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MADRES... CON SONRISA
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LEDYS AVELLANEDA MIRA
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Registrado: 20 May 2006
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MensajePublicado: Sab May 20, 2006 5:32 pm    Asunto: fabuloso
Tema: MADRES... CON SONRISA
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LA VERDAD SOY NUEVA AQUI, Y NO BIEN COMO MANEJAR LA PAGINA, LO CIERTO TAMBIEN ES QUE LO QUE HE LEIDO ME RECONFORTA Y AYUDA MUCHO EN MI PAPEL DE MADRE CABEZA DE FAMILIA, MI PRINCESA TIENE 12 AÑOS Y MI NENE 8, MARIA JOSE, LINDAS TUS LECTURAS, AMIGUITAS ESTARE ATENTA A TODOS LOS CONSEJOS QUE ME PUEDAN OFRECER.
QUE DIOS LAS BENDIGA..Y LAS ACOMPAÑE
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laura aguilar ramirez
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Registrado: 09 May 2006
Mensajes: 105

MensajePublicado: Dom May 21, 2006 2:31 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida Mariajose: Yo llegue tarde al curso de "Madres con Sonrisa" Me permiti copiar el "librillo" de Marie Francie que publicaste el dia 24 de Marzo, lo lei todo de un jalon, aunque recomiendas hacerlo poco a poco. Yo leo de esta manera: de un solo trago y despues vuelvo a leer poco a poco, disfrutando cada parte. Asi que voy al principio del "librillo" una lectura por dia, disfrutando, saboreando... Gracias por tomarte la molestia de transcribirlo. Gracias, prometo seguir el curso dia a dia y dices que en un mes vere resultados? Yo creo que desde el principio, por lo menos en mi caso. Gracias de nuevo.
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*Primavera
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Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 2918
Ubicación: España

MensajePublicado: Dom May 21, 2006 2:43 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida niña Laura, queridas todas:

No, no ha terminado el libro, ¡que va!, si acabamos de empezarlo.

Ocurre que no me encontre nada bien de salud, pero, creo que ya lo tengo superado, así, que ya estoy de nuevo:

¡A la carga mis valientes! (Así me siento, jajaja)

Pero, os suplico un poco de paciencia, porque estoy super atrasada en muchos temas, y tengo mensajes por MP, que no he podido ni leer. Voy a ponerme al día, y seguiré con el libro MADRES... CON SONRISA.

¡¡Volveré!!

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Ultima edición por *Primavera el Mar May 23, 2006 1:12 am, editado 1 vez
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*Primavera
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 2918
Ubicación: España

MensajePublicado: Mar May 23, 2006 1:11 am    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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10º. Día

EL NIÑO QUE NO SABIA SONREIR




Este era un mozalbete pequeño, muy pequeño, entre los dos y los cinco añitos; es decir, de la edad del nido maternal.

Y el pequeño asistía a la escuela, su nido infantil, en la que parecía un chaval como todos los demás. Pero – y aquí es donde empieza el drama – no era como todos los demás, porque era el niño que nunca se había sonreído.

Cuando digo que nunca se había sonreído, no lo digo por ganas de hablar. Por extraño que pueda pareceros, aquellos labios, hechos para la sonrisa como la flor está hecha para dar su perfume, jamás se habían entreabierto sobre las dos hileras de pequeños y blancos dientes.

¡Pobre chiquito, salido de quién sabe dónde y educado Dios sabe como, en cualquier zaquizamí de los suburbios, pálido, delgado, raquítico! ¡Y a todo esto, con sus dos ojos siempre tristemente fijos en el vacío, como si miraran a una dolorosa imagen!

La maestrita no podía menos que experimentar un sentimiento de dolor al mirar allá abajo, casi en el fondo de la clase aquella carita angustiada y sin alegría, aquellos endebles hombros que parecían tan poco adecuados para soportar el peso del humano dolor.

Era preciso hacer cambiar aquello. Y tal fue lo que un buen día intentó la maestrilla. Llamó con dulzura al niño y le estrechó maternalmente contra su pecho. Pero no le dijo nada. ¿Qué razones invocar para hacer que floreciera aquella pobre carita tan trágicamente cerrada?

Entonces, y no sabiendo qué decirle, se quedó mirándole un largo rato con rostro sonriente y lleno de ternura… El pequeño la miraba a su vez a ella. ¡Era algo conmovedor el ver aquel duelo entablado entre la maestrita y el niño, duelo mudo del que la joven no estaba muy segura de salir victoriosa!

¿Le faltaban los músculos a aquella pequeña carita, marchita antes de tiempo? ¿O era que la pobre criatura, falta de experiencia, no sabía utilizarlos para sonreír?

Así permanecieron un largo minuto… un siglo, durante el cual la joven maestra continuó ofreciendo al desheredado entre los desheredados una sonrisa que era para él, nada más que para él.

De repente, una pequeña llama surgió en los ojos del chicuelo, seguida de otra… su demacrada carita perdió por un momento su tensión… Y al fin, con trabajo, con lentitud, como venida de muy lejos, una débil sonrisa – la primera – se difundió por aquel pequeño rostro dolorido, lo invadió, lo transformó, dándole de un golpe la juventud y la belleza de que carecía. La maestrita con corazón de madre, había conseguido la victoria sin decir una palabra… con la sonrisa.

Esta primera sonrisa de un niño de los suburbios, la vi, mi querida amiga, en la pantalla, el día en que fui a ver “La Maternelle” de León Frapié.

Una bellísima película, muy realista, muy dolorosamente realista. Aunque ponga en escena a muchos niños, una madre juiciosa, como tú lo eres, se guardará de llevar a sus niños a verla. ¡Demasiado tiempo les habrá de quedar para llegar a saber que hay madres que no son dignas de respeto, como tú!

En canto a mí, no he retenido de la película más que una figura emocionante. La de aquel pilluelo que no sabía sonreír y al que una sonrisa de mujer sacó de su inconsciente miseria.

Desde que estoy escribiendo para ti, mi querida amiga, aquella historia me persigue como una lección viva. Me parece que cada rostro de un niño es como un espejo en que las madres deberían mirarse de cuando en cuando.

¿Has sorprendido alguna vez en el rostro de alguno de tus hijos una expresión desagradable, cerrada, sombría, triste, tal vez dolorosa? No me respondas desde luego: “¡Vamos! ¡Que cosas tiene esa señora!”… sino que piensa: “¿Cómo soy yo misma?” y si no lo juzgas conveniente, mírate al espejo.

Sean las que sean las contrariedades, los trabajos, las inquietudes, o las penas reales de tus hijos, es necesario - ¿me entiendes bien? – es necesario que sepas sonreír; aun cuando sólo sea porque la sonrisa, que en ocasiones puede ser hasta heroica, es una condición de su felicidad.

Pero no podemos devolver la sonrisa a quienes la han perdido, dándoles unos cachetes, gritándoles o regañándoles, sino permaneciendo siempre iguales a nosotras mismas, suceda lo que suceda; tan fielmente sonrientes, que no puedan vivir a nuestro lado sin sentirse, poco a poco, contaminados por un bellísimo y excelente contagio.





RECETA DEL DIA

Busca en tu ambiente familiar, o alrededor de él, una persona que tenga la mala costumbre de ser excesivamente seria. Y hazte contigo misma la siguiente apuesta: ¡A que consigo que esta persona – niño o adulto – se haga mucho más sonriente de lo que es, sin emplear otro medio que mi buen humor personal!

Lo primero de todo, es que no me vengas diciendo que tal cosa es “imposible”. La palabra imposible no existe en nuestro idioma. Se trata de un problema de voluntad y perseverancia por tu parte. Quieres conseguirlo, y lo conseguirás.

Bien comprendo que podrás responderme: - Pero, ¿de qué me he de servir para triunfar con mis pequeños el que yo consiga hacer sonreír a una vecina que siempre parece que está comiendo limones?

Pues es sencillísimo. Al proponerte ser tú misma más sonriente, tus hijos se sonreirán con más frecuencia aun cuando no te preocupes en lo más mínimo de ello.
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*Primavera
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Reyna Sánchez Benítez
Constante


Registrado: 06 Oct 2005
Mensajes: 738
Ubicación: ¡Viva México!

MensajePublicado: Mie May 24, 2006 3:04 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida María José:

¡Bendito sea Dios que ya te encuentras mejor!

Qué bueno que te cuidaste, hazlo siempre porque a muchos nos haces falta.

Gracias por tu tiempo y tu cariño para todos los de este foro de Familias católicas, porque como decimos en mi tierra, tú eres aquí como "la mamá de los pollitos" Very Happy .

Gracias también por este tema. De seguro que todas lo vamos a aprovechar mucho.

Que el Espíritu Santo nos ilumine a todas las mamás, para mejorar el mundo.... Amén.
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Reyna
Señor... que me pierda en Ti, como la gota en el océano!
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laura aguilar ramirez
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Registrado: 09 May 2006
Mensajes: 105

MensajePublicado: Mie May 24, 2006 3:46 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Hola, Maria Jose:
Feliz Recuperacion. Dice Reyna Sanchez que eres "la mama de los pollitos", yo voy llegando, pero me puedes aceptar como otro pollito mas? Yo soy un pollito al que le gusta platicar con su mami gallina. Yo soy un pollito que disfruta tus lecturas, que llora, rie y goza cada una de ellas. Anteriormente te prometi irme poniendo al dia y trato de hacerlo, asi que tengo que preparar 2 recetas diarias. La de hoy me encanta, mis hijos no estan mas que un rato en las mananas y un rato muy pequeno en las noches, asi que trato de mandarles de vez en cuando un E-Mail con una pequena sonrisa y de paso a mi "nino grandote". Gracias por tu tiempo. Me encantaria mandarte un "emoticons" para que vieras la sonrisa que lograste poner en mi cara, pero no se como ponerlo. Asi que tendras que usar tu imaginacion y compararla con un dia lleno de sol.
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*Primavera
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Registrado: 02 Oct 2005
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MensajePublicado: Jue May 25, 2006 11:56 am    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Mi Reyna querida y querida Laura:

Me alegra de que me querais tanto y veais en mí cosas que yo creo que me fallan, pero el amor el ciego. Muchas gracias por todo, chicas lindas. Aquí me teneís para lo que os haga falta, sobre todo para rezar por vosotras. Y no os olvideis de rezar vosotras por mí. Gracias.

Ahora pasaré a aportaros otro capítulo de Madres... con sonrisa.

¡Que Dios nos bendiga!

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*Primavera
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Registrado: 02 Oct 2005
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MensajePublicado: Jue May 25, 2006 11:57 am    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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11º. Día

POR EL LADO BUENO



José María y Pablo están de vacaciones. Lo cual no cabe duda de que es un momio… ¡Con tal que las vacaciones duraran un rato largo!...

En el gran calendario colgado de la pared, los pequeños tachan todas las noches con un trazo rojo el día transcurrido. Y un buen día se dan cuenta, los dos a la vez, de que han llegado exactamente a la mitad de las vacaciones.

José María, al verlo, exclama con el aire de quien presencia una catástrofe: - ¡Cataplún!... ¡Ya no nos quedan más que ocho cochinos días de diversión! – En cambio Pablo observa con aire de satisfacción: - ¡Caramba!... ¡Todavía nos quedan ocho días buenos!

¡En los dos casos, son ocho días justos! José María y Pablo volverán a clase juntos la semana próxima. Pero, ¡qué diferencia hay en su actitud!

José María es un pesimista; es decir un jovencito que toma las cosas por el lado malo. Y se hecha a perder el final de sus vacaciones, con la idea de que se van a terminar a escape.

Pablo es un optimista. En lugar de pararse a lamentar lo que ya no tiene, se regocija con la idea de lo bueno que todavía le queda. Toma las cosas por el lado bueno.



Tus niños, querida amiga, ¿a quién se parecen? ¿A José María o a Pablo?

De ti depende, en gran parte, el que se parezcan a Pablo.

Porque nuestros hijos nos ven vivir todos los días e, inconscientemente, hacen lo que nosotros hacemos.

¿Somos de aquellas que se desconsuelan por todo y por nada?

¿Te desesperas cuando llueve, porque tienes tendida a secar la ropa blanca? ¿Te lamentas cuando no llueve, porque tendrás que regar los guisantes? ¿Suspiras la víspera de los exámenes, porque bien podría ocurrir que el pequeño se equivocara mañana al resolver el problema?

Si así lo haces, has sido hasta el día de hoy una pesimista; pero esto tiene que cambiar. Verdad es que tienes muchas atenuantes, acaso nadie te haya dicho nunca que un carácter optimista, es decir, un carácter confiado, era una condición absolutamente indispensable para tener éxito con los niños.

Los pesimistas son todos ellos personas destinadas al fracaso.

Quien tiene confianza en sí mismo y en la vida, tiene grandes posibilidades y hasta la certeza de obtener grandes éxitos.

¿Tienes el carácter un tanto sombrío? ¿Te sientes inclinada perfectamente a ver el lado malo de las cosas? No te desconsueles. Esta tendencia se puede corregir por completo y con bastante rapidez. Depende solamente de ti. ¿Qué cómo? Muy sencillo. Aplica la receta.



RECETA DEL DÍA

Cuando te encuentres bajo una impresión penosa o desagradable, en lugar de dejárselo comprender a tus hijos, adopta la costumbre de expresar en alta voz alguna reflexión optimista; es decir, de afirmar con toda claridad tu confianza:

“Esto saldrá bien. Las cosas se presentan bien. Todo se arreglará. No tiene importancia”.
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laura aguilar ramirez
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MensajePublicado: Jue May 25, 2006 4:33 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Razz La receta de hoy, tratare de combinarla con la receta no. 1. tomarme tiempo para respirar cuando me ganan los "nervios" Saben? soy muy nerviosa. Aveces necesito un tanque completo de oxigeno. Exagerada la muchacha jjajja.
Esta receta tratare de aplicarmela todos los dias. Ser mas optimista. Todo ira bien....todo ira bien..... todo ira mejor..... Dios quiera. Wink
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MensajePublicado: Jue May 25, 2006 4:37 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Laura, ¡eres super-simpática!

Eres tan agradable. Me has hecho sonreir con tus comentarios.

¡Un abrazo!

Eres un cielo.

Te quierooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!

¡Queda con Dios!
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*Primavera
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MensajePublicado: Vie May 26, 2006 12:53 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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12º Día

EL JUEGO DE SABER CONTENTARSE


¿Sabes el cuento de Serafina? ¿No lo sabes? Pues escúchalo, porque es delicioso.

A Serafina le había sido prometida una muñeca; una muñeca grande, muy grande, que cerraba los ojos y decía papá y mamá. Te puedes imaginar la impaciencia con que la pequeña mamá esperaba a su “hijita”. Y he aquí que un día llevan una larga caja a casa de la niña que, armada de tijeras, se precipita a cortar los bramantes y a romper los papeles de envoltura.

¡Gran Dios! ¡Qué muñeca ni que niños muertos! Lo que llega en la caja es un par de muletas, destinadas a una vecinita enferma, y que por error, han sido entregadas en casa de Serafina.

La niña se queda de piedra y su desolación no tiene límites. Su papá la coge y la sienta sobre sus rodillas. Con mucha amabilidad la hace ver que, en lugar de llorar, debería llenarse de regocijo al pensar que aquellas muletas no son para ella que tiene la fortuna de poder andar, saltar, correr y bailar.

Y cuando Serafina ha secado, al fin, sus lágrimas, el papá la propone que, desde aquel momento en adelante, y en medio de todas las desventuras que la puedan ocurrir, busque siempre una razón para mantener, por lo menos, el buen humor. No otra cosa es el “juego de saber contentarse” – un juego al que la niña continuó jugando toda la vida, consiguiendo mantener con valor el ánimo sereno ante las dificultades, las decepciones y los sufrimientos.



¿No te parece, querida amiga, que el papá de Serafina era un señor que sabía lo que se traía entre manos? Pienso en muchos otros padres y madres que conozco, y procuro imaginarme lo que habrían dicho:

La mamá de Paulita, se habría encogido de hombros “¡Qué tonta eres, pobre hija mía, que te pones así por tan poca cosa!”

El papá de Juanita, habría refunfuñado: “¡Oh!, ¡delicioso!”

El papá de Luciana no habría dicho una palabra; pero se abría marchado de casa dando un portazo, porque no es capaz de aguantar lloriqueos.

La mamá de Luisa, la habría amenazado con unos azotes: “¡Si continúas poniendo esa cara, te quedarás sin muñeca!”

Y yo te pregunto: ¿Qué provecho habría sacado cualquiera de esas niñas de su desilusión?

Lo ha sacado, en cambio, Serafina, porque tiene un padre que sabe tener paciencia y que procuró ser primero comprensivo y después hábil. Gracias a ello, Serafina sacó de su decepción una gran lección que ha ejercido una feliz influencia en toda su vida.

A decir verdad, en el mundo no hay más que dos clases de personas: las personas dichosas y las personas desdichadas. Pero hay que contar con una tercera clase: la de las personas que saben ser dichosas.

¿No te gustaría, querida amiga, que tus hijos fueran de estos últimos? Puesto que estás tan poco segura de poder proporcionarles la felicidad que tan ardientemente les desearías, enséñales, por lo menos, a ser felices en todas las circunstancias, aun en el caso de que las cosas marchen mal.

Pero para ello sería preciso que jugaras tú misma al “Juego de saber contentarse”. Una madre no puede exigir a sus hijos más que lo que ella habitualmente hace.



RECETA DEL DÍA

Cada vez que experimentes una contrariedad, piensa en el cuento de las muletas de Serafina y busca un motivo para seguir estando alegre a pesar de todo.
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laura aguilar ramirez
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Registrado: 09 May 2006
Mensajes: 105

MensajePublicado: Vie May 26, 2006 4:56 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Hola a todas: La historia de las muletas de Serafina, no me hizo reir sino llorar Crying or Very sad . Tratare de aplicarme la receta: Buscar cosas que me alegren el dia a pesar de las contrariedades.
En la receta no.2: la historia de Santiago Que burro eres!! el ingrediente principal es Paciencia. Estoy tranquila....estoy tranquila....
Por cierto, Maria Esher contaba sus experiencias de ese dia: el telefono, dos cuartos gatunos, su marido de viaje, el fontanero, etc. etc. y su hija preguntandole: "los gatos pueden volar?" no se impaciento, gracias a Dios . Su dia termino bien. Supongo que ahora, recordando esa experiencia debe reirse mucho, aunque en ese momento la pasara tan mal. A mi me han pasado cosas asi. Un saludo.
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renatta
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Registrado: 12 Abr 2006
Mensajes: 350

MensajePublicado: Vie May 26, 2006 10:23 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Hay Maria Jose , no sabes lo bien que me ha hecho tu libro , no sabes la falta que me hacia tambien , pues mis hijos son pequeños y bastante seguidos y por tanto hay veces que la paciencia no me dura mucho, menos mal que el Señor me tiene bien agarrada de El , pues veo en esos momentos como triunfa ante situaciones limites con mis angelitos, veo que mis hijos son un regalo de Dios , mas que un regalo una mision que el Señor me entrego para preparalos para el Cielo.
Bendiciones a todas las madres de este foro ,las invito a que les entreguemos todas nuestras cruces como madres al Señor y a nuestra Madre Santisima.
Espero ansiosa la proxima leccion
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*Primavera
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Ubicación: España

MensajePublicado: Mar May 30, 2006 4:49 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Mi querida Laura:

Nosotros en casa lo llamamos "el juego de: me alegro", y lo usamos asi, te daré unos ejemplos.

- Un día que uno está resfriado, dice: "Me alegro de estar resfriado en vez de tener una enfermedad mortal" (y se reza para los enfermos mortales)

- Teníamos que irnos, y se nos estropea el coche: "Me alegro de que el coche esté estropeado, en vez de estar yo enferma"

- Rompes un plato: "Me alegro de que se haya roto un plato en vez de que mi esposo se haya roto la pierna, o yo, o X"

- Falta de dinero para llegar a fin de mes: "Me alegro de que me falte el dinero, en vez de tener unos hijos caprichosos que no valoran nada. Dios proveera"

Bueno, espero que con estos ejemplos una pueda "engancharse" al juego.

Sí aprendemos todas mucho con el librito de Marie France.

¡Gracias Dios mío!

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Ubicación: España

MensajePublicado: Mar May 30, 2006 5:20 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida Renatta:

Como a ti, amiga mía, a mí, este librito me ayudó mucho, incluso mi amado esposo me hizo un comentarío suyo en un poema que me escribió hace muchos años, cuando cayó en mis manos este librito. Ah, y ahora que lo recuerdo, lo título así: "Madre con sonrisa"


MADRE CON SONRISA

Dulce madre,
Buena esposa,
que sonrie por cualquier cosa.

Hacendosa y sacrificada
buena y servicial,
Una esposa sin igual.

Madre con sonrisa

Educadora excelente,
Divertida compañera,
amiga de todo el mundo.

Mientras borda un pañuelo,
unos hijos hijos lavan los platos,
y otros juegan con los gatos.


Madre con sonrisa

Te elegí, la mejor
por ser hija de Dios
y reina de mi corazón.

Un marido feliz, soy.
por tu sonrisa, al resaltar,
que hace feliz nuestro hogar.


--------------------------------------------

Este es el poema, espero que os guste.

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MensajePublicado: Mar May 30, 2006 5:21 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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13º Día

HISTORIA DE UN SACO DE MAIZ,
DE UNA MAMA Y SU HIJO MANITO


Había una vez – y no en los tiempos de las hadas, sino muy recientemente durante los duros años de la posguerra, - una madre que, como todas las demás madres, no tenía gran cosa que dar de comer a sus hijos.

Pero como tenía la fe en la promesa del “Padre nuestro” que está en los cielos, pedía todas las mañanas “el pan nuestro de cada día”, y la verdad era que todas lo encontraba.

Cierta mañana, el pan se presentó bajo la forma de un saco de maíz – de ese maíz que se reserva de ordinario para las aves del corral; pero que, molido, produce una excelente sopa para los niños y para las personas mayores.

“Manito” – contracción del nombre Emiliano de un mozuelo de ocho años que jamás había visto aquella comida – Manito, digo, husmeó el saco con su varicilla, y encontrando graciosísimo el hecho de que tuviera que comer lo mismo que comen las gallinas, decidió que era preciso bajar sin pérdida de tiempo a casa de la abuela que vivía en el piso de abajo, para hacerla ver aquella extraña comida, para él desconocida.

Y sin decir a nadie ni pío, aquí tenéis a manito con el saco al hombro y bajando los escalones de cuatro en cuatro. ¡Pum, catapum, pin, pam!... Allá va mi Manito rodando por la escalera, lo cual no tendría otra importancia que la de los coscorrones que se ha dado que, por lo demás, son cosa leve, puesto que se levanta a escape por sí mismo… Pero lo malo es que, si él se levanta, quedan en cambio por tierra, a lo largo de toda la escalera, los cinco kilos de maíz… ¡una friolera!... millones de pequeños granos redondos como perdigones que, apenas se han visto en libertad, - los muy sinvergonzones – han emprendido una loca carrera de saltos y de brincos y de desbandada por los escalones… ¡la catástrofe!...

La mamá, que acude a los gritos de Manito, comprueba al primer golpe de vista la magnitud del desastre y el tiempo que va a ser necesario perder para recoger los granos de maíz. Y se trata de una madre que no tiene un minuto libre, porque tiene que trabajar fuera de casa desde que el padre querido se marchó al lado del Buen Dios para preparar a los suyos la gran felicidad… la que nunca tiene fin.

Pero la madre de Manito está harto habituada a hacer frente con valor a las grandes dificultades, para que vaya a sentir terror ante las pequeñas. Rechazando a toda prisa el mal humor que pretende apoderarse de ella, hace aparecer en sus labios la sonrisa de quienes jamás aceptan la derrota.

“¡Mira, Manito, esto ha sido una trastada del diablo! El diablo se ha propuesto hacernos rabiar a ti y a mí. ¡Pues bueno! ¡Se va a ver negro, porque ni tú ni yo haremos un solo gesto de impaciencia! ¡Corre a buscar la escoba y el recogedor! Y al trabajo… ¡sin dejar de reír por la ocurrencia!”

Y he aquí como aquella mamá y su pequeño Manito, recogieron millones de pequeños granos de maíz, riéndose de cuando en cuando como locuelos, dándole un soberano chasco al diablo.





No te parecen simbólicos, querida amiga, esos granos de maíz desparramados por la escalera?

¡Cuántas pequeñas catástrofes se acumulan de la misma manera a nuestro alrededor, como otras tantas trampas que el demonio nos prepara para arruinar nuestra paciencia y la de nuestros hijos, sumiendo a la familia entera en una atmósfera de ira, de reproches y de recriminaciones!

Y porque un saco de maíz se haya caído por la mañana, nos ponemos estúpidamente en el peligro de que toda una jornada se haga penosa, quede malbaratada y pueda considerarse perdida para nuestra misión educadora.

¡Bueno, bueno!... ¿por qué no hemos de hacerle nosotras alguna jugarreta al muy “tunante”, a ese amigo del mal que algunos llaman Exterminador – al diablo, en resumen?

Y eso sin tener en cuenta que, si propones a tus pequeños que le armen una jugarreta a cualquiera, puedes estar segura de que jamás dejarán de darte su conformidad, aun cuando ello hubiera de costarles algún pequeño sacrificio. ¡Resulta tan divertido el armar jugarretas cuando se tiene menos de doce años!...



RECETA DEL DIA

Cuando sientas la tentación de perder la paciencia u observes que tus hijos están a punto de perderla, repite varias veces con la más amable sonrisa de que seas capaz: ¡Pues, no señor, no! Ni yo, ni ninguno de nosotros queremos encolerizarnos. ¡Por esta vez, Belcebú va a verse negro, ea!... Esto, o cualquiera otra fórmula por el estilo.

Por lo demás – y no debes olvidarlo – cuando nos repetimos varias veces una misma cosa, acabamos por estar convencidos de ella. Y confío en que continuarás utilizando este excelente sistema en toda clase de circunstancias.
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MensajePublicado: Mar May 30, 2006 7:34 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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14º Día

UNA BANDA DE PEQUEÑOS GRANUJAS


El cardenal Tosti estaba completamente desolado. Pero me olvidaba de deciros que esta historia ocurre en Roma, en el año 1.858. Por las calles de Roma corrían bandadas y bandadas de granujillas que eran la desesperación de la policía que consideraba imposible conseguir hacer de ellos buenos ciudadanos, y la desesperación de su Eminencia que temía, con razón, no conseguir hacer jamás de ellos buenos cristianos.

¿Tenéis alguna idea de cómo podría empezarse la educación de aquellos golfillos? ¿No sería necesario, desde luego acercarse a ellos, hablarles, convencerles, haciéndoles descubrir y amar el bien? Pero el caso era que habían vuelto de tal manera al estado salvaje – en plena ciudad de Roma y en pleno siglo XIX – que, por el momento, no se podía ver en aquellos pequeños bandidos que vivían de la rapiña, otra cosa que futuros criminales. Y eran centenares.

Sí; aquello preocupaba profundamente a su Eminencia, el Cardenal Tosti, el cual confió sus inquietudes a un joven amigo suyo, el Padre Juan Bosco.

El Padre Bosco, no era por su parte pesimista. Sí, señor; claro estaba que se podía hacer algo por aquellos granujillas. Y hasta era relativamente muy fácil. Nada menos que llegó a hacer una apuesta con el Cardenal.

Y henos aquí con los dos sacerdotes que van en coche… Han dado al cochero una dirección; la de la Plaza del Pueblo. El caballo se detiene y Juan Bosco desciende solo del coche, mientras que el Cardenal observa incrédulo detrás de los cristales. ¿Cómo se las va a arreglar el insignificante sacerdote.

¡Pues muy sencillo! Juan Bosco se recoge la sotana, y sin la menor vacilación, se mezcla en los violentos juegos de los muchachos, poniéndose a su cabeza como quien sabe perfectamente lo que hace.

Y una vez terminado el juego, se sienta en medio de aquellos golfillos que, conquistados por aquel nuevo amigo, le escuchan con toda su alma y están dispuestos a lanzarse al fuego por él.

El Cardenal ha perdido la apuesta… ¡podéis imaginaros con cuanta alegría! Sí; con la sola condición de conquistar su amistad, se hará lo que se quiera con los granujillas de Roma.




¿Por qué Juan Bosco, el gran educador, triunfó aquel día como siempre habría de triunfar?

Porque supo comprender la necesidad de jugar que tienen los muchachos. ¿Podemos nosotros decir otro tanto?

¿No son debidos algunos de nuestros fracasos a que consideramos que el juego como tiempo perdido, como algo que perjudica al trabajo, como algo que no es serio ni útil?

¡Grave error!

Procuremos acordarnos de nuestra propia infancia. Y comprobaremos que el niño tiene necesidad de juego, tanto como el aire, de alimento y de calor.

Y conste que entiendo por juego, las grandes competiciones a que se entrega con ardor la juventud y que tan de moda están en nuestros tiempos, aun cuando tal vez se exagere un poco la importancia de las mismas.

Son de interés todos los juegos a que los niños se entregan a la caída de la tarde en los jardines, en la calle y en la plaza pública, con sus hermanos y hermanas y con los pequeños de la vecindad. Todos esos juegos cuyos gritos y alboroto cansan tal vez a las personas mayores como nosotros, lo que nos hace considerarlos como enemigos de nuestra misión educadora.

El juego no es un enemigo para nosotros, ni una mala tentación para los niños. El juego es o debe ser nuestro aliado, un recurso con el que hemos de contar para nuestro éxito. Volveremos sobre ello, porque vale la pena. Pero, entre tanto, empieza a poner en práctica la siguiente receta.


RECETA DEL DIA

Esta noche, durante la cena, haz hablar a tus hijos de los juegos con que se entretienen en las reuniones del grupo de que formen parte. Hazles que te expliquen las reglas de sus juegos. Pero lo principal es que, cuando te lo cuenten, no les estés escuchando como quien oye llover, sino que te tomes un real interés en sus explicaciones.

Mientras los niños hablan, obsérvales con atención y te darás cuenta de la confianza que aquella conversación les infunde. Preguntándoles con frecuencia sobre lo que constituye una de sus grandes preocupaciones, tu influencia sobre ellos aumentará de día en día.

Pero tampoco dejes de tener bien en cuenta que esta receta no es de las que dan resultados inmediatos. Ponla en práctica preferentemente los días que tus pequeños hayan tenido ocasión de jugar. Al cabo de algunas semanas, comenzarás a observar una real transformación en la actitud de los muchachos con respecto a ti.
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MensajePublicado: Mar May 30, 2006 7:35 pm    Asunto:
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15º Día

UN DÍA SIN RECETA


¡Un día sin receta! “¡Un día de vacaciones!” – pensarás con toda seguridad - . “¡Hoy me podré pasar sin mis cinco minutos de lectura diaria y cerrar el librito!”

Poco a poco, amiguita…

Hace ya algún tiempo, decidiste sacrificar cinco minutos cada día a nuestro librito de recetas.

El primer día te prometí que obtendrías tales resultados, que no podrías menos de quedarte asombrada. Detengámonos un poco está mañana, para ver juntos en que punto nos encontramos, y observar si puedes registrar ya algún éxito.

Vamos a hacernos algunas preguntas a las cuales vas a responder con absoluta sinceridad desde el fondo de tu corazón.

Lo primero son estas dos preguntitas, que en manera algunas debes hacerte:

“¿Se han convertido mis hijos en unos santitos?”

(Nadie se hace santo en ocho días).

“¿Son ahora más obedientes mis hijos?”

Ten en cuenta que todavía no hemos intentado hacerles obedientes. No hay que asombrarse, por lo tanto, de que, en muchas ocasiones, sigan haciendo lo que se les mete en la cabecita).

Y he aquí ahora las preguntas que debemos hacernos. (No olvides que las líneas de puntos en el libro, representan una invitación a que reflexiones durante un momento).

1ª - Durante estos días, ¿he estado un poco menos nerviosa de lo acostumbrado?

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

(Observa que no he dicho mucho menos nerviosa).

2ª - De entre las recetas que he puesto en práctica, ¿cuál es la que mejores resultados me ha dado?

¡Ahí lo tienes! ¡Eso es todo!

No te preguntes hoy si tus pequeños te han cambiado ya. Sería muy posible que te vieras obligada a responder que han sido más difíciles que nunca. Y en tal caso correrías el riesgo de sentirte completamente desalentada y de cerrar para siempre el librito porque no tendrías fe en las recetas que propone y te dirías: “¡Me han engañado!”

Precisamente porque yo no quiero engañarte, es por lo que te digo: Es necesario aplicar “el método de los cinco minutos” durante mucho más tiempo de una o dos semanas, para comprobar que en los niños se han producido resultados sensibles.

Pero, en cambio, es muy posible que en sólo algunos días hayas podido obtener ya algunas victorias apreciables sobre esa especie de nerviosismo femenino que es, en todas las madres, uno de los más grandes obstáculos para el éxito.

¿Estás contenta de ti misma? ¡Magnifico! Sigue adelante. Estás en el camino del triunfo.

¿Continúas, por el contrario, muy nerviosa todavía? No deduzcas con excesivo apresuramiento que las recetas no sirven para nada. Cualquier médico te dirá que los tratamientos más eficaces no producen casi ningún efecto en quienes no creen en tal eficacia.

En todo caso, estoy segura de que eres demasiado inteligente para que no seas capaz de encontrar por ti misma uno o dos pequeños “trucos” que te ayuden a dominar tus nervios. Poco importa el sistema que utilices. con tal de que lo consigas.
De todas maneras, si no eres tan dueña de tus nervios como tú querrías, no vaciles. Antes de seguir adelante con este librito, vuelve atrás para repasar el capítulo o los capítulos que más te hayan interesado; la receta o las recetas con las que mayor éxito hayas obtenido.

Y sobre todo, permanece fiel a nuestros cinco minutos diarios, sin faltar a ellos un solo día, suceda lo que suceda.
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MensajePublicado: Mie May 31, 2006 1:37 pm    Asunto:
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16º Día

LA CARRETA DELANTE DE LOS BUEYES



Hace ya quince días que Gertrudis no aparece por el jardín de recreo. Lo cual me inquieta. ¿Estará enferma? No puede ser, puesto que va a clase. Como causa de su ausencia, les ha dado a sus compañeras unas razones un tanto estrafalarias: que tiene que aprender las lecciones, que tiene que preparar las redacciones… Yo conozco bien a mi Gertrudis. No se vuelve loca estudiando. La cosa me parece un poco turbia. Iré a ver a su mamá.

.-¿Gertrudis? Soy yo la que la tengo encerrado. Está castigada. ¡Mire, mire su librito de notas! ¡Una vergüenza, ni más ni menos! Volverá al jardín cuando obtenga mejores notas. Hasta entonces, nada de recreos…

La mamá de Gertrudis se ha parado ante la niña que, un tanto avergonzada, inclina la cabeza sobre su atlas geográfico:

.- ¡Está bonito! ¡Mire usted qué cara pone! ¿Por
qué no estudias?, ¡vaga, más que vaga!... ¡Estoy harta de conocerla! ¡Se estará así toda la tarde, bostezando sobre los libros y balanceando las piernas por debajo de a mesa. ¿Querrás dejar tus piernas tranquilas? ¡No es capaz de estarse un momento quieta! ¡La vuelve a una loca! ¡Toma!, ¡para que aprendas!...

Una bofetada. Gertrudis se hecha a llorar, hundiendo la varicilla en su atlas. He cometido un error viviendo esta tarde – un jueves – a casa de aquella mamá. Volveré mañana.

Y el viernes, mientras Gertrudis está en el colegio, heme aquí de nuevo en su casa.




¿Qué es lo que le he dicho a la mamá de Gertrudis? Seguramente lo adivinas, querida amiga. La mamá de Gertrudis está llena de buenas intenciones y se cree que hace muy bien encerrando a la niña en casa todos los jueves para hacerla estudiar durante toda la tarde.

Pero con toda su buena fe, se equivoca. Su receta es absolutamente desastrosa. Con tal procedimiento, no llegará probablemente a otro resultado que al de embrutecer a la pobre Gertrudis, a hacerla odioso el trabajo escolar a hacer, tal vez, que caiga enferma.

Porque yo he fijado mi atención en la pequeña, y he podido comprobar:

1.º Que tiene una cara que da miedo. Evidentemente, está falta de aire, de luz, de sol.

2.º Que tiene la necesidad de moverse. ¿Para qué estaría balanceando sin cesar las piernas bajo la mesa, si no fuera para dar satisfacción a esta necesidad?

¡Créame, señora! Ha adoptado usted un mal sistema al privar a Gertrudis de sus tardes de sano recreo. Cuanto más la encierre con el pretexto de hacerla trabajar, menos capaz será de trabajar de verás. Conseguirá usted con absoluta seguridad, hacerle odiosos sus deberes y darle al juego el atractivo de la fruta prohibida. Pedir un esfuerzo suplementario a Gertrudis, que está cansada por cinco días de inmovilidad en clase, es querer poner la carreta delante de los bueyes.

¿No eres de la misma opinión mi querida amiga?

Para nosotras, que casadas de nuestras tareas, apreciamos tanto la horita de descanso que, sin dejar de trabajar por supuesto, podemos estar sentadas haciendo cualquier arreglo en la ropa, ¡qué difícil resulta el comprender que el descanso de nuestros pequeños consiste precisamente en entregarse a toda clase de carreras, de saltos, de bailes, de gritos, de juegos!...

¡Y cuánto mejor marcharían nuestros asuntos, si admitiéramos esta verdad de una vez para siempre!

Pues aquí tienes una pequeña receta:



RECETA DEL DIA

Cuando un niño comienza a rascarse la cabeza y a bostezar ante sus cuadernos, en lugar de regañarle, dale cinco minutos de verdadera distracción. Pero ten mucho cuidado de no presentarle este descanso como una recompensa (que no ha merecido, si voluntariamente se hace el remolón), ni como debilidad tuya.

“¡Ale! ¡A jugar un rato, que ya tendrás tiempo de estudiar después!”

Hacerle ver que no se trata más que un medio de conseguir que, al cabo de un rato, trabaje mucho mejor y con mayor rapidez:

“¡Vamos! ¡Me parece que esta lección se te ha atascado! ¡Corre a dar unas vueltas por el jardín! ¡Verás cómo después te la aprendes en un abrir y cerrar de ojos!”

Y cuando el niño regrese jadeante después de haberse dado unas cuantas carreras: “¡Así me gusta! ¡Ya tienes la cabeza despejada! ¡apuesto cualquier cosa a que dentro de un cuarto de hora te sabes al dedillo la lección!”

Ventajas de esta receta:

1.ª Has permitido que el niño satisfaga su necesidad de movimiento, que para él es tan grande como para nosotras la de comer o dormir. Además, al moverse por consejo tuyo, ha cumplido la ley de la obediencia, mientras que, cuando se revolvía sobre la silla en lugar de trabajar, estaba desobedeciendo.

2.ª Has convencido al niño de que, después de su rato de juego, necesitaría menor esfuerzo para aprender la lección. Reanimado y lleno ahora de confianza, se pondrá a estudiar con todo su entusiasmo, y por consiguiente, con muchas mayores probabilidades de éxito.
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conchirodes
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MensajePublicado: Mie May 31, 2006 5:27 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Muchas gracias por los consejos que publicas. Espero que me sean de mucha ayuda, sobre todo para no perder la paciencia con mi hijo. Un saludo afectuoso.
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Mama Paty
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MensajePublicado: Jue Jun 01, 2006 12:47 am    Asunto: Bautizo
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Buenas tardes!
Soy madre de una nina y el 29 de julio la bautizaremos, pero no estoy segura de que es lo que debo comprarle para el bautizo. Se que debo comprar un bestido, una toallita para la cabeza, un gorro, pero no se que mas. Si alguien sabe porfavor de avisarme.

Sinceramente,

Mama Paty Very Happy
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MensajePublicado: Jue Jun 01, 2006 1:51 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida Cochirodes:

Muchas gracias a ti, por entrar en los magnificos foros de Catholic.net.

¡Seguro que te serán de ayuda! Ya verás como serás una MADRE CON SONRISA. ¡Yuuupíí!


¡Dios es maravilloso!

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MensajePublicado: Jue Jun 01, 2006 2:16 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida Mama Paty:

Enhorabuena mamá bonita.

Pues yo creo que tambien necesitas cirio, que se enciende como simbolo de LUZ.

Pero si vas al sacerdote y le pides te diga lo que necesitas, él te lo dirá.
¿vale?

¡Que Dios te bendiga, bonita y buena mamá!

¡Dios es maravilloso!

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MensajePublicado: Jue Jun 01, 2006 2:17 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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17º Día

A VECES CONVIENE CANTAR…
… DIOS NO LO PROHIBE


Pedrito es un chaval de siete años – todo un hombrecito… ¡Bueno!, pues a la más revoltosa de las chicuelas de su edad, no se le habría ocurrido hacer lo que él ha hecho. ¿Sabéis lo que se le ha ocurrido hacer a Pedrito? Nada menos que colgar de unas pesas del reloj del comedor a Mimí, la muñeca de su hermana Brígida.

Fácil es adivinar la desesperación de la pequeña mamá de la muñeca, su desconsolado llanto y la tragedia que de ello se ha derivado.

Y mientras la tragedia se desarrolla, llega la mamá (la mamá de Pedrito y Brígida)… Ni que decir tiene que Pedrito desaparece a todo escape, escondiéndose detrás de una butaca, ¡Aquella sí que va a ser gorda!

Lo primero que hace la mamá, es cortar la cuerda que no ha proporcionado la menor felicidad ni a Mimí, ni a su amita Brígida; pero que le va a proporcionar una catástrofe - ¡es tan claro como el día! - , al criminal autor del atentado.

En seguida, se dedica a consolar a la pequeña que siente lleno de dolor su maternal corazoncito. Después la manda jugar al jardín, y con la mayor tranquilidad, se sienta en la misma habitación con su trabajo de ganchillo en la mano, cortándole así toda posibilidad de huida a Pedrito.

¡Diantre!... ¿cómo escurrirse? A paso de zorro taimado, el muchacho intenta una prudente retirada. ¡Maldita sea!... El entarimado ha producido un desastroso crujido. Mamá ha alzado la cabeza. Ha llegado la hora de las explicaciones. Y de que van a ser tempestuosas, no puede caber la menor duda.

¡Pues, no, señor!, ¡nada de eso! La mamá se pone a cantar como si nada hubiera ocurrido y como si el culpable Pedrito no estuviera detrás de sus espaldas, dispuesto a emprender la fuga.

Pero la mamá no está cantando una cosa cualquiera. Lo que canta es precisamente una cancioncilla relacionada con la horca que él ha aplicado a la muñeca:

Por ahorcar a una muñeca
No ahorcarán a Pedrito.
Que la muñeca no siente,
Y Pedro, en cambio, es mi hijito…

Al oír aquello, Pedrito, vencido y conmovido, en lugar de escaparse sobre las puntas de los pies, corre a echarse en brazos de su madre.

Y la madre le explica con la mayor ternura, por qué, aun sin pensar en ello, ha sido un muchacho muy malo. Y Pedrito que ha comprendido perfectamente, no volverá a “ahorcar” nunca a ninguna muñeca.




Tal vez pensarás, querida amiga, que la mamá de Pedrito tenía mucha paciencia. ¿Pero cómo? El pequeño estaba allí detrás d la butaca, y ella lo sabía, y se ha estado esperando un buen rato ¿para qué? Ni siquiera para regañarle…, ¡para ponerse a cantar!...

Naturalmente, ¡no se nos va a pedir que nos pongamos a cantar siempre que tenemos que corregir a nuestros hijos! En muchas ocasiones, podría ser considerado por ellos como una señal de indiferencia o de debilidad.

Pero,¿por qué no hemos de utilizar alguna vez el canto? Ello nos permitiría hacer, en tono de broma, cualquier observación que, presentada en forma de bronca, haría perder al niño la serenidad, le irritaría y tal vez le impulsaría a la resistencia.

“¡No chilles, mujer!”… Desde aquí te estoy oyendo protestar, diciendo que “eso es imposible, y que tú no sabes música, y que aunque la supieras, no te ibas a poner a cantar a cada triquitraque para hacer una observación a tus chavales… y que además de todo eso, no tienes la menor noticia de esa clase de canciones”.

La idea te parece tan nueva, tan original y, ¿por qué no decirlo? Tan ridícula, que te habrías echado a reír, si no te hubieras encogido de hombros.

Conozco a madres que han hecho lo mismo que tú, la primera vez que les hablé de esta curiosa receta educativa. Pero no faltaron algunas que, en broma, en broma, la ensayaron… sin abusar, por supuesto. Pues mira, les ha ido tan bien que no dejan de repetirla siempre que se les presenta la ocasión.

El canto que utilizan la mayor parte de las veces, es una cancioncilla que permita justamente decir a los niños todo lo que se les quiera decir, pero siempre en plan de broma. Vamos a ver un ejemplo:

Tu pequeño remolonea ante una rica ensalada de lechuga y tomate, que no le hace mucha gracia. Pues, en lugar de ordenarle: - ¡Juanito, a comer la ensalada! - ponte a canturrear:

El comer es una cosa necesaria
Puesto que el mismo Dios nos lo mandó.
¡Hay que comer lechugas y tomates,
pues el Señor para eso los creó!

Tu pequeña Jacinta tarda un siglo en vestirse y acicalarse, por lo que va a llegar tarde al colegio. ¿Debes enfadarte? De ninguna manera. Ponte a cantar esta otra coplita:

Es preciso darse prisa,
Pues así quiso el cielo disponer.
¿Para qué te dio los nervios,
si no eres capaz nunca de correr?

Cantando se puede decir lo que se quiera. ¿Por qué no? Es lo que hacen en la Opera. Lo que tiene es que, como allí no hacen otra cosa que cantar, ya nadie les hace caso.




RECETA DEL DIA

Si te consideras capaz de componer y aprenderte algunas de estas cancioncillas, hazlo; y sin miedo alguno, empléalas.

Si no encuentras posible tanta agudeza, canta igualmente, pero de otra manera. Cuando creas que hay motivo para hacer una observación, no la hagas en seguida. Canturrea antes, para tus adentros, por lo menos una estrofa de cualquiera bonita canción alegre. Ten la seguridad de que, cuando interrumpas tu canto interior para hacer la observación, te resultará imposible hacerla en un tono desagradable.
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MensajePublicado: Vie Jun 02, 2006 1:48 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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18º Día

LA JAULA DE LOS CANARIOS

El ya un tanto viejo campesino Esteban, tenía ciertamente derecho a un poco de descanso. Pero como se acaban de llevar al nieto mayor a prestar el servicio militar, no han tenido más remedio que agarrarse a la mancena de su arado y emprender, por su sola cuenta, el cultivo de sus tierrucas.

Por ello está sombrío. ¿Qué digo sombrío? Taciturno, silencioso, hecho una lástima. Ya no se le oye silbotear, como lo hacía anteriormente; jamás ilumina una sonrisa su rostro arrugado que, con la alegría, ha perdido de un golpe la juventud que la alegría le seguía prestando.

En cambio Toñito continúa siendo el alegre rapazuelo, al que a cada paso le sale de los labios una alegre cancioncilla. ¡Es tan bello cantar cuando se tienen diez años y una salud a prueba de bomba; y se vive en un ambiente en el que todo canta, desde la alondra a la salida del sol, hasta el ruiseñor en las hermosas noches de verano!

Cantamos a la vida, que es ideal,
Porque nuestra alegría es inmortal.
Para la gloria nos creó el Señor
Y siempre nos protege con amor.

.- ¿Querrás callarte, galopín?

El abuelo Esteban golpea la mesa con su gran puño nudoso; y su cólera, que desde hace tres días se viene incubando en su pecho a causa de la alegría de Toñito, estalla de repente. Cantar, cuando casi se oyen todavía los cañonazos de la guerra, cuando todo va de cabeza y el padre está todavía prisionero en un campo de concentración…

.- ¡Lárgate de aquí, rapazuelo sin corazón!

Cuando el abuelo habla, no hay otro remedio que callarse. Toñito corta en el acto su canción y pone cara de duelo.

Pero un domingo, Luisona, la hija de los vecinos, ha atisbado a Toñito que se escurría a escondidas por las tierras de sus padres. Listo como una ardilla, el muchacho había trepado a la copa de un gran nogal; y Luisa se siente llena de preocupaciones: “¿Qué irá a hacer allá arriba? ¿Será capaz de haber ido a robar nueces?” A lo largo del seto, se desliza igualmente la joven hasta las proximidades del nogal, y allí se queda observando en silencio. Y he aquí que en el árbol suena una canción, otra después y en seguida una tercera. Durante largo rato, el muchacho lanza sus trinos como un pajarillo que ha recobrado su libertad. La joven campesina, que no comprende lo que está presenciando, acaba por acercarse al nogal y gritarle al pequeño:

.- ¿Qué estás haciendo ahí?

.- ¡Pues ya lo ves! ¡Estoy cantando!

Y descendiendo de su encumbrado trono, le explica a la vecina:

.- El abuelo no quiere que cante en casa, por eso de la guerra. Y yo, la verdad… ¡ya no podía más!




Dime la verdad, querida amiga, ¿quién tenía razón? ¿El abuelo Esteban que hacía frente a la tristeza de los tiempos y a sus reales sufrimientos con el alma de luto? ¿O el muchachillo, que para resistir con valor a los desastres, mantenía su alma llena de canciones? Estoy segura de que tomas partido por Toñito, y tienes mucha razón.

Lo mismo que los pajaritos que tienen la sabiduría de seguir cantando cuando se les encierra en una jaula – que para ellos es el campo de concentración – nuestros queridos prisioneros han resistido meses y meses, precisamente porque han continuado cantando.

Cuanto mayores dificultades se nos presentan, es cuando más empeño debemos poner en sostener en nuestras almas el amor al canto.

¡Cuánto me complace y cuánto debería complacerte a ti, la bella canción que termina con esta resolución: “¡Puede venir a nuestro encuentro el dolor, que nosotros seguiremos cantando con más fuerza!...”




RECETA DEL DIA

Cuando sientas que la tristeza inunda tu corazón, no la hagas caso, querida amiga. Ten el valor de seguir cantando, o por lo menos, canturreando. Y verás como todo marcha mejor, tanto dentro de ti misma, como a tu alrededor.
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MensajePublicado: Sab Jun 03, 2006 7:38 am    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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19º Día

RECETA DE BELLEZA

Se trata de una madrecita que no es ya excesivamente joven, una madrecita que tiene toda clase de motivos para sentirse cansada – y que debe estarlo, en efecto, aun cuando jamás lo diga, y en manera alguna lo aparente.

Pues bien; la señora de Valdés, que se gasta un montón de dinero en cremas para la piel, en lociones de belleza y en coloretes de diversas categorías, sin obtener, por lo demás, grandes resultados, está muy intrigada por conocer el secreto de su vecina:

.- ¡Vamos a ver, amiga mía, ¿me querrá decir cómo se las arregla para mantener impecable la apariencia de los veinte años? ¿Usa usted, por casualidad, la crema Tokalón de la que los periódicos cuentan maravillas?

La madrecita de juvenil aspecto se sonríe – con la sonrisa que nunca se aparta de su rostro – y no responde. Y la señora de Valdés, que por su desgracia no es muy inteligente, se queda a media miel.




Bien segura estoy de que este no es tu caso, mi querida amiga. Tú has adivinado el “secreto de belleza” de esta madre, con sólo darte cuenta de su sonrisa.

Porque es precisamente esta sonrisa, fija desde siempre como una crema refrescante en el rostro de la mujer joven, que sigue manteniéndose en el de la mujer madura hasta el día de hoy y que no habrá de faltar en el de la anciana de mañana, la que la conserva de tan buen aspecto, casi bella todavía a pesar de su vida de abnegación y de sacrificios.

¡Y qué serie de abnegaciones es la vida de una madre!

Sacrificio constante de su corazón, entregado siempre a sus seres queridos.

Sacrificios ocasionados por la maternidad que, a veces, son agotadores.

Sacrificio de las pequeñas atenciones diarias del hogar que no permiten un momento de reposo. Los platos para la comida que a las pocas horas de fregarlos vuelven a la mesa y la ropa blanca de los manoncillos, que apenas puesta está de nuevo se ensucia, son los humildes símbolos de su ininterrumpido esfuerzo.

¿Cómo ha sido usted capaz de pensar, señora de Valdés, que a fuerza de cremas de belleza o de leches de tocador o de afeites de cualquier especie, sería posible conservar intacto su rostro que un día fue joven y fresco? ¡Créame a mí; tan sólo la sonrisa es el mágico remedio que evita las arrugas!

Y nos evita, además, otras muchas cosas.

Sí, mi querida amiga. Sepamos ocultar tras una amable sonrisa nuestro cansancio, nuestro viejo cansancio que nunca nos abandonará, que por la mañana se levanta con nosotras, que en todo el día no se separa de nuestro lado y que, a veces, durante la noche, nos mantiene en vela con las sienes apretadas como en un torno.

A veces es difícil, muy difícil, desde luego. ¡Pero resulta tan provechoso para nuestro equilibrio y para el equilibrio de nuestros seres queridos!

Porque sabemos sonreír, sentimos un poco menos nuestro cansancio.

Porque sabemos sonreír, la ira, que está siempre a nuestro acecho, rondando alrededor de cuantos están cansados por considerarles fácil presa, la ira – repito – queda disuelta como en un baño neutralizador.

Porque sabemos reír en el momento en que nuestro pobre rostro desconcertado revela una fuerte jaqueca, nuestra jaqueca no resulta la catástrofe que de cuando en cuando esparce por toda la casa un helado desaliento.

¡Sí, sonreír… sonreír siempre… y sobre todo cuando estamos bajo las garras del cansancio. Es una receta de belleza y es al mismo tiempo una receta de felicidad.





RECETA DEL DIA

¿Te haría, mi querida amiga, la ofensa de explicármela? Te considero demasiado inteligente, para no creer que por ti sola la has encontrado.
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MensajePublicado: Dom Jun 04, 2006 7:22 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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20º Día

QUIEN PIERDE, GANA

¡Qué de gente, qué de gente! Es la temporada en que todo el mundo se marcha de vacaciones. Los trenes están atestados hasta reventar. Por fortuna yo, que viajo mucho, tengo mi plaza reservada. ¡Sí, sí!... Cuando llego a ella minutos antes de la salida, la encuentro ocupada. Claro está que me dispongo a reclamarla sin descortesía, pero de repente, me detengo. La persona que la ocupa es una mamá joven con un pequeño bebé en sus brazos. ¿Cómo voy a hacerla levantar? Que siga sentada la joven señora; yo iré a ver si en algún otro departamento encuentro un sitio. Heme aquí, ya colocada nada más que así, así, en otro departamento, entre otras madres y otros niños, exactamente dos familias. Aplicando mis ojos y mis oídos, voy a poder enriquecer un poco mi experiencia. Porque a mi derecha hay una familia (a la que llamaré la familia Agudo) y a mi izquierda otra (¡pues llamémosla la familia Romo!)

Apenas instalada, lo primero que hace la señora Romo es sacar de su cesta una buena ración de artículos comestibles, aun cuando está bastante lejos la hora de la comida, y distribuirlos entre sus pequeños que se precipitan para tragar el mejor bocado.

La Romo más pequeña, que responde al nombre de Petrita, es a su vez, una pequeña mamá. Sostiene con amor entre sus brazos una alta y voluminosa muñeca, a la cual, acto seguido, emprende la tarea de desnudar. Pero, a causa de su poca habilidad, no consigue despojar a “su hijita” de la ropa que le está un tanto ceñida.

.- ¡Mira, mamá! ¡No la puedo desnudar!

La señora Romo desnuda sin poner gran atención a su “nietecilla” de trapo. Pero la ha despeinado; y la pobre Petrita, que decididamente no es un prodigio de habilidad, se desespera. Como a la muñeca no la han hecho la ondulación permanente, sus bucles se han convertido en un hermoso laberinto de pelos.

.- ¡Mamá, déjame tu peine!

La mamá se impacienta. Acaba de enfrascarse en la lectura de una novela de la “Biblioteca de Sucesos Extraordinarios”, que acaba de adquirir por tres pesetas en un kiosco de la estación y que se titula “Tres hombres para una mujer”. (Magnifica idea para una madre que tiene todo el aspecto de una mujercita formal, la de elegir tal libro que no inspira excesiva confianza).

En aquel momento Petrita, que ha sacado su labor de punto de malla – una toquilla par Lulú, que así se llama su hermosa muñeca – se afana en recoger dos puntos que se le han escapado.

Con mucha discreción, tira a su madre de la manga:

.- ¡Mamá, se me han escapado dos puntos!

La impaciencia, que vine germinando en el corazón de la señora Romo, estalla de repente. Durante todo el viaje le ocurrirá de cuando en cuando lo mismo, provocada de continuo por chiquillerías:

.- ¡Cuidado que eres pelmazo, hijita! ¡No puedes dejarme un momento tranquila! etc. …

Entre tanto, he venido observando a la familia Agudo; son el padre, la madre y dos muchachos de diez y doce años. Se instalaron armar el menor alboroto. Durante un buen rato los dos hermanos estuvieron jugando a las cartas sobre una maleta que se pusieron encima de las rodillas; después se cansaron. El más pequeño, acaricia zalamero a la mamá…

.- ¿Por qué no jugamos los cuatro al tute?

La madre se sonríe. Coloca la maleta sobre las piernas y con mucha amabilidad le dice el marido:

.- ¡Vamos maridito!

El señor Agudo dobla el periódico que estaba leyendo. Y soy testigo de una escena llena de emoción. La de un papá y una mamá que, durante más de una hora, ponen cara de encontrar un gran placer en una partida de cartas que para ellos no puede tener ningún atractivo. Veo bien claro que están ingeniándose cuanto les es posible – sobre todo la señora – para perder, con la única intención de proporcionar a sus hijos la alegría de ganar. Sin predisposición de ninguna clase, me veo obligada a hacer constar el hecho siguiente: Los pequeños Agudo se han mostrado tan encantadores durante todo el viaje, es decir, tres horas bien corridas, que no se encontraría posibilidad de hacerles la más pequeña observación. Mientras que por la parte de los Romo… ¡había habido de todo lo imaginable!...




Y he aquí, mi querida amiga, lo que observé en un tren y me propuse contarte lo más pronto que me fuera posible.

Son insignificancias; cosillas de nada. La verdad es que yo no conozco ni a la señora Romo, y a pesar de ello quedó perfectamente formada mi opinión. La primera es una buena educadora que sabe comprender a sus hijos y participa con ellos en sus juegos. Abandonado su trabajo de punto, ha perdido una hora, es verdad. Pero en ciertos juegos el que pierde, gana. Y tú has adivinado que la señora Agudo ha sabido ganar desde hace mucho tiempo y continúa mereciendo la alegre docilidad de sus dos hijos.




RECETA DEL DIA

Tómate la libertad de cuando en cuando – y sobre todo los domingos – de abandonar durante algún rato tus ocupaciones, aun las de mayor interés, para ponerte a jugar con tus hijos.

Será, tal vez, tiempo perdido para tu trabajo; pero no te olvides de que hay juegos en que “quien pierde, gana”.
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renatta
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MensajePublicado: Lun Jun 05, 2006 12:54 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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De nuevo muchas gracias , hermanita, ¿puedo decirte hermana ? es que sin conocerte me has enseñado muuuuuuuucho sobre la gran labor y mision de ser madre, eres como mi hermana mayor, gracias Maria Jose
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*Primavera
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MensajePublicado: Mar Jun 06, 2006 1:33 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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Querida Renatta:

¡Claro que puedes llamarme hermana! ¡¡Lo somos!! ¡Yuuupíí!

¡Dios es maravilloso!

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MensajePublicado: Mar Jun 06, 2006 1:36 pm    Asunto:
Tema: MADRES... CON SONRISA
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21º. Día

MADRES EN CIERNES


En un rincón del comedor, Mimí se mueve apresurada alrededor de sus doce pequeños - ¡sí, señora, sí, doce, ha leído usted bien! Porque si bien es verdad que Mimí no tiene más que ocho añitos, durante ellos ha podido reunir a su alrededor una docena de hijos, contando a Juanito, el bañero de celuloide, y a Paquita, la más joven, que resulta, cosa extraña, ser el más grande de doce niños de Mimí.

¡Vaya problema el entenderse con una familia tan numerosa! Juanito no deja de gritar desde hace una hora - ¿cómo es que tú no le oyes? Sofía, la muñeca de trapo, se ha desrizado su permanente. Arturo, el marido que navega en un barco de papel, se ha embarcado contra el gusto de su madre desolada. En cuanto a Zimba, la negra, es la criatura más insolente…

Mimí se agita. Mimí se enrabieta, Mimí grita. Poco a poco se ha ido elevando su tono. No se la oye más que a ella, y se la oye sin cesar. Es como para taparse los oídos. De seguro que si Paquita, Juanito, Sofía y todos sus camaradas pudieran, se habrían escapado a todo correr… ¡Dichoso Arturo, al que, como está navegando por el Océano, no le alcanzan los chillidos de su madre!

En el otro rincón del comedor la señora de Andrés – que, con menos de treinta años, es la abuela feliz de toda la chiquillería de Mimí – está haciendo unos zurcidos; y aun involuntariamente, no puede menos de escuchar a su hija. Pero… ¡qué chillona y qué poco sensata le está resultando la pequeña! ¡la verdad es que no tiene la menor idea de tratar a sus “chicos! Con amabilidad y pedirles un esfuerzo empleando una sonrisa. Si ella fuera Zinmba, la negra, se encogería de hombros, daría media vuelta, y se reiría a mandíbula batiente de los regaños de su pequeña madre blanca.

De repente, aquella madre, la verdadera y no la supuesta madrecita de las muñecas, se estremece y no puede evitar el ponerse un poquito colorada. Acaba de reconocer en la boquita de su hija exactamente sus mismas expresiones, las mismas frases y el mismo tono que ella usa cuando regaña a Mimí. Aquella es absolutamente su voz con la sola diferencia de un timbre infantil; aquellas son sus mismísimas palabras con el mismo tono de irritación.

Juanito, Paquita y Arturo, y toda su cuadrilla, nada han hecho los pobres, en verdad. Y Mimí no está en manera alguna enfadada. Está jugando. Y como juega a la madre, habla como habla su madre.

¡Qué lección!




Conocemos muy mal nuestra voz, mi querida amiga. Es fama que las cantantes y los artistas, cuando hacen grabar su voz en discos de gramófono, se quedan totalmente asombrados cuando escuchan el primer disco.

Escuchemos hablar a quienes están a nuestro alrededor, sobre todo a nuestros hijos. Con el acento de la región, con los giros fraseológicos propios de aquel pedazo de la patria, han tomado algo de nuestra manera de decir las cosas.

¿Qué manera es ésta? Preguntémoslo con toda lealtad.

Si en algunas ocasiones tenemos tan poco éxito, ¿no será porque no sabemos decir o pedir las cosas?

El saber hablar a nuestros hijos, es un verdadero arte – muy fácil, por lo demás – para quien quiere aprenderlo. En menos de ocho días puedes dominarlos y corregir todo lo que acaso no está bien en tu manera de hablar. Es cuestión de voluntad, y yo sé que voluntad, a ti no te falta.

La receta para ello es muy sencilla.




RECETA DEL DIA

Conténtate por hoy con escuchar; pero lo que se dice escuchar con interés:

Escúchate primero a ti misma

Y después, escucha a las personas de tu casa,

Haciéndote la cuenta de que eres una persona extraña.

¿Qué pensaría esa persona extraña de tu tono?

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

¿Le resultaría simpático?

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

¿Sería para ella alentador?

… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

Si sabes escuchar bien, esta misma noche habrás cambiado ya un poco tu manera de hablar. Y como en días sucesivos iremos dando otras recetas todavía más eficaces, dentro de muy poco tiempo estarás en condiciones de conseguir muy importantes progresos de tus pequeños, porque habrás sabido la manera de pedírselos.


NOTA: Una idea es usar una grabadora y grabarse, y luego escucharse… ¡Aaayyyy mamááá, socorro!
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