CarlosR26† Veterano
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Publicado:
Dom May 14, 2006 2:34 pm Asunto:
La Critica de la Biblia por CS Lewis
Tema: La Critica de la Biblia por CS Lewis |
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Esporas de helechos y elefantes.
Fragmentos
C.S.Lewis
Una teología que niega la historicidad de casi todo lo que acontece en los
Evangelios, a los cuales la vida, el afecto y el pensamiento de los
cristianos se aferran desde hace casi dos mil años -estamos frente a una
teología que, o niega totalmente lo milagroso o que, más raro aún, después
de tragarse el camello de la Resurrección, cuela mosquitos como el milagro
de dar de comer a multitudes- si se ofrece esta teología al hombre sin
educación, habrá dos posibilidades: o bien se hará Católico Apostólico
Romano, o ateo.
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Los teólogos que se han ocupado de la crítica del Nuevo Testamento son los
que principalmente han minado la vieja ortodoxia. Por respeto a la autoridad
de los que dominan esta disciplina, se nos pide renunciar a una enorme
cantidad de creencias compartidas en común por la Iglesia primitiva, los
Padres de la Iglesia, la Edad Media, los reformadores y hasta por el s. XIX.
Quiero explicar lo que despierta mi escepticismo hacia esta autoridad. Soy
escéptico ignorante, como verán Uds. fácilmente; el escepticismo es el
padre de la ignorancia. Cuesta mucho perseverar en estudios meticulosos
cuando no se tiene confianza prima facie en sus profesores.
En primer lugar, sean lo que sean esos hombres como críticos de la Biblia,
yo desconfío de ellos como críticos. A mi parecer carecen de juicio
literario, de percepción acerca de la calidad misma de los textos que están
leyendo . Parece extraño dirigir una acusación de este tipo contra hombres
que han dedicado toda su vida a estos libros. Pero justamente ese puede ser
el problema. Un hombre que ha dedicado su juventud y su madurez al estudio
minucioso de los textos del Nuevo Testamento y a los estudios de otros
sobre dichos textos, cuya experiencia literaria de estos textos carece de
una norma para hacer comparaciones, experiencia que surge solamente de la
lectura amplia, profunda y genial de la literatura en general, pasará por
alto los elementos más obvios de esos textos. Si él me dice que algo que
aparece como un Evangelio es leyenda o romance, yo quisiera saber cuántas
leyendas o romances ha leído, cuán bien entrenado está su paladar literario
en diferenciarlos; y no cuántos años pasó estudiando ese Evangelio.
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Esos hombres me piden que crea en su capacidad de leer entre líneas en los
viejos textos, pero resulta evidente su obvia incapacidad para leer las
líneas mismas, tomando cualquier sentido de la palabra leer que valga la
pena discutir. Pretenden ver la espora del helecho, cuando no logran ver un
elefante a diez metros de distancia y a plena luz del día.
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Todo este tipo de crítica intenta reconstruir el origen de los textos
estudiados: establecer cuáles documentos desaparecidos empleó cada autor,
cuándo y dónde escribió , con qué objetivos, bajo qué influencias todo el
Sitz im Leben del texto-. Todo esto se hace con inmensa erudición y gran
ingenuidad. A primera vista resulta muy convincente. Creo que a mí
también me convencería, si no fuera porque poseo un talismán contra ello:
la hierba "moly". Me disculparán si ahora hablo durante un rato de mí. El
valor de mis palabras consiste en que son testimonio de primera mano. Lo
que me protege contra todas esas "reconstrucciones" es el hecho de que las
he visto desde el otro extremo. He observado a los críticos reconstruir el
origen de mis propios libros de esta misma manera.
Hasta que uno mismo no es criticado, uno nunca creería cuan pequeña es la
parte del análisis que se dedica a la crítica en sentido estricto:
evaluación, halago o censura del libro. La mayor parte de la crítica se
ocupa de historias imaginarias de cómo fue escrito. Los términos mismos que
emplean los críticos para elogiar o rechazar implican, a menudo dicha
historia. Elogian un trozo como 'espontáneo', y rechazan otro como
'esforzado'; es decir creen saber que Ud. escribió el primero currente
calamo, y el otro invita Minerva.
Me di cuenta muy al principio de mi carrera qué valor tienen tales
reconstrucciones. Había publicado un libro de ensayos, y aquél en el que
había puesto gran parte de mi corazón, aquél que realmente me importaba y
en el que había depositado vehemente entusiasmo, trataba de Willam Morris.
Casi en la primera crítica que recibo de la obra, se me informó que ese era
obviamente el único ensayo de todo el libro en el que yo no había puesto
ningún interés. No se equivoquen. El crítico tuvo razón, creo hoy, al
considerarlo el peor de los ensayos del libro, al menos todo el mundo estuvo
de acuerdo con él. En lo que estuvo totalmente equivocado es en su
historia de las causas de la insipidez de ese ensayo.
Bien, esta experiencia me obligó a prestar atención. Desde entonces,
observo cuidadosamente las historias imaginarias similares, tanto en mis
libros, como en los libros escritos por amigos, cuyas verdaderas historias
conozco. Los críticos, favorables o no, le atribuirán tales historias, con
seguridad; declararán cuáles fueron los acontecimientos públicos que
dirigieron la mente del autor hacia una cosa u otra, qué otros autores lo
influenciaron, cuál fue su intención global, hacia qué público se dirigía
principalmente, por qué y cuando hizo todo.
Ahora tengo que dejar primero sentada mi impresión. Luego, aparte, diré lo
que puedo constatar con certeza. Mi impresión es que en toda esta
experiencia, ninguna de estas conjeturas acertó en un sólo punto: es decir
que la metodología indica un error del cien por cien. Se podría esperar que
por pura casualidad los críticos acertasen tantas veces como desaciertan,
pero me parece que no es así. No puedo recordar ni un solo acierto. Pero,
como no tengo un archivo cuidadoso, mi pura impresión puede estar
equivocada. Lo que sí puedo afirmar con certeza es que la mayoría de las
veces se equivocan.
Sin embargo, si uno no conociese la verdad, tales conjeturas suenan a
menudo convincentes. Muchos críticos afirman que el Anillo en el libro de
Tolkien, El Señor de los Anillos, se inspiró en la bomba atómica. Nada más
creíble. He aquí un libro publicado cuando todo el mundo estaba preocupado
por esa invención siniestra. Aquí en el medio del libro hay un arma:
deshacerse de ella, sería una locura, pero su uso sería fatal. Sin embargo,
de hecho, la cronología de la composición del libro demuestra la
imposibilidad de esa teoría. Hace solamente unas semanas atrás, un crítico
dijo que un cuento de hadas escrito por mi amigo Roger Lancelyn Green estaba
influenciado por cuentos de hadas míos. Parecía probable. En mi cuento
figura un país imaginario donde vive un león benévolo. Green escribió acerca
de un país con un tigre benévolo. Es cosa sabida que Green y yo leemos
mutuamente nuestras obras, que estamos, en efecto, íntimamente asociados de
varias maneras. La probabilidad de una afiliación es mucho más contundente
que mucha de la evidencia que aceptamos como convincente cuando se trata de
autores muertos. Sin embargo, todo es falso. Conozco el origen de ese Tigre
y del León, y son completamente independientes.
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Tendríamos que hacer aquí una pausa. Cuando se trata de un texto muy
antiguo, su reconstrucción puede parecer convincente y sin embargo no
podemos comprobar sus resultados con los hechos. Para decidir sobre la
confiabilidad de una metodología, habría que ver un caso en que se emplee
la misma metodología y en el cual haya hechos con los cuales pudiéramos
comprobarla. Bueno, eso es lo que he hecho. Cuando resulta posible hacer
este tipo de control, vemos que los resultados están siempre, o casi
siempre, equivocados. Podemos concluir que los "resultados confirmados de la
erudición moderna" acerca de cómo fue escrito un libro antiguo, están
"confirmados" sólo porque los conocedores de los hechos están muertos y no
pueden desmentirlos. En mi área personal, los inmensos ensayos que
reconstruyen la historia de Piers Plowman o The Faerie Queene no son
probablemente nada más que pura ilusión.
¿Me estoy atreviendo entonces a comparar cualquier reseña escrita por un
principiante en una moderna revista semanal con la obra de grandes eruditos
que han dedicado su vida al estudio minucioso del Nuevo Testamento? Si
aquellos se equivocan siempre, ¿sacaremos la conclusión inevitable que estos
se equivocan igualmente?
Hay dos respuestas. En primer lugar, a pesar de que respeto la erudición de
los grandes críticos de l Biblia, todavía no estoy convencido de que sus
juicios deban ser igualmente respetables. En segundo lugar, fíjense en la
tremenda ventaja con la que empiezan los que son simplemente críticos.
Reconstruyen la historia de un libro escrito por alguien cuya lengua materna
es la misma que la de ellos, un contemporáneo, formado como ellos,
conviviendo en el mismo clima mental y espiritual. Todo les ayuda. La
superioridad atribuida a los críticos de la Biblia en cuanto a juicio y
diligencia, tendría que ser casi sobrehumana para compensar el hecho de que
tienen que enfrentar a cada rato costumbres, idioma, características
raciales y sociales, formación religiosa, hábitos de composición y
supuestos básicos que ningún estudioso actualmente con vida podría conocer
íntima e intuitivamente como el crítico puede conocer mi obra. Recuerden
que por la misma razón, no puede ser considerada equivocada sin más ninguna
reconstrucción hecha por un crítico bíblico. San Marcos está muerto. Y
cuando ellos conozcan a San Pedro, probablemente tendrán asuntos más
urgentes que discutir.
Por supuesto, Uds. podrán decir que es inútil que estos críticos traten de
adivinar cómo fue escrito un libro que ellos mismos nunca escribieron.
Suponen que has escrito un libro que ellos mismos escribirían; el hecho que
lo intenten explica por qué nunca lo han logrado. Pero, ¿puede decirse que
los críticos bíblicos están en mejor situación de hacerlo? El Dr. Bultmann
nunca escribió un evangelio. ¿Acaso la experiencia de una vida sabia,
especializada y, sin ninguna duda, meritoria, le ha otorgado el poder de
penetrar en las mentes de aquellos hombres hace ya tiempo muertos, que
fueron atrapados por la que fue sin ninguna duda la experiencia central de
toda la raza humana? No es desacertado decir -él mismo debería admitirlo-
que hay barreras más considerables entre él y los evangelistas que
cualquiera que pudiera haber entre mis críticos y yo.
.................. _________________ Amar es decir al otro: "Tu no moriras"
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