Leonardo López Esporádico
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Publicado:
Mie Jul 04, 2007 3:04 am Asunto:
Sobre las imágenes y la idolatría...
Tema: Necesito su ayuda!!! |
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Sobre las imágenes y la idolatría:
Desde la antigüedad el espíritu del hombre busco la cercanía con su Dios, y él en esa búsqueda, sintió Su presencia divina en la misma Naturaleza, en el agua, el fuego, el viento, el mar, en el mismo cielo estrellado. Quería verle y sentirle, más siendo pequeño espiritualmente dio prioridad a sus sentidos materiales, y creó formas materiales que representarán a la Divinidad.
En la antigüedad encontramos pueblos, que creían, percibían y sentían, que la Naturaleza y el Universo, eran gobernados divinamente por distintos dioses, y a cada elemento de la Creación le atribuyeron una deidad distinta.
Fue el pueblo de Israel, quien sintió primeramente que todo lo que veía, contemplaba, admiraba y reflexionaba sobre la vida provenía de un solo Dios, un Dios que no se podía tocar ni ver; pero que sí existía verdaderamente, y que podían sentirlo y percibirlo en Su misma Creación. Fue por ello, por esa sensibilidad espiritual, que ese pueblo conoció primeramente al que Es.
Lo anterior es historia, pero verdadera. Por eso el Creador se manifestó tanto en ese pueblo, dando Su Ley divina en el tiempo de Moisés, y viniendo en carne en otro tiempo, en nuestro amado Jesús, para mostrarnos el camino del Amor.
No todo el pueblo le fue fiel ni entendió todo lo que para Él significaba en no adorarle con cosas y ofrendas materiales, más Él respeto todo aquello, a consecuencia de la pequeñez espiritual de Su pueblo: Y ahí tenemos los holocaustos, animales que eran sacrificados en nombre Suyo para la purificación de las faltas que llegaban a cometer; pero a través de Sus profetas, muchas de las veces les llegó a decir y a declarar: “No quiero ofrendas ni sacrificios, la sangre ni el incienso llega a Mí, dadme vuestra pureza, la compasión a vuestro Semejante, la caridad al necesitado, la justicia al huérfano y a la viuda, dad hospedaje al extranjero”.
En verdad, Dios fue, es y seguirá siendo celoso con todo aquel que quiera pertenecer espiritualmente a Su pueblo, ¿acaso no recordamos las pruebas que acontecieron en él, por ser infieles al poner a la piedra sin vida de Baal, o al becerro de oro en el Monte Sinaí. Grandes pruebas le llego a suceder por apartarse del quien es Fiel y Verdadero. Por ventura, acaso no se nos dijo. “No adorarás ni darás culto a dioses extraños de otros pueblos”, y en el Decálogo en las faldas del Monte Sinaí: “No tendrás otros dioses delante de Mí, ni harás imagen alguna, de lo que hay abajo, arriba, en las aguas o debajo de la tierra, ni te postrarás delante de ellos ni les entregarás culto”.
O acaso no viene a nuestra memoria el hecho del profeta Elías en el monte Carmelo ante la infidelidad del pueblo Israelita al adorar y postrarse ante Baal, en donde los profetas de este dios decían que Baal era el verdadero, negando al Dios que los sacó de Egipto y de su esclavitud. En aquel entonces Elías propuso a los profetas de Baal que se escogieran dos bueyes para sacrificarlos en leña sin prenderles fuego; Elías dijo entonces: “Aquel dios que enviase fuego al invocarlo sobre alguno de los holocaustos, sea el verdadero”. Por más que los profetas de Baal invocaron a su dios, este permaneció sordo, insensible y muerto; entonces Elías preparó su holocausto rodeándolo con 12 piedras en representación de las 12 tribus de Israel, y dijo así: “Jehová, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, manifiéstate por medio de este Tu siervo, para que Tu pueblo reconozca que Tu eres su Dios y su corazón nuevamente vuelva a Ti”; y sucedió que el holocausto de Elías fue consumido por el fuego que cayó de arriba; entonces el pueblo dijo a voz sonante: “Jehová es Dios, Jehová es el Dios Verdadero”. ¿Qué fue de los profetas que engañaron al pueblo de Israel? Fueron degollados.
Y qué dice el profeta Isaías sobre insensatez de la idolatría:
9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. 10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? 11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. 12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. 13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. 14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. 15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. 16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; 17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú. 18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. 19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? 20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? (Isaías 44:9-20)
Muchos dirán sobre el Tabernáculo que se hizo y sobre el Arca de la Alianza que el pueblo llevaba donde quiera que iban. Es cierto que fueron permitidos esos símbolos materiales, ¿y por qué fueron permitidos? Por una sencilla razón: Puesto que el pueblo Israelita en su mayoría todavía era inclinado a las formas materiales para sentir a su Dios, Él permitió que se hiciera un Tabernáculo hecho con diferentes materiales, para que en él pudieran sentir Su presencia divina, y no cayeran nuevamente en una idolatría más vana, falsa y engañosa ante otro dios de otro pueblo o de su propia imaginación y se llegaren a postrar ante él. Un ejemplo de esto, es el becerro de oro que hicieron según su imaginación e ideas, en donde se inclinó la mayor parte del pueblo Israelita, cuando Moisés era en presencia de Jehová en la cúspide del Monte Sinaí
¿Y qué paso cuando vino Jesús? ¿Cómo encontró al pueblo de Dios? En tradiciones, en holocaustos, en festines que no daban nada al espíritu encarnado. Por eso les dijo: “No os aferréis a vuestras costumbres de hombres invalidando el mandamiento de vuestro Dios”.
El pueblo se había acostumbrado a sus tradiciones, al sacrificio de animales para la purificación de sus faltas u otras cosas, era menester que el Verbo Divino se encarnara en Jesús para renovar la Ley primordial: “Amar a Dios sobre todas las cosas en mente, corazón y espíritu, y Amar al prójimo como a uno mismo”. Por eso, Jesús, puso de manifiesto Su amor divino en todo el pueblo, haciendo conocer ante todo la MISERICORDIA y el AMOR del Padre Universal.
Con certeza puedo decirles que los holocaustos y toda ofrenda material que se hacía al Padre, la mayor de las veces se hicieron por temor a Su justicia divina al haber faltado o mancillado los Mandamientos divinos. Por ese temor que sentía el pueblo, el Padre manifestándose en Jesús les vino a recordar que sus pecados de rojo carmesí Él los volvería como blanca lana o serían emblanquecidos como la nieve, a través de la enmienda de las propias faltas. No a través de ritos o sacrificios, sino a través del arrepentimiento sincero, y por ese arrepentimiento la enmienda y la regeneración, para ya no faltar nuevamente a Su Ley divina. He aquí lo que dice el profeta Isaías, respecto a esto:
Una nación pecadora:
1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. 2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. 4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. 8 Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada. 9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.
Llamamiento al arrepentimiento verdadero
10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. 11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; 20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho. (Isaías 1:1-20)
Nuestro amado Maestro vino a dar cumplimiento a la Ley de Moisés, no aquella en que se daba culto al Padre en una forma algo ya primitiva, porque he aquí que también vino a abolir preceptos u ordenes muy crueles para con el prójimo por medio del perdón, la caridad, el amor hacia el Semejante, la justicia verdadera basada en ese mismo amor, y la misericordia. Esto lo podemos comprender mejor en ( Mateo 5:38-48 ).
El amor hacia los enemigos:
38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. 43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publícanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Hizo ver al pueblo que todos eran dignos de Dios, por eso nuestro amado Jesús muchas veces convivió con el publicano, con la mujer adultera y todos aquellos que no llevaban una vida ajustada a los Mandamientos divinos.
Eso sí, Jesús fue enérgico con todos aquellos que decían obedecer la Ley del Padre, y que no era así; ellos pasaban como justos, como los más cercanos a Dios, y era todo lo contrario, y cual palabra enérgica para con ellos cuando les dijo en cierta ocasión: “Sois a la semejanza de las tumbas, blanqueados y hermosos por fuera, más por dentro estáis llenos de inmundicia, inequidad e hipocresía”. O acaso no recordamos y que es para todos los tiempos por haber, para todas las religiones en el orbe, y para todos aquellos que han llevado causa divina de enseñar el Reino de los Cielos, en el reclamo divino que hizo Jesús a los escribas y fariseos. Sobre esto: (Mateo 23:1-36)
Jesús acusa a escribas y fariseos:
1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. 11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. 13 Más ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. 14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. 15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. 16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. 17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? 18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. 19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? 20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. 31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! 33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? 34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; 35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. 36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. (Tengamos presente siempre este pasaje de Su reclamo divino cuando fuese necesario en nosotros mismos si hemos equivocado nuestra misión espiritual para con Él y nuestros hermanos.)
He aquí que Jesús dijo a los que escuchaban Su verbo en una ocasión cuando le anunciaron que Su madre y Sus hermanos le buscaban: “En verdad, todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Aquí hace hincapié nuevamente que la Voluntad divina del Padre es primordial sobre todas las cosas, incluso sobre la misma voluntad del hombre.
Y que decir cuando la mujer de Samaria le dio agua a Jesús, y le pregunta el lugar donde se debe adorar a Dios; Jesús le contestó: “Llega el tiempo cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Juan 4: 1-24)
Y si ni el monte ni Jerusalén que son considerados los lugares más sagrados para adorar a Dios, y que dejarán de serlos, ¿habrá otro lugar en este haz terrenal por más que se considere sagrado, el indicado para adorarle en espíritu y en verdad? Tened por certeza que no hay lugar o sitio determinado especial en este mundo ni en el Universo que sea considerado por Él como lugar material sagrado para adorarle.
He aquí en verdad, que el lugar sagrado lo llevamos cada uno de nosotros y que es ante todo espiritual, en nuestro Templo interior. No son las casas de cantera o de piedra las predilectas por Él; si así lo fuera, ¿creen que hubiese sido destruido por más de una vez el templo de Salomón, que era y es todavía considerado el lugar más sagrado para rendir adoración al Padre? Ved como con el paso del tiempo, las piedras de cantera que han servido como casas de oración para adorarle, poco a poco van desapareciendo hasta hacerse solo polvo. En cambio nuestro Templo interior, ¿cuándo muere o se hace polvo?
Nuestra carne destinada está a desaparecer, a hacerse polvo como todo lo que hay en este haz terrenal; pero no así nuestro espíritu. Él vive en la eternidad, y es ahí donde nuestro Padre edifica su Templo preferido de todos los tiempos. Si nuestro espíritu Ama a su Padre como debe de ser y a su Semejante como a sí mismo, ¿serán necesario las piedras que edifican las religiones para formar iglesias o santuarios? De cierto no.
Así como hoy nos parece primitivo los holocaustos o los sacrificios que hacía el pueblo Israelita para la purificación de sus faltas, de igual forma llegará el tiempo que nos parecerá primitivo el haber adorado a nuestro Padre en un lugares determinados.
El tiempo está llegando en que la humanidad se de cuenta de que no son las piedras hechas santuarios o iglesias los lugares predilectos para adorar a su Dios, porque el verdadero Santuario, la verdadera Iglesia la lleva consigo misma.
Nosotros somos el Templo viviente del Padre. De nosotros nace la necesidad de buscar a Quién nos creó y nos otorgó esencia divina y espiritual. De nosotros nace la inquietud por conocerle, así como a nosotros mismos. De nosotros nace el asombro al maravillarnos por todo cuanto hay en el mundo y fuera de este. Es en nosotros donde debe nacer la verdadera adoración a Quién nos dio vida y eternidad, en espíritu y en verdad.
¿Acaso las piedras hechas santuarios o iglesias, las imágenes en pinturas o las estatuas de bronce, de mármol, de yeso o de madera han tenido, tienen o tendrán espíritu? Las piedras hechas santuarios, las efigies hechas con forma humana, solo polvo son, con forma y volumen como resultado de la mano del hombre. Pero lo del hombre se queda en el mundo, y nuestro espíritu no pertenece a este mundo.
Dios es Espíritu y como tal la humanidad le ha de adorar en su propio espíritu. Dios es Verdad, y como tal la humanidad le ha de adorar en la Verdad que nos ha entregado en todos los tiempos: Siguiendo Su Ley y Voluntad divinas.
Es nuestro espíritu, el verdadero Templo del Dios Viviente y Verdadero. El Santuario verdadero donde debe habitar la Verdad divina. Donde la ofrenda no sean holocaustos, festines, costumbres, ritos o idolatría porque todo ello no llega al Padre por ser material; la ofrenda debe ser espiritual como espiritual es nuestro propio espíritu; las ofrendas verdaderas y que Él recibe con gran gusto son: El amor, la caridad, la reconciliación, la obediencia a Su Ley divina, el perdón, la fraternidad, la justicia nacida en el amor al prójimo, las virtudes.
De que sirve el incienso o el prender una veladora, si nuestro corazón o espíritu están en tinieblas por el odio, la ambición, la lujuria o la avaricia y tantos malos sentimientos o pasiones insanas. ¿De que sirve que el hombre se maltrate su carne, o haga penitencia con ayunos prolongados de días sin probar alimento alguno, o quiera asemejarse en lo que sintió nuestro amado Jesús en Su pasión, si su corazón odia, abomina y aborrece a su hermano y Semejante?
Por eso nuestro Padre no desde el tiempo de Jesús, sino desde los tiempos de los profetas nos dijo que le adoraremos en espíritu y en verdad, al decirnos que no quiere sacrificios ni holocaustos sino amor, perdón, caridad, arrepentimiento y enmienda. Y esto lo podemos entender bien nuevamente en ( Isaías 1:11-18 ).
Nuestro Padre busca adoradores verdaderos de Él, siempre lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Adoradores donde lo primordial para ellos sea el Amor a Dios y a su propio Semejante, esa es Su Verdad y Enseñanza divinas.
No son las imágenes de barro o pintura los que nos han concedido oído o sentir, porque átomo de vida no tienen. Porque he aquí que Dios busca nuestro espíritu, el reflejo de Él en nosotros mismos.
Las imágenes y toda estatua son obra de hombres, pero solo hasta ahí, porque he aquí, que el hombre puede pero no debe dar forma material a lo espiritual o a lo divino por su libre albedrío, pero no darles espíritu de vida. Y si nosotros somos vida, ¿cómo orar o postrarnos ante quien no tiene vida ni átomo de sentir? ¿No creen que nuestro Dios se ponga celoso y con justicia verdadera, al ver a un hijo Suyo postrarse ante un muerto? ¿No creen que Él sea celoso y con justicia al ver a un hijo Suyo postrarse y rendirle tributo al que nada le dio ni le formó primeramente en semejanza Suya? Dios es celoso aún en este tiempo, pero ese celo nace por el gran amor que tiene por cada uno de nosotros.
Dios es Vida y nosotros somos vida; entonces, ¿por qué postrarnos ante una efigie sin átomo de vida, sin capacidad para oír, o siquiera para manifestar sentimiento alguno?
Dios es AMOR y en su gran celo por nosotros tiene destinado el desaparecer todo culto, tradición, rito, costumbre e idolatría que se haya hecho según los hombres en “nombre Suyo”. Piedra sobre piedra no quedará nada de lo impuro que hayamos hecho para adorarle. Él abolirá el becerro de oro que aún habita en nuestros espíritus y hará nacer el verdadero culto hacia su Divinidad: De espíritu a Espíritu.
De espíritu a Espíritu se comunicará el hijo con su Padre; pero antes que suceda esto el hombre, la humanidad tendrá que apartarse de toda idolatría, de todo aquello que impida esa Comunión espiritual. Dios también será con Su hijo de Espíritu a espíritu, gran alegría será para todos los espíritus encarnados que llevando una vida sencilla y noble y con espiritualidad, vean cumplidas estas palabras.
El que no tiene principio ni fin, siempre ha buscado esa Comunicación espiritual, pero el hombre, la humanidad siempre ha interpuesto un velo material en esa Comunión. Da prioridad a sus sentidos materiales en lugar de sus sentidos y dones espirituales. Quiere palpar y sentir al Padre Universal como lo era en la antigüedad, haciendo imágenes ya sean en piedra o en pinturas, cultos, tradiciones, festines y ritos, y todo esto no le aprovecha en nada para sí mismo.
¿Dónde quedo su elevación espiritual para sentir con su propio espíritu al Espíritu Divino de su Padre Celestial? Lo ha olvidado, la humanidad solo se siente carne y no debería ser así. ¡Ah, humanidad!, ¿dónde quedo vuestra sensibilidad espiritual?
Es menester que la humanidad renuncie a ese velo material, para que su espíritu desprenda sus alas y se eleve en aquella Oración intima del hijo con el Padre, sin necesidad de imágenes de cualquier índole, o como dice el profeta Isaías: “¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?”
Todo lo anterior es para valorizar nuestro propio ser eterno, puesto que él es espíritu y como tal así debe de comunicarse con su Dios. Si nosotros somos espíritus con principio y sí nuestro Padre es Espíritu sin principio y sin fin, ¿sería justo para nosotros postrarnos o rendir culto a una piedra hecha por mano de hombre?
En síntesis…, todo lo anterior nos da una idea de lo que nuestro Padre a querido de nosotros siempre: Que elevemos nuestro espíritu al Creador como lo hacía nuestro amado Jesús, sin necesidad de imagen alguna de la Tierra. Eso es lo que nuestro Dios quiere de nosotros.
No es nuestra aproximación a las imágenes materiales de la Reina de los Cielos, ni la de los que la humanidad ha llamado Santos, ni la de Jesús como tampoco la de nuestro Dios la forma correcta para acercarnos a una verdadera Comunión espiritual.
Si queremos honrar nuestro espíritu, así como agradar a nuestro Padre, entonces hemos de obedecerle, ¿cómo? Adorándole con nuestro espíritu y en verdad.
En espíritu: Con nuestro propio ser espiritual. Nosotros somos el Templo viviente. Dónde quiera que vayamos se encontrará el Templo y ahí habitará nuestro Creador, si así lo hemos deseado y lo glorificamos al seguir Su enseñanza divina.
En verdad: Nosotros somos la expresión verdadera del Padre Universal, por tener semejanza con Él. Si Él es la Verdad de nuestros espíritus, así debemos ser con Él, al seguir Su voluntad divina para con nuestros Semejantes en el Amor de los unos a los otros.
La idolatría solo engaña a nuestro espíritu.
“Amaos los unos a los otros” |
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