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Solamente ÉL...

 
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Autor Mensaje
alma-silenciosa
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Registrado: 04 Jun 2009
Mensajes: 11
Ubicación: A los pies de la Cruz

MensajePublicado: Mie Jun 17, 2009 6:17 pm    Asunto: Solamente ÉL...
Tema: Solamente ÉL...
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Cita:
"El alma interior, dichosísima por ser amada tan profundamente por Cristo Jesús, quiere testimoniarle a su vez el afecto que le profesa. Sabe que ahora Él habita en el Tabernáculo. Y, atormentada de amor, se retira allí cada noche para adorar, alabar, gemir, sufrir, orar y amar, muy cerca de Él, en el silencio del corazón.

El alma interior entra en si misma, cierra la puerta del santuario y se queda completamente sola con Dios.. Quedan verdaderamente cara a cara, quedan, sobre todo, en una divina presencia de corazones. Al alma le parece, y es verdad, que ya no tiene que hacer sino una sola cosa: amar. Y ama horas enteras, sin cansarse. Si pudiera, se quedaría allí siempre, para amar siempre.

Mientras el alma interior dialoga con Jesús, al pie del Tabernáculo, vuelve a su mente el recuerdo de sus actos del día. Se pregunta si todo ha estado bien. Vislumbra los defectos que se le escaparon en el momento de la acción. No dijo bien aquella palabra, no hizo bien tal gestión, no aceptó de primera intención y con alegría aquel sufrimiento o aquella contradicción. Se ve entonces carente de gracia ante los ojos de su Amado Salvador. Lleva algunas manchitas en las manos y en el rostro. Y ello le duele, sobre todo por Él, que merecía ser mejor amado y mejor servido. Unas lágrimas de pesar le suben desde el corazón hasta los ojos. Comprende que para reparar es menester amar mucho más. Y bajo el aguijón del dolor, su amor por Jesús se aviva, es más fuerte y más ardiente que nunca; su llama es purificadora. Y así como el fuego hace desaparecer las menores huellas de orín, el ardor de la caridad borra también hasta las más mínimas imperfecciones. El alma interior no ignora este proceso y se alegra de él. Pues siente entonces que la paz perfecta vuelve otra vez a asentarse en el fondo de si misma.

¿Qué hay de más dulce para el alma interior que la sombra de Jesús-Hostia? Es allí donde desea sentarse la Esposa, y donde, por otra parte, la espera Él. Hay una sombra espiritual de la Custodia, como también la hay del Tabernáculo. No todos la ven ni todos se ocultan en ella. Pero quienes saben acogerse a ella, descansan allí embelesados. Pues en silencio y en paz se alimentan con un fruto dulcísimo; comen un pan sustancial, él mismo Cristo Jesús. Y poco a poco ellos mismos se mudan en ese Divino alimento. Son metamorfoseados y se transforman en Jesús. Sus apariencias siguen siendo las mismas o casi las mismas, pero lo que en ellos hay de más íntimo y de más profundo se convierte en algo muy distinto. Es Él quien piensa, habla y obra por ellos; es Él quien vive por ellos. ¿Puede haber nada más dulce para el alma que verse así transformada en su Salvador gracias a la sombra de la Hostia?"

...

"Mientras haya alguien o algo entre el alma y Dios, la unión perfecta no será posible. Y es la única que da la verdadera paz. A nosotros toca, pues, hacer el vacío.

El alma verdaderamente prendada de Dios se complace en vivir sobre las alturas de sí misma en profunda soledad. No hay en ello, por su parte, ni melancolía ni misantropía. Hay la clarísima convicción de que para encontrar a Dios, para hablarle, para amarle, conviene a un mismo tiempo aislarse y elevarse. Dios no habita más que sobre las alturas o, si se quiere, en las profundidades del alma. Ahí es, pues, adonde hay que ir nara encontarlo. Por lo demás, no hay medio más seguro de agradar a Dios y de obtener sus gracias que ese silencioso aislamiento sobre las cumbres.

Salvo indicación contraria y precisa que venga de Dios, apartad, pues, de vuestro pensamiento a toda criatura cuando dialoguéis con Jesús. Dios quiere normalmente un alma «sola». Después de haber pedido por las almas que os estén confiadas y hablado de ellas a Nuestro Señor, quedaos solitarios en la oración. Encargad al Señor que pague vuestras deudas y luego proseguid. Es menester que el recuerdo de X... no sea en vuestra alma un obstáculo para la Gracia. Pedid a Jesús que os deje participar en el afecto que Él le tenga, de tal modo que el vuestro venga únicamente de tal fuente, y todo irá bien. Y destruid sin temor todo lo que sintáis que no viene de ahí.

Me pongo contento cuando encuentro un alma que padece con el aislamiento, pero que lo acepta. Nada puede tranquilizarme más, porque todavía no he conocido una sola que haga progresos en la vida interior sin pasar por esa prueba. Es dolorosa, pero necesaria. Recordaréis que Santa Teresa decía que, para tales favores, Dios quiere un alma sola, pura y ardiendo en el deseo de recibirlos. Entonces parece que tiene uno el corazón lleno dé lágrimas. Es un sufrimiento profundo, pero... la recompensa está al: fin.

Un alma que no es solitaria no progresa. No puede subir. Cuando veo un alma que no es solitaria, me digo: «No pasará, es como un camello cargado. Es demasiado rica». En cambio, cuando todas las criaturas abandonan o hieren, el alma está, según la frase de Taulero, como el ciervo acosado por todas partes, que viendo cerradas todas las salidas y no quedándole más que el estanque, se precipita en él. Cuando tengáis una pena, precipitaos en Dios.

Cuando Dios quiere hablar a un alma, la separa de todo, la hace entrar en una soledad profunda, y luego pone en su inteligencia algo que ella ignora completamente. De ese algo misterioso es de donde saldrá en su momento todo conocimiento explícito, como una traducción a la lengua humana de las realidades divinas. Traducción que no es arbitraria. Pues está controlada desde dentro por ese algo que, siendo en si inaprehensible, es, sin embargo, muy real. Pero aún entonces lo mejor quedará todavía por decir."

...



El alma quiere a su Dios a toda costa. Si hay que abandonarlo todo, lo abandonará todo; si perderlo todo, lo perderá todo. Dejará su manto, que después de todo no es de ella, en las manos de quienes quieran detenerla. Renunciará sin dolor a sus maneras propias de sentir, de pensar y de querer, como a un equipaje pesado y molesto. . No pedirá ningún goce a nada. No pensará ya en ninguna cosa del mundo. No volverá a utilizar las ideas, sin duda justas, pero deficientísimas, que se hacía de su Dios. Se contentará con. la fe. Y ya no querrá aquí abajo nada más, sino a Él y sólo a Él.


Robert de Langeac




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"...multum loqui non amare." (Regula Magistri IV, 52)
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