Robert Bentancur Asiduo
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 218 Ubicación: Shangrilá - Canelones - Uruguay
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Publicado:
Lun Nov 07, 2005 4:03 am Asunto:
CÓMO SUPERAR NUESTRAS DIFERENCIAS
Tema: CÓMO SUPERAR NUESTRAS DIFERENCIAS |
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Escribo esto con el corazón buscando recrear un vínculo de afecto con y entre cada uno de los que lean este epígrafe para que desde allí podamos vivir más la UNIDAD, una prueba del nueve clave que Jesús nos dio como verificación de que estamos unidos a la VID, a ËL. Y en esa unión descubrir que podemos ser portadores de su mensaje de vida cuando su savia nos alimenta en la oración y la Eucaristía.
A través de la lectura de muchas intervenciones (no las leo todas, no tengo el tiempo del mundo) cualquiera puede ver que estamos hablando distintos lenguajes. Muchas veces estamos construyendo una nueva Babel a través de internet. (Génesis 11 – 1-9).
Reconozcamos, como punto de partida, que ninguno de los que intercambiamos (muchas veces o pocas) estamos HONESTAMENTE preocupados por ser testigos fieles de una PALABRA común que nos convoca. Eso está muy bueno, pues es el requisito básico para seguir cualquier intercambio. Y, por supuesto, tiene sus consecuencias. No cualquier intercambio sirve y construye sino aquel que cumple lo que San Pablo nos plantea en su primera carta a los Corintios en el capítulo 13. Como no tiene desperdicio sería buena cosa meditarlo un momento y tratar de vivenciarlo antes de escribir de nuevo lo primero que se nos venga a los labios.
Otro ángulo a tener en cuenta es la diversidad de dones, temperamentos, formaciones, roles, intereses, vivencias … La diversidad que nos enriquece si queremos ayudarnos a crecer en Fe, Esperanza o Caridad o nos divide si pretendemos que invadan o avasallen lo que otros piensan y sienten. Sin dudas, un desafío difícil para nuestros límites humanos que tanto conspiran para que nos desunamos, tironeados por las pasiones de creernos mejores que los demás en conocimientos o en virtudes.
Un aspecto particular a subrayar es algo que subyace en la enorme mayoría de nuestras intervenciones y es la “óptica” desde donde opinamos sobre todo tipo de temas. Me refiero a lo llamado “conservador” o “progresista”. Es el reflejo de una toma de posición más o menos consciente frente a una Iglesia que se ve interpelada desde la realidad y que pretende ser una depositaria creíble en estos momentos de tanta confusión. Considero que no hay posiciones buenas o malas a priori sino que al árbol se lo conoce por los frutos. Pareciera que si abundan los calificativos despectivos o condenatorios del otro el fruto no es sano.
Sin dudas se puede seguir aportando enfoques que enriquezcan nuestra búsqueda de un “hacer juntos” el camino de Jesús. Y mi planteo apunta a que la creatividad de cada uno se enfoque en inquietudes que vayan al encuentro de tanto dolor, tanta desorientación, tanta contradicción que tenemos en nosotros, nuestra casa, nuestro pueblo, nuestro mundo globalizado. En lo personal (y esto es polémico) no me llegan mucho grandes elucubraciones que no nos lleven a una vivencia práctica de las virtudes teologales. No me gusta mucho enredarme en discusiones de citas e interpretaciones magisteriales sino más bien en el intercambio de vivencias. Que sean aportes apuntados más al corazón y no tanto al intelecto. Desde allí es más fácil encontrarnos y encontrar las razones de nuestra Fe.
Como ayuda memoria sería interesante agregar comentarios, enumerar temas o enfoques que parezcan más constructivos en esta línea.
Con afecto. Robert. |
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Mario Enrique Bruzzone Asiduo
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 246 Ubicación: Argentina - Sierra de La Ventana
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Publicado:
Mie Nov 09, 2005 5:55 am Asunto:
Tema: CÓMO SUPERAR NUESTRAS DIFERENCIAS |
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Estimado hermano en Cristo Robert Bentancur:
Ante todo debo decirle, que considero un verdadero deber de mi parte el felicitarlo por su iniciativa, ya que plantear este tema para la reflexión de todos me parece muy oportuno, fundamentalmente a raíz de algunas cosas que he podido leer en este Foro.
Y además, por el hecho de que su punto de partida es su invitación para que leamos —y meditemos— esas palabras de San Pablo.
También considero muy valiosa la observación efectuada por Maru Courtney, ya que señala un camino coincidente con su pensamiento.
Y quiero dejar constancia que no sólo señalo esto por compartir su punto de vista, sino que también lo hago pues me parece que es el más útil y conveniente (por no decir imprescindible) para transitar adecuadamente el mensaje del Evangelio, ya que resulta obvio que allí podemos encontrar infinidad de pasajes planteado ese tipo de actitudes (unidad, perdón, paz, en definitiva AMOR, o Caridad) y sólo unos pocos en los cuales se señala ira o violencia.
Y que además, si mirásemos atentamente en ese último sentido, creo que también debería ser ineludible el tener siempre muy presente hacia quienes estaban dirigidas esas reacciones que, excepcionalmente, pudo tener el Señor.
Y una vez hecha esa acotación previa, me permito señalar mi opinión con respecto a “dialogar”.
En ese sentido entiendo que lo fundamental es analizar el sentido de esa palabra, ya que haciéndolo podremos ver que es intercambiar opiniones, lo cual, obviamente debe efectuarse sin “esperar” que el otro (el interlocutor con el cual se dialoga) “acepte” (y menos aún “reconozca”) que “mi” opinión es “la” correcta.
Caso contrario implicaría que lo que queremos hacer no es un verdadero “diálogo”, sino que, por el contrario, sólo se buscaría “imponer” una opinión.
Finalmente con respecto a lo que menciona el Sr. Toni desde Nueva York, le diré que me parece que, tal vez inadvertidamente, en esa posición podría existir algo parecido a esa última actitud.
Y lo digo de esa forma ya que muchas veces la “buena doctrina” no resulta ser “tan nítida” como parecería, sino que pude ocurrir que existan diferentes posturas al respecto —válidas de cualquier forma— motivo por el cual resulta ineludible continuar siempre por esa senda que usted, tan acertadamente nos recuerda, para que la transitemos y reflexionemos.
Y con el fin de explicarme un poco mejor, me permitiré traer a colación un ejemplo, ya que según asegura un famoso dicho popular, «para muestra basta un botón».
Y lo usaré, ya que entiendo que es útil para explicar que, AÚN con ese concepto que él sostiene, siempre es, no sólo conveniente, sino directamente imprescindible continuar con esa posición de diálogo y no de imposición de pensamientos.
No sé cuantos años tiene nuestro buen hermano Toni, pero como yo llevo unos cuantos inviernos transitando sobre esta bendita tierra, recuerdo perfectamente que cuando era chico la Santa Madre Iglesia (por supuesto, por intermedio de sus sacerdotes) enseñaba que “fuera de la Iglesia” no hay salvación.
Y para que lo entiendan mejor me permitiré mencionarles algo que existía en el Catecismo, y que, con el fin de dejar en claro que en ese sentido se supone que yo “algo sabía”, les diré que en el Colegio donde cursé todos mis estudios se realizó en un torneo para determinar quien lo conocía mejor (y que se hacía para motivar su aprendizaje) y en él resulté designado “Emperador” por ser quien más lo conocía.
En realidad me sabía de memoria no sólo todas las respuestas, sino incluso las preguntas, y que a raíz de mi “triunfo” hasta me entregaron una “corona de laureles”, con foto incluida, que dicho sea de paso a mi madre le hizo mucha gracia, ya que como me la sacaron posando en un lugar donde había muchos árboles (y al cual se lo llamaba “el patio de honor”, pues sólo accedían los sacerdotes y no los alumnos) mi madre entre carcajadas sostenía que parecía como si un nido de pájaros se me hubiese caído sobre la cabeza.
Y la verdad que tenía mucha razón pues exactamente eso era lo que parecía.
Pues bien, más allá de esa anécdota, les diré que dentro de ese Catecismo de la Santa Madre Iglesia que yo tanto había estudiado existía una pregunta que decía «¿Qué es el Limbo?», y la respuesta era aproximadamente la siguiente. «El Limbo de los Justos, o Seno de Abraham, es el lugar donde van las almas de aquellos que, aún sin haber pecado de forma alguna durante su vida, mueren sin haber sido bautizados»
Y se nos explicaba que todas las almas que quedaban “ubicadas” en ese lugar jamás verían a Dios, es decir, que nunca podrían ingresar al Paraíso, lo cual implicaba que, aún cuando allí no sufrirían, tampoco tendría la posibilidad del gozar de la visión de Dios, ya que eso únicamente se encontraría en el Paraíso, es decir que quedarían en lo que podríamos llamar un estado intermedio.
Pues bien; les puedo asegurar, mis buenos y queridos hermanos en el Señor, que si bien yo sabía de memoria eso que me habían enseñado, sin embargo en muchas oportunidades, y pese a mi corta edad, discutí con mis maestros (por supuesto, todos ellos sacerdotes, ya que en aquellas épocas había un montón, como para “tirar para arriba”) ya que eso no me parecía correcto, pues era algo que no “cerraba” en mi mente, y les ponía el siguiente ejemplo.
«Supongamos que en este mismo momento, en el medio del África (y les aclaro que en aquellos años, eso era algo muy similar a que actualmente digamos en medio de Saturno, Júpiter, o de donde fuese) nace un chico y se muere al nacer, y que evidentemente sus padres ni siquiera tuvieron la posibilidad de enterarse de que existió Jesús, ni oyeron hablar de la Iglesia, ni nada por el estilo, ¿cómo puede ser que jamás llegue a ver a Dios? ¿Qué culpa tiene ese pobre bebé, que nace y se muere allí en este mismo momento?»
Y les diré también que, coincidentemente con esa enseñanza del Catecismo de la Santa Madre Iglesia, a mi invariablemente se me decía «es así, y lo tenés que aceptar, ya que si no lo haces te vas al Infierno por ir en contra del Magisterio de la Iglesia»
Y les diré también que no quiero ni recordar todas las noches que pasé temblando de temor, que digo temor, TERROR de morirme he irme de patitas al Infierno a raíz de eso, ya que, y con total sinceridad lo digo, me resultaba imposible aceptar ese pensamiento.
Y les diré que ese sufrimiento que pasé durante muchos años lo tenía, pese a que yo constantemente “escuchaba” en mi interior una voz, a la que luego con los años llegué a llamar “mi voz amiga”, la cual me siguió (y sigue) hablando y que me explica muchas cosas, y que en aquella época me decía «no es como te lo dicen tus maestros».
Y también les diré que he llegado a reconocer en ese susurro a la voz del Señor, pero que en aquellos años de mi infancia me resultaba imposible comprenderlo, ya que directamente era para mí “impensable” que los sacerdotes que me enseñaban pudiesen estar equivocados.
Y les diré que si alguno de ustedes tienen alguna duda sobre ese particular, pueden tranquilamente consultar al respecto, o incluso leer en cualquier diccionario, ya que la palabra LIMBO existe, y en casi todos se explica correctamente su significado.
Pues bien; frente a ese hecho yo les preguntaría ¿quién mantiene hoy esa idea dentro de la Santa Madre Iglesia?
Obviamente que nadie (por lo menos eso espero) y les diré también que ese tema suele ser uno de los que genera algunos diálogos “no tan cordiales” con mis buenos hermanos de las Iglesias Reformadas, ya que normalmente ellos no aceptan ningún cambio, y siguen pensando algo más o menos parecido ya que siempre terminan diciendo: «es cierto todo lo que usted dice y la verdad es que yo no lo entiendo. Pero como Jesús afirma que la salvación sólo “pasa” por Él, quien no se bautiza no podrá gozar de la vida eterna».
Y por supuesto, a ellos no les sirve para nada la idea que yo trato de explicarles, en el sentido de que algo tan FANTÁSTICO, tan MARAVILLOSO, tan EXTRAORDINARIO como fue el nacimiento y la muerte de Jesús no puede quedar encerrado, “encorsetado”, en el hecho de cumplir, o no, con tal o cual formalidad, sino que los frutos de la Redención son de tal envergadura que resultan capaces de superar absolutamente cualquier cosa.
¿O acaso Jesús no dijo, que lo que es imposible para los hombres es posible para Dios?
Y les daré otro ejemplo.
Normalmente todos aceptamos que es necesario el arrepentimiento y la conversión para obtener el perdón.
Y sin duda es así ... diría mejor, NORMALMENTE es así.
Pero no podemos por eso pretender “encerrar” (encorsetar) al Amor de Dios, sea en ese concepto o en cualquier otro, caso contrario, no podríamos explicar el caso que posiblemente sea el más obvio y seguro que existe con respecto a la salvación de una persona, y que es el del “buen ladrón”, ya que fue el propio Jesús quien le expresó «hoy estarás conmigo en el Paraíso», y no cabe duda alguna de que eso se lo señaló por un simple y único acto de amor que tuvo hacia Él, y que lo hizo sin decirle para nada que debía previamente arrepentirse de sus fechorías ni cosa por el estilo.
Obviamente ya va a salir más de uno diciendo «seguramente se arrepintió y creyó en Jesús» etc. etc. etc.
Y es POSIBLE que así fuese.
Pero lo que es SEGURO es que en el Evangelio no se lo menciona para nada.
Y por eso lo que yo afirmo es que también es SEGURO que Jesús no “condicionó” (al menos expresamente) absolutamente nada para “garantizarle” al bueno de Dimas su salvación, sino que sólo se sintió conmovido por ese gesto de bondad que tuvo hacia Él, y a raíz de esa actitud se lo llevó con Él directamente al Cielo, sin Purgatorio ni nada por el estilo.
Y por tal motivo no veo cual es la razón para que continuemos “racionalizando” tanto algunas cosas, sobre todo porque muchas veces eso se lo hace para “ratificar” que tal o cual opinión es LA VERDAD (por supuesto que quien lo hacen, aseguran que sólo “lo que ellos piensan” participa de esa entidad) y que, por consiguiente, todos los demás estamos obligados a “obedecer” a quienes las sustentan.
Pero buen, creo que ya dije demasiado y que no debo hablar más.
Por eso para terminar, quiero reiterar una vez más lo que he expresado en muchos de los escritos que he consignado en diferentes epígrafes de este Foro, y que también lo expongo en todos mis libros.
Yo nunca aseguro que “tengo” la Verdad. Lo único que hago es dar “mi” opinión.
Y además les diré también, que creo que es posible no coincidir con la opinión de otro haciéndolo con absoluta cordialidad y cortesía. Pero que también es posible hacerlo pretendiendo simplemente “descolocarlo” o humillarlo.
Y les diré que esto último ocurre, sobre todo, cuando se sobre-dimensiona los propios conocimientos o se minimizan los de los demás, y cuando se emplean palabras que pueden resultar injuriosas, no se responde a las expresiones u opiniones que otro menciona, y muchos otros aspectos parecidos.
Por todo eso, mi buen hermano Robert, me parece realmente fantástico y digno de todo elogio lo que nos ha planteado, motivo por el cual vuelvo a felicitarlo por su iniciativa.
Reciban mis cordiales saludos, junto con mi invariable MARANA-THA
Mario |
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