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POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO

 
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MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 4:14 am    Asunto: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
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POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO



La interrogante « ¿POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO? », se utilizó para intitular la conferencia realizada el día 04 de Junio de 2003, por el señor Abogado y Profesor de Derecho (Universidad Adolfo Ibáñez y Universidad de Chile), don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ, dentro del ciclo denominado “ ¿Se Puede Ser Liberal y Católico? ”, que fuera organizado por el Centro de Estudios Públicos de Chile.

El señor Antonio Bascuñán Rodríguez escribió:
«… mi postura en la conferencia de hoy no es la de una crítica racionalista (1) a la irracionalidad religiosa»
«A nosotros nos ha tocado vivir, desde la diplomática incertidumbre de Paulo VI al despotismo carismático de Juan Paulo II, una brutal imposición del modelo de Pío IX»
«Ese catolicismo no me interesa: lo considero la forma más abyecta de vivir el cristianismo. Vivir una religión que pretende liberar mediante el amor bajo la forma de un sistema de verdades y deberes definidos por una autoridad es algo francamente abyecto. La abyección de fariseos disfrazados de apóstoles»

«Pero, ¿impone acaso la condición de miembro de la Iglesia Católica un deber irrestricto de adhesión al discurso oficial de Roma?»
«No es usual hacer la distinción entre liberalismo racional y un liberalismo romántico. Yo suscribo una concepción romántica del liberalismo. El despliegue del espíritu en todas las direcciones posibles, como lo entendieron Humboldt y Mill, es mi razón predilecta para afirmar la prioridad de la libertad. Y eso incluye la emoción… así como las otras formas de expresión de la pasión humana, me parecen todas merecedoras de la mayor atención y del mayor respeto, por lo menos en la medida que satisfagan una condición de sinceridad expresiva (y que no tengan efectos coercitivos en los demás, obviamente)»
«Yo no diría que escucho y veo “a Dios” (2), porque eso me parece una concesión excesiva a la representaciones semíticas de la divinidad,… Y desde luego, que al igual que Whitman, no vacilo en afirmar que esa presencia me resulta incomprensible (3)»

(1) Si la crítica del conferencista no es racionalista. Entonces, a contrario sensu, aquella la realizó dentro del marco de de la irracionalidad.
(2) No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? (I Corintios 5:6).
(3) Si al conferencista le resulta incomprensible Dios. Entonces, a confesión de parte relevo de prueba, lo que significa que el expositor no comprende nada de lo que está hablando, puesto que para él sería suficiente negar irracionalmente la existencia de Dios para que esa “inexistencia sea verdad”, ya que al hacer suyo el absurdo argüido por Whitman: "Sólo lo que nadie niega es verdadero".


Del análisis del contenido completo de la conferencia como del perfil sicológico del sujeto que la recitó, surge la sensación que en Chile, los auto denominados « liberales », constituirían una especie de emisarios o carteros que estarían condicionados a repartir un cumulo de mensajes mal intencionados, y a la vez, estarían concientizados para a repetir una y otra vez, como cacatúas ebrias, eslóganes proselitistas para activar los « switch causales psicológicos » de la opinión pública para que caiga en un frenesí de repugnancia instintiva, no solo en contra de la Iglesia Católica, sino que ese asco pasional aflore de tan sólo oír hablar de Dios.

Es así, como esos mensajes reprochan a la Iglesia Católica que, a través de la “ injerencia del Obispo de Roma ”, está abogando para que la leyes chilenas sigas manteniendo penalizadas cuestiones de índole nimio y sin importancia, como son aquellas “ prohibidas por la moral del magisterio eclesiástico católico”, las que por su naturaleza religiosa y contumaz estarían transformándose en un freno que posterga, y en un lastre que entorpece injustificadamente, la entrada en vigencia de los “ derechos fundamentales e inalienables de autonomía reproductiva de la mujer chilena ”. Derechos que, al decir de tales mensajes, las legitimarían para decidir y planificar – a través del aborto o de las medidas que mejor le plazca - el número de los hijos que pasaran a formar su familia por ser ello parte de su vida privada, personalísima y autónoma, y así, determinar libremente cuál de sus óvulos fertilizados habrá de llegar a ser embrión y posteriormente nacer; materia ésta en donde la Iglesia Católica no tiene participación alguna ni derecho para oponerse; sentencia el mensaje trasladado por los emisarios chilenos. Y finaliza ese mensaje, arguyendo que en presencia de esos indiscutibles “derechos de la mujer”, y las del” derecho a no reproducir” de los individuos a través del casamiento civil de individuos del mismo sexo, el magisterio católico – por no ser un interlocutor válido - debiera cerrar la boca, o a lo más, limitarse a contestar resignadamente: « non possumus ».

Sin embargo, cuando las personas son compelidas, como en este caso, “a comulgar con las ruedas de la carreta que transporta los «switch causales psicológicos» ”, la perspicacia reflexiva, con claridad meridiana les ilumina la mente y las pone en alerta de una forma más que palmaria, antes los cantos provenientes de la “sirena invisible y liberal” que, en las noches obscuras y tormentosas reposa sobre la “Roca Tarpeya”, salpicada por el oleaje del océano borrascoso de la ignorancia y la irracionalidad inexcusable. Sirena, que al igual que sucedió con la serpiente del edén, nos susurra al oído ¡ desaten el nudo gordiano, para se liberen del yugo opresor de Dios ! Sin embargo, la verdadera intensión de esa malévola ninfa marina es tentarnos a abrir la “[/b] [/i]caja de pandora[/b] [/i]” para que desde su interior salgan los mismos vicios, crímenes y depravaciones de la otrora Sodoma y Gomorra. Es de esa manera como la hordas de carteros conductivistas, pragmatistas, freudianos, liberales, materialistas y marxistas, repudiando al reino de Dios, actúan movidos por una fe ardiente en el amo que, desde las tinieblas maneja los hilos de los títeres mensajeros, pues les promete lograr hoy y aquí la felicidad, que niega que alguna vez hubo en el edén que, ese mismo tentador de los hombres y difamador de Dios, antes destruyó.
En efecto, enfrentada como está la perspicacia reflexiva, no tan sólo por la naturaleza de los mensajes recitados en la «conferencia» de marras, sino que a la vez, por los subsiguientes y reiterativos ataques en contra de la Iglesia Católica, realizados en esa misma dirección, pero en publicaciones de diarios y revistas chilenas; nos induce a dar un ineludible primer paso antes de tragarnos con carga incluida, las ruedas de las carretas liberales.

El primer paso que, la perspicacia reflexiva nos sugiere dar, es hacernos la siguiente interrogante: ¿Son engañosos o son valederos los “fundamentos” en los cuales se basan los constantes ataques en contra de la Iglesia Católica?
Entregar una respuesta honrada, objetiva, racional, lógica y seria a esa interrogante, nos podría dimensionar de manera científica, en su justa medida, la verdadera «intensión» y «naturaleza» de los componentes persuasivos insertos en dichos mensajes, a través de los cuales – de manera implícita - se estaría tratando de convencer a la opinión pública para que siga en la dirección que la llevará directamente «al drenaje ancho y fácil del frenesí liberal », que – en el mejor de los casos – la hará caer al interior de la sentina de vicios y depravaciones, por ende al fondo de un resumidero: ¡exento de toda moral y virtud!

Empero, la simple descripción de los reproche, no significa comprender su trasfondo, su alcance, ni menos su intencionalidad. En efecto, el reproche formulado a los hechos prohibidos por la moral del Magisterio Eclesiástico Romano , motejándolos de banales por ser, supuestamente opuestos a todo aquello que estaría demostrando la ciencia. Es más, aquellos mensajes arguyen que aquella “moral” sería un instrumento utilizado por el fanatismo religioso para legitimar el mantenimiento de las estructuras dogmaticas de instituciones fanáticas, para eternizar un orden social fundamentalmente injusto y desigual, el que sique ignorando derechos fundamentales e inalienables de la autonomía reproductiva de la mujer chilena, y el de las parejas del mismo sexo que desean casarse.

Es más, el canal de televisión estatal chileno (TVN) retransmitió un programa propagandístico de James Cameron, encubierto con el disfraz de “ documental científico ”, en el cual se daba por cierto que, en Israel, se habría descubierto – sin lugar a dudas – la tumba de Jesucristo, su madre, sus hermanos y su cónyuge “ María de Magdalena ” y la de los hijos de ambos, lo que estaría significando que se habría demostrado de manera científica la calidad de mito « la resurrección de Jesucristo ». En efecto mostraban osarios, datados con carbono 14, los que sin duda alguna correspondía a la época de Jesucristo, motivo por el cual, de manera inobjetable se habría demostrado que se trataban de piezas absolutamente verídicas. Pero, en donde encontramos el fraude es en las inscripciones añadidas a la ligera y toscamente a los osarios, las que no se condicen con la delicadeza empleada en la elaboración de esos recipientes. Entonces no temamos a todos esos engaños, embustes, mentiras e imposturas del liberalismo chileno, los que ya han quedado al descubierto (Evangelio según San Mateo 10:26)

El Apóstol Pablo a los Corintios escribió:
13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. 14 Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana también es vuestra fe. 15 Y aun somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos atestiguado de Dios que resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si se toma por sentado que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; 17 y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es inútil; todavía estáis en vuestros pecados. 18 En tal caso, también los que han dormido en Cristo han perecido. 19 ¡Si sólo en esta vida hemos tenido esperanza en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres! 20 Pero ahora, Cristo sí ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que durmieron. 21 Puesto que la muerte entró por medio de un hombre, también por medio de un hombre ha venido la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando ya haya anulado todo principado, autoridad y poder. 25 Porque es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 El último enemigo que será destruido es la muerte.
Y si de eso estaban consientes los apóstoles: ¿cómo pudieron ser tan torpes de haber enterrado el cuerpo de Jesucristo en una tumba ubicable, y más encima tallarle el nombre en ella? Sin duda se trata de una burda y absurda impostura científica, cuando los liberales sostienen que existe la tumba de Jesucristo.

Si nos remetimos a lo que sobre este particular, en la cadena de televisión católica EWTN (Eternal Word Televisión Network), dijo el Padre Hasbún, no es necesario agregar nada más sobre este particular.

Sin embargo, la duda sembrada por tal impostura se ha enraizada en la opinión pública, acentuando el ateísmo en el pueblo; aún cuando es más que sabido que ningún científico ateo, es ateo por razones científicas , sino como sucede con el Sr. Bascuñán, que no lo convence aquello que él no comprende, dado su formación religiosa infantil .

Tal crítica, en la actualidad no es, pues, netamente de orden irracionalmente romántico, legal, moral y ético exclusivamente, sino que además, a través de la manipulación de los «switch causales psicológicos» la arrojan a la arena de la crítica científica , las cuales hay que analizarla con mucha seriedad, cuidado y profundidad:
- En primer lugar, porque esta crítica conduce a la opinión pública a suponer que se trataría de un entredicho entre la religión católica y la ciencia.
- Luego, porque de ahí la opinión pública deduce que el conflicto político e ideológico, sobre los llamados derechos de autonomía reproductiva de la mujer, los derechos de utilizar la anticoncepción de urgencia, los derechos al aborto, y los derechos a la unión civil de personas del mismo sexo (de los que actualmente somos testigos), a partir de ese hito resultan inseparable del conflicto doctrinal y científico que enfrenta la Iglesia Católica por un lado y los liberales, los marxistas renovados y los materialistas progresistas por el otro.

A través de la manipulación de los «switch causales psicológicos», los mensajes trasladados por los carteros liberales tiene convencida a la opinión pública que los fundamentos religiosos, ya están desprestigiados. El detrimento, alegado por los autores de los mensajes, proviene de los recursos ilimitados que han sido puestos a su disposición para lograr tal fin. En efecto, aquellos emisarios, aseveran que no sirve de nada defender la Iglesia Católica, mientras se siga haciendo referencia exclusivamente a la “moral”, arquetipo de dogmas de fe y en un enfoque netamente religioso. Del mismo modo, no es suficiente con señalar las incoherencias menores de ese enjambre de mensajes, si paralelamente no se tiene consciencia de la aparente coherencia doctrinal del liberalismo con la que se presenta disfrazada ante la juventud, y si a la vez, no se es capaz de demostrar los límites, engaños, e imposturas de ese mismo liberalismo. La defensa de la religión sólo será eficaz si nosotros, sus partidarios, somos capaces de jugar el mismo juego que los liberales, pero con las armas limpias de la racionalidad, la verdad, la objetividad, y de la ciencia, todas ellas emanadas e insertas en la moral y ética religiosa católica.

En las páginas 12 y 13 del diario “LA TERCERA” de fecha 12 de Julio del 2009, el Sr. Decano Escuela de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez y Director de Tironi Asociados, don Ascanio Cavallo Castro, en su columna intitulada « ¿Y dónde anda la Iglesia Católica? », sostiene que la participación de la iglesia católica chilena en el debate público se ha ido restringiendo a las normas sobre la vida privada, a menudo desde posiciones simplificadas que ni siquiera siguen la riqueza de matices del propio Vaticano, ya que como muchas otras instituciones, la Iglesia Católica transita por un estrecho desfiladero entre el protagonismo y la irrelevancia pública. Críticas, infundadas, originadas en el hecho que en Chile, la Iglesia como madre universal, no ha querido segregar ni separar “la vida humana por nacer”; de “la vida humana nacida deforme, viciosa o degenerada, alcohólica o drogadicta ”; de “la vida humana nacida sana física y moralmente”, de “la vida humana enferma”, o de “[/i]la vida humana agonizante[/i]”. En el Chile, los que ayer aplaudían de manera fingida o de corazón a la Iglesia Católica porque les defendió sus vida cuando el “golpismo” segregó la vida “humana” de la vida de los “humanoides”; hoy, esos mismos no trepidamos en denigrar y atacar majaderamente a esa misma “madre amorosa”, cuando ella defiende todos y cada uno de los eslabones de la vida humana que, está siendo en la actualidad cernida en el tamiz del «apartheid» de los liberales, con el cual, segregan los eslabones de “la vida humana por nacer” de los eslabones de la “vida humana nacida”.

Al lugar al cual, los mensajes (trasladados por los carteros liberales ateos y materialistas), quieren ver relegada a la Iglesia Católica, nos hacen recordar tres citas; la primera de las cuales constituye un ensayo, simulacro o prueba del pasado; la segunda constituiría aquello de la cual hoy somos testigos, y la última, lo que habrá de ser la realidad en el futuro:

El señor BORIS KLOSSON escribió:
«Con respecto a las diversas Iglesias, el objetivo de los comunistas era reducir estas organizaciones a simples cuerpos rituales. Trataban de confinar las actividades de la Iglesia a los servicios dominicales, bautismos, matrimonios y funerales. »

El señor SERGE NILUS escribió:
«Ya hemos tomado la precaución de desacreditar a los sacerdotes cristianos y desorganizar por ese medio su misión, que podría en la actualidad molestarlos mucho. Su influencia sobre el pueblo disminuye cada día más. La libertad de conciencia se proclama ya en todas partes. Por lo tanto ya solamente nos separan unos cuantos años de la ruina completa de la religión cristiana y aún más fácilmente llegaremos a destruir las otras religiones; pero aún es demasiado pronto para hablar de ello.

Colocaremos el clericalismo y los clérigos en tan estrechos márgenes que su influencia será nula comparada con la que disfrutaban antes.

Cuando llegue el momento de destruir definitivamente la Corte Papal, el dedo de una mano invisible mostrará al pueblo esta Corte.

Ésta es la causa de la propaganda intensiva del liberalismo que maneja la Prensa adicta a…»

San Malaquías escribió:
«Los dos últimos Pontífices tendrán que enfrentarse a la furia del enemigo que hará persecución violenta a la Cristiandad. Fiel como Pedro, el último Papa cuidará de su rebaño en medio de los ataques del enemigo. En la persecución final de la Santa Iglesia Romana reinará Petrus Romanus, quien alimentará a su rebaño en medio de muchas tribulaciones. Después de esto, la ciudad de las siete colinas será destruida y el temido juez juzgará a su pueblo. »


Sin embargo, frente a tal profecía recordemos que «Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de Él. ». Lo anterior, sin perjuicio que a lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “particulares” (Catecismo Católico numerales 67 y 73).

Pero, no olvidemos la enseñanza inserta en el libro de Jonás, cuando Dios le pidió que fuera a la ciudad de Nínive, a pregonarles que se arrepientan de sus pecados, porque era una ciudad donde reinaba la maldad, la que sería destruida. Éstos optaron libremente por la alternativa de arrepentirse, y por causa de ello la revelación Dios no la hizo realidad. ¿Optaremos los chilenos por esa misma alternativa?
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Diego Villa- Aguilera del Pedregal



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MensajePublicado: Mie Jul 22, 2009 4:56 am    Asunto: «PARANOIA»
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
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Es de imperiosa necesidad hacer, de manera científica, las interrogantes que surgen al examinar el por qué del implacable y trasnochado bombardeo de ataques en contra de la Iglesia Católica, a través de discursos de monstruoso engaño y desinformación que, los chilenos, debemos soportar a diario; por el simple hecho que aquella iglesia defiende, entre muchos otros valores, los derechos inalienables de todos y cada uno de los diferentes eslabones que conforman la cadena de la vida humana

¿Acaso el ataque proviene desde la paranoia obsesiva de un solitario individuo palurdo ? Que imbuido en su propio egocentrismo, sus delirios de grandeza lo hacen suponer que fue elegido para realizar la más alta y noble misión que, a un ser humano, alguien le puede encomendar: «¡salvar al mundo de la “maldad” inserta en el mismísimo interior de la Iglesia Católica, de su Magisterio y de su Doctrina!»

¿Acaso el ataque proviene desde la paranoia obsesiva de un solitario polichinela farandulero de circo bananero? El cual - presentando un acusado narcisismo - su incapacidad, o su incompetencia, o su ineptitud, o su ignorancia lo exponen a serias frustraciones y muy baja autoestima por causa de su distorsión cognitiva que le afecta el modo en el que percibe la realidad. Deficiencia que tratan de ocultar bajo el manto de la mofa, o del escarnio, o del sarcasmo, o de la majadería, haciendo motivo de risas burlonas aquello que no entienden, ni comprenden ni conocen sobre lo que es realmente la Iglesia Católica.

¿O al contrario, el ataque provendrá de una “pléyade” de individuos cuerdamente hábiles, insertos en una conjura concertada y conscientemente planifica, los cuales, persiguen fines inconfesables, a través de sus maquinación correctamente planificadas? Verdaderos émulos, no sólo de Robespierre, al que pretenden aventajar, sino que de Maquiavelo, Sun Tzu, el Marqués de Sade, Jacobus Sprenger, Heinrich Kramer y Hitler.

Sea cual fuere la respuesta a tales interrogantes, surge la sensación alguien o algo – con recursos financieros suficientes – está manipulando los «switch causales psicológicos» del pueblo, para transformarlo en una «masa», en donde el individuo piensa, siente y actúa como un primitivo que viviera en la barbarie, aun cuando pertenezca a un sistema cultural elevado, para que de esa manera pierda su capacidad crítica y padezca de un contagio psíquico, que le haga crédulo, manejable y capaz de cometer acciones que en una situación normal no realizaría nunca. Para así generar artificialmente los denominados “movimientos sociales”, azuzados por la histeria, el frenesí, el pánico, o de «manías colectivas», que en el mejor de los casos, con esas matrices, pretenden que nos quedemos embriagadamente impávidos, indiferentes o aletargados ante el cúmulo de virulentos ataques - totalmente injustificados - en contra del que hacer de la Iglesia Católica, su Magisterio y su Doctrina, o que, en un evento más dañino, esa matriz incite, en la opinión pública chilena, una reacción condicionada de repudio en contra de la religión en general y de la Católico en particular, y de esa manera obtener artificiosamente que esa opinión pública considere como fútil, obsoleto, banal, medieval y estúpido todo lo que diga y haga la estereotipada Iglesia Católica, o que, en el peor de los caso, llegar al advenimiento de la «virtud del terror», preconizada por Robespierre, Robespierre, al suponer que los “sagrados derechos” fomentados por la República debía defenderse de forma contundente, eficaz y rápida, arrebatándoles a los “enemigos” la iniciativa, de tal forma que, el Terror, en el lenguaje republicano pasó a ser una acción en defensa de la “Virtud”, ya que para él la “virtud” sin terror no existía.
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Registrado: 07 Jul 2009
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Ubicación: Chile

MensajePublicado: Vie Jul 24, 2009 2:25 am    Asunto: «LÉXISCO»
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
Responder citando

Aún cuando, no se entregó una respuesta a la interrogante precedente, en el sentido de establecer quién maneja los hilos y cancela los honorarios de los carteros transportadores de los mensajes regurgitados en la opinión pública chilena, con el cual se pone en duda y en entredicho, no sólo que « Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum », sino que es Rey de la humanidad toda. Aquí, es necesario antes de iniciar un exhaustivo análisis, bajo el cristal de la Metodología Científica, del contenido de la conferencia intitulada: ¿POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO?, aclarar un punto que, el enemigo de Dios – por ser conveniente a sus siniestros intereses - suele pasar a menudo por alto y de manera muy fácil.

Me refiero al «LÉXISCO»:

Cada actividad tiene su propio «léxico», esto es, un conjunto de palabras que son usadas o aplicadas en un área exclusiva de los diferentes campos del quehacer humano. Palabras que, por su naturaleza semántica, para una determinada actividad adquieren un significado diferente al que suele entregarse en las demás. Léxico que además, se debe diferenciar por lo sincrónico a un momento o período determinado, en oposición al diacrónico que acontece a lo largo del tiempo. Es en tales circunstancias tenemos – entre muchos otros -un léxico Financiero; uno Religioso; uno Filosófico; uno Metafísico; uno Científico; uno Político, y uno Coloquial.

El Código Civil Chileno, haciéndose cargo de tal problemática lo reguló de la siguiente manera:
Cita:
«Las Palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les dan los que profesan la misma ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se ha tomado en un sentido diverso.

La palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en estás su significado legal»

A su turno la doctrina legal chilena ha aclarado aún más la cuestión en análisis:
El señor ALFREDO ETCHEBERRY escribió:
Es un error, encontrar el sentido natural de las palabras en el Diccionario de la Lengua, obra de la academia Española, «en primer término, porque contradice el texto mismo del Art. 20 del C. civil, que se remite mucho más lógicamente, al uso general y no al diccionario. En seguida, por cuanto es cosa sabida que el Diccionario de la Lengua, en su afán de proteger el esplendor lingüístico, es muy conservador en cuanto a la admisión de nuevos vocablos, y camina con muchos años de retraso con relación al uso general de los mismos […]. Además, el diccionario es hecho en España y fundamentalmente para los españoles; pese a que en los últimos tiempos se ha dado más cabida a las voces americanas, lo dicho sigue siendo cierto. Las palabras españolas tienen a veces en Chile un sentido o un matiz diferente de los que tienen en España. Por último, hay ciertas expresiones que en el uso común tienen un significado totalmente diverso del que se atribuye el diccionario […].

No está de más recordar también que no es muy verosímil que BELLO haya pensado remitirse al Diccionario de la Academia, de la cual no fue precisamente un incondicional seguidor en materias gramaticales […].

En cuanto al sentido natural y obvio, según el uso general, se trata de […] circunstancias de “publica notoriedad”, según la expresión […] del C. de Procedimiento Civil.

Las palabras no deben tampoco analizarse aisladamente, sino en relación con el contexto general […] Además, en caso de duda, debe darse a las palabras su acepción más amplia y general, por sobre la restringida. »


Asimismo, la Biblia, no se puede interpretar correctamente sin tener en cuenta dos factores de suma importancia: el estilo y los géneros literarios.

Aún cuando sea por inspiración, es escritor quien imprime en sus obras el sello inconfundible de su personalidad, que se traduce en el uso de ciertas figuras de lenguaje según sus dotes intelectuales y sensibilidad. Dos figuras muy conocidas son la metáfora , tropo que consiste en trasladar el recto sentido de las palabras a otro figurado en virtud de una comparación tácita, y la hipérbola , gracias a la cual se acostumbra dramatizar el poder de las palabras exagerando o reduciendo el sentido, de manera tal que despierte más viva impresión en el lector.

El tomar, pues frases metafóricas o hiperbólicas de la Biblia al pie de la letra (literalmente), se presta a interpretaciones absurdas y aun contradictorias con la misma Biblia. Así cuando Jesús emplea expresiones: «si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, córtala y arrójala lejos de ti;… », no nos manda a mutilar o descuartizar el mismo cuerpo que Él nos ha dado, sino que cortemos radicalmente con toda ocasión de pecar, y que las tentaciones no aniden en nuestro corazón.

Si estos recursos o tropos, propios del léxico empleados en la Biblia, deben tenerse en cuenta para el recto sentido de las sentencias en que aparecen, mayor interés hay que tener presente a la cuestión del género «literario», que caracteriza la composición como tal y de cuyo conocimiento depende muchas veces la posibilidad de arrojar luz sobre todo un libro o parte de la Biblia, sin olvidar las demás disciplinas auxiliares de la lingüística, como son la historia, la etnología y la arqueología, puesto que es sumamente necesario que el «el intérprete se traslade mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente y discierna con claridad qué “genero literarios” quisieron emplear los escritores inspirados de aquella edad; pues, los antiguos orientales no usaron siempre la mismas formas y maneras de decir que nosotros hoy »

Es cosa resabida que una misma verdad puede expresarse en diferentes formas, matizándolas así con peculiaridades diferenciales según se la trate en árida prosa o en tono oratorio, en forma lírica, poética o épica; en las múltiples variedades de expresión y composición se originan los géneros literarios, que representan verdaderas formas o normas de escribir que se fueron consolidado en varias épocas con el fin de expresar mejor el pensamiento humano. Y como la Biblia más que un solo libro es una verdadera biblioteca, es natural que en ella abunden los diferentes géneros literarios.

En un rápido examen veremos cómo muchos de esos géneros son parecidos a nuestros esquemas de origen aristotélicos, otros son típicos de la composición literaria hebrea, y hay otros que son desconocidos, cosa que complica la interpretación correcta de algunos pasajes bíblicos hasta ahora muy discutidos.

Además hay que tener en cuenta que algunas palabras que se usan en la Biblia, pierden a veces su sentido original al ser traducido a un idioma moderno.

Asimismo, en la Biblia encontramos pasajes de fuerte contenido moral, tropológico anagógico y alegórico, en donde este último puede tener un sentido llamado típico o figurativo

En cuanto a la sana libertad, libre albedrio, y amplio estímulo que gozan los intérpretes católicos, tenemos la máxima evidencia en las propias palabras del Papa.
S.S. Pío XII escribió:
«Porque tengan en primer término ante los ojos que en las normas y leyes dada por la Iglesia se trata de la doctrina de fe y costumbres y entre las muchas cosas que en los Sagrados Libros… se proponen, son solamente pocas aquellas sobre cuyo sentido haya unanimidad consentimiento de los Padres. Quedan pues muchas, y ellas muy graves, en cuyo examen y exposición se puede y debe libremente ejercitar la agudeza y el ingenio de los intérpretes católicos… Esta verdadera libertad de los hijos de Dios – que tenga fielmente la doctrina de la Iglesia y, como don de Dios, reciba con gratitud y emplee todo cuanto aporte la ciencia profana – es condición y fuente de todo fruto sincero y de datos sólido adelanto en la ciencia católica»


En estas condiciones, no nos burlemos del léxico empleado en la Biblia, porque en ella encontramos, por ejemplo, la palabra “dragón” en vez de “dinosaurio”. En efecto, si esa aparente “estupidez o incongruencia lingüística religiosa” la analizamos en el aspecto sincrónico del léxico “biológico vs religioso”, nos percataremos que jamás ha habido incongruencia ni estupidez, dado que la biblia se comenzó a escribir hace más de 3.500 años, y recién se terminó de escribir en el año 96, y que, en cambio el término” Dinosaurio” fue propuesto por Sir Richard Owen, recién en el año 1842, con el cual, fue solamente a partir de ese instante en el que a los “dragones” o extintos reptiles se los comenzó a nombrar como “dinosaurios”.

Nadie caerá en tal error, si prestamos atención a un texto de San Agustín, muy útil a este respecto, que concierne a la actitud que debe adoptarse en lo referente a las cuestiones oscuras y difíciles de comprender por la sola vía del discurso:

«Ahora, pues, observando siempre la norma de la santa prudencia, nada debemos creer temerariamente sobre algún asunto oscuro, no sea que la verdad se descubra más tarde y, sin embargo, la odiemos por amor a nuestro error, aunque se nos demuestre que de ningún modo puede existir algo contrario a ella en los libros santos, ya del Antiguo como del Nuevo Testamento» (Del Génesis a la letra, lib. II, cap. XVII).

« Debemos cuidarnos, cuando tratamos de la doctrina de Moisés, de no presentar como asegurado lo que repugne a experiencias manifiestas y a razones filosóficas, o a otras disciplinas; en efecto, como lo verdadero coincide siempre con lo verdadero, la verdad de los Textos Santos no puede ser contraria a las razones verdaderas y a las experiencias alegadas por las doctrinas humanas[… cuando estas concuerdan efectivamente con la realidad verdadera]» (Pereirus, In Genesim, circa Principium).

Y en San Agustín leemos esto: « Si ocurriera que la autoridad de las Sagradas Escrituras se mostrara en oposición con una razón manifiesta y segura, ello significaría que quien interpreta la Escritura no la comprende de manera conveniente; no es el sentido de la Escritura el que se opone a la verdad, sino el sentido que él ha querido atribuirle; lo que se opone a la Escritura, no es lo que en ella figura, sino lo que él mismo le atribuye, creyendo que eso constituía su sentido» (Epístola séptima, Ad Marcellinum).

Esto no significa que le estemos atribuyendo primacía mayor a la ciencia profana sobre las escrituras y a la verdad revelada, sino que, al contrario, ya lo que se ha querido advertir es que nuestras interpretaciones bíblicas no sean contrarias a la razón, a la lógica, ni a la verdad.

Cuando ciertas hipótesis (mal intencionadas, provenientes de los enemigos de Dios), se aceptan con precipitado entusiasmo, y se tiene sólo un conocimiento superficial e infantil de la Religión Católica, entonces para algunos individuos llegan a ver divergencia entre la verdad revelada y la de la seudocientífica. Puesto que la verdadera ciencia se ocupa de revelar las leyes de la naturaleza que Dios creó, la interpretación de sus investigaciones y de sus resultados, no puede estar en oposición a la verdad revelada por ese mismo Dios. En efecto no podemos realizar « sincretismo» entre lo falso y la verdad revelada por Dios, porque caeríamos en la fauces del mal entendido «concordismo». Método que trata de establecer una conformidad absoluta entre la Biblia y las ciencias modernas. Representando una tentativa de encontrar en las Escrituras los principios científicos de varias teorías e hipótesis.

La religión, la filosofía y la ciencia se han mantenido alejadas con el agravante de hacerse mutuamente recriminaciones sin sentido; pretenden ser tres verdades separadas por un abismo. Si las tres corrientes buscan una verdad deben saber que no puede haber sino una sola.

Debido al carácter dinámico de la verdadera ciencia profana, cuyas teorías se modifican constantemente a la luz de las nuevas interpretaciones entregadas a los antiguos como a los recientes descubrimientos, o por causa de los postulados seudocientíficos y teorías sentimentales y fantásticas que aparecen progresistas, las que, sin ninguna comprobación han acrecentado la confianza ciega en los encandilados, que han perdido la cabeza con motivo de las falacias, engaños y falsedades sembradas por los enemigos de Dios.

Aquella es la Carta Magna de la barbarie, de los agentes enemigos de Dios, con la cual han secuestrado la mente de los “tontos útiles de siempre” e imbéciles incapaces de diferenciar una manipulación de una educación sincera, ni lo falso de la verdad. Aquellas son las dos razones por las cuales el «concordismo» unificador ha caído en descredito.

Pero, «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. » (Colosenses 2:Cool.
El señor José Ortega y Gasset escribió:
«Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. Este se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza. Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería, llevarle de paseo un rato más allá de su ceguera y obligarle a que contraste su torpe visión habitual con otros modos de ver más sutiles. El tonto es vitalicio y sin poros. [...]

No se trata de que el hombre-masa sea tonto. Por el contrario, el actual es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada; en rigor, la vaga sensación de poseerla le sirve sólo para cerrarse más en sí y no usarla. De una vez para siempre consagra el surtido de tópicos, prejuicios, cabos de ideas o, simplemente, vocablos hueros que el azar ha amontonado en su interior, y con una audacia que sólo por la ingenuidad se explica, los impondrá dondequiera. Esto es [...] característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho. El imperio que sobre la vida pública ejerce hoy la vulgaridad intelectual, es acaso el factor de la presente situación más nuevo, menos asimilable a nada del pretérito. Por lo menos en la historia europea hasta la fecha, nunca el vulgo había creído tener “ideas” sobre las cosas. Tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios, hábitos mentales, pero no se imaginaba en posesión de opiniones teóricas sobre lo que las cosas son o deben ser, sobre política o literatura. Le parecía bien o mal lo que el político proyectaba y hacía; aportaba o retiraba su adhesión, pero su actitud se reducía a repercutir, positiva o negativamente, la acción creadora de otros. Nunca se le ocurrió oponer a las “ideas” del político otras suyas; ni siquiera juzgar las “ideas” del político desde el tribunal de otras “ideas” que creía poseer. Lo mismo en arte y en los demás órdenes de la vida pública. Una innata conciencia de su limitación, de no estar calificado para teorizar, se lo vedaba completamente. La consecuencia automática de esto era que el vulgo no pensaba, ni de lejos, decidir en casi ninguna de las actividades públicas, que en su mayor parte son de índole teórica. »


«Como el perro que vuelve a su vomito, así el necio repite su necedad» (Proverbios 26:10).

La física del siglo 20 se fundamentó, en general, sobre dos grandes teorías: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad. A pesar de los aparentes éxitos logrados por cada una de ellas, las dos son incompatibles e irreconciliables. Hay gran contradicción y distancia entre ellas y en estas paradojas se debate la física del este nuevo siglo, en donde se nos impone una luz fotónica con una velocidad que es una supuesta constante universal; unos saltos y piruetas cuánticas en que los electrones pasan de un lado a otro, pero sin pasar por los intermedios; gatos que al unisonó están vivos y muertos; partículas travestidas de ondas; gravedad tipo ascensor; dilatación del tiempo, contracción de la longitud; múltiples dimensiones en la teoría de las cuerdas; la evolución materialista y atea darwiniana, y la fútil “onda electromagnética” adalid del “movimiento perpetuo” capazas escapar de la entropía. Paradojas, absurdos, parcialidades, paradigmas, errores, engaños, equivocaciones y vicios, que se han regurgitados en las aulas y se ha ido convirtiendo en un hábito en los sectores de la vida académica. Entonces, como podría haber un honrado «concordismo» entre la verdad revelada y ese enjambre de falacias e imposturas.

Lo anterior lo saben muchos estudiosos; pocos se atreven a comentar el caso ya que la educación se encuentra monopolizada y rodeada de poderosos intereses económicos, culturales, y políticos de los enemigos de Dios. Pues, los enemigos de Dios, hacen difícil mover el enmarañado aparato de la educación para actualizarla a la época y a la verdad revelada.
Cita:
Esto hace que existan universitarios más extremistas que muchos niñatos sin cultura ¿por qué? porque no saben nada, no tienen ni idea de la vida, de nada, sólo saben demostrar formulas que ni siquiera saben muy bien para que sirven o defender leyes que no tienen sentido.

Es por ello que muchos graduados en filosofía conocen las opiniones cruzadas y contradictorias de los filósofos con más renombre, pero no tienen una opinión propia formada, por lo que el sinsentido es lo habitual en sus expresiones. Y este tipo de filósofos es el que generalmente reclama la validez de la “concesión exclusiva” antes mencionada.

Creo, que la clase de personajes que tú describes son los que le dan mala fama a la filosofía. Y es por culta de ellos, que muchos (dentro de los que me incluyo), en el pasado huíamos despavoridos con solo escuchar la palabra filosofía.

Aquellos individuos, aunque “graduados de filosofía”, no son filósofos ni hacen filosofía, ya que - ni siquiera con la benevolencia de una santa abuelita - se los podría tildar de sofistas.

En efecto, si tú citas o te sostienen en algún postulado de una determinada escuela de pensamiento filosófico, de inmediato esos “anticuarios” harán desmérito de aquella, y ensalzarán una corriente de pensamiento contraria y opuesta. Pero, si en otra ocasión sucede lo contrario, harán escarnio de la que otrora ensalzaron y cantaran alabanzas a la que antes despreciaron. Esa es la moneda que, ellos usan para auto-pagar su propio salario de jornalero ególatra.

Al contrario de los verdaderos filósofos, su manera de actuar esta enjaulada dentro del mismo criterio que utilizan los leoninos “coleccionistas” y “anticuarios”. En donde el valor de un objeto es tasado dependiendo si se habrá de comprar o vender, y en ese sentido, son totalmente consecuentes, pues siempre e invariablemente actúan de la misma manera: ¡En toda ocasión se llevan la “parte del león” de la fábula de Esopo!

Aquellos sujetos, son una especie de veleta que indefectiblemente apuntará en contra de todo lo que opinen los demás, ya que eso les da aire de grandeza y de superioridad. De esa manera, refuerzan su narcicismo, pues en el hecho son los únicos poseedores y manipuladores de esa “verdad” mercantilista y cambiante.

Dentro de su necedad un poco sádica, son felices cuando logran irritar a los demás. Y así como, en el pasado, Sócrates fue el “tábano” de los atenienses; estos sujetos quieren ser la “sarna” de nuestra actual sociedad.

Mientras que Sócrates, filosóficamente, levantaba juicio intelectual contra el pretendido saber de los sujetos que suponían saber lo que no conocían, o que creían “saber algo y saberlo bien”, y a la vez, sobre la inconsciencia de los individuos que se conforman simplemente con vivir tal como viven los demás. Resulta que la inversa de Sócrates, los “anticuarios”, en un mal remedo, no levantan juicio intelectual, sino que – en un reflejo condicionado – repudian todo lo que digan los demás con la finalidad de irritar por irritar :llama:. En el caso de Sócrates, la irritación no era su finalidad.

Aún cuando para muchos les parecerá una locura, la única teoría que se salva (a pesar de la errónea interpretación entregada a los resultados entregados en el absurdo experimento realizado por Michelson y Morley, con la que se prendió destruirla), es la teoría del éter que propusieron los grandes de los siglos 18-19: Huygens, Fresnel, y Faraday, quienes, en el sentido de un espacio lleno de éter, tuvieron más razón que los supuestos gigantes del siglo 20 con su espacio vacío.

Cita:
Creo que todos sabemos que el filósofo llega en sus argumentos a Dios como creador, y el teólogo también trata de Dios como creador; pero para el filósofo el conocimiento de Dios se alcanza como conclusión de un argumento puramente racional, mientras que el teólogo acepta el hecho de que Dios es Creador porque está contenido en la Revelación, de modo que constituye para él una premisa más bien que una conclusión, una premisa que no es supuestamente una conclusión, una premisa que no es hipotéticamente supuesta, sino revelada. Es decir, en lenguaje técnico, la diferencia entre una verdad de la teología y una verdad de la filosofía no es primariamente una diferencia de verdades consideradas materialmente, o según su contenido, sino una diferencia de verdades consideradas formalmente. Esto es, una misma verdad puede ser enunciada por el teólogo y por el filósofo. Pero, el teólogo llega a aquella y la considera de un modo diferente a aquél en que llega a la misma verdad, y la considera, el filósofo.

Entonces: ¿Para qué conformarnos con andar en las tiniebla proporcionadas la engañosa “ciencia” de los enemigos de Dios; o bajo la luz de la Luna que entrega la cambiante ciencia profana; si tenemos la posibilidad hacerlos bajo la luz del Sol de la verdad revelada?
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Diego Villa- Aguilera del Pedregal



«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento»
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MensajePublicado: Vie Jul 24, 2009 2:26 am    Asunto: «LÉXISCO»
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
Responder citando

Aún cuando, no se entregó una respuesta a la interrogante precedente, en el sentido de establecer quién maneja los hilos y cancela los honorarios de los carteros transportadores de los mensajes regurgitados en la opinión pública chilena, con el cual se pone en duda y en entredicho, no sólo que « Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum », sino que es Rey de la humanidad toda. Aquí, es necesario antes de iniciar un exhaustivo análisis, bajo el cristal de la Metodología Científica, del contenido de la conferencia intitulada: ¿POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO?, aclarar un punto que, el enemigo de Dios – por ser conveniente a sus siniestros intereses - suele pasar a menudo por alto y de manera muy fácil.

Me refiero al «LÉXISCO»:

Cada actividad tiene su propio «léxico», esto es, un conjunto de palabras que son usadas o aplicadas en un área exclusiva de los diferentes campos del quehacer humano. Palabras que, por su naturaleza semántica, para una determinada actividad adquieren un significado diferente al que suele entregarse en las demás. Léxico que además, se debe diferenciar por lo sincrónico a un momento o período determinado, en oposición al diacrónico que acontece a lo largo del tiempo. Es en tales circunstancias tenemos – entre muchos otros -un léxico Financiero; uno Religioso; uno Filosófico; uno Metafísico; uno Científico; uno Político, y uno Coloquial.

El Código Civil Chileno, haciéndose cargo de tal problemática lo reguló de la siguiente manera:
Cita:
«Las Palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les dan los que profesan la misma ciencia o arte; a menos que aparezca claramente que se ha tomado en un sentido diverso.

La palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en estás su significado legal»

A su turno la doctrina legal chilena ha aclarado aún más la cuestión en análisis:
El señor ALFREDO ETCHEBERRY escribió:
Es un error, encontrar el sentido natural de las palabras en el Diccionario de la Lengua, obra de la academia Española, «en primer término, porque contradice el texto mismo del Art. 20 del C. civil, que se remite mucho más lógicamente, al uso general y no al diccionario. En seguida, por cuanto es cosa sabida que el Diccionario de la Lengua, en su afán de proteger el esplendor lingüístico, es muy conservador en cuanto a la admisión de nuevos vocablos, y camina con muchos años de retraso con relación al uso general de los mismos […]. Además, el diccionario es hecho en España y fundamentalmente para los españoles; pese a que en los últimos tiempos se ha dado más cabida a las voces americanas, lo dicho sigue siendo cierto. Las palabras españolas tienen a veces en Chile un sentido o un matiz diferente de los que tienen en España. Por último, hay ciertas expresiones que en el uso común tienen un significado totalmente diverso del que se atribuye el diccionario […].

No está de más recordar también que no es muy verosímil que BELLO haya pensado remitirse al Diccionario de la Academia, de la cual no fue precisamente un incondicional seguidor en materias gramaticales […].

En cuanto al sentido natural y obvio, según el uso general, se trata de […] circunstancias de “publica notoriedad”, según la expresión […] del C. de Procedimiento Civil.

Las palabras no deben tampoco analizarse aisladamente, sino en relación con el contexto general […] Además, en caso de duda, debe darse a las palabras su acepción más amplia y general, por sobre la restringida. »


Asimismo, la Biblia, no se puede interpretar correctamente sin tener en cuenta dos factores de suma importancia: el estilo y los géneros literarios.

Aún cuando sea por inspiración, es escritor quien imprime en sus obras el sello inconfundible de su personalidad, que se traduce en el uso de ciertas figuras de lenguaje según sus dotes intelectuales y sensibilidad. Dos figuras muy conocidas son la metáfora , tropo que consiste en trasladar el recto sentido de las palabras a otro figurado en virtud de una comparación tácita, y la hipérbola , gracias a la cual se acostumbra dramatizar el poder de las palabras exagerando o reduciendo el sentido, de manera tal que despierte más viva impresión en el lector.

El tomar, pues frases metafóricas o hiperbólicas de la Biblia al pie de la letra (literalmente), se presta a interpretaciones absurdas y aun contradictorias con la misma Biblia. Así cuando Jesús emplea expresiones: «si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, córtala y arrójala lejos de ti;… », no nos manda a mutilar o descuartizar el mismo cuerpo que Él nos ha dado, sino que cortemos radicalmente con toda ocasión de pecar, y que las tentaciones no aniden en nuestro corazón.

Si estos recursos o tropos, propios del léxico empleados en la Biblia, deben tenerse en cuenta para el recto sentido de las sentencias en que aparecen, mayor interés hay que tener presente a la cuestión del género «literario», que caracteriza la composición como tal y de cuyo conocimiento depende muchas veces la posibilidad de arrojar luz sobre todo un libro o parte de la Biblia, sin olvidar las demás disciplinas auxiliares de la lingüística, como son la historia, la etnología y la arqueología, puesto que es sumamente necesario que el «el intérprete se traslade mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente y discierna con claridad qué “genero literarios” quisieron emplear los escritores inspirados de aquella edad; pues, los antiguos orientales no usaron siempre la mismas formas y maneras de decir que nosotros hoy »

Es cosa resabida que una misma verdad puede expresarse en diferentes formas, matizándolas así con peculiaridades diferenciales según se la trate en árida prosa o en tono oratorio, en forma lírica, poética o épica; en las múltiples variedades de expresión y composición se originan los géneros literarios, que representan verdaderas formas o normas de escribir que se fueron consolidado en varias épocas con el fin de expresar mejor el pensamiento humano. Y como la Biblia más que un solo libro es una verdadera biblioteca, es natural que en ella abunden los diferentes géneros literarios.

En un rápido examen veremos cómo muchos de esos géneros son parecidos a nuestros esquemas de origen aristotélicos, otros son típicos de la composición literaria hebrea, y hay otros que son desconocidos, cosa que complica la interpretación correcta de algunos pasajes bíblicos hasta ahora muy discutidos.

Además hay que tener en cuenta que algunas palabras que se usan en la Biblia, pierden a veces su sentido original al ser traducido a un idioma moderno.

Asimismo, en la Biblia encontramos pasajes de fuerte contenido moral, tropológico anagógico y alegórico, en donde este último puede tener un sentido llamado típico o figurativo

En cuanto a la sana libertad, libre albedrio, y amplio estímulo que gozan los intérpretes católicos, tenemos la máxima evidencia en las propias palabras del Papa.
S.S. Pío XII escribió:
«Porque tengan en primer término ante los ojos que en las normas y leyes dada por la Iglesia se trata de la doctrina de fe y costumbres y entre las muchas cosas que en los Sagrados Libros… se proponen, son solamente pocas aquellas sobre cuyo sentido haya unanimidad consentimiento de los Padres. Quedan pues muchas, y ellas muy graves, en cuyo examen y exposición se puede y debe libremente ejercitar la agudeza y el ingenio de los intérpretes católicos… Esta verdadera libertad de los hijos de Dios – que tenga fielmente la doctrina de la Iglesia y, como don de Dios, reciba con gratitud y emplee todo cuanto aporte la ciencia profana – es condición y fuente de todo fruto sincero y de datos sólido adelanto en la ciencia católica»


En estas condiciones, no nos burlemos del léxico empleado en la Biblia, porque en ella encontramos, por ejemplo, la palabra “dragón” en vez de “dinosaurio”. En efecto, si esa aparente “estupidez o incongruencia lingüística religiosa” la analizamos en el aspecto sincrónico del léxico “biológico vs religioso”, nos percataremos que jamás ha habido incongruencia ni estupidez, dado que la biblia se comenzó a escribir hace más de 3.500 años, y recién se terminó de escribir en el año 96, y que, en cambio el término” Dinosaurio” fue propuesto por Sir Richard Owen, recién en el año 1842, con el cual, fue solamente a partir de ese instante en el que a los “dragones” o extintos reptiles se los comenzó a nombrar como “dinosaurios”.

Nadie caerá en tal error, si prestamos atención a un texto de San Agustín, muy útil a este respecto, que concierne a la actitud que debe adoptarse en lo referente a las cuestiones oscuras y difíciles de comprender por la sola vía del discurso:

«Ahora, pues, observando siempre la norma de la santa prudencia, nada debemos creer temerariamente sobre algún asunto oscuro, no sea que la verdad se descubra más tarde y, sin embargo, la odiemos por amor a nuestro error, aunque se nos demuestre que de ningún modo puede existir algo contrario a ella en los libros santos, ya del Antiguo como del Nuevo Testamento» (Del Génesis a la letra, lib. II, cap. XVII).

« Debemos cuidarnos, cuando tratamos de la doctrina de Moisés, de no presentar como asegurado lo que repugne a experiencias manifiestas y a razones filosóficas, o a otras disciplinas; en efecto, como lo verdadero coincide siempre con lo verdadero, la verdad de los Textos Santos no puede ser contraria a las razones verdaderas y a las experiencias alegadas por las doctrinas humanas[… cuando estas concuerdan efectivamente con la realidad verdadera]» (Pereirus, In Genesim, circa Principium).

Y en San Agustín leemos esto: « Si ocurriera que la autoridad de las Sagradas Escrituras se mostrara en oposición con una razón manifiesta y segura, ello significaría que quien interpreta la Escritura no la comprende de manera conveniente; no es el sentido de la Escritura el que se opone a la verdad, sino el sentido que él ha querido atribuirle; lo que se opone a la Escritura, no es lo que en ella figura, sino lo que él mismo le atribuye, creyendo que eso constituía su sentido» (Epístola séptima, Ad Marcellinum).

Esto no significa que le estemos atribuyendo primacía mayor a la ciencia profana sobre las escrituras y a la verdad revelada, sino que, al contrario, ya lo que se ha querido advertir es que nuestras interpretaciones bíblicas no sean contrarias a la razón, a la lógica, ni a la verdad.

Cuando ciertas hipótesis (mal intencionadas, provenientes de los enemigos de Dios), se aceptan con precipitado entusiasmo, y se tiene sólo un conocimiento superficial e infantil de la Religión Católica, entonces para algunos individuos llegan a ver divergencia entre la verdad revelada y la de la seudocientífica. Puesto que la verdadera ciencia se ocupa de revelar las leyes de la naturaleza que Dios creó, la interpretación de sus investigaciones y de sus resultados, no puede estar en oposición a la verdad revelada por ese mismo Dios. En efecto no podemos realizar « sincretismo» entre lo falso y la verdad revelada por Dios, porque caeríamos en la fauces del mal entendido «concordismo». Método que trata de establecer una conformidad absoluta entre la Biblia y las ciencias modernas. Representando una tentativa de encontrar en las Escrituras los principios científicos de varias teorías e hipótesis.

La religión, la filosofía y la ciencia se han mantenido alejadas con el agravante de hacerse mutuamente recriminaciones sin sentido; pretenden ser tres verdades separadas por un abismo. Si las tres corrientes buscan una verdad deben saber que no puede haber sino una sola.

Debido al carácter dinámico de la verdadera ciencia profana, cuyas teorías se modifican constantemente a la luz de las nuevas interpretaciones entregadas a los antiguos como a los recientes descubrimientos, o por causa de los postulados seudocientíficos y teorías sentimentales y fantásticas que aparecen progresistas, las que, sin ninguna comprobación han acrecentado la confianza ciega en los encandilados, que han perdido la cabeza con motivo de las falacias, engaños y falsedades sembradas por los enemigos de Dios.

Aquella es la Carta Magna de la barbarie, de los agentes enemigos de Dios, con la cual han secuestrado la mente de los “tontos útiles de siempre” e imbéciles incapaces de diferenciar una manipulación de una educación sincera, ni lo falso de la verdad. Aquellas son las dos razones por las cuales el «concordismo» unificador ha caído en descredito.

Pero, «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. » (Colosenses 2:Cool.
El señor José Ortega y Gasset escribió:
«Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. Este se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza. Como esos insectos que no hay manera de extraer fuera del orificio en que habitan, no hay modo de desalojar al tonto de su tontería, llevarle de paseo un rato más allá de su ceguera y obligarle a que contraste su torpe visión habitual con otros modos de ver más sutiles. El tonto es vitalicio y sin poros. [...]

No se trata de que el hombre-masa sea tonto. Por el contrario, el actual es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada; en rigor, la vaga sensación de poseerla le sirve sólo para cerrarse más en sí y no usarla. De una vez para siempre consagra el surtido de tópicos, prejuicios, cabos de ideas o, simplemente, vocablos hueros que el azar ha amontonado en su interior, y con una audacia que sólo por la ingenuidad se explica, los impondrá dondequiera. Esto es [...] característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho. El imperio que sobre la vida pública ejerce hoy la vulgaridad intelectual, es acaso el factor de la presente situación más nuevo, menos asimilable a nada del pretérito. Por lo menos en la historia europea hasta la fecha, nunca el vulgo había creído tener “ideas” sobre las cosas. Tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios, hábitos mentales, pero no se imaginaba en posesión de opiniones teóricas sobre lo que las cosas son o deben ser, sobre política o literatura. Le parecía bien o mal lo que el político proyectaba y hacía; aportaba o retiraba su adhesión, pero su actitud se reducía a repercutir, positiva o negativamente, la acción creadora de otros. Nunca se le ocurrió oponer a las “ideas” del político otras suyas; ni siquiera juzgar las “ideas” del político desde el tribunal de otras “ideas” que creía poseer. Lo mismo en arte y en los demás órdenes de la vida pública. Una innata conciencia de su limitación, de no estar calificado para teorizar, se lo vedaba completamente. La consecuencia automática de esto era que el vulgo no pensaba, ni de lejos, decidir en casi ninguna de las actividades públicas, que en su mayor parte son de índole teórica. »


«Como el perro que vuelve a su vomito, así el necio repite su necedad» (Proverbios 26:10).

La física del siglo 20 se fundamentó, en general, sobre dos grandes teorías: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad. A pesar de los aparentes éxitos logrados por cada una de ellas, las dos son incompatibles e irreconciliables. Hay gran contradicción y distancia entre ellas y en estas paradojas se debate la física del este nuevo siglo, en donde se nos impone una luz fotónica con una velocidad que es una supuesta constante universal; unos saltos y piruetas cuánticas en que los electrones pasan de un lado a otro, pero sin pasar por los intermedios; gatos que al unisonó están vivos y muertos; partículas travestidas de ondas; gravedad tipo ascensor; dilatación del tiempo, contracción de la longitud; múltiples dimensiones en la teoría de las cuerdas; la evolución materialista y atea darwiniana, y la fútil “onda electromagnética” adalid del “movimiento perpetuo” capazas escapar de la entropía. Paradojas, absurdos, parcialidades, paradigmas, errores, engaños, equivocaciones y vicios, que se han regurgitados en las aulas y se ha ido convirtiendo en un hábito en los sectores de la vida académica. Entonces, como podría haber un honrado «concordismo» entre la verdad revelada y ese enjambre de falacias e imposturas.

Lo anterior lo saben muchos estudiosos; pocos se atreven a comentar el caso ya que la educación se encuentra monopolizada y rodeada de poderosos intereses económicos, culturales, y políticos de los enemigos de Dios. Pues, los enemigos de Dios, hacen difícil mover el enmarañado aparato de la educación para actualizarla a la época y a la verdad revelada.
Cita:
Esto hace que existan universitarios más extremistas que muchos niñatos sin cultura ¿por qué? porque no saben nada, no tienen ni idea de la vida, de nada, sólo saben demostrar formulas que ni siquiera saben muy bien para que sirven o defender leyes que no tienen sentido.

Es por ello que muchos graduados en filosofía conocen las opiniones cruzadas y contradictorias de los filósofos con más renombre, pero no tienen una opinión propia formada, por lo que el sinsentido es lo habitual en sus expresiones. Y este tipo de filósofos es el que generalmente reclama la validez de la “concesión exclusiva” antes mencionada.

Creo, que la clase de personajes que tú describes son los que le dan mala fama a la filosofía. Y es por culta de ellos, que muchos (dentro de los que me incluyo), en el pasado huíamos despavoridos con solo escuchar la palabra filosofía.

Aquellos individuos, aunque “graduados de filosofía”, no son filósofos ni hacen filosofía, ya que - ni siquiera con la benevolencia de una santa abuelita - se los podría tildar de sofistas.

En efecto, si tú citas o te sostienen en algún postulado de una determinada escuela de pensamiento filosófico, de inmediato esos “anticuarios” harán desmérito de aquella, y ensalzarán una corriente de pensamiento contraria y opuesta. Pero, si en otra ocasión sucede lo contrario, harán escarnio de la que otrora ensalzaron y cantaran alabanzas a la que antes despreciaron. Esa es la moneda que, ellos usan para auto-pagar su propio salario de jornalero ególatra.

Al contrario de los verdaderos filósofos, su manera de actuar esta enjaulada dentro del mismo criterio que utilizan los leoninos “coleccionistas” y “anticuarios”. En donde el valor de un objeto es tasado dependiendo si se habrá de comprar o vender, y en ese sentido, son totalmente consecuentes, pues siempre e invariablemente actúan de la misma manera: ¡En toda ocasión se llevan la “parte del león” de la fábula de Esopo!

Aquellos sujetos, son una especie de veleta que indefectiblemente apuntará en contra de todo lo que opinen los demás, ya que eso les da aire de grandeza y de superioridad. De esa manera, refuerzan su narcicismo, pues en el hecho son los únicos poseedores y manipuladores de esa “verdad” mercantilista y cambiante.

Dentro de su necedad un poco sádica, son felices cuando logran irritar a los demás. Y así como, en el pasado, Sócrates fue el “tábano” de los atenienses; estos sujetos quieren ser la “sarna” de nuestra actual sociedad.

Mientras que Sócrates, filosóficamente, levantaba juicio intelectual contra el pretendido saber de los sujetos que suponían saber lo que no conocían, o que creían “saber algo y saberlo bien”, y a la vez, sobre la inconsciencia de los individuos que se conforman simplemente con vivir tal como viven los demás. Resulta que la inversa de Sócrates, los “anticuarios”, en un mal remedo, no levantan juicio intelectual, sino que – en un reflejo condicionado – repudian todo lo que digan los demás con la finalidad de irritar por irritar :llama:. En el caso de Sócrates, la irritación no era su finalidad.

Aún cuando para muchos les parecerá una locura, la única teoría que se salva (a pesar de la errónea interpretación entregada a los resultados entregados en el absurdo experimento realizado por Michelson y Morley, con la que se prendió destruirla), es la teoría del éter que propusieron los grandes de los siglos 18-19: Huygens, Fresnel, y Faraday, quienes, en el sentido de un espacio lleno de éter, tuvieron más razón que los supuestos gigantes del siglo 20 con su espacio vacío.

Cita:
Creo que todos sabemos que el filósofo llega en sus argumentos a Dios como creador, y el teólogo también trata de Dios como creador; pero para el filósofo el conocimiento de Dios se alcanza como conclusión de un argumento puramente racional, mientras que el teólogo acepta el hecho de que Dios es Creador porque está contenido en la Revelación, de modo que constituye para él una premisa más bien que una conclusión, una premisa que no es supuestamente una conclusión, una premisa que no es hipotéticamente supuesta, sino revelada. Es decir, en lenguaje técnico, la diferencia entre una verdad de la teología y una verdad de la filosofía no es primariamente una diferencia de verdades consideradas materialmente, o según su contenido, sino una diferencia de verdades consideradas formalmente. Esto es, una misma verdad puede ser enunciada por el teólogo y por el filósofo. Pero, el teólogo llega a aquella y la considera de un modo diferente a aquél en que llega a la misma verdad, y la considera, el filósofo.

Entonces: ¿Para qué conformarnos con andar en las tiniebla proporcionadas la engañosa “ciencia” de los enemigos de Dios; o bajo la luz de la Luna que entrega la cambiante ciencia profana; si tenemos la posibilidad hacerlos bajo la luz del Sol de la verdad revelada?
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MensajePublicado: Vie Jul 24, 2009 3:09 pm    Asunto: ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
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«COHERENCIA Y CONSECUENCIA»


Estimado lector, aquí pasaré a relatarle mis vivencias matemáticas. El inicio lo situaré en mi temprana y párvula edad, cuando - si mal no recuerdo - una enjuta y solterona mujer, pero dedicada y entusiasta maestra, me enseñó a sumar y a restar de esta manera: «Dieguito,… si tú tienes dos manzanas y yo te regalo dos ¿Cuántas manzanas tienes?: ¡Cuatro!,… señorita. Y si de ese total de manzanas te comes tres ¿Cuántas manzanas te quedan Dieguito?: ¡Una!,… señorita.». Y dado que comer “manzanas” nunca fue de mi agrado (puesto que no solo me indigestan, sino que además, me causan repugnancia y temor), aconteció que en mi evolución educacional, dejé de avanzar en el estudio, conocimiento y comprensión de las matemáticas, pues antojadizamente supuse que las explicaciones manzanísticas eran totalmente irracionales.

Cuando ya adulto, en mi calidad de Gasfíter renombrado, alguien mal intencionado y enemigo acérrimo de las matemáticas, me convenció que yo estaba facultado para dictar, en un “Aula Magna”, una conferencia en contra de la irracionalidad de las matemáticas y de sus leyes que, en contra de mi concepción liberal y romántica, me prohíbe sumar “papas con manzanas”; a pesar que a la mayoría del pueblo y a mí nos encantan degustar “patatas”. Y, premunido con mi bagaje matemático infantil, les contaré que partí arguyendo que, mi postura, no era la de una crítica racionalista a la irracionalidad de las matemáticas, dado que yo no soy un racionalista. Es más, en la conferencia agregué que yo no diría que escucho y veo las “manzanas”, porque eso me parece una concesión excesiva a las representaciones y existencia de las manzanas matemáticas. Y desde luego, que al igual que Whitman, no vacilé en afirmar que la presencia de las “manzanas” en las matemáticas me resulta incomprensible.

Pero, si algún docto matemático me dijera que lo manifestado en dicha conferencia es una soberana idiotez, y que a la vez, añadiera que mi raquítico y desnutrido bagaje matemático infantil, me impide hablar de lo que no entiendo; dado que mi ignorancia matemática inexcusable me impide, legítimamente, criticar, impugnar o atacar las multiplicaciones y las divisiones; las derivadas y las integrales; la potenciación y la radicación; la geometría plana y la geometría curva; o en fin, que no estoy capacitado para hablar en propiedad en contra de las funciones, de los conjuntos, de las fracciones, del algebra, de la trigonometría, de los logaritmos, del análisis vectorial, de las reglas de tres, de las inecuasiones, del tanto por ciento, de las cantidades imaginarias, de los intereses, de la progresiones, de la geometría analítica, de la anamorfosis, de la serie Fibonacci, de los diferenciales, de las probabilidad, de los limites, y de otras tantas que sería largo de enumerar. Yo le diría, a ese matemático que sea coherente y consecuente con sus propias conclusiones, y que esos mismos fundamentos, los haga extensivo a quien declara que no comprende a Dios, y que, asevera que en su conferencia no hará una crítica racional a la irracionalidad de la religión, dado su conocimiento infantil que tiene de la religión. Porque la coherencia y la consecuencia nos enseñan, que lo reprochable apara los unos también debe serlo para los otros, y que lo aceptable para éstos también tiene que ser aceptable para aquellos.

Este parafraseo, lo he realizado respecto de un caso concreto, actual y de público conocimiento como es el que ya antes les comenté, esto es, el contenido de la conferencia intitulada «¿POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO », realizada el día 04 de Junio de 2003, por el señor Abogado y Profesor de Derecho (Universidad Adolfo Ibáñez y Universidad de Chile), don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ, dentro del ciclo denominado “¿Se Puede Ser Liberal y Católico? ” , que fuera organizado por el Centro de Estudios Públicos de Chile. Asimismo, para hacer el parafraseo he utilizado un léxico y un género literario actual, y me he valido para ello de metáforas e hipérbolas claramente comprensibles para esta época, al menos eso creo.

Sin embargo, en la época en los cuales se escribieron los Evangelios, lo absurdo, del caso actual parafrasea, es evidente que aún no había acontecido; pero si se habían dado algunos casos semejantes; de allí que, al adentrarnos en el análisis de los pretéritos, sea necesario que «el intérprete se traslade mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente y discierna con claridad qué “genero literarios” quisieron emplear los escritores inspirados de aquella edad; pues, los antiguos orientales no usaron siempre la mismas formas y maneras de decir que nosotros hoy»

La omisión de coherencia y la falta de consecuencia actual, a través de la cual se permite a algunos valerse de absurdos para calificar de irracional algo que no lo es, pero que a los otros se les impide obrar de la misma manera, para demostrar la idiotez que significa utilizar tales absurdos, que solamente conducen a la irracionalidad; en la antigüedad tal actitud e incongruencias segregacionista se describía por medio del uso de otro léxico, de otro género literario , de otras metáforas y de otras hipérbolas , como ya hemos tenido oportunidad de constatarlo.

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.»

«Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.»

«Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores…»

«Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!»

«¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!»

«¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.»

Juzgué por sí mismo el lector, si lo que aquí he manifestado y si lo que aquí he transcrito de la Biblia, es falso o es verdadero:
Cita:
Con esta cita, tomada del canto 48 de Walt Whitman en Hojas de Hierba, en la traducción de Jorge Luis Borges, quiero comenzar esta conferencia. Con alguna variación, podría hacerla mía. Yo no diría que escucho y veo “a Dios”, porque eso me parece una concesión excesiva a las representaciones semíticas de la divinidad, esto es, la representación de las que se denominan a sí mismas como religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Sí hablaría, en cambio, de escuchar y ver la divinidad, o escuchar y ver a los dioses, en cada cosa y en cada minuto del día. Y desde luego, que al igual que Whitman, no vacilaría en afirmar que esa presencia me resulta incomprensible.

Con esa cita quiero partir afirmando el sentido de estos cuarenta y cinco minutos que el Centro de Estudios Públicos, por intermedio de una invitación de Ernesto Rodríguez, me ha concedido generosa y honrosamente para hablar con ustedes.

Según instrucciones precisas de la convocatoria, esta conferencia debe tener un carácter más bien testimonial. No se espera de mí una conferencia de tesis, sino más bien una honesta conversación, vinculada a mi propia biografía, acerca de la tensión entre una convicción política liberal y el credo religioso cristiano. Efectivamente, ese ha sido mi caso personal. Yo experimenté esa tensión y la viví como crisis a la misma edad que tiene la mayoría de los aquí presentes, es decir, durante mis estudios universitarios de grado.

Egresé de la educación secundaria con una cierta identidad religiosa e ideológica. Me definía como católico, practicaba y observaba los ritos y deberes de esa religión, y adhería —harto flexiblemente eso sí — a una ideología social-cristiana. Todo ello provenía básicamente de mi formación escolar en un colegio con vinculaciones eclesiásticas, como es Colegio Saint George’s. El ingreso a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile rápidamente me despojó de mi percepción social-cristiana de la política, para asumir un punto de vista liberal en las cuestiones de justicia. Con los años, esta perspectiva liberal se ha reforzado, aunque no sin momentos de perplejidad.

La evolución de mis sentimientos religiosos fue distinta. Una vez que la lectura de la filosofía de la ciencia me demostró la candidez de los criterios de verdad con que yo justificaba mis convicciones, mi catolicismo cayó por su propio peso. Simultáneamente, la lectura de un pequeño libro, El Cristianismo Primitivo, de Charles Guignebert, provocó la crisis de muchas de las representaciones que sostenían esa condición católica que yo profesaba. En suma, advertí que mi religiosidad era puramente intelectual, y que se trataba de una condición intelectual de pésima calidad. Mejoré sustantivamente mi formación leyendo epistemología y filosofía moral y me despreocupé por completo del sentimiento religioso. Así comencé mi vida adulta. En un principio, sin la práctica institucional de la religión católica. Con el tiempo, desligándome de las creencias religiosas cristianas en un sentido mucho más amplio. Así puedo decir hoy, y con alivio, que ni siquiera soy cristiano.

Pero mi postura en la conferencia de hoy no es la de una crítica racionalista a la irracionalidad religiosa. Yo no soy un racionalista. Por cierto, considero que las cuestiones públicas tenemos que discutirlas y decidirlas en términos de aceptabilidad racional. Pero no creo que el sentido de la vida o el sentido del mundo debamos constituirlo exclusivamente a partir de consideraciones racionales. Esto marca incluso la clase de liberalismo que suscribo. No es usual hacer la distinción entre un liberalismo racionalista y un liberalismo romántico, pero es una distinción válida. Yo suscribo una concepción romántica del liberalismo. El despliegue del espíritu en todas las direcciones posibles, como lo entendieron Humboldt y Mill, es mi razón predilecta para afirmar la prioridad de la libertad. Y eso incluye la emoción. Y esto incluye el sentimiento religioso. La religiosidad, así como las otras formas de expresión de la pasión humana, me parecen todas merecedoras de la mayor atención y del mayor respeto, por lo menos en la medida que satisfagan una condición de sinceridad expresiva (y que no tengan efectos coercitivos en los demás, obviamente).

La cita tomada de Whitman me permite contrastar el título de la conferencia, haciendo ver incluso que ese título puede inducir a engaño. “Por qué es preferible ser liberal que católico” pareciera anticipar la tesis de que se trata de una contraposición simétrica de dos opciones. Es decir, que frente al credo católico, el credo liberal planteara una alternativa que pretendiese satisfacer todas las necesidades humanas que el credo católico sí pretende satisfacer, y que enfrentado uno a esas dos opciones, la opción católica debería ser descartada a favor de la opción liberal. Desde luego no es eso lo que pienso.

El liberalismo es una teoría de la justicia política. Es además una teoría de la justicia política que se autoimpone una fuerte restricción en el ámbito de cuestiones respecto de las que tiene pretensiones de validez. El catolicismo, por el contrario, es una religión. Es decir, es un discurso que pretende tener una respuesta omnicomprensiva a las necesidades de sentido de la vida personal. En particular, esta pretensión omnicomprensiva se concreta en lo que bien puede ser considerado como el aspecto central de la religión católica (y de toda variante de la religión cristiana), que es su soteriología, es decir, su doctrina de la salvación.

En esa pura comparación inicial se refleja que no se trata de alternativas simétricas. Es decir, que el liberalismo no pretende tener respuestas alternativas para todas las respuestas que pretende dar el catolicismo. Por lo tanto, uno no puede plantear la cuestión de liberalismo vs. Catolicismo como podría plantearse la cuestión de qué credo cristiano preferir desde algún punto de vista que pudiese ser relevante a todos los credos cristianos, o, también, cuál de las tres religiones semíticas preferir desde algún punto de vista que pudiera ser relevante para las tres.

Esto es así porque, como dije, no se trata de respuestas alternativas a una misma pregunta. La pregunta por el punto de vista desde el cual corresponda definir el sentido de la vida personal y el sentido del mundo no es una pregunta que el liberalismo asuma. Francamente, el liberalismo no tiene la pretensión de asignar sentido a la vida personal de los individuos. Desde ese punto de vista, aquello a lo cual el catolicismo pretende dar respuesta es algo a lo cual el liberalismo deja como pregunta abierta. No hay una respuesta desde la teoría de la justicia política liberal a muchas de las preguntas que el catolicismo pretende responder.

Así que la pregunta de por qué es preferible ser liberal a ser católico, más bien debería plantearse del siguiente modo: ¿Es compatible la teoría liberal de la justicia con los postulados de la religión católica? La otra pregunta, la del título, tiene eso sí la virtud de explicitar la consecuencia de una respuesta negativa: si no es compatible, hay que criticar la religión católica. Es decir, que el problema de la compatibilidad es un problema de los católicos, no de los liberales.

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Diego Villa- Aguilera del Pedregal



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MensajePublicado: Dom Jul 26, 2009 6:52 pm    Asunto: ONUS PROBAND
Tema: POR QUÉ ES PREFERIBLE SER LIBERAL QUE CATÓLICO
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ONUS PROBANDI

El fundamento del onus probandi radica en un viejo aforismo que expresa: "lo NORMAL se presume verdadero, y lo ANORMAL, para que pueda ser aceptado como verdadero, debe demostrarse". Las máximas o dogmas en el léxico jurídico se llaman aforismo; en el léxico religioso se las denominan parábolas, y en el léxico coloquial se las singulariza como fabulas, por nombrar algunas de las muchas máximas usadas en los variados léxicos del pasado y del presente, las que sin duda serán muy diferentes a los que se usarán en el futuro.


En consecuencia, la carga de la prueba, esto es, entrar a determinar qué litigante tiene la obligación de demostrar la veracidad de sus afirmaciones con pruebas fehacientes y suficientes, se resuelve con dicho aforismo: “Le incumbe probar a aquél que alega una situación contraria al orden normal de las cosas, porque nadie está obligado a probar que lo negativo no es así”. Y como dijo el personaje Sherlock Holmes: “Una vez que se ha demostrado que, lo posible o lo normal, debe ser excluido, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”.

¡Diego me agredió señor juez!, y como el orden normal de las cosas consiste en que los individuos no anden agrediendo a las personas, entonces será el agredido el que tendrá que demostrar con pruebas que Diego - rompiendo el orden normal de las cosas - se transformó en un agresor. Si Diego, alega que agredió a Pedro en defensa propia dado que aquel lo agredió primero; entonces, a confesión de parte relevo de pruebas, y en ese evento tendrá que ser Diego quien demuestre que Pedro fue el primero que incurrió en la agresión.

Así de evidente y simple resulta aplicar el fundamento del onus probandi (peso de la prueba)

Premunidos de tales elementos pasemos a analizar lo argüido en la conferencia de don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ:
Cita:
… Pero mi postura en la conferencia de hoy no es la de una crítica racionalista a la irracionalidad religiosa. Yo no soy un racionalista.
¿Cuál es el orden normal de las cosas, la racionalidad o la irracionalidad, y por tanto en quién recae el onus probandi? Es más que lógico y evidente, que alguien que, de manera irracional, critique lo que considera antojadizamente de irracional en otro, es lo ANORMAL.

Reitero el ejemplo precedente, pues ilustra con mayor claridad la cuestión en estudio: Si yo demuestro o confieso que soy agresor de alguien que le imputo haber sido previamente mi agresor, no estoy probando de manera alguna que ese otro sea una agresor. Así de simple es obtener o llegar el resultado.

Entonces, enfrentados como estamos ante la circunstancia en que alguien irracionalmente ha acusado de irracional a la religión católica, no nos queda otra alternativa posible que hacer recaer en él el onus probandi, por ende, la obligación de demostrar de manera lógica, racional, y cuerda que la religión católica es irracional, dado que la religión frente a esa idiotamente absurda acusación no está obligada a demostrar que no es irracional.

Y bajo el prima legal, nos bastaría, llegar hasta aquí con nuestro análisis, para sostener que, don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ, no ha demostrado absolutamente nada en contra de la religión católica. Y que por lo mismo, sus críticas, no pasan más allá de ser unos absurdos infundios irracionales. [/quote] El liberalismo es una teoría de la justicia política. Es además una teoría de la justicia política que se autoimpone una fuerte restricción en el ámbito de cuestiones respecto de las que tiene pretensiones de validez. El catolicismo, por el contrario, es una religión. Es decir, es un discurso que pretende tener una respuesta omnicomprensiva a las necesidades de sentido de la vida personal. En particular, esta pretensión omnicomprensiva se concreta en lo que bien puede ser considerado como el aspecto central de la religión católica (y de toda variante de la religión cristiana), que es su soteriología, es decir, su doctrina de la salvación.

Así que la pregunta de por qué es preferible ser liberal a ser católico, más bien debería plantearse del siguiente modo: ¿Es compatible la teoría liberal de la justicia con los postulados de la religión católica? La otra pregunta, la del título, tiene eso sí la virtud de explicitar la consecuencia de una respuesta negativa: si no es compatible, hay que criticar la religión católica. Es decir, que el problema de la compatibilidad es un problema de los católicos, no de los liberales. [/quote] Toda esa cháchara grandilocuente argüida por don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ, la podemos asimilar con el siguiente sofismo o artilugio irracional, carente de toda honradez intelectual: Si Dios todo lo puede, entonces tiene la capacidad de crear una piedra tan pesada que no la pueda levantar. Y si no es capaz de crearla, o si una vez creada no es capaz de levantarla, quedará demostrado que no es efectivo que, Dios, todo lo puede.

Dios todo lo puede, eso sí dentro de los límites lógicos y racionales que regula su propia ley divina, ya que, transgredirla significa pecar, y Dios voluntariamente respeta y se somete a su propia ley, pues Dios jamás la ha transgredido, pues Él no puede pecar.

En efecto, Dios, en el Cielo y en la Tierra, en el pasado, en el presente y en el futuro, siempre hará sólo las cosas que su propia Ley le permiten hacer. Además, no el lícito a los humanos someter a tentaciones ni a prueba a Dios [Deuteronomio 6:16; Mateo 4:7; Lucas 4:12, I a los Corintios 10:9], menos aún ponerlo a prueba con la absurda “creación y levantamiento de piedras”, ni tampoco reprocharle que su Ley divina es incompatible con las teorías humanas o de los ideales liberales terrenales, con las cuales se nos incitan a desatar ese “nudo gordiano” que, si bien nos subyuga a la ley de Dios, no es menos verdad que su yugo es suave y su carga ligera (Mateo 11:30).

Liberalismo guía y faro terrenal, que cuela el mosquito y traga el camello, que según se demostró, se presenta “travestidos con piel de oveja” con sus bellas palabras y cantos de sirena que llevarán a la humanidad directamente «al drenaje ancho y fácil del frenesí liberal », que – en el mejor de los casos – la hará caer al interior de la sentina de vicios y depravaciones, por ende al fondo de un resumidero: ¡exento de toda moral y virtud!, como es la gran doctrina internacional denominada la “teoría de género”, con la cual se pretende implantar en Chile el “hedonismo”, esto es, aquella “doctrina” que tiene como único principio la buscar del placer sexual, incluso a través de la aceptación de las uniones entre homosexuales y entre lesbianas con los mismos derechos de los matrimonios, ya que según el ateísmo y la teoría de género, son formulas para libera a las mujeres de la “tiranía de su naturaleza biológica”, permitiéndoles escapar del “estado de barbarie del embarazo”.

Pero los Padres de la Iglesia, en más de una oportunidad al mundo le han demostrado la verdad; esto es, que la religión católica es racional, lógica, cuerda, y buena, porque ellas respeta y se somete a la Ley divina, que obviamente, por provenir de Dios, también son racionales, lógicas, cuerdas, y buenas.

Quien diga lo contrario, lo estaría diciendo desde el podio de la ignorancia, pues estaría significando que nunca leyó la Biblia, ni el Catecismo de la Iglesia Católica (numerales 35 ss., 50, 156 ss., 274, 286, 377, 812, 1319, 1704 ss., 1731, 1767, 1778, 1781 ss., 1804, 1849, 1951, 2037, 2040, 2071, 2312, 2535, y 2727). Y es por eso que he dicho en más de una oportunidad, que tengo la impresión que, don ANTONIO BASCUÑAN RODRÍQUEZ, nunca ha leído la Biblia ni el Catecismo, o que, si eventualmente alguna vez los leyó, al parecer ya se le olvidó, o cuando los leyó no entendió nada de nada.

Para terminar este punto, a los escépticos les diría que leyeran “Las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios, de Santo Tomás de Aquino”, en donde expuso con pruebas racionales la existencia de Dios, las que por ser probanzas racionales, no son una intuición inmediata, ni una experiencia interna, ni un dialectalismo apriorístico, sino una consideración atenta, racional, honrada, lógica. La fuerza de dicho proceso demostrativo de la existencia de Dios se sostiene, entre otros, en el principio de causalidad, y causa primera.

Estoy consciente que muchos iluminados trataran de destruir la obra de Santo Tomás de Aquino, en base a lo que arguye el cientificismo materialista y ateo, que no encontró otra cosa mejor que eliminar la causalidad con el absurdo “interminismo” de la mucho más absurda teoría de la mecánica cuántica, la cual, al decir de JUAN ARTURO GROMPONE: Veamos, por ejemplo, el pequeño caos de la Mecánica cuántica, tan lejos de una teoría satisfactoria, tan vació de contenido filosófico, tan poco humano [… tan ilógica e irracional, en donde no existe un esfuerzo mínimo a su crítica] . Cuánticos, que dotan a sus subpartículas atómicas del mismo “libre albedrío” que le niegan a Dios que nos lo haya concedido; mismos que prohíben hacer representaciones físicas de sus formulas matemáticas, pero que se burlas porque Dios por habernos prohíbe hacerla de Él. He aquí otro ejemplo de inconsecuencia y falta de coherencia del cientificismo materialista y ateo.

Y para qué hablar de la “causa primera” bajo el prisma del cientificismo materialista y ateo, en que negándosela a Dios (reliquia de tiempos pasados), se la indilgan al idolatrado azar, el cual, no es sino la causa sine qua non, de la ignorancia humana; algo mágico aunque se le presente con ropaje matemático, no deja de ser la continua hipótesis materialista de la creación espontanea ex nihilo (de la nada y por nadie), de la materia y de la vida.
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