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Joven, a ti te dedico esta historia.

 
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Autor Mensaje
Montse*
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 1020

MensajePublicado: Vie Abr 13, 2007 4:11 pm    Asunto: Joven, a ti te dedico esta historia.
Tema: Joven, a ti te dedico esta historia.
Responder citando

Hace poco que la he escrito:

VÍCTOR

Alguien que supo perdonar



¿Alguna vez la vida te ha mostrado la felicidad cara a cara… y luego has tenido que
hacer una carrera contra reloj para no perderla, y conseguir hacerla tuya?

¿El dolor te ha herido?

¿Has perdido a quien más amabas?

¿Has sentido como la impotencia te hace presa de la situación?

Si conoces estos pesares, eres mi compañero de luchas y tristezas, porque compañero es quien comparte un mismo camino, y conmigo intervienes en esta vida que para algunos, guarda tristezas que nos marcan, dolores que nos renuevan y fortalecen. Alegrías que te llenan al palpar el sentido del dolor y hacerlo conocido del entendimiento. Esa amargura que pincha el corazón. Esta vida que vives gracias al amor y que sólo si la vives con amor llegarás al amor de verdad, a Dios y a la felicidad eterna.

El amor no promete perfección, porque errar y pecar es humano, pero el amor sí que promete perdón. Porque perdonar es Divino y Dios es amor.

Quien es capaz de perdonar, es capaz de amar. Perdonar es dar otra oportunidad, es confiar en la otra persona y hacerte digno de su amor.


Me gustaría ser el viento
y como él volar y volar…
hasta lo más alto del firmamento.
Poder tocar las estrellas
y reírme con ellas del pasado lamento.


Ser feliz desde el ocaso
hasta la salida del sol matutino,
dejando en las manos de Dios…
mi extraño y desconocido destino.


Encontrar esa paz que envuelve el alma
y la eleva más allá del mundo de los hombres
donde todo es perfección y…
no existen los errores.


Si pudiera…encarcelaría en una botella
los malos momentos, mis tristezas, mis temores…
y la echaría en lo más profundo del océano
para olvidar todos mis dolores…


Pero ahora que te he visto cara a cara, dolor…
de ti ya no temo, pues dándome la mano,
me ha dado fortaleza el amor…

Amor Divino que es el que da amparo.
Amor Divino que enseña a perdonar…
por ser verdadero y sincero en su forma de amar.





Las manecillas del reloj ya señalaban las cinco en punto de la tarde. En el patio del colegio la sirena cantó la señal de despedida a la clase de matemáticas en el aula de primero de primaria, y todos los niños empezamos a recoger.


-Judit, tienes cara de patata – me dijo Joaquín Lindón con su voz de niño repelente mientras me estiraba una de mis pelirrojas trenzas.

- ¡Déjame Joaquín! ¿Por qué me molestas siempre?

- Cara de patata, cara de patata…- cantaba Joaquín con intención de fastidiar.

Cargándome la mochilla de los deberes en la espalda, salí disparada hacia la puerta de salida, con la cancioncilla de Joaquín de banda sonora, que por suerte se silenció con la distancia. No tenía ganas de estar con el pesado de Joaquín, ya que me solía incordiar intencionadamente y conseguía hacerme llorar.

Al llegar al patio, me escondí entre la aglomeración de padres y niños. Me sentía aliviada fuera del peligro. Pero…ay de la ventura…advertí como alguien daba un fuerte tirón a una de mis trenzas, me giré y allí estaba el rechoncho y bajo de Joaquín a la carga para atosigarme de nuevo.

- ¡Déjame en Paz Joaquín!, Sino…

- ¿Sino qué? ¿Llorarás para que me castigue la profe? ¡Eres una cobardica¡

En ese momento, unos brazos me sujetaron por la espalda, y dándome un abrazo, reconocí el rostro de mi querido y cariñoso hermano Víctor de quinze años y una altura de la que yo presumía constantemente.

-¿Cómo estás princesita?

- ¡Víctor!!! – Grité contenta, había llegado mi salvador.

-Vaya ¿Qué haces tan despeinada?

- Joaquín Lindón me está molestando

Víctor se puso serio, y a la vez que se ponía erguido, mirando a Joaquín y tapándole con su sombra le preguntó:

- ¿Eres tú Joaquín?

El niño ante la presencia de mi valiente hermano empezó a tartamudear, y con una voz ahogada se oyó un trémulo “sí”.


- Pues no fastidies más a Judit o te vas a enterar, ¿De acuerdo?

- De…de…dea…de…de acuerdo- respondió Joaquín tragando saliva. Y temeroso desapareció de la estancia corriendo.

Estaba tan satisfecha, que abrazando las largas piernas de Víctor le dije:
- ¡Te quiero hermanito!

La cara de Víctor dibujó una gran sonrisa, y elevándome encima de sus hombros me dijo:

- Y yo te quiero a ti princesita.

Era tan feliz con mi hermano. Víctor hacía experimentos en el garaje de casa con sus animales, quería ser científico, yo era su compinche de experimentos; me encargaba de buscarle moscas, y le avisaba cuando mamá podía ver correteando sobre la cama de Víctor los hámsters con los que experimentaba o las tortugas de su mini pecera.

Recuerdo que una vez, Víctor estuvo experimentando con una mariposa que había cogido en la casa de campo de los abuelos y le pintó las alas con tinta roja de bolígrafo; la mariposa se escapó y se fue volando por el piso, nunca más la vimos, debió de salir por una ventana.

Los sábados por la tarde, me compraba una pasta de crema y la pasábamos en el parque más verde de la ciudad. Yo jugaba en los columpios y él se ponía a leer. Una vez se estuvo leyendo un libro de unas 300 páginas del que yo no entendía el título, se llamaba mmm… “Pigmentos superficiales de la epidermis de las alimañas”.

Siempre le daba gracias a Dios por tener un hermano tan genial. Mis compañeros de clase me preguntaban cómo era posible que quisiera tanto a mi hermano, si ellos siempre se peleaban con sus hermanos y yo les decía: “Es que Víctor es un hermano especial”.

Sí, en verdad era especial. Era un chico no muy hablador y era un poco despistado.Después de salvarme del hastío de Joaquín; salimos del colegio y nos dirigimos a una ibrería-biblioteca que hay en la calle paseo de Gracia, cerca del colegio. Era el lugar preferido de Víctor, estaba toda llena de libros y en la sección de física y química había un pequeño laboratorio con microscopios y todo. A mí lo que más me gustaba
de ese lugar era la alfombra amarilla, era tan suave y estaba siempre tan limpia…


Cuando no miraba el Sr. Emilio, el encargado de la biblioteca, me echaba en el suelo y hacía los deberes. El Sr. Emilio con su larga barba gris y sus gafas súper graduadas, tenía un aspecto muy peculiar. Siempre estaba masticando un chicle de fresa y quería que hubiese un silencio completo, luego se ponía unos auriculares y se estaba toda la tarde escuchando Frank Sinatra.

Aquella tarde, como no tenía deberes; cogí un libro para leer, escogí “La Bella y la Bestia”, por la ventana, pude ver como el cielo se había encapotado todo de nubes grises, y el sol no podía sacar la cabeza. Faltaban pocos minutos para que la biblioteca se cerrara y Víctor saltó:

- ¡Uy! Judit, ahora recuerdo que mamá ha pedido que fuera a comprar el pan, saliendo del cole.

- Pues así vamos ahora…

- ¿Dónde tendría yo la cabeza?

- Es que eres muy despistado Víctor, a lo mejor te iría bien escribirte los recados en la Mano, como las chuletas.

- Mmm… no creo que resultara, porque tampoco me acordaría de mirarme la mano.

- Ven… te ayudo a ponerte el abrigo, que afuera hace frío.

- Gracias

Salimos y nos despedimos del Sr. Emilio con un tono de voz apropiado para no perturbar el grato silencio de la sala.

- Adiós Sr. Emilio

A lo que él nos respondió con un ligero movimiento de cabeza, y destapándose una oreja del auricular añadió:

-¡Hasta mañana chicos!

Fue poner un pie en la calle, y entramos en el acontecimiento que iba a darme la mayor tristeza de mi vida.

Estábamos tan inmersos en nuestros pensamientos individuales, que no nos dimos cuenta de que un hombre de unos cincuenta años, y con una cara sin afeitar nos iba siguiendo.

Una vez entramos en la estación del metro, Víctor me cogió fuertemente de la mano para que no me perdiera. Al entrar por uno de los solitarios pasadizos; el hombre que nos seguía, incitó a Víctor a que se girara dándole un empujón por la espalda. Yo también me giré y me asusté al ver que ese hombre nos amenazaba con un cuchillo, mientras decía de manera desesperada:

- ¡Dadme todo el dinero que llevéis encima! ¡Rápido!

Víctor, sin tener que pensárselo, sacó la cartera y se la dio con una cara que nunca había visto en mi hermano. El hombre se quedó con la cartera, y de un tirón me cogió de la mano, añadiendo con voz amenazadora:

- Tú te vienes conmigo

- ¡No! – gritó Víctor cogiéndome de la otra mano. Fue en ese instante cuando el hombre le apuñaló.

- ¡Víctor!!!

Providencialmente, un inspector de policía y dos hombres acaban de oír los gritos y se dirigían corriendo hacia nosotros. El ladrón, nervioso me arrojó al suelo y empezó a correr. El policía corrió tras él y los dos hombres se acercaron, mientras uno de ellos, con un aspecto reconocido por mí, le decía al otro:

- ¡Llamé a una ambulancia!!

Mi alegría sin querer se apagó, y envuelta por la atmósfera del impacto, mis ojos se nublaron, no poniendo atención en los dos hombres.

- ¡Víctor! ¿Estás bien?

Mi hermano querido, yacía en el suelo completamente blanco, me miró y me sonrió para que no me asustara.

- Víctor... – el corazón me palpitaba a cien por hora y las lágrimas me inundaban los ojos - hermanito...

Incorporándole un poco, lo abracé con fuerza llorando desconsoladamente.

- Te quiero hermanito... no te vayas, no me dejes... – levanté la mirada y recé: - Jesús cúralo, por favor...

Entonces, haciendo un esfuerzo para hablar; Víctor me susurró al oído:

- No te preocupes princesita... todo... todo es providencial...si... si Dios quiere llevarse mi alma junto a Él, no sufras por mí... seré muy feliz y te esperaré – en silencio escuchaba atenta estas palabras y las meditaba mientras Víctor suspiraba profundamente- diles a papá y mamá que no se aflijan... nos reuniremos de nuevo todos en el Cielo.

- ¡No!, Víctor no te mueras – y mi alma entera fue atravesada por la afilada hoja de una espada.

- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono, reza por él y su alma...

Estas últimas palabras me quedaron grabadas en el corazón y la memoria las retuvo para siempre en su regazo.

Recuerdo que Víctor no tenía miedo, se le notaba mucha paz interior.

Cogí el escapulario que él llevaba colgado siempre del cuello y se lo acerqué a los labios, para que pudiera besar la imagen de la Virgen María, nuestra Madre tan amada.

- Madre Bonita, no te apartes de Víctor... si tiene que irse, llévatelo directo al Cielo, por favor...

Y después de que mi querido hermano besara el escapulario, yo también lo hice. La paz y serenidad que Víctor desprendía, me fueron contagiadas y tan triste que estaba; noté como la Virgen María nos abrazaba a los dos.

Víctor, sin color en las mejillas, me miró a los ojos, y acariciando mi mojada faz me contó:

- Veo que la Virgen María viene a por mí... es tan preciosa... te quiero princesita... sé santa.

Esta fue la despedida. Víctor ya cerraba sus cristalinos ojos, como cristalina era su alma, para siempre y se iba al lado de Jesús, cogido de la mano de la Virgen María.

Sollozando, lo abracé aún con más vigor que antes... y mi alma declaró:

- Víctor, sé que estás en el Cielo... te prometo que me reuniré contigo allí... te quiero... y siempre te querré.

Uno de los hombres, agachándose, me dijo con los ojos lagrimosos:

- Lo siento Judit... la ambulancia ya está de camino

Era el Sr. Emilio.Al ver una cara conocida me sentí un poco confortada y acompañada en el sentimiento, pero el dolor no me dejó mencionar más palabras que: - Gracias.

Estuve abrazando a Víctor hasta que llegó la ambulancia. Me costaba tanto creer que era real lo que estaba sucediendo...

Cuando llegó la ambulancia, pedí subir; quería estar más rato con lo que me quedaba de Víctor, ya que pronto sólo serían recuerdos. El camillero no quería, pero el Sr. Emilio consiguió convencerle. Dios bendiga al Sr. Emilio.

Al subir a la ambulancia, me acordé de las palabras de Víctor:

“- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono,
reza por él y su alma...”

La respuesta a ese recuerdo fue una oración:

- Jesús, perdona a ese hombre. Sálvale el alma Tú que moriste en la cruz.

Esa sincera y límpida oración; salió del alma de una niña, que por amor a su hermano supo perdonar y rezar por el asesino de su felicidad.

Unos kilometros más adelante, se encontraban dentro del metro, el asesino y el policía, que había podido entrar por los pelos, antes de que se cerraran las puertas e intentaba abrirse paso entre el gentío para llegar al asesino.

¿Cómo un hombre puede llegar a caer tan bajo y llegar hacer lo que hizo Sergio Tabernat?

Sergio, tenía cincuenta y cinco años. Había sido un gran hombre de negocios, con ellos ganó mucho dinero y se había casado con una mujer muy hermosa. Pero su esposa, como sólo era hermosa de físico y no de alma; no había querido darle ningún hijo, y hacía diez años que lo había dejado para irse con otro hombre. Sergio amaba mucho a su esposa, como no era un hombre de fe; la pérdida de lo que más amaba y
por lo que luchaba en su trabajo, para enriquecer más y más de manera deshonesta, le hundió completamente en la miseria moral, espiritual y monetaria. Ahora era un vagabundo, que dormía donde podía, y se gastaba lo que robaba en la bebida.

Un hombre, que había llegado a ser la envidia de muchos por su prestigio, dinero y por tener una mujer modelo. Perdió lo que él creyó que era amor verdadero de mujer a hombre, y todo lo material, que no le daba la felicidad que llena el alma, es plena y verdadera.

Ésta, era la causa por la que un hombre sin Dios, era capaz de llegar hacer lo que hizo Sergio.


Sergio se bajó del metro en la primera estación que pudo y detrás de él, el policía que le seguía. Sergio corría y corría pero el tener una mente tan sucia y una dieta tan mala a base de alcohol, le permitían al inspector de policía Jorge Eiximenis, un valiente de treinta y cinco años, bien entrenado, llegar alcanzarle. El inspector, desenfundando su
pistola gritó:

-¡Quieto!, ¡Policía!

La gente que había en la parada, se apartó alarmada de Sergio Tabernat, y éste quedó sólo, frente a su rastreador…

- ¡Levante las manos! – le ordenó Jorge Eiximenis, apuntándole con el arma.

Sergio estaba atrapado, ¿Se iba a dejar capturar, para quedarse encerrado en prisión por asesinato? No podría soportarlo, tenía que hacer algo de inmediato. ¡Antes morir que perder la libertad! Y el pobre desgraciado, en un arrebato de desesperación, se tiró a la vía cuando ya estaba pasando el metro.

Una mujer gritó al ver el espectáculo del suicidio. Jorge Eiximenis, ante tal acto exasperado rezó:

- Señor, te pido por su alma – y un Padre Nuestro completó la petición al Padre del Amor.

Podemos imaginar cómo quedó el cuerpo de Sergio, pero ¿Qué fue de su alma? Recordemos que Judit, Víctor y Jorge Eiximenis han rezado por ella…

El metro me dejó el cuerpo hecho trizas y como la velocidad de la luz; de verme vivo, pasé a verme muerto. Me encontraba en un túnel oscuro, seguí adelante y vi una luz blanca que me cautivaba. ¿Qué era eso, que me atraía con la fuerza de un imán? ¿Qué eran aquel amor y aquella paz que nunca habían acariciado mi sensibilidad?


X X X


La ambulancia que llevaba a Víctor, recibió una llamada; diciendo que fueran a buscar a un accidentado que les venía de camino. Al oír eso, rogué a Dios por el alma de quien había sufrido el mal. Me vino a la cabeza, la idea de que a lo mejor otra hermanita había perdido a su querido hermano como yo…la tristeza y el “choc” me habían dejado callada… y en pensamiento, había estado rezando durante el trayecto
por el alma del asesino. Sabía que Víctor estaba en el Cielo; era la alegría que me daba la Virgen María, a cambió de llevar a cuestas la cruz de la muerte de Víctor.

Una vez llegamos a la estación, subieron en una camilla, los restos de Sergio Tabernat, tapados por una manta. Jorge Eiximenis acompañó el cadáver.

Allí estaba la niña, cuyo hermano había sido apuñalado por el hombre que había seguido. Era tan bonita y tenía una cara tan triste… fue entonces, como me vino a la mente, el recuerdo de la niña que mi amada esposa estaba esperando, seguro que sería como ella. También llevaría coletas, camisas rosas, faldas tejanas y abrigos con capucha para no despeinarse. Por nada del mundo dejaría que le pasara nada malo y
siempre la consolaría cuando estuviera triste. Viendo en ella el reflejo de mi hija, me senté a su lado, y con un brazo, la abracé paternalmente. La niña, apoyó su pelirroja cabecita en mi costado, y guardamos silencio durante un rato; nos lo dijimos todo sin decirnos nada.

Cuando el inspector de policía entró en la ambulancia, me sorprendí. Era un hombre alto, con cara de buena pasta. Sus ojos se parecían a los de papá, cuando me abrazó percibí que sabía lo que sentía mi corazón. Agradezco el consuelo que me dio en ese momento.

- ¿Quién es la persona que hay en la camilla?

- Es el hombre que ha matado a tu hermano

Mi rostro, debió de reflectar mi asombro ante las palabras del inspector, porque enseguida añadió:

- No ha querido entregarse y ha saltado a la vía del metro.

Me levanté con mutismo, y acercándome al fallecido recién llegado que se llevó a Víctor de mi lado para siempre, me quité el escapulario que llevaba y destapando la parte superior del cuerpo del difunto; se lo puse alrededor del cuello. Sabía que en ese momento le hacía más falta a él que a mí… me lo quedé mirando un rato. Luego volví a sentarme cerca del policía.

- ¿Por qué Dios dejó que Víctor muriera?

- Mira hija, hay cosas en esta vida, que no podemos entender hasta podérselas preguntar directamente a Dios cara a cara. Pero sepas; que todo lo que Dios permite que te pase, es para un bien.

- ¿Si se salvara el alma del asesino… sería un bien?

- Mmm… sí…

- Pues así… ¿Quieres rezar conmigo, por el alma de ese hombre? – le cogí la mano al poli y los dos empezamos a rezar, por el alma del que el metro había atropellado.



X X X


Seguía andando por el túnel hacia la luz, pero de repente, un demonio alto y voluminoso se paró enfrente, cortándome el paso. Tenía los ojos amarillos y babeaba…

- ¿A dónde crees que vas?

- Quiero ir hacia la luz

- Jajajajaja… tú tienes que ir al infierno

- ¡No!, ¡Quiero ir con esa luz!

El demonio, se desfiguró como una momia y la voz se le hizo aún más horrible. Se acercaba a mí y me decía:

- ¡Al infierno! Jajajajaja…

Entonces, de la pared del túnel salieron más demonios deformados que empezaron a perseguirme. Corrí y corrí hacia atrás para que no me cogieran… mientras corría, vi la imagen del chico que había apuñalado; que después de ser herido por mi cuchillo, decía dentro de sí:

“- Dios, perdónalo, porque no sabe lo que ha hecho”

Y a continuación de esta imagen, en cadena, vi la del chico que le decía a la niña:

“- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono,
reza por él y su alma...”

La oración sincera de la niña:

“- Jesús, perdona a ese hombre. Sálvale el alma Tú que moriste en la cruz”

Vi, a la niña rezando por mi alma en la ambulancia. Vi como después de saltar a la vía y ser atropellado, el policía rezaba:

“- Señor, te pido por su alma” y rezaba un Padre Nuestro por mí.

Vi a la niña, colgando en mi cuello un escapulario y luego cogida de la mano del inspector rezaban juntos por mi alma.

Yo seguía corriendo por el túnel, hacia abajo. Entonces, lleno de amargura y arrepentimiento por mis pecados… al ver el amor de esas oraciones hacia mi alma grité:

- ¡Jesucristo!... ¡Dios mío!... ¡Perdóname!... ¡Sálvame!

Al instante, se abrió un agujero muy grande, en una de las paredes del túnel, y agarrándome una mano, me tiró hacia dentro: ¡Era una mujer hermosísima! Vestía de blanco y una brillante aurora coronaba su cabeza. Era la Madre de Dios, la misma del escapulario que la niña había colgado en mi cuello.

- Ven Conmigo Sergio…

Sergio fue presentado ante la luz blanca; allí, Dios le abrazó con su amor, y con voz paternal le dijo:

- Por el perdón y el amor de Víctor y Judit, no vas a ir al infierno… pues el cariño de estos corazones puros hacía Mí y la Santísima Virgen María, me han enternecido consus oraciones. Por su amor y rezos. Y por los rezos de Jorge Eiximenis; pasarás un tiempo en el purgatorio y allí el alma será purificada de todos tus pecados… te amo hijo mío.

La Virgen María estaba abrazando al Chico que había matado, y éste sonreía con su mirada llena de paz.

-¡Gracias Dios mío!... bendice a esa niña y al policía… pues a ellos les debo mi felicidad eterna… sobretodo bendice a la niña, que no me ha guarda rencor.


- ¿Quieres darle las gracias Sergio?

- ¡Oh…Sí Señor! Quiero besar los pies de esta alma, a quien tanto daño le he hecho y a quien tanto le debo – respondí llorando.

- Ve hijo mío…

En un abrir y cerrar de ojos, me encontré dentro de la ambulancia sólo en alma, ya que mi cuerpo estaba en la camilla. La niña me vio y me dijo:

“- Te perdono… quiero que seas feliz en el Cielo… por eso rezo por ti…”

Jorge Eiximenis, no veía el alma de Sergio, pues ésta sólo era visible ante los ojos de Judit.

Al ver el alma por la que estaba rezando; me asusté un poco, pero tuve paz… al oír mis palabras de perdón y deseo de felicidad eterna; el alma se arrodilló ante mí y llorando me dijo:

- ¡Gracias!... Por tus rezos y amor hacía Dios y tu hermano, has sabido perdonarme, por ti y tu bondad; Dios me ha perdonado.

El alma, se echó completamente en el suelo y besó mis pies

- ¡Dios te bendiga querida y santa niña! – y con esta frase el alma desapareció.

Esta es la historia de la fuerza del amor, el amor por el que se perdona y se reza. El mismo amor por el que Jesucristo murió, para que nuestros pecados fueran perdonados y se nos abrieran las puertas del Cielo.

Es la historia de lo que se puede hacer por amor. Porque por amor a mi hermano Víctor, supe perdonar como él perdonó. Por el cariño que le tenía y que Dios permitió que me fuera robado en vida, sufrí, y al sufrir, en mi corazón no hubo sitio para la rabia sino que lo poco que me quedaba para ser feliz, al perder alguien tan querido, fue ocupado por el amor que le tenía a Víctor, y el rencor ya no pudo caber.

Hoy hace catorce años que perdí a mi hermano. Aprendí a seguir adelante con el recuerdo vivo del cariño de Víctor en mí, y por el amor a Dios, sigo perdonando y rezando por aquella alma que en el purgatorio encontró donde purificar sus pecados, para luego poder entrar en el Cielo. Dios la tenga ya en su Gloria y a mí me dé la alegría, de alcanzar mi deseo de reunirme un día con mi querido hermano en la felicidad eterna, y así; vivir en contacto directo con el amor, con Dios, y ser lo más dichosa que nunca jamás he sido aquí. Amén


Judit



Parábola del hijo pródigo:


Lc 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.

Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.

«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.

Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!

Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."

Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.

El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."

Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.

Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta.

Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."

El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.

Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"

Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."



Perdonar:

Ya en el Sermón de la Montaña, Jesús insiste en la conversión del corazón: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar (Mt 5, 23-24), el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores ( Mt 5, 44-45), orar al Padre "en lo secreto" (Mt 6, 6), no gastar muchas palabras (Mt 6, 7), perdonar desde el fondo del corazón al orar (Mt 6, 14-15), la pureza del corazón y la búsqueda del Reino (Mt 6, 21. 25. 33). Esta conversión está toda ella polarizada hacia el Padre, es filial.

Ahora bien, este desbordamiento de misericordia no puede penetrar en nuestro corazón mientras no hayamos perdonado a los que nos han ofendido. El Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible; no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano, a la hermana a quien vemos (1 Jn 4, 20). Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el corazón se cierra y su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre; en la confesión del propio pecado, el corazón se abre a su gracia.

La petición que implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (Mt 6, 2-4).

“Concede, Padre que conoces los corazones, a tu siervo que has elegido para el episcopado, que apaciente tu santo rebaño y que ejerza ante ti el supremo sacerdocio sin reproche sirviéndote noche y día; que haga sin cesar propicio tu rostro y que ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que en virtud del espíritu del supremo sacerdocio tenga poder de perdonar los pecados según tu mandamiento, que distribuya las tareas siguiendo tu orden y que desate de toda atadura en virtud del poder que tú diste a los apóstoles; que te agrade por su dulzura y su corazón puro, ofreciéndote un perfume agradable por tu Hijo Jesucristo... (S. Hipólito, Trad. Ap. 3).”

Que Dios nos permita vivir por siempre en su amor y por él, ser capaces de perdonar.

Joven, no defallezcas NUNCA Wink
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Montse*

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I. Fern
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Mensajes: 866
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MensajePublicado: Sab Abr 14, 2007 1:39 am    Asunto:
Tema: Joven, a ti te dedico esta historia.
Responder citando

Oh que historia tan hermosa, que le conmueve el corazon a cualquiera. Que hermoso y que grande es poder llegar a perdonar de esa manera.
Realmente me estremecio y me hizo reflexionar mucho, porque cuantas veces nos ha costado perdonar algunas cosas insignificantes a la familia, amigos etc; y cuan grande es el poder del Amor de Dios en nuestras vidas que nos transforma, nos vuelve a El totalmente y obramos conforme a su voluntad por encima de la nuestra.

Dios nos fortalezca, nos llene de amor y de perdon.
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Idalia
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estrelladelrocio
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MensajePublicado: Sab Abr 14, 2007 11:10 pm    Asunto:
Tema: Joven, a ti te dedico esta historia.
Responder citando

Que historia tan conmovedora. Al leerla senti muchos sentimientos a la vez, recorde a mi hermana; que aunque no está físicamente conmigo(en otro país)rezo para que Dios la cuide.

Realmente me llego muy hondo,en especial la importancia que tiene el amor para no dar cabida al rencor,que tanto mal hace.



Que Dios y la Virgen Maria te bendiga por siempre.
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