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Relatos de Anécdotas Celestiales

 
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Autor Mensaje
susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Mar Mar 20, 2007 5:08 am    Asunto: Relatos de Anécdotas Celestiales
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

______________________
Nota de Moderación:

Ya que los relatos que nos comparte Susana tienen temas parecidos, los hemos unido para que esten en un mismo tema. Esperamos sea mas ágil su lectura.

¡Bendiciones para todos!

Nubeia y Lula
________________________

El Santo Padre Pìo me ha visitado......(testimonio)

Este es mi relato... Espero que les guste...


http://www.reinadelcielo.org/estructura.asp?intSec=3&intId=93


Maru Courtney escribió:
susana riquelme escribió:
Este es mi relato... Espero que les guste...


http://www.reinadelcielo.org/estructura.asp?intSec=3&intId=93


Susana, Alabado sea El Señor, me quede pegada a tu testimonio como si algo me impidiera moverme y dejar de leer.

Nubeia (Claudia) me acaba de traer una estampita con una oracion y una reliquia del Padre Pio, la cual quiero leer a diario.

Seguire leyendo todos tus aportes, Gracias por compartir esto con todos nosotros.



susana riquelme escribió:
Hola Maru:
Todos me dicen lo mismo, que no pueden resistir a leerlo completo... Yo sé que es el padre Pío...

Susana



Albert escribió:
Hermana Susana:

¡Paz y bien!

susana riquelme escribió:
Hola Maru:
Todos me dicen lo mismo, que no pueden resistir a leerlo completo... Yo sé que es el padre Pío...

Susana


Aun no he leído tu relato, lo haré tan pronto termine de escribirte, solo quería enviarte todo el amor de Cristo y contarte que a mi también me ha visitado el P. Pío, en más de una ocasión, y hemos hablado como grandes amigos, yo estoy unido a él de una manera muy extraña, pero hermosa. Imagino que Claudia te escribirá, pues a ella también el P. Pío la visita. ¡Que hermoso es tener semejante Padre Espiritual! Dios te colme de bendiciones.


Albert escribió:
Hermana Susana:

¡Paz y bien!

¡Impactante relato!

No veo que hayas indagado en el hecho de la otra extraordinaria visita que recibiste. Tal vez lo has hecho y tal vez yo no lo vi por mi premura en escribirte. Pero era la Madre Teresa la que estaba al pie de tu cama. Imagino que a estas alturas ya lo sabes. Dios te bendiga.


susana riquelme escribió:
No Albert, no era la Madre Teresa... la hubiera reconocido de inmediato... Esta religiosa era blanca de cutis, mas alta y un poco mas robusta que ella... tenía delantal blanco, no el hábito de Madre Teresa... muchas personas me preguntan si era ella, pero no, definitivamente no era ella


Albert escribió:
susana riquelme escribió:
No Albert, no era la Madre Teresa... la hubiera reconocido de inmediato... Esta religiosa era blanca de cutis, mas alta y un poco mas robusta que ella... tenía delantal blanco, no el hábito de Madre Teresa... muchas personas me preguntan si era ella, pero no, definitivamente no era ella


Fue la primera impresión que me dio. Gracias por aclararlo. Dios te bendiga.


Venegas escribió:
Hermana Susana, Que Dios te llene de Bendiciones hoy y siempre.

Que gran testimonio hermana, me llenas de motivación para seguir adelante, la verdad yo estoy en un proceso de discernimiento sobre una vocación sacerdotal, sin embargo no soy muy devoto a la oración, por eso me llenas de emoción, y siento que esto es una invitación a perseverar en la oración, asi que gracias por tu testimonio, y que Dios te Bendiga hoy y siempre.

¡QUE EL SEÑOR SIGA BENDICIENDO A SU SANTA IGLESIA!


Maru Courtney escribió:
Albert escribió:
susana riquelme escribió:
No Albert, no era la Madre Teresa... la hubiera reconocido de inmediato... Esta religiosa era blanca de cutis, mas alta y un poco mas robusta que ella... tenía delantal blanco, no el hábito de Madre Teresa... muchas personas me preguntan si era ella, pero no, definitivamente no era ella


Fue la primera impresión que me dio. Gracias por aclararlo. Dios te bendiga.


A mi tambien, fue lo primero que pense.


pepe82 escribió:
Smile

Bendito sea Dios.


Anastasia escribió:
Susana,

Que hermoso testimonio!!!

Gracias,


Profesora escribió:
Susana, que hermoso testimonio

BENDITO Y ALABADO SEA NUESTRO PADRE DIOS


susana riquelme escribió:
Profesora, Anastasia, Pepe82 y Venegas...

Gracias por sus palabras... Es Dios el que hace estas cosas tan lindas...

Susana


Profesora escribió:
susana riquelme escribió:
Profesora, Anastasia, Pepe82 y Venegas...

Gracias por sus palabras... Es Dios el que hace estas cosas tan lindas...

Susana



No cabe duda.................. EL SEÑOR HACE COSAS MARAVILLOSAS


llazcano13 escribió:
Me da mucho gusto verte participar en el foro Susana. En algún mp te iba a preguntar porque no lo hacías, pero ya no es necesario. Gracias por los otros testimonios que has compartido de San Alberto Hurtado y otros santos.


Pepa escribió:
Uf! Me ha dejado verdaderamente impactada tu relato. Gracias por compartir tu experiencia con nosotros, Susana. Estas cosas, para mí, son de gran ayuda, en esta época diícil en tantos sentidos, que nos toca vivir.


KEKA114 escribió:
Bendito sea el Senor! Gracias por compartirlo con nosotros. Son pruebas y testimonios de fe!


marina escribió:
Shocked Shocked Shocked wowwww ya lei tu otro post! sobre la niña maría
me gusto mucho


AURORA escribió:
yo lei tu testimonio en reina del cielo .org .hace bastante

hay testimonios de otrs personas ???


susana riquelme escribió:
Hola Aurora, si te refieres a que si tengo acá otros relatos con otros santos, tengo en el foro algunas anecdotas celestiales con:

San Alberto Hurtado
Beata Laurita Vicuña
Padre Pío
Jesús


AURORA escribió:
esto me asombra , realmente , que dice tu obispo ??


KEKA114 escribió:
Susana, y que te ha empujado a compartir todos estos testimonios tuyos aqui? Que mensajes nos quieres dejar con ellos? Ya los estoy leyendo, y hablan por si solos y se aprende mucho leyendolos...pero me gustaria saber tus razones para aprender mas.


susana riquelme escribió:
Una persona de otro foro me invitó a participar en ese foro... se me ocurrió colgar estos relatos y tuve tan buena acogida que otra persona de allí me sugirió venir a contarlos en catholic.net
Antes ya otras dos personas de catholic me habian invitado a contar lo del padre Pío... La verdad es que un grupo de sacerdotes amigos me han estado animado a compartirlos, ellos mismos son los que mas los difunden, porque dicen que traen mucha alegría...

Tengo más relatos, pero algunos no muy intensos y largos, pero estos están bien...

Gracias, es bueno explicar mis motivos...



marina escribió:
susana riquelme escribió:
Hola Aurora, si te refieres a que si tengo acá otros relatos con otros santos, tengo en el foro algunas anecdotas celestiales con:

San Alberto Hurtado
Beata Laurita Vicuña
Padre Pío
Jesús


uy perdon esque soy malisima con los nombres crei que laurita vicuña era maria laura vicuña jjaja
pero quiero decir que lei tu relato sobre la beata laurita vicuña y me gusto mucho
escribes muy bien. sigue por aca y saludos


susana riquelme escribió:
Gracias Marina:
Que bonito que todos estemos conscientes que nuestros hermanos en el cielo nos ayudan todo lo que pueden....


____________________
Nota de moderación

Esta carta la escribió Susana respondiendo a una forista, creo conveniente dejarla aquí por si otros foristas tuvieran dudas similares sobre sus relatos.

____________________

Patricia:

Agradezco la oportunidad que me das de poder dar una nota introductoria a estos que yo llamo anécdotas o regalitos celestiales.

Soy católica y mi nombre completo es María Susana Riquelme Castro, soy chilena, y me he formado en colegios y universidad católica. Tengo 41 años, soy felizmente casada por nuestra Iglesia y soy una feliz madre de dos niños, ambos alumnos de un colegio salesiano. De profesión diseñadora, he abandonado el mundo laboral terrenal hace mas de tres años, poniendo en manos de Dios mis servicios, para colaborar gratuitamente en los trabajos que El disponga.

Los relatos aquí presentados han ido sucediendo durante el tiempo que he venido trabajando, de corazón, para Dios.

He venido a compartirlos después de un tiempo de haber sido invitada a este foro por dos personas que participan en él y lo he hecho porque he considerado oportuno y adecuado hacerlo en un sitio que me parece serio, profundo y completo en sus contenidos.

Todos estos relatos, y algunos que si son mayores y que no divulgaré, son respaldados por el sacerdote capuchino Ignacio Larrañaga, Fundador de los Talleres de Oración y Vida, que actualmente se imparten en 35 países, quien además es autor de numerosos y conocidos libros de fe como "El Hermano de Asís", "Muéstrame tu rostro", "Del Sufrimiento a la Paz", "El Silencio de María" etc. También imparte multitudinarios Encuentros de Oración.

Conozco al padre Ignacio hace dos años. El me ha pedido escribir todos estos relatos y divulgarlos entre quienes puedan valorarlos, pues como místico, hombre de vida y oración contemplativa y sacerdote con conocimientos de psicología, puede reconocer, por sus propias experiencias, y por su vasta trayectoria en temas espirituales, que mis experiencias son totalmente verdaderas. Es imposible que un sacerdote de tal trayectoria y de tan alta y reconocida espiritualidad pueda avalar hechos que no considere totalmente ciertos y serios.

Padre Ignacio me autoriza a dejar en claro que cuento con su completo respaldo para que se tenga total certeza y confianza que una autoridad espiritual de la Iglesia me apoya y me anima a compartir estas experiencias, que a su juicio ayudan fuertemente a confirmar la fe.

He querido entregar aquí este aporte de relatos escritos animada por el deseo de ayudar a fortalecer la fe de otros y para dar toda la Gloria a Dios. Esa es toda mi intención. Padre Ignacio me conoce profundamente y no daría su estricto apoyo a alguien que no considerara que quisiera hacer un bien sincero dentro de nuestra Iglesia.

Me disculpo si antes no he dado esta necesaria explicación. Si no la había hecho es porque considero que siempre el Espíritu Santo se encarga de iluminar nuestras almas para decirnos quien está o no está en la verdad. Padre Ignacio en cuanto escuchó algunos de mis relatos creyó de inmediato, señal inequívoca para mí de que el Espíritu Santo lo asiste con prontitud y seguridad, señal inequívoca para mí de que él es un Hombre de Dios, que vive en su Santa Voluntad...

Queda, por lo tanto, en el espíritu de cada uno, creer o no creer en mis relatos. El Espíritu santo entrará en las almas que considere necesario. Eso ya no está en mí. Sólo he hecho lo que pienso que es mi deber de católica hacer, como miembro de un solo Cuerpo Místico cuya cabeza es Jesús. Y quedo en completa serenidad espiritual, sabiendo que Dios, Jesús, María y todos los Santos saben (en especial mi padre espiritual del cielo, Padre Pío de Pietrelcina) que he dicho la única Verdad y que mis palabras y mis intenciones no han ido en desmedro de nuestra Santa y Amada Iglesia Católica.

Sólo he querido compartir con mis hermanos de fe un poco de la alegría celestial que nuestro Padre Dios me ha regalado de manera inesperada y natural...

Agradezco con humildad todos los mensajes que me han enviado. Corroboro, con todos ellos, que es de Dios publicar mis anécdotas celestiales. Y en especial, agradezco a los moderadores, en quienes veo sensibles y diligentes instrumentos de Dios.

Dios nos bendice

Susana Riquelme

patricia dalli escribió:
gracias susana pero me puedes mandar en mi e mail la forma de contactar al padre ignacio, de persona no lo conosco pero desearia hablar con el si eso fuera posible. gracias, ahora me mueve que dices mi padre pio celestial, mi espiritu y mi iglesia ue es la misma que la tuya catolica me dice que solo existe un Padre Celestial, Trino e incomparable, puedes ser la hermanita del padre pio, pero jamas su hija celestial

susana riquelme escribió:
Patricia:

Digo hija espiritual del padre Pío, porque él mismo bajó desde el cielo a mi casa a aceptarme como tal... de eso hablo en un tema que lleva ese título...
Si llamo al padre Pío mi padre espiritual celestial es porque el padre Ignacio es mi padre espiritual terrenal... Pero el Gran Padre es DIOS, es el PADRE DE LA CREACION, EL PADRE DEL CIELO Y LA TIERRA, JUNTOS,... Si no dije padre celestial refiriéndome a EL, es porque DIOS es muchísimo más que eso... ES EL PADRE DEL UNIVERSO INFINITO, PORQUE SU GRANDEZA ES ASI... INFINITA...

Lo anterior que consultas te lo expliqué en mensaje privado. No es posible contactar al padre Ignacio, él no contesta comunicaciones de ningún tipo. Sólo recomienda que lean sus libros, porque allí está todo su pensamiento...
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susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Mar Mar 20, 2007 1:25 pm    Asunto: Relato: como llegué a ser Hija Espiritual del Sto. Padre Pío
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
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Hija espiritual del Padre Pío de Pietrelcina



No es usual la manera en que llegué a ser hija espiritual del Padre Pío de Pietrelcina.

Cuando el Padre confesaba allá en San Giovanni Rotondo, Italia, todos aquellos que lo tenían como Director Espiritual, ya sea porque se confesaban o porque mantenían una relación epistolar con él pasaban a ser sus hijos espirituales, por lo tanto se les encargaba el dulce deber de orar por la Iglesia, el Papa, los sacerdotes, las vocaciones religiosas, la conversión del mundo y por los enfermos.

Supe del Padre Pío exactamente la madrugada del 8 de noviembre de 1996. El día 7 había sido internada en la Clínica Indisa en Santiago de Chile para operarme de Sinovitis Tarso una extraña enfermedad en mi pie izquierdo, que me había producido algunas molestias toda la vida, pero que ahora a los 30 años se había manifestado con inusual fuerza tanto así que me imposibilitaba caminar por los dolores indescriptibles que me provocaba y como ya estaba embarazada de siete semanas de Robertito, nuestro primer hijo, no podía tomar ningún remedio para aliviar el dolor posterior a la anestesia de la operación.

Esa madrugada el dolor no me permitía dormir. Cerca de las cuatro de la mañana encendí con el control remoto el televisor que había en la habitación con la esperanza de que al fin funcionara. De esta forma deseaba distraer mi atención para mitigar el dolor. Para sorpresa mía funcionó pero sólo sintonizaba EWTV, el canal católico de la Madre Angélica, donde en ese momento se estaba anunciando que comenzaría un documental con la vida y obra del Padre Pío, con filmaciones reales de él... La verdad es que quedé profundamente impactada de ver tanta humildad en un solo hombre y avergonzada de no poder soportar el ahora mi insignificante dolor...

A partir de allí, comencé a buscar información del Padre Pío en las librerías católicas y a través de internet. Aunque ya era muy conocido, no encontré muchos datos y material. Mientras, iba encontrando vidas de otros santos que también me iban subyugando... todo este proceso lo viví acompañada de mi marido, que también es asiduo a estos temas.

Ya para el 2002 estábamos bien compenetrados de la historia del Padre Pío y algunas veces hacíamos su novena. Me acuerdo que para la canonización del Padre en Roma, el 16 de junio de ese año, Roberto sintonizó Radio María como a las 5 de la mañana para escuchar la emocionante transmisión.

El lunes 14 de julio, como de costumbre comenzamos a hacer una nueva novena, siempre de noche, ya que después del trabajo Roberto asistía a clases en un instituto de informática. Seguimos haciéndola el martes, pero el miércoles 16 – día que se cumplía un mes de canonización del Padre y día de la Virgen del Carmen – mi marido salía más tarde de clases, así es que acosté a los niños en nuestro dormitorio ( ya había nacido Pablo, nuestro segundo hijo). Entonces, tomé un libro con la biografía del Padre Pío, escrito por Antonio Pandiscia, que ya había leído completamente. Lo apreté en mi corazón y cerrando los ojos comencé a dirigirme al Padre con fuerza. Debo decir que sentí que mi alma llegaba a un momento de oración pura, totalmente arrobada y elevada. Le expresé con mucho cariño lo mucho que me hubiera gustado haberlo conocido en persona y haberme confesado con él para haber sido hija espiritual suya. Le dije en mi alma “Tú ya falleciste en 1968, cuando yo tenía un poco más de dos años... Padre, yo no pude conocerte en persona pero ¿Me aceptarías como hija espiritual tuya, y si es así ¿Cómo podría yo saberlo si tú ya falleciste?”... Allí me quedé con el alma en blanco durante unos segundos. Entonces sentí como alguien se acercaba detrás de mí. Con un pequeño giro de mi cuerpo hacia la izquierda entreabrí apenas mis ojos y percibí que a una distancia muy corta había alguien con un hábito de color café oscuro. Luego, volví a mi postura inicial y cerrando bien los ojos le dije susurrando en voz alta: “Padre Pío, yo sé que estás ahí... lo sé y lo que más deseo es conocerte pero ¿sabes? No voy a hacerlo, no voy a darme vuelta, porque te quiero demostrar que yo creo sin ver, que mi fe es absoluta”. Entonces percibí que la figura se esfumaba y me sentí dichosa de haber sacrificado mis deseos de conocerle para demostrar mi auténtica fe, que no necesita de milagros comprobados...

Estaba todavía extasiada, cuando irrumpió Roberto en el dormitorio y me dice a viva voz todo exaltado y emocionado “¿Qué estás haciendo? Ven para acá afuera...!!!”. Salimos del dormitorio y me di cuenta que el living comedor estaba impregnado de un fuerte perfume de flores. Allí Roberto, con una cara de sorpresa y emoción que no le conocía, y que nunca más le he vuelto a ver, me dice: “¿Le estabas rezando al Padre Pío, verdad?” Si, le dije y le pregunté si me aceptaría como hija espiritual y como podría decirme si me acepta o no, y parece que me respondió que sí, que me aceptaba. Roberto se movía de un lado para otro eufórico y abriendo la puerta que da al jardín y a la entrada de la casa me muestra que hasta allí se siente el perfume y me dice que él lo ha sentido desde que se bajó del automóvil en el estacionamiento de la calle y que supo inmediatamente que el Padre Pío había venido. El perfume, y la paz celestial que conlleva, duró unos 20 minutos hasta que comenzó a diluirse, quedando nosotros con la certeza de haber tenido la visita del Padre en nuestra casa.

Era invierno, más de las 23 hrs. En aquel entonces no teníamos flores ni adentro ni afuera de la casa. Sólo plantas sin aroma. Hacía más de 6 años que vivíamos allí y nunca habíamos percibido algún perfume así y de intensidad tal, mezcla de incienso y flores, abundantes flores. Perfume que hasta el día de hoy puedo evocar perfectamente y que he podido comprobar que se tratan de rosas, jazmines y violetas...

Con esta hermosa manifestación comprendí que el Padre me aceptaba como hija espiritual para acompañarlo en sus oraciones por la Iglesia y las conversiones...
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susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Mar Mar 20, 2007 3:23 pm    Asunto: Relatos Celestiales con el Padre Pío
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
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El día del Padre Pío de Pietrelcina
(23 de septiembre del 2004)



Aquel día había decidido dedicar la tarde entera a visitar el Convento de los Capuchinos, para acompañar en oración al Padre Pío y después asistir a la misa de conmemoración de su nacimiento al cielo.

Sin embargo, esa mañana me llamaron por teléfono Xavier Almarza y su esposa Claudia, cuñados de Oscar, para hacer en forma urgente un trabajo en la tarde, a quienes había conocido personalmente el día anterior. Me presenté en la oficina de Fecunda a la hora estipulada, pensando siempre en alcanzar a concurrir a la misa de los Capuchinos.

Esa tarde mientras trabajábamos con Xavier y Claudia, médico y psicopedagoga respectivamente, me confidenciaron que Oscar les había contado la visita que me había hecho el Padre Pío y que incluso habían leído el testimonio (yo pensaba que no sabían nada y de hecho nunca se los mencioné). Pero ellos esperaban a conocerme para dar crédito a sus palabras. En forma muy afectuosa me dijeron que después de tratar conmigo desde el día anterior, no les cabía duda que el relato era verídico. Xavier me dijo, además, que una narración semejante sólo podía venir de una persona profundamente creyente en Dios y que desde el punto de vista médico, dada la gravedad de mi condición, era sorprendente la cantidad de detalles que pude retener, situación que definió como “Estado de Gracia”, inspirado por el Espíritu Santo. Xavier y Claudia son católicos comprometidos, y pertenecen al Camino Neocatecumenal hace muchos años, con sólidos fundamentos de fe. Debo decir que me sentí sorprendida por sus comentarios, totalmente inesperados.

Como se acercaba la hora de partir a misa, les pedí disculpas para retirarme, pues para mí se trataba de un compromiso vital. Entonces ambos me ofrecieron a llevarme en su vehículo para acercarme en el camino, lo que acepté con mucho gusto.

En el trayecto me hicieron muchas preguntas con respecto al Padre Pío. Mientras, cada vez que les pedía que me dejaran en un lugar determinado, Xavier me decía “¡No, un poco más allá!”... Entre todas sus consultas, me pidieron que les describiera el perfume de santidad del Padre. Les expliqué que es una mezcla de incienso con flores, específicamente como de rosas, jazmines y violetas, que ellos pudieron evocar perfectamente pues conocen esos aromas. También les expliqué que, en mi caso, siempre he percibido un perfume intenso y penetrante, pero que he leído que también puede ser sutil y suave y así nos fuimos muy entretenidos hablando todo el camino sobre el Padre Pío.

Ya totalmente desviados del camino inicial de Xavier y Claudia llegamos a la esquina de Cummings con Catedral (donde está el Convento de los Capuchinos), entonces pedí a Xavier dejarme allí, a lo que él me respondió “¿Estás loca?... ¡después de todo lo que nos has contado vamos a entrar contigo a la misa!” mientras Claudia celebraba muy alegre aquella decisión, pues ella también deseaba entrar a saludar al Padre Pío en su día.

Mientras esperaba doblar en la esquina Xavier llamó por celular a su secretaria para cancelar un compromiso que tenía más tarde. Le dijo “¡Esto que me salió ahora es demasiado importante!” lo que me causó mucha gracia... Había pensado invitar a Oscar a la misa, pero sabía que estaría ocupado con otras cosas y ahora estas personas, recién conocidas, se ofrecían a acompañarme, lo que me producía una felicidad enorme. Además, después de conocer su propio trabajo de evangelización en colegios de sectores marginados de Santiago, me parecía un honor tener su compañía en esta celebración.

Cuando Xavier dobló la esquina vimos que los estacionamientos estaban copados. Sin embargo, “providencialmente” a nuestro paso se desocupó uno, así es que estacionamos rápidamente y presurosos nos dirigimos al convento. Ya eran las 18.30 hrs. en punto, hora en que se iniciaría la ceremonia.

El templo estaba repleto y ni pensar en conseguir algún asiento o lugar privilegiado, así es que sin dudarlo caminamos en la línea de la puerta principal y nos ubicamos en la zona posterior del templo, al costado derecho. Vimos que la presidía Monseñor Ezzati, enviado del Vaticano a nuestro país. Era natural, dada la figura del Padre Pío, que la misa la hiciera un obispo de tal envergadura. Junto al altar se divisaban algunos capuchinos muy alegres...

No habían transcurrido ni dos minutos desde que nos ubicamos en esa posición cuando percibí el intenso aroma del Padre... Me emocioné a más no poder, recordando su visita en el hospital. Lo único a que atiné fue a llevarme las manos a los ojos para contener mis lágrimas, entonces miré a Xavier y a Claudia que estaban a mi derecha y les dije en voz bajita apuntando mi nariz “¿Lo sienten?, es el perfume del Padre Pío...” Vi como Xavier y Claudia se emocionaban muchísimo, hacía veinte minutos que les había descrito el aroma y ahora ellos mismos podían experimentarlo, los tres no hacíamos más que llorar. Debo señalar que cerca nuestro no había ningún arreglo de flores ni velas encendidas, o algo que pudiera haber producido semejante fenómeno.

Pensé en lo hermoso y significativo del hecho que el Padre se hubiera manifestado allí en el templo, ante tal concurrencia. Mientras, me fijé que delante nuestro, en la nave lateral tres personas se habían dado vuelta hacia nosotros, que estábamos al final del templo, porque algo habían percibido... Yo pensaba y decía a Xavier y a Claudia: “la gente está tan concentrada en lo que dice Monseñor, que no se dan cuenta de que el Padre Pío está aquí, con su perfume”... Y debo decir que lo sentimos, así intensamente, durante toda la celebración.

Cuando llegó la hora de la Comunión, fuimos a comulgar al altar y allí me di cuenta de que en ese sector no estaba el aroma, y tampoco en el recorrido. Cuando regresé a nuestra ubicación original, atónita percibí que el perfume de incienso y flores seguía allí, en ese lugar, sólo en ese lugar. Xavier y Claudia se percataron de lo mismo, allí Claudia sentada en un pequeño balaustro no hacía nada más que mirarme y llorar. Xavier como podía se enjugaba las lágrimas... Terminada la emotiva misa, nos quedamos rezando la novena del Padre Pío junto a un Grupo de Oración. Xavier y Claudia se veían eufóricos y me invitaron a irme con ellos, pero preferí quedarme allí cuando todos los asistentes se retiraban para orar a solas ante el Padre Pío. Entonces pude darme cuenta de un “gran detalle”: Atrás de nosotros había un gran Cristo crucificado. Era obvio que ese tendría que ser el lugar escogido por el Padre Pío, junto a Jesús, y como siempre al final de todos. Verdaderamente fue una memorable sorpresa sentir su presencia junto a nosotros.

Dios quiso regalarnos la mejor ubicación dentro de la celebración, junto a Cristo crucificado y junto al Padre Pío... ¿qué mas podríamos haber pedido?



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Dos regalitos del Padre Pío
(13 de noviembre del 2004)


El viernes 12 me llamó Luisa, una compañera de colegio que no veía hace 20 años, para invitarme a una reunión de ex-alumnas que se haría al día siguiente en nuestro recordado liceo Santa Luisa de Marillac. Me dijo que cuando recibió el aviso se había dado a la tarea de obtener de alguna manera mi número telefónico, pues había sentido la extraña necesidad de ubicarme con urgencia.

Al otro día, creí apropiado llevar un testimonio impreso sobre la visita del Padre Pío en el hospital para regalarlo a las religiosas, pues sabía que me encontraría con alguna de mis profesoras y pensé que les gustaría saber que Dios había concedido esa gracia a alguna de sus alumnas. A mitad de camino, pensé en comprar un sobre donde guardar el relato impreso, pero sería difícil que a esa hora, a las tres de la tarde en el centro de Santiago, lograra hallar alguna librería abierta. Sin embargo, inesperadamente encontré un pequeño local abierto donde también podría hacer tres copias más del relato.

Al llegar al lugar de la reunión todas las presentes fuimos invitadas a participar de una eucaristía en la hermosa capilla del colegio. Como preámbulo las religiosas nos pidieron oración para que florecieran nuevas vocaciones para la congregación. Terminada la misa, esperé a que todos salieran y me acerqué a una religiosa que conocía y le conté brevemente la visita del Padre Pío. La hermana Peta estaba muy feliz con el relato y más todavía cuando le entregué una copia impresa para las demás hermanas.

Después, nos condujeron al que había sido nuestro salón de teatro donde nos dieron una charla de motivación vocacional. Una religiosa, la hermana María Victoria, nos contó que entre las ex-alumnas había alguien que durante estos veinte años ha tenido la idea de entrar a la orden pero que aún no se ha atrevido y nos pide oración por ella, porque está en crisis vocacional. Nos cuenta que esa persona está allí presente y que es Carmen Gloria Prieto, una compañera de un curso paralelo al mío. A mí me alegró mucho la noticia, así es que después de la reunión me acerqué a Carmen Gloria, a quien había conocido muy bien cuando éramos alumnas del liceo. Le pregunté sobre sus problemas para discernir y ella me habló con total sinceridad. Entonces resolví entregarle otra copia de mi relato mientras le daba una idea de que se trataba. Al escuchar el nombre del Padre Pío Carmen Gloria se sorprendió y tomándome del brazo me pidió retirarnos a conversar a un rincón del salón. Emocionadísima me confiesa que durante las dos últimas semanas ha estado llorando y le ha pedido a Dios que le de la valentía para dar el paso definitivo. Me contó que el día anterior había rogado al Padre Pío para que le ayudara con alguna señal. Me sorprendí al saber que fue a una hora cercana a la que Luisa, mi compañera, le vino la idea de contactarme.

Me contó, además, que ese sábado estuvo a punto de no entrar al colegio y que le había dicho finalmente a Dios y al Padre Pío que sólo lo haría esperando que en la reunión se le diera alguna señal, alguna luz respecto a su conflicto interno. Así es que cuando nombré al Padre Pío supo de inmediato que esa era la señal y más aún cuando le conté de mi ofrecimiento por las vocaciones religiosas.

Finalizada la reunión nos quedamos dos horas afuera del colegio en su automóvil hablando del tema de su crisis vocacional. Me abrió su corazón y con mucha confianza me contó sus intimidades. Me dijo que hace 20 años, cuando egresamos del colegio, había tenido serias intenciones de entrar a la Congregación de nuestro colegio, a las Hijas de la Caridad, que había pasado por todas las etapas de postulación pero que cuando iba a entrar a novicia dio un paso atrás, más que nada por la oposición de su familia, pero que durante todos estos años le había pesado en la conciencia no haber asumido el llamado de Dios. Me explicó que ha llevado una vida normal y tranquila, que cuando abandonó sus proyectos de ser religiosa para seguir estudiando y desde allí se había desempeñado muy bien hace en una empresa comercial por casi 18 años, con excelente sueldo y muy buenas expectativas laborales. En resumen, una vida ideal para cualquier mujer profesional. Sin embargo, aunque había tenido relaciones sentimentales no había querido casarse, pues siempre había vislumbrado que ese no era su camino.

Lo curioso de toda esta situación es que Carmen Gloria siempre había creído que a lo mejor Dios no quería que fuese religiosa y que tal vez, deseaba que formara una familia y tuviera hijos, y para sorpresa suya hace dos semanas le había llegado la menopausia ¡Antes de los cuarenta años!. Le dije que, efectivamente, como era esa su gran duda, Dios se había encargado de esclarecer su dilema de tener hijos y de abrirle el camino a su vocación, para que entrara de lleno a la congregación y sin remordimientos de no haber fundado una familia. Me dijo, muy emocionada, que mis palabras le hacían mucho bien, pues le había dado razones fundadas como nadie y como me conoce muy bien sabía que eran palabras sinceras.

Entonces me dijo que conmigo allí había resuelto todo y que la semana próxima renunciaría irrevocablemente a su trabajo, que enfrentaría a su familia y que entraría a la Congregación, pues la decisión ya era definitiva, pues Dios y el Padre Pío le habían regalado, esa misma tarde, la señal que ella tanto necesitaba y les pedía.

Después de esta larga pero inolvidable conversación Carmen Gloria me llevó en su automóvil hasta una avenida donde pude tomar mi locomoción. En el camino sólo di gracias infinitas a Dios y al Padre Pío por haberme hecho su instrumento para tan noble misión. A la bajada del bus tenía dos alternativas, o tomaba el metro o subía a un taxi colectivo que me llevaría directamente hasta mi casa. Cuando atravesé la calle vi que desde el paradero salía un colectivo vacío, así es que hice señas al conductor y tomé el vehículo.

Cuando subí, el conductor me dijo "Gracias a Dios y a todos los santos que por fin hoy tengo un pasajero" (El día había sido muy lluvioso lo que había perjudicado la afluencia de pasajeros). Me asombré un poco con el comentario y le pregunté si era católico y me respondió con un "Si, y muy feliz católico". Entonces le dije "¡entonces usted debe conocer al Padre Pío!". Me respondió que no pidiéndome que le hablara de él. Como estaba maravillado con la historia del Padre y nos quedaba un largo camino aún, le pregunté si quería que le contara mi testimonio y me respondió con un alegre “¡Por supuesto!”. No avanzamos ni una cuadra cuando un joven hizo detener el colectivo. Al subir, el joven indicó que se dirigía al Seminario Pontificio Mayor, camino a mi hogar. Entonces muy contenta me volví hacia atrás preguntándole “¿Usted es seminarista?” “¡Siiii!” me respondió con orgullo el joven. “¡Ah entonces quizás le guste lo que puedo contarle del Padre Pío, porque parece que él quiere que mate dos pájaros de un tiro!". El joven muy entusiasmado me contestó que tenía mucho interés en escucharme, mientras el conductor soltaba una carcajada. Estaba lista para contarles el relato cuando subió otro pasajero, un joven silencioso.... Ya todos en camino comencé a relatar la visita del Padre Pío en el hospital. Los tres oyentes iban muy atentos y entretenidos. Noté que el conductor comenzó a disminuir notoriamente la velocidad del automóvil y que además encendía la luz interior, quizás para que todos pudieran ver mis gestos y expresiones mientras relataba lo ocurrido... Todos iban muy visiblemente impresionados, pero observé que el seminarista me oía con lágrimas en los ojos. Me di cuenta que le impactó mi ofrecimiento a causa de la Iglesia y las conversiones y que en el instante en que narraba el episodio en que la hostia se iluminaba, su emoción ya era profunda y solo atinaba a repetir una y otra vez “¡que bonito... que bonito... que bonito!”

En un momento lo noté muy callado y pensativo, entonces me preguntó si yo tenía alguna reliquia del Padre, le contesté que no pero le dije que le iba a regalar allí mi joya, que tenía impresa, y le di una copia que recibió con auténtica alegría. El joven silencioso que iba junto a él comentó que estaba muy impactado porque él también era muy devoto del Padre Pío y que él si llevaba una reliquia del Padre colgada a su cuello. Entonces le entregué a él la última copia del testimonio que me quedaba, la que me agradeció con el alma, feliz de que podría compartir la experiencia con su familia. Entonces pedí disculpas al conductor porque no me quedaban más impresos, pero me dijo que no me preocupara pues con todo lo que había escuchado y vivido allí sólo deseaba adquirir pronto un libro con la biografía del padre.

Observé que el seminarista comenzó a buscar ansiosamente algo dentro de su bolso y me entrega un objeto para que lo mire. Advertí que era una estampita plastificada del Padre Pío. Mientras me contaba que él era devoto, pero muy devoto del Padre Pío, que era el seminarista que más lo amaba, me pide que de vuelta la estampita. Eso hice, y vi que había una oración escrita en italiano y un pedacito de tela del hábito del Padre. ¡Era una reliquia! Un circulo de 1 cm. de diámetro y su autenticidad venía certificada desde San Giovanni Rotondo de S. Maria delle Grazie, Italia. Emocionada y temblorosa la sostuve por un par de minutos y cuando quise devolvérsela el seminarista me tomó las manos y extremadamente cariñoso me dijo "Esta mi joya, quédesela, se la regalo, es suya". Conmocionada por tan inesperado regalo llorando le dije que no podía hacerlo, que esta reliquia debía significar mucho para él y que no me sentía digna de tantos regalos del Padre Pío. Los demás observaban emocionadísimos la hermosa escena. Entonces con gran ternura el joven puso la mano derecha en su corazón y me dijo con voz bajita y emocionada: "El Padre Pío la quiere y la busca a usted, ¿que quiere que le haga yo?"... y agregó: “Y por último, quiero ser yo, quién tenga el privilegio de regalarle una reliquia del padre a usted". Para dejarme más tranquila me dijo que sabía que el Padre Pío se encargaría de hacerle llegar otra a sus manos.

A estas alturas los cuatro llorábamos. El conductor se veía hasta shockeado, pues se había dado cuenta de que en su automóvil iban tres devotos, dos reliquias y un milagro del Padre Pío ¡de una sola vez!... Era demasiado y no lo podía creer! Su rostro estaba totalmente desencajado...

El seminarista nos contó que estaba en quinto año de sus estudios sacerdotales y que en los días en que estuve internada en el Hospital de la Universidad Católica, él había estado en el mismo recinto pues había sido intervenido por una extraña y dolorosa enfermedad que deberá llevar por el resto de sus días: el Mal de Cron y se lamentó mucho de que el Padre Pío no hubiera ido a visitarle. Entonces el joven que estaba a su lado trató de consolarlo diciéndole que coincidentemente él también padecía esa rarísima enfermedad y que tampoco había recibido tal gracia del padre. Ya no podíamos más de tantas “diosidencias”. Ante tales confesiones el conductor, impresionado hasta las lágrimas, detuvo el colectivo. En aquel momento el seminarista nos exhortó a orar todos juntos ahí mismo, dentro del automóvil, aduciendo que Dios había querido que nos conociéramos en estas circunstancias y que sentía que el padre Pío estaba allí junto a nosotros. Así en medio de la emoción que nos embargaba a todos por igual, dejamos dirigir nuestra oración por el joven seminarista.

El primero en bajar del colectivo fue el joven silencioso y lo hizo agradeciendo a todos el hermoso recorrido. Unas cuadras más allá lo hizo el seminarista, no sin antes decirme su nombre, Felipe Herrera, y pedirme que lo visitara en el Seminario Pontificio. Me señaló que deseaba conocerme más y escuchar lo que pienso sobre diferentes temas y me advierte no quiere perder contacto conmigo. De allí hasta mi casa, a pocas cuadras, el conductor no hacía más que observarme en silencio y mirar hacia el firmamento estrellado. Al bajar frente a mi casa, nos despedimos con sincero afecto y sabiéndonos absolutamente cómplices de todo lo que habíamos vivido en el trayecto. Presiento que esto quedará guardado para siempre en su corazón.

Semanas después visité a Felipe, el seminarista. Tengo la reliquia que me regaló y la guardo como un precioso tesoro. Además de ser del hábito del Padre Pío, es del corazón de este joven que demostró un desprendimiento digno de sólo quienes aman y confían plenamente en Dios y en el Padre Pío...

¿Cómo podría relacionar todo lo que sucedió aquel día? Sin dudas la reliquia del Padre Pío y todo lo vivido en el automóvil era un regalito de Dios por haberme preocupado de corazón por la vocación religiosa de una amiga...

¿Y que fue de Carmen Gloria?. Al lunes siguiente de nuestra conversación la llamé a su trabajo. Efectivamente, esa misma mañana había renunciado ante la crítica de su jefa y sus compañeros. Ahora debería enfrentar a su familia. Estaba profundamente agradecida de que la hubiera llamado en ese preciso momento, pues necesitaba el apoyo de alguien que la comprendiera. Consideraba otro regalo de Dios que justo ahora estuviera del otro lado de la línea telefónica infundiéndole fuerzas... Hoy en día Carmen Gloria Prieto es otra Hija de la Caridad de San Vicente de Paul...

Sin duda, el 13 de noviembre fue un día de hermosas gracias y regalos para todos los involucrados... Nuestro amado Padre Dios, no da puntadas sin hilo... Aquel día, en confabulación con el Padre Pío, generó toda una bella secuencia de acontecimientos para demostrar que efectivamente no damos ni un paso en nuestra vida si no es por Voluntad de nuestro Padre Dios...
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susana riquelme
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MensajePublicado: Mar Mar 20, 2007 9:52 pm    Asunto: Relato distinto a los anteriores
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

Amigos y amigas: Este es un relato un poco distinto a los anteriores...

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Primera visita del maligno (4 de junio de 2004)


Después de mi estadía en el Hospital Clínico de la UC, llegué a casa el 1 de junio y como aún estaba convaleciente, debía procurar seguir las indicaciones médicas para mi total recuperación. Entre ellas no compartir con personas que pudieran contagiarme de resfríos que me produjeran una recaída, por lo que fue necesario que durante varias noches durmiera aislada en la habitación de mi hijo mayor, en el segundo piso de la casa.

La noche del viernes 4 de junio me acosté temprano y como aún estaba débil el sueño me venció rápidamente. Sin embargo de madrugada desperté sobresaltada por el ruido de un feroz golpe en la puerta de la habitación. Abrí mis ojos y aunque el dormitorio estaba a oscuras pude distinguir con claridad que la puerta seguía cerrada curiosamente. Mientras percibía que el ambiente se enfriaba en sólo unos segundos, sentí que una presencia sobrenatural se posaba junto a la cama, llenándome de un pánico que nunca antes había experimentado en mi vida. Sentí bramidos furiosos y ensordecedores dentro de mi alma, a la vez que advertía que la presencia me acechaba para golpearme en forma brutal.

No podía pedir auxilio, pues aún no recuperaba del todo mi voz. Estaba aterrada y lo único que pude hacer fue esconderme al fondo de la cama. Confieso que nunca en mi vida había temblado tanto, no había parte de mi cuerpo que no lo hiciera. Yo sudaba y sudaba. Me acordé del Rosario de mi hijo que estaba colgado en el crucifijo de la pared, sobre la cama, pero no me atreví a levantarme para cogerlo, pues temía ser azotada por la presencia. Entonces angustiada invoqué a la Virgen, a Jesús, al Padre Pío y a todos los santos que pude recordar. Llorando y gimiendo me tomé los dedos temblorosos como pude y comencé a rezar con apenas un hilo de voz el Santo Rosario mientras los bramidos ensordecedores apremiaban a mi alma. Además podía presentir como la presencia se movía furiosa junto a mi cama dispuesta a atacarme, y quizás hasta llevarme con ella.

Era tal el espanto que sentía que mi cuerpo podría haberse evacuado completamente. Mientras, mi alma libraba una lucha sólo con oración, llantos y gemidos, tratando de traer de manera desesperada a mi mente las imágenes religiosas que tenía dentro de la habitación: dos crucifijos, una fotografía del Padre Pío y un dibujo de la Virgen hecho por mi hijo. Rogué desesperada misericordia a Dios, le suplicaba que no me abandonara, pues me sentía totalmente indefensa ante quien ya sabía que era Satanás. Pude sentirme vivamente como un barquito de papel a la deriva en medio de una noche oscura luchando por sobrevivir a gigantescas olas de mar. Pude escuchar hasta fuertes ráfagas de viento. Este horrendo momento, que duró alrededor de veinte minutos sólo cesó cuando pude concluir el Santo Rosario, entonces mi alma se aquietó abruptamente inundándose de paz. Lo vivido durante este tormento me produjo tal agotamiento que después pude quedarme dormida profundamente.

Cuando volví a despertarme, ya de día, tenía bien claro que había recibido una manifestación del maligno. Atribuí al hecho de haber recibido antes la visita del Padre Pío, a quien Dios le permitía atormentar en el Convento de San Giovanni Rotondo. Siendo hija espiritual suya y habiendo ofrecido mi enfermedad por la Iglesia y las conversiones era evidente que esta presencia indeseable quería manifestarme toda su rabia e infundirme temor. Como me parecía un asunto delicado y pavoroso, preferí entonces no comentarlo ni a mi marido y ponerme en manos del Padre Pío y de la Virgen, así en silencio.

La noche siguiente, la del sábado, pensé que podría recibir una nueva visita del maligno. Me acosté en la misma cama pero opté, por precaución, dejar la luz del velador encendida, leer unos pasajes de la Biblia y rezar intensamente un Rosario antes de dormir. Como todavía me sentía muy débil y somnolienta y no sabía si alcanzaría a terminarlo procuré enrollarme el Rosario en mi mano izquierda, aún así oré con mucha fuerza cada una de las oraciones. Sin embargo, caí rendida antes de terminarlo, quedándome dormida.

De madrugada, desperté con las suaves caricias de unos dedos sobre el lugar exacto de la frente en donde el Padre Pío me había besado... Entreabrí mis ojos y ya segura de quien se trataba le dije dulcemente en voz alta “¿eres tú, verdad?”, refiriéndome al Padre Pío. Sabía que era él, porque reconocí su mano y la manga café de su hábito, y el peculiar perfume de flores de santidad que le caracteriza. En ese instante volví mi cabeza hacia la derecha y allí vi al Padre Pio, sonriéndome. Sólo alcancé a escuchar en mi alma estas palabras con mucha suavidad: “No temas... ¡No- te-mas!”, y luego su figura se disolvió ante mis ojos... por lo que concluí que él había acudido en mi ayuda la noche anterior mientras el maligno me acechaba. Fue tal la confianza que me infundieron sus palabras y su gesto de visitarme ahora en mi habitación sin yo haberlo invocado, que supe a cabalidad que nunca más el ángel caído lograría acobardarme, pues contaba con la protección de María, Nuestra Madre Celestial y del padre Pío, a quien el maligno visitaba y azotaba a causa de haber ofrecido su sufrimiento a Dios con el fin de conseguir nuestra salvación eterna...

Profesora escribió:
Susana, me ha impresionado tu relato, que la Santisima Virgen María y el Padre Pío te sigan protegiendo.



DIOS TE BENDIGA


susana riquelme escribió:
Gracias Profesora... Todos debemos orar por todos... Dios siempre se nos manifiesta a diario, pero también el maligno está al lado de nosotros, esperando a que pisemos el palito y caigamos en sus trampas sutiles..


Profesora escribió:
susana riquelme escribió:
Gracias Profesora... Todos debemos orar por todos... Dios siempre se nos manifiesta a diario, pero también el maligno está al lado de nosotros, esperando a que pisemos el palito y caigamos en sus trampas sutiles..



Que la oración nos mantenga unidos y Dios Nuestro Señor nos cuide y nos protega.

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susana riquelme
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 3:41 am    Asunto: Relatos Celestiales con Beata Laurita Vicuña y S. P. Hurtado
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

Donación para Laurita Vicuña
(5 de enero de 2004)



Aquella tarde de lunes estaba terminando de transcribir para el sitio de Fecunda la entrevista que la hermana Ofelia Lobos había dado a mi amigo Oscar, donde relataba su experiencia, aquella que llevó a la beatificación a Laurita Vicuña, la niña chilena que había ofrecido su vida a Dios por la conversión de su madre.

Al terminar de subir las páginas a internet, me sentía contentísima con el trabajo. Sentada junto al escritorio junté las manos en mi frente y en actitud de oración cerrando mis ojos le dije a Laurita: “¿Sabes?, estoy tan feliz con esta entrevista sobre tu milagro, quedó todo tan bonito que quiero agradecer la ayuda que nos diste. Laurita, no quiero pedirte nada, pero quiero tú lo hagas. Te daré cualquier cosa que me pidas, lo que sea, para demostrarte mi agradecimiento”. Finalizada la oración apagué el computador. No habían pasado ni cinco minutos desde que hice el ofrecimiento a Laurita cuando el teléfono que estaba sobre el escritorio sonó. Contesté la llamada y la mujer que estaba al otro lado de la línea me dijo lo siguiente: “¿Hablo con la señora María Susana Riquelme?”. “Si, con ella “– le respondí. “Mire, la estoy llamando desde la fundación Laurita Vicuña, que es una fundación que acoge niñas sin hogar o en riesgo social y la llamo para solicitar una pequeña donación mensual por un período de cuatro meses para mantener el comedor de las niñas. ¿Estaría usted dispuesta a colaborarnos?”... Desconcertada tuve que apoyarme en la pared y jubilosamente le contesté: “¡Por supuesto! lo que usted quiera, el monto que usted quiera!”... Sorprendida mi interlocutora replicó: “¿Está usted segura? ¡mire que nadie me responde con las ganas con que usted lo hace!”... “Es que si supiera...” –le contesté. Entonces acordamos el monto y la forma de pago. La mujer se despidió muy amablemente agradeciendo más que el monto de la donación, mi alegre y total disposición a ayudar. Y yo quedé flotando entre nubes, feliz de que Laurita me hubiera cobrado inmediatamente la oferta. Era la prueba irrefutable de que estábamos en total comunión en Dios. Ya podría decir que somos amigas...

Aunque esto ocurrió hace casi tres años, aún sigo aportando mensualmente con la obra. Después de todo, sé que Laurita intercederá para que no me falte dinero para colaborar...

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Entrevista en el Santuario del Padre Hurtado
(7 de abril de 2004)



La tarde del 7 de Abril de 2004, en vísperas de Semana Santa, acompañaría a Oscar Silva a entrevistar a María Alicia Cabezas, quien había tenido la experiencia de recibir, hace algunos años, el milagro que condujo a la beatificación del Padre Hurtado, hoy San Alberto Hurtado.

Antes de salir de casa tomé un librito con pensamientos de este querido sacerdote y con gran cariño, asomándome a una ventana lo besé y elevé al cielo diciéndole confiadamente “Padre... ¡esta entrevista saldrá preciosa!” Al llegar a casa de Oscar, desde donde partiríamos hacia el Santuario a hacer la entrevista, me enteré por Pía, su señora, que mi amigo había llamado para avisarme que debido a un atraso involuntario tendría que irse directamente desde la ciudad de San Felipe al lugar citado, donde me esperaría para encontrarnos con María Alicia.

Como ya era bastante tarde Pía se ofreció a llevarme en automóvil hasta la estación de metro más cercana. En el camino me sugirió que no tomara taxi, para no gastar dinero. Al llegar al punto acordado me bajé del automóvil, no sin antes volver a escuchar la misma recomendación. Ya sola, parada en la esquina, me sobrevino la duda si podría alcanzar a llegar, pues ya estaba retrasada. Entonces pedí a Dios que me iluminara para decidir si caminaba hacia el metro o si tomaba algún taxi. De improviso me sentí confundida y me pareció ver toda la calle gris, sin distinguir nada. Entonces mis ojos pudieron advertir tan sólo un automóvil que se acercaba lentamente. Era un taxi que se estacionaba sólo a unos metros de mí. Y en mi alma resonó un único pensamiento: “Ese es el taxi que debo tomar y no otro!”

Hice señas para que se aproximara y poder abordarlo. Sin embargo, noté que el conductor dudó un poco, pero finalmente se decidió a hacerlo y me hizo un gesto con su cabeza. Después de acercarse desde adentro me abrió la puerta del vehículo. Mientras subía le dije apresuradamente: "¡Por favor, rápido al Santuario del Padre Hurtado!". Vi que el taxista de un salto se volvió hacia mí y e insistió en la pregunta mirándome fijamente a los ojos, quizás para convencerse bien de lo que escuchaba. Y volví a responder lo mismo. Vi que conducía muy nervioso y que me observaba atentamente por el espejo retrovisor. Sin poder contenerse más me preguntó por qué me dirigía al Santuario y le expliqué el motivo. Entonces me pidió que le contara los dos milagros del padre que ya son reconocidos oficialmente por la Iglesia. Al concluir mis relatos, visiblemente emocionado me consultó si podría contarme algo muy personal, a lo que asentí con mucho interés. Me confesó que dos minutos antes de tomarme como pasajera había pedido perdón al Padre Hurtado, pues en la mañana le había prometido ir a conocer su tumba ese mismo día y a estas alturas se le había hecho imposible cumplir la promesa. Ese día era el cumpleaños de su madre, que enferma de Alzheimer estaba internada en una casa de reposo. El día anterior había pedido autorización al dueño del taxi para retirarse más temprano y poder visitarla, petición a la que accedió su patrón, siempre y cuando pudiera reunir suficiente dinero en los trayectos. Al conductor le preocupaba tal condición, pues hacía una semana que no había subido un solo pasajero y no esperaba que este día fuera distinto.

Entonces muy temprano, antes de salir a trabajar en el automóvil, se había encomendado al padre Hurtado y le había pedido ayuda para conseguir pasajeros, a cambio de ir a conocer su sepultura sin falta esa misma tarde. Esa mañana, como nunca antes, el taxi había estado ocupado siempre, en cuanto bajaba un pasajero subía otro y todas las carreras habían sido largas y ahora, poco más de las tres de la tarde, debía dirigirse hacia la casa de reposo, así es que antes de tomarme como pasajera se había estacionado para orar al padre y pedirle perdón, pues en vez de dirigirse al Santuario había decidido ir directamente a visitar a su madre. Me cuenta que en ese preciso instante aparecí haciéndole señas para subirme al automóvil y acercó el taxi sólo pensando que sería el último traslado antes de ir a compartir con su madre por el resto del día, sin saber que este viaje lo llevaría, inevitablemente, a cumplir la promesa que había hecho al Padre Hurtado.

Impactada le pregunté si era devoto del sacerdote, entonces sacó de la guantera un pequeño y gastado librito y lo empuñó como trofeo diciéndome que contenía mensajes y pensamientos del padre Hurtado y que lo tenía subrayado por completo, como prueba inequívoca de cuan importante eran para él las palabras del padre. Entonces para su sorpresa y con gran júbilo le muestro que traigo en mi cartera exactamente el mismo librito, aquel que antes de salir de casa se me ocurrió llevar y que en un gesto inusitado besé cariñosamente levantándolo con alegría hacia el cielo, en señal de mi absoluta confianza en el padre en que la entrevista de hoy saldría maravillosa. Una gran sonrisa afloró en mi alma y en mis labios, pues el gesto que hizo el conductor era el mismo que yo había hecho frente a la ventana de mi casa.

Llegamos puntualmente al Santuario. El conductor estaba tan ansioso por entrar que no quiso buscar un lugar donde estacionar el automóvil, sino que subió a la calzada y lo detuvo frente a la entrada principal, sin importarle cometer una infracción. Bajamos del vehículo y divisé a Oscar que me esperaba para ir en búsqueda de María Alicia. Me acerqué a saludarlo, también el taxista, quien con mucho respeto me preguntó el camino hacia la tumba del padre. Se lo indiqué y nos despedimos cómplices de lo que habíamos vivido. Observé como aquel hombre, visiblemente emocionado, se dirigía humilde y rápidamente a cumplir la promesa que había hecho al amado sacerdote, y a seguir viviendo su propio testimonio, aquel que quizás no aparecería en ningún medio de comunicación pero que llevaría en su corazón quizás por el resto de su vida. Mientras, María Alicia se acercaba hacia nosotros para concedernos la entrevista. Después de una amable presentación, que ya vislumbraba el carácter cálido y amistoso del encuentro, caminamos hacia un rincón próximo a la tumba donde nos sentaríamos a hablar sobre el bellísimo regalo que deseaba compartirnos...

Un par de días después, mientras escribía la entrevista a María Alicia, hallé en mi cartera un papelito. Recordé que antes de bajar del taxi el conductor me lo había entregado y yo lo había guardado distraídamente. Era una tarjetita donde Daniel Durán promocionaba su servicio de taxi particular. Su teléfono celular aparecía escrito y presentí que debería llamarlo, pero como era Semana Santa no lo quise molestar. Me decidí a llamarlo unos días después. Con sincero afecto me dijo que se había acordado mucho de mí y de lo que había vivido ese día. Todavía maravillados conversamos largamente de toda esta situación. Me contó que aquel día, excepcionalmente, había circulado por el lugar donde me encontrí, pues suele transitar por otros sectores de Santiago y que antes de que yo lo divisara, sin saber como ni por qué se había ido contra el tránsito (con esto corroboro porque se dice que los caminos de Dios son distintos...) Y por si fuera poco, en quince años de conducir un taxi nunca le habían solicitado un viaje hasta el Santuario, esta había sido la primera vez. Le pregunté que había sentido en el lugar y si había visitado a su madre enferma. Me contó que a partir de lo ocurrido se había inundado de paz su corazón, que se lo contó a su madre esa tarde, y después a toda su familia y a sus amigos de la empresa de taxis, y que todos habían quedado atónitos, pues siempre él había sido blanco de bromas por su incondicional Amor a Dios. Me confidenció que en el Santuario le contó al padre Hurtado sus serios problemas económicos y que le pidió ayuda, pero lo más importante es que por vez primera había vivido una Semana Santa auténtica y que había sentido en su alma una profunda Resurrección. Supe muy bien de que hablaba, pues era lo mismo que yo había vivido durante esos días. Me contó que a raíz de esto volverá, esta vez con su familia, a visitar el Santuario del padre Hurtado.

Ambos, tanto Daniel como yo, aparentemente por distintos motivos, necesitábamos con urgencia llegar al Santuario esa tarde y el padre Hurtado, mediante una cadena de pequeños acontecimientos, se había encargado de unirnos en el camino. Ahora parezco descubrir, en mi alma, la explicación de lo sucedido: TODO, ABSOLUTAMENTE TODO, NOS CONDUCE A DIOS... y que el verdadero conductor del vehículo no había sido Daniel Durán, sino el padre Hurtado, hoy San Alberto Hurtado...

Nota: Hasta el día de hoy mantengo una amistad telefónica con Daniel Durán, que ha traspasado a sus familiares, amigos y pasajeros este curioso pero bello milagro cotidiano... Todo sea para dar mayor Gloria a Dios...

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KEKA114 escribió:
Smile Muy bonito....Dios sabe como traernos a El de distintas formas y caminos! Por cierto, escribes muy bonito Susana! Muchas personas se acercaran mas a Dios con tus testimonios!

Bendiciones!



susana riquelme escribió:
Gracias Keka:
Pronto subiré otros relatitos celestiales... Recién he puesto uno breve que es muy lindo, por lo natural que se dio... Se llama "La voz de Jesús"

susana riquelme escribió:
Relato: 2da. Anécdota celestial con San Alberto Hurtado


El padre Hurtado y la Luz divina
(10 de mayo de 2004)



Contentos con nuestro encuentro con María Alicia Cabezas, decidimos con Oscar entrevistar a Vivian Galleguillos, cuya extraordinaria recuperación, después de un grave accidente automovilístico, había dado el impulso definitivo a la canonización del padre Hurtado.

Conseguimos entrevistar a la joven y a su madre en su departamento en Santiago. En una hermosa velada de alrededor de tres horas Vivian, muy emocionada, nos relató todos los pormenores del milagro. Mientras oía la narración mi alma se maravillaba de constatar cuanto nos ama Nuestro Padre. Me había dado cuenta que la gracia había sido concedida al papá de Vivian, pues Dios lo había escuchado cuando ofreció su propia vida a cambio de que su hija lograra sobrevivir... Al salir del departamento estábamos tan entusiasmados que nos propusimos perseverar en la búsqueda de nuevos testimonios de santidad.

Estuve alrededor de una semana trabajando con la grabación y las fotografías de la entrevista. Recuerdo que pensé que podría terminar la página el día 10 de mayo para presentarla inmediatamente en el sitio web de Fecunda.

Ese día regresaba en taxi colectivo a mi hogar y ya estaba oscureciendo, pero mi mente tenía solo una idea: Concluir la página y subirla a internet esa misma noche. Estaba ansiosa por hacerlo. Sin embargo, a sólo cuadras de la casa, reparé que un gran apagón de luz afectaba a todo el sector. Al bajarme del vehículo pude divisar que dos cuadrillas de la compañía de electricidad trabajaban en el alumbrado público que estaba frente a la casa .

Mientras abría la puerta del jardín se acercaron tres de mis vecinas portando velas y linternas. Me contaron que la compañía había avisado que la situación era complicada y que no tendríamos luz hasta el mediodía siguiente. Era evidente que esa noche no podría trabajar en mi computador y menos aún conseguiría publicar la entrevista en internet. No tenía más alternativa que resignarme y terminar el trabajo al día siguiente.

Entonces una de mis vecinas en broma me dice: "entra a tu casa y ve si es que tienes luz". Inocentemente (porque era imposible que mi casa tuviera luz, pues en seis manzanas a la redonda ninguna la tenía) me dirigí por el pasillo, logré abrir la puerta y encendí todos los interruptores que hay en la entrada. Sorprendida vi como las luces se encendieron sin ninguna dificultad. Muy contenta corrí hasta la puerta de calle para avisar a mis vecinas, pero al llegar hasta ellas quedé de una pieza. Todos, vecinas y trabajadores, me miraban estupefactos en medio de un silencio sepulcral. En la calle, la iluminación de dos potentes lámparas portátiles dejaban ver los rostros desencajados mientras se oía claramente el comentario impresionado de uno de los hombres: "Gu...n, ¿cómo lo hace?. Si el transformador está caído! ¡Es imposible lo que estamos viendo, ella tiene luz!"...

Mirando a mis vecinas los trabajadores apuntaron al transformador que estaba en el suelo apoyado en el poste frente a mi domicilio. Atónita recordé que se trataba del transformador general del sector, que alimenta varias cuadras y que ahora estaba conectado a nada. Y más sorprendida quedé al observar que mi casa era la única iluminada en todas esas cuadras. Mis vecinas corrieron a encerrarse en sus casas mientras los hombres guardaron presurosamente sus lámparas y herramientas para subir, a como diera lugar, en los furgones y huir despavoridos del lugar. Con el tiempo he pensado que quizás creyeron que algo maléfico estaba sucediendo allí...

Reconozco que entré muy descolocada a la casa, pues no sabía que pensar. Esto era inaudito para todos... Pasada la primera impresión y analizando lo sucedido pude percatarme que este había sido otro regalito celestial. Dios que todo lo sabe sin que debamos decírselo, conoce mi corazón. Sabía cuanto ansiaba terminar la página esa misma noche para divulgar la hermosa entrevista y también sabía que necesitaba de luz eléctrica para hacerlo. Pero a falta de luz terrenal Nuestro Padre no tuvo ningún reparo en hacer llegar hasta mi casa un poquito de su propia luz divina. Esa noche pude concluir de la página y publicarla en la red cerca las dos de la madrugada. Mientras trabajaba con entusiasmo frente al computador, una paz sublime invadió mi corazón. Pude sentir perfectamente en mi alma el Amor de Dios y la espontánea sonrisa del padre Hurtado.

El suministro de luz llegó al sector sólo al mediodía siguiente, mi casa definitivamente fue la única que contó con luz desde la noche anterior, siendo que el alumbrado público estaba dañado para toda el área. Mis vecinas nunca habían querido referirse al hecho, solo ahora después de enterarse de otras pequeñas gracias. Esa vez Imaginé que alguno de los testigos habría buscado alguna explicación lógica para todo esto. Sin embargo, sentía que mi teoría entraba sólo en la lógica de Dios y su lógica suele ser opuesta a la de los hombres: Simplemente Dios había intervenido para ayudarme a publicar la entrevista esa misma noche pues tenía la urgencia de decirnos, mediante el relato, que si un padre fue capaz de ofrecer la vida por su hija, DIOS PADRE, QUE ES EL AMOR MISMO, cuanto más podría hacer por nosotros en su infinita Misericordia...

... y que sólo la luz divina es infalible...


Nota: Debo aclarar que el sitio web en cuestión, donde se hallan las entrevistas que menciono, está inactivo, pues lo estamos renovando por completo. Cuando ya esté de nuevo en internet, publicaré aquí la dirección...
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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 3:56 am    Asunto: Relatos: La voz de Jesus y el Libro perdido
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

Este es uno de los relatos mas cortitos, pero para mi es muy hermoso...
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La voz de Jesús...

Enero de 2005



Una madrugada salí al pasillo del jardín de mi casa. Estaba pensando en todas las gracias que me han venido ocurriendo desde hace años. Me senté a observar las estrellas un momento y entonces me dirigí al padre Pío diciéndole “¿Padre, podrías preguntarle a Dios o a Jesús por qué me regalan gracias tan hermosas?... porque la verdad es que no entiendo nada”. Así, después de este pensamiento tan simple y sin esperar ninguna respuesta a cambio, entré a la casa y después de un rato me fui a dormir a mi habitación. Recién estaba acomodando la cabeza en la almohada cuando escuché de lleno en mi oído izquierdo una voz masculina y serena que me dijo nítidamente: "Porque te quiero...". Asustada di un salto en la cama y volviendo mi cuerpo pregunté en voz alta "¿quien es?¿quien anda allí?", a la vez que encendía la luz del velador. Sabía que no era Roberto, mi marido, que esa noche había subido a dormir con nuestro hijo mayor. Sabía que no era él, pues el timbre de voz era muy distinto. Entonces salí de la habitación pensando en que tal vez hallaría a un extraño dentro de la casa. Pero no, no había nadie...

Muy extrañada volví a mi cama para acostarme. Con mi cabeza apoyada sobre la almohada traté de analizar lo sucedido. Entonces logré recordar desde donde había provenido la voz y volteando la cabeza fijé los ojos en el punto exacto: la pared del respaldo de la cama. Estupefacta vi que en el lugar colgaba el crucifijo de la habitación.

Sólo allí pude relacionar el hecho con la pregunta que había hecho momentos antes al padre Pío... y emocionada hasta las lágrimas me di cuenta que Jesús mismo había venido a contestar que me regala todas estas hermosas gracias con estas sencillas palabras: “Porque te quiero...”[/quote]

KEKA114 escribió:
Smile Son muy bonitos tus testimonios...transmiten mucha paz y alegria, pero sobre todo el amor de Cristo!

Alabado sea el Senor!


susana riquelme escribió:
Yo diría que muestran que Jesús siempre está con nosotros... que no es necesario ser un persona tan elevada espiritualmente. El nos demuestra con respuestas muy sencillas y con detalles cotidianos cuanto nos ama.


KEKA114 escribió:
susana riquelme escribió:
Yo diría que muestran que Jesús siempre está con nosotros... que no es necesario ser un persona tan elevada espiritualmente. El nos demuestra con respuestas muy sencillas y con detalles cotidianos cuanto nos ama.


Asi es! Smile Todo porque nos quiere!


susana riquelme escribió:
...Y gratuitamente...!!!!


Albert escribió:
Hermanas Susana y Keka:

¡Paz y bien!

Jesús siempre nos habla de las maravillas que abundan en su corazón...siempre. Es menester nuestro estar atentos a su Palabra. Gracias Susana por ser instrumento de Dios y por escuchar en tu palpitar, los latidos de su corazón. Dios les colme de bendiciones.


Maru Courtney escribió:
susana riquelme escribió:
Este es uno de los relatos mas cortitos, pero para mi es muy hermoso...
...............................................................................

La voz de Jesús...

Enero de 2005

Una madrugada salí al pasillo del jardín de mi casa. Estaba pensando en todas las gracias que me han venido ocurriendo desde hace años. Me senté a observar las estrellas un momento y entonces me dirigí al padre Pío diciéndole “¿Padre, podrías preguntarle a Dios o a Jesús por qué me regalan gracias tan hermosas?... porque la verdad es que no entiendo nada”. Así, después de este pensamiento tan simple y sin esperar ninguna respuesta a cambio, entré a la casa y después de un rato me fui a dormir a mi habitación. Recién estaba acomodando la cabeza en la almohada cuando escuché de lleno en mi oído izquierdo una voz masculina y serena que me dijo nítidamente: "Porque te quiero...". Asustada di un salto en la cama y volviendo mi cuerpo pregunté en voz alta "¿quien es?¿quien anda allí?", a la vez que encendía la luz del velador. Sabía que no era Roberto, mi marido, que esa noche había subido a dormir con nuestro hijo mayor. Sabía que no era él, pues el timbre de voz era muy distinto. Entonces salí de la habitación pensando en que tal vez hallaría a un extraño dentro de la casa. Pero no, no había nadie...

Muy extrañada volví a mi cama para acostarme. Con mi cabeza apoyada sobre la almohada traté de analizar lo sucedido. Entonces logré recordar desde donde había provenido la voz y volteando la cabeza fijé los ojos en el punto exacto: la pared del respaldo de la cama. Estupefacta vi que en el lugar colgaba el crucifijo de la habitación.

Sólo allí pude relacionar el hecho con la pregunta que había hecho momentos antes al padre Pío... y emocionada hasta las lágrimas me di cuenta que Jesús mismo había venido a contestar que me regala todas estas hermosas gracias con estas sencillas palabras: “Porque te quiero...”


Querida Susana, hablando de Testimonios....te comparto que en este momento al leerte se que Dios y Padre Pio me han contestado.
He estado en oracion, ya que soy un poco esceptica, te lo confieso, y despues de leerte aqui, me han confirmado lo que yo pedia.

Albert, tu que me conoces te imaginas la alegria inmensa que me dio al leer lo que puse en Negritas.

Bendito y Alabado sea Nuestro Señor, Gracias al Padre Pio por quererme tanto y darme esta certeza y esta paz en el corazon.


Albert escribió:
Hermana Maru:

¡Paz y bien!

Así es Maru, así es. Dios te bendiga.



susana riquelme escribió:
Albert:
Puedes enviar a Maru, lo que ayer compartí contigo. Así creo que ella sentirá mas confianza al leer aquel relato...


javi25 escribió:
lei el relato... y estaba por llorar... pero me contuve...

que lindo debe ser escuchar la voz propia de Jesus...

por cierto, muy bonito el relato, gracias por compartirlo


Profesora escribió:
Que bonito relato Susana, no hay nada más bello y más placentero que sentir el amor de Dios hacia nosotros.


DIOS TE BENDIGA


susana riquelme escribió:
si, y estas cosas a todos nos pueden suceder y en el momento menos esperado...


javi25 escribió:
Cita:
si, y estas cosas a todos nos pueden suceder y en el momento menos esperado...


asi que mejor que no esperemos... Wink


susana riquelme escribió:
EXACTO JAVI!!! HAS DADO EN EL CLAVO!!!

Si alguna vez yo hubiera esperado estos regalitos, ten por seguro que no hubieran llegado...

Como me dice un sacerdote al que quiero mucho:

"Cuando las cosas son desconcertantes, es que vienen de Dios..."


javi25 escribió:
Mr. Green

una vez en la peregrinacion a la Virgen del Rosario de San Nicolas (Argentina) estaba deseoso que se repitiera el milagro del sol, como habia sucedido varias veces antes...

Obviamente que no paso nada Sad

Pero me levanto todos los dias, y para mi, me alcanza por ahora, que aun logro dominar la ansiedad Wink


susana riquelme escribió:
pero te apuesto Javi, que por estar atento al milagro del sol, te perdiste de muchos regalitos celestiales que Dios te estaba haciendo.... Very Happy



El libro perdido
(31 de marzo del 2005)



El viernes 11 de marzo Oscar hizo una reunión en su casa con nuestros amigos de la Comunidad del Aire. Antes de llegar los invitados ofreció prestarme, no sin antes encargármelo muy bien, uno de sus libros más queridos, llamado “Respuesta al amor. El Camino Franciscano hacia Dios”, un libro que, obviamente, trata sobre el pensamiento de San Francisco de Asís. El contenido era tan hermoso, que un día pensé fotocopiarlo después de la misa dominical. Entonces salí de mi casa y tomé el colectivo para dirigirme a la capilla donde asisto, pero en medio de la misa noté que no lo tenía en las manos y que se me había quedado olvidado en el colectivo. Al terminar la misa fui a ambos paraderos durante varios días y llamé por teléfono para ubicar al conductor. Como fui la última en bajar del colectivo pensé que el libro había quedado allí, pero mi búsqueda fue inútil, el libro no apareció nunca.

Lo busqué en librerías católicas para comprarlo. Confieso que ni dormía bien por las noches con el remordimiento, hasta consulté con fray Tomás Galvez, un franciscano español, que me sugirió seguir buscándolo acá en Chile, que es donde se imprimió hace años, pero más me aconsejó confesarle la pérdida del libro a Oscar.

Algunos días después debía reunirme por otros motivos con el padre Ignacio Larrañaga, que coincidentemente había sido el fundador de las imprentas franciscanas que acá en Chile habían editado el libro en cuestión. Pensé que el padre podría indicarme donde adquirirlo, así es que le conté lo sucedido pero me aconsejó buscarlo en internet y tratar de dar con alguna librería católica en Valencia, España, donde quizás podría hallarlo. Le pregunté si acá en Chile estaría en venta aún y me dijo "es muy difícil, pues se editó hace unos 25 años, pero a lo mejor, tal vez como un hecho excepcional, podrías ir a preguntar a los hermanos del templo de San Francisco”. Finalmente me dijo: "Hijita, esta vez no te encomiendes a los santos. Cristocéntrate, pídele a Jesús..."

Dos días después de la visita al padre Ignacio estaba resuelta a confesarle a Oscar que había extraviado el libro, pero sin embargo después de almuerzo tuve un presentimiento. Inmediatamente tomé mi cartera y salí a tomar un colectivo hacia el centro de Santiago, pensando en ir buscarlo a la Iglesia de San Francisco o a las librerías de calle San Diego. Me bajé en la calle San Francisco y caminé hacia el templo donde visité todas las imágenes que hay en el lugar. Me detuve frente a las imágenes de fray Pedro Berdecci, Santa Clara, San Francisco, el Padre Pío, San Antonio, pero me detuve como nunca lo había hecho en un Cristo crucificado, recordando lo que el padre Ignacio me había dicho, que me “Cristocentrara”. Me arrodillé frente a Jesús crucificado y lo tuve para mí solita. Le dije "Señor, yo sé que no quieres que me preocupe, que confíe en ti, que deje todo en tus manos, que tú te encargarás, ya lo dijiste... Muy bien, entonces eso hago ahora, confío plenamente en ti y si tú inspiraste a que viniera hoy acá es porque el libro anda por aquí cerca y tú quieres ponerlo en mis manos, entonces no me queda más que agradecerte de antemano porque yo confío en ti..." Así me quedé un ratito observándolo, y me atreví a darle diez minutitos para poner el libro en el lugar exacto donde debería ir a buscarlo...

Después salí del templo, pensaba caminar por calle Londres para buscar alguna librería pero antes quise entrar al museo de San Francisco. En el pasillo de entrada vi un pequeño quiosco y pregunté al encargado si habría alguna tienda de libros religiosos allí adentro. Me contestó que sólo existe una tienda de artículos decorativos, pero que allí podría preguntar donde vendían libros religiosos. Crucé el jardín y entré en la bonita tienda. Era cierto, sólo habían retablos, crucifijos y pequeños artículos religiosos. Entonces me acerqué a la vendedora para preguntar si había alguna librería católica en las cercanías y le conté que recién le había pedido a Jesús que me llevase hasta donde debiera hallar un libro que se me había extraviado y que necesitaba devolver. La vendedora me dijo: "Mire, recién vino el padre Juan que viene llegando de España y me trajo unos libritos por si alguien quiere comprar alguno. Son esos que están sobre el mostrador, vea si hay alguno que le interese". Sin gran ilusión me acerqué a ellos, observé que eran cinco, cuando atónita alcanzo a divisar entre ellos uno que me parecía conocido, así es que pedí a la vendedora que me lo alcanzara. Grande fue mi sorpresa al constatar que ¡era el libro que buscaba, idéntico al ejemplar que había perdido!, Casi me caí de espaldas, el mismo año, la misma portada, pero esta vez sin uso... No lo podía creer! tampoco la vendedora cuando se lo conté... desconcertada y emocionada me dijo ... "Miré, si fue un hecho inusual lo que hizo este padre, de entregarme estos libros que había traído desde España, porque acá nunca he vendido libros, solo adornos y postales, ¡Este que usted lleva es el único ejemplar que hay, yo ni lo alcancé a hojear..!". También me sorprendí al saber que el sacerdote había entrado solo unos minutos antes de que yo llegara a la tienda. Calculo que debe haber sido mientras me despedía agradeciendo a Cristo crucificado...

Me imagino que todo esto pasó para hacerme comprobar lo que el padre Ignacio me dijo... "Cristo es el centro de todo, a El hay que dirigirse" y eso fue lo que hice en el templo antes de ir a buscar el libro...

Al salir de la tienda volví al templo, hice el mismo recorrido, por cada uno de los santos y al final, el broche de oro: visité a Jesús para agradecerle infinitamente el gran regalo que me hizo: devolverme el libro para Oscar... eso sí, igual lo fotocopié, pues definitivamente ya no hallaré otro igual...

Días después debía reunirme con el padre Ignacio para una cita fijada anteriormente. Después de nuestra conversación le conté muy entusiasmada que había hallado el libro. Me pidió que le contara lo sucedido, así lo hice y sonriendo concluí diciendo: “¡Padre, me cristocentré, tal como usted me había aconsejado!” Y el padre Ignacio, pasmado, mientras se secaba la frente con un pañuelo me contestó: “Hija, es verdad que te dije eso y que le pidieras, pero me refería a que le pidieras consuelo, no el libro...! pues era imposible hallarlo” Y mirándome fijamente a los ojos concluyó exclamando muy conmovido “¡Cuánto te ama Dios, hijita mía, cuanto te ama...!”


Nota: Devolví a Oscar su libro, y le dije que este ejemplar es especial, porque se lo enviaron Jesús y San Francisco de Asís...

*******************************************************************************************

KEKA114 escribió:
Smile Emocionate! Testimonio de que Jesus nos escucha y nos habla de muchas maneras! Gracias por invitarnos a "Cristocentrarnos"....y tambien a tener mas devocion por los santos!


Albert escribió:
Hermana Susana:

¡Paz y bien!

¡Hasta el P. Ignacio Larrañaga se sorprendió de tu fe! Hermoso testimonio que evidencia los pequeños milagros de la fe, y de paso evidencia que Dios siempre estará en lo sencillo y nosotros nos empeñamos en buscarle en lo inmenso. Dios te colme de bendiciones.


Eufemia escribió:
Que lindo testimonio...

Me hace pensar en varios casos milagrosos que sucedieron con muchos santos Wink


susana riquelme escribió:
Gracias Eufemia por tus palabras, pero Albert ha explicado muy bien... a Dios hay que buscarlo en todo lo cotidiano y sencillo... Es cosa que mires a tu lado y verás que Dios se te manifiesta de mil maneras...


Maru Courtney escribió:
Bendito sea Dios, como te ama!!!!!! me encanta leerte, es como estar mas cerca de Nuestro Señor!!!

Gracias!!!


Profesora escribió:
susana riquelme escribió:
Gracias Eufemia por tus palabras, pero Albert ha explicado muy bien... a Dios hay que buscarlo en todo lo cotidiano y sencillo... Es cosa que mires a tu lado y verás que Dios se te manifiesta de mil maneras...



Tienes mucha razón Dios esta presente hasta en la más pequeña de las cosas y se nos manifiesta de mil maneras que a veces no nos damos cuenta.


DIOS TE BENDIGA


susana riquelme escribió:
Gracias Profesora...

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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 4:12 am    Asunto: Un día antes de partir Juan Pablo II
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

Un día antes de partir Juan Pablo II

2 de abril de 2005



El día viernes 2 de abril los informativos anunciaban la gravedad del estado de salud del Papa Juan Pablo II. Todo indicaba que su partida era inminente. Consternada como todos quise orar por su alma y por toda la Iglesia Católica, asi es que aproximadamente a las 15.50, me dirigí a mi habitación con esa intención. Arrodillándome junto a la cama tomé mi rosario, la reliquia del padre Pío, una medalla con su rostro, la imagen digital impresa de San Francisco de Asís e imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen de los Rayos, patrona de mi colegio.

Comencé con un Padre Nuestro, seguido de Ave Marías. Apenas llevaba unos minutos orando cuando oí el bullicio de una procesión afuera de mi casa. Era un hecho insólito, dado que vivo en un sector poco transitado. Un gran número de personas caminaba a unos metros de la ventana de mi habitación. Las cortinas estaban cerradas, pero se oía perfectamente la algarabía de una multitud, risas y exclamaciones de felicidad. En ningún caso aquellas personas transitaban en actitud de pesar, si no todo lo contrario. También escuché el alegre replicar de muchas campanas. Pensé que pertenecían a todas las capillas cercanas, desde donde se habrían organizado rápidamente muchas comunidades para orar en procesión por el Santo Padre.

Maravillada por esta buena idea tomé todo mi "arsenal" de oración dispuesta a sumarme a la procesión. Entonces cogí las llaves de la casa e involuntariamente me fijé en el reloj despertador: marcaba las 15.57 horas.

Entusiasmada me dirigí con prontitud hacia la puerta que da al jardín de la casa. Al abrir la puerta grande fue mi sorpresa: Había un silencio total y ¡No había nadie en la calle!. Confundida sentí que mis piernas se doblaban, así es que me quedé apoyada en la puerta por unos minutos hasta que pude reponerme de la impresión. Esa tarde estuve muy pensativa. No lograba entender lo que había sucedido.

Al otro día, sábado 3 de abril, las noticias eran preocupantes. La prensa sólo informaba acerca del estado crítico de la salud del Papa. En la tarde los noticiarios comunicaron que el Papa había fallecido a las 15.57 horas de Chile. ¡Precisamente 24 horas después de haber escuchado la procesión y las campanadas afuera de mi habitación!. Ahora todo cobraba sentido, pues me daba cuenta de que el bullicio que había oído afuera de la casa era propia de una algarabía celestial.

Estaba atónita! Pero sí estaba segura de algo: el Papa ya había entrado al Cielo y ahora estaba siendo recibido por todos los Bienaventurados, y que la fiesta sería en grande allá arriba.

Debo admitir que mi actitud era opuesta a la gran tristeza que embargaba a todos, pero yo sólo podía sonreír abiertamente. ¡No podía evitarlo! ¿Cómo iba a sentirme triste por el Papa?. Recuerdo que en la tarde fui a comprar a un almacén cercano y en el camino miraba hacia el cielo con una sonrisa de oreja a oreja. Pocos podrían comprender mi actitud. Si soy católica, para muchos debería mostrarme acongojada, pero no, no era así. Me sentía inmensamente feliz por el Papa Juan Pablo II. Tenía la certeza de que había entrado con todo su esplendor a la Iglesia Triunfante.

Me atrevo a pensar que si bien el Papa Juan Pablo II ha abandonado la tierra a edad avanzada y con múltiples dolencias, él debe haber entrado en cuerpo glorioso al Paraíso. Supongo que nada imperfecto puede entrar allí. Cuando el padre Pío dejó la tierra, su cuerpo estaba maltrecho por las enfermedades y la edad avanzada. Sin embargo, cuando lo vi en la visita que me hizo en el hospital, tenía la mejor de las apariencias. Por lo tanto Juan Pablo II hoy también está en los Cielos en todo su esplendor.

Los noticiarios presentaban la cronología de su agonía y decían que sus últimas palabras antes de morir fueron "Por fin han venido. Los he buscado toda la vida". Los comentarios aducían que se refería al gran número de jóvenes que habían llegado hasta la Plaza de San Pedro para despedir a quien sería recordado como uno de los Papas más amados de la historia. Sin embargo, creo no estar equivocada al pensar que no se refería a ellos, a los jóvenes, sino a algunos santos que deben haber estado frente a él para acompañarlo y conducirlo en su tránsito celestial. Para mí, el Papa ya está en la Gloria de Dios, ya es santo para nuestro Padre Celestial. Sólo falta que la Iglesia peregrina pueda llevarlo a los altares.

Toda la vida amé a este Papa. Seguía cada noticia de él. En su visita a Chile el año 1987, me levanté a las 5 de la mañana para poder llegar con anticipación al frontis de la Universidad Católica de Chile y ocupar un buen lugar para verlo, aunque fuera sólo unos minutos, aunque si bien mi posición era privilegiada, tuve que cederla para poder dedicarme a ayudar a otras personas que bajo el sol se habían sentido descompuestas. También recuerdo que en el Encuentro de Jóvenes en Toronto, Canadá el año 2001 mientras trabajaba escuchaba con audífonos Radio María que hacía las transmisiones. Vibré notoriamente con cada una de las intervenciones que hizo el Papa y más aún cuando relataban la forma en que disfrutaba el himno del encuentro, cuyos autores eran jóvenes chilenos. Mis compañeros de trabajo sonreían al verme saltar de felicidad cuando oía los detalles del discurso papal.

No me cabe ninguna duda de que Dios, en su infinita Misericordia, quiso darme un regalo más, sin merecerlo y sin haberlo pedido: Saber con toda certeza que los santos estaban preparando la fiesta de bienvenida al Papa Juan Pablo II y que él es ya es uno de los Bienaventurados.

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Maru Courtney escribió:
Susana, este relato me impresiono muchisimo ya que es muy parecido a lo que yos enti aquel dia.

Aunque yo no escuche con los oidos, si con mis sueños, y senti como Nuestro Queridisimo Papa Juan Pablo II era recibido con alegria en el cielo.

En mi corazon existe la certeza de que El, goza en la presencia de Nuestro Señor desde el momento en el que nacio a la vida eterna, sin pasar ni un segundo por el purgatorio.

Que bello que tu si lo escuchaste!


susana riquelme escribió:
Así es querida Maru... Juan Pablo II se fue "derechito al cielo" y la fiesta en el Cielo fue descomunal!!! por la algarabía y campanadas que escuché con anticipación...


roberto viera gonzalez escribió:
¡Qué bellos relatos! Yo le debo el inicio de mi conversión al Papa Juan Pablo II. Estando en Roma con unos amigos, recuerdo que la idea era recorrer parte del sur de Italia. Corría en año 1979. Quise quedarme en un albergue muy cerca de la Vía de la Conciliacione. Me impresionó el edificio de la Iglesia San Pedro. Las ventanas. Y de repente la aparición del Papa. Yo ya no era muy joven. 27 años. Pero, necesitaba darle sentido a mi vida. Había en ella demasiado desorden, mucha fiesta, mucha farándula. recuerdo que al verlo me impresionó la relación de su cuerpo tan chiquito en la inmensa ventana, en el robusto edificio.
Pensé en el poder de Dios. En qué se basaba ese poder. Cómo lograr ese poder. Es verdad, en ese tiempo me interesa el poder. ¡había sido yo tan pobre cuando pequeño! Se lo comenté a un cura que estaba en la gran Plaza igual que yo. y recuerdo que me dijo: La oración, la oración.
Increíble, Susana. Ya no me interesa el poder. Sólo me interesa mi oratorio. Todos los oratorios del mundo. Entro a él cada mañana a las 3am en punto. Cierro la puerta y espero. enciendo una velita y espero, y mientras le rezo a la Virgen Santísima, el Santo Rosario.

Muy lindo tu relato. ¡qué Dios nos bendiga!



susana riquelme escribió:
Querido Roberto:
Que bello testimonio el tuyo...!!! Cuantas hermosas conversiones debe haber inspirado Juan Pablo II acá en la tierra y cuantas más ahora desde el cielo...!!!
Que contundente es tu mensaje. Dios se nos manifiesta, con fuerza y en plenitud, en nuestro interior a través de esa herramienta tan íntima y tan poderosa a la vez, que es la oración...


llazcano13 escribió:
A mi me pasó esto que compartí en un tema del Circulo de Oración:

Yo estaba pasando por una depresion severa, mi hermano queria irse de ilegal a trabajar en Estados Unidos, por dinero (a pesar que tenia ya una licenciatura y una maestria, pero el sueldo que ganaba aqui no correspondia a sus aspiraciones); mi mamá sufría mucho de ver a su hijo a punto de emprender un viaje lleno de peligros (y sin necesidad de hacerlo); no quería que su familia se separara

Un día yo llevaba en el carro un sobre con la imagen de Juan Pablo II, que entonces todavía vivía. De regreso del trabajo, me detuve en la parroquia cerca de mi casa, y sin saber porqué, le pedí a Juan Pablo II que nos hiciera el milagro que tanto pedía mi mamá. En ese momento sentí un movimiento rapidísimo y apenas perceptible en los arboles arriba del carro, y del sobre oí que cayó algo muy pequeño al piso en el coche. Era una medallita milagrosa de la Virgen (la de Sta. Catalina de Subirous), que llevó en una cadenita que me pongo al cuello desde entonces.

Después de esa "materialización" me fui a orar a la Iglesia y Dios permitió que hiciera una obra de caridad por una persona muy necesitada que se acercó a mi, preguntando si podía lavar mi carro y luego me contó una situación muy difícil que estaba viviendo.

Mi hermano al final no se fué a Estados Unidos, y mal que bien salimos adelante de la crisis familiar de ese momento.

Yo pienso que fue un aviso de la Virgen para tranquilizarme y confirmar que el milagro que había pedido por intercesión de Juan Pablo II se había concedido. No sé si la materialización haya sido eso realmente o una feliz coincidencia, ya que la medallita podría haber estado en ese sobre con la imagen de JPII, sin saberlo yo antes (mi mamá pensó que esa es la explicación lógica, ya que está muy delgadita).

Pero para mi es algo muy especial esa medallita, y por la forma en que vino a mí, creo que fue un aviso del Cielo


llazcano13 escribió:
Cita:
Sta. Catalina de Subirous


me equivoque, era Sta. Catalina Laboure... bueno, ya saben cual medallita me refiero verdad?



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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 4:17 pm    Asunto: Hermosos Detalles de San Francisco de Asís
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
Responder citando

Hermosos Detalles de San Francisco de Asís

Primera semana noviembre 2004



Durante ese tiempo, iba cada tarde a casa de Oscar. En el segundo piso mi amigo había habilitado una oficina donde ambos ideábamos y trabajamos nuestro sitio web de evangelización católica. Por las tardes casi siempre estaba sola, pues Oscar también debía atender sus trabajos de arquitectura.

Un día al subir a la oficina, Oscar me mostró muy orgulloso el obsequio que le había hecho una prima suya. Era una figurita de madera de unos veinte centímetros de altura que representaba a San Francisco de Asís, y que lo mostraba llevando un pajarito en una de sus manos extendida, mientras la otra estaba puesta sobre su corazón. Mi amigo, feliz con el lindo regalo, lo puso sobre el disco duro de su computador, que se hallaba sobre su escritorio, a unos metros del mío.

En los siguientes días, en una de las tardes en que trabajaba sola en la oficina, imprevistamente por la ventana de Oscar entró un pajarito. No me causó tanta curiosidad hasta que comenzó a revolotear alegremente entre la figurita de San Francisco y el espacio en que me encontraba... Lo hallé simpático, pero no le di mayor importancia. Al otro día martes, por la tarde, mientras estaba sola, nuevamente entró un pajarito por la misma ventana. Ahora estaba más avezado, pues revoloteaba insistentemente sobre mi cabeza. Allí ya comencé a encontrar algo curioso el detalle. Los dos días siguientes, miércoles y jueves, sucedió lo mismo, y ya estaba algo desconcertada, pues llevaba meses yendo a la casa de Oscar y jamás había sucedido algo así y todos los días seguidos. A estas alturas ya me percataba que el pajarito entraba aproximadamente a la misma hora: 3 de la tarde. Sin embargo, nunca esperaba que al día siguiente se repitiera la escena. Ya el día jueves cuando mi ilustre visitante entró raudo por la ventana lancé una gran carcajada... Era como mucho!!! Me puse a jugar con él por toda la espaciosa oficina, tratando de atraparlo. Jugué con él, a carcajadas, por espacio de unos veinte minutos hasta que resbalé y caí de espaldas... Ya en el suelo no daba más de la risa. El pajarito parecía celebrar por todo el cielo de la habitación mi estruendosa caída. Cuando me levanté, el pajarito tomó rumbo a la ventana y se fue.

Ya había pasado un buen rato del divertido acontecimiento cuando escuché llegar el automóvil de Oscar. Como no había visto a mi amigo en toda la semana, bajé al primer piso a comentarle todo lo que me había ocurrido en esos días con respecto a su figurita de San Francisco y el pajarito visitante... Oscar estaba con Pía, su esposa, así es que les conté a ambos estas situaciones... Mi amigo me dijo que era imposible lo que le contaba pues él había vivido desde pequeño en esa casa y nunca había escuchado a alguien que le hubiera sucedido algo similar y menos todos los días y en la misma habitación...

Al día siguiente, viernes, ya me había olvidado por completo del asunto. Llegué, como cada tarde a casa de Oscar y subí al segundo piso. Estaba trabajando frente al computador cuando Pía subió a ofrecerme un jugo. Nos pusimos a conversar y estábamos en eso, cuando el ilustre visitante hizo su triunfal entrada por la ventana... Pía me miró atónita ¡ahora podía ver con sus propios ojos como el pajarito insistía en volar entre la figurita de san Francisco de Asís y mi cabeza...! Grande fue la risotada que lanzamos al unísono. En forma instintiva nos pusimos a jugar, como dos niñas pequeñas, persiguiendo al pajarito por toda la oficina... Cuando se fue el ilustre pajarito, con Pía no dejábamos de reír comentando la que, a estas alturas, considerábamos una dulce y simpática manifestación de San Francisco, toda vez que a este santo siempre se le ha identificado con tan diminutos y frágiles seres de la Creación...

Pero parece que la cosa recién estaba empezando. A unos pocos días, una mañana salí al patio interior de mi casa para regar las plantas y arbolitos que tenemos allí. Recién había abierto la llave del agua cuando comencé a advertir que llegaban muchos pajaritos a la terraza. Pensé que siendo primavera era normal, sin embargo me parecía curioso que no se quedaran en los árboles o revolteando en el cielo, sino que bajaban sin ningún temor al piso y se ponían junto a mí. Pero cuando la situación ya comenzó a parecerme sospechosa, cuando reparé que el número de pajaritos crecía. Deben haber sido a lo menos unos cincuenta pajaritos parados junto a mí mientras regaba. Me sorprendí cuando al recordar al pajarito de la oficina y la figurita de San Francisco de Asís, se abrió un silencio absoluto, casi sepulcral. Entonces miré al cielo y lo aprecié más celeste que nunca, más transparente que nunca, parecía que el sol era más radiante que todos los días. Emocionada y asustada fui a cerrar la llave del agua y entré rápidamente a la casa. Estaba confundida, no sabía que pensar. Sin volver a mirar a la terraza, después de unos minutos, me dirigí al jardín anterior de la casa, para seguir regando plantas. Caminaba hacia la llave del agua de la entrada cuando sentí un suave ruido que me hizo volver la mirada hacia arriba y vi como por encima de la casa, venían desde el patio trasero un gran grupo de pajaritos, que nuevamente se posó a mi lado con total mansedumbre y sospeché que eran los mismos que minutos antes estaban junto a mí en el patio interior.

Ahí si que no resistí, cerré la llave del agua y corrí nuevamente atemorizada hacia la casa. Desde adentro observé por un buen rato como las avecitas se quedaron allí jugando en el jardín, revoloteando cerca de la ventana donde me encontraba.

Las tres noches siguientes con Roberto, mi marido, casi no pudimos dormir por el bullicioso, interminable pero jubiloso canto de un gran número de pajaritos, que llegaba a posarse en el pitosporo que tenemos por fuera de la ventana de nuestro dormitorio. Roberto, ya después de la tercera noche, se veía fastidiado y se refería con palabras un poco groseras a estos pajaritos, pues nos era imposible conciliar el sueño. Jamás antes, ni después, hemos vivido algo así en los once años que llevamos en nuestra casa.

El último día que percibí estas curiosas manifestaciones estaba afuera de la casa regando los árboles de la calle. De improviso noté que un grupo de unos diez pajaritos se posaron en el pequeño encino que tenemos frente a la casa. Me corrí con la manguera al árbol de Gonzalo, nuestro vecino y el grupo de pajaritos voló hacia la copa de ese árbol. Me volví de nuevo con la manguera hacia nuestro encino y otra vez el grupo de pajaritos voló hasta allí y así, se repitieron los gracioso vuelos como por unas ocho veces. Percibía claramente que los pajaritos estaban jugando conmigo, hasta que por fin decidí entrar a la casa. Esa misma tarde, cuando fui a comprar el pan a un almacén que está a dos cuadras vi que un pajarito me acompañaba de árbol en árbol mientras caminaba. Y a la salida del almacén hizo el mismo recorrido de vuelta...

Pareciera que todos estos detallitos, con el natural sello de San Francisco de Asís, anticipaban la enorme gracia que unos días después Dios me regalaría... (Gracia que no puedo incluir acá, lamentablemente, debido a la intensidad y amplitud de ese acontecimiento. Dios quiera que algún día pueda darla a conocer, sólo si es Voluntad de El y no la mía... pues todo ha sido obra y regalo suyo...)


Marzo de 2007


Hace unos días, una mañana mientras trabajaba en mi casa frente al computador, observaba el retrato a lápiz que hice de San Francisco de Asís y que tengo colgado sobre el escritorio. Por mi mente pasó preguntar si él se acordaría de mí, después de más de dos años de tan lindos detalles y gracias recibidas. Me respondí que no, que no se acordaría de mí, después de todo es San Francisco de Asís, el santo mas conocido y amado... Me dije “Debe estar ocupadísimo para recordarme...” Así, con este sentimiento de nostalgia me olvidé del asunto y seguí con mis quehaceres.

Esa tarde vinieron Xavier y Claudia, amigos cómplices que conocen todos estos regalitos celestiales. Venían a dejarme una imagen de Jesús sobre la que debería trabajar para hacerles un pendón para Cuaresma. Al marcharse, mientras subían al vehículo, Xavier me dijo que cuando venían en camino lo había llamado un amigo suyo, que necesitaba contactar una diseñadora gráfica a quien encargar todos los trabajos que necesita en el colegio del que es dueño y director. Xavier contó que me había recomendado muy complacido, pues me conoce y sabe que su amigo estaría contento con mi trabajo. Sabiendo que he optado por dejar el mundo laboral de este mundo, para dedicarme a trabajar sólo para Dios, me dijo, así como para convencerme, que su amigo era un laico muy comprometido con la Iglesia. Cuando le pregunté el nombre del colegio me contestó: “San Francisco de Asís” y me preguntó si me gustaría hacer esos trabajos. Muerta de la risa exclamé “¡Xavier, si es para San Francisco de Asís!” Recién allí mis amigos se percataron de la nueva y hermosa diosidencia y lanzamos una enorme carcajada.

Cuando se fueron, entré rápidamente a la casa y frente al retrato de San Francisco le dije muy conmovida y agradecida.. “No me has olvidado... sabes que yo tampoco a ti...”

Francisco sabe que soy diseñadora y que he abandonado el trabajo terrenal y comercial, para colaborar gratuitamente con quienes en la Iglesia no tienen el dinero para pagar servicios de diseño que les ayude a difundir los trabajos propios de su apostolado. Ahora Francisco me ha traído un trabajo dentro de la Iglesia, pero donde también pueda recibir recursos que me puedan ayudar a solventar los gastos que, como todos, debo pagar. Esa mañana había terminado el sitio web que ofrecí hacer a un sacerdote ermitaño para su pequeña Comunidad en España. Francisco sabe que lo hice con gran Amor a Dios. Cuando relaté este episodio al sacerdote, muy emocionado me contó que san Francisco de Asís es el santo que influyó en su santa vocación de vida contemplativa hace ya más de treinta años y le hizo enamorarse profundamente de la vida ermitaña que lleva, lejos de los engaños del mundo terrenal.

No dudo que San Francisco ha tenido relación con nuestro inesperado contacto para que primero hiciera el trabajo para la Comunidad religiosa y después, quedando conforme con este encargo celestial, me había conseguido un trabajo remunerado pero siempre relacionado a la Iglesia. Si me hizo llegar a un colegio que llevara su nombre: “San Francisco de Asís” era para hacerme saber que no, que nunca me ha olvidado...

Ahora puedo decir con alegría y convicción: “Dios provee, y San Francisco también



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El verdadero retrato de San Francisco de Asís...
12 de octubre de 2006.


El miércoles 11 de octubre recibí el llamado de don René Espejo. Una amiga le había comentado brevemente la visita que el padre Pío me había hecho en el hospital hace más de dos años. Don René le había pedido mi número telefónico para conversar conmigo y ahora me solicitaba que nos reuniéramos para que le relatara en persona estos hechos. Quedamos en que lo visitaría en su departamento al día siguiente.

El jueves, después de mi jornada de trabajo pasé a un local de impresión digital a sacar copias de la imagen de san Francisco y de los testimonios que llevaría de regalo a las hermanas del Convento Santa María del Carmelo de Puerto Montt que visitaría el fin de semana siguiente, llevada por Claudia y Xavier, cuñados de Oscar Silva. Después de tener las copias me fui al departamento de don René. Me invitó a pasar y hablamos del padre Pío, de cómo me aceptó como hija espiritual y de la visita que me hizo en el hospital.

Después me contó que él es un hombre enamorado de Jesús, que había decidido ser monje trapense en su adolescencia, pero que sus padres no consintieron. También intentó ingresar a los benedictinos y a los franciscanos, pero tampoco se le permitieron. Sin embargo, al fallecer su padre este le pidió perdón por haber interferido en sus deseos y ahora a los sesenta años, soltero y sin hijos, lleva una vida de laico comprometido, un monje en medio de este mundo.

Siguiendo con nuestra conversación le pregunté a que santos amaba y me contestó que habían tres que a él le llamaban mucho la atención por su humildad: San Martín de Porres, Juan Pablo I –Albino Luciani- y especialmente San Francisco de Asís a quien admiraba desde siempre y me confesó que durante el último mes se había obsesionado en recorrer distintas librerías de Santiago hasta encontrar su verdadera imagen y enmarcarla en un cuadro que pondría en su habitación. Había rogado insistentemente a Dios para que lo llevara hasta esa imagen y lo iluminara para reconocerla, entre tantas que existen de este amado santo. Me dijo que, sin embargo, había visto varias pero que pese a ser muy bonitas, ninguna le había convencido en la profundidad de su corazón.

Completamente impresionada e incrédula por lo que le oía le pregunté seriamente una y otra vez que más sabía de mí, si conocía a alguien que le hubiera contado mas de mi persona y le pedí que no me engañara y que no jugara conmigo. Lo vi desconcertado con lo que le estaba planteando. Ya convencida de que definitivamente no sabía nada más de mí le pedí que escuchara atentamente lo que a mi parecer Dios quería que le relatase. Así es como le conté la manera de cómo había sido movida a realizar el retrato de san Francisco de Asís. Don René estaba estupefacto con la narración y acto seguido saqué de mi portaplanos una de las copias digitales que traía conmigo. Le dije que me parecía que Dios quería que le entregase por fin el retrato que tanto había buscado.

Don René y yo estábamos completamente anonadados pues, según sus palabras, el había dejado los pies en la calle buscando la verdadera imagen de san Francisco y ahora una completa desconocida que no sabía nada de sus intenciones llegaba a su casa y le contaba esta experiencia totalmente inusual y le entregaba el retrato hecho por ella misma. Me decía que con esto le quedaba clarísimo que Dios lo había escuchado y que ahora tenía en sus manos la imagen que tanto anhelaba tener y que si yo había sido capaz de retratar a Francisco, pese a que partió hace 800 años, esto le daba crédito de que efectivamente estaba frente al auténtico san Francisco de Asís. Al observar la imagen me decía que ahora si sentía que este era el verdadero, y no el que mostraban las famosas pinturas y representaciones ampliamente conocidas.

Muy conmovido con este regalo de Dios para él, me obsequió una fotografía del Papa Juan Pablo I con una oración para su beatificación y una estampita con un pedacito de tela de la capa de este Papa. Me opuse a recibir este regalo pero don René quería manifestarme su profundo agradecimiento, en señal de lo importante que había sido para él lo sucedido aquella tarde en su departamento. Como último comentario me dice que llevará los relatos de la visita del padre Pío y mi visita al cielo a un gran amigo suyo que es superior de los franciscanos en Angol, pues desea animarlo en su enfermedad y en los problemas que ha tenido en su apostolado.

Llegada la noche nos despedimos, sabiendo que Dios nos había unido para siempre mediante este lindo episodio. Si he llegado hasta donde don René Espejo con el verdadero retrato de san Francisco es porque sin duda alguna Jesús lo ama mucho, por su entrega incondicional y porque pese a la oposición de sus padres había decidido mantenerse fiel a él durante todos estos años.

Hemos seguido en contacto frecuente. La última vez que nos reunimos a tomarnos un café me contó que fue a visitar a su amigo franciscano, que ya tiene un cáncer avanzado. Le contó mis relatos, y se los entregó impresos y al verlo tan conmocionado le entregó la copia del retrato a lápiz, que yo le había regalado. Su amigo se lo agradeció con mucha emoción. Don René, como sabe que ya somos entrañables amigos no dudó en regalarle la imagen, sabiendo que después le volvería a entregar otra copia del retrato del auténtico San Francisco de Asís...
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susana riquelme
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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 1:43 am    Asunto:
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales
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Una ayuda de la Virgen de los Rayos (de la Medalla Milagrosa)

Octubre 1992


Trabajaba en el departamento de gráfica de un canal de televisión. Para regresar a casa debía bajar en automóvil tomando la ruta llamada “La Pirámide” a un costado del cerro San Cristóbal, que es el cerro característico donde vivo, Santiago de Chile. “La Pirámide” en ese entonces era una ruta un tanto peligrosa, ya que al lado derecho de los automóviles que bajaban casi no había barras de protección para evitar desbarrancamientos, así es que había que tomar precauciones para bajar el camino, durante unos 10 minutos, que era el tiempo necesario para hacer el trayecto.

En ocasiones salíamos muy tarde por el exceso de trabajo, así es que cierta noche cuando apenas entraba en la ruta de “La Pirámide veo”, para mi asombro, que una densa neblina caía como una gran sábana blanca sobre todo el sector, fenómeno que nunca antes había visto allí. Como no era una ruta muy transitada y menos a esas horas de la noche, me desesperé, pues delante del automóvil no tenía ningún otro vehículo, cuyas luces posteriores pudieran ayudarme, como referente, a bajar el peligroso camino.

En aquel entonces, siendo católica, no asistía con frecuencia a misa, pero sí creía en Dios, pero más bien creía que se manifestaba a quienes si lo llevaban presente siempre en sus almas... Me sentí indigna de implorarle ayuda. En un segundo se me pasó la película de toda mi vida y recordando que había sido alumna de un colegio de las Hijas de la Caridad, visualicé en mi mente a la Virgen de la Medalla Milagrosa y llorando comencé a rezar una y otra vez la oración escrita allí: “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”... mientras, para mi entera desesperación, notaba que la cortina de neblina era tan densa que ni siquiera me permitía ver a los lados del automóvil, pues me era imposible divisar, por lo menos, la barra de separación con la vía contraria.

Mientras rezaba y bajaba con el máximo sigilo, como una ciega en medio de una blanca oscuridad, vi que delante de mí aparecían dos luces rojas... ¡Por fin un automóvil al que seguir! Por su baja velocidad supe que el vehículo bajaba con extremo cuidado y así procuré hacerlo también, llevando una distancia muy cercana pero también apropiada, en caso de frenar bruscamente. Pensé ahora que mis oraciones debían ser elevadas por el conductor que me antecedía, pues sabía que si él caía al vacío, al menos yo tendría capacidad para reaccionar y salvarme de un accidente.

Todo el camino en bajada recé por ambos, llorando. Sólo repetía la jaculatoria: “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”... “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”, mientras traía a mi mente la imagen de la Virgen de los Rayos en la Medalla Milagrosa. La neblina, como nunca antes, no daba tregua y el trayecto en vez de demorar los acostumbrados diez minutos, ahora demoraba veinte, el doble.

Al llegar sana y salva a la zona final de la ruta, que atravesaba una gran explanada, atónita vi como la neblina se disipaba completamente frente a mis ojos, dejando ante mi toda la panorámica del sector y para mi total desconcierto observé como el par de luces rojas que me habían guiado cuesta abajo se esfumaban totalmente. Estupefacta pude darme cuenta que el automóvil que me había antecedido en el trayecto ¡Jamás había existido!

Detuve mi automóvil, descolocada, y a un costado del camino me puse a orar fervientemente para agradecer a María. Era ya evidente que había sido escuchada por la Virgen, que ante mis desesperados ruegos, había intercedido, sin yo merecerlo, para proporcionarme la ayuda que necesitaba...

Desde esa ocasión, jamás he dejado de agradecer la intervención de Nuestra Madre Celestial y de acogerme siempre a su amorosa protección. Tengo siempre guardada, y en mi mente, la imagen de la Medalla Milagrosa.
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