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Las cartas de Nennolina

 
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Dinorah
Veterano


Registrado: 03 Nov 2005
Mensajes: 2312
Ubicación: Panamá

MensajePublicado: Sab Abr 01, 2006 7:59 pm    Asunto: Las cartas de Nennolina
Tema: Las cartas de Nennolina
Responder citando

"Pero Tú ayúdame, que sin tu ayuda no puedo hacer nada"; "Tú ayúdame con tu gracia, ayúdame Tú, que sin tu gracia nada puedo hacer"; "Te pido, Jesús bueno, consérvame siempre la gracia del alma". Son palabras de Antonietta Meo (llamada cariñosamente Nennolina) en sus cartas a su querido Jesús.

Nacida en Roma el 15 de diciembre de 1930, no había cumplido cinco años cuando sus padres notaron un hinchazón en la rodilla izquierda. Después de algunos diagnósticos y tratamientos equivocados, la sentencia: osteosarcoma (cáncer de huesos). El 25 de abril de 1936 le fue amputada la pierna. Superado el primer período duro, a pesar de la intervención y las dificultades provocadas por el aparto ortopédico, Antonietta continúa su vida de siempre: los juegos, la escuela. Sus padres, mientras tanto, toman la decisión de adelantar la fecha de su Primera Comunión; así, por la tarde, la madre comenzó a darle un poco de catecismo.
Desde entonces, Antonietta empieza, primero, a dictar a su madre y, después, a escribir sus cartitas que, cada tarde, pondrá bajo una imagen del Niño Jesús a los pies de su cama, "para que Él de noche viniese a leerlas".
"Por la tarde, a menudo, después de haber dicho la oración al Ángel custodio –cuenta su madre–, la niña coge la costumbre de dictarme poesías –como las llamaba ella–, primero para mí, después para papá, su hermana, y después para Jesús y la Virgencita".
La primera carta es del 15 de septiembre de 1936. Aunque estas primeras cartas son expresiones simples de afecto, hay algo no tan común para una niña de cinco años: "¡Jesús amoroso, te dono mi corazón; Jesús, dame almas!" (c. 2); "¡Querido Jesús, dame almas! ¡Te lo pido con mucho gusto, y Tú dame muchas, muchas! ¡Te lo pido para que Tú las hagas ser buenas! (...), porque yo quisiera que fuesen todas al Paraíso contigo" (c. 63); "Haré sacrificios para salvar muchas almas"; "Querido Jesús Eucaristía, yo hoy Te vuelvo a ofrecer mi sacrificio de la pierna; Te doy gracias porque nos has dado la fuerza de soportar con paciencia nuestra cruz" (c. 159).
Desde que Nennolina aprende a usar el bolígrafo, empieza a firmar sus poesías. Antonietta se dirige a Jesús con tierna familiariedad. Sus cartitas terminan siempre con abrazos, caricias y besos a sus destinatarios celestes. De esta tierna confianza son testigo también las monjas, cuando no pocas veces han visto a la niña, antes de salir de la iglesia, acercarse al tabernáculo y exclamar: "¡Jesús, ven a jugar conmigo!" Lo escribirá también en sus cartitas, deseando tenerlo siempre cercano: "Querido niño Jesús, ven a la escuela conmigo" (c. 24).
En los dos meses que la separan de la noche de Navidad, sus cartitas expresan todo su amor por Jesús y el ardiente deseo de recibirlo en su corazón.
A Jesús, Antonietta dirigirá 112 cartas. A Jesús siempre le pedirá la ayuda de Su gracia: "Querido Jesús, yo me quiero abandonar en Tus manos" (c. 151); y también gracias para los que tiene alrededor: "Te confío especialmente aquel pecador que Tú sabes, y que es tan mayor, y también, querido Jesús, aquel que está en el hospital de San Juan" (c. 128). En 1936, la pequeña, ofreciendo su sufrimiento, escribía: "Querido Dios Padre, haz que se conviertan miles y miles de pecadores" (c. 70).
El 19 de mayo de 1937, Antonietta recibe la Confirmación. Son los últimos meses de su vida. "Se veía que sufría –dice la madre–, pero a todos nos decía siempre: Estoy bien". Rezaba sus pequeñas oraciones de la mañana y de la tarde. Pidió después que un sacerdote le llevase la comunión. Las horas de después de la comunión eran siempre apacibles.
La última carta fue del 2 de junio de 1937 dirigida a Jesús crucificado. Será esta carta la que acabe en manos de Pío XI: "Querido Jesús crucificado, yo Te quiero mucho y Te amo mucho. Quiero estar en el Calvario contigo. Querido Jesús, dile a Dios Padre que también lo amo mucho a Él. Querido Jesús, dame la fuerza necesaria para soportar los dolores que te ofrezco por los pecadores".
Un delegado, enviado personalmente por el Santo Padre Pío XI, fue a llevar a la niña la Bendición Apostólica. Su situación se agrava el 12 de junio. Un día le dijo a la madre: "Mamá, en la clínica estaré algo menos de diez días". La madre no podía saber que, en aquel momento, Antonietta le había predicho exactamente el día y la hora en que moriría. Pese a que la metástasis iba devastando su pequeño cuerpo, todos –en el proceso abierto de su causa–, darán testimonio de lo desconcertante de su extraordinaria serenidad. Según el doctor, "los dolores eran atroces". Su madre le dijo: "Antonietta, bendice a tu mamá". Haciendo un esfuerzo –dice su madre–, "me hizo en la frente una cruz con la mano".
La primera vez que le propusieron recibir el sacramento de la Santa Unción, rechazó recibirlo entonces. Pero cuando le dijeron que "el santo aceite aumenta la gracia", respondió: "Sí, lo quiero". Respondió tranquila a todas las oraciones, recitó el acto de contricción, beso con ternura el crucifijo. Todo se desarrolló con sencillez y paz.
La mañana del 3 de julio de 1937, su padre se le acercó para ponerle bien la almohada, cuando Antonietta le susurró: "Dios..., mamá, papá". Sonrió … luego exhaló un último y largo suspiro.
La mañana siguiente el pequeño ataúd blanco fue transportado en medio de una muchedumbre conmovida a la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén. En aquella misma Basílica de las reliquias de la pasión de Jesús, apenas seis años antes Nennolina había recibido el bautismo un 28 de diciembre de 1930. El día de los Santos Inocentes.
Cuando se conoció la existencia de las cartas, hubo un sinfín de peticiones para que fuesen publicadas. Así pudimos descubrir cómo una niña, en medio de su dolor, hablaba con su Padre del cielo, con la ternura y con la confianza propia de quien se sabe amada con locura.
Antonietta, con su normalidad, con sus nervios, con sus caprichos (por los que pide sencillamente perdón en muchas cartas) nos invita a acoger el Reino nuevamente con ojos sencillos, como los niños, y a vivir con la ilusión apostólica que trasluce en sus escritos, siempre llenos de oraciones por quienes no conocen a Dios o viven lejos por culpa del pecado. “De los que son como los niños es el Reino de los cielos...” (cf. Mt 19,14).

Saludos y muchas bendiciones!
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Dinorah
Veterano


Registrado: 03 Nov 2005
Mensajes: 2312
Ubicación: Panamá

MensajePublicado: Jue Abr 13, 2006 1:21 am    Asunto:
Tema: Las cartas de Nennolina
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Ya hace varios días escribí acerca de esta niñita, quien pronto será beata y podría convertirse en la santa más joven, no mártir, en la historia de la Iglesia...



Si consideramos como niños a los menores de quince años, resulta que en toda la historia de la Iglesia niños santos hay varios, pero niños santos confesores no mártires, antes de los pastorcitos de Fátima, Jacinta y Francisco, sólo han sido elevados a los altares un niño y una niña: Santo Domingo Savio (1842-1857), canonizado por Pío XII en 1954, y la Beata Laura Vicuña (1891-1904), que murió a los doce años y medio y fue proclamada beata por Juan Pablo II en 1988.
Precisamente en 1988, con motivo del IV centenario de la Congregación de las Causas de los Santos (1588-1988), se elaboró un documento sobre la canonización de los niños confesores. Para ello, se reunieron diferentes expertos —juristas, psicólogos y teólogos, etc.— para examinar los impedimentos que paralizaban un buen número de procesos abiertos. En casi todos los casos la exigencia jurídica de haber vivido durante diez años las virtudes heroicas era suficiente para detenerlos, pues casi ninguno había vivido una década de uso de razón; y, en más de un caso, ni tan siquiera cumplieron los diez años. Éste es el caso de la madrileña María del Carmen González Valerio (1930-1939), a la que ya se le han reconocido las virtudes heroicas y ha sido declarada Venerable, o de la italiana Antonieta Meo (1930-1937), conocida como Nennolina, que se fue al Cielo con tan sólo seis años y medio y tiene abierta la Causa del más joven de los niños confesores, dos de cuyos milagros han sido relatados por Garrigou-Lagrange, uno de los maestros intelectuales de Juan Pablo II.
Así pues, era evidente que, como en otras ocasiones, una vez más el Derecho iba detrás de la vida, y que, por lo tanto, había que reformar los cánones en ese punto y reducir a cuatro o cinco años los exigidos a los niños para vivir la virtudes. Reducción que, por lo demás, tampoco sería ni un privilegio ni una rebaja de su santidad, porque si a una persona que falleciera con ochenta años sólo se le exige haber vivido una octava parte de su vida las virtudes en grado heroico, a un niño —con la reducción incluida— lo que se le pide es haber sido virtuoso en grado heroico en el cien por cien de su vida.
La Congregación de las Causas de los Santos también tuvo en cuenta el dictamen de los psicólogos, quienes afirmaron que los niños pueden ser capaces de vivir las virtudes en grado heroico con plenitud de conocimiento y voluntad.

Saludos y muchas bendiciones!
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Pepa
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 4183

MensajePublicado: Jue Abr 13, 2006 2:11 am    Asunto:
Tema: Las cartas de Nennolina
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¡Qué maravilla!! No conocía la historia de esta santita. Imagino la gran sonrisa con que la habrán recibido en el Cielo Jesús y la Virgen.
Un beso, Dinorah y gracias opr dejarnos estos testimonios.

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Albert
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Ubicación: Puerto Rico

MensajePublicado: Jue Abr 13, 2006 2:24 am    Asunto:
Tema: Las cartas de Nennolina
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Hermana Dinorah:

Tampoco yo conocía esta historia, gracias por compartirla. Dios te bendiga.
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Nubeia
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Registrado: 14 Ene 2006
Mensajes: 9171
Ubicación: México

MensajePublicado: Jue Abr 13, 2006 7:07 pm    Asunto:
Tema: Las cartas de Nennolina
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Hola Dinorah,

¡Que historia!... gracias por compartirla.

Cuanto tenemos que aprender de la sencillez de los niños...

Bendiciones

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Claudia

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