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El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA

 
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Autor Mensaje
Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Lun Ene 09, 2006 3:51 pm    Asunto: El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA
Tema: El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA
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El el mundo de hoy no es raro encontrarse con una mezcla de ideas que se han ido tomando princialmente de forma mediática, hoy la Tv, la música, la literatura esta plagada de lo que venimos a llamar "libertad de pensamiento". Lo grave es que muchos que se dicen católicos ya han incorporado a sus propios conceptos, un decalogo que no tiene nada que ver con el de la Biblia.

El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA




Por Luis Olivera Marañón
Arvo Net, 13.12.2005

Para dialéctica de altura la del siglo XIX y primera parte del XX. Desde entonces, desde el fin de la II Guerra Mundial hasta ahora, vivimos de prestado. Los tratados se han convertido en eslóganes y la búsqueda de la verdad en búsqueda de la búsqueda: en definitiva, en la turbadora tentación de que la verdad no existe, por lo que el conocimiento no merece la pena: lo único que merece la pena es la divagación eterna e infructuosa sobre las formas de conocimiento. La cosa empezó a torcerse con Descartes, pero en el siglo XX alcanzó su plenitud: es decir, alcanzó el desastre.

Es como si la razón hubiera sido recluida en una cárcel y, con ella, la libertad. Recluida, claro está, en nombre de la libertad de pensamiento. El progreso intelectual de la civilización occidental ha degenerado en un círculo oriental, del que es imposible salir. En Occidente le llamamos relativismo, pero en el fondo éste no esconde más que la anulación del hombre como ser racional y, con ello, la anulación de su libertad. Vivimos en el universo de la contradicción permanente.

Analicemos la situación en unos pocos aforismos, que son lo mandamientos vigentes. El primero y más importante de todos, que los engloba a todos, que los resume y abarca a todos, es el siguiente:

1. “Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Ahora bien, la frasecita de Campoamor, que revela como ninguna otra el acta de defunción de las verdades absolutas, es la que incurre en la primera contradicción flagrante: nada es verdad ni nada es mentira… menos esta frase, este principio, este dogma aniquilador.

2. “Prohibido prohibir”, tradujeron los del mayo francés, una generación que continúa sin abandonar el poder. Ahora bien, si prohibimos prohibir, ya hay algo que sí está prohibido: prohibir.

3. “Todo es opinable”, aseguran los hombres de la sociedad de la comunicación. Sí, todo es opinable; todo menos justamente eso: que todo sea opinable.

4. “Los dogmas son inadmisibles”. Salvo justamente el que acabo de enunciar, que es indemostrable pero de aplicación forzosa. En cualquier caso, el hombre siempre parte de un dogma para concluir, tanto en el pensamiento deductivo como en el inductivo

5. “Libertad de pensamiento”. Muy cierto, pero dos más dos sólo son cuatro en base 1 y por definición. Nadie comienza a pensar desde cero, sino desde un eje de coordenadas que le viene dado. El pensamiento humano está sometido a reglas estrechas, que componen lo que se conoce como la ciencia de la lógica: no damos para más y no es para avergonzarse de ello. A fin de cuentas, mal de muchos…

6. “Toda idea, principio o creencia es tan respetable como otra”. ¿Todas? No, porque la que acabo de escribir vale mucho más que cualquier otra y es acreedora del mayor de los respetos.

7. “Eduquemos en libertad”. Pero eso es imposible: si concedemos libertad al alumno para someterse o rechazar la educación, seguramente optará por la libertad de no educarse, sobre todo si piensa en el sometimiento y el esfuerzo que implica el hacerlo.

Lo único que importa es la tolerancia, no las ideas que se toleran. Es más, la misma libertad de expresión es un atentado contra la libertad ajena, en cuanto puede influir en el interlocutor.

8. “Sólo acepto lo que sea demostrable”. Pero ni siquiera puedo demostrar mi propia existencia: vaya comienzo. Lo empíricamente demostrable no alanza ni el 0,1% de los conocimientos humanos.

9. “Lo que se ve, existe; y lo que no se ve, no existe”. Pero nuestros sentidos nos engañan con frecuencia. Además, de esta forma no existirían la lunas de Júpiter, ni el amor, ni el dolor, ni la belleza, ni el arte, ni la literatura… Además, ¿estamos seguros de que la vida no es sueño y que el ensueño no es la verdadera vida?

10. “Nadie puede decir lo que está bien o lo que esta mal”. Pero esta política de no injerencia es buena en sí misma, así como sus numerosos desarrollos en forma de juicios morales, esos juicios que constantemente estamos pronunciando. Es más, si en algo creemos es en nuestras críticas al prójimo o en nuestros halagos (en ésos menos, dado que resultan menos numerosos).

No es extraño que el hombre actual esté mareado. Sufre de vértigo intelectual y sus síntomas son: falta de personalidad, acentuada inseguridad en sus talentos. O sea, que el relativismo le ha llevado al complejo de inferioridad, a la tristeza: Porque el hombre puede ser bueno o malo, sabio o ignorante, pero lo que su propia naturaleza racional no puede aceptar jamás sin romperse en pedazos es vivir en la contradicción. El único velo capaz de ocultar la incoherencia es la locura. Y esa es, precisamente, la meta lógica de todo relativismo. Los altavoces refuerzan la voz, pero no los argumentos.
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Esther Filomena
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Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 286

MensajePublicado: Lun Ene 09, 2006 6:02 pm    Asunto:
Tema: El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA
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Hola: Parece, da la impresión, que el relativismo está entrando en el Foro. ¡Cuidado! A veces se leen participaciones que no se paran firmemente en el Magisterio de la Iglesia. El Evangelio es uno y se sigue o no, pero no se acomoda a conveniencia.

Disculpen, pero es lo que percibo.
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Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mar Ene 10, 2006 12:59 pm    Asunto: Re: Relatividad no es lo mismo que RELATIVISMO
Tema: El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA
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Estimada Yanka:

Muy interesante tu aporte, solo me llamó la atención tu cita:


Yanka escribió:



"No son buenos los extremos aunque sea en la virtud". Santa Teresa de Jesús



Yanka


Creo que hay que tratar con mucha delicadeza esta frase que si verdaderamente es de santa Teresa debe haber estado en un contexto muy específico.

Con esta frase contradice del todo al Maestro, y tu sabes : "No está el discípulo por encima del maestro”, San Mateo 10,24 , porque El Hijo de Dios vino a pedirnos perfección: "Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. San Mateo 6,48, lo cual contradice totalmente la frasecita mentada.

No puede ser mala en ninguna circunstancia una virtud. Cristo nos ha enseñado a buscar ser santos, a todos, y como cristianos debemos esforzarnos, aunque tal empeño pueda parecer fanatismo.

Eran fanaticos los primeros cristianos? Aquellos que ofrecieron con gusto su vida por dar a conocer al Hijo de Dios?

El tema es el relativismo, y el relativismo es malo, escuchen a nuestro Santo Padre, que no se cansa de repetirlo.

Por favor, no confundan con la "teoria de la relatividad" que es otra cosa.
_________________
Esther Filomena
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Esther Filomena
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Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Ene 11, 2006 8:12 pm    Asunto: Re: Es relativo: depende qué sea para uno La Santidad.
Tema: El DECÁLOGO DEL BUEN RELATIVISTA
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Yanka escribió:
Es relativo: depende qué sea para uno La Santidad.
La santidad no se pide. Se camina.
Santidad es Misericordia.

Nosotros y nuestra espiritualidad y nuestra fe, siempre es relativa.
Tenemos que siempre sospechar de nosotros mismos. Podemos caer en el fariseismo espiritualista.
Cuidado con la soberbia absolutista y perfeccionista.





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El Cardenal Josef Ratzinger afirmó que "la dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y deja solo al propio yo con sus "deseos", es lo que para muchos es la única actitud aceptable en los tiempos que corren".

"Dejarse llevar de aquí para allá por cualquier viento de doctrina, aparece como la única postura a la altura de los tiempos modernos"


Tener una fe clara, basada en el credo de la Iglesia, se suele considerar como fundamentalismo, pero el relativismo, que es dejarse llevar por cualquier vaivén de las enseñanzas, parece ayer la única actitud aceptable. Estamos avanzando hacia una dictadura del relativismo que no reconoce ninguna certidumbre y que tiene como su principal objetivo el propio ego y los propios deseos",

El relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la hora actual.

Homilía en la Misa Pro-eleccion del Papa – Abril 2005


El Papa, Benedicto XVI, ha definido al relativismo como el problema central que enfrentan la Iglesia y el mundo contemporáneo

Por: Jaime Septién

El Papa, Benedicto XVI, ha definido al relativismo como el problema central que enfrentan la Iglesia y el mundo contemporáneo. Desde luego, piensa el Papa, es el problema central al que tiene que enfrentarse la fe en Dios (no tan sólo la fe católica). Y es que el relativismo se ha despojado de su ropaje pesimista (“es tan grande la verdad que nadie puede conocerla”), para vestirse con prendas más “alegres” como la tolerancia, el conocimiento mediante el diálogo y la libertad.


En efecto, el relativismo postmoderno es concebido como una tendencia personal, radicalmente, positiva. Creer que todo vale lo mismo y que cada quien puede y debe expresar su diferencia, cualquiera que ésta sea, es signo inequívoco de que uno anda bien. “Cada cabeza es un mundo” y, por lo tanto, cada cabeza tiene su propia normatividad, escala de valores, capacidad de expresarlo a todo el mundo y hacerse respetar por el simple hecho de haberlo dicho (o pensado).

También es una verdad postmoderna el pensamiento y la práctica de que a toda decisión debemos llegar mediante el diálogo. Nada de imposiciones, de autoridad o de normas; es la palabra dada y recibida la que debe fundamentar nuestras relaciones con los demás, con los padres, con los maestros, con los gobernantes, con las leyes y con los usos de la tradición. Dialogar no significa –en este contexto- más que “respetar” la opinión de los demás y construir, entre la mayoría de las opiniones, un acuerdo que hoy es válido, pero mañana, quién sabe.

Finalmente, la libertad post moderna exige para sí misma la flexibilidad, el deseo personal, la ausencia de sacrificio, la entronización del placer, la presencia del “ideal supremo” de la publicidad comercial: hacer lo que cada uno quiera, a la hora que cada uno desee y con los medios al alcance de la mano, de forma tal que el acto libre no lleve consigo otra responsabilidad, que el deseo de llevarlo a cabo.

A mi parecer, el relativismo es la ruina de la tolerancia, del conocimiento mediante el diálogo y, por supuesto, de la libertad. Al derrumbar la norma ética, la normal moral, la autoridad y la responsabilidad de los actos públicos y privados, el relativismo, simplemente, prescinde de la verdad y del bien; todo se convierte en un asunto de opinión, de mayoría y de cálculo egoísta, personal, meramente utilitario, descontextualizado de la historia, de la cultura, del bien común.

Como señaló el entonces Cardenal Joseph Ratzinger al periodista y filósofo chileno Jaime Antúnez en «Crónica de las ideas -En busca del rumbo perdido»; Ediciones Encuentro, 2001): “Prescindir de la cuestión de la verdad también liquida la norma ética. Si no sabemos lo que es verdad, tampoco podemos saber lo que está bien y ni siquiera el bien en absoluto. El bien es reemplazado por «lo mejor», vale decir, por el cálculo de las consecuencias de una acción. En realidad, para decirlo sin adornos, esto significa que el bien se ve desplazado, favoreciéndose lo útil en su reemplazo. El hombre vive, por así decir, con los ojos y los oídos cerrados al mensaje de Dios en el mundo. Pero si consideramos que la verdad y el bien constituyen el corazón de toda cultura, es fácil deducir las consecuencias que se siguen de la progresiva difusión de una postura tal”.

Esas consecuencias están a la vista ahora para cualquier observador calificado. Por lo menos son dos: ruptura de la familia y violencia social generalizada.
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Esther Filomena
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