Foros de discusión de Catholic.net :: Ver tema - ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Foros de discusión
El lugar de encuentro de los católicos en la red
Ir a Catholic.net


Importante: Estos foros fueron cerrados en julio de 2009, y se conservan únicamente como banco de datos de todas las participaciones, si usted quiere participar en los nuevos foros solo de click aquí.


¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?

 
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Vida y escritos de los Santos
Ver tema anterior :: Ver tema siguiente  
Autor Mensaje
Luis E Melgar
Asiduo


Registrado: 26 Jun 2006
Mensajes: 420
Ubicación: El Salvador

MensajePublicado: Dom Abr 15, 2007 2:57 am    Asunto: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Tema: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Responder citando

Donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?

Alguien tiene para compartir???

Gracias de antemano.
_________________
θεου εστιν καθολικο
Teos eimi kazolikó
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Nicole_Jesus2
Constante


Registrado: 28 Abr 2006
Mensajes: 604
Ubicación: por email

MensajePublicado: Mar Abr 17, 2007 12:47 am    Asunto: Re: donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Tema: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Responder citando

Luis E Melgar escribió:
Donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?

Alguien tiene para compartir???

Gracias de antemano.


YO TENGO EXTRACTOS DE ALGUNAS, lo que pasa es que si te inscribes en el EVANGELIO DEL DIA en evangeliodeldia.org , te llega el evangelio del día y una reflexión de alguien santo, venerable o de vida recta u admirable. Casi siempre salen de Sn Juan Crisostomo, y son muy buenas, pero yo me alegro más cuando salen de Sn Agustin Rolling Eyes cosa de gustos.

En todo caso si quieres el extracto de lo que tengo me avisas para mandartelo.
BYe.
_________________
<Jesús en la vida, Jesús en la muerte, Jesús para siempre, amén Jesús>

Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Mar Abr 17, 2007 11:59 pm    Asunto: Re: donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Tema: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Responder citando

Luis E Melgar escribió:
Donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?

Alguien tiene para compartir???

Gracias de antemano.

"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"
Estimado Luis: deseas alguna en particular, yo tengo lo que desees de San Juan Crisostomo
Saludos fraternos
Mauricio
"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo"(San Agustín)
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Mie Abr 18, 2007 12:04 am    Asunto: donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Tema: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Responder citando

Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"
Algo sobre San Juan Crisostomo:
De las Homilías de San mateo:
Te envío tres:
1) El entierro del Señor y las santas mujeres (Mt 27, 45):
Y, acercándose José, le pidió el cuerpo. Este José es el que se había antes escondido; mas ahora, después de la muerte de Cristo, da muestras de grande audacia. Porque no era un hombre vulgar, de los que pasan inadvertidos, sino que formaba parte del Consejo y era muy ilustre. De ahí el extraordinario valor de que dio pruebas, pues se exponía a la muerte al atraerse con su benevolencia para con Jesús la odiosidad de todos y al atreverse a pedir el cuerpo y no cejar en su intento hasta haberlo conseguido. Y su amor para con Jesús y su valor no se muestran sólo en tomar el cuerpo y enterrarle suntuosamente, sino en que ello fuera en su propio sepulcro nuevo. Lo cual no sin razón fue ordenado por la Providencia, pues así no cabía sospecha de que hubiera resucitado uno por otro. Y María Magdalena y la otra María estaban sentadas junto al sepulcro. ¿Por qué razón se quedan éstas allí pegadas? Porque todavía no tenían del Señor la idea grande y elevada que debieran tener. De ahí el traer los ungüentos y el perseverar junto al sepulcro, a ver si amainaba el furor de los judíos y podían ellas verterlos sobre el cadáver de Cristo.
¡Qué valor, qué amor el de estas santas mujeres! ¡Qué magnificencia en su dinero hasta la muerte del Señor! Imitemos, hombres, a estas mujeres. No abandonemos a Jesús en momentos de prueba. Ellas gastaron tanto con el que ya había muerto y por Él expusieron sus vidas. Nosotros, empero (otra vez tengo que repetir lo mismo), ni le damos de comer cuando tiene hambre, ni le vestimos cuando está desnudo. Le vemos que nos pide y pasamos de largo. A la verdad, si le vierais en persona, no habría quien no se desprendiese de lo que tiene. Sin embargo, también ahora es el mismo. Él mismo nos dijo que era Él. ¿Por qué, pues, no nos desprendemos de todo? A la verdad, también ahora le oímos decir: A mí lo hacéis. No hay diferencia alguna en que des al Señor o a un pobre. No llevas desventaja alguna a aquellas mujeres que en vida le alimentaron; más bien les llevas ventajas. No os alborotéis por mi afirmación. No es, en efecto, lo mismo alimentarle a Él, si personalmente apareciera, lo que fuera bastante para atraerse a un alma de piedra, que, fiados en su sola palabra, cuidar del pobre, del mutilado o del tullido. En el primer caso, la vista y la dignidad de la persona se reparten el merecimiento en el otro, todo el premio pertenece íntegro a tu generosidad. Mayor prueba de reverencia le das, en efecto, cuando, por sola su palabra cuidando a un siervo suyo como tú, le das descanso en todo. Dale pues, ese descanso, creyendo que Él es el que recibe y el que dice: A mí me lo das. Si no fuera Él a quien das, no te prometería el reino de los cielos. Si no fuera Él a quien rechazas, si fuera un cualquiera a quien desatiendes, no te mandaría por ello al infierno. Mas como es Él a quien se desprecia, de ahí la gravedad de la culpa. Así, Él era a quien Pablo perseguía, y por eso le dijo: ¿Por qué me persigues? Cuando demos, pues, hagámoslo con la misma disposición de ánimo con que daríamos a Cristo en persona. En realidad, más dignas de fe son sus palabras que nuestros ojos. Cuando veas, pues, un pobre, acuérdate de las palabras de Cristo, por las que te manifestó ser Él quien en el pobre es alimentado. Cierto que lo que aparece ante tus ojos no es Cristo, pero Él es quien en esa figura te pide y recibe. Avergüénzate, pues, cuando te pide y no le das. Porque esto sí que es vergüenza, esto sí que merece castigo y suplicio. Que Él te pida, obra es de su bondad, y ello ha de ser motivo de nuestro orgullo; pero no darle, lo es de tu crueldad. Y si ahora no crees que, al pasar de largo por junto a un cristiano pobre, pasas de largo por junto a Cristo, día vendrá en que lo creerás cuando, poniéndote delante de ellos, te diga: Cuanto no hicisteis por éstos, por mí no lo hicisteis. Mas no quiera Dios que tengamos que aprender así esta lección; creamos más bien ahora: demos el fruto de nuestra fe, y merezcamos entonces oír aquella bienaventurada palabra que nos introducirá en el reino de los cielos.
Pero tal vez dirá alguno: Todos los días nos estás hablando de la limosna y de la caridad. Y no dejaré por ahora de hablar de lo mismo. Aun suponiendo que ya cumplierais lo que os digo, no habría en modo alguno que abandonar el tema, a fin de que no os volvierais negligentes, aunque no digo que en ese caso no aflojara ya un poco. Pero, no habiendo llegado ni a la mitad, no os quejéis de mí, sino de vosotros.

2) El perdón de los enemigos (Mt 18, 21 ss):
Dos cosas, pues, son las que de nosotros quiere aquí el Señor: que condenemos nuestros propios pecados y que perdonemos los de nuestro prójimo. Y el condenar por el perdonar, porque lo uno haga más fácil lo otro; pues aquel que considera sus propios pecados, estará más pronto al perdón de su compañero. Y no perdonar simplemente de boca, sino de corazón, pues de lo contrario, manteniendo el rencor, no hacemos sino clavarnos la espada a nosotros mismos. Porque ¿qué es lo que pudo haberte hecho tu ofensor comparado con lo que tú te haces a ti mismo cuando enciendes tu ira y te atraes contra ti la sentencia condenatoria de Dios? Porque, si estás alerta y sabes obrar filosóficamente, todo el mal recaerá sobre la cabeza del ofensor y él será quien lo pague todo. Mas, si te obstinas en tu malhumor y enfado, entonces el daño será para ti, no el que te hace tu enemigo, sino el que te haces tú a ti mismo. No digas, pues, que te injurió y te calumnió y te hizo males sin cuento, pues cuanto más digas, más demuestras que es un bienhechor tuyo. Porque él te ha dado ocasión de expiar tus pecados. Si más te hubiera agraviado, de mayor perdón hubiera sido causa. A la verdad, como nosotros queramos, nadie será capaz de agraviarnos ni dañarnos. Nuestros mismos enemigos nos harán los mayores favores. Y no digo sólo los hombres. ¿Puede haber nada más perverso que el diablo? Y, sin embargo, hasta el diablo puede ser para nosotros ocasión de la mayor gloria, como lo demuestra la historia de Job. Si, pues, el diablo puede ser para ti ocasión de corona, ¿a qué temes a un hombre enemigo? Mira, si no, cuánto ganas sufriendo con mansedumbre los ataques de tus enemigos. En primer lugar, y es la mayor ganancia, te libras de tus pecados; en segundo lugar, adquieres constancia y paciencia; y en tercer lugar, ganas mansedumbre y misericordia. Porque quien no sabe irritarse contra quienes le ofenden y dañan, con más razón será suave con los que le quieren. En cuarto lugar, te limpias definitivamente de la ira. ¿Y puede haber bien comparable a éste? Porque el que está puro de ira, evidentemente también estará libre de la tristeza, de que es fuente la ira, y no consumirá su vida en vanos afanes y dolores. El que no sabe irritarse, no sabe tampoco estar triste, sino que gozará de placer y de bienes infinitos. En conclusión, cuando a los otros aborrecemos, a nosotros mismos nos castigamos; y al revés, a nosotros mismos nos hacemos beneficio cuando a los otros amamos. Sobre todo esto, tus mismos enemigos, aun cuando fueren demonios, te respetarán; o, por mejor decir, con esta actitud tuya, ni enemigos tendrás en adelante. En fin, lo que vale más que todo y es lo primero de todo: así te ganarás la benevolencia de Dios; y, si has pecado, alcanzarás perdón; si has practicado el bien, añadirás nuevo motivo de confianza.
Esforcémonos, pues, por no odiar a nadie, a fin de que Dios nos ame. Así, aun cuando le debamos diez mil talentos, se compadecerá de nosotros y nos perdonará. ¿Pero dices que te perjudicó tu enemigo? Pues tenle compasión, no le aborrezcas; llórale, no le rechaces. Porque no eres tú el que ha ofendido a Dios, sino él; tú más bien has adquirido gloria, si lo sabes llevar pacientemente. Considera que, cuando Cristo iba a ser crucificado, se alegró por sí y lloró por los que le crucificaban. Tal ha de ser también nuestra disposición de alma: cuanto más se nos agravie y perjudique, tanto más hemos de llorar a quienes nos agravian y perjudican. Porque a nosotros, sólo bien puede venirnos de ello; mas a ellos, todo lo contrario. ¡Mas es que me insultó, es que me hirió en presencia de todo el mundo! Luego en presencia de todo el mundo se cubrió de ignominia y deshonor y abrió la boca de infinitos acusadores y tejió para ti más numerosas coronas y juntó mayor coro de heraldos de tu paciencia. ¡Pero es que me calumnió delante de los otros! ¿Y qué tiene eso que ver, cuando ha de ser Dios el que te ha de pedir cuentas y no esos que oyeran a tu calumniador? A sí mismo fue a quien se añadió materia de castigo, pues no sólo tendrá que dar cuenta de sus propios actos, sino también de lo que dijo contra ti. Él te desacreditó a ti delante de los hombres, pero él quedó desacreditado delante de Dios. Mas, si no te bastan estas consideraciones, considera que también tu Señor fue calumniado, no sólo por Satanás, sino también por los hombres, y calumniado ante quienes más Él amaba. Y como el Padre, así también su Unigénito. De ahí que éste dijera: Si al amo de casa le han llamado Belcebú, mucho más se lo llamarán a sus familiares. Y no sólo calumnió al Señor aquel maligno demonio, sino que se le dio crédito, y no le calumnió en cosas de poco más o menos, sino de infamias y culpas gravísimas. En efecto, de El hizo correr que era un endemoniado, impostor y enemigo de Dios. Mas ¿es que después de hacer beneficio se te ha pagado con malos tratos? Pues por eso justamente has de llorar por quien te los ha dado y alegrarte por ti, pues has venido a ser semejante a Dios, que hace salir su sol sobre buenos y malos.
Acaso te parezca por encima de tus fuerzas el imitar a Dios. A la verdad, para quien vive vigilante, ello no es difícil. Pero, en fin, si te parece superior a tus fuerzas, yo te pondré ejemplos de hombres como tú. Ahí está José, que, después de sufrir tanto de parte de ellos, fue el bienhechor de sus hermanos; ahí Moisés, que, después de tanta insidia de parte de su pueblo, ruega a Dios por él; ahí Pablo, que, no obstante no poder ni contar cuánto sufrió de parte de los judíos, aún pedía ser anatema por su salvación; ahí Esteban, que apedreado, rogaba al Señor no les imputara aquel pecado. Considerando también estos ejemplos, desechemos de nosotros toda ira, a fin de que también a nosotros nos perdone Dios nuestros pecados, por la gracia y misericordia de nuestro Señor Jesucristo, con quien sea al Padre y al Espíritu Santo gloria, poder y honor ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

3) La confesión de Pedro (Mt 16, 13 ss.):¿Qué hace, pues, Pedro, boca que es de los apóstoles? Él, siempre ardiente; él, director del coro de los apóstoles, aun cuando todos son interrogados, responde solo. Y es de notar que cuando el Señor preguntó por la opinión del vulgo, todos contestaron a su pregunta; pero cuando les pregunta la de ellos directamente, entonces es Pedro quien se adelanta y toma la mano y dice: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. ¿Qué le responde Cristo?: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque ni la carne ni la sangre te lo han revelado. Ahora bien, si Pedro no hubiera confesado a Jesús por Hijo natural de Dios y nacido del Padre mismo, su confesión no hubiera sido obra de una revelación. De haberle tenido por uno de tantos, sus palabras no hubieran merecido la bienaventuranza. La verdad es que antes de esto, los hombres que estaban en la barca, después de la tormenta de que fueron testigos, exclamaron: Verdaderamente es éste Hijo de Dios. Y, sin embargo, a pesar de su aseveración de verdaderamente, no fueron proclamados bienaventurados. Porque no confesaron una filiación divina, como la que aquí confiesa Pedro. Aquellos pescadores creían sin duda que Jesús, uno de tantos, era verdaderamente Hijo de Dios, escogido ciertamente entre todos, pero no de la misma sustancia o naturaleza de Dios Padre.
También Natanael había dicho: Maestro, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el rey de Israel. Y no sólo no se le proclama bienaventurado, sino que es reprendido por el Señor por haber hablado muy por bajo de la verdad. Lo cierto es que el Señor añadió: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores has de ver. ¿Por qué, pues, Pedro es proclamado bienaventurado? Porque le confesó Hijo natural de Dios. De ahí que en los otros casos nada semejante dijo el Señor, mas en éste nos hace ver también quién fue el que lo reveló. Tal vez pudiera pensar la gente que, siendo Pedro tan ardiente amador de Cristo, sus palabras nacían de amistad y adulación y de ganas que tenía de congraciarse con su maestro. Pues para que nadie pudiera pensar así, Jesús nos descubre quién fue el que habló antes al alma de Pedro, y nos demos así cuenta que, si Pedro fue quien habló, el Padre fue quien le dictó las palabras -palabras que ya no podemos mirar como opinión humana sino creerlas como dogma divino-. Mas ¿por qué no lo afirma el Señor mismo y dice: «Yo soy el Cristo», sino que lo va preparando por sus preguntas, llevando a sus discípulos a confesarlo? Porque así era entonces para Él más conveniente y necesario y de esta manera se atraía mejor a sus discípulos a la fe de aquella misma confesión por ellos hecha. ¿Veis cómo el Padre revela al Hijo, y el Hijo al Padre? Porque tampoco al Padre le conoce nadie -dice Él mismo-, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Luego no es posible conocer al Hijo sino por el Padre, ni conocer por otro al Padre sino por el Hijo. De suerte que aún por aquí se demuestra patentemente la igualdad y consustancialidad del Hijo con el Padre.
¿Qué le contesta, pues, Cristo? Tú eres Simón, hijo de Jonás. Tú te llamarás Cefas. Como tú has proclamado a mi Padre -le dice-, así también yo pronuncio el nombre de quien te ha engendrado. Que era poco menos que decir: Como tú eres hijo de Jonás así lo soy yo de mi Padre. Porque, por lo demás, superfluo era llamarle hijo de Jonás. Mas como Pedro le había llamado Hijo de Dios, Él añade el nombre del padre de Pedro, para dar a entender que lo mismo que Pedro era hijo de Jonás, así era Él Hijo de Dios, es decir, de la misma sustancia de su Padre. Y yo te digo: Tú eres Piedra y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, es decir, sobre la fe de tu confesión.
Por aquí hace ver ya que habían de ser muchos los que creerían, y así levanta el pensamiento de Pedro y le constituye pastor de su Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y si contra ella no prevalecerán, mucho menos contra mí. No te turbes, pues, cuando luego oigas que he de ser entregado y crucificado. Y seguidamente le concede otro honor: Y yo te daré las llaves del reino de los cielos. ¿Qué quiere decir: Yo te daré las llaves? Como mi Padre te ha dado que me conocieras, yo te daré las llaves del reino de los cielos. Y no dijo: «Yo rogaré a mi Padre»; a pesar de ser tan grande la autoridad que demostraba, a pesar de la grandeza inefable del don. Pues con todo eso, Él dijo: Yo te daré. ¿Y qué le vas a dar, dime? Yo te daré las llaves del reino de los cielos: y cuanto tú desatares sobre la tierra, desatado quedará en los cielos. ¿Cómo, pues, no ha de ser cosa suya conceder sentarse a su derecha o a su izquierda, cuando ahora dice: Yo te daré? ¿Veis cómo Él mismo levanta a Pedro a más alta idea de Él y se revela a sí mismo y demuestra ser Hijo de Dios por estas dos promesas que aquí le hace? Porque cosas que atañen sólo al poder de Dios, como son perdonar los pecados, hacer inconmovible a su Iglesia aun en medio del embate de tantas olas y dar a un pobre pescador la firmeza de una roca aun en medio de la guerra de toda la tierra, eso es lo que aquí promete el Señor que le ha de dar a Pedro. Es lo que el Padre mismo decía hablando con Jeremías: Que le haría como una columna de bronce o como una muralla. Sólo que a Jeremías le hace tal para una sola nación, y a Pedro para la tierra entera. Aquí preguntaría yo con gusto a quienes se empeñan en rebajar la dignidad del Hijo: ¿Qué dones son mayores: los que dio el Padre o los que dio el Hijo a Pedro? El Padre le hizo a Pedro la gracia de revelarle al Hijo; pero el Hijo propagó por el mundo entero la revelación del Padre y la suya propia, y a un pobre mortal le puso en las manos la potestad de todo lo que hay en el cielo, pues le entregó sus llaves. Él, que extendió su Iglesia por todo lo descubierto de la tierra y la hizo más firme que el cielo mismo: Porque el cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará. El que tales dones da, el que tales hazañas realizó, ¿cómo puede ser inferior? Y al hablar así, no pretendo dividir las obras del Padre y del Hijo: Porque todo fue hecho por Él, y sin Él nada fue hecho. No, lo que yo quiero es hacer callar la lengua desvergonzada de quienes a tales afirmaciones se desmandan.

Mauricio
"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo"(San Agustín)
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Luis E Melgar
Asiduo


Registrado: 26 Jun 2006
Mensajes: 420
Ubicación: El Salvador

MensajePublicado: Mie Abr 18, 2007 8:17 pm    Asunto: Re: donde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Tema: ¿Dónde puedo encontrar predicas de San Juan Crisostómo?
Responder citando

[quote="José Mauricio Altamirano"]
Estimado Luis: deseas alguna en particular, yo tengo lo que desees de San Juan Crisostomo
/quote]

Oh.... Dios te Bendiga Mauricio...

Mira... ahora estoy leyendo un Buen volumen de la Vida de Don Bosco,
pero inmediatamente despues de este, pretendo seguir con los escritos de Crisóstomo...

No si es mucho abuso pedirte lo que tengas...
yo he encontrado algunas cosas en internet, pero siento que es muy poco respecto a todas las predicas que se mencionan sobre este particular santo...

3 diarias imaginate....!!!!

Por cualquier cosa te dejo mi direccion de correo...

luis_melgar@hotmail.com

o bien

luis_melgar@yahoo.com


pero la de hot mail es tambien la que uso para mensajeria instantanea, asi que alli me encuentro disponible con frecuencia por si en algo te puedo servir.

Saludos y Bendiciones.
_________________
θεου εστιν καθολικο
Teos eimi kazolikó
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Mostrar mensajes de anteriores:   
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Vida y escritos de los Santos Todas las horas son GMT
Página 1 de 1

 
Cambiar a:  
Puede publicar nuevos temas en este foro
No puede responder a temas en este foro
No puede editar sus mensajes en este foro
No puede borrar sus mensajes en este foro
No puede votar en encuestas en este foro


Powered by phpBB © 2001, 2007 phpBB Group
© 2007 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados