El tomate pocho y maloliente de Tele 5

[Luis Fernando]

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El tomate pocho y maloliente de Tele 5
09.12.06 @ 20:00:00. Archivado en Actualidad

Mi compañero de blog Juan Rubio nos cuenta en su excelente blog de las iglesias béticas que en el programa de Tele 5 "Aquí hay tomate" se acusaba falsamente a una parroquia jerezana de ocultar a uno de los imputados en la Operación Malaya. Por supuesto, los muchachotes tomateros no permitieron que la verdad les echara abajo su montaje y aunque el párroco salió ipso facto a desmentir la falsa noticia, ellos siguieron dale que te pego con sus insidias.

Lo cierto es que no deberíamos sorprendernos de que ocurran estas cosas. Ese sector del ¿periodismo? conocido como prensa del corazón lleva años cumpliendo el papel de alimentar con bazofia a millones de españoles. Y eso demuestra dos cosas: que hay millones de españoles que disfrutan viendo basura y que las televisiones están dispuestas a hacerles creer que esos programas son lo mejor que pueden ofrecerles. Digo esto último porque hemos pasado de aquel famoso Tómbola de las televisiones autonómicas a todos los Tomates, Salsas Rosas, programas matutinos, vespertinos, "nocturninos" y "fin de semananinos". No hay tregua. Están a todas horas y es imposible no encontrárselos si uno hace "zapping". Y como quiera que el famoseo patrio a veces no da de sí todo lo que cabe esperar, pues se inventan nuevos famosillos por medio de programas como el Gran Hermano o la Isla de marras.

¿Qué es lo que nos ofrecen esos programas? Pues se nos venden adulterios, divorcios con niños usados como moneda de cambio, gente que cambia de pareja como las prostitutas y chaperos cambian de cliente en su trabajo, falsas rupturas a las que siguen falsas reconciliaciones, cotilleos al por mayor, hipotéticos maltratos, secretos de alcoba de personas ya fallecidas, hijos secretos de folclóricas a las que los gusanos han dado buena cuenta de sus restos mortales, basura moral, basura humana......... BASURA.

Por supuesto entre tanto desperdicio moral aparece de vez en cuando alguna flor. Pero las flores no se venden en medio de un vertedero así que sus apariciones suelen ser muy limitadas.

Se hace necesario preguntarse: ¿es la sociedad española lo que se nos muestra en la tele? ¿son los medios de comunicación audiovisuales el termómetro, con sus audiencias, de cuáles son los gustos de los españoles? Si la respuesta a esas preguntas es afirmativa, es como para que vayamos haciéndonos a la idea de que este país va hacia el caos social y moral. Si la respuesta es "todavía no", vayamos pensando cómo revertir ese plan diabólico por el cual a la gente se le ofrece como principal entretenimiento toda la clase de pecados que salen del corazón humano y de debajo de la cintura. Y más le vale a la Iglesia ponerse seria y advertir a sus fieles de que no pueden ser cómplices de esa programación infecta. Lo dice San Pablo:
Ef 5,11-12
Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.

Es, por tanto, deber del cristiano el denunciar esa basura. No debemos en ningún caso hacenos cómplices de esos programas engrosando sus audiencias. La Iglesia debe llamar al boicot de esa inmundicia. Y desde luego, si alguien de esos programas osa mezclar a alguna parroquia, diócesis o institución católica en infundios como el de "Aquí hay tomate" contra la mencionada parroquia jerezana, hay que acudir a los tribunales para ponerles en su sitio.

Luis Fernando Pérez Bustamante
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Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton

[Dyxie]

Te doy toda la razón,no se puede ya caer mas bajo por parte de este programa una pena la verdad...asi vamos en esta españa de bombo y pandereta
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[Luis Fernando]

Fuente: [URL="http://blogs.periodistadigital.com/laciguena.php/2006/12/10/prensa_rosa_e_iglesia"]http://blogs.periodistadigital.com/laciguena.php/2006/12/10/prensa_rosa_e_iglesia[/URL]

Prensa rosa e Iglesia.
10.12.06 @ 09:42:43. Archivado en Iglesia española

Es un fenómeno curioso y absurdo. Millones de personas se alimentan de unas noticias absolutamente ajenas al mundo en el que viven y las personalizan de un modo increíble. Llegan a creerse juces, directores e incluso protagonistas de unas vidas ajenas que, además, no tienen nada que ver con ellos.

La primera quiebra absoluta se da entre quienes siguen esos espacios y sus protagonistas. La zafiedad, la más absoluta negación de la estética, unos rostros que normalmente delatan el vacío de sus cerebros, la risa ante la grosería mas burda que siempre es aceptada con general regocijo, suelen ser el espectáculo general de quienes asisten a esos programas. En contraste con la belleza por lo menos externa de gran parte de los protagonistas. Digo de la mayor parte porque tambien están los frikys, juguetes rotos, basura humana en no pocos casos que son paseados para regocijo de unos espectadores que se recrean en la degradación ajena.

Los protagonistas que se han convertido en héroes de esas masas ignaras apenas tienen otra cosa que belleza física. Sus vidas son, por lo general, una serie de fracasos. El amor, tan cacareado, no existe. No hay más que sexo. La mayor parte de esas vidas son una serie de fracasos. Hombre y mujeres a los que ya es imposible contarles los amantes. Todos los cuales habían sido presentados en su día como el gran amor de sus vidas. Ejemplos claros en no pocos casos de lo que bien podría calificarse de pura prostitución. De hombres y de mujeres.

Exhibición permanente de homosexualismo cuando no de travestismo. Que encandila a los adeptos que lo aplauden como la cima más lograda de nuestra civilización. Y cuando, por el paso de los años, los antes aplaudidos pasan a ser auténticos despojos humanos pues a reirse de lo que es pura miseria.

Y lo más curioso es que si a cualquiera de esos compradores de la exhibición, no pocas veces falsa pues no pasa de un montaje, les preguntas en la intimidad si les gustaría que su madre o su hija fuera prostituta, su padre o su hijo un travesti o un homosexual, que su mujer se acostara con cuarenta o su marido actor porno o un promiscuo de tomo y lomo, que su hijo o su hija fueran consumidores habituales de cocaína, dirían que no.

Pero no cabe duda que todo ello ha llevado a un permisivismo social que favorece la ruptura de los matrimonios, el abandono de los hijos, la pérdida del más elemental pudor, la promiscuidad sexual, el aborto cuando como es normal termina sobreviniendo un embarazo, la anorexia, el consumo de drogas...

Y multitud de jóvenes adoptan ese ejemplo como modelo maravilloso de vida. Al que, además, casi ninguno va a llegar. Si lo hacen reyes, príncipes y princesas, duques y marqueses, o duquesas y marquesas, actores de cine, cantantes y deportistas de élite, quiero ser como ellos.

Todo eso va contra la moral que predica la Iglesia. Y por ello esta es presentada como algo obsoleto y rechazable. Además, buena parte de los que intervienen en esos programas, como periodistas o comentaristas son homosexuales, con notable resentimiento hacia la institución eclesial. A la que no vacilan en criticar, venga o no a cuento, con base o sin ella.

Acabamos de presenciar como se anunció a bombo y platillo que un prófugo de la justicia vivía oculto en una iglesia. Amparado por el clero. Como la mayor parte de esos periodistas o seudoperiodistas son de una ignorancia supina se dijeron además mil estupideces: que si eran monjes, que si frailes, que del Opus Dei... Y todo sin la menor consistencia porque empezaba siendo falso el hecho mismo de la ocultación del prófugo.

Pero daba igual. Los periodistas y hasta los curiosos cercaban la iglesia, vigilaban todas sus puertas y esperaban con fruición la detención de no sabían quien y si iba acompañada de la imagen de un par de sacerdotes esposados por encubridores, mejor que mejor.

Es un hecho. Lamentable pero es un hecho. Habría que volver al sentido común, a ocuparse de cuestiones y personas verdaderamente importantes, y a dejar en su miseria a personajillos de ínfima categoría a quienes unos programas de televisión, verdaderamente impresentables, les dan una efímera popularidad que sólo se sustenta en la imbecilidad de las gentes.

Ese es un mal camino. Si se insiste en él, la degradación social va a llegar a abismos de indignidad.

Francisco José Fernández de la Cigoña
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G.K. Chesterton