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El Hijo de Dios

 
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CarlosR26†
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
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MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:09 pm    Asunto: El Hijo de Dios
Tema: El Hijo de Dios
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Su único Hijo... esta es una frase interesante ya que la mayoría de los Cristianos la entiende mal. Muchos creen que esta filiación de Hijo, cuando se dice “Hijo de Dios” es una analogía a una filiación biológica, como si Dios hubiera “engendrado” biológicamente a su Hijo, como un mito divino. (El Hijo, que es eterno se encarno)

Cuando se refiere a “Hijo de Dios” ese evoca un salmo (Sal 2, 7)

Voy a anunciar el decreto de Yahvé:
El me ha dicho: "Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.
Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra.
Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como vaso de alfarero."

J. Ratzinger en su libro de Introducción al cristianismo nos explica de esto:

---

b).- La terminología bíblica y su relación con el dogma.

El lenguaje del Nuevo Testamento distingue claramente entre la designación de .hijo de Dios. y el calificativo de .el Hijo.. Ambas cosas pueden parecer lo mismo a quien no distinga lingüísticamente, de hecho ambas designaciones se rozan y relacionan mutuamente, pero originalmente pertenecen a diferentes ambientes, tienen orígenes diversos y expresan cosas distintas.

a.).- .Hijo de Dios.. La expresión de .hijo de Dios. procede de la teología real del Antiguo Testamento, que a su vez muestra su afinidad con la desmitologización de la teología real oriental; su significado se expresa en la teología de la elección. El salmo 2,7 puede citarse como ejemplo clásico de este hecho, es decir, de la aceptación de la teología real oriental y de su desmitologización mediante la idea de elección. El salmo citado es además un decisivo punto de partida del pensamiento cristológico; en el verso 7 se dirige al rey de Israel este oráculo: Voy a promulgar el decreto del Señor. Yavé me ha dicho: .Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado. Pídeme y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra..

Este oráculo se recitaba en la ceremonia de entronización de los reyes de Israel, pero procede, como ya hemos dicho, de ritos orientales primitivos y reales en los que el rey se presentaba como hijo engendrado por Dios. Sin embargo, parece ser que sólo Egipto conservó esta concepción de la procreación del rey por parte de Dios: el rey se concebía aquí como una esencia engendrada por Dios, pero en Babilonia el mismo ritual se había desmitologizado y se celebraba al rey como hijo de Dios no en el sentido de la procreación, sino en el del derecho 16.

Cuando la corte davídica asumió la fórmula, desapareció completamente su sentido mitológico. La concepción de que el rey era físicamente engendrado por Dios quedó suplantada por otra, por la que el rey era actualmente hijo de Dios; el acto de la procreación se concibió como acto de elección hecha por Dios. El rey es hijo, no porque Dios lo haya engendrado, sino porque lo ha elegido. No se celebra el acontecimiento físico, sino el poder de la voluntad divina que crea un nuevo ser. La teología de la elección del pueblo se condensa en la mencionada filiación. Según textos antiguos, por ejemplo Ex 4,22, Israel es el primogénito de Dios, su hijo amado. Cuando en la época real estos textos se aplican al caudillo del pueblo, la vocación de Israel se condensa en el sucesor de David. Él es el representante de Israel, el que asume el misterio de la promesa, de la vocación y del amor de Israel.

Además, teniendo ante los ojos la situación real de Israel, la aplicación del ritual real oriental realizada por el salmo podía parecer un sarcasmo de mal gusto. Era lógico que al faraón o el rey de Babilonia se les celebrase en el momento de su coronación haciendo votos por el dominio universal: .Te daré en posesión los confines de la tierra. Podrás regirlos por cetro de hierro, romperlos como vasija de alfarero.. Pero lo que era lógico aplicado a los poderosos de Babilonia y Egipto, aplicado al rey coronado en la montaña de Sión parecía pura ironía, ya que los reyes de la tierra no le temían; era él quien temblaba ante ellos. El domino del mundo aplicado al caudillo de las doce tribus podía parecer, como hemos dicho, irrisorio. Con otros términos, el manto tomado del ritual real oriental al que pertenece el salmo le venía demasiado grande al rey de Sión; por eso la historia obligó al pueblo a convertir este salmo en una profecía de esperanza; esto era para lo único que podía valer, ya que si se aplicaba al rey actual era incomprensible. Es decir, la teología real en un primer estadio pasó de la teología de la procreación física a la de la elección; pero en una segunda etapa la teología de la elección se convirtió en teología de la esperanza en el rey futuro; el oráculo real se transformó en promesa de que un día surgiría un rey que con razón podría decir:

Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado.
Pídeme y haré de las gentes tu heredad,
te daré en posesión los confines de la tierra.

Aquí comienza la utilización del texto por parte de la comunidad cristiana. Probablemente el salmo comenzó a aplicarse a Jesús en el contexto de la fe en la resurrección. La comunidad pensó que la resurrección de Jesús que ella aceptaba era el momento en el que se realizaba realmente el salmo. La paradoja es ciertamente grande. Es una contradicción creer que el que ha muerto crucificado en el Gólgota es el individuo de quien habla este salmo. ¿Qué significado tiene tal uso? Afirma que la esperanza en el rey futuro de Israel se realiza en el crucificado y resucitado a los ojos de la fe. Expresa la convicción de que aquel que murió en la cruz; aquel que renunció al poder del mundo (en el trasfondo oímos el temblor de los reyes de la tierra, el aniquilamiento con el bastón férreo); aquel que prohibió la espada y no envió a otros a la muerte, sino que él mismo murió por ellos; aquel que vio el sentido de la existencia humana no en el poder y en la autoafirmación, sino en el radical ser para los demás; es más, aquel que fue ser para los demás, de lo que es signo la cruz, a ése Dios le dice: .Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado..

Contemplando al crucificado, comprende el creyente el verdadero sentido de aquel oráculo y de la elección: no es un privilegio ni un poder para sí, sino un servicio a los demás. Ahí comprende el verdadero sentido de la historia de la elección, el verdadero sentido de la realeza: ser .representación.. .Representar. significa ser para los demás haciendo sus veces. El sentido ha cambiado totalmente; al fracasado, al que colgado de la cruz le falta un pedazo de tierra donde apoyarse, al despojado de sus vestidos, al que parece abandonado incluso por Dios, se dirige el oráculo: .Tú eres mi hijo. Hoy .en este lugar. te he engendrado. Pídeme y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra..

La idea del hijo de Dios, que por el salmo 2 se convirtió en explicación y exégesis de la resurrección y de la cruz y entró a formar parte de la profesión de fe en Jesús de Nazaret, no tiene nada que ver con la idea griega del hombre divino ni puede explicarse por ella. Es, más bien, la desmitologización de la idea real oriental que ya había desmitologizado el Antiguo Testamento; designa a Jesús como el verdadero heredero de toda la tierra, como el heredero de la promesa en quien se realiza el sentido de la teología davídica. La idea del rey aplicada a Jesús se entrecruza con la idea de esclavo; en cuanto rey es esclavo y en cuanto esclavo de Dios es rey. Esta unión tan fundamental para la fe en Cristo se prepara ya terminológicamente en la traducción griega del Antiguo Testamento: la palabra pais con la que se denomina al siervo de Dios puede significar también hijo; a la luz del acontecimiento Cristo tal duplicidad en el sentido puede aludir a la íntima identidad en la que ambas cosas se unen en Jesús 17.

La simultaneidad de hijo y de siervo, de gloria y de servicio, que suponía una plena explicación de la idea real y de la idea filial, ha encontrado su formulación exacta en la carta a los filipenses (2, 5-11), escrita en el ambiente cristiano palestinense. Se alude ahí a los sentimientos de Cristo que siendo igual a Dios no codició tal semejanza, sino que descendió a la nada del esclavo hasta el pleno vaciamiento. La palabra evacuatio empleada por el texto latino alude a esta traducción, a que se ha .vaciado., a que abandonando su ser -para-sí, ha entrado en el puro movimiento del .para.. Pero precisamente ahí, como muy bien dice el texto, es el Señor de todo el universo ante quien éste realiza la proskynesis, es decir, el rito y el acto de sumisión. El que voluntariamente obedece, se convierte en dominador; el que ha bajado a la nada de su vaciamiento se convierte, por eso mismo, en el Señor del mundo. Por otro camino, pues, llegamos a lo que antes afirmábamos al hablar del Dios uno y trino: el que no se apropia de nada, sino que es pura relación, se identifica con el absoluto, con el Señor. El Señor ante quien se inclina reverente el mundo es el cordero sacrificado que presenta la existencia como puro acto, como puro .para.. La liturgia cósmica, el homenaje del universo, gira en torno al cordero (Apoc 5).

Pero volvamos al problema del título de hijo de Dios en relación con el mundo antiguo. Hemos de reconocer que el mundo helenista y romano nos ofrece un auténtico paralelo lingüístico y conceptual, no con la idea del .hombre divino. con la que nada tiene que ver, sino con la designación de Jesús como hijo de Dios, expresión que motiva una nueva comprensión del poder, de la realeza, de la elección y de la existencia humana: También al emperador Augusto se le llama .hijo de Dios. (Divi filius)18; encontramos aquí las mismas palabras que emplea el Nuevo Testamento al describir a Jesús. Por vez primera aparece en el mundo antiguo, en el culto romano al emperador, el título de .hijo de Dios. relacionado con la ideología real; esto no se da ni puede darse en ningún otro sitio por la ambigüedad de la palabra .Dios. 19; reaparece cuando renace la ideología real oriental, de la que procede.

Con otras palabras decimos que el título .hijo de Dios. pertenece a la teología política de Roma y se refiere, como hemos visto, al medio ambiente del que nació la designación neotestamentaria .hijo de Dios.. En realidad, ambas proceden del mismo lugar y fluyen de la misma e idéntica fuente, aunque por conductos independientes. En el antiguo oriente y en la Roma de los emperadores el título de .hijo de Dios. es parte de la teología política, pero el Nuevo Testamento utiliza la palabra en una dimensión nueva, originada a raíz de la explicación que le dio Israel al vincularla a la teología de la elección y la esperanza. De la misma raíz ha nacido algo completamente distinto; en el enfrentamiento de la profesión de fe en Jesús como hijo de Dios con la confesión en el emperador como hijo de Dios, se oponen prácticamente el mito desmitificado y el mito que seguía siendo mito. El deseo de dominio absoluto del divino emperador romano no podía admitir junto a sí la teología real e imperial que vivía en Jesús como hijo de Dios. Por eso de la matyria (testimonio) nació el martyrium, insulto a la civilización del poder político 20.

b.).- El Hijo..

La designación de Jesús como .el Hijo. se distancia del concepto .hijo de Dios. que ya hemos estudiado. Lingüísticamente la expresión tiene otra historia y pertenece al mundo del misterioso lenguaje de las parábolas que propuso Jesús, siguiendo la línea de los profetas y de los maestros sapienciales de Israel. La palabra establece sus reales no en la predicación exterior, sino en el círculo íntimo de discípulos de Jesús. La vida de oración de Jesús es fuente segura de donde fluye la palabra; corresponde íntimamente a la nueva invocación de Dios Abba 21.

El análisis esmerado de Joachim Jeremías ha puesto en evidencia cómo las pocas palabras que el Nuevo Testamento griego nos ha conservado en el original arameo nos indican muy bien la forma de hablar se Jesús. Impresionaron tanto a los oyentes y expresan tan bien lo particular del Señor y su singularidad, que se conservaron tal y como sonaban entonces; por eso podemos nosotros dirigirnos ahora a él con sus mismas palabras.

La invocación Abba .Padre. es una de ls pocas joyas literarias que la comunidad cristiana primitiva dejó sin traducir, por la importancia que para ella revestía. También en el Antiguo Testamento se le llamó a Dios Padre, pero la expresión Abba se diferencia de las del Antiguo Testamento por la familiaridad íntima que supone con Dios (se podría comparar con .papá., pero es mucho más sublime que ésta) 22. La familiaridad expresada en la palabra Abba impidió que los judíos la aplicasen a Dios; al hombre no le está permitido acercarse tanto a Dios. Cuando la primitiva comunicación cristiana conservó esta palabra en su sentido original, afirmó que así oraba Jesús, que así hablaba con Dios y que esa intimidad con Dios le pertenecía personalmente a él.

A esta expresión, como ya hemos indicado, corresponde perfectamente la autodesignación de Jesús como Hijo. Ambas, Abba e Hijo, expresan el modo de orar de Jesús, su conciencia divina que también pudo contemplar el grupo de discípulos como a través de un velo. Hemos dicho que el título .hijo de Dios. procede del mesianismo judío y que es una forma muy rica, tanto histórica como teológicamente; aquí, en cambio, nos encontramos con algo completamente distinto, personal y profundo. Ahora vemos la experiencia de la oración de Jesús, su intimidad y relación con Dios que lo distingue de los demás hombres; pero tal intimidad no significa exclusivismo, sino que, por el contrario, está ordenada a introducir a los demás en esa intimidad con Dios; quiere que los hombres se presenten ante él de idéntica manera, que con él y en él llamen a Dios .Padre.; así de Dios ya no los separa una lejanía infinita, sino que entran en la intimidad que es realidad en Jesús.

El evangelio de Juan coloca en la base de la imagen de Cristo esta autodesignación de Jesús, que sólo en poquísimos textos (en la instrucción de los discípulos) aparece en los tres primeros evangelios. Todo esto responde a un rasgo fundamental del texto que interioriza el punto esencial. La autodesignación de Jesús como .hijo. es el hilo conductor del retrato del Señor; después, todo el tenor del evangelio explica el sentido trascendente de la palabra. Al hablar de la doctrina trinitaria, pusimos de relieve lo más importante; por eso aquí sólo heremos una observación que concuerde lo que allí afirmábamos.

Para Juan, cuando Jesús se llama a sí mismo hijo, no expresa el poder que le pertenece exclusivamente, sino la total relatividad de su existencia. Al describirse con esa categoría, explica su existencia como cosa esencialmente relativa, como cosa que no es sino .ser de. y .ser para.; pero al mismo tiempo, por ser relatividad total, coincide con lo absoluto. Por eso el título .hijo. es semejante a la designación de Jesús como .palabra. o .enviado.. Cuando Juan aplica a Jesús el dicho isaiano .yo soy., indica lo mismo, es decir, la total unidad con el .yo soy. que resulta del pleno abandono. La espina dorsal de esta cristología cuya base nos la ofrecen los evangelios sinópticos y, mediante ellos, el Jesús histórico (Abba!), es lo que nosotros considerábamos antes como el punto de partida de toda cristología: la identidad de la obra y del ser, de la acción y la persona, el total entregarse de la persona a la obra y la total semejanza de la acción con la persona que no permanece detrás de la obra, sino que se entrega en ella.

Con razón puede, pues, afirmarse que Juan nos ofrece una .ontologización., un regreso al ser escondido detrás de lo fenomenológico del puro acontecer. Ya no se habla simplemente de la acción, de la obra, de las palabras y de la doctrina de Jesús; se afirma, más bien, que su doctrina es él mismo. Todo él es hijo, palabra, misión; su obra desciende hasta el fundamento de su ser, se identifica con él; lo característico estriba en la unidad del ser y de la acción. Para quien considere el conjunto y el trasfondo, esta radicalización de las expresiones, esta inclusión de lo ontológico supone una eliminación de lo anterior, algo así como la sustitución de la cristología del servicio por la triunfalista cristología de la glorificación que ya no puede ocuparse del esclavo y del crucificado y que por eso se refugia en el mito ontológico de Dios. Quien, por el contrario, observe rectamente el hecho, comprenderá plenamente todo lo anterior. El ser esclavo ya no se concibe como una obra detrás de la que está la persona de Jesús; el ser esclavo incluye toda la existencia de Jesús de tal modo que su ser es servicio. Y precisamente porque su ser no es sino servicio, es hijo. Aquí llega a su culmen la transmutación cristiana de los valores; aquí se pone en evidencia cómo el que se entrega al servicio de los demás, el que pierde su egoísmo y se vacía a sí mismo es el verdadero hombre, el hombre del futuro, la unión del hombre y Dios.

Demos un paso hacia adelante. Ahora es evidente que los dogmas de Nicea y Calcedonia sólo quisieron expresar la identidad entre el servicio y el ser, en la que sale a la luz toda la trascendencia de las palabras .abba-hijo.. Estas formulaciones dogmáticas y su cristología no prolongan las ideas míticas de la procreación. Quien esto afirme, demuestra que no tiene la menor idea de lo que es Calcedonia, del significado de la ontología ni de esas expresiones míticas. A tales expresiones no dieron origen las ideas míticas de la procreación, sino el testimonio de Juan que a su vez es prolongación del diálogo de Jesús con su Padre y del ser de Jesús para todos los hombres hasta su muerte voluntaria en la cruz.

Siguiendo estas observaciones, no nos será difícil afirmar que la .ontología. del cuarto evangelio y de las antiguas confesiones de fe contienen un actualismo mucho más radical que todo lo que hoy día aparece con la etiqueta de actualismo. Me contentaré, para citar sólo un ejemplo, con una expresión de Bultmann sobre el problema de la filiación de Jesús: .Como la ekklesia, la comunidad escatológica, sólo es realmente ekklesia en cuanto acontecimiento, así el señorío de Cristo, su divinidad, es siempre y solamente acontecimiento. 23 .

En esta forma de actualismo el verdadero ser del hombre Jesús permanece estático detrás del acontecimiento de la divinidad y de su ser-Kyrios como el ser de cualquier hombre; sólo en el punto secundario de inflamación se realizaría para cada hombre el encuentro con Dios en la audición de la palabra. De la misma manera que el ser de Jesús permanece estático detrás del acontecimiento, así el ser del hombre .en cualquier momento. puede ser alcanzado por lo divino, pero sólo en la zona de lo acaecedero. El encuentro con Dios se realiza aquí en el momento del acontecimiento, pero el ser queda separado de él. En esa teología me parece ver una especie de desesperación frente al ser que no puede hacernos confiar en que el ser mismo pueda ser acto.

La cristología de Juan y de las primitivas confesiones va mucho más lejos, porque afirma el ser mismo como acto: Jesús es su obra. Detrás de ella no está el hombre Jesús en el que no sucede nada. Su ser es pura actualitas de .de. y de .para.. Y porque ese ser es inseparable de su actualitas coincide con Dios y es el hombre ejemplar, el hombre del futuro en quien el hombre aparece como realidad futura. En él se ve que el hombre no ha aprendido a ser él mismo; cuando se ha comprendido esto, uno se da cuenta de que la fenomenología y los análisis existenciales, por muy provechosos que sean, no bastan para la cristología; no son lo suficientemente profundos porque dejan intacto el campo del auténtico ser.
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Rosa M Ibáñez
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MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:40 pm    Asunto:
Tema: El Hijo de Dios
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Querido Carlos una pregunta...

Cita:
como si Dios hubiera “engendrado” biológicamente a su Hijo


Y no lo hizo? Maria no aporto un ovulo y Dios el espermatozoide? COmo ocurrio a nivel biologico la Encarnacion?

Bendiciones,
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Rosa Eme

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CarlosR26†
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MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:43 pm    Asunto:
Tema: El Hijo de Dios
Responder citando

Rosa M Ibáñez escribió:
Querido Carlos una pregunta...

Cita:
como si Dios hubiera “engendrado” biológicamente a su Hijo


Y no lo hizo? Maria no aporto un ovulo y Dios el espermatozoide? COmo ocurrio a nivel biologico la Encarnacion?

Bendiciones,


Biologicamente no lo se, pero no hubo espermatozoide estoy casi seguro jaja...

te dejo con Ratzinger...

Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo;
y nació de santa María, virgen.

El origen de Jesús queda en la zona del misterio. En el evangelio de Juan, los judíos de Jerusalén arguyen en contra de la mesiandad de Jesús que .saben de dónde es; mas del Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde viene. (Jn 8,27). La secuencia del discurso muestra la insuficiencia de tal conocimiento sobre el origen de Jesús: Yo no he venido de mí mismo, pero el que me ha enviado es veraz, aunque vosotros no le conocéis (Jn 7,2Cool.

Jesús procedía de Nazaret. ¿Pero conocemos su verdadero origen si sabemos el lugar geográfico de su nacimiento? El cuarto evangelio recalca con particular interés que el origen real de Jesús es .el Padre., que de él procede totalmente y de modo distinto a cualquier otro mensajero divino.

Los llamados evangelios de la infancia, de Mateo y Lucas, nos presentan a Jesús procediendo del misterio .incognoscible. de Dios. Mateo y Lucas, pero especialmente este último, describen el comienzo de la historia de Jesús con palabras tomadas del Antiguo Testamento, para presentar lo que aquí sucede como realización de toda la historia de la alianza de Dios con los hombres. El saludo que el ángel dirige a la virgen en el evangelio de Lucas se parece muchísimo al grito con el que el profeta Sofonías saludaba a la Jerusalén liberada del final de los tiempos (Sof 3,14) y asume las bendiciones con las que Israel celebró a sus nobles mujeres (Jue 4,24; Jdt 13, 18s). María es el santo resto de Israel, el verdadero Sión a donde se dirigen todas las miradas de la esperanza. En los estragos de la historia la esperanza recurre a ella. Según el texto de Lucas, con ella comienza el nuevo Israel; no, no sólo comienza con ella, sino que ella es el resto de Israel, la santa .hija de Sión., donde comienza por voluntad de Dios el nuevo inicio 1:

El Espíritu Santo vendrá sobre tí, y la virtud del Altísimo te cubrirá con tu sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado hijo de Dios (Lc 1,35).

El horizonte se extiende aquí hasta la creación, superando la historia de la alianza con Israel: en el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios es poder creador divino; él se cernía al principio sobre las aguas, él transformó el caos en cosmos (Gn 1,2); con su venida surgen los seres vivientes (Sal 104,30). Lo que sucederá en María será nueva creación: el Dios que de la nada llamó al ser, coloca un nuevo inicio en medio de la humanidad: su palabra se hace carne. La segunda imagen de nuestro texto .el Espíritu te cubrirá con su sombra. alude al templo de Israel y a la tienda santa del desierto, que mostraba la actualidad de Dios en la nube que revelaba y al mismo tiempo encubría la gloria de Dios (Ex 40, 34; 3 Re 8,11). Antes María era el nuevo Israel, la verdadera .hija de Sión.; ahora es como el templo al que desciende la nube en la que Dios entra en la historia. Quien se pone a disposición de Dios, desaparece con él en la nube del olvido y de la insignificancia para tomar parte en su gloria.

Ningún racionalista puede ver, ni siquiera en pintura, el nacimiento virginal de Jesús, narrado en los evangelios. La distinción de las fuentes minimaliza el testimonio neotestamentario, la alusión al pensamiento ahistórico de la antigüedad lo lleva al terreno de lo simbólico, la clasificación en la historia de las religiones lo comprueba como variante del mito. De hecho el mito del nacimiento milagroso del niño salvador está muy extendido. En él sale a la luz un anhelo de la humanidad, el anhelo por la esperanza y pureza que representa la virgen pura, por lo verdaderamente maternal, por lo acogedor, por lo maduro y lo bueno, y finalmente la esperanza que surge cuando nace un hombre, la esperanza y la alegría que supone un hijo. Probablemente también Israel conoció tales mitos; Is 7,14 (He aquí que una virgen concebirá...) podría darnos la oportunidad de aplicar una tal expectación, aunque el tenor del texto pone de manifiesto que no se trata sin más de una virgen en sentido estricto 2. Si el texto ha de explicarse en ese contexto, el Nuevo Testamento indirectamente habría visto realizada en la virgen-madre la confusa esperanza de la humanidad; tal motivo primordial de la historia no carece a ciencia cierta de sentido.

Es también evidente que los relatos neotestamentarios del nacimiento de Jesús de la Virgen no muestran puntos de contacto inmediato con el ámbito histórico-religioso, sino con la Biblia veterotestamentaria. Los relatos extrabíblicos de este estilo son profundamente diversos de la historia del nacimiento de Jesús, tanto en su vocabulario como en sus concepciones. La diferencia más central estriba en que en casi todos los relatos paganos la divinidad es el poder generante, fecundador, de forma que el .padre. en sentido más o menos genealógico y físico del hijo salvador es la divinidad misma. No sucede así en el Nuevo Testamento, como hemos visto. La concepción de Jesús es la nueva creación, no la generación por parte de Dios. Dios no es algo así como el padre biológico de Jesús, y ni el Nuevo Testamento ni la genealogía de la Iglesia han visto en ese relato o en el acontecimiento narrado el fundamento de la verdadera divinidad de Jesús, de su .filiación divina..

Tal filiación no significa que Jesús es mitad Dios mitad hombre, sino que para la fe siempre fue completamente Dios y completamente hombre. Su divinidad no implica disminución de la humanidad; ese fue precisamente el camino que siguieron Arrio y Apolinar, grandes herejes de la antigua Iglesia; contra ellos la doctrina eclesial defendió claramente la plena e indivisa humanidad de Jesús, y así negó la filiación del relato bíblico con el mito pagano del que, engendrado por Dios, sería mitad Dios. La filiación divina de Jesús no se funda, según la fe eclesial, en que Jesús no tiene padre humano. La filiación divina de Jesús no sufriría menoscabo alguno si hubiese nacido de un matrimonio normal, porque la filiación divina de la que habla la Iglesia no es un hecho biológico, sino ontológico; no es un acontecimiento del tiempo, sino de la eternidad de Dios: Dios es siempre Padre, Hijo y Espíritu, y la concepción de Jesús no significa que haya nacido un nuevo Dios-hijo, sino que Dios hijo atrae a sí mismo la criatura hombre en el hombre Jesús, de modo que él mismo .es. hombre.

Tampoco cambian nada dos expresiones que podrían inducir a error a los ignorantes. ¿No afirma el relato lucano, en relación con la promesa de la concepción milagrosa, que lo que nazca .será llamado santo, hijo de Dios? (Lc 1,35). ¿No se unen aquí la filiación divina y el nacimiento virginal de tal modo que se recorre el camino del mito? Por lo que toca a la teología eclesial, ¿no habla reiteradamente de la filiación divina .física. de Jesús y no descubre así su trasfondo mítico? Comencemos por lo último. No cabe duda de que la expresión .filiación divina y física de Jesús. no es feliz porque puede inducir a error; la expresión muestra cómo la teología durante casi dos mil años no pudo liberar sus conceptos lingüísticos del cascarón de su origen helénico. .Físico. se entiende aquí en el sentido del antiguo concepto de physis, es decir, de naturaleza, o mejor dicho de esencia. .Físico. significa lo que pertenece a la esencia. .Filiación divina., pues, significa que Jesús es Dios según el ser, no según su pura conciencia; la palabra expresa lo contrario a la representación de la pura adopción de Jesús por parte de Dios. Es claro que el término .físico. se entiende en el sentido de ser-de-Dios, no en sentido biológico-generativo, sino en el plano del ser y de la eternidad divinos. Significa que en Jesús ha asumido la naturaleza humana el que desde la eternidad pertenece .físicamente. (es decir, realmente, según el ser) a la relación una y trina del amor divino.

¿Qué diremos al emérito E. Schweizer que se expresa así: .Como quiera que Lucas no muestra interés en el problema biológico, tampoco supera los límites que le llevarían a una comprensión metafísica. 3 ? La frase es falsa casi en su totalidad. Veladamente equipara la biología con la metafísica. Esto es asombroso. La filiación divina metafísica (conforme al ser) se confunde según todas las apariencias con la procedencia biológica y así se cambia totalmente el sentido de todo. Como hemos visto, es la repulsa más categórica a la concepción biológica del origen divino de Jesús. De intento afirmamos, con tristeza, que el plano de la metafísica no es el de la biología. La doctrina eclesial de la filiación divina de Jesús no se funda en la prolongación de la historia del nacimiento virginal, sino en la prolongación del diálogo Abba-hijo y de la relación de la palabra y del amor que ahí se inicia, según veíamos. Su idea del ser no pertenece al plano biológico, sino al .yo-soy. del cuarto evangelio donde, como vimos, se ha desarrollado la total radicalización de la idea de hijo, mucho más comprensivo y de mayor alcance que las ideas biológicas del Dios-hombre del mito. Todo esto lo hemos explicado detalladamente antes; recordemos solamente, ya que ésa es la impresión que se tiene, que la aversión moderna tanto al mensaje del nacimiento virginal como a la plena confesión de la filiación divina se apoya en un malentendido fundamental y en la falsa relación en la que ambas parecen verse.

Todavía nos queda por resolver el problema del sentido del concepto .hijo. en la predicación lucana. Al dar una respuesta a este problema, tocaremos la cuestión que nos surgía en las reflexiones anteriores. Si la concepción de Jesús por la Virgen mediante el poder creador de Dios no tiene nada que ver, al menos inmediatamente, con su filiación, ¿qué sentido puede tener ésta? Nuestras reflexiones anteriores nos ofrecen una fácil respuesta al problema de qué significa la palabra .hijo de Dios. en los textos de la predicación. Como ya vimos, la expresión se opone al simple .hijo. y pertenece a la teología de la elección y de la esperanza de la antigua alianza, y designa a Jesús como el verdadero heredero de las promesas, como el rey de Israel y del mundo. Con esto aparece claramente el contexto espiritual en el que hay que comprender el relato lucano: la fe en la esperanza de Israel que, como hemos dicho, ha permanecido casi incontaminada con las esperanzas paganas de los nacimientos milagrosos, pero que les ha dado un contorno completamente nuevo y ha cambiado totalmente el sentido.

El Antiguo Testamento conoce una serie de nacimientos milagrosos ocurridos en los puntos decisivos de la historia de la salvación: Sara, la madre de Isaac (Gn 1Cool, la madre de Samuel (1 Sam 1-3) y la anónima madre de Sansón (Jue 13) son estériles; es absurdo, pues, que esperen un hijo. En los tres casos el nacimiento del hijo, que será el salvador de Israel, tiene lugar por un acto de la graciosa misericordia de Dios que hace posible lo imposible (Gn 18,14; Lc 1,37), que exalta a los humildes (1 Sam 2,7; 1,11; Lc 1,52; 1,4Cool y que quita el trono a los poderosos (Lc 1,52). Con Isabel, la madre de Juan Bautista, se continúa la misma línea (Lc 1,7-25.36); con María llega a su punto culminante. El sentido de los acontecimientos es siempre el mismo: la salvación del mundo no viene de los hombres ni de su propio poder. El hombre puede dejarse regalar algo y sólo puede recibirlo como puro don.

El nacimiento virginal no significa un capítulo de ascesis cristiana ni pertenece inmediatamente a la doctrina de la filiación divina de Jesús, es en primer y último lugar teología de la gracia, mensaje del modo como se nos comunica la salvación; en el candor con que se recibe como gracioso don de amor lo que salva al mundo. El libro de Isaías expresa majestuosamente la idea de que la salvación viene solamente del poder de Dios, cuando dice: Alégrate, la estéril, que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada .dice el Señor. (Is 54,1; cf. Gal 4,27; Rom 4,17-22).

En Jesús ha puesto Dios en medio de la infecunda y desesperada humanidad un nuevo comienzo que no es producto de su propia historia, sino don del cielo. Como cada hombre no es la suma de cromosomas ni el producto de su mundo determinado, sino algo inexplicablemente nuevo, una singular criatura de Dios, así Jesús es lo verdaderamente nuevo que no procede de lo propio de la humanidad, sino del Espíritu de Dios. Por eso es el segundo Adán (1Cor 15,47); con él comienza una nueva encarnación. A diferencia de todos los elegidos anteriores a él, no sólo recibe el Espíritu de Dios, sino que incluso en su existencia terrena, y sólo él es movido por el Espíritu, es el verdadero profeta, la realización de todos los profetas.

No es necesario decir que todas estas expresiones sólo son significativas si el acontecimiento realmente tuvo lugar. No quieren sino revelar su sentido. Son explicación de un evento; si no se admite esto, se convierten en edificio vacío que muy bien podría calificarse de poco serio y honrado. Por lo demás, en todos estos intentos, por muy buenas intenciones que tengan, hay una contradicción que casi podríamos calificar de trágica: cuando hemos descubierto la corporeidad del hombre con todos los hilos de nuestra existencia, y podemos comprender el espíritu como encarnado, cono ser-cuerpo, no como tener-cuerpo, se quiere salvar la fe descorporalizándola, llevándola a la región del puro .sentido., de la pura y autosuficiente explicación que sólo por su falta de realidad puede sustraerse a la crítica. En realidad, la fe cristiana es la profesión de fe en que Dios no es prisionero de su eternidad, y en que no está limitado a lo espiritual, sino que puede obrar aquí y ahora, en mi mundo, y que ha obrado en Jesús, el hombre nuevo nacido de María la virgen, mediante el poder creador de Dios, cuyo Espíritu en el principio se cernía sobre las aguas, y de la nada creó el ser 4.

Hagamos todavía una observación. El sentido del signo divino del nacimiento virginal, comprendido rectamente, nos indica también cuál es el lugar teológico de la piedad mariana que debe deducirse de la fe del Nuevo Testamento. La piedad mariana no puede apoyarse en una mariología que sea una especie de segunda tarea de la cristología; no hay razón ni fundamento para tal desdoblamiento. Un tratado teológico al que pertenezca la mariología como concretización suya, sería la doctrina de la gracia que forma un todo juntamente con la eclesiología y la antropología.

Como verdadera .hija de Sión., María es la imagen de la Iglesia, la imagen de los creyentes que sólo mediante el don del amor .mediante la gracia . pueden llegar a la salvación y a sí mismos. Bernanos termina su libro Diario de un cura rural, con las palabras .todo es gracia.; la expresión revela una vida llena de riqueza y realización, aunque al parecer es sólo debilidad e inutilidad; la expresión se convierte en María, la .llena de gracia. (Lc 1,2Cool, en verdadero acontecimiento. No es protesta o amenaza en contra de la exclusividad de la salvación de Cristo, sino alusión a ella; es presentación de la humanidad que es, en cuanto todo, expectación y que necesita tanto más de esta imagen cuanto más le amenaza el peligro de olvidar la espera y de entregarse al hacer que, por muy imprescindible que sea, no puede llenar el vacío que amenaza al hombre si no encuentra el amor absoluto que le da sentido, salvación y todo lo verdaderamente necesario para la vida.
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CarlosR26†
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MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:49 pm    Asunto:
Tema: El Hijo de Dios
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Como resumen esto creo es lo importante..

Cita:
El nacimiento virginal no significa un capítulo de ascesis cristiana ni pertenece inmediatamente a la doctrina de la filiación divina de Jesús, es en primer y último lugar teología de la gracia, mensaje del modo como se nos comunica la salvación; en el candor con que se recibe como gracioso don de amor lo que salva al mundo. El libro de Isaías expresa majestuosamente la idea de que la salvación viene solamente del poder de Dios, cuando dice: Alégrate, la estéril, que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada .dice el Señor. (Is 54,1; cf. Gal 4,27; Rom 4,17-22).



El naciemiento Virginal se dio por que asi Dios expresa su poder... solamente a traves del poder de Dios vendra la salvación.

No soy bueno en Mariologia asi que lo demás no lo se Wink
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CarlosR26†
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Ubicación: MEXICO, Jal.

MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:50 pm    Asunto:
Tema: El Hijo de Dios
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Rosa M Ibáñez escribió:
Querido Carlos una pregunta...

Cita:
como si Dios hubiera “engendrado” biológicamente a su Hijo


Y no lo hizo? Maria no aporto un ovulo y Dios el espermatozoide? COmo ocurrio a nivel biologico la Encarnacion?

Bendiciones,


A lo que me referia aqui, es que NO ES HIJO por haber sido engendrado, si no que es hijo por que recibe las promesas del amor de Dios...

Efectivamente fue engendrado eso dice el Credo.

es lo que explicaba en el mensaje de la adopción.
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Rosa M Ibáñez
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MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 9:52 pm    Asunto:
Tema: El Hijo de Dios
Responder citando

uhhhh! pero Dios pudo poner un espermatozoide dentro del vientre de Maria cuando el Espirituo Santo la cubrio con su poder.....

Es largo. Tengo que irme. Lo leere despues.

Gracias Carlos!
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Albert
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Ubicación: Puerto Rico

MensajePublicado: Mie Oct 12, 2005 10:31 pm    Asunto: Lo que dice Benedicto XVI
Tema: El Hijo de Dios
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Herman@s:

Sobre este tema Joseph Ratzinger ha hablado mucho, en uno de los libros recientemente publicados del Papa; Dios y el Mundo el Papa dice lo siguiente:

Cita:
La frase "Hijo de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engerndrado no creado" es una descripción concreta de Jesús, resume todo el encuentro con Él, empezando por el sermón de Galilea, pasando por su mensaje, por el proceso ante el tribunal judío en el que se le pregunta si es realmente Dios, hasta llegar a la cruz y al encuentro con el resucitado. Las mismas autoridades judías comprendieron que se enfrentaban a una pretención que desbordaba lo meramente humano y por ello lo entendieron como sacrilegio, o acaso se vieron obligados a entenderlo así. En ese sentido le comprenden correctamente. Hasta Jesús les da la razón. Él responde: "¡Sí, lo soy!"


Dios les bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS
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