María Esther Veterano
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Publicado:
Jue Jun 15, 2006 7:53 pm Asunto:
Católico de tradición hebrea escribe sobre el aborto
Tema: Católico de tradición hebrea escribe sobre el aborto |
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LA GRAVEDAD DEL ABORTO
Por Rab. Richard Gamboa, B.Tz.
Domingo 2 de abril de 2006. La Plaza de Bolívar en Bogotá fue testigo de la presencia de decenas de miles de personas que habían realizado una procesión con la famosísima imagen del Niño Jesús del 20 de Julio. El objetivo: decir NO al aborto. Días después la Corte Constitucional despenalizó el aborto para los casos de violación, peligro para la vida de la madre y en caso de grave malformación del feto. En aquellos días una chica, la mujer de la que estuve enamorado por varios años, me confesó que había abortado. Emprendí una cruzada espiritual para que Di-s perdonara su crimen, pero luego descubrí mediante un doloroso acontecimiento que la muchacha no sólo no estaba arrepentida de haber abortado, sino que además negaba la existencia del Creador.
Siempre me había preguntado el por qué quienes están a favor de la legalización del aborto atacan con ferocidad a la Iglesia Católica, que jamás negocia su posición al respecto y se mantiene leal a la Palabra de Di-s y a su Depósito de Fe. Siempre me pregunté el por qué la Iglesia Católica, a través del Pontificio Consejo para la Familia se empeñaba en decir NO al aborto, sea justa o injusta la razón.
Como judío, como rabino y como bautizado, estaba yo en una posición neutral, como si “esto no me incumbiera” porque jamás había atendido estos casos… hasta que recibí la noticia del aborto de mi amada como si se tratase de un bebé que hubiera podido ser mi hijo (aunque yo no lo engendré), y de hecho: les confieso que lloré e hice duelo como si en realidad se hubiera tratado del asesinato de mi propio hijo.
Una gran preocupación que me surgió era la manera como en la Iglesia se estaba manejando el tema del aborto. De acuerdo! La respuesta siempre será NO AL ABORTO; pero, por qué? Desafortunadamente no se le explica bien a los cristianos las razones por las cuales no se debe ceder ante las pretensiones de los partidarios del aborto; cuando el Espíritu Santo me mostró que la respuesta misma estaba en la Sagrada Escritura, un sentimiento de terror me invadió en aquellos instantes en los que mis ojos recorrieron aquellos pasajes bíblicos, a lo cual el Señor me ordenó: “hay que advertir a todos acerca de las terribles consecuencias del aborto”.
No voy a hablar aquí del aborto por causas médicas y genéticas. Vamos a estudiar aquí la gravedad y las consecuencias que recaen sobre quienes se practican o aprueban un aborto en los siguientes casos:
· Como control de natalidad.
· Como solución “porque no tenía nada qué ofrecerle a ese bebé”.
· Por irresponsabilidad en las relaciones sexuales, “porque no sabía quién de mis novios era el padre”.
· Por temor a perder al amado, una herencia o sostenimiento en la familia: “si se enteran de que estoy embarazada, me matarán o me echarán de la casa o me abandonarán”.
· Por temor a que se juzgue a la mujer por la nueva apariencia, “el embarazo me hará ver fea y nadie se fijará en mí”.
· Porque “esa criatura iba a dañar mi vida”, “mi carrera” o “mi fama”.
LA NATURALEZA DE LA VIDA HUMANA
Comencemos por el principio, es decir, por Génesis capítulo 1. Esta porción del Pentateuco se le conoce en las sinagogas como Parashá Bereshit. El verso 27 nos dice lo siguiente:
“Creó Di-s, pues, al hombre a su imagen. A imagen de Di-s lo creó, macho y hembra los creó”.
La palabra hebrea bará significa “creó” (Creador en hebreo se dice boré), y se utiliza tres veces en este versículo para resaltar la obra cumbre de la Creación del universo: el ser humano, puesto como señor sobre los animales y las plantas (Génesis 1,26), y de la misma manera como Di-s es el Amo del Universo, quiso Di-s que el ser humano fuera semejante a El en señorío. Contrario a los animales, cuya vida tiene origen de la misma tierra, (Génesis 1,24), el aliento de vida que el ser humano posee lo recibió directamente de Di-s cuando El sopló sobre sus narices y empezó a vivir (Génesis 2,7). Esta área que nos conecta directamente con el Creador y sostiene nuestra vida, ya que si ella falta el ser humano no sería humano, es lo que en hebreo llamamos neshamá (que para Occidente podríamos traducirlo como espíritu). En verdad que somos completamente diferentes a los animales!!
En el Salmo 8 encontramos lo siguiente:
“Qué es el hombre para que de él te acuerdes? el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos…”
Esto nos demuestra que el ser humano, ante Di-s, es de inmenso valor. Es todo lo contrario al pensamiento diabólico, que afirma que el ser humano es basura, que no vale nada y que no vale la pena.
Para muchos sectores de la ortodoxia judía la vida humana sólo empieza en el instante del alumbramiento, antes no se le considera vida humana… la Sagrada Escritura, por el contrario, afirma, como hemos visto, que la vida humana inicia, incluso, desde antes de que el espermatozoide fecunde el óvulo. En varios pasajes bíblicos podemos encontrar que es Di-s el que forma al ser humano desde el vientre materno (Isaías 44, 2; 49, 1 y 5; Job 31, 15; Salmo 139, 13-14; Salmo 127, 3; 2ª. Macabeos 7, 22). Pero bástenos mirar una afirmación que le hace el Eterno a Jeremías, en el verso 5 del capítulo 1:
“Antes de haberte formado Yo en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieses, te tenía consagrado”.
Esto nos muestra que cada ser humano, desde antes de su concepción, ya existe para Di-s y ya hay un propósito en su existencia. No hay excusa para afirmar que la vida de un niño que se forma en el vientre materno es un error, para Di-s ninguna vida humana es un error, absolutamente todos tenemos una misión en la vida.
En el Nuevo Testamento ocurre igual. Veamos la visita registrada que María, la madre de Jesús, hizo a Elizabet, la madre de Juan el bautista. Ambas mujeres estaban embarazadas en ese tiempo.
En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elizabet. Y aconteció que cuando oyó Elizabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elizabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu saludo a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (Lucas 1,39-44).
“la criatura saltó en mi vientre”; esto es, el bebé todavía no-nacido de Elizabet está siendo presentado como un ser humano viviente, en acción; no es una “vida potencial” sino “vida operante”. De hecho, el término “criatura” usado en el versículo 41 y 44 para referirse a Juan en el vientre de su madre, es exactamente el mismo término usado en el capítulo 2 de Lucas para referirse a Jesús después de Su nacimiento mientras que Él era recostado sobre el pesebre (Lucas 2,12,16). De hecho, la palabra hebrea yelád significa “infante” y se aplica, tanto para un niño nacido como para el bebé que se está formando en el vientre de su madre desde el momento de la fecundación.
Todos los médicos coinciden, gracias a las técnicas de ultrasonido, que el feto respira, duerme, es sensible a los sonidos y reacciona según la música que escuche (de ahí que haya desarrollado el método Mozart de estimulación temprana). El bebé que se forma en el vientre de su madre hace lo de todo bebé normal: hasta se chupa los dedos y se rasca la nariz.
Qué nos quiere decir esto? que a los ojos de Di-s, sea que la persona esté en su estado de desarrollo prenatal, o en su estado de desarrollo postnatal, esa persona es todavía un bebé, es un ser humano vivo! No es una “vida potencial” como insisten los partidarios del aborto. En Lucas 1,36, Juan el bautista es referido como “un hijo” desde el mismo momento de la concepción. Todas las tres fases de la vida humana están enlistadas en orden invertido en Oseas 9,11, a saber: nacimiento, embarazo, y concepción.
De aquí podemos concluir que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Di-s, que por esa misma razón el Todopoderoso lo ha revestido de gloria y esplendor, que la existencia de cada persona cuenta para el Creador desde antes de su concepción, y que un ser humano en gestación cuenta como una persona en uso pleno de sus cualidades humanas.
LOS HIJOS SON BENDICION DE DI-S
Todos los casos de aborto voluntario, sin excepción, están acompañados de una terrible afirmación: “mi vida estaba bien hasta que llegó esta criatura”. Para las mujeres y los hombres de la Era de la Información, un hijo es un problema, jamás los hijos son vistos como el más hermoso de los regalos que Di-s nos pueda ofrecer, como la Palabra de Di-s nos lo enseña.
Mucha gente me dice que, con las actuales circunstancias mundiales políticas, económicas y sociales, traer un hijo al mundo es inhumano, y sacan la excusa de que “es mejor no traer hijos al mundo, para que no sufran”. Es como si dijéramos que no deberíamos salir a la calle porque hay demasiada inseguridad y peligros para nuestra vida.
Cuando Balaám quiso maldecir al pueblo de Israel, Di-s hizo que sólo salieran bendiciones de su boca. De esas bendiciones, podemos deducir cuál era su verdadera intención: “Qué hermosas son tus tiendas Jacob, tus moradas Israel!” (Números 24,5). Este versículo demuestra que Balaám sabía que la base del pueblo de Israel es la familia, y quiso maldecir a las familias para así poder exterminar a la nación entera. El Señor transformó su maldición en bendición:
“No quiso Yahvé tu Di-s escuchar a Balaám y Yahvé tu Di-s te cambió la maldición en bendición, porque Yahvé tu Di-s te ama” (Deuteronomio 23,6).
El rey David en el Salmo 127 nos enseña:
“La herencia de Yahvé son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas, como flechas en la mano del héroe, así los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que ha llenado de ellas su aljaba; no quedarán confusos cuando tenga pleito con sus enemigos en la puerta”.
La Escritura nos está diciendo que un hijo para el que ama al Señor no es maldición ni un problema, sino una bendición. “Como flechas en la mano del héroe”, esto es, los hijos del que ama a Di-s se convierten en escudo para sus padres, los hacen intocables porque ellos son ángeles para sus papás. “No quedarán confusos cuando tenga pleito con sus enemigos en la puerta”, esto es, los padres que aman a sus hijos lo pensarán dos veces antes de involucrarse en alguna situación que pueda poner en peligro la estabilidad para la familia.
Fijémonos que esta cita bíblica nos está mostrando dos ideas fundamentales: la primera, que Di-s da los hijos en calidad de ángeles custodios, por eso el Divino Maestro advierte las terribles consecuencias de dar mal ejemplo a los hijos: “guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18,10). La segunda idea es que la sola presencia de los hijos protege a quienes los aman realmente de ocasiones graves de pecado.
Esto me recuerda que en la Iglesia Católica, en la ceremonia nupcial, el sacerdote pregunta a los novios: “estáis dispuestos a recibir los hijos como bendición de Di-s?”… si los novios responden que no, la boda se cancela inmediatamente, porque el matrimonio debe estar abierto a la vida, no es para satisfacer los deseos egoístas de los novios que pretenden convertir la santidad del sacramento en un contrato de bienes mancomunados y de satisfacción mutua de las pasiones.
La celebración bíblica de la vida humana se resume en el precepto “creced y multiplicaos” (Génesis 1,28). Este es el primer precepto natural que todo judío debe cumplir. Un hogar sin hijos es un lugar sin bendiciones, porque la realización de cualquier ser humano se encuentra en su vida familiar, lo que implica una gran responsabilidad, es cierto, pero también lleva consigo una inmensa alegría. Un hijo trae sustos, pero también muchos gustos.
Di-s jamás hace que surja una vida humana sin un propósito. El bebé que esa madre posee en su vientre no es sólo su hijo, sino que se trata de un regalo de Di-s para la Humanidad, se trata de un ser humano que, cuando crezca, asegurará el desarrollo del mundo. El embarazo es obra de la Voluntad Divina, y todo aquello que impida su continuidad y desarrollo es desafiar a Di-s… por esta razón el aborto es un hecho de profunda gravedad. La malformación o los problemas del feto son parte de esa decisión, y la ley judía, contrario a lo que muchos afirman, establece que no debe interrumpirse la gestación, ni siquiera por detectar malformaciones del feto. Hay muchas personas que nacieron con defectos físicos o malformaciones, pero con la ayuda de sus padres y de especialistas han sido y son grandes líderes de la Humanidad y forjadores del progreso del mundo.
Permítanme compartirles un ejemplo: supongamos que una mujer que abortó muere y llega al Mundo Venidero, y se encuentra con un niño…
- Hola, mami!
- Quién eres, pequeño?
- Soy tu hijo.
- Pero yo no recuerdo haberte tenido.
- Soy el niño que abortaste aquel año; yo iba a ser un gran líder para mi país, pero no me permitiste vivir…
Auch! Imaginémonos la reacción de aquella mujer. Qué tipo de respuesta podría dar si el niño le preguntara por qué no lo dejaron vivir? Podría contestarle ella que no tenía nada qué ofrecerle para que tuviera una “vida digna”? Podría ella justificarse diciendo “es que yo no sabía quién era tu papá?” O acaso podría decirle que la familia se hubiera escandalizado al verla nuevamente embarazada? Si así fueran las cosas, muchos de los que hoy nos encontramos en el mundo no hubiéramos nacido si nuestras madres se hubiesen justificado con sus muchas “razones” que hoy lamentablemente existen.
EL ABORTO ES ASESINATO ANTE LOS OJOS DE DI-S
Recuerden que aquí no estamos hablando de un aborto por razones estrictamente médicas. Ese es un asunto que da para otro estudio aparte. Aquí nos referimos a los casos de aborto que citamos al inicio de este estudio; repasémoslos para que no perdamos el norte:
· Como control de natalidad.
· Como solución “porque no tenía nada qué ofrecerle a ese bebé”.
· Por irresponsabilidad en las relaciones sexuales, “porque no sabía quién de mis novios era el padre”.
· Por temor a perder al amado, una herencia o sostenimiento en la familia: “si se enteran de que estoy embarazada, me matarán o me echarán de la casa o me abandonarán”.
· Por temor a que se juzgue a la mujer por la nueva apariencia, “el embarazo me hará ver fea, nadie se fijará en mí”.
· Porque “esa criatura iba a dañar mi vida”, “mi carrera” o “mi fama”.
Los partidarios y las partidarias del aborto, las mujeres que han abortado por las razones que ya citamos y quienes las acompañaron a abortar o quienes estuvieron de acuerdo con ese aborto, protestan cuando los llamamos por su nombre: asesinos. Les da rabia y nos reclaman que no los estigmaticemos como criminales. Se quieren mostrar como víctimas, gritan que ellos no tienen la culpa, que los líderes religiosos debemos dejar nuestra “hipocresía medievalista” y que debemos pensar como personas civilizadas de la modernidad… caray! Yo no sabía que destruir una vida humana era señal de ser “civilizado”!
Las cosas hay que llamarlas por su nombre. Destruir una vida humana es asesinato, homicidio, un crimen, así se trate de un embrión o feto que, como vimos, Di-s lo cuenta como vida humana plena y completa desde antes de su concepción. Veamos qué nos tiene que decir la Sagrada Escritura al respecto:
En los Diez Mandamientos, el sexto dice: “no matarás” (Éxodo 20,13). Esto no es solamente un precepto para Israel, sino que desde antes de Abraham Di-s ordena al ser humano no quitarle la vida a ninguna persona (Génesis 9). El precepto de no matar a ninguna persona está contenida en lo que los judíos llamamos el Pacto Noájico, que Di-s hizo con Noé y que recae sobre toda la Humanidad. Ese pacto consta de siete mandamientos que todo ser humano debe cumplir, y entre ellos está el “no matarás”.
Seguramente nuestros contradictores dirán que en la Biblia Di-s ordena matar personas (Josué 6). Hay que explicar que una cosa es matar en guerra y otra muy diferente matar a quien no se puede defender, o matar al inocente. Esto fue lo que le pasó al rey David cuando se enamoró de Betsabé: Di-s no lo condenó por las muertes de los filisteos en sus campañas de guerra porque era militar en servicio activo, era su deber… pero fue castigado severamente por haber asesinado a Urías, el marido de Betsabé, para quedarse con ella (2ª. Samuel 12). David pidió perdón a Di-s, y El le perdonó la vida, pero como el Di-s Vivo y Verdadero no deja pecado sin castigo (Éxodo 34,7), David vino pagando el crimen de Urías en sus hijos: con excepción de Salomón, fueron asesinados Absalón, Adonías y Amnón, y el primer bebé que tuvo con Betsabé murió a la semana de nacido (2ª. Samuel 12,15-25).
Ahora veamos Éxodo 21,22-25. Este pasaje describe la acción que se debía tomar en caso de lesión accidental hacia una mujer embarazada:
“Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y su niño saliera [del vientre de su madre], pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte [del bebé], entonces pagarás vida por vida”.
Este pasaje ha sido traducido mal en varias versiones. Por ejemplo, algunas versiones utilizan la palabra “aborto espontáneo” en vez de traducir la frase hebrea literalmente “y su niño saliera”. El texto está previendo una situación en la cual dos hombres en una pelea hieren accidentalmente a una espectadora embarazada. La lesión causa que la mujer comience su trabajo de parto antes de tiempo, dando como resultado un nacimiento prematuro del niño. Si la mujer y el niño no sufren daño, entonces la ley judía imponía una multa en contra del que causó el nacimiento prematuro. Pero si la pelea originaba la muerte del bebé, entonces la ley imponía un castigo paralelo: si el bebé que estaba en el vientre de su madre muere, el que causó el aborto debe ser ejecutado: vida por vida. Aquí la Torá considera claramente al bebé no-nacido como un ser humano en igualdad de dignidad, y el causar la muerte a un niño en el vientre de su madre era homicidio a castigarse con la pena de muerte.
Aquí hemos visto cómo la Torá se enfrenta con la muerte de un ser humano causada accidentalmente. Ahora bien, el aborto hoy en día es una terminación deliberada y planeada de la vida de un niño. Si Di-s trató severamente la muerte accidental de un bebé que no ha nacido, cómo se supone que Di-s se quede callado y con los brazos cruzados con respecto al homicidio deliberado de un no-nacido por un doctor que practica el aborto y por una madre que ha decidido acabar deliberadamente con la vida de esa criatura?
De hecho, si la Sagrada Escritura iguala el aborto al nivel del homicidio, la sabiduría rabínica dice verdad cuando afirma que cualquier asesinato (incluido el aborto) es uno de los peores pecados que pueda existir, porque el asesino sacó del mundo a alguien que no posee un sustituto, ya que cada persona es única e irrepetible, así como Di-s es Único e Irrepetible. De esta forma, un mundo entero se destruyó, como dice el Talmud: “todo el que destruye un alma, se le considera como si hubiese destruido un mundo entero”, lo que equivale a decir: “si matas a una persona, se te contará como si hubieras asesinado a millones”. De hecho, el tratado Sanedrín, en la hoja 57, llama genocida a quien asesine a una sola persona. Lo deduce de la sentencia de Di-s en tiempos de Noé: “quien derrama sangre de hombre, su sangre será vertida” (Génesis 9,6). El Talmud pregunta: “de dónde la sangre de hombre que se encuentra en la misma persona?” La respuesta es que se refiere al bebé en el vientre de su madre.
Nuestro Señor Jesús Cristo va más allá. En Mateo 5,21-22, el Mesías no sólo condena el asesinato, sino también la actitud que lleva a la gente a cometer el homicidio (odio o falta de respeto por la dignidad humana). Esta misma actitud es la que lleva a la gente a cometer o a justificar el aborto, y son precisamente personas que no aprecian para nada el valor y la dignidad del ser humano, que se refleja en lo poco o nada que valoran la vida del que aún no ha nacido. Hablan de “hijos no deseados” (lo cual ya indica que odian a ese niño que está empezando a crecer en el vientre).
Para San Pablo, es lógico que, quien ama realmente, no matará (Romanos 13,8-10). Quién acaba con la vida humana? Quien no ama a los demás, porque no se ama a sí mismo, como versa: “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22,39). El Apóstol escribe en Gálatas 1,15: “Pero Di-s me escogió desde el vientre de mi madre, y por su mucho amor me llamó”.
Veamos un poco más profundamente la psicología de quienes practican y aprueban el aborto a la luz de la Sagrada Escritura. Aquellos que asesinan o que aprueban a las otras personas que los cometen, son dignos de muerte. El homicidio está nombrado en Romanos 1,29 como uno de los pecados cometidos por las personas que no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Di-s (v.28). Rechazan la fe en el Señor a pesar del hecho de que no hay explicación sensible para la existencia del universo sin Di-s (v.20-21). Exaltan su propia sabiduría, pero son extremadamente estúpidos (v.22). Llegaron a enredarse en toda clase de perversiones religiosas y sexuales, incluyendo el homosexualismo (v.23-27), y en toda clase de inmoralidades (v.28-32).
Aquí vemos las razones reales por las cuales las personas de hoy día practican el aborto. Aceptan necedades como “la evolución del hombre y el progreso de la civilización”, niegan la existencia del Todopoderoso, en consecuencia no tienen ningún interés por el hecho de que el ser humano fuese creado a la imagen y semejanza de Di-s.
Vamos a plantear otra situación. En Deuteronomio 20,19-20 se da la siguiente orden:
“Al atacar una ciudad… no destruirás su arbolado metiendo en él el hacha; te alimentarás de él sin talarlo”.
Este versículo se refiere a que incluso, en el caso de una guerra en donde se podría llegar a pensar que todo estaría permitido, la Torá reclama respeto y cuidado hacia los árboles que dan de comer a la persona y por lo tanto, no pueden ser utilizados como objetivo militar. Ahora bien, qué tiene que ver esto con el aborto?
Si la Sagrada Escritura establece que no se puede destruir un árbol por el fruto que saldrá de él, entonces se podrá premeditadamente impedir el nacimiento de un ser humano? El valor que un árbol posee es sólo por la posibilidad de servir a la persona (recordemos que el ser humano es la corona de la Creación) que comerá de su fruto o se deleitará con su sombra. En cambio, el valor de una persona está avalado por ser imagen y semejanza del Creador, lo que equivale a decir que la vida humana, desde su concepción, es sagrada.
En el Pirkei Avot de Rabí Eliezer se dice que en el momento en que alguien destruye un árbol, el clamor de ese árbol se escucha desde un extremo del mundo hasta el otro, lo que quiere decir que todo el Universo se estremece con esa acción. Si eso es no más con un árbol, pues deduzcamos lo que sucede cuando un bebé es asesinado en el vientre de su madre!! Luego de esta reflexión, la gravedad de permitir un aborto está suficientemente demostrada.
Es muy curioso que los mismos grupos que defienden la evolución y cuestionan la existencia de Di-s, son los mismos grupos que defienden muchas formas de inmoralidad incluyendo el aborto. El Manifiesto Humanista, por ejemplo, defiende plenamente el ateísmo y el agnosticismo, y también defiende el derecho al aborto, el homosexualismo, el suicidio. Muchos otros grupos, bajo la fachada de “organizaciones humanitarias” buscan debilitar las restricciones contra el aborto.
QUE HAY DEL ABORTO EN CASO DE VIOLACION?
Hace unos años se le preguntó al ex-presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, cuál era su opinión acerca del aborto. Respondió que se oponía, salvo en casos de violación, incesto, o amenaza a la vida de la madre.
La Palabra de Di-s y la ley judía no permiten siquiera que se formule tal pregunta. Puesto que la vida humana se inicia antes de la concepción, como ya ha sido bíblicamente demostrado, no podemos permitir el aborto simplemente porque “no nos gusta el padre” o porque “fue fruto de una violación”. Es cierto que la situación ocurrida es desafortunada, pero no podemos tomar nuestra venganza en el feto.
Antes bien, la respuesta es que los gobiernos, en lugar de estar emitiendo leyes pro-aborto, deberían endurecer los castigos legales contra aquellos pervertidos que violan a las mujeres. Deberían emitir proyectos de educación sexual (no como los actuales currículos que se limitan estrictamente a lo biológico-genital) en donde se eduque a los niños y a las niñas en el respeto muto y la autoestima, en la depuración de la visión de sexualidad que los medios de comunicación promueven, y en la promoción de una cultura de la vida. Allí es donde realmente está el origen del problema! En la educación que nuestros jóvenes reciben en casa, en la escuela y a través de los medios de comunicación.
El bebé que ha sido concebido no es culpable, es una vida completamente diferente de la de su madre y de quien lo engendró; el bebé que se está formando en el vientre de aquella mujer violada no debe pagar con su inocente vida el crimen de su progenitor. Antes bien, el niño deberá ser educado en el temor de Di-s para que sea totalmente lo contrario a su progenitor.
Envíen al violador a la cárcel y envíen al bebé a los amorosos brazos de la Palabra del Eterno. Nuevamente la Torá insiste: “no matarás al inocente” (Exodo 23,7).
Un curioso apunte: con mucha frecuencia, cuando ya es demasiado tarde, una mujer mayor se arrepentirá de no haber tenido aquel niño. Pero una mujer a la que se le convenció para que no abortara, jamás se arrepentirá por tener ahora aquel niño.
LAS TERRIBLES CONSECUENCIAS DE UN ABORTO
Seguramente alguien implicado en un aborto (sea varón o mujer, no importa) me dirá que todo lo que se ha dicho hasta aquí es basura porque, según ellos, Di-s no existe y no les interesa para nada lo que la Biblia opine y que “la religión es el opio del pueblo”.
Es más, se burlan abiertamente de las excomuniones de la Iglesia contra los que practican o respaldan un aborto. Otros dirán que el aborto nada tiene que ver con la fe que profesan, olvidando lo que el Magisterio de la Iglesia ordena:
“Procurar o participar en un aborto o la cooperación necesaria para que un aborto se lleve a cabo, causan la excomunión automática (latae sententiae), de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito”.(Catecismo 2272; Código de Derecho Canónico, cánon 1398).
Tengamos en cuenta lo siguiente, para entender esa conducta: generalmente los partidarios del aborto y las mujeres que han abortado no son creyentes (si tuvieran temor de Di-s combatirían valientemente cualquier idea o acto a favor del aborto), y como vimos anteriormente, su “ateísmo” no es otra cosa que arrogancia, necedad. Por eso ellos se sienten muy incómodos cuando se les habla de Di-s, no soportan Su presencia (Salmo 5,6). También está escrito: “el impío, el insolente, no busca al Señor; ‘no hay Di-s’ es todo lo que piensa” (Salmo 10,4).
Pero lo que ellos no saben es que, aunque se empeñen en negar la existencia del Señor, Su Ley está ahí, y como sabemos que nuestro Di-s es justo, El aplica Su justicia a todos los seres humanos, porque El no se arrepiente de Sus promesas. Es como el que se niega a reconocer las leyes del país donde vive: no está de acuerdo con ellas y las critica o las desconoce deliberadamente… pero si comete un delito, será castigado de acuerdo con las leyes de ese país donde está, le guste o no.
Hacemos esta aclaración para explicar que, como vimos, el aborto Di-s lo cuenta como asesinato agravado. Tiene este crimen consecuencias para quienes lo ejecutan? O acaso Di-s no hará nada al respecto? Quedará impune la muerte de esa criatura abortada?
Seguramente las mujeres que han abortado me dirán que han pasado los años y absolutamente nada malo les ha ocurrido a ellas y que son felices en la vida… pues yo les cuento que ellas están mintiendo solapadamente, porque aunque sonrían y aparenten felicidad ante todos, muy en el fondo de sus corazones hay luto, hay tristeza, ellas no saben lo que es la paz, ellas no son felices porque la angustia, el remordimiento y el peso de la conciencia las persiguen a ellas todos los días, hasta que se mueran.
Las consecuencias de un aborto recaen sobre cualquiera que haya cometido este atroz crimen o lo haya aprobado, sin importar qué religión profese, si cree o no en Di-s, la Justicia Divina opera igual en todos los seres humanos. Veamos cuáles son esas consecuencias:
1. Para empezar, una mujer que aborta se gana el odio del Padre Celestial. Por qué? Porque una de las cosas que Di-s más aborrece es “las manos derramadoras de sangre inocente” (Proverbios 6,17). De hecho, Di-s mismo dice: “no matarás al inocente y al justo, porque yo no absolveré al impío” (Exodo 23,7). Y qué terrible es cuando una persona se convierte en enemiga de Di-s!!
2. La mujer que aborta, como es contada ante Di-s como asesina, se hace acreedora a la maldición de Caín: “aunque labres el suelo, no te dará más su fruto; vagabundo y errante serás en la tierra” (Génesis 4,12). Esto quiere decir que nunca más progresará, no conocerá nunca más la prosperidad, todo proyecto empresarial sucumbirá, o si arranca no durará mucho tiempo; le será demasiado difícil conseguir empleo, o si lo consigue no durará mucho tiempo en él. En muchas ocasiones será muy mal remunerada y en otras hasta le robarán el fruto de su trabajo. Llorará amargamente porque experimentará muy penosas dificultades para conseguir el sustento. Tendrá que ir de un lugar a otro, no podrá vivir en un sitio de manera definitiva. Es decir, jamás conocerá la estabilidad.
Lo anterior se aplica también a quienes aprobaron y apoyaron a la que abortó, porque son autores intelectuales o cómplices de ese asesinato, que equivale a como si él se hubiera manchado sus manos con la sangre de esa criatura. Recordemos que el rey David no mató a Urías con sus propias manos, pero lo planeó todo para que lo mataran. Y el Señor se lo tomó en cuenta como si él mismo hubiera matado al hitita con sus propias manos.
3. La mujer que aborta y quien lo aprueba o lo apoya, tiene sobre sí otra maldición. Esa persona tiene sobre sí un decreto de muerte, como está escrito: “quien derrama sangre de hombre, su sangre será vertida” (Génesis 9,6). Esto quiere decir que morirá violentamente, no morirá en paz, morirá asesinada por otro asesino. De hecho, su muerte no sólo será violenta, sino que también será demasiado angustiosa, agonizará y dejará este mundo en medio de terribles sufrimientos y sollozos.
De hecho, la vida misma nos ha mostrado cómo muchas personas que asesinaron a alguien, acabaron también asesinados. O en otros casos, como no pueden soportar el peso de la conciencia por el crimen cometido, acaban suicidándose o intentando suicidarse en diversas ocasiones.
4. Quien ejecuta, aprueba o respalda un aborto, pagará su maldad, en la mayoría de los casos, en sus hijos. Seguramente muchos me dirán: “y qué culpa tienen mis hijos por lo que yo haga?” está escrito: “Yo, Yahvé, tu Di-s, soy un Di-s celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian” (Exodo 20,5). Ese castigo consiste en que los hijos pueden morir asesinados (como le pasó al rey David y como le pasó al Faraón, que Di-s le mató a su primogénito por causa de su maldad), o también que los hijos pueden cometer el mismo crimen de sus padres con sus propios hijos. Es decir, habrá una maldición inter-generacional por causa del crimen de los padres, como versa: “nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado…” (2ª. Samuel 12,10).
5. Quien ejecuta, aprueba o respalda un aborto, se le cuenta como si hubiera sacrificado ese bebé a los demonios (Salmo 106,37). Otro castigo que se ganan por ello es que Di-s ya no los cuenta entre Sus hijos, y como consecuencia El los entrega en manos de personas de igual o peor calaña que ellos, acaban dominados por quienes buscan aprovecharse de ellos, siendo así humillados y explotados de muchas maneras.
Muchas mujeres solteras que abortaron se quejan de que siempre acaban entregándose a hombres que resultan ser unas porquerías y unos salvajes, se sienten explotadas, humilladas y maltratadas porque todos los hombres las buscan como objeto sexual y nunca se sienten amadas (es lógico! Nadie da de lo que no tiene), jamás pueden tener una relación de pareja estable y fructífera. Muchas de ellas agravan la situación entregándose al consumo de bebidas alcohólicas, al cigarrillo (algunas se fuman hasta un paquete diario), a sustancias narcóticas, al sexo desenfrenado (llegando incluso a la zoofilia o relaciones sexuales con animales), a muchas clases de adicciones (juegos de azar, casinos, etc.), a prácticas ocultistas (en algunos casos comienzan con la participación en juegos de rol), hasta llegar a la práctica del satanismo o sencillamente vivir como animales medio-pensantes, como si Di-s no existiera. Todo eso es consecuencia de su crimen, así que señoritas! no pretendan autocompadecerse cuando saben perfectamente que todo eso que están sufriendo empezó desde el instante mismo en que se alejaron de la presencia de Di-s.
6. La mujer que aborta y quien lo aprueba o lo apoya, sufrirán de toda clase de enfermedades, en la mayoría de los casos, que no pueden ser curadas con la medicina convencional ni alternativa. Muchas enfermedades del sistema nervioso, digestivo, circulatorio, endocrino y neurológico están asociados a enfermedades del alma como consecuencia de los pecados, y son enfermedades que, por su origen, ningún médico convencional ni alternativo pueden curar. Por eso recae sobre ellos la siguiente maldición: “angustias y dolores se apoderarán de ellos” (Isaías 13,8).
Generalmente las mujeres que han abortado son más vulnerables a sufrir fuertes crisis nerviosas que repercuten en su alimentación, en su dormir, en el rendimiento académico o laboral.
7. La mujer que aborta y quien lo aprueba o lo apoya, son maldecidos por Di-s con otro terrible castigo: la demencia, como versa: “Yahvé te herirá con demencia… hasta el punto en que andarás a tientas en pleno mediodía como el ciego anda a tientas en la oscuridad, y tus pasos no llegarán a término” (Deuteronomio 28,28).
Nosotros hemos conocido decenas de casos de mujeres que abortaron y de hombres que aprobaron o sugirieron un aborto, y hoy en día se hallan en ese lamentable estado, bien sea en un manicomio, en una clínica de reposo, en un centro psiquiátrico o vagando por las calles sin rumbo, hablando solos o en muy triste estado de pérdida del uso de la razón y de la cordura.
8. La mujer que aborta y quien lo aprueba o lo apoya, se hacen acreedores a otra maldición: nunca tendrán paz, ni consigo mismos ni con los demás, tal como está escrito: “no hay paz para los malvados, dice Yahvé” (Isaías 48,22 y 57,21).
Está demostrado. La mujer que abortó siente que en todo le va mal (y de hecho, así es!), como si le hubieran hecho brujería. Siempre tiene problemas, discusiones, en su casa jamás está tranquila, jamás puede saborear el sosiego con quienes habita; nunca está feliz con nada ni con nadie, tiene ataques de tristeza y se deprime con mucha facilidad y profundamente. Se le ve angustiada por todo y por nada, está neurasténica, a veces prácticamente no se le puede hablar porque estalla en un ensordecedor grito o arroja las cosas al suelo. Conclusión: no está en paz, ni con Di-s, ni con los demás, ni consigo misma, por causa del crimen que cometió y del que no se ha arrepentido. La conciencia le está reclamando la sangre de ese bebé que asesinó en su vientre, puede que se haga la desentendida y diga “eso no tiene nada que ver con lo que me está pasando”… ERROR! Todo lo contrario, del peso de la conciencia no se puede escapar. Uno puede engañar a todos, pero hay dos personas a quienes no se les puede engañar jamás: a Di-s, que todo lo ve y todo lo oye, y a uno mismo.
Y tras de que le está yendo como perro en misa, y cada día echando más pa’abajo, maldice a Di-s (negar su existencia es una manera de blasfemar contra El), como está escrito: “no obstante blasfemaron contra el Di-s del Cielo por sus dolores… y no se arrepintieron de sus obras” (Apocalipsis 16,11). Y ahí se está cumpliendo la sentencia del Señor: “por eso en mi cólera juré que no entrarán en mi reposo” (Salmo 95,11).
Muchas mujeres que abortaron entran en un estado profundo de depresión cuando recuerdan cuando aquel feto se movía o daba pataditas en su vientre, y se preguntan qué hubiera pasado si no hubieran abortado a ese bebé. Cuántas alegrías y momentos hermosos estarían pasando con el fruto de sus entrañas… pero ya es tarde, el bebé fue asesinado antes de nacer, y la sangre de esa criatura reclama justicia delante del Trono de Di-s. Y ahí tiene una de tantas consecuencias: ya no podrá experimentar la paz que sólo Di-s puede dar a un ser humano.
Supongamos que una pareja abortó, y tiempo después van por la calle y ven a una pareja con su bebé en brazos: un hermoso bebé que sonríe y ríe a carcajadas junto con sus papitos. La mujer que abortó se llena de nostalgia…
- Ah! Te imaginas si hubiéramos tenido a nuestro bebé, el que abortamos?
- Pero tú fuiste la que dijo que no lo quería.
- Pero recuerda que tú fuiste el que dijo que no teníamos manera de sostenerlo.
- Hey, nada de eso! Tú misma dijiste que ni siquiera sabías quién era el papá!! recuerdas cuando te acostaste esa misma semana con fulano y sutano y conmigo?
- Pero por qué?! Porque me la jugaste con aquella mujer!!...
Y desde ese momento, esos dos seguirán discutiendo y peleando sin parar en busca de responsables, y echándose en cara por quien sí quiso y quién no. No hay paz para los malvados, y quienes asesinan a un bebé en el vientre de su madre son eso: malvados. Jamás conocerán la paz.
9. La mujer que aborta y quien lo aprueba o lo apoya, hacen que su Patria quede maldita, que sobrevenga la ruina para su país; está escrito: “sangre inocente derramaban, la sangre de sus hijos y de sus hijas… y fue el país profanado de sangre” (Salmo 106,38).
Desafortunadamente quienes practican o apoyan el aborto no piensan en los males que le causan a otras personas con su crimen, ya que ellos sólo piensan en sí mismos, a ellos no les importa la suerte de los demás. Sólo se preocupan por “deshacerse del indeseable”… pero no se dan cuenta del terrible mal que están causando a sus compatriotas con su abominable crimen.
Todos los países en donde se ha legalizado el aborto están sufriendo las consecuencias en la estabilidad gubernamental, fuertes bajones en la economía, han aumentado las crisis sociales y están desmoronándose poco a poco. En las ciudades donde se han practicado abortos se han agravado muchos males urbanos: inseguridad, déficit fiscal, crisis de gobernabilidad, etc. No es coincidencia ni es fanatismo, la Escritura es muy tajante: tierra derramada con sangre inocente es tierra maldita. Ojalá nuestros gobernantes se pusieran la mano en el corazón y se dieran cuenta de la ruina que están atrayendo a nuestros países con la despenalización o la legalización del aborto.
10. Llegado el momento de la muerte y de presentar cuentas de sus actos ante el Señor en el Mundo Venidero, a la mujer que aborta y a quien lo aprueba o lo apoya, le sobreviene la más terrible de todas las maldiciones: el no tener parte en el Reino de los Cielos, como versa: “los asesinos… tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21,8).
Qué triste final para quien aprobó o apoyó la muerte de un bebé en el vientre de su madre! Qué triste final para la mujer que convirtió su vientre (que es fuente de vida) en una tumba! Qué final tan trágico le espera a quien, en su arrogancia y estupidez, además de ese crimen, negó a Di-s y se resistió a Su misericordia y pisoteó Sus mandamientos. Creyeron que todo acababa en la muerte y se han dado cuenta de que les espera un sufrimiento mucho peor en el Mundo Venidero, y aún más terrible: que ese sufrimiento es eterno, es para siempre, que jamás terminará, que lo tendrán que sufrir para siempre… y todo por querer dárselas de “más sabios que Di-s”, todo por querer enseñarle a Di-s cómo hacer las cosas, todo por negar a Di-s y derramar sangre humana!!
QUE PASA SI HAY ARREPENTIMIENTO?
Bendito sea el Señor nuestro Di-s si hasta aquí, hay una mujer que abortó o alguien que lo aprobó o lo apoyó, ha leído este documento y siente tristeza y dolor por su pecado! Bendito sea Di-s si esa persona está pidiendo perdón al Eterno de rodillas, con lágrimas en los ojos y con sinceridad de corazón. Es buena señal.
Puede Di-s perdonar tan macabro crimen como un aborto? La respuesta es SI!! Está escrito:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ª. Juan 1,9)
Una mujer asesinó a un bebé en su vientre y ahora comprende que lo que hizo fue incorrecto. Alguna persona sugirió un aborto, lo pidió, lo aprobó, lo facilitó y ahora se ha dado cuenta de su error. Deben ellos cargar con las diez maldiciones que recaen sobre todo el que le quita la vida a un ser humano?
No se necesita gastar el resto de la vida con la carga de una culpa no perdonada. La Palabra de Di-s nos mostró que el aborto es un crimen, pero también la Sagrada Escritura explica que el Todopoderoso da algo más que las creencias humanistas no pueden ofrecerle a ellos: un origen de verdadero perdón para la culpa.
El Di-s Vivo y Verdadero es misericordioso, El perdonará si venimos a El acorde a Sus condiciones.
· Reconocer delante del Señor el pecado cometido y que por ello no merecemos ni siquiera ser llamados “Sus hijos”, como versa: “padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de que me llames ‘tu hijo’” (Lucas 15,21).
· Confesar con sinceridad y convicción de que solamente por los méritos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús Cristo podremos alcanzar el perdón y la salvación, ya que está escrito: “si confesares con tu boca que Jesús es Señor y crees de corazón que Di-s le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación” (Romanos 10,9-10). Esto quiere decir que si reconocemos a Jesús Cristo el Hijo del Di-s Viviente como nuestro Salvador, y solamente por los méritos de Su Muerte y Resurrección podremos alcanzar la vida eterna, habremos logrado anular los decretos malos que hubiesen contra nosotros por causa de nuestros pecados. La condición será la misma: arrepentimiento sincero, esto no funcionará si se hace “por salir del paso”.
· No te has bautizado? El bautismo es esencial para recibir el perdón de los pecados y ser incluidos entre los que tendrán su parte en el Reino de los Cielos, como versa: “convertíos y que cada uno se haga bautizar… para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el Espíritu Santo” (Hechos 2,38). El siguiente verso describe una hermosa promesa para los que se arrepienten de sus pecados y se bautizan: “la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Di-s vuestro” (Hechos 2,39). Si ya recibiste el bautismo, no importa si fue cuando eras bebé, basta con hacer la Renovación de las Promesas Bautismales y una buena confesión mediante el Sacramento de la Reconciliación.
· En la Iglesia Católica la anulación de la excomunión contra los que abortaron o apoyaron un aborto, le corresponde al señor Obispo. No te preocupes, el señor Obispo siempre estará dispuesto a ayudarte a que seas reinsertado(a) a los llamados a la salvación, ya que él debe cumplir en la Iglesia lo que el Señor Jesús dice: “el que venga a Mí, Yo no lo echaré fuera” (Juan 6,37). Además el Divino Maestro ordena a los leprosos del alma: “vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación… para que les sirva de testimonio” (Lucas 5,14). “Haz la ofrenda por tu purificación”, esto es, el Sacramento de la Reconciliación. Todo obispo siempre se alegrará enormemente cuando alguien que abortó o lo apoyó pide perdón a Di-s, se arrepiente y quiere reivindicarse con El y con la Iglesia. Esa persona no será rechazada.
· Cuando hayas sido restaurada(o) debidamente y hayas completado tu proceso de retorno a Di-s, entonces ya podrás recibir la Sagrada Comunión. Es importantísimo comulgar porque es Cristo mismo quien se entrega como alimento, como medicina sagrada que sanará todos los aspectos de tu vida. Dice El mismo: “si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis Su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna, y Yo le resucitaré el último día… permanece en Mí y Yo en él” (Juan 6,53-56). Pero alerta! No debes comulgar hasta que hayas sido debidamente restaurada(o) mediante el permiso del señor Obispo, ya que si comulgas sin haber pasado por el Sacramento de la Reconciliación, la Sagrada Comunión puede hasta matarte, pues está escrito: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo [del Señor], come y bebe su propio castigo; por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles y mueren no pocos” (1ª. Corintios 11,29-30).
· Como el rey David, hay que pedir permanentemente perdón al Señor por el crimen cometido y hacerse el firme propósito de no volverlo a hacer. El orar frecuentemente con el Salmo 51 puede ayudar mucho. Orar constantemente (1ª. Tesalonicenses 5,17).
· Bíblicamente todo delito debe ser compensado. El daño contra una vida humana es incalculable, pero aún así se necesita de la reparación por el daño causado. La Iglesia facilita todo para enmendar ese monstruoso error. El ponerse al servicio del Evangelio según indique el señor Obispo, el sacerdote o un director espiritual, el participar de una organización católica en defensa de la vida humana, el ser parte activa de toda campaña de la Iglesia contra el aborto, es una buena manera de ir compensando a la Humanidad por el crimen cometido.
En lo personal, considero que una mujer que abortó o una persona que lo apoyó o lo aprobó, si se arrepiente de verdad, pide perdón de corazón y quiere reivindicarse sinceramente, está en la obligación ante Di-s y ante la sociedad de compensar el daño hecho a la Humanidad, dando vida por causa de la muerte que ejecutó. De la misma manera como el ladrón se obliga moralmente a compensar su delito devolviendo lo robado (Lucas 19,8), de la misma manera el asesino debería pagar su delito trayendo una vida nueva al mundo. La mujer que abortó tiene la oportunidad de reivindicarse regalándole a la Humanidad una nueva criatura, un nuevo bebé al que le dará todo su amor y sus cuidados, le educará y le formará para que sea un verdadero líder del mundo, una persona de bien.
Es posible esto para una mujer que abortó y para quien lo aprobó o lo ejecutó? La respuesta es SI, pero con la siguiente condición: si hay verdadero arrepentimiento, si se pide perdón a Di-s de corazón y si hay sinceros deseos de compensar a la sociedad por el delito cometido, aunque obviamente esto no le devolverá la vida al bebé que fue asesinado en el vientre de su madre. Pero por lo menos, esa madre y ese padre tendrán una excelente y productiva manera de pagar su pecado, porque este bebé que nacerá es un angelito de la guarda que Di-s les encomienda a sus padres para que hagan de él una persona de bendición para la Humanidad.
EL QUE SE ARREPIENTE Y VUELVE A DI-S, LOGRA ANULAR LOS DECRETOS MALOS CONTRA EL
Esta es la parte más bonita de este estudio: cuando se ha cumplido con todo este proceso de arrepentimiento que hemos descrito, hay una muy buena noticia: Di-s anula los malos decretos y las maldiciones a las cuales estaban condenados quien abortó y quienes aprobaron o apoyaron ese aborto.
Seguramente muchos me dirán “te equivocas! Esa gente es así y ya no cambia; no hay poder alguno que los haga volver a Di-s, en asesinos se convirtieron, asesinos morirán”. Bien, eso es verdad si definitivamente no quieren volver a Di-s y no se arrepienten de lo que hicieron, ahí sí las diez maldiciones contra los asesinos recae sobre ellos, y que se tengan de donde puedan porque Di-s no está interesado en dejar impune ese crimen, y cuando el Santo Bendito Sea promete algo, lo cumple (El no es como nosotros los seres humanos, que siempre acabamos faltando a nuestra palabra y que no cumplimos lo que prometemos; menos mal Di-s no es así!).
Pero si hay un sincero arrepentimiento y deseo profundo de volver a Di-s y el firme propósito de enmendar, de alguna manera, ese crimen, Di-s no va a rechazar a esa persona. Pues les cuento que esto es imposible para nosotros los seres humanos que tenemos una mente y un amor demasiado limitado, pero para Di-s absolutamente nada es imposible (Génesis 18,14; Lucas 1,37).
En Exodo capítulo 32, vemos que Di-s iba a destruir a todos los israelitas que adoraron al becerro de oro. Moisés intercedió para que el pueblo no fuera aniquilado por el Señor, y El anuló el decreto de muerte que había pronunciado contra los israelitas. Todo el libro del profeta Jonás nos describe cómo Di-s tenía decretado destruir la megalópolis de Nívive (capital el imperio asirio): el profeta anunció el castigo y exhortó a la penitencia. La Sagrada Escritura nos cuenta que todos los habitantes de la ciudad iniciaron ayunos y diversos actos de penitencia, pidieron perdón a Di-s por sus maldades y lograron que Di-s anulara el decreto de exterminio contra Nívive y sus habitantes.
Si eso ocurrió con pueblos enteros, por qué nos es imposible aceptar que el Señor Misericordioso pueda anular los decretos de muerte y ruina contra quienes abortaron o aprobaron un aborto, si ellos se arrepienten sinceramente de su crimen y le piden perdón?
Por eso la Sagrada Escritura nos pide que tratemos bien y acojamos a quien abortó o lo apoyó y está arrepentido. Nos dice Gálatas 6,1:
“Hermanos, si alguno fuera sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, socorrerle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
También encontramos en Romanos 14,1: “acoged al que es débil en la fe, sin discutir opiniones”. Estas personas necesitan mucho amor porque se la han pasado en un entorno de odio, pero también hay que ser pacientes con ellos, ya que si hay conversión sincera en sus corazones, debemos ayudarles en lo necesario hasta que se encuentren completamente restaurados.
Sin embargo hay que hacer una muy fuerte advertencia. Tengan mucho cuidado con quien, por una u otra razón, luego de haber realizado este proceso de arrepentimiento y de restauración, se aleja nuevamente de Di-s; de aquel que obra así, que habiendo conocido del Señor se aleja de él, y si vuelve a El se aleja de nuevo, dice la Escritura:
“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrero estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: ‘el perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2ª. Pedro 2,20-22).
“Como el perro vuelve a su vómito, vuelve el necio a su insensatez” (Proverbios 26.11)
INVITACION FINAL
Dice la Sagrada Escritura, en Romanos 12,2:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
“No os conforméis a este siglo”, esto es, no ajustemos nuestros pensamientos al pensamiento de la sociedad actual. Está demostrado que existe una fuerte tendencia por imponer la Ley de Selección Natural entre los seres humanos, que se resume en este slogan: “lo que no funcione bien, lo que estorbe, que sea desechado”. Por el contrario, nosotros debemos defender la vida humana desde su concepción y no permitir que la vida humana sea tratada como producto de consumo. Por eso la Iglesia combatirá con todas sus fuerzas cualquier tendencia o idea que pretenda presentar el aborto como “buena”, como “solución” o como “mal necesario”.
La Sagrada Escritura nos mostró que la vida que ha sido concebida y vive en el vientre de la madre es un ser humano vivo, una persona aparte y diferente de sus padres. Que para Di-s cada ser humano, desde antes de su concepción, cuenta como lo más sagrado que pueda existir sobre la Tierra. Por tanto, el bebé en el vientre de su madre tiene exactamente tanto derecho a vivir como cualquier otro ser humano, y es un terrible crimen el destruir su existencia, como si se tratara de un tumor maligno.
El aborto se muestra como una “solución humanitaria”, pero es una acción netamente diabólica y que amenaza la misma supervivencia de la Humanidad… es diabólico porque el aborto se produce a causa de que es una falta de amor, aprecio y cuidado por un bebé.
El aborto es contado en la Torá como un abominable crimen, y se le cuenta como un genocidio. Por ello, quienes se empeñan en estar en paz con sus conciencias mientras ejecutan o apoyan un aborto, la Sagrada Escritura nos revela que hay diez terribles maldiciones que recaen sobre ellos y de las que no se pueden salvar, a menos que haya un sincero y real arrepentimiento y conversión a Di-s.
En Colombia, nuestros organismos supremos de ley se equivocaron al despenalizar el aborto, y ésta no es la primera vez que se equivocan miserablemente. En 1991, al decretar la libertad de culto constitucional, permitieron que en muchísimas escuelas públicas y privadas se aboliera la clase de Educación Religiosa, a pesar de que la Ley 115 de 1994 establece esta asignatura como obligatoria en todas las escuelas de Colombia (la impunidad colectiva acabó afectando por igual a católicos y cristianos reformistas de todos los estratos y corrientes religiosas). El resultado fue que, luego de 14 años, el país se encuentra sumido en la más profunda crisis ética y moral y en un monstruoso avance del secularismo (o mejor, ateísmo), incluso desde el seno familiar. Todo gracias a que el gobierno se hizo el desentendido con la formación espiritual de nuestros compatriotas, y sólo hasta enero de 2006 el Ministerio de Educación les recordó a los rectores de todas las escuelas públicas y privadas lo estipulado en la Ley 115; ello generó fuertes protestas de muchos sectores interesados en educar a los niños y jóvenes colombianos como animales, como si el ser humano no fuera religioso por naturaleza.
Ahora bien, el Instructivo de Regulación del Aborto dice que no habrá cárcel para la mujer que aborte si es violada y si su feto presenta malformaciones. Mi mamá dijo en aquel momento: “ahora van a llegar todas las muchachas a las clínicas diciendo que fueron violadas, para que les practiquen el aborto!”. Y ya varias organizaciones feministas están presionando al gobierno para que el aborto sea completamente legal en Colombia, como lo es en Francia (bástenos ver en las noticias cómo está pagando Francia las consecuencias de haber legalizado semejante monstruosidad!).
A nosotros no nos interesan las maquinaciones de Mujeres Católicas por el Derecho a Decidir y otras organizaciones pro-abortistas que pretenden destruir a la Iglesia Católica y que abiertamente han atacado con odio y furia a la Iglesia por el simple hecho de rechazar el aborto (tanto así que en abril de 1999, “Católicas por el Derecho a Decidir” introdujo en la ONU una petición para que el Vaticano no sea reconocido como observador en dicha organización e imponerle silencio definitivo a su voz moral). Nosotros no nos sorprendemos por eso, pues está escrito:
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados cuando os injurien y os persigan y os digan con mentita toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos” (Mateo 5,10-12).
No podemos quedarnos viendo con horror la dinámica del aborto en nuestras naciones, como creyentes estamos en la obligación de hacer todo lo que esté a nuestro alcance contra el aborto. Tal vez alguien diga que es muy poco lo que podemos hacer para frenar semejante crimen contra la Humanidad… soy de los que piensa que una sola persona puede hacer la diferencia, pero varios, puestos de acuerdo, pueden hacer milagros! La unión hace la fuerza, dice el refrán, así que el “poco” de aquella persona y el “poco” mío juntos, sumados a los “pocos” de otros más, pueden convertirse en un gigantesco titán al que muchos temerán a su paso.
Si entendemos lo preciosa que es la vida de un ser humano, nos preocuparemos de verdad por nuestros hijos, oraremos constantemente y derramaremos lágrimas para que el Todopoderoso los cuide física y espiritualmente. Tendremos así la dicha de ver generaciones rectas y benditas en el amor de Jesús Cristo, que entregó Su vida para la salvación de Israel y de toda la Humanidad. Amén. |
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