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Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.

 
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Manuel C.
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Registrado: 02 Oct 2005
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MensajePublicado: Mar Nov 01, 2005 12:35 am    Asunto: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.
Tema: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.
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Ha salido antes un tema sobre los judíos, y anteriormente Tena quería conocer algo sobre la España de la guerra civil y sobre el General Franco. Copio esta carta que he visto en un foro para información, contra tanta tergiversación existente en México sobre este asunto. Pedro Schwartz es un miembro de una familia de políticos españoles. De tendencia liberal, nada extremista.


Franco y los judíos

Pedro Schwartz

Corría el año de 1943. Mi padre era el cónsul de España en la Viena ocupada por los nazis y vivíamos encima de la cancillería, en el palacio que ahora alberga nuestra embajada. Acudía yo a un colegio de lengua alemana del que era el único alumno español. No puedo borrar de la memoria algunos de los horrores que ese niño de pocos años veía al ir y venir de sus clases: ancianas mujeres judías, con la estrella de David al pecho, barriendo las calles nevadas; en el parque, los bancos del parque para judíos señalados con la estrella infamante en el respaldo; los famélicos israelitas pidiéndome comida a hurtadillas. Todo ello me parecía obra de los mismos hitlerianos sin Dios que, presos de fervor neopagano, interrumpían la misa con blasfemias. Menos que nada olvidaré nunca las colas de judíos, fuera y dentro del edificio, a la espera del pasaporte y el visado que les permitiría huir a España. Algunas mujeres angustiadas me entregaban sus joyas para que se las diera a mi padre, con la esperanza de incitarle a que les concediera el documento salvador: él se las devolvía con el mensaje tranquilizador de que España les acogía.

Siempre me ha sorprendido la ayuda que Franco prestó a los judíos perseguidos por el nazismo. No se le caían de la boca las condenas de la conspiración judeo-masónica que, estaba convencido, hacía peligrar el ser de España. Sin embargo, [color=red]ya durante la Guerra Civil, Franco y sus ministros dieron instrucciones a los representantes consulares de España para que protegieran de la discriminación y la expropiación a los sefardíes de los territorios que iban cayendo bajo el control de los alemanes.
Tras la caída de Francia en 1940, el falangista Serrano Suñer concedió visados a numerosos judíos askenases, que así salvaron la vida; y a los que conseguían atravesar la frontera, les daba salvoconducto para que pudieran pasar a Portugal y América. Cuando Hitler, a partir de 1943, puso en marcha la solución final, la entrega de pasaportes españoles a los judíos de habla castellana en los consulados de la Europa ocupada se tornó sistemática. De resultas de esta política humanitaria salvaron la vida de 46.000 a 63.000 judíos o quizá más. ¿Quién decidió que los sefardíes eran españoles? ¿Cómo cuadraba la poca simpatía por los judíos en la España oficial de aquellos tiempos con una política tan discorde de la del amigo alemán?

Don Luis Suárez Fernández, en su obra sobre Franco y la Segunda Guerra Mundial, aclara el origen de la providencial disposición que hizo de todos los sefardíes súbditos españoles en potencia. Suprimido en 1923 el régimen especial que protegía a los cristianos y judíos en territorio turco, el general Primo de Rivera sometió a la firma del rey Alfonso XIII en 1924 un decreto ley que permitía a los sefardíes que lo quisieran inscribirse como españoles en cualquier consulado o embajada, sin más condiciones o limitaciones. Publicadas las leyes antiisraelíes de Nu-remberg por los nazis, los representantes españoles en Alemania, y luego en Austria, los Balcanes y Grecia ocupadas, hicieron gestiones para que los sefardíes que tuvieran pasaporte español se libraran de llevar visible la estrella y de pagar los impuestos confiscatorios asignados a los judíos por las autoridades alemanas.

La creciente dureza de la persecución hizo evidente que ya no bastaba con insistir en la posición legalista de que España no admitía que se conculcaran los derechos de sus súbditos. A partir de 1942, sobre todo tras el relevo de Serrano Suñer, comenzó una política sistemática de concesión de pasaportes y visados para permitir la huida de los perseguidos. Además, todos los comentaristas e historiadores subrayan que nunca fue devuelto a las autoridades alemanas ningún judío de los que conseguían entrar en España incluso clandestinamente.

Para que una actitud de mera defensa de la soberanía exterior de España se convirtiera en la política humanitaria aplicada por cónsules como mi padre en Viena o los residentes en Budapest o en París, era condición necesaria que el Gobierno de Madrid no quisiera poner en obra una decidida política antisemita. Ayuda a entender la posición española el discurso que la jefa de la Sección Femenina de la Falange, Pilar Primo de Rivera, pronunció en Viena en diciembre de 1942, con mi padre entre el público: Queremos dejar bien sentado -dijo la hermana de José Antonio- que nuestra oposición al judaísmo envolvería, en todo caso, un sentido estrictamente político, económico y social, y no una oposición por razones de raza o religión. Esta idea de que el problema judío podría significar dificultades políticas pero nunca raciales la expresó Franco en su mensaje de Fin de Año de 1939 cuando, refiriéndose a las medidas de expulsión de los Reyes Católicos, dijo que hace siglos que nos liberamos de tan pesada carga.

Un día mi padre, monárquico afecto al régimen de Franco, me relató con horror que el gauleiter de Austria le había anunciado la solución del problema judío en Viena: todos los israelíes iban a ser deportados de inmediato. Así fui aprendiendo la detestación de todo lo que signifique persecución en nombre del idioma, la religión, la raza, la nación o la historia.

Relata Luis Suárez que, dos días después de la muerte de Franco y ante el arca de la Sinagoga de Nueva York, el rabino hizo ofrenda por el alma del general, porque ayudó a los judíos durante la Gran Guerra.

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Manuel C.
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MensajePublicado: Mar Nov 01, 2005 12:39 am    Asunto:
Tema: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.
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Cita:
Señor Director:

"En la edición de LA NACION del 15 del actual, el señor Uki Goñi, autor de "La auténtica Odessa: la fuga nazi a la Argentina de Perón", se refiere a las heroicas acciones de Raoul Wallenberg para salvar a miles de judíos en Hungría, asunto que también trata un editorial de este diario del 23 de este mes.

"Y en una carta de lectores publicada recientemente, el señor Baruj Tenembaum recuerda asimismo a Wallenberg y a "otros miles de salvadores, como también los diplomáticos (españoles [Franquistas]) Angel Sanz Briz y Jorge Santanella". Sin ánimo de desmerecer a estos señores, desearía agregar lo escrito por el español Pedro de Churruca en su libro "De soldado a embajador", donde afirma que, por orden expresa de Franco, los consulados españoles de toda Europa expedían pasaportes españoles a todos los judíos que los pidieran y que alegaran -aunque no pudieran demostrarlo- que eran de descendientes de judíos españoles-sefardíes. Cuando Churruca, siendo jefe de Protocolo de la ONU, dijo a Menahem Beguin que así se habían entregado 80.000 pasaportes, éste le respondió. "No, 80.000 no. Creo que fueron cerca de 85.000". Otro libro escrito por su hermano Santiago, cónsul general de España en Jerusalén durante 5 años, consigna las opiniones de varios grandes rabinos y de políticos israelíes sobre lo mucho que había hecho Franco para salvar judíos del infierno nazi y del gobierno francés de Vichy.

"No obstante estar muy bien documentadas, las verdades escritas por los señores Churruca no son políticamente correctas, pues para la mayoría de la opinión pública mundial, desde Stalin, pasando por Castro y hasta ahora, parece inadmisible que Franco haya hecho algo decente."

Guillermo Louge
Av. Quintana 42, Capital

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Manuel C.
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MensajePublicado: Mar Nov 01, 2005 12:44 am    Asunto: Re: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad jud
Tema: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.
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Franco y los judíos

Pedro Schwartz

Corría el año de 1943. Mi padre era el cónsul de España en la Viena ocupada por los nazis y vivíamos encima de la cancillería, en el palacio que ahora alberga nuestra embajada. Acudía yo a un colegio de lengua alemana del que era el único alumno español. No puedo borrar de la memoria algunos de los horrores que ese niño de pocos años veía al ir y venir de sus clases: ancianas mujeres judías, con la estrella de David al pecho, barriendo las calles nevadas; en el parque, los bancos del parque para judíos señalados con la estrella infamante en el respaldo; los famélicos israelitas pidiéndome comida a hurtadillas. Todo ello me parecía obra de los mismos hitlerianos sin Dios que, presos de fervor neopagano, interrumpían la misa con blasfemias. Menos que nada olvidaré nunca las colas de judíos, fuera y dentro del edificio, a la espera del pasaporte y el visado que les permitiría huir a España. Algunas mujeres angustiadas me entregaban sus joyas para que se las diera a mi padre, con la esperanza de incitarle a que les concediera el documento salvador: él se las devolvía con el mensaje tranquilizador de que España les acogía.

Siempre me ha sorprendido la ayuda que Franco prestó a los judíos perseguidos por el nazismo. No se le caían de la boca las condenas de la conspiración judeo-masónica que, estaba convencido, hacía peligrar el ser de España. Sin embargo, [color=red]ya durante la Guerra Civil, Franco y sus ministros dieron instrucciones a los representantes consulares de España para que protegieran de la discriminación y la expropiación a los sefardíes de los territorios que iban cayendo bajo el control de los alemanes.
Tras la caída de Francia en 1940, el falangista Serrano Suñer concedió visados a numerosos judíos askenases, que así salvaron la vida; y a los que conseguían atravesar la frontera, les daba salvoconducto para que pudieran pasar a Portugal y América. Cuando Hitler, a partir de 1943, puso en marcha la solución final, la entrega de pasaportes españoles a los judíos de habla castellana en los consulados de la Europa ocupada se tornó sistemática. De resultas de esta política humanitaria salvaron la vida de 46.000 a 63.000 judíos o quizá más. ¿Quién decidió que los sefardíes eran españoles? ¿Cómo cuadraba la poca simpatía por los judíos en la España oficial de aquellos tiempos con una política tan discorde de la del amigo alemán?

Don Luis Suárez Fernández, en su obra sobre Franco y la Segunda Guerra Mundial, aclara el origen de la providencial disposición que hizo de todos los sefardíes súbditos españoles en potencia. Suprimido en 1923 el régimen especial que protegía a los cristianos y judíos en territorio turco, el general Primo de Rivera sometió a la firma del rey Alfonso XIII en 1924 un decreto ley que permitía a los sefardíes que lo quisieran inscribirse como españoles en cualquier consulado o embajada, sin más condiciones o limitaciones. Publicadas las leyes antiisraelíes de Nu-remberg por los nazis, los representantes españoles en Alemania, y luego en Austria, los Balcanes y Grecia ocupadas, hicieron gestiones para que los sefardíes que tuvieran pasaporte español se libraran de llevar visible la estrella y de pagar los impuestos confiscatorios asignados a los judíos por las autoridades alemanas.

La creciente dureza de la persecución hizo evidente que ya no bastaba con insistir en la posición legalista de que España no admitía que se conculcaran los derechos de sus súbditos. A partir de 1942, sobre todo tras el relevo de Serrano Suñer, comenzó una política sistemática de concesión de pasaportes y visados para permitir la huida de los perseguidos. Además, todos los comentaristas e historiadores subrayan que nunca fue devuelto a las autoridades alemanas ningún judío de los que conseguían entrar en España incluso clandestinamente.

Para que una actitud de mera defensa de la soberanía exterior de España se convirtiera en la política humanitaria aplicada por cónsules como mi padre en Viena o los residentes en Budapest o en París, era condición necesaria que el Gobierno de Madrid no quisiera poner en obra una decidida política antisemita. Ayuda a entender la posición española el discurso que la jefa de la Sección Femenina de la Falange, Pilar Primo de Rivera, pronunció en Viena en diciembre de 1942, con mi padre entre el público: Queremos dejar bien sentado -dijo la hermana de José Antonio- que nuestra oposición al judaísmo envolvería, en todo caso, un sentido estrictamente político, económico y social, y no una oposición por razones de raza o religión. Esta idea de que el problema judío podría significar dificultades políticas pero nunca raciales la expresó Franco en su mensaje de Fin de Año de 1939 cuando, refiriéndose a las medidas de expulsión de los Reyes Católicos, dijo que hace siglos que nos liberamos de tan pesada carga.

Un día mi padre, monárquico afecto al régimen de Franco, me relató con horror que el gauleiter de Austria le había anunciado la solución del problema judío en Viena: todos los israelíes iban a ser deportados de inmediato. Así fui aprendiendo la detestación de todo lo que signifique persecución en nombre del idioma, la religión, la raza, la nación o la historia.

Relata Luis Suárez que, dos días después de la muerte de Franco y ante el arca de la Sinagoga de Nueva York, el rabino hizo ofrenda por el alma del general, porque ayudó a los judíos durante la Gran Guerra.

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Manuel C.
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MensajePublicado: Mar Nov 01, 2005 1:56 am    Asunto:
Tema: Franco y los judíos. Agradecimientos de la comunidad judía.
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Curiosidades que se ocultan tanto como las del buen papa Pio XII.

Cita:
FRANCISCO FRANCO, BENEFACTOR OF THE JEWS:
"However general history may judge him, in Jewish history, he shall certainly occupy a special place... Jews should honor and bless the memory of this great benefactor of the Jewish people...who neither sought nor reaped any benefit from what he did. "
--From a four page obituary in The American Sephardi Journal of the Sephardic Studies Program of Yeshiva University, volume IX, 1978.

Cita:

James Michener in Iberia, 1968, page 547: "...Generalissimo Franco is highly regarded by Jews; during the worst days of World War II, when pressures from Hitler were at their heaviest, Franco refused to issue anti-Jewish edicts and instead provided a sanctuary, never violated, for Jews who managed to make it to Spain. Many thousands of Jews owe their lives to Franco, and this is not forgotten."


Cita:

In Resolutions of the War Emergency Conference of the World Jewish Congress, Atlantic City, New Jersey, November 26-30, 1944, page 15: "The War Emergency Conference extends its gratitude to the Holy See and to the Governments of Sweden, Switzerland, and Spain... for the protection they offered under difficult conditions to the persecuted Jews of Hungary..."


Cita:

In the Congressional Record of January 24, 1950, Rep. Abraham Multer quotes a spokesman for the Joint Distribution Committee: "During the height of Hitler's blood baths, upwards of 60,000 Jews had been saved by the generosity of Spanish authorities."


Cita:

Newsweek, March 2, 1970: "...a respected U.S. rabbi has come forward with surprising evidence that tens of thousands of Jews were saved from Nazi ovens by the personal intervention of an unlikely protector. Spain's Generalissimo Franco, in so many other respects a wartime collaborator of Adolf Hitler. "I have absolute proof that Franco saved more than 60,000 Jews during World War II," says Rabbi Chaim Lipscitz of Brooklyn's Torah Vodaath and Mesitva rabbinical seminary.

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