Indiferencia.... la destruccion del alma

[María Esther]

Aopreciado en Cristo, Gabriel:

Hace algunas semanas recibí una hermosa lección de tres jovencitos desconocidos.

Estábamos en un semáforo en rojo esperando a que diera el cambio. En Bogotá cientos de indigentes, desplazados de la violencia, malabaristas aficioonados, vendedores de toda clase de artículos y no pocos mendigos (niños, niñas, madres con bebés de brazos, minusválidos ...) se ubican en los semáforos esperando la ayuda de alguien.

Nuestros políticos llaman a estas actividades "empleos informales"... para mi son al síntoma de un pais pobre, cada vez más pobre.

Como te contaba, estábamos en nuestro automóvil mi esposo. nuestras dos hijotas y yo, esperando incscientemente a que cambiara a verde. De pronto un jovencito muy bien vestido golpe´p en mi ventana y estiró su mano esperando una moneda. Hice ademán de no querer ayudarlo cuando levanté la mirada y me encontré con un chico "bien"... Ya lo había visto en Misa en mi Parroquia y me sorprendió que estuviera pidiendo limosna. Llena de curiosidad bajé la ventanilla y, antes de poderle preguntar nada, otros dos chicos (uno en silla de ruedas) de idénticas condiciones se pararon junto al auto. "Estamos ayudando a una familia de desplazados. Ellos vienen del Chocó (departamento muy pobre del litorál pasífico colombiano) y, aunque han recibido alguna ayuda de la Iglesia les faltan recursos para tener una vida mejor".

Mi esposo puso las luces de parqueo y permitimos que los chicos nos explicaran su actuación. El niño en silla de ruedas tomó la palabra: "yo tuve un accidente muy grave y quedé paralítico. Parece que es una situación transitoria pero me sirvió para ponerme en los zapatos de los más necesitados. Los fines de semana nos reunimos con dos o tres compañeros del Colegio y ayudamos, en los semáforos, a las personas que no tienen nada. Esa familia es de negritos: a parte de no tener empleo, ni casa, ni nada gracias a la violencia en los campos colombianos, ¡son de color! y es más dificil que los ayuden por eso. Entonces nosotros pedimos limosna y, como a la gente le parece simpático que seamos niños "bien" nos dan buenas sumas de dinero que le damos a estas familias".

Estois jovencitos ya no van a cine o a los centros comerciales. Ahora dedican sus fines de semana para hacer algo concreto por los necesitados. No les importa si el dinero será bien o mal utilizado: ellos se contentan con ejercer la Caridad.

Fue un llamado de atención para mi pues muchas veces me niego a ayudar con base en mis propios juicios. No importa la intención del que pide, pero si la intención del que da. Y Cristo nos manda dar sin reservas, amar a nuestos enemigos, ser misericordiosos como el Padre es Misericordioso...

[*Primavera]

Queridos amigos, tan amados:

Ambos teneis razón. Los relatos de los dos, Gabriel y María Esther, me han calado. Creo que es un buen tema para meditarlo y hacer éxamen de conciencia.

Tengo una buena amiga, que hace poco, llevando a una de sus hijas a la estación de tren, vió en la entrada una mujer pidiendo caridad, la vió entre apesadumbrada y vergonzosa, se le notaba una madre que sufría, y se le notaba precisamente porque parecia que su alma se le rompía en mil pedazos, mi amiga, hizó cálculos mentales del dinero que llevaba y de su situación familiar, y, se paró a su lado, abrió su bolso y le dío dinero, luego le pasó un brazo por los hombros la sonrió y le dijo que todo iria mejor, también la acarició el rostro, ella, no pronuncó palabra, no se sabe porque, quizás porque el billete que le entregó, mi buena amiga, quizás no se lo esperaba, porque era un billete y no monedas, quizás porque no esperaba el abrazo. Mi amiga le dijo adios y despues de dar unos pasos retrocedio y volvió a ella, y volviendola abrazar le dijo: "Esto, todo, te lo ha dado Dios". Por cierto, la mujer, era una persona imigrante, y creo que era de otra religión a la nuestra, iba vestida con túnica y en la cabeza un chal.

Además esa amiga mía, rezó por esa madre, por sus hijos, su familia, y por todo el mundo.

Pero, a veces, yo me he encontrado con personas que siempre están en el mismo semáforo pidiéndo: durante años. Y, al princìpio de pasar por allí, les daba, si podía, pero luego me habitue a no darles. Es duro no darles porque se acercan a ti y te piden, ves su cara, su mano...

¡Que Dios me ayude en mi caridad! Rezad por mi hermanos.
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*Primavera
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[anitavela1]

María José, un consejo, ¿porqué no te animas a preguntar a ésas personas el porqué siguen pidiendo después de tantos años?

Puede ser que han llegado también ellos al error de vivir de caridad y no han puesto al servicio del Señor sus cualidades que tienen como ser humano, quizá el ayudarles a descubrir ésas cualidades les ayude más que seguir pidiendo en la calle.

Cada caso que hay en los cruceros es diferente.....
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"Dios mío, concédeme la Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, Valor para cambiar las que puedo y Sabiduría para discernir la diferencia. Hágase Tu Voluntad, no la mía"
¡Jesús yo confío en ti!
Ana Claudia Velázquez González

[*Primavera]

Querida Ana:

Tienes razón, debo preguntarselo. En cuanto los vea, se lo pregunto.

"¿Por que no se me habría ocurrido antes?"

Hay varias personas, que siempre estan a la salida de la Misa, en la Iglesia, piendo caridad. Incluso con una señora, ya somos la mar de amigas, y si algún día va alguno de mis hijos porque con mi amado esposo, otros hijos y una servidora, hemos ido a otra parroquia, pues, pregunta por mi y me manda saludos. Sí, se lo preguntaré.

¡Queda con Dios Ana!
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