamos a abrir la boca que sea para hablar positivamente del hermano y si no quedarnos callado. http://es.catholic.net/virtudesyvalores
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rodrigofcleon
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MensajePublicado: Dom Ene 25, 2009 8:40 pm    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales.
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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¡VTR!
Estimados todos:

Considero que la base de todas las virtudes es la caridad: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo".

Me llama mucho la atención el sentido tan cristiano con el que se trata la caridad en este texto, en particular al hablar de la benedicencia y la bondad de corazón. ¡Cuánto podemos reflexionar sobre esto! Al parecer vivimos en un mundo donde es muy normal hablar mal de las otras personas, hasta llegar al punto que lo hacemos sin darnos cuenta...

Hoy Cristo nos hace una invitación a reflexionar sobre lo que pensamos y decimos. Si pensamos mal del otro, es normal que hablemos mal... Pero si pensamos bien, ¡cuánto bien saldrá de nuestra boca!

Que el Sacerdote y el cristiano en general se esfuerce por vivir la caridad en todo momento, pensando y hablando bien del otro, sólo así estaremos más cerca de imitar a Cristo.

_________________
Afectísimo en Cristo,
Rodrigo Fernández de Castro De León
REGNUM CHRISTI
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José Mauricio Altamirano
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MensajePublicado: Lun Ene 26, 2009 1:10 am    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"
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¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios?Fundamentalmente para mi al igual que el sacramento del matrimonio, es decir parra los que somos casados, es atender ese llamado que les hace El Espíritu Santo a los jóvenes que en un futuro serán sacerdotes. En ambos casos, tanto para el matrimonio como para el sacerdocio, tenemos que estar dispuestos cuando ese llamado se nos presente y entrara en la voluntad de Dios, caso contrario el camino en ambos casos, será bastante difícil. Pues tanto la cruz como las dificultades siempre estarán presentes, eso no lo podemos evitar, pues no hay Hijo de Dios sin cruz, pero si, siendo obedientes, teniendo la disposición y entrando en la voluntad de Dios, el camino será no menos fácil, pero si con todo lo necesario para cargar esa cruz con amor y enfrentar las dificultades con sabiduría.
Luego y en este orden en modo de ver: la fe como don divino, don pues nosotros no hacemos nada por merecerla, pues con fe todo lo demás viene por añadidura. Si yo tengo fe, amo a mi prójimo, amor, pero amor como nos ama Jesucristo, no amor de TV o novelas o revistas.
De esa misma fe obtenemos la esperanza, tanto la esperanza y confianza que Dios está con nosotros, como la esperanza de que hay una vida eterna.
De igual forma de allí mismo se deriva la caridad que no es otra cualidad que el amor al prójimo


¿en qué se distingue de los demás?

Tiene que ser un hombre de Dios en lo más profundo de su ser, de sus sentimientos, de sus pensamientos, de sus intenciones y de sus acciones.
Cuanta razón tiene aquel que escribió:
las palabras convencen, pero el testimonio arrastra.
Y ustedes lo dicen de otra forma: Su mejor predicación será el ejemplo personal, que nunca pasa desapercibido.


Además lo distingue de los demás su palabra de aliento y su certera orientación para que cada formando aprecie y se ejercite en esta virtud.
Y con respecto a la benedicencia, me hacer recordar algo que le escuche a un sacerdote catequista español, un santo, como todos los sacerdotes, decir en una oportunidad: bendecir a Dios o al prójimo , no es otra cosa que decir cosas buenas de Dios. Todo lo contrario de maldecir. Es decir cosas malas del prójimo o de Dios.

Esa palabra Benedicencia me llama la atención, pues entiendo lo que se quiere decir con ella, pero estoy casí seguro que no existe.
Saludos fraternos
Mauricio
“Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo”(San Agustín)
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Monica L. Moreno y G.
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MensajePublicado: Lun Ene 26, 2009 2:46 am    Asunto: Comentario Respuesta
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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1.- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?

Lleno de caridad y de acciones de misericordia como: Dar posada al que no tiene casa, amante de la bondad y amor , sobrio, justo, santo, con control de sí mismo, portador y ejemplo de la palabra fiel, como le fue enseñada, para que pueda exhortar la enseñanza y convencer a los que contradicen. Enseñando al que no sabe, teniendo encuenta que uno no puede dar lo que no tiene.

1Ti 3:2-3 “Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro”.

En otras palabras que cuente con las virtudes de Fe, Esperanza y Caridad.

Ya que posee una Fe llena de Dios, recordando lo que dice en la carta de Santiago “enséñame tu Fe sin obras que yo te enseñaré la mía llena de Obras”; una Esperanza que pueda ser trasmitida para sus hermanos en momentos de turbación, siendo una roca en el momento de la prueba; su Caridad sea vida de amor y ayuda a sus hermanos, ya que sin ella “No tengo nada”.
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¡En la Voluntad de Dios!
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Ma Socorro A. Reyes López
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MensajePublicado: Lun Ene 26, 2009 3:20 am    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?
Los hombres desean que el sacerdote sea un hombre de Dios. El sacerdote, «puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios» (Hb 5,1), y por lo tanto mediador entre ambos, prolongación del único Mediador, ha de ser un hombre de Dios en lo más profundo de su ser, de sus sentimientos, de sus pensamientos, de sus intenciones y de sus Fe, esperanza, amor. Fe, esperanza, amor termómetro fiel, vivencia de las virtudes teologales. No hay mejor señal de bienestar espiritual, y de que Dios está haciendo su obra, que la constatación del crecimiento en estas virtudes que le tienen a él como fin. Virtudes que purifican y embellecen el alma, que son fundamento de toda la vida espiritual.
- La fe. La fe es la ventana del alma a las realidades sobrenaturales. Es el fundamento de la vida cristiana, también de la vida cristiana del sacerdote, porque toda su existencia se mueve en el ámbito de lo sobrenatural: ofrece cada día el sacrificio del Hijo de Dios y sostiene su cuerpo en sus propias manos; perdona en su nombre los pecados, algo que solamente Dios puede hacer (cf. Mc 2,5); representa ante el pueblo de Dios a Cristo cabeza de la Iglesia. Ha sido llamado a ser profeta del Reino de Dios, maestro de la fe, porque tiene la misión de comunicar la fe a los demás con el anuncio de la Palabra. La fe es un don divino, hay que pedirlo diariamente con humildad, agradecerlo y manifestar este agradecimiento con la propia colaboración.
- La esperanza. De la fe luminosa y operante brota la auténtica esperanza cristiana con sus dos vertientes principales: la esperanza que se transforma en confianza en Dios, y la que apunta al desarrollo y posesión definitivas del Reino de Cristo.
- La caridad Verdad del Nuevo Testamento es el rasgo definitivo de la revelación progresiva, misteriosa y sorprendente del rostro de Dios. Jesucristo dejó bien claro que el distintivo radical de sus discípulos es el amor (cf. Jn 13,34-35). El sacerdote. Él ha sido escogido para prolongar la presencia de Jesucristo y hacer presente su amor entre los hombres. Ha sido puesto como mediador entre ellos y Dios. De ahí la doble vertiente de su caridad sacerdotal: amar a Dios como deben amarlo todos los hombres, y amar a los hombres como son amados por Dios.
- Amar a Dios sobre todas las cosas El mejor modo de llevar al seminarista a amar a Dios es ayudarle a conocerlo. Cuanto más lo conozca y descubra, más lo gustará. Su corazón lo amará como al único totalmente amable y su libertad podrá elegirlo como al único que colma todas sus ansias y anhelos. Conocerlo en la oración, en el ejercicio de la fe que lo reconoce siempre presente, en la escucha atenta de las inspiraciones del Espíritu Santo.
- Amor al prójimo como a sí mismo Es la segunda dimensión de la caridad del sacerdote: amar a los hombres como son amados por Dios. Su Maestro se lo ha pedido al identificarse místicamente con todo ser humano: «cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
- El amor al prójimo engendra el interés sincero por la justicia. El sacerdote tiene que ser un hombre justo y un promotor de justicia. Necesario sensibilizar al seminarista ante las necesidades de los demás y las exigencias de la justicia humana y cristiana, y su vital en su formación ayudarle para trabajar por ella. Porque es una dimensión de su sacerdocio, en cuanto servicio al hombre en su integridad que entraña esencialmente una dimensión sobrenatural.
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peedson
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MensajePublicado: Lun Ene 26, 2009 6:03 pm    Asunto: Re: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologale
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Otros sacerdotes y seminaristas
- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?
-------------------

Creo que esta virtud es muy poco vivida entre nosotros. Su oposto es más constante, la maledicencia.
De fato es una virtude muy importante, poe, alla de ser virtud, cria un "clima" diferente en la comunidad parroquial, sacerdotal o del seminario.
Pienso que una manera de fomentala entre nosotros es empezar a partir de mi, no esperar que otro lo haga. Como toda virtud, nel comenzo será un poco difícil, exigirá esfuerzo, vigilancia, fuerza de voluntad, pero con el tiempo podrá tornarse algo natural. Estoy dispuesto a intentar
Un abrazo desde Brasilia
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Oscar Piñango
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MensajePublicado: Lun Ene 26, 2009 11:12 pm    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

La benedicencia, tal como se describe en esta sesión, es algo que todos los cristianos debemos aprender y saber vivir en su totalidad. Es por eso que para poder practicarla debemos conocerla, entenderla y sobre todo, vivirla a la luz de la fe, porque no es fácil asumir cambios en nuestras conductas y maneras de vivir, pero lo que si es fácil es dejar que Dios moldee nuestras almas para hacerlas cada día más sensibles al Amor de Dios, lo que debe llevarnos a ser hombres que muestren la benediciencia en nuestro actuar, hablar, sentir y vivir.
Solo aprendiendo de manera personal a vivir la benedicencia, podremos decir que la Iglesia, es decir, nosotros mismo como Cuerpo Místico de Cristo, somos reflejo de ella para los demás. Como humanos se presentan diferentes facetas, es allí donde en las parroquias, con los hermanos sacerdotes, en los seminarios; debe cada día adentrarse la formación en las entrañas del Amor de Dios, para poder vivirla. Hay que ser realistas y aceptar nuestras imperfecciones, porque siempre habrán diferencias, críticas, malas intenciones y hasta intentos de destruir, pero lo más importante es que el Amor todo lo puede, y quienes creemos en Cristo, manifestamos nuestra confianza en la fe para ser reflejo de su obra en nosotros.
Para entender las mejores formas de fomentar la benedicencia, en primer lugar lo más importante es haberla hecho parte de nuestra vida humana y espiritual, desde allí podremos ser reflejo de ella. Podemos hacer uso de la oración, lectura orante de la Palabra, actividades de caridad como compartir, visitas a lugares necesitados, entre otras, para fomentarla. En las parroquias siempre se presentarán oportunidades de impulsarla y en los seminarios, comenzando desde la convivencia diaria, hasta los trabajos de apostolado deben servir para que los futuros sacerdotes la conozcan, practiquen y la hagan parte de sus vidas.
_________________
Oscar
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Jesús Alejandro Castaño B
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MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 3:51 pm    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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RESPUESTAS TEMA 14: EL SACERDOTE, HOMBRE DE DIOS. LAS VIRTUDES TEOLOGALES EN SU VIDA.

1. Desafortunadamente nosotros – sacerdotes – somos los más inclinados a practicar la maledicencia. Somos los primeros en murmurar de nuestros hermanos sacerdotes, de las personas que nos rodean. Esto es algo que, incluso, hemos aprendido desde el Seminario. Es por eso que los formadores de los seminarios deben insistir demasiado en cultivar la benedicencia entre sus alumnos, especialmente dando ejemplo. Es cierto que puede haber diferencias entre los formadores. Lo importante es saber manejar estas diferencias con profunda caridad cristiana, para que los jóvenes seminaristas vean en sus formadores testimonio vivo e ideal de la futura comunidad presbiteral. Es importante también trabajar dentro del clero. Crear grupos y/o asociaciones sacerdotales en las cuales se cultiven las virtudes teologales de una manera especial, de esta forma se irá tomando conciencia de que los primeros en practicarlas somos los llamados a servir al Señor y a su Reino.
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P. Tobias Murillo Gil
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MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 8:33 pm    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Foro 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su vida.

Otros sacerdotes y seminaristas
- En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Ciertamente, las virtudes Teologales son las que animan la vida de la Iglesia y sostiene la vida de un creyente. No me imagino cristiano alguno sin Fe, sin esperanza y sin Caridad.
El problema no esta en que no se tengan las virtudes, sino en la forma de vivirlas. Se puede confundir por ejemplo una vida de fe, con la práctica de devociones que son a veces pura religiosidad que no toca la vida. O decir que se tiene caridad cuando esta se basa solo en limosnas que se dan por lástima y por quitarse de en medio y quien nos pide algo.

Para fomentar la verdadera virtud, hay que Evangelizar. Vivir una Nueva Evangelización que lleve a los fieles a una autentica conversión que sea constante. Que puedan vivir el Señorío de Jesús en sus vidas.

Gracias por permitirme estar de nuevo con ustedes. P. Tobias
_________________
Jesus:"Me amo y se entego por mi"

P. Tobias
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René Héctor Martíinez Mez
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Registrado: 01 Sep 2008
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MensajePublicado: Vie Ene 30, 2009 12:38 am    Asunto: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Otros participantes
- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?
Espero que se haya redactado mal la pregunta, Sacerdote debe ser hombre de Dios por el sacerdote debe de ser hombre Dios.
Y la respuesta la encontramos en 1Sm 9, 6 – 8 o en Hb 5, 1; como se plantea en el texto.
Primero tener una actitud de vida en lo que respecta a las virtudes teologales:
• Fe: como fundamento de la vida cristiana, pero de manera muy especial en el sacerdote, ya que el sobre todo debe de ser un animador de la fe. Y es la fe de manera muy espacial y particular su apoyo para aquellos momentos difíciles y de duda en su diario vivir.
• Esperanza: como producto de la fe, confiando plenamente en Dios y base para el desarrollo y realización del Reino de Dios.
• Amor: como presencia de Dios, 1 Jn, 8.
Segundo ser consciente de que su actitud debe de ser de servicio, humildad, sin que esto implique servilismo, flojera, falta de criterio, muy al contrario, ser firme en los que respecta la entrega de la vida al servicio de Dios, es decir, que la humildad no implica en ningún momento el silencio ante las injusticias o el cerrar los ojos o abandonar aquellos de según Mt 25, 31 – 40, hacen realidad o presente a Dios en nuestras vidas.
Esa es la distinción del sacerdote que dando y dándose por los demás lo hace con fe, esperanza y amor, sin esperar nada, sino con la firme y entera convicción de que es Dios atreves de él, transcendencia, como un todo, inmanencia, pero con en un libre actuar, transparencia, quien actúa.
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Juan José Rodríguez Mesa
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Registrado: 17 Nov 2008
Mensajes: 38
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MensajePublicado: Sab Ene 31, 2009 4:06 am    Asunto: El sacerdote hombre de Dios, las virtudes teologales
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Formadores

- ¿Cómo explicar la fe y la esperanza a los jóvenes de hoy? ¿Cómo “entrenan” a los seminaristas para que sean hombres de fe y esperanza?


1) Con una predicación testimonial sobre las virtudes teologales.
2) A través de la lectura orante de la palabra de Dios y el conocimiento de testimonios de santos o religiosos que se destacaron por la práctica de estas virtudes.
3) Estudiando y profundizando en los documentos de su santidad Benedicto XVI sobre la Caridad (Dios es Amor) y sobre la Esperanza (En Esperanza fuimos salvados).
4) Motivando la repuesta o desafío de un aporte significativo a una sociedad que necesita de hombres de fe y esperanza. Al respecto “nadie da de lo que no tiene” de ahí la importancia de trabajar en ello. Además es una tarea urgente que no se puede posponer para después ya que en buena medida “El que es de seminarista lo es también de sacerdote”
5) La vida misma del seminario que es de por sí comunitaria y constituye por tanto un verdadero “gimnasio de caridad”
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JULIAN RAMIRO JOVEN CADEN
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Registrado: 03 Dic 2008
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Ubicación: COLOMBIA - DIÓCESIS DE NEIVA - SEMINARIO MAYOR DE SAN ESTEBAN

MensajePublicado: Dom Feb 01, 2009 3:29 am    Asunto:
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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FORMADORES
Considero que para enseñar sobre la fe y la esperanza hay que partir de un principio básico: estas virtudes proceden de Dios y a Dios tienden. Por tanto es imprescindible que el seminarista comprenda que las virtudes teologales deben ser pedidas a Dios, nutridas en Dios y desarrolladas en Dios mismo. Como virtudes teologales nos remiten a las realidades trascendentales; así pues, enseñar las virtudes de la fe y la esperanza es enseñar al seminarista a vivir en la presencia de Dios. No una presencia romántica y poética sino real y encarnada. Sí, el seminarista ha de tener conceptos claros sobre estas virtudes; pero debe doblar la rodilla ante el sagrario, para experimentar la fe y la esperanza en Dios.

Ahora pienso en mi muy querido país Colombia; aquí el sacerdote sí que debe estar anclado en la fe y la esperanza. El dolor del secuestro, de la guerrilla, de la injusticia social, reclama ardientemente hombres que presenten la posibilidad de un mundo nuevo (Reino de Dios), que ayuden a descubrir la presencia de Dios en medio del dolor, que pregonen que la muerte no es la última respuesta. Hablar de Dios cuando todo marcha bien es fácil, pero cuando el “fuego acrisola el oro” sí que es difícil. ¡Señor haznos hombre de fe y esperanza!
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bonny
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MensajePublicado: Mar Feb 03, 2009 4:22 am    Asunto: Resp
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal.

¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios Question

Arrow Ademas de las virtudes teologales que en este tema se nos detallan se complementa con los Dones del Espíritu (Gálatas 5, 22-23 )

¿En qué se distinguen de los demás Question

Arrow "Los que lo escuchan y ven actuar palpan la presencia de Dios, que habla y obra a través de él. Como auténtico profeta y pastor."

"Su vida no deslumbra, pero da paz y seguridad respecto a Dios"

"Su fidelidad a Jesus es altamente atrayente por quienes realmente buscan a Dios"

Cool
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Juan Carlos Soto Siovil
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Registrado: 24 Nov 2008
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MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 2:02 pm    Asunto: sacerdote hombre de Dios
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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Me parece supremamente importatnte el tema pues en el mundo en que vivimos, necesitamos hombres asi: SANTOS y el riesgo en el buen sentido de la palabra que tiene un joven de hoy es entregar su vida a Cristo para ser un santo sacerdote lo que quiere decir hombre de Dios que de hecho pueda practicar en su vida propia y la de los demas la benedicencia. El mundo busca hoy hombres consagrados y los encuentra, encuentra hombres y los quiere como sus amigos como sus confidentes en ellos quieren encontrar comprension acogida cariño de padre y pasrtor, si bien es cierto pienso que es de gran importancia que el joven seminarista se forma en este sentido y futurice su vida acentuando que de verdad sera y debera serlo un santo hombre al servicio del pueblo de Dios
Hno Juan Carlos Soto Siovil. mbp
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Ronald La Barrera Villarr
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MensajePublicado: Vie Mar 06, 2009 5:20 pm    Asunto: El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Es algo de lo que nos hemos ido olvidando poco a poco, es una virtud que poco se practica, en todos los niveles y en diferentes círculos. Nos olvidamos del mandamiento nuevo de Cristo, de amarnos unos a otros. Incluso el Señor nos invita a amar a nuestros enemigos.
Con esto el Señor nos está pidiendo que debemos amar a todos sin distinción y el sacerdote tiene que ser el primero, pues está representando a Cristo acá en la tierra. Tiene que ser formado para amar y hacer el bien a sus hermanos.
Acá tenemos una gran tarea, no solo en el Seminario sino también en nuestras comunidades parroquiales, fomentar el amor entre nosotros porque de allí nace que podamos buscar el bien de unos a otros, que compartamos nuestras alegrías y tristezas, nuestras necesidades y esperanzas.
Hay que hacer mucha oración, conocer a Cristo y esforzarnos en vivir como él.
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Ronald La Barrera Villarr
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MensajePublicado: Vie Mar 06, 2009 5:20 pm    Asunto: El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Es algo de lo que nos hemos ido olvidando poco a poco, es una virtud que poco se practica, en todos los niveles y en diferentes círculos. Nos olvidamos del mandamiento nuevo de Cristo, de amarnos unos a otros. Incluso el Señor nos invita a amar a nuestros enemigos.
Con esto el Señor nos está pidiendo que debemos amar a todos sin distinción y el sacerdote tiene que ser el primero, pues está representando a Cristo acá en la tierra. Tiene que ser formado para amar y hacer el bien a sus hermanos.
Acá tenemos una gran tarea, no solo en el Seminario sino también en nuestras comunidades parroquiales, fomentar el amor entre nosotros porque de allí nace que podamos buscar el bien de unos a otros, que compartamos nuestras alegrías y tristezas, nuestras necesidades y esperanzas.
Hay que hacer mucha oración, conocer a Cristo y esforzarnos en vivir como él.
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Ronald La Barrera Villarr
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Registrado: 23 Nov 2008
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Ubicación: Peru

MensajePublicado: Vie Mar 06, 2009 5:20 pm    Asunto: El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales en su
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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En este capítulo se ha hablado de la virtud de la “benedicencia”. ¿Es algo que se vive y practica en la Iglesia, en su parroquia, entre los sacerdotes, en el seminario? ¿Cómo fomentarlo?

Es algo de lo que nos hemos ido olvidando poco a poco, es una virtud que poco se practica, en todos los niveles y en diferentes círculos. Nos olvidamos del mandamiento nuevo de Cristo, de amarnos unos a otros. Incluso el Señor nos invita a amar a nuestros enemigos.
Con esto el Señor nos está pidiendo que debemos amar a todos sin distinción y el sacerdote tiene que ser el primero, pues está representando a Cristo acá en la tierra. Tiene que ser formado para amar y hacer el bien a sus hermanos.
Acá tenemos una gran tarea, no solo en el Seminario sino también en nuestras comunidades parroquiales, fomentar el amor entre nosotros porque de allí nace que podamos buscar el bien de unos a otros, que compartamos nuestras alegrías y tristezas, nuestras necesidades y esperanzas.
Hay que hacer mucha oración, conocer a Cristo y esforzarnos en vivir como él.
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paisaschp
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MensajePublicado: Dom Mar 08, 2009 12:07 am    Asunto: El sacerdote, hombre de Dios
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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¿Cómo explicar la fe y la esperanza a los jóvenes de hoy? ¿Cómo “entrenan” a los seminaristas para que sean hombres de fe y esperanza?

No creo que sean objeto de explicación la fe y la esperanza, sino consecuencia principalmente de un Encuentro que alimenta la fe y mantiene la esperanza. Ambas no se entienden sino desde el encuentro con Jesús, y por lo tanto ambas crecen cuando hay un seguimiento intenso de Jesús, vivido en las circunstancias de cada día.

No descarto medios que han sido propuestos en el foro por otros participantes, pero evidentemente destacaría todo lo que supone aumentar la vivencia personal de Cristo Señor, presente en la Iglesia. Creo que eso debe estar en nuestro punto de mira, y acompañarles en el descubrimiento de todo los que les configura como creyentes, iluminando cada aspecto de su vida.
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MANUEL HERNÁNDEZ PUJADAS
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MensajePublicado: Lun Mar 09, 2009 4:39 pm    Asunto: 14. EL SACERDOTE, HOMBRE DE DIOS. LAS VIRTUDES TEOLOGALES EN
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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14. EL SACERDOTE, HOMBRE DE DIOS. LAS VIRTUDES TEOLOGALES EN SU VIDA

Otros participantes.

El sacerdote debe ser hombre de Dios. Desde el seminario debe formarse como tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios?

Es un hombre especialmente elegido para un fin. Debe estar atento y receptivo (mediante la oración) para escuchar las invitaciones del Espíritu Santo en su vida. Ha de menguar para que Cristo crezca en él. Rasgos a desarrollar:
- actitud de servicio a los demás
- profunda humildad. No saberse o considerarse bueno, “un pobre hombre, pecador como los demás que ha sido elegido por Cristo”.

¿En qué se distingue de los demás?
Es un hombre consagrado por el Sacramento del Orden Sacerdotal, lo cual le hace escatológicamente diferente del resto de hombres (casados, viudos, solteros, etc).

MANUEL HERNÁNDEZ PUJADAS
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luis94
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Registrado: 22 Nov 2008
Mensajes: 35

MensajePublicado: Vie Mar 27, 2009 3:18 am    Asunto: Respuesta al tema n° 14 de la Formación del sacerdote
Tema: 14. El sacerdote, hombre de Dios. Las virtudes teologales
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- El sacerdote debe ser hombre Dios. Desde el seminario debe formarse tal. ¿Cuáles son los rasgos o actitudes del sacerdote, hombre de Dios? ¿en qué se distingue de los demás?

Creo que el sacerdote, que ante todo es un hombre pecador, pero llamado a ser hombre de Dios, debe distinguirse por su entrega total –no “a medias”- al progreso en estas virtudes teologales de las que se ha hablado en el texto. Entregar todo su tiempo y toda su vida a Dios, dejando de lado -totalmente, no sólo en parte- todo aquello que lo distraiga de su camino de amor y unión con Dios. Por otra parte, además de una fe y esperanza profundas, es fundamental que un sacerdote contagie la alegría de sentirse amado por Dios, esté honda y fervorosamente convencido de los valores que predica, los muestre en su vida diaria, y sea reflejo de la misericordia de Dios, siendo misericordioso él con su prójimo.
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