Luis Fernando Veterano
Registrado: 04 Dic 2005 Mensajes: 1072
|
Publicado:
Mar Nov 14, 2006 12:57 am Asunto:
Todos los caminos conducen... a Roma
Tema: Todos los caminos conducen... a Roma |
|
|
http://blogs.periodistadigital.com/predicareneldesierto.php/2006/11/14/todos_los_caminos_conducen_a_roma
Todos los caminos conducen... a Roma
14.11.06 @ 00:27:18. Archivado en Fe y sociedad
Lo prometido es deuda. Les he prometido, queridos lectores, un post para el lunes 13 de noviembre, y ahí va. Aunque no se me puede pedir mucha precisión, después de horas de viaje y, sobre todo, de esperas prolongadas en los aeropuertos.
He vuelto a Roma. Una ciudad que conozco bastante bien. Donde he vivido durante algunas etapas de mi vida. Una ciudad que me gusta. Una ciudad que es una amalgama de belleza y de desorden. En ella confluyen los diversos ríos que han forjado Occidente: la herencia cristiana, la sabiduría griega y el propio genio romano.
Llego a Roma el día 8, a las 14.00. En Madrid, el avión que había de trasladarme a la “Città” sale con retraso. Con bastante retraso. Visito San Pedro. Hay colas para entrar en la Basílica y debo cumplir el antipático protocolo de pasar las medidas de seguridad. Algunos peregrinos – sí, son peregrinos y no sólo turistas – me piden, mientras esperamos el control, que les haga una foto. Otros preguntan cómo llegar a la tumba de Juan Pablo II. La verdad es que han habilitado tres itinerarios a la entrada de la Basílica: para visitar el templo, la cúpula, y las tumbas de los Papas (no hace falta explicar que el objetivo de esta tercera opción es la tumba de Juan Pablo II). Yo voy a la tumba, en medio de una fila larga de gentes que también van al mismo lugar. Rezo ante esa tumba, ante ese Papa, ante los restos mortales de ese santo. Y visito también la Basílica, repitiendo, sin pronunciarlas con los labios, las palabras consoladoras del Credo. Tras los rezos, el recorrido imperdonable por las librerías de la Via della Conciliazione. Y la admiración por la producción editorial de los italianos – en Patrística, en Teología, en Filosofía... - . En todas las librerías, profusión de obras de Joseph Ratzinger.
El jueves, día 9, vuelvo al Vaticano. Voy a ver a una monja de Vigo, Sor Áurea, que lleva más de cuarenta años en Roma, trabajando en el laboratorio de restauración de tapices. Es una religiosa franciscana, de las Franciscanas Misioneras de María. Es todo sencillez, y fe, y amor al trabajo, y devoción al Papa. Hay muchas religiosas así. No “problematizadas”. Ni tampoco ingenuas. Su rostro, maduro y sereno, me transmite paz. Desde el corazón de la Iglesia, sabe mucho del mundo. E intuyo que sabe, también, mucho de Dios. En una Congregación Romana – que no es la de la Fe, ni la de Obispos – tengo audiencia a las 11.00. Me recibe un Monseñor que acaba de despachar con un cardenal y un arzobispo, ambos de España. El monseñor me atiende con cordialidad, con simpatía, con gran espíritu de servicio. Yo, en mi interior, me arrepiento de los malos pensamientos que, a veces, albergamos sobre los sacerdotes que trabajan en la Curia.
Este día, el 9, se celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Voy a primera hora de la tarde. Admiro, una vez más, las bellas estatuas de los apóstoles que circunscriben su nave central. Después, a pie, recorro la vía Merulana – el itinerario de la procesión del Corpus Christi – y me acerco a Santa Práxedes, para contemplar de nuevo los impresionantes mosaicos del siglo IX, de la capilla de San Zenón, y a Santa María Mayor, esa obra maestra de síntesis de estilos que rinden, todos ellos, tributo a la Madre de Dios. Sigo caminando hacia los Foros Imperiales, subo al Capitolio y me rindo ya, de puro cansancio físico, en la Plaza Venecia, donde no me queda otra opción que subirme a un autobús.
El viernes 10 mantengo una conversación telefónica con un dominico de Santa Sabina. En metro me traslado a la Plaza Flaminia. Voy andando hasta la Vía delle Belle Arti y subo, por el viale Bruno Buozzi, hasta la iglesia prelaticia del Opus Dei, donde he de visitar a un paisano y amigo. En autobús recorro parte de la Roma elegante y laica – via Veneto, piazza Barberini, piazza del Tritone – y no me resisto a bajarme antes de llegar al Ponte Sant’Angelo, para atravesarlo a pie, contemplando las bellas estatuas de los ángeles que portan los instrumentos de la Pasión del Señor. Por la tarde, visito la Basílica de San Pablo Extramuros y, después, asisto, en el Pontificio Colegio Español, a una excelente conferencia del catedrático de la Facultad de Teología de Granada, José Luis Sánchez Nogales, sobre “El Islam entre nosotros” – ese “nosotros” se refiere a España - .
El sábado 11 voy a la Gregoriana. Por suerte para mi bolsillo, la librería universitaria está cerrada. No me resisto a acercarme a la Fontana di Trevi, que está al lado. Y camino hacia la Piazza della Minerva, con visita incluida a “Barbiconi” y a otros establecimientos de “moda eclesiástica”. En Piazza Navona, están restaurando la Fontana de los Cuatro Ríos. Pero, a parte de eso, el ambiente es el mismo de siempre: los vendedores de cuadros, los caricaturistas, las terrazas de los cafés, la alegría de Roma. Por la tarde, visita a Piazza d’Espagna. La espectacularidad barroca de las escalinatas de la Trinità dei Monti se puebla de jóvenes; de muchas parejas de novios; de mucha vida. Admiro, en la Via dei Condotti el lujo de las tiendas de las grandes firmas de la moda internacional. Y pienso que, con bastante menos de lo que cuestan ahí unos zapatos, viven muchas familias, y no de las menos favorecidas por la fortuna. El paseo sigue: la Via della Fontanella, el palazzo Borghese, el Lungotevere, y, otra vez, Sant’Angelo y Piazza San Pietro.
El domingo 12 asisto a la Misa capitular del Vaticano. La música es excelente. Cantan, alternativamente, la Capella Giulia y un Coro invitado de EEUU. En el altar de la cátedra oficia un canónigo, y concelebran numerosos sacerdotes. Entre los fieles, muchos jóvenes norteamericanos, que destacan por su piedad y recogimiento. Tras la Misa, en la plaza el Ángelus del Papa. La gente, bajo la lluvia, escucha con atención las palabras de Benedicto XVI sobre el problema del hambre en el mundo. Me voy antes de que el Pontífice salude a los grupos de peregrinos. Quiero llegar a tiempo al Colegio Español, donde celebran la Fiesta del Reservado – el aniversario de la reserva de la Eucaristía - . Preside la Misa el Obispo auxiliar de Valencia, D. Esteban Escudero. Asiste el Embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez. La música vuelve a ser excelente, con algunas piezas muy bellas compuestas por Monseñor Miserachs.
Y llega el día 13, y el regreso... Y pienso que Roma es menos desierto y más oasis. Y vuelvo a mi Blog, y a mis clases, y a mi Parroquia. Y pienso, ya desde ahora, en un próximo viaje a Roma.
Guillermo Juan Morado. _________________ Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton |
|