Transparencias. Jueves 04.

[roberto viera gonzalez]

Jueves 04 de Mayo de 2006. San Juan 6, 44 – 51. “¿Dónde podré estar más seguro?”

Transparencias.

¡Buenos Días, estimadísimo Director! Cuando aquel primer Viernes del año en su oficina, junto a la Srta. Orientadora, usted me solucionó el problema de las actas, sentí una vez más el poder sobrenatural. Siempre, siempre, Dios lo soluciona todo. Sólo se puede jugar a ganador con Dios. El resto es incertidumbre.

Me fui feliz al campo, atrás quedaban las reuniones con la Sra. Hilda, Alfredo y los que me ayudaban para acogerme al Retiro Voluntario con el beneficio de los 11 meses de indemnización. Por fin realizaría plenamente mi actividad misionera; dedicarme a escribir, evangelizar en la montaña y recoger en mi bicicleta por las calles octagonitos (pedazo de metal de ocho lados). Ayer conversaba con su colega, también Jefe mío, don Enrique, sobre la Institucionalidad del Octagonito, ya practicada por 10 años en el Complejo La Reina y que ha permitido fomentar el Arte de Dar, la alegría del dar. ¿Acaso es más importante recibir?

Cual sería mi pena cuando vuelvo en Marzo y la Sra. Hilda, mi fiel jefa, me dice que la autoridad sólo accede a un 40% del beneficio. ¿Usted dormirá a esta hora? Son las 4.30 Am. Mi familia duerme. Me levanté a las 3.20 Am. como siempre. Ya realicé todas mis oraciones. Subí a la red mis peticiones y agradecimientos. ¿Dónde podría estar más seguro que en mi oratorio?
Y, bueno, quise dedicarle mi epístola de hoy a usted, don Sergio. ¡Uf, qué nombre! ¿Nunca le ha preguntado a Boris lo que significa el nombre Sergio? El Martes me llamó Boris, quedó muy bien de su operación. Me agradecía las oraciones. Después de hacerlas escribo una epístola basada en el Evangelio del día a un hombre o mujer que pasa en mi vida.
Bueno, le decía que no quiso Dios y me lo dijo a través de nuestra buenamoza nueva jefa Sra. Diana, que no me fuera del sistema. Y ¿Sabe, usted? Antes del Mes tuve la razón. Le envié una epístola al Sr. Alcalde – la puede leer en la red – y una noche me acosté con 8 Bienios y amanecí con 15. Un acuerdo entre caballeros y a seguir cada uno en lo suyo. Contento, señor, contento. ¡Oh, mis epístolas! Cuanta oración portan. Y como si esto fuera poco, mis queridos jefes utepés me otorgan este año solamente alumnos menudos, entre ellos esos grandes señores, Martín y Diego, sus nietos. Aunque ya no veo a Martín.

Y bueno, otra cosa buena, el Martes, además de hablar con Boris, conversé con la Sra. Sonia, quien me comunicó, la revolución de la clase de religión, el octagonito. Urge la paz. La decantaremos. Nos olvidaremos del octagonito por el tiempo que sea necesario, y si ese tiempo es para siempre, será para siempre. Yo entiendo a los papás y a las mamás, aman a sus hijos y a mi no me conocen. Gracias por todo, don Sergio. Sus alumnos son distintos a los del Complejo. No son ni peores, ni mejores, son distintos y no se preocupe sacaremos adelante al Octavo C. Me siento muy bien realizando mis clases, por cierto abiertas a usted y a cualquier colega.
Una vez más quedo a su disposición. Atte. en xto. Roberto Viera González


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