Una mujer, una madre, amor de veras

[Orpam Saretnoc Laverz]

EL GRITO DE LAS MADRES
Muchas veces me han preguntado si siento la necesidad de vengar
el homicidio de mi hijita, asesinada
sólo porque nació israelí
por un joven, que se sentía desesperado hasta el punto
de quitarse la vida sólo porque había nacido palestino.
Mi respuesta es ésta:
después de la muerte de un niño no hay venganza
en cuanto que ya no hay muerte ni vida.
Las madres que, como me ha pasado a mí, han perdido a los hijos
os dirán que sus brazos les duelen sin cesar
por la necesidad de abrazar al hijo
y protegerle del mal.
Nunca ninguna madre verdadera pensará consolarse
con el crimen de otro niño.
La voz de la madre privada del hijo trasciende las nacionalidades,
las religiones y hasta el tiempo.
Ésta es la única voz que queda después de la violencia,
la única que comprende el significado del final de todas las cosas.
Si no queremos que todo el mundo se convierta en el reino de la muerte,
hemos de alzar las voces de las madres.
Si el mundo no acepta la voz de las madres,
muy pronto no quedará algo que decir, algo que escuchar,
sino el eterno lamento del duelo.
Os ruego, ayudad a las madres a que adelanten
y a que salven a los hijos.
Del discurso que la escritora israelí Nurit Peled-Elhanan hizo en Estrasburgo, a la cual un palestino le mató a una hija de trece años. Estas palabras las pronunció con ocasión de la ceremonia de entrega del "premio Sakharov" (2001), reconocimiento a favor de personalidades que se distinguen por la defensa de los derechos humanos.

Amigos, amigas, os cito esto porque acercándose el día, 8, en que muchas mujeres se sentirán protagonistas de... de varias cosas.
Aquí hay un ejemplo que vale la pena ver ¿no os parece?
Un abrazo, y os pido una oración. ¡Gracias!
Orpam Saretnoc Laverz