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Numeros que dan miedo

 
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HugoreiElRegreso
Veterano


Registrado: 27 Jun 2006
Mensajes: 2276
Ubicación: BUENOS AIRES - ARGENTINA

MensajePublicado: Sab Mar 21, 2009 4:41 am    Asunto: Numeros que dan miedo
Tema: Numeros que dan miedo
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Algo estamos haciendo mal , aunque nadie aqui lo reconozca.


Ayudan a los más necesitados y a los que tienen problemas de salud; los domingos predican en calles y plazas de la ciudad.
La Secretaría de Culto de la Cancillería dice que el número va en aumento.
Para los sociólogos, el fenómeno se hizo más fuerte tras la crisis de 2001, aunque comenzó en la década del 70.


"¡Sal! ¡Te ordeno, Satanás, que abandones este cuerpo!", grita Mario Herrera, de 62 años, dedicado a exorcizar espíritus malignos en Plaza Miserere. Gustavo Arnauti, de 40, reparte comida y bendiciones a indigentes en el mismo espacio. Hace muchos años ambos sufrieron un fuerte sacudón en sus creencias y desde entonces forman parte de la Iglesia Evangélica. Aunque no existen cifras oficiales, varios especialistas coinciden en que entre 10 y 15 argentinos de cada 100 son evangélicos, lo que demuestra que hay una nueva configuración del mapa religioso en la Argentina.
La Secretaría de Culto de la Cancillería tiene registradas 2467 iglesias no católicas, de los cuales una gran mayoría son evangélicas.
La tesis del crecimiento es apoyada por el sociólogo y experto en temas religiosos Fortunato Mallimaci, que argumenta que una investigación realizada en 2001 en Quilmes demuestra que el 10,2% de la población es evangélica.
Para Mallimaci, hay varios argumentos que explican el crecimiento. Entre ellos, que la constante búsqueda de lo sagrado inyecta la cultura popular en los cultos; tienen una visión simple del bien y del mal; una fuerte motivación personal; la conceptualización teológica es dejar de ser pobres, elevar la autoestima y crear redes de trabajo, de sanación y de participación, en una sociedad tan fragmentada como es la argentina.
Para alivio de la Iglesia Católica, los nuevos creyentes forman parte del catolicismo "periférico" y descubren nuevas formas de cristianismo a partir de la alegría, de sentirse bien, de no sentirse abandonado. "No hay ninguna iglesia católica que se haya vaciado", dice.

Un muro de contención

Las cifras del crecimiento son apoyadas por Pablo Monti, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y miembro del Consejo Nacional Cristiano Evangélico. Dice que los evangélicos en la Argentina representan hoy entre el 10% y el 15% de la población.
Manifiesta que este crecimiento fue sostenido a partir de la década de los 70 gracias a la influencia del Movimiento Pentecostal y a factores externos, como la pobreza y la marginalidad. La Iglesia actúa como un muro de contención de los problemas sociales y se convierte en catalizadora de la fe.
El padre Fernando Giannetti, delegado del Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Arquidiócesis de Buenos Aires, dice que el crecimiento de los evangélicos por varios factores, entre ellos, la monopolización de la Palabra de Dios por parte del sacerdote católico. "Los curas no escuchan a la gente por la falta de tiempo y las misas son más estructuradas", justifica.
A contramano de esto, los evangélicos desarrollaron una gran capacidad de movilización que les permite estar donde están los enfermos, tocar puertas, predicar en la calle, escuchar a la gente y oficiar ceremonias festivas.
Giannetti dice que el 87% de los argentinos fue bautizado en el catolicismo, pero que sólo el 5% participa activamente de las misas. Y de ese 5%, apenas el 1% es activo en la comunidad religiosa o parroquia.
Los templos se pueden encontrar en barrios elegantes y en los marginales, como el caso de la iglesia "Jesucristo es el camino". El culto es presidido por un joven de rostro cobrizo que predica en aymara, idioma del altiplano, en una pequeña habitación.
El contraste se observa cuando se ingresa en la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, avenida Rivadavia al 4000, donde los pisos relucen, las sillas de madera son elegantes; la construcción del templo, muy bien cuidada y la gente que asiste a los cultos es de clase media.
Los evangélicos utilizan diversos métodos de persuasión para enrolar fieles. Unos reparten comida entre los sin techo y otros, como el pastor Mario Herrera, de 62 años, prefieren la palabra. El hombre saca un megáfono portatil de su bolso y empieza de inmediato a orar.
"La Palabra de Dios dice que vendrán tiempos peores; tendremos más hambre, más miseria; habrá terremotos; se levantará nación contra nación; por eso, queridos hermanos, debemos estar preparados para recibir a nuestro señor Jesucristo".
Después de algunos minutos, dirige su discurso a algunos indiferentes que están sentados en los bancos de cemento: "Aquellos que no escuchan la Palabra del Señor, aquellos que le dan la espalda, aquellos a los que damos papelitos y los tiran, esos tendrán que rendir cuentas de sus actos". El mensaje seduce y algunos curiosos empiezan a escuchar su prédica.
Después de tres horas, el pastor se moja con aceite el pulgar derecho y lo pasa por la frente y las manos de las 15 personas que están arremolinadas, y los declara libre del pecado. Minutos después, el culto callejero acaba de terminar y todos se abrazan.
Herrera dice que desde hace 20 años predica en Plaza Miserere y los domingos oficia un culto en su iglesia pentecostal "Cristo vive", en Villa Albertina. Pero la actividad sigue sin cesar. En horas de la tarde, un grupo de 10 personas, representantes de diferentes iglesias evangélicas, instala un equipo de sonido con parlantes. Algunos llevan traje y corbata e inmediatamente rezan en silencio, aplauden y empiezan con sus vivas a Cristo.
Con música tropical de fondo, el evangelista Antonio Aráoz, de 39 años, con movimientos casi histriónicos, baila y canta, ajeno al bullicio de la gente que está a su alrededor.
Con una Biblia de color rojo y azul en la mano, sermonea a la gente: "El Señor pronto va a venir; entonces muchos procurarán entrar, pero pocos lo lograrán. Satanás está destruyendo al hombre; por eso debemos prepararnos. Seguí a Cristo y olvidate de esta vida terrenal de pecadores".
El micrófono llega a manos de Víctor Hugo Alcaraz, de 38 años, miembro del Ministerio de la Fe y Salvación a las Naciones, con sede en San Cristóbal, quien ofrece un testimonio desgarrador de su vida: "Yo fui delincuente; dormía en esta plaza; era un prófugo de la Justicia. Pero desde que conocí a Cristo, mi vida cambió: El me sacó de las tinieblas. Desde que estoy en el Evangelio, mi vida es otra: tengo paz. Ahora veo a muchos delincuentes y alcohólicos con los que dormía y ellos siguen viviendo en la esclavitud del pecado", dice .
Rubén Darío Farías, de 39 años, desempleado, se acerca cojeando al pastor, que le toma la cabeza con ambas manos y lo retuerce suavemente.
Farías confiesa a LA NACION que se entregó a Dios y milagrosamente está mejor de salud después de recibir esa bendición. La iglesia evangélica ha cobrado un seguidor más.

Por O. Huaygua Delgado
Para LA NACION
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