La diócesis más viva de España

[Luis Fernando]

La diócesis más viva

La Razón
Álex NAVAJAS


La noticia ha pasado totalmente desapercibida en periódicos y revistas. Pero es una de ésas que, si en el cielo existen diarios, irá en portada y con letras grandes. Unos 230 jóvenes de la diócesis de Getafe se han encerrado durante los cuatro días del puente de la Inmaculada en cinco casas de retiro para hacer ejercicios espirituales. Mientras sus amigos se iban al pueblo, a esquiar o a divertirse de mil maneras, ellos preferían cuatro días de silencio y oración para ponerse cara a cara con Dios. Han vuelto sin la marca de las gafas de esquí en la cara, pero con el alma tostada por el Señor. Y al poco de regresar de su retiro, se han encontrado con una estupenda noticia: a Rafael Zornoza, el rector del seminario de Getafe, le han nombrado obispo auxiliar. Rafa, como le conocen, les ha acompañado en peregrinaciones, jornadas de la juventud con el Papa y convivencias. Zornoza ha formado en el seminario a sus párrocos: sacerdotes jóvenes y con empuje que les han hecho descubrir a Cristo. Todo encaja: una pastoral seria y profunda con jóvenes conlleva nuevas familias cristianas y numerosas vocaciones. Incomprensiblemente, en el «cinturón rojo» de Madrid florece la, quizás, diócesis más viva y el tercer seminario más grande de España. Corren, tan sólo, un riesgo: morir de éxito. Conformarse con lo ya conseguido y echarse a dormir. Contentarse con los 230 jóvenes que han ido de ejercicios y olvidarse de los otros miles que aún no conocen a Dios. No será así. En Getafe tienen un nuevo gran pastor que sabrá impulsar aún más la diócesis.

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Francisco José Fernández de la Cigoña

Es un nombramiento extraordinario. El colaborador más íntimo de aquel santo obispo que fue Don Francisco José Pérez y Fernández Golfín que le puso alfrente de la niña de sus ojos: su seminario. Qué hoy es modelo de los de España. Y en una diócesis "roja". Los buenos obispos llenan sus seminarios. Y despiertan a sus diócesis. Con curas que ellos se han preocupado de que fueran ante todo curas. El ejemplo realmente insólito en aquellos días de ruina generalizada de Don Marcelo ha dado frutos. En Madrid, con Don Antonio María Rouco, en Getafe Con Don Francisco José Pérez y Fernández Golfín y ahora con Don Joaquín María López de Andújar. Y Huesca parece que comienza a despertar de aquel gélido invierno que mató todo. Porque Don Jesús Sanz Montes es otro excelente obispo. Y yo confío mucho en la labor que hará Don Demetrio en Tarazona. Otro hijo de Don Marcelo. Don Ramón del Hoyo hizo una gran labor en Cuenca, donde ordenó a casi cien sacerdotes y seguro que la continuará en Jaén. Y más. Muchos más. Por primera vez en mucho años la mayoría de los obispos de España son excelentes o por lo menos, buenos. Y curiosamente, con contadas excepciones, son además los más jóvenes. La inmensa mayoría de ellos no presentarán la renuncia hasta el año 2020 o después. Don Manuel Ureña, Don Antonio Cañizares, Don Juan José Asenjo, Don Jesús Murgui, Don Jesús Quinteiro, Don Francisco Pérez González, Don Juan Antonio Reig, Don Francisco Javier Martínez, Don Jesús Catalá, Don Vicente Juan, Don Esteban Escudero, Don César Augusto Franco, Don Raúl Berzosa... Y seguro que algunos que no cito también merecerían ser nombrados. Por primera vez en muchos años alborea. Antes apenas alumbraba alguna luz en la noche cerrada. A las que se miraba desde el frío y la intemperie. Que eran la referencia y la esperanza a las que se dirigían los ojos de toda España. Don Marcelo, Don José, Don Pablo, Don Laureano, Don Ángel, Don Demetrio... Pero esas luces se fueron apagando con renuncias y con muertes. Apenas quedaba una. En el corazón mismo de España. Y aunque parecía imposible, la iluminaba toda. Como si Dios quisiera no dejar a España totalmente a oscuras. Y el día que la apagó, para llevársela con él a que resplandeciera eternamente en el cielo, ese Dios bueno que quiso morir por nosotros, por amor, mandó que sonriera de nuevo la alborada. El faro, el inmenso faro de Toledo, se apagó porque ya no era necesaria su luz, porque ya llegaba el día. Era como si Dios lo tuviera todo dispuesto. Desde su infinita sabiduría. Desde su infinito amor.

[Luis Fernando]

Los primeros diecieséis años de mi vida los pasé en Getafe, en el barrio de la Alhóndiga, junto a la carretera de Toledo. Os podéis hacer idea de lo feliz que me hacen noticias como esta. No dejo de dar gracias a Dios por todo lo que ocurre en esa diócesis tan querida para mí, aunque ni siquiera existía cuando salí de allí hace ya más de 20 años
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Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton