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Sobre el inicio de la vida humana

 
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Sab Abr 29, 2006 7:32 am    Asunto: Sobre el inicio de la vida humana
Tema: Sobre el inicio de la vida humana
Responder citando

Moderadores:

Creo que este tema normalmente pertenecería al foro de especialistas en Bioética, pero me gustaría que permaneciera aquí pues pretendo tocar un punto que me gustaría compartir con una audiencia más amplia que la que normalmente frecuenta el foro de Bioética, que es el de NO sobre-exhaltar la genética como argumento en defensa de la vida. Si de cualquier manera deciden moverlo, no tengo objeción al respecto.

Estimados hermanos en Cristo:

A raíz de posturas encontradas que surgieron durante discusiones de los comentarios del Cardenal Martini, de los que ya existen temas para discutir, por lo que les pido que NO lo hagamos aquí; el hermano Asterix y un servidor hemos decidido abrir este tema con respecto a un detalle que puede ser realmente controvertido:

Sabemos que la Iglesia enseña que la vida humana comienza y debe ser protegida desde la concepción. Esto es creido y no ha sido negado ni por el Cardenal Martini, ni por Asterix, ni por un servidor: todos estamos de acuerdo por nuestra propia convicción personal y, desde luego, por filial obediencia al Magisterio.

La gran pregunta que se tocó en esa entrevista y que solicitamos sea el tema exclusivo que se discuta bajo este epígrafe (y no la sinceridad, ortodoxia, fidelidad al Magisterio o cualquier otro asunto relativo al Cardenal o a sus declaraciones) es: ¿pero en qué instante específico se realiza la concepción? Esto es ¿en qué instante específico comienza la vida humana?
La respuesta puede parecer engañosamente "clara": ¡pues cuando se unen los gametos masculino y femenino! Pero entonces es fácil replantear la pregunta ¿y en qué momento específico se unen?

Y esta pregunta surge porque precisamente el Cardenal Martini sostiene que la concepción tiene lugar hasta que los dos pro-núcleos en el óvulo se unen, formando un sólo y verdadero núcleo en el cual, por primera vez, se encuentra la totalidad del código genético de la nueva persona.
Esta última aseveración, tal cual ha sido planteada, indicaría que la persona humana NO es concebida (no hay concepción) inmediatamente tras el encuentro o unión de la célula seminal con el óvulo; lo que genéricamente se ha llamado "fertilización"; sino hasta que el pronúcleo que contiene el ADN de la célula seminal (23 cromosomas) se fusiona con el ADN del pronúcleo del óvulo (23 cromosomas) para dar lugar a un genoma humano completo (46 cromosomas).
Esta idea ha encontrado eco en algunos hermanos que la consideran suficientemente fundamentada.

Por otro lado, sin embargo, mi parecer personal es que no es así. Me parece a mí que la genética ha ejercido una fascinación exagerada que nos ha llevado a menospreciar el valor y contribución de muchos otros procesos bio-físicos y bio-químicos que globalmente considerados y armoniosamente integrados constituyen la parte material de lo que hemos llamado "vida". Y es entonces esa fasinación exagerada sobre el valor de la genética la que ha dado lugar a la postura antes descrita que me parece a mí biológicamente insostenible.
Si no es, de acuerdo a mi opinión, en la unión de los pronúcleos donde se consigue al fin la verdadera unión de los gametos y, en consecuencia, la concepción ¿pues entonces dónde es?
Creo que todos tendremos claro que es absolutamente seguro hablar de ausencia de vida humana mientras las dos células germinales no se hayan tocado mutuamente. De modo que el intervalo de incertidumbre quedaría definido entre el primer instante en que las células se tocan, hasta el instante en que se unen los dos pronúcleos, a partir del cual ya nadie me parece que podría sostener que no ha ocurrido la concepción.

Es importante subrayar que nada de lo que aquí se discuta, en la medida en que se haga en los términos planteados, atenta contra la enseñanza del Magisterio, puesto que subrayo una vez más que NO se pone en cuestión el hecho de que la vida propiamente humana comienza a partir de la concepción, sino que lo que se busca encontrar es un entendimiento mayor de lo que la ciencia puede decir con respecto al instante mismo en que tal concepción ocurre.

Es igualmente importante subrayar que el presente debate en modo alguno se debe pensar como teniendo implicaciones directas sobre la procedencia o no de realizar procedimientos como la fertilización in vitro. Y esto ocurre por dos razones:
1. Porque, como lo señala el Siervo de Dios Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae:
Cita:
Por lo demás, está en juego algo tan importante que, desde el punto de vista de la obligación moral, bastaría la sola probabilidad de encontrarse ante una persona para justificar la más rotunda prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar un embrión humano.

De modo que la misma existencia del debate señala que la vida debe ser protegida como tal (aunque tal vez no necesariamente lo sea) desde el primer instante en que comienza la duda de si ya existirá (lo que antes hemos definido como el primer instante en que las células germinales -o gametos- se tocan mutuamente). Así, mientras no exista no tan sólo un consenso generalizado, sino de hecho pruebas contundentes e irrefutables de que la concepción NO ha ocurrido antes de un determinado momento, entonces la sola duda, por mínima que sea, justifica actuar como si de hecho se tuviera completa seguridad de que se está ya frente a una vida humana.
2. Por los fundamentos teológicos más profundos que protegen la manera en que debe ser concebido el ser humano, los cuales en otros aportes he expresado de manera extensa, pero que ahora resumiré como: la voluntad de Dios es que todos sus hijos sean concebidos como frutos de una entrega plena en el amor; la que será para cada uno reflejo del Amor Trinitario en el que ha sido en verdad creado. Cualquier procedimiento técnico que tienda a suplir y no tan sólo a coadyuvar los resultados de esa entrega mutua, es entonces intrínsecamente contrario a la voluntad de Dios.
Así, estos dos principios determinan que, aún cuando se presuponga, o incluso se comprobara que la vida humana no comienza antes de la fusión de los pronúcleos; de todas formas debe ser protegida su concepción natural por la entrega mutua de los esposos, la que debe salvaguardarse como el signo privilegiado por el que Dios quiso expresar al hombre el Amor en el que ha sido creado.

Sin embargo, lo anterior no convierte en inútil o irrelevante este debate. Pues, por ejemplo, si en efecto se lograra demostrar que la tesis de que la concepción ocurre hasta que los pronucleos se fusionan, y si la técnica de fertilización in-vitro -que ya vimos que es de todos modos intrínsecamente pecaminosa- pudiese avanzar hasta el punto de que en verdad fuese posible interrumpir la fertilización en el punto en el que los pro-núcleos no se han fusionado, y fuera posible almacenar los que entonces justamente serían llamados "pre-embriones" en ese punto. Entonces los tales "pre-embriones" NO serían en verdad vida humana; por lo que no se agregaría el pecado de destruir la vida o someterla a la esclavitud de un congelador, a aquel pecado que de todos modos se cometería de no respetar el plan de Dios para la concepción de cada persona humana.


Finalmente y para dar paso al debate, quisiera solamente agregar el comentario de que, dentro de eso que el Cardenal Martini justamente describió como un proceso continuo dentro del que es difícil establecer el instante preciso en le que se da el salto cualitativo donde realmente comienza la vida humana; mi propia postura de base ante este debate NO es que la vida comience en el primer instante que se tocan las células germinales, aunque, como ya he dicho, la duda nos debe mover a proteger la vida desde ese momento hasta que no se demuestre incontrovertiblemente lo contrario.
Sino que mi postura es que la vida propiamente comienza cuando las membranas celulares de ambos gametos se encuentran y se produce la desestabilización y fusión de las mismas. Es precisamente a partir de entonces que el ovocito comienza un curso de acción distinto al que seguiría en caso de no ser fecundado. Proceso que se conoce con el nombre de activación, y que determinará la formación de la bien conocida barrera que impedirá la entrada de células seminales competidoras, a la vez que el menos conocido proceso de reanudación de la meiosis (que es un proceso de división celular que se encontraba detenido hasta ese momento).

Bueno, esa es mi postura, pero ¡que comience el debate! Wink

Saludos y bendiciones
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