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Dinero,Fanatismo,Anticomunismo y seudo religion

 
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Tenamaxtli
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MensajePublicado: Vie Oct 21, 2005 10:47 pm    Asunto: Dinero,Fanatismo,Anticomunismo y seudo religion
Tema: Dinero,Fanatismo,Anticomunismo y seudo religion
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Este panorama se reduce a la palabra "Secta". Veamos éste artículo.





DINERO, FANATISMO... CÁNCER de la IGLESIA. Las SECTAS en IBEROAMÉRICA


La Iglesia ha sentido, qué duda cabe, el tirón de las sectas en sus propias carnes. En Guatemala, nación, hasta hace poco, eminentemente católica, las sectas acaparan en la actualidad el 35% de la población y llegan a más del 50 % en algunas zonas, favorecidas por el antiguo dictador Ríos Montt, que pertenece a la secta Verbo. Económicamente, las sectas, en la actualidad son dueñas de verdaderos imperios. Valga el ejemplo de la Iglesia de la Unificación, también conocida como secta Moon, que sólo en Uruguay posee, mediante sus muchas ramificaciones culturales, políticas, sociales o religiosas, uno de los periódicos más influyentes, dos imprentas, el principal hotel de Montevideo, el tercer banco del país y varios miles de hectáreas de terreno. Y, políticamente, para qué hablar. El apoyo de los movimientos religiosos fundamentalistas a las dictaduras consagradas a combatir el marxismo hasta la muerte, ha sido decisivo en casos como el de Pinochet, en Chile; Méndez, en Uruguay; Stroessner, en Paraguay; García Meza, en Bolivia, y Videla, en Argentina. En Guatemala, la secta Verbo colocó entre 1983 y 1985, sin ningún pudor, a uno de sus miembros como dictador, al general Ríos Montt.
10/03/2004:
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Por Víctor Álvarez

El día señalado por Dios había llegado. Todo estaba preparado. El maestro, solemne, levantó los brazos al cielo en clara actitud invocadora. “Hagamos la voluntad del Señor”, gritó, con todas sus fuerzas, a los novecientos fieles que se agrupaban abajo, en la explanada, frente a él. Ocurría esto en la ciudad de Jonestown, en Guyana, el 18 de noviembre de 1978. Cuando, al fin, el sol se puso en el día señalado, como todos los días, novecientos adeptos de la comunidad religiosa Templo de Dios yacían con su líder Jim Jones a la cabeza, inertes, tras cumplir el deseo de su divinidad. Fue el mayor suicidio colectivo de la historia moderna de la humanidad.

Hace de esto unas docenas de años y, desde entonces, unos doscientos millones de personas se han cobijado, camino de la felicidad, en alguna de estas numerosas comunidades religiosas, también llamadas sectas, que, con un mesías por delante y la salvación individual como eslogan, pululan por el continente iberoamericano.

Misticismo, exaltación, fanatismo, irracionalidad, y también anticomunismo y pingüe negocio, son palabras con las que se puede describir a estos movimientos, que poseen nombres tan altisonantes como la Unión Espiritualista de la Secta Blanca, el Valle del Sol Naciente, los Perseverantes de Dios o la Fraternidad Ecléctica Espiritualista Universal, entre otros muchos.

Aunque, en realidad, muy dispares en cuanto a sus orígenes, extensión, tamaño, e incluso objetivos, existen tres características peculiares que pueden englobar a todas las sectas: un fundador que se dice investido de una misión divina; una doctrina presentada como una nueva revelación, que suplanta y completa al resto y es la única detentadora de la verdad; y unos métodos de reclutamiento y adoctrinamiento que permite asegurar un poder absoluto sobre los miembros del grupo.

Iluminados auténticos, aprovechados que ven un filón engañabobos, obsesos antimarxistas que usan de cualquier medio para luchar contra su enemigo... de todo hay entre los promotores de esta botica de las sectas. Y todos ellos han crecido en el mismo caldo de cultivo: la situación iberoamericana.

La hora de Dios

La hora de Dios ha llegado para América Latina. Este podría ser el toque de diana de lo que algunas sectas llaman la revolución religiosa. Una revolución que está teniendo un rápido crecimiento y una gran base popular. Una revolución que, en una tierra de un profundo sentimiento de religiosidad, ha encontrado un campo perfectamente abonado para sus propósitos.

La miseria azota a la gran mayoría de la población iberoamericana. La gente no tiene trabajo, no tiene tierra, no tiene pan, no tiene salud, no tiene techo, no tiene educación. A lo que hay que añadir las guerras que, sin comerlo ni beberlo, las más de las veces, tienen que sufrir, y los desastres naturales. El bienestar material, la satisfacción terrenal, anda muy por encima de su alcance. ¿Qué les queda? Les queda, únicamente, el alivio de una salvación espiritual, una evasión de la vida real hacia otra vida, prevista más para cuando acabe ésta que presente en ella.

Esto es lo que proporcionan las sectas. Una salvación fácil, sin mucho esfuerzo, rodeada de buenos medios de vida, junto a los momentos de paz y sosiego derivados de esa evasión. Si a esto unimos la sensación de sentirse alguien dentro el grupo, de sentirse estimado, de estar haciendo algo que los demás valoran, de participar, en suma, además de ser un elegido de Dios, en contraste con su posición en una sociedad de la que sólo recibe agresión y menosprecio, su adhesión inquebrantable está asegurada.

El contenido religioso de las sectas es muy claro y esquemático. La visión del mundo queda simplificada al máximo. En la tierra campa por sus respetos el demonio, que se presenta en forma de mal moral (alcoholismo, droga, perversión sexual...) y en forma de mal social (ateísmo, comunismo...). Así, un borracho, por ejemplo, y el régimen de Cuba son, al mismo nivel, la encarnación misma del diablo, al que hay que vencer.

Con el demonio por todos los rincones, la única garantía absoluta de salvación es entregarse, en cuerpo y alma, al Señor, cuya venida está cada vez más próxima. Y esto sólo es posible uniéndose a su comunidad. Una vez dentro, el cumplimiento de unas pocas normas morales -inflexibles, eso sí- convierte al adepto en puro y elegido.

Aunque la mayoría de los adheridos a las sectas pertenecen al pueblo llano, la prédica se dirige sin distinción a todas las clases sociales. Las arcas de los acaudalados son de una importancia capital para el funcionamiento de la comunidad.

Con esa teología de salvación individual, asegurada por el arrepentimiento y la entrega total, todos salen bien parados. Los ricos pueden estar tranquilos: su riqueza es una bendición de Dios por sus cualidades morales. Y los pobres, también: han comprado su puesto en el paraíso celestial, que, en definitiva, es lo que importa.

Competencia feroz

En el más puro estilo capitalista, la competencia de las sectas, ente ellas y especialmente con la Iglesia católica, para reclutar adeptos, es realmente feroz. El despliegue que son capaces de montar no conoce límites. Nunca hubo tanto dinero para una causa religiosa, ha dicho recientemente un obispo de Guatemala, el país más afectado por la epidemia de toda Iberoamérica. Y, desde luego, si algo no les falta, es poderío económico. No tienen ningún reparo en gastar lo que haga falta en templos lujosos, construidos muy por encima de las necesidades numéricas, sueldos astronómicos para pastores, ayudas en alimentos, medicinas, ropas, juguetes... y, sobre todo, los más modernos medios de comunicación y transporte, con grandes shows en estadios y plazas y repartición de materiales bíblicos, libros, folletos de propaganda, etc.

Pero no gastan sin ton ni son. Sacan a cada uno todo el rendimiento posible, gracias a serios y exhaustivos estudios acerca de la sociedad iberoamericana y de la psicología, personal y colectiva, de sus hombres y mujeres.

Con la lección bien aprendida, a cada uno se le presentan por su flanco débil. Ante el pueblo llano, aparecen con grandes ayudas asistenciales; tremendos dramas de arrepentimiento; testimonio de renacidos; uso de lenguas nativas; emotivas ceremonias, repletas de gestos y símbolos, con mucho ritmo y espontaneidad; y ataques a la Iglesia católica y al marxismo como culpables de los padecimientos del pueblo. A las clases altas se las tranquiliza por su falta de conciencia social y se les asegura la otra vida, ya que en ésta o tienen casi todo.

Una vez dentro de la organización, los adeptos quedan impregnados de una fuerte mística. Cada nuevo convertido es un misionero constante y convencido. El proselitismo de los fieles es, en verdad, una de las principales claves del éxito de las sectas. Su experiencia de renacidos y su nueva fe les da energía y les impulsa a salvar las almas de las garras del demonio. En ocasiones, su propia salvación depende de los conversos que consiga atraer. De aquí, sólo hay un paso hacia el fanatismo y la intransigencia.

Vacío de la Iglesia

La Iglesia ha sentido, qué duda cabe, el tirón de las sectas en sus propias carnes. En Guatemala, nación, hasta hace poco, eminentemente católica, las sectas acaparan en la actualidad el 35% de la población y llegan a más del 50 % en algunas zonas, favorecidas por el antiguo dictador Ríos Montt, que pertenece a la secta Verbo. En Ecuador, han pasado de 13.000 hace algo más de 20 años a 250.000 los miembros de comunidades evangélicas, a costa, casi todos ellos, de la Iglesia católica. El obispo peruano Lorenzo León ha calificado a las sectas como uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la Iglesia peruana y la sociedad en general. La Federación de Movimientos Cristianos de Estudiantes de América Latina ha advertido del entorpecimiento que llevan a cabo personas de estos movimientos a la acción de la Iglesia, que cuenta con el 88% de la población. En Bolivia, cerca de un 20% de los católicos han ingresado en alguna secta en los últimos seis años. Y, como éstos, casos y casos...

Sin embargo, las acusaciones de que es objeto la Iglesia por parte de las sectas no son del todo gratuitas. No es que la Iglesia se haya despreocupado de sus fieles. Se trata, por el contrario, de una dedicación muy posesiva, pero, en el fondo, muy superficial. El catolicismo ha sido presentado como una religión y un culto demasiado occidentales, con una doctrina demasiado compleja en muchos aspectos.

La Iglesia no ha sabido valorar suficientemente las distintas culturas populares. Y, en muchas ocasiones, se ha desligado de las aspiraciones y deseos de liberación del pueblo, que necesitaban un respaldo moral. Esta actitud de la Iglesia ha dejado vacío al pueblo. Y otros, con más visión, han aprovechado ese vacío.

Afortunadamente, la jerarquía católica, alarmada ante tamaña invasión, ha reaccionado. El problema ha tenido eco en una multitud de cartas pastorales e incluso se ha tratado, con mayor profundidad, en sendas reuniones del consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). Lejos de rasgarse las vestiduras, la Iglesia ha hecho gala de una admirable y unánime autocrítica, reconociendo la parte de culpa que le correspondía. Pese a ello, las divergencias han aparecido a la hora de hacer frente al problema.

Existe el temor, que en algunos casos es ya un hecho, de que la Iglesia se incline hacia el conservadurismo, para luchar contra las sectas en su propio terreno, en el cual lleva, de todas todas, las de perder.


Para un sector de la jerarquía católica, un comunista es peor que un evangélico. También tal vez sean peor los católicos de base o la teología de la liberación, afirmó hace algún tiempo el jesuita Segundo Montes, de la Universidad de San Salvador, uno de los jesuitas asesinados en ese mismo centro universitario.

Del mismo modo, se han alzado voces que estiman que el freno más eficaz para las sectas es ahondar más en un compromiso real con los pobres en su lucha de liberación, estar lo más cerca posible del pueblo, denunciar esas ideologías de carácter alienante.

La mano de EEUU

Pero no es oro todo lo que reluce. Si externamente la cuestión de las sectas parece reducirse eminentemente al terreno de lo religioso, detrás de ello, aunque real, se esconde mucho más. Se aprecia a primera vista. Los millones de dólares que mueven las sectas no pueden provenir tan sólo de las aportaciones de sus creyentes o de su explotación.

La creciente influencia de las sectas deja entrever, además, todo un proyecto político y económico. Y todas los indicios apuntan a la misma dirección: es la mano de Estados Unidos la que anda moviendo los hilos, bajo la forma de soterrada intervención de grupos norteamericanos de ideología ultraconservadora y afán de lucro a toda costa. Hilos que se mueven en dos líneas generales: eliminar de Iberoamérica todo lo que huela a socialismo y poder continuar expoliando, durante mucho tiempo, al pueblo iberoamericano y, encima, con la aquiescencia de sus habitantes.

Esos indicios son cada vez más numerosos. A nivel oficial, desde el famoso informe Rockefeller de 1969 y su no menos famosa afirmación: La teología de la liberación es enemiga de los intereses de los Estados Unidos, hasta los documentos de Santa Fe y santa Fe II. La política interior de EE.UU. debe comenzar a enfrentar, y no sólo a reaccionar con posterioridad, la teología de la liberación tal como es utilizada en Latinoamérica por el clero, decía, hace 10 años, el primero de ambos documentos en el capítulo dedicado a la subversión interna. Tesis en la que ahondaba su segunda parte, del año pasado, diseñada para orientar su la política exterior estadounidense en la década de los noventa: La teología de la liberación se debe entender como una doctrina política disfrazada de creencia religiosa con un significado anti-papal y anti libre empresa. No parece que los asesores de Bush pierdan el sueño por lo de anti-papal, pero no está de más dejarlo caer... Doctrinalmente, la concepción individualista de la salvación corresponde, punto por punto, a las reglas de juego del sistema capitalista. Las sectas estimulan a sus miembros a primar el esfuerzo individual sobre el interés social: Si te esfuerzas tú, serás bendecido por Dios y te harás rico, como son en Estados Unidos. Todo un american way of life.

Económicamente, las sectas, en la actualidad son dueñas de verdaderos imperios. Valga el ejemplo de la Iglesia de la Unificación, también conocida como secta Moon, que sólo en Uruguay posee, mediante sus muchas ramificaciones culturales, políticas, sociales o religiosas, uno de los periódicos más influyentes, dos imprentas, el principal hotel de Montevideo, el tercer banco del país y varios miles de hectáreas de terreno.

Y, políticamente, para qué hablar. El apoyo de los movimientos religiosos fundamentalistas a las dictaduras consagradas a combatir el marxismo hasta la muerte, ha sido decisivo en casos como el de Pinochet, en Chile; Méndez, en Uruguay; Stroessner, en Paraguay; García Meza, en Bolivia, y Videla, en Argentina. En Guatemala, la secta Verbo colocó entre 1983 y 1985, sin ningún pudor, a uno de sus miembros como dictador, al general Ríos Montt, que acaba de anunciar su candidatura a presidente de la República en las próximas elecciones de su país, ahora democrático. En Honduras, miembros de la organización internacional Causa, brazo político de Moon, han suministrado, durante años dinero de la CIA a la contra, que no lo podía entregar oficialmente...

La Iglesia, como tantos otros, se ha aprestado a denunciar esta manipulación. Manuel González, presidente de la federación de estudiantes antes citada, ha declarado que la mayoría de las sectas están financiadas por la institución conservadora Fundación para la Religión y la Democracia, con sede, naturalmente, en Estados Unidos.

El CELAM y la CLAI han hecho, asimismo, un llamamiento dirigido a este poderoso país para que no perjudiquen, con su política exterior, el derecho de autodeterminación de los pueblos. En cualquier caso, no existe, por el momento, ninguna prueba fehaciente de la participación de Estados Unidos en el asunto, aunque sí, claro, de individuos aislados. Sea como fuere, las sectas siguen creciendo en un continente iberoamericano cada vez más conservador, aunque democrático, y en un mundo con el comunismo de capa caída. Y, ante esto, se impone, por la parte católica una firmeza constante en los principios de libertad y libre determinación de pueblos e individuos y, sobre todo, una dedicación total para con ellos.
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Tenamaxtli
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MensajePublicado: Vie Oct 21, 2005 10:50 pm    Asunto: Sectas
Tema: Dinero,Fanatismo,Anticomunismo y seudo religion
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SECTAS
Manuel Guerra, "La invasión de las sectas en el mundo hispánico"
Hablar de «invasión» puede sonar a simple metáfora. Pero es real. Evidentemente me refiero en primer lugar a Hispanoamérica por ser donde se halla, con mucho, el mayor número de hispanohablantes y orantes...
27/05/2005:


Zenit, 14.IX.03

«La raíz principal de la difusión de las sectas radica en cada cristiano», alerta el especialista en historia de las religiones y sectas Manuel Guerra, autor de un nuevo libro en el que explica cuáles son las sectas y corrientes sectarias que acechan el mundo hispano. Guerra está convencido de que «sin una formación doctrinal, vibración interior y oración y dinamismo apostólico, el terreno puede quedar abonado para la penetración de las sectas». Manuel Guerra Gómez, experto en sectas, es el autor de un libro-guía para orientarse en este complejo mundo: «Las sectas y su invasión del mundo hispano: una guía», publicado por las Ediciones Universidad de Navarra (http://www.eunsa.es). Manuel Guerra es sacerdote de la diócesis de Burgos, profesor emérito en la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, en la que sigue impartiendo Historia de las Religiones.

--¿No es exagerado hablar de invasión del mundo hispano? ¿Se trata de un fenómeno tan alarmante?

--Guerra: Hablar de «invasión» puede sonar a simple metáfora. Pero es real. Evidentemente me refiero en primer lugar a Hispanoamérica por ser donde se halla, con mucho, el mayor número de hispanohablantes y orantes. Invito a quien le parezca una exageración a comparar la Hispanoamérica de la primera mitad del siglo XX y la de ahora, medio siglo más tarde. Comprobará la avalancha de sectas religiosas de origen e impronta hindú, budista, taoísta, sintoísta, afroamericanas, mágicas e ideológicas, que van difundiéndose por todas las regiones, también entre los indígenas.

Lo mismo puede afirmarse de Brasil --lusohablante-- para abarcar prácticamente toda Iberoamérica o Latinoamérica. Piénsese que, según algunas fuentes, el 15,4% de los brasileños (unos 25 millones), el 25% de los chilenos, el 31% de los guatemaltecos, etc., se han pasado al pentecostalismo. Ya sé que un gran número de pentecostales son evangelicales y los principales difusores del fundamentalismo protestante. Pero un buen numero son sectas en el sentido técnico de este término y, por lo mismo, no cristianos, entre ellos se encuentra la Asamblea pentecostal del mundo, la Iglesia pentecostal unida, todas las unitarianas, etc.

Por eso, considero acertada la valoración de un conocedor de la realidad, monseñor Cipriano Calderón, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina: «En Iberoamérica está la mitad de los católicos del mundo y es motivo de gran esperanza. Ahora bien, no hay que caer en la retórica: hay un problema terrible que es el de las sectas, que están atrayendo a muchos católicos; con lo cual el número de católicos está disminuyendo en muchas naciones. De manera que, quizá, caigamos en el peligro de hablar mucho de la mitad de los católicos del mundo y luego nos los dejamos perder. Por este motivo, la última Asamblea de la Comisión Pontificia de América Latina dedicó sus sesiones a delinear una nueva estrategia para evangelizar en Iberoamérica, sobre todo para contrarrestar el fenómeno de las sectas».


--Las sectas, ¿ofrecen realmente atractivos que las religiones tradicionales son incapaces de proponer?

--Guerra: Uno de los rasgos definitorios de los latinoamericanos es su profundo sentido religioso, su talante venerador de lo sagrado. Durante siglos su sed religiosa ha sido satisfecha por la Iglesia católica. Aparte de los protestantes, ahora han irrumpido las sectas. Estas confirman que el sentido religioso es connatural al ser humano. No son antirreligiosas, sino con frecuencia anticristianas, a veces rabiosamente, o al menos no cristianas. Por tanto están capacitadas para saciar la sed religiosa de los latinoamericanos en la medida en que no les llene la religión y espiritualidad tradicional de sus países, la católica.

Se tiende a pensar que «el mal viene de fuera» y que los malos son los otros», a saber, las sectas, etc. Pero la raíz principal de la difusión de las sectas radica en cada cristiano, a saber, en su falta de información de los peligros para su fe, en este caso de las sectas, de formación doctrinal (dogmática, moral, litúrgica…) cristiana, de vibración interior (es decir, personas de oración y que dedican tiempo a hacer oración), y de dinamismo apostólico, de evangelizar, de ser apóstoles y hacer apostolado. ¿La estatua de Nabucodonosor de la que nos habla Daniel se derrumbó por la debilidad de sus pies de arcilla seca o por el impulso de la piedrecita que bajó rodando desde la cima de la montaña? Si sus pies hasta el tobillo hubieran sido de oro, plata, bronce o hierro, como el resto, la estatua, la habría mantenido erguida.


--Las personas que han estado en una secta explican que uno de los aspectos positivos era sentirse aceptado, ser conocido con nombre y apellidos.

--Guerra: El activismo de la vida moderna, el trabajo de la madre fuera de casa, las deficiencias --a veces, ausencia-- del diálogo entre padres e hijos por falta de tiempo e interés y por la fascinación de la televisión, el desarraigo de los emigrantes lejos del su lugar de nacimiento, la especie de naufragio de los individuos en los grandes centros urbanos justifican que el individuo, sobre todo el joven y, por lo mismo, inseguro e inexperto, caído en el anonimato, busque círculos reducidos donde sea aceptado y querido por sí mismo. Esto suelen ser las sectas para los iniciados en las mismas, al menos en los comienzos. Muchas veces he preguntado a miembros o ex miembros de sectas: «tú, ¿por qué has abandonado a Jesucristo por el fundador de la secta?». Siempre o casi siempre ha coincido la respuesta con ligeras matizaciones: «No me he sentido querido ni acogido por la Iglesia».

De ahí la oportunidad y hasta necesidad de promover la formación de grupos que faciliten la acogida y convivencia de los jóvenes, su formación y diversión cristianas, realidad que suele florecer más en los movimientos que en las parroquias. Además, así respirarán un «microclima» ético-moral y religioso, que ya no siempre existe en las familias.


--Usted afirma que tal vez los católicos que se incorporan a una secta estaban ya «fuera» de la Iglesia.

--Guerra: Sí, me lo pregunto, porque el núcleo de creyentes y practicantes está rodeado por un amplio margen (el 70-80%), cuya pertenencia a la Iglesia católica en los países tradicionalmente católicos es débil o muy débil y hasta nula. El abanico de la pertenencia puede abrirse desde «creer sin pertenecer» («believing without belonging», Grace Davie) hasta «pertenecer sin creer». Como el vacío religioso no existe, en la medida en que uno no se esmere en pertenecer verdadera y vitalmente a su religión tradicional, en esta misma medida pertenecerá a otra forma religiosa alternativa (secta, Nueva Era, neopaganismo), a veces de signo profano e idólatra de tipo político o narcisista.

El afán de novedad y la fascinación de lo novedoso o de la moda influye no sólo en la indumentaria, también en lo ideológico. Las religiones tradicionales, el catolicismo en los países hispanos, han acumulado aciertos y algunos desaciertos en los muchos años de su existencia. El hombre moderno tiende a fijarse en los fallos para echárselos en cara y hallar como una justificación de la incoherencia de su fe, o de su abandono.

En cambio, las sectas y las religiones no cristianas (budismo, etc.) carecen de antecedentes; son la novedad que su historicismo pone más de actualidad. De ahí el camaleonismo proteico de no pocas sectas, generalmente peligrosas, y el cambio de su nombre cuando el anterior se ha cargado de connotaciones peyorativas. De esta manera se empieza de nuevo y se evitan las reacciones que dificultan el proselitismo.

Tomado de Zenit, ZS03091405
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