Pescador Asiduo
Registrado: 03 Dic 2005 Mensajes: 194 Ubicación: San Agustín, Jalisco, México
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Publicado:
Mar Mar 21, 2006 11:27 pm Asunto:
Ser discípulo sin Iglesia
Tema: Ser discípulo sin Iglesia |
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Hola de nuevo hermanos; después de una larga ausencia me presento otra vez. Un abrazo para todos, ojalá pueda platicar con ustedes pronto.
Fíjense que últimamente me he encontrado con un fenómeno curioso, mientras que nuestros hermanos separados protestantes usan principalmente el siguiente argumento:
1. Unos dicen que su secta es la verdadera Iglesia de Cristo. Que ellos tuvieron que restaurarla, porque la antigua Iglesia, la católica, se había apartado de la verdad.
Me acabo de encontrar con varias que piensan de esta manera:
2. Cansados de tanta división y tantas sectas que hay entre ellos, hacen otra división más, y pretenden llamarse simplemente “cristianos”. Ellos no son, ni quieren ser una iglesia más mientras afirman que lo mismo da pertenecer a cualquier iglesia, o no pertenecer a ninguna. Eso es secundario, dicen, basta creer en Jesucristo y leer la Biblia.
Pero, ¿tienen realmente razón? ¿qué nos enseña la Biblia sobre esto? Veamos:
Cristo mismo habla de establecer su Iglesia (Mt 16,18) la cual es llamada también “la Iglesia de Dios” (1Cor 10,32; 11,22; Gal 1,13; lTim 3, 5.15).
La Iglesia es la reunión o asamblea (en griego “ekklesía”), formada por los llamados por Cristo para ser santificados (1Cor 1,1-2). La Iglesia es una comunidad visible (Hch 2, 42-47) que continúa a través de la historia (Mt 28,20), organizada y dirigida por los mismos pastores que Cristo le dejó, para que la apacentaran en su nombre (Mt 28,18-19; Jn 20,21-22; 21,15-17).
A la Iglesia se entra por medio del Bautismo, Sacramento de la fe (1Cor 12,13), el cual nos incorpora a Cristo, muerto y resucitado (Rm 6,3-5). Es decir, por la misma fe con que nos unimos a Cristo, nos unimos también a la Iglesia.
La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, formado con los judíos que reconocieron en Jesús al Mesías, y con los paganos que creyeron en el Evangelio (Hch 11,14-18; Rm 9,24-26; 1Pe 2,9-10).
Así como Dios escogió a Israel e hizo con él una alianza (Ex 24,38), así también, en Cristo, Dios hizo un nuevo pueblo, el verdadero Israel (Gal 16,15-16), del cual el antiguo era sólo figura, e hizo con él una Alianza nueva y definitiva, sellada con la sangre de Cristo (Mt 26,26-28).
Dios, por tanto, no sólo llama a cada hombre a una relación individual con Él, sino que nos quiere unidos en una Comunión, que es la Iglesia, formada a imagen de la Trinidad (lJn 1,3; Hch 4,32).
Cristo quiere identificarse de tal manera con su Iglesia, que rechazarla a ella (especialmente a los que ha puesto como pastores en su lugar) es rechazarlo a Él (Lc 10,16); perseguirla a ella, es perseguirlo a Él (Hch 9,1-6).
Tan íntima es la unión entre Cristo y la Iglesia, que se nos presenta con la comparación de la cabeza (Cristo) y el cuerpo (Iglesia) (Ef 1,22-23; 5,23; Col 1,18; 2,17-19); o con la comparación del esposo (Cristo) y la esposa (Iglesia) (Ef 5,25- 27).
“Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Credo confesamos como Una, Santa, Católica y Apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección encomendó a Pedro para que la apacentara (Ver Jn 21,17), confiándoles a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (Ver Mt 28,1 8ss), y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad (lTim 3,15)”.
Dios los bendice. _________________ Ef 6, 13-17 |
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