Carta a la Virgen

[roberto viera gonzalez]

Jueves 06 de Abril de 2006. Juan 8,51-59: Quien guarde mi palabra diariamente, no morirá.

‘Transparencias’

¡Buenos Días, Madre Nuestra! ¿Será la primera vez que te escribo? Pensar que no lo recuerdo. ¿Sabes? Me impresiona tu forma de ayudar. Es como mágica, suave, insignificante. Me recuerdas a mi madre carnal. ¿Estará a tu lado? Ella partió hace apenas 4 meses.

Meditaba recién en el Quinto Misterio del Santo Rosario. Ayer correspondió el Rosario Glorioso. Le llamamos: La Coronación de María Santísima como Reina de todo lo creado.
Estamos bajo un gobierno de mujeres. La Moneda, nuestro palacio de gobierno, se ha llenado de mujeres. Pero, no te reconocen. No tienen idea de tu poder. Nadie les habló jamás de este misterio que nos relata hoy Juan acerca de tu Hijo. Tratan a tu hijo de endemoniado. Aquí en Chile no llegan a tanto. Mientras no aparezcan locos como yo. Yo soy un loco, lo reconozco. Pero, tus milagros, ¿no son acaso una locura? Amarlos, saborearlos, vivirlos en la intimidad de un oratorio. ¡Qué pena que el Chile de la tele, se haya apartado tanto del cielo! Pero, Dios es justo y lamentablemente reclamará.

Cuando leo el Evangelio, acostumbro a cambiar la palabra fariseo por católico. Creo que pocos quedan, como don Pablo Longueira, que se atrevan a hablar de estas cosas. Se nota en el lenguaje social. En el quehacer social. Por ejemplo aquí en La Reina ya no interesa la Naturaleza. Se destruyen árboles maravillosos. La única comuna del Gran Santiago que se veía desde tu cielo como una gran mancha verde. ¡Y pensar que el Alcalde es católico!

Nada es necesario cuando se tiene tu compañía, la compañía de Tu Hijo. Sin embargo me equivoco, todavía hay tantos que creen en ustedes. Publicito el agua bendita, los santitos, los altares. Y la gente me los pide. Este pueblo ingrato, Madre Mía, te sigue teniendo en su corazón.
Leo y medito nuevamente el Evangelio y la hora corre, ya son las 4.45 Am. Y me da mucha risa. ¡Qué manera de confundir tu Hijo a los fariseos! Igualito que ahora. ¿Sabes, Madre Buena? Nada ha cambiado. Absolutamente nada. El poder de la iglesia sigue estando en los pobres, en los desamparados, en los de la calle. El clero anda medio perdido. Yo lo veo mientras recorro la ciudad en mi bicicleta. El pueblo, el pueblo te ama, María.

Bueno, Madrecita. Te dejo. Gracias una vez más por no dejarme tú a mí. Escóndeme dentro de tu corazón. Autorízame a acercarme a la llaga del costado de Jesús. No me interesa otra Escuela que no sea la del Amor. Urge que en Chile los niños aprendan a amar. Perdóname, pero debo embriagarlos hoy mismo con los deleites del cielo. ¡Apartaos de mí, deleites de los sentidos!

Atte. en Vuestro Hijo, Roberto Viera González.


(Comentarios diarios del Evangelio en www.bibliotecasvirtuales.com Cultura y Sociedad, Espiritualidad o www.catholic.net foros de discusión, Reflexiones Personales).
_________________
me interesan los temas sobre santidad