SALVEMOS EL AMOR

[Roberto Sola]

Para los amantes no existen dificultades, porque se aman las dificultades y se convierten en el crisol del amor, lo encienden, lo fortalecen, lo enriquecen, lo purifican, lo van transformando en un valiosísimo diamante.
Pero tenemos que proteger ese valiosísimo diamante, pues el mundo es como un pulpo que se apodera de los incautos, convirtiendo sus joyas en carnaza, sin brillo, sin valor. Es el mundo quien pone las dificultades a los amantes, y es contra su capacidad de vulgarizar todo lo que toca el objetivo de nuestra lucha, contra sus corrupciones y mentiras que relativizan y diluyen lo verdadero.
El mundo hace sarcasmo del amor, de la entrega sacrificada y compasiva de un corazón enamorado, del misterio que encierra ese maravilloso don de Dios.
Y nosotros necesitamos el amor igual que necesitamos el oxigeno del aire, ansiamos sentirlo, contemplarlo, admirar su belleza, su aroma, su delicadeza.... como se contempla una rosa en su momento de esplendor: se la mira, se siente el deleite, se percibe su aureola, su misterio, no se toca con nuestras torpes manos.... Pero el mundo manosea el amor, ¡pobre rosa!, lo degrada, lo convierte en.... un sentimiento que hoy es y mañana no es, una disposición de nuestro cambiante ánimo, una simple atracción física, que dura lo que dura el deseo.... irrealidad virtual, un sucedáneo del vicio.... una rosa marchita y deshojada.
Así como el rey Midas convertía en oro todo cuanto tocaban sus manos, el mundo de hoy contamina lo puro, pervierte lo noble, odia el amor porque lo desconoce, pues es imposible que un ave de corral vuele hacia lo alto como un águila. A lo mundano le falta la tercera dimensión, la liviandad del espíritu para volar alto, hacia la bondad de Dios, porque Dios es bueno y el mundo no le corresponde, es Amor en esencia y el mundo desconoce ese Amor.
El amante perdona y olvida, no guarda con rencor las zancadillas a las que responderá más adelante, a la menor oportunidad. Se olvidan las afrentas y los recuerdos del pasado que nos perturban, no por causa del deterioro de nuestro cerebro, sino como una necesidad de la mente para nuestra salud física y moral, para sobrevivir, para que venga la paz al amor, para que el amor sea mas puro.
Las personas que están en nuestro recuerdo ¡siguen viviendo!, están presentes, no están en el pasado, piensan en nuestro "ahora" y nos ayudan a vivirlo. No debe haber nostalgias ni remordimientos por un pasado de amor y desamor en el que nadie se ha instalado, ni los que ya no están entre nosotros, ni los que han salido de nuestras vidas o están alejados.... Nosotros, como ellos, debemos estar instalados en el presente, en la tercera dimensión, en el Amor puro que supera todo tipo de mediocridades mundanas, que sublima los momentos irrepetibles de una mirada de enamorados, eternizando ese mágico instante .

Roberto Sola http://www.catolicodeapie.com
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Jesús nunca defrauda