Nubeia + Moderador

Registrado: 14 Ene 2006 Mensajes: 9171 Ubicación: México
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Publicado:
Mar May 09, 2006 5:29 am Asunto:
Él te encontrará a ti...
Tema: Él te encontrará a ti... |
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Un bello testimonio que se cruzó por mi camino...
John Powell, un profesor de Loyola University en Chicago, escribe sobre
un estudiante de su clase de La Teología de la Fe llamado Tommy.
Hace unos doce años atrás, yo estaba de pie observando a mis
estudiantes de la universidad mientras entraban al salón para nuestra
primera sesión de Teología de la Fe.
Ése fue el primer día que vi a Tommy. Mis ojos y mi mente parpadearon.
Tommy estaba peinando su larga cabellera rubia, que caía 6” por debajo
de sus hombros. Era la primera vez que veía a un joven con una
cabellera tan larga. Me imagino que era lo que estaba de moda en ese
tiempo.
Yo sé que no es lo que está sobre la cabeza lo que cuenta, sino lo que
está adentro; pero como ese día no estaba preparado para ello, mis
emociones se alteraron y de inmediato catalogué a Tommy bajo la “E” de
extraño... muy extraño.
Tommy resultó ser el “ateo de la clase” en mi curso de Teología de la Fe.
Él objetaba constantemente, sonriendo sarcásticamente, o quejándose
por medio de un suspiro o gemido sobre la posibilidad de un Dios/Padre
que nos ama incondicionalmente. Así y todo, vivimos en una paz relativa
por un semestre, aunque tengo que admitir que a veces sí llegaba a
molestarme.
Cuando al terminar el curso vino a entregar su examen final, me
preguntó en un tono algo cínico, “¿Cree usted que alguna vez encontraré
a Dios?” Inmediatamente decidí usar un poquito de la técnica de la
terapia de shock. "¡No!”, le dije muy enfáticamente.
“¿Por qué no?”, me respondió, “yo creía que ése era el producto que
usted estaba vendiendo.”
Dejé que estuviese a unos cinco pasos de la puerta del salón y alcé mi
voz para decirle: “¡Tommy! Creo que tú nunca encontrarás a Dios... pero
estoy absolutamente seguro de que Él te encontrará a ti.”
Él se encogió de hombros y salió de mi clase y de mi vida. Yo me quedé
algo frustrado por el hecho de que no había captado mi ingeniosa
observación: “¡Él te encontrará a ti!”, por lo menos yo pensaba que había
sido ingeniosa.
Un tiempo después me enteré que Tommy se había graduado y me dio el
debido gusto. Más adelante me llegó una triste noticia, supe que Tommy
padecía de un cáncer terminal.
Antes de que yo pudiera salir a buscarlo, él vino a verme. Cuando entró
en mi oficina lucía demacrado y su larga cabellera había desaparecido
debido a la quimioterapia. Pero sus ojos brillaban y su voz tenía una
firmeza que tenía antes.
“Tommy, he pensado mucho en ti... oí que estás enfermo”, le dije en un
tono casual.
“Oh, sí, muy enfermo”, me respondió, “tengo cáncer en ambos pulmones.
Es cuestión de semanas."
“Tom, ¿puedes hablar sobre eso?”, le pregunté.
“Por supuesto, ¿que quiere saber?”, me contestó.
“¿Qué se siente tener solo 24 años y estar muriendo?”, le dije.
“Bueno, podría ser peor.”
“¿Peor, cómo qué?”
“Bueno, como llegar a los cincuenta años sin tener valores o ideales; o
llegar a los cincuenta creyendo que beber, seducir mujeres y hacer
dinero son 'lo máximo' de la vida.”
(Empecé a buscar en mi archivo mental donde años antes había
clasificado a Tommy bajo la “E” de extraño... Parece ser como si a todo
aquel que yo rechazara mediante mi propia calificación, Dios lo
devolviera a mi vida para que me educara.)
“Pero por lo que en realidad vine a verlo es por algo que usted me dijo el
último día de clases.”
(¡Se acordó!)
Él continuó diciendo, “Yo le pregunté si usted creía que yo llegaría alguna
vez a encontrar a Dios. Usted me dijo que ¡No!, cosa que me sorprendió
mucho. Entonces usted dijo: ‘Pero Él te encontrará a ti’. Estuve pensando
mucho en eso, aunque no se puede decir que mi búsqueda era muy
intensa en aquel entonces.”
(Mi ingeniosa observación… ¡había pensado mucho en ella!)
“Pero cuando los doctores removieron el tumor que tenía en la ingle y me
dijeron que era maligno, ahí fue que empecé a buscar seriamente a Dios.
Y cuando el cáncer se regó a mis órganos vitales, de verás que empecé a
golpear fuertemente con mis puños las puertas del Cielo... pero Dios no
salió. De hecho, no pasó nada.
¿Alguna vez ha tratado de hacer algo con mucho esfuerzo sin obtener
ningún resultado? Uno se harta psicológicamente, se aburre de tratar y
tratar y tratar... y eventualmente, uno deja de tratar.
Bueno, pues un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis
reclamos inútiles por encima de ese muro de ladrillos a un Dios que
posiblemente no estuviera ahí, me rendí... Decidí que en realidad no me
importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada que se le
pareciera. Decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo más
provechoso.
Pensé en usted y en su clase y recordé otra cosa que usted nos había
dicho: ‘La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar. Pero sería
igualmente triste pasar por la vida e irse sin nunca haberle dicho a los
que uno ama que los ama’. Así que empecé por el más difícil, mi padre.
Él estaba leyendo el periódico cuando me le acerqué.
“Papá”
“¿Qué?”, preguntó sin quitar sus ojos del periódico.
“Papá, quisiera hablar contigo.”
“Bueno, habla.”
“Papá... es algo verdaderamente importante.”
Bajó el periódico lentamente, “¿De qué se trata?”
“Papá, yo te amo. Sólo quería que lo supieras.”
(Tom me sonrió mientras me contaba con satisfacción, como si sintiera
un gozo, cálido y secreto, que fluía a través de su interior.)
“El periódico se cayó de sus manos. Entonces mi padre hizo dos cosas
que no recuerdo que hubiese hecho antes. Él lloró y me abrazó.
Estuvimos hablando toda la noche, aunque él tenía que ir a trabajar al día
siguiente. Me sentí tan bien de estar cerca de mi padre, de ver sus
lágrimas, de sentir su abrazo y de oírle decir que me amaba.
Fue más fácil con mi madre y con mi hermano pequeño. También ellos
lloraron conmigo y nos abrazamos y nos dijimos cosas bonitas los unos a
los otros. Compartimos las cosas que habíamos guardado en secreto por
tantos años. Sólo me arrepiento de una cosa – de haber esperado tanto
tiempo. Ahí estaba, comenzando a abrirme a todas las personas que
siempre habían estado tan cerca de mí.
Entonces, un día me volteé ¡y ahí estaba Dios! No vino a mí cuando yo se
lo rogaba. Me imagino que yo me portaba como un entrenador de
animales aguantando el aro para que saltaran: ‘¡Vamos, salta! Te doy
tres días, tres semanas.’
Aparentemente Dios hace las cosas a Su manera y a Su hora. Pero lo
importante es que Él estaba ahí. ¡Me había encontrado! Usted tenía razón,
me encontró aún después de que yo dejé de buscarlo.”
“Tom”, le dije casi sin aliento, “yo creo que estás diciendo algo muy
importante y más universal de lo que tú te puedas imaginar. Por lo
menos para mí, lo que estás diciendo es que la forma más segura de
encontrar a Dios: es la de no hacerlo una posesión particular, un
solucionador de problemas, un consuelo instantáneo en tiempos de
necesidad, sino abrirse al amor. Sabes, el apóstol Juan dijo eso, él
dijo: ‘Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y
Dios en él.’”
“Tom, ¿podría pedirte un favor?, pregunté. Fíjate, cuando te tenía en mi
clase eras una verdadera molestia, pero (riendo) ahora puedes
compensarme por todo... ¿Vendrías a mi curso de Teología de la Fe y les
contarías lo que acabas de contarme? Si yo se los dijera, no tendría el
mismo impacto que puede tener al contárselo tú.”
“Oohh…Yo estaba listo para usted, pero no sé si estoy listo para su clase.”
“Piénsalo, Tom, y si te sientes listo, llámame.”
Tom me llamó a los pocos días y me dijo que estaba listo para la clase,
que él quería hacer eso por Dios y por mí. Así que hicimos la cita, pero
Tom nunca pudo llegar... Él tenía una cita mucho más importante que la
mía y mi clase.
Por supuesto que su vida no terminó con la muerte, sólo cambió. Él dio el
gran salto de la fe a la visión. Él encontró una vida más hermosa que
todo lo que ha visto el ojo humano o que el oído humano haya escuchado
o que la mente del ser humano jamás se haya imaginado.
Antes de que él muriera, hablamos una última vez.
“No voy a poder llegar a su clase”, me dijo.
“Lo sé, Tom.”
“¿Les dirá usted por mí? ¿Le dirá… al mundo entero por mí?”
“Sí, Tom, les diré. Haré lo mejor que pueda.”
Así que a todos ustedes que han tenido la bondad de oír esta simple
historia sobre el amor de Dios, gracias por escuchar. Y a ti, Tommy, en
los brillantes y verdes cerros del Cielo, se los dije lo mejor que pude...
Si esta historia ha significado algo para usted, pásesela por favor a uno o
dos amigos. Es una historia real que no ha sido realzada para propósitos
publicitarios.
Muchas gracias,
Rev. John Powell
Profesor de Loyola University, Chicago
tomado de: http://www.tengoseddeti.org/ _________________ Claudia

"Padre... Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el cielo" |
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Rosaura S. Ceceña Esporádico
Registrado: 06 Mar 2006 Mensajes: 98 Ubicación: México, DF
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Publicado:
Jue May 11, 2006 5:38 pm Asunto:
Tema: Él te encontrará a ti... |
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Una lectura interesante, Nubeia.
Creo que de alguna manera, todos quienes estuvimos alejados de Dios y sonreíamos con cierto cinismo al oírle mentar y dudamos necesitarlo o toparlo alguna vez, al volver, sabemos que esa vuelta no ha sido cosa nuestra.
No sé explicar muy bien cómo ocurre, pero sí, tras momentos muy difíciles en que buscamos respuestas sin encontrar, viene una cierta toma de decisiones, una calma reflexiva, cierta necesidad de darnos y cuando se da uno cuenta Dios nos ha encontrado, es sólo cuestión de aceptarlo y la vida cambia.
Gracias por la historia, Dios te guarde. _________________ Sursum corda. Dominus nobiscum. |
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