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OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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monik
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MensajePublicado: Sab Jun 16, 2007 12:06 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

OFICIO DE LECTURA - TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA X
16 de Junio

EL INMACULADO CORAZÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA (MEMORIA).

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de María Virgen.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: LUCERO DE LA MAÑANA

Lucero de la mañana,
norte que muestra el camino,
cuando turba de continuo
nuestro mar la tramontana.
Quien tanta grandeza explica
sin alas puede volar,
porque no podrá alabar
a la que es más santa y rica.

Sois pastora de tal suerte,
que asegurais los rebaños
de mortandades y daños,
dando al lobo cruda muerte.
Dais vida a quien se os aplica,
y en los cielos y en la tierra
librais las almas de guerra,
como poderosa y rica.

Si vuestro ejemplo tomasen
las pastoras y pastores,
yo fío que de dolores
para siempre se librasen.
Tanto Dios se os comunica,
que sin fin os alabamos,
y más cuando os contemplamos
en el mundo la más rica. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Salmo 135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

El afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Ant. 2. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Salmo 135 II

El hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Ant. 3. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

Salmo 135 III

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

V. Señor, enséñame tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas.

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PRIMERA LECTURA
Del libro de Josué 10, 1-14; 11, 15-17

EL PUEBLO DE DIOS TOMA POSESIÓN DE SU TIERRA

Habiéndose enterado Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y habían quedado incorporados a él, se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón:

«Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues han hecho las paces con Josué y con los israelitas.»

Se juntaron y se pusieron, en marcha los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron a Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron decir a Josué al campamento de Guilgal:

«No dejes solos a tus siervos; sube aprisa hacia nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»

Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros esforzados. Y el Señor dijo a Josué:

«No los temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.»

Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.

El Señor los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón; los persiguió por el camino de la bajada de Bet-Jorón y los batió hasta Azecá y Maquedá. Mientras huían ante Israel por la pendiente de Bet-Jorón, el Señor lanzó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azecá, que hicieron morir a muchos. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.

El día que el Señor entregó al amorreo en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó:

«Detente, oh sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»

Y el sol se detuvo y la luna se esperó, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se detuvo en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera el Señor a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel.

Tal como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué, y Josué lo ejecutó: no dejó pasar una sola palabra de lo que el Señor había ordenado a Moisés. Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Negueb y de todo el país de Gosen, de la Tierra Baja, de la Arabá, de la montaña de Israel y de sus estribaciones.

Desde el monte Escueto que sube hacia Seír hasta Baal-Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón, apresó a todos sus reyes y los hirió de muerte.

RESPONSORIO Ez 34, 13. 15

R. Congregaré a mis ovejas de entre las naciones, las traeré a su tierra, * las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
V. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar.
R. Las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.

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SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Lorenzo Justiniano, obispo
(Sermón 8, En la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María: Opera 2, Venecia 1751, 38-39)

MARÍA CONSERVABA TODAS ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN

María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios.

Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual.

Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras, hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Éste es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el que Cristo el Señor entra de buen grado.

RESPONSORIO

R. No hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. * Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que en el corazón de santa María Virgen preparaste al Espíritu Santo una digna morada, haz que también nosotros, por intercesión de María, seamos transformados en templos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Dom Jun 17, 2007 12:58 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XI

17 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

HIMNO: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA

Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.

Jesús es la que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.

Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.

Ant. 2. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.

Salmo 144 II

Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;

explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.

Ant. 3. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

Salmo 144 III

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

V. Hijo mío, haz caso a mis palabras.
R. presta oído a mis consejos.

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PRIMERA LECTURA
Del libro de Josué 24, 1-7. 13-28

RENOVACIÓN DE LA ALIANZA EN LA TIERRA PROMETIDA

En aquellos días, reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem; llamó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces y escribas, que se situaron en presencia de Dios. Josué dijo a todo el pueblo:

«Esto dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del Río habitaban antaño vuestros antepasados, Teraj, padre de Abraham y de Najor, y servían a otros dioses. Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del Río y le hice recorrer toda la tierra de Canaán, multipliqué su descendencia y le di por hijo a Isaac. A Isaac le di por hijos a Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír. Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié después a Moisés y a Aarón y herí a Egipto con los prodigios que obré en medio de él. Luego os saqué de allí. Saqué a vuestros padres de Egipto y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con sus carros y guerreros hasta el mar de las Cañas. Clamaron entonces ellos al Señor, el cual tendió una densa niebla entre vosotros y los egipcios, e hizo volver sobre ellos el mar, que los cubrió. Visteis con vuestros propios ojos lo que hice con Egipto; luego habitasteis largo tiempo en el desierto. Os he dado una tierra que no os ha costado fatigas, unas ciudades que no habéis construido y en las que, sin embargo, habitáis; os he dado viñas y olivares que no habéis plantado y de las que os alimentáis."

Ahora, pues, temed al Señor y servidlo perfectamente con fidelidad; apartaos de los dioses a los que sirvieron vuestros padres más allá del Río y en Egipto, y servid al Señor. Pero, si no os parece bien servir al Señor, elegid hoy a quién habéis de servir: si a los dioses a quienes servían vuestros padres más allá del Río o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis ahora. Que yo y mi familia serviremos al Señor.»

El pueblo respondió:

«Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor nuestro Dios es el que nos sacó de la tierra de Egipto, a nosotros y a nuestros padres, y el que obró tan grandes señales ante nuestros ojos y nos guardó por todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos que pasamos. Él ha expulsado delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. También nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios.»

Entonces Josué dijo al pueblo:
«No podréis servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, que no perdonará vuestras rebeldías ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor para servir a los dioses extranjeros, él a su vez traerá el mal sobre vosotros, después de haberos hecho tanto bien.»

El pueblo respondió a Josué:
«¡No! Nosotros serviremos al Señor.»

Entonces Josué les dijo:
«Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor para servirlo.»

Respondieron ellos:
«Testigos somos.»

Josué les dijo:
«Entonces, apartad los dioses extranjeros que hay en medio de vosotros e inclinad vuestro corazón hacia el Señor, Dios de Israel.»

El pueblo respondió a Josué:
«Al Señor nuestro Dios serviremos, y a su voz atenderemos.»

Aquel día, Josué pactó una alianza para el pueblo; le impuso decretos y normas en Siquem. Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios. Tomó luego una gran piedra y la plantó allí, al pie de la encina que hay en el santuario del Señor. Josué dijo a todo el pueblo:
«Mirad, esta piedra será testigo contra nosotros, pues ha oído todas las palabras que el Señor ha hablado con vosotros; ella será testigo contra vosotros, para que no reneguéis de vuestro Dios.»
Por fin, Josué despidió al pueblo, y cada uno volvió a su heredad.

RESPONSORIO Jos 24, 16. 24; 1Co 8, 5-6

R. Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. * Al Señor nuestro Dios serviremos, y a su voz atenderemos.
V. Aun cuando a muchos se les da el nombre de dioses en el cielo y en la tierra, para nosotros no hay más que un solo Dios.
R. Al Señor nuestro Dios serviremos, y a su voz atenderemos.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor
(Cap. 4-6: CSEL 3, 268-270)

LA ORACIÓN HA DE SALIR DE UN CORAZÓN HUMILDE

Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto. Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradar a Dios con la actitud corporal y con la moderación de nuestra voz. Porque así como es propio del falto de educación hablar a gritos, así, por el contrario, es propio del hombre respetuoso orar con un tono de voz moderado. El Señor, cuando nos adoctrina acerca de la oración, nos manda hacerla en secreto, en lugares escondidos y apartados, en nuestro mismo aposento, lo cual concuerda con nuestra fe, cuando nos enseña que Dios está presente en todas partes, que nos oye y nos ve a todos y que, con la plenitud de su majestad, penetra incluso los lugares más ocultos, tal como está escrito: ¿Soy yo Dios sólo de cerca, y no soy Dios también de lejos? Si alguno se esconde en su escondrijo, ¿acaso no lo veo yo? ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra? Y también: En todo lugar los ojos de Dios observan a malos y buenos.

Y, cuando nos reunimos con los hermanos para celebrar los sagrados misterios, presididos por el sacerdote de Dios, no debemos olvidar este respeto y moderación ni ponernos a ventilar continuamente sin ton ni son nuestras peticiones, deshaciéndonos en un torrente de palabras, sino encomendarlas humildemente a Dios, ya que él escucha no las palabras, sino el corazón, ni hay que convencer a gritos a aquel que penetra nuestros pensamientos, como lo demuestran aquellas palabras suyas:
¿Por qué pensáis tan mal? Y en otro lugar: Así conocerán todas las Iglesias que yo soy quien escudriña las entrañas y los corazones.

De este modo oraba Ana, como leemos en el primer libro de Samuel, ya que ella no rogaba a Dios a gritos, sino de un modo silencioso y respetuoso, en lo escondido de su corazón. Su oración era oculta, pero manifiesta su fe; hablaba no con la boca, sino con el corazón, porque sabía que así el Señor la escuchaba, y, de este modo, consiguió lo que pedía, porque lo pedía con fe. Esto nos recuerda la Escritura, cuando dice: Hablaba interiormente, y no se oía su voz aunque movía los labios, y el Señor la escuchó. Leemos también en los salmos: Reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Lo mismo nos sugiere y enseña el Espíritu Santo por boca de Jeremías, con aquellas palabras: Hay que adorarte en lo interior, Señor.

El que ora, hermanos muy amados, no debe ignorar cómo oraron el fariseo y el publicano en el templo. Este último, sin atreverse a levantar sus ojos al cielo, sin osar levantar sus manos, tanta era su humildad, se daba golpes de pecho y confesaba los pecados ocultos en su interior, implorando el auxilio de la divina misericordia, mientras que el fariseo oraba satisfecho de sí mismo; y fue justificado el publicano, porque, al orar, no puso la esperanza de la salvación en la convicción de su propia inocencia, ya que nadie es inocente, sino que oró confesando humildemente sus pecados, y aquel que perdona a los humildes escuchó su oración.

RESPONSORIO S. Benito, Regla, 19, 6-7; 2, 3

R. Pensemos cómo debemos conducirnos en la presencia de Dios y de sus ángeles, * y, que al entonar nuestros salmos de alabanza, nuestra mente concuerde con nuestra voz.
V. Para ser escuchados no hace falta la abundancia de palabras, sino un sincero arrepentimiento y pureza de corazón.
R. Y, que al entonar nuestros salmos de alabanza, nuestra mente concuerde con nuestra voz.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Lun Jun 18, 2007 12:15 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
LUNES DE LA SEMANA XI

18 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himno: DIOS DE LA TIERRA Y DEL CIELO

Dios de la tierra y del cielo,
que, por dejarlas más claras,
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.

Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.

Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Vendrá el Señor y no callará.

Salmo 49 I - LA VERDADERA RELIGIOSIDAD

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.

Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrá el Señor y no callará.

Ant. 2. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Salmo 49 II

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu Dios-

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;

pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Ant. 3. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

Salmo 49 III

Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;

te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»

Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.

El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

V. Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.

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PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 2, 6-3, 4

PANORAMA GENERAL DEL TIEMPO DE LOS JUECES

En aquellos días, Josué despidió al pueblo, y los hijos de Israel se volvieron cada uno a su heredad para ocupar la tierra. El pueblo sirvió al Señor en vida de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que el Señor había hecho a favor de Israel. Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años. Lo enterraron en el territorio que había recibido en heredad en Timnat Jeres, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaash. También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel.

Entonces los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba al Señor y sirvieron a los Baales. Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos, irritaron al Señor, lo abandonaron y sirvieron a Baal y a Astarté. Entonces se encendió la ira del Señor contra Israel. Los puso en manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya hacerles frente. En todas sus campañas la mano del Señor pesaba sobre ellos para hacerles daño, como el mismo Señor se lo había dicho y jurado. Y, así, los puso en gran aprieto.

Pero luego el Señor suscitó jueces que salvaron a los hijos de Israel de la mano de sus opresores. Mas tampoco escucharon ellos a sus jueces. Se prostituyeron siguiendo a otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaron muy pronto del camino que habían seguido sus padres, los cuales atendían a los mandamientos del Señor, y no los imitaron. Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus enemigos, mientras vivía el juez, porque el Señor se conmovía ante los gemidos que proferían bajo el yugo de sus opresores. Pero, cuando moría el juez, volvían a caer y obraban todavía peor que sus padres, yéndose tras de otros dioses, sirviéndolos y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las prácticas y a la conducta obstinada de sus padres.

Por ese tiempo se encendió la ira del Señor contra Israel y dijo:
«Ya que este pueblo ha quebrantado la alianza que prescribí a sus padres y no ha escuchado mi voz, tampoco yo arrojaré en adelante de su presencia a ninguno de los pueblos que dejó subsistir Josué cuando murió.»

Habían sido dejados para probar con ellos a Israel, para ver si seguían o no los caminos del Señor, como los habían seguido sus padres. Por eso dejó el Señor en paz a estos pueblos, en vez de expulsarlos en seguida, y no los puso en manos de Josué.

Éstos son los pueblos que el Señor dejó subsistir para probar con ellos a los hijos de Israel que no habían conocido ninguna de las guerras de Canaán (era sólo para que las generaciones de los hijos de Israel aprendieran el arte de la guerra; por lo menos los que no habían conocido las guerras anteriores): los cinco príncipes de los filisteos y todos los cananeos, los sidonios y los hititas del monte Líbano, desde la montaña de Baal-Hermón hasta la entrada de Jamat. Sirvieron, pues, para probar a Israel, para ver si guardaban los mandamientos que el Señor había prescrito a sus padres por medio de Moisés.

RESPONSORIO Sal 105, 40. 41. 44; Jc 2, 16

R. La ira del Señor se encendió contra su pueblo y los entregó en manos de gentiles, pero miró su angustia, y escuchó sus gritos.
V. El Señor suscitó jueces que salvaron a los hijos de Israel de la mano de sus opresores.
R. Miró su angustia, y escuchó sus gritos.

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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
(Cap. 8-9: CSEL 3, 271-272)

NUESTRA ORACIÓN ES PÚBLICA Y COMÚN

Ante todo, el Doctor de la paz y Maestro de la unidad no quiso que hiciéramos una oración individual y privada, de modo que cada cual rogara sólo por sí mismo. No decimos: «Padre mío, que estás en el cielo», ni: «Dame hoy mi pan de cada día», ni pedimos el perdón de las ofensas sólo para cada uno de nosotros, ni pedimos para cada uno en particular que no caigamos en tentación y que nos libre del mal. Nuestra oración es pública y común, y cuando oramos lo hacemos no por uno solo, sino por todo el pueblo, ya que todo el pueblo somos como uno solo.

El Dios de la paz y el Maestro de la concordia, que nos enseñó la unidad, quiso que orásemos cada uno por todos, del mismo modo que él incluyó a todos los hombres en su persona. Aquellos tres jóvenes encerrados en el horno de fuego observaron esta norma en su oración, pues oraron al unísono y en unidad de espíritu y de corazón; así lo atestigua la sagrada Escritura que, al enseñarnos cómo oraron ellos, nos los pone como ejemplo que debemos imitar en nuestra oración: Entonces -dice- los tres, a una sola voz, se pusieron a cantar, glorificando y bendiciendo a Dios. Oraban los tres a una sola voz, y eso que Cristo aún no les había enseñado a orar.

Por eso fue eficaz su oración, porque agradó al Señor aquella plegaria hecha en paz y sencillez de espíritu. Del mismo modo vemos que oraron también los apóstoles, junto con los discípulos, después de la ascensión del Señor. Todos ellos -dice la Escritura- perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de María, la madre de Jesús, y de los hermanos de éste. Perseveraban unánimes en la oración, manifestando con esta asiduidad y concordia de su oración que Dios, que hace habitar unánimes en la casa, sólo admite en la casa divina y eterna a los que oran unidos en un mismo espíritu.

¡Cuán importantes, cuántos y cuán grandes son, hermanos muy amados, los misterios que encierra la oración del Señor, tan breve en palabras y tan rica en eficacia espiritual! Ella, a manera de compendio, nos ofrece una enseñanza completa de todo lo que hemos de pedir en nuestras oraciones. Vuestra oración -dice el Señor- ha de ser así: «Padre nuestro, que estás en el cielo.»

El hombre nuevo, nacido de nuevo y restituido a Dios por su gracia, dice en primer lugar: Padre, porque ya ha empezado a ser hijo. La Palabra vino a los suyos -dice el Evangelio- y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, a los que creen en su nombre, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Por esto, el que ha creído en su nombre y ha llegado a ser hijo de Dios debe comenzar por hacer profesión, lleno de gratitud, de su condición de hijo de Dios, llamando Padre suyo al Dios que está en el cielo.

RESPONSORIO Sal 21, 23; 56, 10

R. Contaré tu fama a mis hermanos, * en medio de la asamblea te alabaré.
V. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones.
R. En medio de la asamblea te alabaré.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mie Jun 20, 2007 10:49 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XI

20 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant. 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Ant. 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

Salmo 88, 2-38 III

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.

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PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 6, 1-6. 11-24a

VOCACIÓN DE GEDEÓN

En aquellos días, los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba al Señor, y el Señor los entregó durante siete años en manos de Madián, y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los israelitas utilizaron las hendiduras de las montañas, las cuevas y las cumbres escarpadas. Cuando sembraba Israel, venía Madián con Amalec y los hijos del oriente, subían contra Israel y acampaban en sus tierras hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel, ni ovejas ni bueyes ni asnos, porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país para saquearlo. Así Madián redujo a Israel a una gran miseria y los israelitas clamaron al Señor.

Vino el ángel del Señor y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba trillando el trigo en el lagar para ocultárselo a Madián, cuando el ángel del Señor se le apareció y le dijo:

«El Señor está contigo, valiente guerrero.»

Gedeón contestó:
«Perdón, señor mío. Si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: "Acaso no nos sacó el Señor de Egipto"? Pero ahora el Señor nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de Madián.»

Entonces el Señor se volvió hacia él y le dijo:
«Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. ¿No soy yo acaso el que te envía?»

Le respondió Gedeón:
«Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre.»

El Señor le respondió:
«Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre.»

Gedeón le dijo:
«Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que me hablas. No te marches de aquí, por favor, hasta que yo vuelva. Te traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti.»

Él respondió:
«Me quedaré hasta que vuelvas.»

Gedeón se fue, preparó un cabrito y, con una medida de harina, hizo unas tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla y los llevó bajo el terebinto. Cuando se acercaba, le dijo el ángel del Señor:

«Toma la carne y las tortas ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte el caldo.»

Gedeón lo hizo así. Entonces el ángel del Señor extendió la punta del bastón que tenía en su mano y tocó la carne y las tortas ázimas. Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas, y el ángel del Señor desapareció de su vista. Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del Señor y exclamó:

«¡Ah, mi señor, el Señor! ¡He visto cara a cara al ángel del Señor!»

El Señor le respondió:
«La paz sea contigo. No temas, no morirás.»
Gedeón levantó en aquel lugar un altar al Señor y lo llamó «el Señor es la paz».

RESPONSORIO Is 45, 3-4; Jc 6, 14; cf. Is 45, 6

R. Yo soy el Señor, que te llamo por tu nombre, por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel. * Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel.
V. Para que sepan todos que yo soy el Señor y no hay otro.
R. Ve con esa fuerza que tienes, y salvarás a Israel.

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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
(Cap. 13-15: CSEL 3, 275-278)

VENGA TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD

Prosigue la oración que comentamos: Venga tu reino. Pedimos que se haga presente en nosotros el reino de Dios, del mismo modo que suplicamos que su nombre sea santificado en nosotros. Porque no hay un solo momento en que Dios deje de reinar, ni puede empezar lo que siempre ha sido y nunca dejará de ser. Pedimos a Dios que venga a nosotros nuestro reino que tenemos prometido, el que Cristo nos ganó con su sangre y su pasión, para que nosotros, que antes servimos al mundo, tengamos después parte en el reino de Cristo, como él nos ha prometido, con aquellas palabras: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo.

También podemos entender, hermanos muy amados, este reino de Dios, cuya venida deseamos cada día, en el sentido de la misma persona de Cristo, cuyo próximo advenimiento es también objeto de nuestros deseos. Él es la resurrección, ya que en él resucitaremos, y por esto podemos identificar el reino de Dios con su persona, ya que en él hemos de reinar. Con razón, pues, pedimos el reino de Dios, esto es, el reino celestial, porque existe también un reino terrestre. Pero el que ya ha renunciado al mundo está por encima de los honores y del reino de este mundo.

Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién, en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para ello necesitamos de la voluntad de Dios, es decir, de su protección y ayuda, ya que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene de la benignidad y misericordia divina. Además, el Señor, dando pruebas de la debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible, que pase este cáliz sin que yo lo beba, y, para dar ejemplo a sus discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia, añade: Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya.

La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el no hacer agravio a los demás y tolerar los que nos hacen a nosotros, el conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en juego su nombre y su honor, el mostrar en nuestras palabras la constancia de la fe que profesamos, en los tormentos la confianza con que luchamos y en la muerte la paciencia que nos obtiene la corona. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre.

RESPONSORIO Mt 7, 21; Mc 3, 35

R. El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, * ése entrará en el reino de los cielos.
V. El que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre.
R. Ése entrará en el reino de los cielos.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Dom Jun 24, 2007 1:27 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XII
24 de junio

EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA (SOLEMNIDAD).

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quién Juan anunció lleno de alegría.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: VOZ MÁS RICA QUE UN CONCIERTO

Voz más rica que un concierto
y que sube hasta el Jordán
es la voz, a campo abierto,
del que clama en el desierto,
y que lo llamaron Juan.

Vio cómo el cielo se abría
sobre el Cordero de Dios,
y su voz le anunciaría.
¡Oh radiante profecía
que por siempre unió a los dos!

Más aún, en su presencia,
con humilde sumisión,
pide el que es Dios por esencia
bautismo de penitencia
para empezar su misión.

Juan bautiza al Deseado,
¡doble abismo de humildad!:
ante el Hijo muy amado,
por el Padre proclamado,
se rindió su caridad.

¡Oh sin par doxología!:
voz del Padre en el Jordán,
el Hijo que la acogía
y la Paloma que ardía
sobre Jesús y san Juan. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre, cuando aún estaba yo en el seno materno pronunció mi nombre.

Salmo 20 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre, cuando aún estaba yo en el seno materno pronunció mi nombre.

Ant. 2. El Señor hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano.

Salmo 91 I - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano.

Ant. 3. Juan declaró como testigo: «El que ha de venir después de mí existía antes que yo.»

Salmo 91 II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juan declaró como testigo: «El que ha de venir después de mí existía antes que yo.»

V. Éste vino como testigo enviado a declarar en favor de la luz.
R. Para que por su medio todos abrazasen la fe.

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PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 1, 4-10. 17-19

LA VOCACIÓN DEL PROFETA

Recibí esta palabra del Señor:
«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.»

Yo repuse:
«Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.»

El Señor me contestó:
«No digas: "Soy un muchacho", que adonde yo te envíe irás, y lo que yo te mande lo dirás. No les tengas miedo, yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:
«Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar. Pero tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que yo no te haré desmayar delante de ellos. Mira: Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del pueblo; lucharán contra ti, pero no podrán contigo, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»

RESPONSORIO Jr 1, 5. 9. 10

R. Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: * te nombré profeta de los gentiles.
V. Yo pongo mis palabras en tu boca, yo te establezco sobre pueblos y reyes.
R. Te nombré profeta de los gentiles.

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SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 293, 1-3: PL 38, 1327-1328)

LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO

La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os adoctrinará aquel que habla en vuestro interior, aun en ausencia nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquel que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos templo.

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegan hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.

Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: Dinos quién eres. Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.

RESPONSORIO Lc 1, 76-77

R. A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, * porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
V. Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
R. Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso, que suscitaste a san Juan Bautista, para que le preparara a Cristo un pueblo bien dispuesto, concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual y guíanos por el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Lun Jun 25, 2007 10:53 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
LUNES DE LA SEMANA XII

25 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA.

En el principio, tu palabra.
Antes que el sol ardiera
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu palabra

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant. 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant. 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

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PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 16, 4-6. 16-31

PERFIDIA DE DALILA Y MUERTE DE SANSÓN

En aquellos días, se enamoró Sansón de una mujer del valle de Soreq, que se llamaba Dalila. Los jefes de los filisteos fueron con ella y le dijeron:
«Sedúcelo y entérate de dónde le viene esa fuerza tan enorme y cómo podríamos dominarlo para amarrarlo y tenerlo sujeto. Nosotros te daremos cada uno mil cien siclos de plata.»
Dalila dijo a Sansón:
«Dime de dónde te viene esa fuerza tan grande y con qué habría que atarte para tenerte sujeto.»
Y como todos los días lo asediaba y lo importunaba tanto, hasta hacerle pesada la vida, Sansón le abrió todo su corazón y le dijo:
«La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Dalila comprendió que le había abierto todo su corazón, mandó llamar a los jefes de los filisteos y les dijo:
«Venid, pues me ha abierto todo su corazón.»
Y los príncipes de los filisteos vinieron hacia ella con el dinero en la mano.
Ella hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortó las siete trenzas de su cabeza. Entonces comenzó a debilitarse y se retiró de él su vigor. Ella gritó:
«Sansón, los filisteos contra ti.»
Él se despertó de su sueño y se dijo:
«Saldré como otras veces y me las arreglaré.»
Pero no sabía que el Señor se había apartado de él. Los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos y lo bajaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y lo pusieron a dar vueltas a la piedra del molino en la cárcel. Pero el pelo de su cabeza, después de rapado, comenzó a crecer de nuevo.
Los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y hacer gran fiesta. Y decían:
«Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo.»
Y la gente, al verlo, alababa a su dios, diciendo:
«Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo, el que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas.»
Y como su corazón estaba alegre, dijeron:
«Llamad a Sansón, para que nos divierta.»
Trajeron, pues, a Sansón de la cárcel y él los estuvo divirtiendo, haciendo algunos juegos ante ellos; luego lo pusieron de pie entre las columnas. Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano:
«Ponme donde pueda tocar las columnas en las que descansa la casa, para que pueda apoyarme en ellas.»
La casa estaba llena de hombres y mujeres. Estaban dentro todos los príncipes de los filisteos y, en el terrado, unos tres mil hombres y mujeres, contemplando los juegos de Sansón. Sansón invocó al Señor, diciendo:
«Señor, dígnate acordarte de mí, dame fuerzas nada más por esta vez, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos.»
Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa y se apoyó contra ellas, en una con el brazo derecho, en la otra con el izquierdo, y
gritó:
«¡Muera yo con los filisteos!»
Hizo presión con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los jefes y sobre toda la gente ahí reunida. Los que hizo morir con su muerte fueron más que todos los que había matado en vida.
Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron. Lo subieron y sepultaron entre Sorá y Estaol, en el sepulcro de su padre Manóaj. Había sido juez en Israel por espacio de veinte años.

RESPONSORIO Sal 42, 1; 30, 4; cf. Jc 16, 28

R. Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra gente sin piedad. * Tú eres mi roca y mi baluarte.
V. Acuérdate de mí y restitúyeme mis fuerzas.
R. Tú eres mi roca y mi baluarte.

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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre el perfecto modelo del cristiano.
(PG 46, 254-255)

EL CRISTIANO ES OTRO CRISTO

Pablo, mejor que nadie, conocía a Cristo y enseñó, con sus obras, cómo deben ser los que de él han recibido su nombre, pues lo imitó de una manera tan perfecta que mostraba en su persona una reproducción del Señor, ya que, por su gran diligencia en imitarlo, de tal modo estaba identificado con el mismo ejemplar, que no parecía ya que hablara Pablo, sino Cristo, tal como dice él mismo, perfectamente consciente de su propia perfección: Ya que andáis buscando pruebas de que Cristo habla por mí. Y también dice: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

Él nos hace ver la gran virtualidad del nombre de Cristo, al afirmar que Cristo es la fuerza y sabiduría de Dios, al llamarlo paz y luz inaccesible en la que habita Dios, expiación, redención, gran sacerdote, Pascua, propiciación de las almas, irradiación de la gloria e impronta de la substancia del Padre, por quien fueron hechos los siglos, comida y bebida espiritual, piedra y agua, fundamento de la fe, piedra angular, imagen del Dios invisible, gran Dios, cabeza del cuerpo que es la Iglesia, primogénito de la nueva creación, primicias de los que han muerto, primogénito de entre los muertos, primogénito entre muchos hermanos, mediador entre Dios y los hombres, Hijo unigénito coronado de gloria y de honor, Señor de la gloria, origen de las cosas, rey de justicia y rey de paz, rey de todos, cuyo reino no conoce fronteras.

Estos nombres y otros semejantes le da, tan numerosos que no pueden contarse. Nombres cuyos diversos significados, si se comparan y relacionan entre sí, nos descubren el admirable contenido del nombre de Cristo y nos revelan, en la medida en que nuestro entendimiento es capaz, su majestad inefable.

Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de todos los nombres, al honrarnos con el nombre de «cristianos», derivado del de Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de esta palabra se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de «cristianos» no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida.

RESPONSORIO Sal 5, 12; 88, 16-17

R. Que se alegren, Señor, los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo * los que aman tu nombre.
V. Caminarán, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día.
R. Los que aman tu nombre.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mar Jun 26, 2007 10:57 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MARTES DE LA SEMANA XII

26 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.

¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

Salmo 101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida.

Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.

Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.

En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

Ant. 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Salmo 101 II

Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.

Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas:
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.

Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor:

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte,

para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Ant. 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

Salmo 101 III

El agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates
en la mitad de mis días.»

Tus años duran por todas las generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.

Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

V. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.
R. Inclina el oído a las palabras de mi boca.

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PRIMERA LECTURA
Comienza el primer libro de Samuel 1, 1-19

ORACIÓN DE ANA

En aquellos días, había un hombre sufita, oriundo de Ramá, en la serranía de Efraím, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana, y la otra Feniná; Feniná tenía hijos, y Ana no los tenía.
Aquel hombre solía subir todos los años, desde su pueblo, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Eli: Jofní y Fineés.
Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Feniná para sus hijos e hijas, mientras que a Ana le daba sólo una ración; y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril. Su rival la insultaba, ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así hacía, año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así. Una vez Ana lloraba y no comía. Y Elcaná, su marido, le dijo:
«Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?»
Entonces, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla, junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó, y, con el alma llena de amargura, se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar. Y añadió esta promesa:
«Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida, y no pasará la navaja por su cabeza.»
Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí observaba sus labios. Y, como Ana hablaba para sí y no se oía su voz, aunque movía los labios, Elí la creyó ebria y le dijo:
«¿Hasta cuándo te va a durar la embriaguez? A ver si se te pasa el efecto del vino.»
Ana respondió:
«No es así, señor. Soy una mujer que sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor. No creas que esta sierva tuya es una descarada; si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción.»
Entonces Elí le dijo:
«Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.»
Ana respondió:
«Que puedas favorecer siempre a esta sierva tuya.»
Luego, se fue por su camino, comió, y no parecía la de antes. A la mañana siguiente, madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella.

RESPONSORIO 1S 1, 11; Sal 112, 9

R. Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, y le das a tu sierva un hijo varón, * se lo entrego al Señor de por vida.
V. El Señor da a la estéril un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
R. Se lo entrego al Señor de por vida.

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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre el perfecto modelo del cristiano
(PG 46, 283-286)

MANIFESTEMOS A CRISTO EN TODA NUESTRA VIDA

Hay tres cosas que manifiestan y distinguen la vida del cristiano: la acción, la manera de hablar y el pensamiento. De ellas, ocupa el primer lugar el pensamiento; viene en segundo lugar la manera de hablar, que descubre y expresa con palabras el interior de nuestro pensamiento; en este orden de cosas, al pensamiento y a la manera de hablar sigue la acción, con la cual se pone por obra lo que antes se ha pensado. Siempre, pues, que nos sintamos impulsados a obrar, a pensar o a hablar, debemos procurar que todas nuestras palabras, obras y pensamientos tiendan a conformarse con la norma divina del conocimiento de Cristo, de manera que no pensemos, digamos ni hagamos cosa alguna que se aparte de esta regla suprema.

Todo aquel que tiene el honor de llevar el nombre de Cristo debe necesariamente examinar con diligencia sus pensamientos, palabras y obras, y ver si tienden hacia Cristo o se apartan de él. Este discernimiento puede hacerse de muchas maneras. Por ejemplo, toda obra, pensamiento o palabra que vayan mezclados con alguna perturbación no están, de ningún modo, de acuerdo con Cristo, sino que llevan la impronta del adversario, el cual se esfuerza en mezclar con las perlas el cieno de la perturbación, con el fin de afear y destruir el brillo de la piedra preciosa.

Por el contrario, todo aquello que está limpio y libre de toda turbia afección tiene por objeto al autor y príncipe de la tranquilidad, que es Cristo; él es la fuente pura e incorrupta, de manera que el que bebe y recibe de él sus impulsos y afectos internos ofrece una semejanza con su principio y origen, como la que tiene el agua nítida del ánfora con la fuente de la que procede.

En efecto, es la misma y única nitidez la que hay en Cristo y en nuestras almas. Pero con la diferencia de que Cristo es la fuente de donde nace esta nitidez, y nosotros la tenemos derivada de esta fuente. Es Cristo quien nos comunica el adorable conocimiento de sí mismo, para que el hombre, tanto en lo interno como en lo externo, se ajuste y adapte, por la moderación y rectitud de su vida, a este conocimiento que proviene del Señor, dejándose guiar y mover por él. En esto consiste (a mi parecer) la perfección de la vida cristiana: en que, hechos partícipes del nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de manifiesto, con nuestros sentimientos, con la oración y con nuestro género de vida, la virtualidad de este nombre.

RESPONSORIO Col 3, 17; Rm 14, 7

R. Todo lo que de palabra o de obra realicéis, * sea todo en nombre de Jesús.
V. Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí.
R. Sea todo en nombre de Jesús.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 10:57 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XII

27 de junio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: PUES BUSCO, DEBO ENCONTRAR

Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débenme amar
aquel que me hizo vivir.

¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.

Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.

Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén

SALMODIA

Ant. 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Salmo 102 I - HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Ant. 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

Salmo 102 II

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de que estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

Ant. 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.

Salmo 102 III

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.

V. Ábreme los ojos, Señor.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 1, 20-28; 2, 11-21

NACIMIENTO Y CONSAGRACIÓN DE SAMUEL

En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo, y le puso de nombre Samuel, diciendo:
«¡Al Señor se lo pedí! »
Pasado un año, su marido Elcaná subió, con toda la familia, para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a, su marido:
«Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre.»
Su marido Elcaná le respondió:
«Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta que lo destetes. Y que el Señor te conceda cumplir tu promesa.»
Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Entonces, subió con él al templo del Señor de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:
«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso, yo se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.»
Después, se postraron ante el Señor. Ana volvió a su casa de Ramá; y el niño estaba al servicio del Señor a las órdenes del sacerdote Elí.
En cambio, los hijos de Elí eran unos desalmados: no respetaban al Señor ni las obligaciones de los sacerdotes con la gente. Cuando una persona ofrecía un sacrificio; mientras se guisaba la carne, venía el ayudante del sacerdote, empuñando un tenedor, lo clavaba dentro de la olla o caldero o puchero o barreño, y todo lo que enganchaba el tenedor se lo llevaba el sacerdote. Así hacían con todos los israelitas que acudían a Siló. Incluso antes de quemar la grasa, iba el ayudante del sacerdote y decía al que iba a ofrecer el sacrificio:
«Dame la carne para el asado del sacerdote. Tiene que ser cruda, no te aceptaré carne cocida.»
Y si el otro respondía:
«Primero hay que quemar la grasa, luego puedes llevarte lo que se te antoje.»
Le replicaba:
«No. O me la das ahora o me la llevo por las malas.»
Aquel pecado de los ayudantes era grave a los ojos del Señor, porque desacreditaban las ofrendas al Señor.
Por su parte, Samuel seguía al servicio del Señor y llevaba puesto un roquete de lino. Su madre solía hacerle una túnica, y cada año se la llevaba cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. Y Elí bendecía a Elcaná y a su mujer:
«El Señor te dé un descendiente de esta mujer, en compensación por el préstamo que ella hizo al Señor.»
Luego se volvían a casa. El Señor se cuidó de Ana, que concibió y dio a luz tres niños y dos niñas. El niño Samuel crecía en el templo del Señor.

RESPONSORIO 1S 2, 1. 2; Lc 1, 46-47

R. Mi corazón se regocija por el Señor, porque gozo con tu salvación. * No hay santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios.
V. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
R. No hay santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios.

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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado del beato Elredo, abad, Sobre la amistad espiritual.
(Libro 3: PL 195, 692-693)

LA AMISTAD VERDADERA ES PERFECTA Y CONSTANTE

Jonatán, aquel excelente joven, sin atender a su estirpe regia y a su futura sucesión en el trono, hizo un pacto con David y, equiparando el siervo al señor, precisamente cuando huía de su padre, cuando estaba escondido en el desierto, cuando estaba condenado a muerte, destinado a la ejecución, lo antepuso a sí mismo, atajándose a sí mismo y ensalzándolo a él: Tú -le dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

¡Oh preclarísimo espejo de amistad verdadera! ¡Cosa admirable! El rey estaba enfurecido con su siervo y concitaba contra él a todo el país, como a un rival de su reino; asesina a los sacerdotes, basándose en la sola sospecha de traición; inspecciona los bosques, busca por los valles, asedia con su ejército los montes y peñascos, todos se comprometen a vengar la indignación regia; sólo Jonatán, el único que podía tener algún motivo de envidia, juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo, aconsejarlo en tan gran adversidad y, prefiriendo la amistad al reino, le dice: Tú serás el rey, y yo seré tu segundo. Y fíjate cómo el padre de este adolescente lo provocaba a envidia contra su amigo, agobiándolo con reproches, atemorizándolo con amenazas, recordándole que se vería despojado del reino y privado de los honores.

Y, habiendo pronunciado Saúl sentencia de muerte contra David, Jonatán no traicionó a su amigo. ¿Por qué ha de morir David? ¿Qué ha hecho? Él puso su vida en peligro, mató al filisteo, y tú te alegraste. ¿Por qué ha de morir? El rey, fuera de sí al oír estas palabras, intenta clavar a Jonatán en la pared con su lanza, llenándolo además de improperios: ¡Hijo perverso y contumaz! -le dice-; sé muy bien que lo amas, para vergüenza tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre. Y, a continuación, vomita todo el veneno que llevaba dentro, intentando salpicar con él el pecho del joven, añadiendo aquellas palabras capaces de incitar su ambición, de fomentar su envidia, de provocar su emulación y su amargor: Mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza.

¿A quién no hubieran impresionado estas palabras? ¿A quién no le hubiesen provocado a envidia? Dichas a cualquier otro, estas palabras hubiesen corrompido, disminuido y hecho olvidar el amor, la benevolencia y la amistad. Pero aquel joven, lleno de amor, no cejó en su amistad, y permaneció fuerte ante las amenazas, paciente ante las injurias, despreciando, por su amistad, el reino, olvidándose de los honores, pero no de su benevolencia. Tú -dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

Ésta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a pesar de tantos golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que, provocada por tantos ultrajes, permanece inmóvil. Ve, pues, y haz tú lo mismo.

RESPONSORIO Sir 6, 14. 17

R. El amigo fiel es un refugio seguro; * el que lo encuentra encuentra un tesoro.
V. El que teme a Dios encontrará al amigo fiel: según es él, así será su amigo.
R. El que lo encuentra encuentra un tesoro.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 12:51 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

OFICIO DE LECTURA - TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XII
29 de Junio

SANTOS PEDRO Y PABLO, apóstoles. (SOLEMNIDAD).

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: PEDRO, ROCA; PABLO, ESPADA

Pedro, roca; Pablo, espada.
Pedro, la red en las manos;
Pablo, tajante palabra.

Pedro, llaves; Pablo, andanzas.
y un trotar por los caminos
con cansancio en las pisadas.

Cristo tras los dos andaba:
a uno lo tumbó en Damasco,
y al otro lo hirió con lágrimas.

Roma se vistió de gracia:
crucificada la roca,
y la espada muerta a espada. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Si me amas, Simón Pedro, apacienta mis ovejas.

SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si me amas, Simón Pedro, apacienta mis ovejas.

Ant. 2. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 63 - SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Ant. 3. Señor, si eres tú, mándame ir por encima del agua hasta donde estás.

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, si eres tú, mándame ir por encima del agua hasta donde estás.

V. La palabra del Señor permanece eternamente.
R. Y ésta es la Buena Noticia anunciada a vosotros.

--------------------------------------------------------------------------------

PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1, 15-2, 10

ETAPA DE CONVIVENCIA ENTRE PEDRO Y PABLO

Hermanos: Cuando aquel que me eligió desde el seno de mi madre me llamó por su gracia y tuvo a bien revelarme a su Hijo para que lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin pedir consejo a hombre alguno y sin subir a Jerusalén para hablar con los que eran apóstoles antes que yo, partí hacia Arabia, de donde luego volví a Damasco. Tres años más tarde, subí a Jerusalén a visitar a Cefas, y estuve con él quince días. No vi a ninguno otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor. Por el Dios que me está viendo, que no miento en lo que os escribo.

Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia, pero las Iglesias de Judea, que están en Cristo, no me conocían personalmente. Sólo oían decir: «El que antaño nos perseguía ahora va anunciando la Buena Nueva de la fe, que en otro tiempo quería destruir.» Y glorificaban a Dios, reconociendo su obra en mí.

Luego, al cabo de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a Tito. Y subí por motivo de una revelación. Les expuse el Evangelio que predico entre los gentiles y traté en particular con los más calificados, no fuera a ser que hubiese corrido en vano.

Pues bien, ni siquiera a Tito, mi compañero, con todo y que era griego, lo obligaron a circuncidarse. Y esto a pesar de los intrusos, de los falsos hermanos, que solapadamente se habían infiltrado, para espiar arteramente la libertad de que gozamos en Cristo Jesús, y que querían esclavizamos. Pero nosotros ni por un momento cedimos terreno para someternos a ellos, a fin de salvaguardar firmemente para vosotros la verdad del Evangelio.

Las personas de más consideración -nada me interesa lo que hubieran sido antes, pues en Dios no hay acepción de personas- no me impusieron ninguna nueva obligación.

Al contrario, reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el Evangelio a los gentiles, como Pedro la de predicarlo a los judíos; porque aquel que dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos me lo dio a mí para ejercerlo entre los gentiles. De este modo reconocieron que Dios me había dado esa gracia. Y Santiago, Cefas y Juan, los considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de comunión y conformidad: nosotros nos dirigiríamos a los gentiles, ellos a los judíos. Sólo nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado yo cumplir con toda solicitud.

RESPONSORIO Mt 16, 18-19

R. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no la derrotarán; * yo te daré las llaves del reino de los cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yate daré las llaves del reino de los cielos.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38, 1348-1352)

ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Y yo te digo que tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro.» «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.

A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros, por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

RESPONSORIO R. Apóstol san Pablo, predicador de la verdad y maestro de los gentiles, * verdaderamente que eres digno de ser glorificado.

Por ti conocieron la gracia de Dios todas las naciones.
R. Verdaderamente que eres digno de ser glorificado.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de quienes recibió el primer anuncio de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mar Jul 03, 2007 12:03 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

OFICIO DE LECTURA - TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XIII
3 de julio

SANTO TOMÁS, apóstol (FIESTA).

Tomás es conocido entre los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras: «¡Señor mío y Dios mío!» Nada sabemos con certeza acerca de su vida aparte de los indicios que nos suministra el Evangelio. Se dice que evangelizó la India. Desde el siglo VI se celebra él día 3 de julio el traslado de su cuerpo a Edesa.

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. Aleluya.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: MENSAJEROS DE DIOS

Mensajeros de Dios
dadnos la Nueva:
mensajeros de paz,
sea paz nuestra.

Mensajeros de luz,
sea luz nuestra;
mensajeros de fe,
sea fe nuestra.

Mensajeros del Rey,
sea rey nuestro;
mensajeros de amor,
sea amor nuestro. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.

SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.

Ant. 2. Proclamaron la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.

Salmo 63 - SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: "¿Quién lo descubrirá?"
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Proclamaron la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.

Ant. 3. Pregonaron su justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria. Aleluya.

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Pregonaron su justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria. Aleluya.

V. Contaron las alabanzas del Señor y su poder. Aleluya.
R. Y las maravillas que realizó. Aleluya.

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PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,1-16

SEAMOS IMITADORES DEL APÓSTOL, COMO ÉL IMITA A CRISTO

Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador lo que se busca es que sea fiel. Por lo que a mí se refiere, me importa muy poco ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano. Ni siquiera yo mismo juzgo mi actuación. Cierto que mi conciencia nada me reprocha, mas no por eso me creo justificado. Mi juez será el Señor. No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno su alabanza de parte de Dios.

Estas verdades, hermanos, las he expuesto por vuestro provecho, aplicándolas a mi persona y a Apolo. Así por esta aplicación, aprenderéis aquello de: «No más de lo que está escrito». a fin de que nadie se enorgullezca de un apóstol y desprecie a otro. Porque, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y, si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? ¡Ya estáis satisfechos! ¡Os habéis hecho ya ricos! ¡Habéis ganado un reino sin ayuda nuestra! ¡Ya lo podíais haber ganado! ¡Así tendríamos nosotros parte en vuestro reino!

Por lo que veo, Dios nos ha asignado a los apóstoles el último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos venido a ser el espectáculo del mundo, de los ángeles y de los hombres. Nosotros somos insensatos por Cristo, vosotros sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados. Todavía ahora pasamos hambre, sed y desnudez. Somos maltratados y arrojados de una parte a otra, y nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Cuando nos maldicen, bendecimos; cuando nos persiguen, soportamos; cuando nos injurian, respondemos con dulzura. Hemos venido a ser hasta ahora como basura del mundo, como el desecho de la humanidad.

No os escribo esto para confundiros, sino para amonestaros como a hijos míos carísimos. Aunque tengáis, en efecto, diez mil maestros que os lleven a Cristo, de hecho sólo tenéis un padre. Yo os engendré para Cristo por la predicación del evangelio.

Os exhorto, pues, a que seáis mis imitadores, como yo imito a Cristo.

RESPONSORIO Jn 15,15; Mt 13, 11. 16

R. Ya no os llamaré siervos; os he llamado amigos, * porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer.
V. A vosotros ha concedido Dios conocer los misterios del reino de los cielos; dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen.
R. Porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer.

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SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 26, 7-9: PL 76, 1201-1202)

SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO

Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse Jesús. Sólo este discípulo estaba ausente y, al volver y escuchar lo que había sucedido, no quiso creer lo que le contaban. Se presenta de nuevo el Señor y ofrece al discípulo incrédulo su costado para que lo palpe, le muestra sus manos y, mostrándole la cicatriz de sus heridas, sana la herida de su incredulidad. ¿Qué es, hermanos muy amados, lo que descubrís en estos hechos? ¿Creéis acaso que sucedieron porque sí todas estas cosas: que aquel discípulo elegido estuviera primero ausente, que luego al venir oyese, que al oír dudase, que al dudar palpase, que al palpar creyese?

Todo esto no sucedió porque sí, sino por disposición divina. La bondad de Dios actuó en este caso de un modo admirable, ya que aquel discípulo que había dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su maestro, curó las heridas de nuestra incredulidad. Más provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que, al ser él inducido a creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en la fe. De este modo, en efecto, aquel discípulo que dudó y que palpó se convirtió en testigo de la realidad de la resurrección.

Palpó y exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿No has creído, Tomás, sino después de haberme visto? Como sea que el apóstol Pablo dice: La fe es la firme seguridad de los bienes que se esperan, la plena convicción de las realidades que no se ven, es evidente que la fe es la plena convicción de aquellas realidades que no podemos ver, porque las que vemos ya no son objeto de fe, sino de conocimiento. Por consiguiente, si Tomás vio y palpó, ¿cómo es que le dice el Señor: No has creído, sino después de haberme visto? Pero es que lo que creyó supera a lo que vio. En efecto, un hombre mortal no puede ver la divinidad. Por esto lo que él vio fue la humanidad de Jesús, pero confesó su divinidad al decir: ¡Señor mío y Dios mío! Él, pues, creyó con todo y que vio, ya que, teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclamó Dios, cosa que escapaba a su mirada.

Y es para nosotros motivo de alegría lo que sigue a continuación: Dichosos los que sin ver han creído. En esta sentencia el Señor nos designa especialmente a nosotros, que lo guardamos en nuestra mente sin haberlo visto corporalmente. Nos designa a nosotros, con tal de que las obras acompañen nuestra fe, porque el que cree de verdad es el que obra según su fe. Por el contrario, respecto de aquellos que creen sólo de palabra, dice Pablo: Van haciendo profesión de conocer a Dios, y lo van negando con sus obras. Y Santiago dice: La fe, si no va acompañada de las obras, está muerta.

RESPONSORIO 1Jn 1, 2. 1. 3

R. La vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos * esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
V. Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos.
R. Esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Señor, celebrar con alegría la fiesta de santo Tomás; que la intercesión de este apóstol, que reconoció y confesó a Cristo como a su Señor y su Dios, nos haga crecer en la fe, para que así, creyendo en Jesús, el Mesías, tengamos vida en su nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mie Jul 04, 2007 11:21 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XIII

4 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himno: CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Salmo 17 I - ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Ant. 2. El Señor me libró porque me amaba.

Salmo 17 II

Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba a sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:

como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus contínuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

Ant. 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

Salmo 17 III

El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 11, 1-15

SAÚL VENCE A LOS AMONITAS Y ES ACLAMADO REY POR EL PUEBLO

En aquellos días, el amonita Najás hizo una incursión y acampó ante Yabés de Galaad. Los de Yabés le pidieron:
«Haz un pacto con nosotros, y seremos tus vasallos.» Pero Najás les dijo:
«Pactaré con vosotros a condición de sacaros el ojo derecho. Así afrentaré a todo Israel.»
Los ancianos de Yabés le pidieron:
«Danos siete días para que podamos mandar emisarios por todo el territorio de Israel. Si no hay quien nos salve, nos rendiremos.»
Los mensajeros llegaron a Loma de Saúl, comunicaron la noticia al pueblo, y todos se echaron a llorar a gritos.
Pero, he aquí que llegaba Saúl del campo, tras los bueyes, y preguntó:
«¿Qué le pasa a la gente, que está llorando?»
Le contaron la noticia que habían traído los de Yabés y, al oírlo Saúl, lo invadió el espíritu de Dios; enfurecido, cogió la pareja de bueyes, los descuartizó y los repartió por todo Israel, aprovechando a los emisarios, con este pregón:
«Así acabará el ganado del que no vaya a la guerra con Saúl y Samuel.»
El temor del Señor cayó sobre la gente, y fueron a la guerra como un solo hombre. Saúl les pasó revista en Centella: los de Israel eran trescientos mil, y treinta mil los de Judá. Y dijo a los emisarios que habían venido:
«Decid a los de Yabés de Galaad: "Mañana, cuando caliente el sol, os llegará la salvación."»
Los emisarios marcharon a comunicárselo a los de Yábés, que se llenaron de alegría, y dijeron a Najás:
«Mañana nos rendiremos, y haréis de nosotros lo que mejor os parezca.»
Al día siguiente, Saúl distribuyó la tropa en tres cuerpos; irrumpieron en el campamento enemigo al relevo de la madrugada, y estuvieron matando amonitas hasta que calentó el sol; los enemigos que quedaron vivos se dispersaron, de forma que no iban dos juntos. Entonces, el pueblo dijo a, Samuel:
« ¡A ver, los que decían que Saúl no reinaría! ¡Entregadlos, que los haremos morir!»
Pero Saúl dijo:
«Hoy no ha de morir nadie, porque hoy el Señor ha salvado a Israel.»
Y Samuel dijo a toda la gente:
«Vamos todos a Guilgal a inaugurar allí la monarquía.»
Todos fueron a Guilgal y coronaron allí a Saúl ante el Señor; y Saúl y los israelitas ofrecieron al Señor sacrificios de comunión y celebraron allí una gran fiesta.

RESPONSORIO Sal 17, 47. 48b. 51

R. Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador; * él me libró de mis enemigos.
V. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido.
R. Él me libró de mis enemigos.

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SEGUNDA LECTURA
Del libro de santa Teresa de Ávila sobre el Camino de perfección.
(Cap. 30, 1-5)

VENGA TU REINO

¿Quién hay, por disparatado que sea, que cuando pide a una persona grave no lleva pensado cómo pedirla, para contentarle y no serle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que le ha de dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña que pidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para notar. ¿No pudierais, Señor mío, concluir con una palabra y decir: «Dadnos, Padre, lo que nos conviene»? Pues a quien tan bien lo entiende todo, no parece era menester más.

¡Oh Sabiduría eterna! Para entre vos y vuestro Padre esto bastaba, que así lo pedisteis en el huerto: mostrasteis vuestra voluntad y temor, mas os dejasteis en la suya. Mas a nosotros nos conocéis, Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais vos a la voluntad de vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas para que nos detuviésemos en mirar si nos está bien lo que pedimos, y si no, que no lo pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo que queremos (con este libre albedrío que tenemos), no admitiremos lo que el Señor nos diere; porque, aunque sea lo mejor, como no vemos luego el dinero en la mano, nunca nos pensamos ver ricos.

Pues dice el buen Jesús que digamos estas palabras en que pedimos que venga en nosotros un tal reino: Santificado sea tu nombre, venga en nosotros tu reino. Ahora mirad, qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Considero yo aquí y es bien que entendamos, qué pedimos en este reino. Mas como vio su majestad que no podíamos santificar, ni alabar, ni engrandecer, ni glorificar este nombre santo del Padre eterno, conforme a lo poquito que podemos nosotros (de manera que se hiciese como es razón), si no nos proveía su majestad con darnos acá su reino, por ello lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. Porque entendamos esto que pedimos, y lo que nos importa importunar por ello, y hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar, os quiero decir aquí lo que yo entiendo. El gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor, y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y así le amaríamos acá, aunque no en esta perfección, ni en un ser; más muy de otra manera le amaríamos de lo que le amamos, si le conociésemos.

RESPONSORIO

R. El que sabe dar buenos dones a sus hijos nos impulsa a pedir y a buscar. * Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor.
V. Con frecuencia la oración se expresa mejor con gemidos que con palabras, más con el llanto que con los labios.
R. Recibiremos con más abundancia, si creemos con más confianza, y esperamos con más firmeza, y deseamos con más ardor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Vie Jul 06, 2007 11:44 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
VIERNES DE LA SEMANA XIII
6 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himno: DELANTE DE TUS OJOS

Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 - I SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Ant. 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Salmo 34, II

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Ant. 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

Salmo 34, III

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

V. Hijo mío, conserva mis palabras.
R. Conserva mis mandatos y vivirás.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 15, 1-23

EL SEÑOR RECHAZA A SAÚL POR SU DESOBEDIENCIA

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl:
«El Señor me envió para ungirte rey de su pueblo, Israel. Por tanto, escucha las palabras del Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: "Voy a tomar cuentas a Amalec de lo que hizo contra Israel, atacándolo cuando subía de Egipto. Ahora ve y atácalo; entrega al exterminio todos sus haberes, y a él no lo perdones; mata a hombres y mujeres, niños de pecho y chiquillos, toros y ovejas, camellos y burros."»
Saúl convocó al ejército y le pasó revista en Telán: doscientos mil de infantería y diez mil de caballería. Marchó a las ciudades amalecitas y puso emboscadas en la vaguada. A los quenitas les envió este mensaje:
«Vosotros, salid del territorio amalecita y bajad. Os portasteis muy bien con los israelitas cuando subían de Egipto, y yo no quiero mezclaros con Amalec.»
Los quenitas se apartaron de los amalecitas. Saúl derrotó a los amalecitas, desde Telán, según se va a La Muralla, en la frontera de Egipto. Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, pero a su ejército lo pasó a cuchillo. Saúl y su ejército perdonaron la vida a Agag, a las mejores ovejas y vacas, al ganado bien cebado, a los corderos y a todo lo que valía la pena, sin querer exterminarlo; en cambio, exterminaron lo que no valía nada. El Señor dirigió la palabra a Samuel:
«Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha apostatado de mí y no cumple mis órdenes.»
Samuel se entristeció y se pasó la noche gritando al Señor. Por la mañana, madrugó y fue a encontrar a Saúl; pero le dijeron que se había ido a La Vega, donde había erigido una estela, y después, dando un rodeo, había bajado a Guilgal. Samuel se presentó a Saúl, y éste le dijo:
«El Señor te bendiga. He cumplido el encargo del Señor.»
Samuel le preguntó:
«¿Y qué son esos balidos que oigo y esos mugidos que siento?»
Saúl contestó:
«Los han traído de Amalec. La tropa ha dejado con vida a las mejores ovejas y vacas, para ofrecérselas en sacrificio al Señor. El resto lo hemos exterminado.»
Samuel replicó:
«Pues déjame que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche.»
Contestó Saúl:
«Dímelo.»
Samuel dijo:
«Aunque te creas pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar con ellos. ¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?»
Saúl replicó:
«¡Pero si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Si la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal.»
Samuel contestó:
«¿Acaso se complace el Señor en los holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a la palabra del Señor? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza hoy como rey.»

RESPONSORIO 1S 15, 22; Os 6, 6

R. ¿Acaso se complace el Señor en los holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a la palabra del Señor? * Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros.
V. Yo quiero misericordia y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos.
R. Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad queda grasa de los carneros.

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SEGUNDA LECTURA
Del libro de san Agustín, obispo, Sobre la predestinación de los elegidos.
(Cap. 15, 30-31: PL 44, 981-983)

JESUCRISTO ES DEL LINAJE DE DAVID SEGÚN LA CARNE

El más esclarecido ejemplar de la predestinación y de la gracia es el mismo Salvador del mundo, el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús; porque para llegar a serlo, ¿con qué méritos anteriores, ya de obras, ya de fe, pudo contar la naturaleza humana que en él reside? Yo ruego que se me responda a lo siguiente: aquella naturaleza humana que en unidad de persona fue asumida por el Verbo, coeterno del Padre, ¿cómo mereció llegar a ser Hijo unigénito de Dios? ¿Precedió algún mérito a esta unión? ¿Qué obró, qué creyó o qué exigió previamente para llegar a tan inefable y soberana dignidad? ¿No fue acaso por la virtud y asunción del mismo Verbo, por lo que aquella humanidad, en cuanto empezó a existir, empezó a ser Hijo único de Dios?

Manifiéstese, pues, ya a nosotros, en el que es nuestra Cabeza, la fuente misma de la gracia, la cual se derrama por todos sus miembros según la medida de cada uno. Tal es la gracia, por la cual se hace cristiano el hombre desde el momento en que comienza a creer; la misma por la cual aquel Hombre, unido al Verbo desde el primer momento de su existencia, fue hecho Jesucristo; del mismo Espíritu Santo, de quien Cristo fue nacido, es ahora el hombre renacido; por el mismo Espíritu Santo, por quien se verificó que la naturaleza humana de Cristo estuviera exenta de todo pecado, se nos concede a nosotros ahora la remisión de los pecados. Sin duda, Dios tuvo presciencia de que realizaría todas estas cosas. Porque en esto consiste la predestinación de los santos, que tan soberanamente resplandece en el Santo de los santos. ¿Quién podría negarla de cuantos entienden rectamente las palabras de la verdad? Pues el mismo Señor de la gloria, en cuanto que el Hijo de Dios se hizo hombre, sabemos que fue también predestinado.

Fue, por tanto, predestinado Jesús, para que, al llegar a ser hijo de David según la carne, fuese también, al mismo tiempo, Hijo de Dios según el Espíritu de santidad; pues nació del Espíritu Santo y de María Virgen. Tal fue aquella singular elevación del hombre, realizada de manera inefable por el Verbo divino, para que Jesucristo fuese llamado a la vez, verdadera y propiamente, Hijo de Dios e hijo del hombre; hijo del hombre, por la naturaleza humana asumida, e Hijo de Dios, porque el Verbo unigénito la asumió en sí; de otro modo no se creería en una trinidad, sino en una cuaternidad de personas.

Así fue predestinada aquella humana naturaleza a tan grandiosa, excelsa y sublime dignidad, más arriba de la cual no podría ya darse otra elevación mayor; de la misma manera que la divinidad no pudo descender ni humillarse más por nosotros, que tomando nuestra naturaleza con todas sus debilidades hasta la muerte de cruz. Por tanto, así como ha sido predestinado ese hombre singular para ser nuestra Cabeza, así también una gran muchedumbre hemos sido predestinados para ser sus miembros. Enmudezcan, pues, aquí las deudas contraídas por la humana naturaleza, pues ya perecieron en Adán, y reine por siempre esta gracia de Dios, que ya reina por medio de Jesucristo, Señor nuestro, único Hijo de Dios y Único Señor. Y así, si no es posible encontrar en nuestra Cabeza mérito alguno que preceda a su singular generación, tampoco en nosotros, sus miembros, podrá encontrarse merecimiento alguno que preceda a tan multiplicada regeneración.

RESPONSORIO Cf. Ga 4, 4-5; Ef 2, 4; Rm 8, 3

R. Mirad que ya se cumplió el tiempo, y ha enviado Dios a su Hijo a la tierra, nacido de una Virgen, nacido bajo la ley, * para rescatar a los que estaban bajo la ley.
V. Por el gran amor con que nos amó, envió a su propio Hijo, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado.
R. Para rescatar a los que estaban bajo la ley.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Dom Jul 08, 2007 12:57 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XIV

8 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.

Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.

Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.

Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.

Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.

Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.

Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;

pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.

Ant. 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.

Salmo 103 II

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.

Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.

Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.

Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida.

Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.

Ant. 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.

Salmo 103 III

¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus creaturas.

Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;

escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean.

Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.

Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.

V. Dichosos vuestros ojos, porque ven.
R. Y vuestros oídos, porque oyen.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 17, 1-10. 23b-26. 40-51

DAVID LUCHA CONTRA GOLIAT

En aquellos días, reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes-Dammim. También se reunieron Saúl y los hombres de Israel y acamparon en el valle del Terebinto, y se pusieron en orden de batalla frente a los filisteos. Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la montaña frontera, quedando el valle de por medio.

Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura; tenía un yelmo de bronce sobre su cabeza y estaba revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de la coraza cinco mil siclos de bronce. Tenía en las piernas grebas de bronce, y un escudo, también de bronce, sobre su espalda. El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro. Lo precedía su escudero.

Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel, diciéndoles:
«¿Para qué habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre que baje contra mí. Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos vuestros servidores; pero, si yo lo venzo y lo mato, quedaréis sometidos a nosotros y nos serviréis.»

Y añadió el filisteo:
«Yo desafío hoy a las filas de Israel: dadme un hombre y lucharemos mano a mano.»

David lo oyó; los israelitas, al ver a aquel hombre, huyeron aterrados. Uno dijo:
«¿Habéis visto a ese hombre que sube? ¡Pues sube a desafiar a Israel! Al que lo venza, el rey lo colmará de riquezas, le dará su hija y librará de impuestos a la familia de su padre en Israel.»

David preguntó a los que estaban a su lado:
«¿Qué le darán al que venza a ese filisteo y salve la honra de Israel? Porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes del Dios vivo?»

David tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco guijarros lisos y los puso en su morral de pastor; tomó su honda y avanzó hacia el filisteo. Éste fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Al ver a David, lo despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David:
«¿Te has creído que soy un perro, para venir contra mí con un palo?»
Y maldijo a David por sus dioses. Luego le dijo:
«Ven a mí, que yo daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»

David respondió al filisteo:
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. Ahora mismo te entrega el Señor en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza, y entregaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres de los filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no es por la espada ni por la lanza como salva el Señor, porque del Señor es esta batalla y él os entrega en nuestras manos.»

Se acercó el filisteo y avanzó contra David. Éste salió de las filas del campamento y corrió al encuentro del filisteo. Metió David la mano en su morral y sacó un guijarro; lo lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente; la piedra se le clavó en su frente y cayó de bruces en tierra.

Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y lo mató sin tener espada en su mano. Corrió David, se detuvo sobre el filisteo y, tomando la espada de él, la sacó de su vaina, lo remató y le cortó la cabeza.

Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.

RESPONSORIO Cf. 1S 17, 37; Sal 56, 4-5

R. El Señor que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, * me librará de las manos de mis enemigos.
V. Dios enviará su gracia y su lealtad; estoy echado entre leones.
R. Me librará de las manos de mis enemigos.

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SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo.
(Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)

MI SACRIFICIO ES UN ESPÍRITU QUEBRANTADO

Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón.

¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio. Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna oblación? ¿Qué dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de sacrificios.

Si te ofreciera un holocausto -dice-, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que quebrantar antes el impuro.

Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.

RESPONSORIO

R. Mis pecados, Señor, se han clavado en mí como saetas; pero antes de que en mí produzcan llagas, * sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
V. Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
R. Sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Lun Jul 09, 2007 11:44 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
LUNES DE LA SEMANA XIV
9 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Demos vítores al Señor aclamándolo con cantos.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA

En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

Salmo 30 I - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

Ant. 2. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

Salmo 30 II

Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.

Mi vida se gasta en el dolor;
mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

Ant. 3. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

Salmo 30 III

¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos!

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.

Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.

Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.

Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

V. Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.
R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 17, 57-18, 9. 20-30

ENVIDIA DE SAÚL HACIA DAVID

En aquellos días, cuando volvió David de matar al filisteo, lo tomó Abner y lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano. Saúl le preguntó:
«¿De quién eres hijo, muchacho?»
David respondió:
«De tu siervo Jesé, de Belén.»
En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. Lo retuvo Saúl aquel día y no le permitió regresar a casa de su padre. Hizo Jonatán alianza con David, pues lo amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, y también su vestido y su espada, su arco y su cinturón.

A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl, para cantar, danzando al son de adufes y triángulos, con cantos de alegría. Las mujeres, danzando, cantaban a coro:
«Saúl mató sus mil, y David sus diez mil.»
Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía:
«Dan miríadas a David, y a mí sólo millares; sólo le falta ser rey.»
Y, desde aquel día en adelante, miraba Saúl a David con ojos de envidia.

Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David. Se lo dijeron a Saúl, y le agradó la noticia. Dijo Saúl:
«Se la entregaré, pero será para él un lazo, pues caerá sobre él la mano de los filisteos.» Dijo, pues, Saúl a David:
«Ahora serás mi yerno.»
Ordenó Saúl a sus servidores:
«Insinuad a David: "Mira que el rey te estima; también te estiman todos sus servidores; procura, pues, ser yerno del rey."»
Los servidores del rey dijeron estas palabras a oídos de David, y éste replicó:
«¿Os parece sencillo ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y ruín.»
Comunicaron a Saúl sus servidores:
«Estas palabras ha dicho David.»
Respondió Saúl:
«Decid así a David: "No quiere el rey dote, sino cien prepucios de filisteos para vengarse de los enemigos del rey."»

Tramaba el rey hacer sucumbir a David en manos de los filisteos. Los servidores comunicaron a David estas palabras y la cosa pareció bien a David para llegar a ser yerno del rey. No se había cumplido el plazo, cuando se levantó David y partió con sus hombres. Mató a los filisteos doscientos hombres y trajo sus prepucios, que entregó cumplidamente al rey, para ser su yerno. Saúl le dio a su hija Mikal por mujer.

David lograba éxito en todas las campañas que Saúl le encomendaba, y lo puso Saúl al frente de hombres de guerra, y se hizo querer de todo el pueblo, también de los servidores de Saúl.

Temió Saúl, pues sabía que el Señor estaba con David y que toda la casa de Israel lo amaba. Aumentó el temor de Saúl hacia David y fue siempre hostil a él. Salían los jefes de los filisteos, pero en todas sus incursiones obtenía David más éxito que los demás servidores de Saúl, y su nombre se hizo muy famoso.

RESPONSORIO Sal 55, 2. 4. 14

R. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día: * Yo confío en ti.
V. Porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
R. Yo confío en ti.

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SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
(Cap. 46, 2-47, 4; 48, 1-6: Funk 1, 119-123)

BUSQUE CADA UNO NO SÓLO SU PROPIO INTERÉS, SINO TAMBIÉN EL DE LA COMUNIDAD

Escrito está: Juntaos con los santos, porque los que se juntan con ellos se santificarán. Y otra vez, en otro lugar, dice: Con el hombre inocente serás inocente; con el elegido serás elegido, y con el perverso te pervertirás. Juntémonos, pues, con los inocentes y justos, porque ellos son elegidos de Dios. ¿A qué vienen entre vosotros contiendas y riñas, banderías, escisiones y guerras? ¿O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿No es uno solo nuestro llamamiento en Cristo? ¿A qué fin desgarramos y despedazamos los miembros de Cristo y nos sublevamos contra nuestro propio cuerpo, llegando a tal punto de insensatez que nos olvidamos de que somos los unos miembros de los otros?

Acordaos de las palabras de Jesús, nuestro Señor. El dijo, en efecto: ¡Ay de aquel hombre! Más le valiera no haber nacido, que escandalizar a uno solo de mis escogidos. Mejor le fuera que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo hundieran en el mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos. Vuestra escisión extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo dudar a muchos, nos sumió en la tristeza a todos nosotros. Y, sin embargo, vuestra sedición es contumaz.

Tomad en vuestra mano la carta del bienaventurado Pablo apóstol. ¿Cómo os escribió en los comienzos del Evangelio? A la verdad, divinamente inspirado, os escribió acerca de sí mismo, de Cefas y de Apolo, como quiera que ya desde entonces fomentabais las parcialidades. Mas aquella parcialidad fue menos culpable que la actual, pues al cabo os inclinabais a apóstoles acreditados por Dios y a un hombre acreditado por éstos.

Arranquemos, pues, con rapidez ese escándalo y postrémonos ante el Señor, suplicándole con lágrimas sea propicio con nosotros, nos reconcilie consigo y nos restablezca en el sagrado y puro comportamiento de nuestra fraternidad. Porque ésta es la puerta de la justicia, abierta para la vida, conforme está escrito: Abridme las puertas de la justicia, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los justos entrarán por ella. Ahora bien, siendo muchas las puertas que están abiertas, ésta es la puerta de la justicia, a saber: la que se abre en Cristo. Bienaventurados todos los que por ella entraren y enderezaren sus pasos en santidad y justicia, cumpliendo todas las cosas sin perturbación. Enhorabuena que uno tenga carisma de fe, que otro sea poderoso en explicar los conocimientos, otro sabio en el discernimiento de discursos, otro casto en su conducta. El hecho es que cuanto mayor parezca uno ser, tanto más debe humillarse y buscar no sólo su propio interés, sino también el de la comunidad.

RESPONSORIO 1Co 9, 19. 22; Jb 29, 15-16

R. Siendo libre en todo, me he hecho esclavo de todos. Me he hecho débil con los débiles. * Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos.
V. Yo era ojos para el ciego y pies para el cojo; yo era padre de los pobres.
R. Me he hecho todo para todos, para salvarlos a todos.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mar Jul 10, 2007 11:28 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MARTES DE LA SEMANA XIV

10 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.



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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.

¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Salmo 36 I - LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD

No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:

cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Ant. 2. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Salmo 36 II

El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él;
pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.

Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a pobres y humildes,
para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán.

Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán;

pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán.

El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.

Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.

Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Ant. 3. Confía en el Señor y sigue su camino.

Salmo 36 III

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio.

Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.

Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso;
volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.

Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva,
porque se acogen a él.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

V. Enséñame Señor, a gustar y a comprender.
R. Porque me fío de tus mandatos.

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PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 19, 8-10; 20, 1-17

AMISTAD ENTRE DAVID Y JONATAN

En aquellos días, reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él.
Pero se apoderó de Saúl un espíritu malo del Señor: estaba sentado en su casa con su lanza en la mano y David tocaba el arpa. Saúl intentó clavar con su lanza a David en la pared, pero David esquivó el golpe de Saúl y la lanza se clavó en la pared. David huyó y se puso a salvo. De Nayot de Ramá, David fue a decir a Jonatán:

«¿Qué he hecho, cuál es mi falta y en qué he pecado contra tu padre para que busque mi muerte?»

Jonatán le respondió:
«De ninguna manera, no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, grande o pequeña, sin descubrírmela; ¿por qué me había de ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!»

Pero David volvió a jurar:
«Sabe muy bien tu padre que me tienes mucho afecto y se ha dicho: "Que no lo sepa Jonatán, para que no se apene." Y con todo, por el Señor y por tu vida, que no hay más que un paso entre mí y la muerte.»

Dijo Jonatán a David:
«Dime lo que deseas, y yo lo haré.»

Respondió David:
«Mira, mañana es el novilunio. Yo tendría que sentarme con el rey a comer, pero tú me dejarás marchar y me esconderé en el campo hasta la noche. Si tu padre nota mi ausencia, dirás: "David me ha pedido con insistencia que le deje hacer una escapada a Belén, su ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de toda la familia." Si tu padre dice: "Está bien", tu siervo está a salvo; pero, si se enfurece, sabrás que por su parte está decretada mi ruina. Haz este favor a tu siervo, ya que hiciste que tu siervo estableciera contigo alianza ante el Señor. Si hay falta en mí, dame tú mismo la muerte, ¿para qué llevarme hasta tu padre?»

Respondió Jonatán:
«¡Lejos de ti tal pensamiento! Si yo supiera con certeza que por parte de mi padre está decretado que venga la ruina sobre ti, ¿no te lo avisaría yo mismo?»

Preguntó David a Jonatán:
«¿Quién me avisará si tu padre te responde con aspereza?»

Respondió Jonatán a David:
«Ven, salgamos al campo.»

Y salieron ambos al campo. Dijo entonces Jonatán a David:

«Por el Señor, Dios de Israel, te juro que mañana a esta misma hora sondearé a mi padre; si la cosa va bien para ti y no envío quién te lo haga saber, que el Señor haga esto a Jonatán y añada esto otro. Y, si mi padre decide hacerte mal, te lo haré saber para que te pongas a salvo y vayas en paz. Y que el Señor esté contigo como lo estuvo con mi padre. Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo de la bondad del Señor y, si he muerto, nunca apartes tu misericordia de mi casa. Cuando el Señor haya exterminado a los enemigos de David de la faz de la tierra, que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo contrario, que el Señor pida cuentas a David.»
Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues lo amaba como a sí mismo.

RESPONSORIO Pr 17, 17; 1Jn 4, 7

R. El amigo ama en toda ocasión: * y se porta como un hermano en el día de la desventura.
V. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
R. Y se porta como un hermano en el día de la desventura.

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SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 32, 29: CCL 38, 272-273)

LOS DE FUERA, LO QUIERAN O NO, SON HERMANOS NUESTROS

Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no sólo para con vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están separados de nosotros, que reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero están divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo que se trata de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos nuestros. Dejarían de serlo si dejaran de decir: Padre nuestro.

Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: «No sois hermanos nuestros», decidles: «Sois hermanos nuestros.» Atended a quiénes se refería al decir esto. ¿Por ventura a los paganos? No, porque, según el modo de hablar de las Escrituras y de la Iglesia, no los llamamos hermanos. ¿Por ventura a los judíos, que no creyeron en Cristo?

Leed los escritos del Apóstol y veréis que cuando dice «hermanos» sin más, se refiere únicamente a los cristianos: Y tú, ¿cómo juzgas a tu hermano?, o ¿por qué desprecias a tu hermano? Y dice también en otro lugar: Vosotros hacéis injusticias y despojáis, y esto con hermanos. Esos, pues, que dicen: «No sois hermanos nuestros», nos llaman paganos. Por esto quieren bautizarnos de nuevo, pues dicen que nosotros no tenemos lo que ellos dan. Por esto es lógico su error, al negar que nosotros somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos dijo el profeta: Decidles: «Sois hermanos nuestros», sino porque admitimos como bueno su bautismo y por esto no lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo, niegan que seamos hermanos suyos; en cambio nosotros, que no repetimos su bautismo, porque lo reconocemos igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos nuestros.

Si ellos nos dicen: «¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?», les respondemos: Sois hermanos nuestros. Si dicen: «Apartaos de nosotros, no tenemos nada que ver con vosotros», nosotros sí que tenemos que ver con ellos: si reconocemos al mismo Cristo, debemos estar unidos en un mismo cuerpo y bajo una misma cabeza.

Os conjuramos, pues, hermanos, por las entrañas de caridad, con cuya leche nos nutrimos, con cuyo pan nos fortalecemos, os conjuramos por Cristo nuestro Señor, por su mansedumbre, a que usemos con ellos de una gran caridad, de una abundante misericordia, rogando a Dios por ellos, para que les dé finalmente un recto sentir, para que reflexionen y se den cuenta que no tienen en absoluto nada que decir contra la verdad; lo único que les queda es la enfermedad de su animosidad, enfermedad tanto más débil cuanto más fuerte se cree. Oremos por los débiles, por los que juzgan según la carne, por los que obran de un modo puramente humano, que son, sin embargo, hermanos nuestros, pues celebran los mismos sacramentos que nosotros, aunque no con nosotros, que responden un mismo Amén que nosotros, aunque no con nosotros; prodigad ante Dios por ellos lo más entrañable de vuestra caridad.

RESPONSORIO Cf. Ef 4, 1. 3-4

R. Os ruego, por el Señor, que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. * Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
V. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es una sola la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
R. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Dom Jul 15, 2007 1:01 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XV

15 de julio

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA

Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.

Jesús es la que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.

Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.

Ant. 2. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.

Salmo 144 II

Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;

explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.

Ant. 3. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

Salmo 144 III

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

V. Hijo mío, haz caso a mis palabras.
R. presta oído a mis consejos.

--------------------------------------------------------------------------------

PRIMERA LECTURA
De los libros de Samuel 1S 31, 1-4; 2S 1, 1-16

MUERTE DE SAÚL

En aquellos días, trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. Apretaron de cerca los filisteos a Saúl y a sus hijos y mataron a Jonatán, Abinadab y Malki-Súa, hijos de Saúl. El peso de la batalla cargó sobre Saúl. Los arqueros tiraron sobre él y fue herido por ellos. Dijo Saúl a su escudero:
«Saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí.»
Pero el escudero no quiso, pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se arrojó sobre ella.

Después de la muerte de Saúl, volvió David de derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en Siquelag. Al tercer día llegó del campamento uno de los hombres de Saúl, con los vestidos rotos y cubierta de polvo su cabeza; al llegar donde estaba David, cayó en tierra y se postró. David le dijo:
«¿De dónde vienes?»

Aquél respondió:
«Vengo huyendo del campamento de Israel.»

Le preguntó David:
«¿Qué ha pasado? Cuéntamelo.»

Aquél respondió:
«El pueblo ha huido de la batalla; han caído muchos del pueblo y también Saúl y su hijo Jonatán han muerto.»

Dijo David al joven que le daba la noticia:
«¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?»

Respondió el joven que daba la noticia:
«Yo estaba casualmente en el monte Gelboé y vi a Saúl apoyado en su lanza; los carros y los guerreros lo acosaban. Se volvió y, al verme, me llamó. Contesté: "Aquí estoy." Me dijo: "¿Quién eres tú?" Le respondí: "Soy un amalecita." Entonces él me dijo: "Acércate a mí y mátame, porque me ha acometido la angustia, aunque mi vida aún está entera en mí." Me acerqué a él y lo maté, pues sabía que no podría vivir después de su caída; luego tomé la diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en el brazo y se los he traído aquí a mi señor.»

Entonces David, tomando sus vestiduras, las desgarró, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, pues habían caído a espada.
David preguntó al joven que le había llevado la noticia:
«¿De dónde eres?»

Respondió:
«Soy hijo de un forastero amalecita.»

Le dijo David:
«¿Cómo has osado levantar tu mano para matar al ungido del Señor?»
Y llamó David a uno de los jóvenes y le dijo: «Acércate y mátalo.»
Él lo hirió y murió. David le dijo:
«Que tu sangre caiga sobre tu cabeza, pues tu misma boca te acusó cuando dijiste: "Yo maté al ungido del Señor."»

RESPONSORIO 2S 1, 21. 1,9

R. Montes de Gelboé, ni lluvia ni rocío caigan sobre vosotros, * porque ahí cayeron los héroes de Israel.
V. Visite el Señor todos los montes que están a su alrededor, pero pase de largo ante los montes de Gelboé.
R. Porque ahí cayeron los héroes de Israel.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.
(Libro 1, 2. 36: PL 75, 529-530. 543-544)

UN HOMBRE SIMPLE Y HONRADO, TEMEROSO DE DIOS

Hay algunos cuya simplicidad llega hasta ignorar lo que es honrado. Esta simplicidad no es la simplicidad de la inocencia, ya que no los conduce a la virtud de la honradez; pues, en la medida en que no saben ser cautos por su honradez, su simplicidad deja de ser verdadera inocencia.

De ahí que Pablo amonesta a los discípulos con estas palabras: Quiero que seáis sabios para el bien y simples para todo mal. Y dice también: Sed niños sólo en malicia; sed adultos en juicio.

De ahí que la misma Verdad en persona manda a sus discípulos: Sed prudentes como serpientes y simples como palomas. Nos manda las dos cosas de manera inseparable, para que así la astucia de la serpiente complemente la simplicidad de la paloma y, a la inversa, la simplicidad de la paloma modere la astucia de la serpiente.

Por esto el Espíritu Santo hizo visible a los hombres su presencia, no sólo con figura de paloma, sino también de fuego. La paloma, en efecto, representa la simplicidad, y el fuego representa el celo. Y así se mostró bajo esta doble figura, para que todos los que están llenos de él practiquen la simplicidad de la mansedumbre, sin por eso dejar de inflamarse en el celo de la honradez contra las culpas de los que delinquen.

Simple y honrado, temeroso de Dios y apartado del mal. Todo el que anhela la patria eterna vive con simplicidad y honradez: con simplicidad en sus obras, con honradez en su fe; con simplicidad en las buenas obras que realiza aquí abajo, con honradez por su intención que tiende a las cosas de arriba. Hay algunos, en efecto, a quienes les falta simplicidad en las buenas obras que realizan, porque buscan no la retribución espiritual, sino el aplauso de los hombres. Por esto dice con razón uno de los libros sapienciales: ¡Ay del hombre que va por dos caminos! Va por dos caminos el hombre pecador que, por una parte, realiza lo que es conforme a Dios, pero, por otra, busca con su intención un provecho mundano.

Bien dice el libro de Job: Temeroso de Dios y apartado del mal; porque la santa Iglesia de los elegidos inicia su camino de simplicidad y honradez por el temor, pero lo lleva a la perfección por el amor. Ella, en efecto, se aparta radicalmente del mal, cuando, por amor a Dios, empieza a detestar el pecado. Cuando practica el bien movida sólo por el temor, todavía no se ha apartado totalmente del mal, ya que continúa pecando por el hecho de que querría pecar si pudiera hacerlo impunemente.

Acertadamente, pues, se afirma de Job que era temeroso de Dios y, al mismo tiempo, apartado del mal; porque, cuando el amor sigue al temor, queda eliminada incluso aquella parte de culpa que subsistía en nuestro interior, por nuestro mal deseo.

RESPONSORIO Hb 13,21; 2M 1, 4

R. Que Dios os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, * cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo.
V. Que abra Dios vuestro corazón a su ley y a sus preceptos.
R. Cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Lun Jul 16, 2007 11:26 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
LUNES DE LA SEMANA XV
16 de julio


Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.



--------------------------------------------------------------------------------

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: DIOS DE LA TIERRA Y DEL CIELO

Dios de la tierra y del cielo,
que, por dejarlas más claras,
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.

Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.

Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Vendrá el Señor y no callará.

Salmo 49 I - LA VERDADERA RELIGIOSIDAD

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.

Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrá el Señor y no callará.

Ant. 2. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Salmo 49 II

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu Dios-

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;

pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Ant. 3. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

Salmo 49 III

Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;

te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»

Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.

El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

V. Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.

--------------------------------------------------------------------------------

PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 2, 1-11; 3, 1-5

DAVID ES UNGIDO EN HEBRÓN COMO REY DE JUDÁ

En aquellos días, consultó David al Señor: «¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?» El Señor respondió:
«Sube.»
Preguntó David:
«¿A cuál subiré?»
Respondió el Señor:
«A Hebrón.»

Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigail, la mujer de Nabal de Carmelo. David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y se asentaron en las ciudades de Hebrón. Llegaron los hombres de Judá y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.

Comunicaron a David que los hombres de Yabés de Galaad habrán sepultado a Saúl, y David envió mensajeros a los hombres de Yabés de Galaad para decirles:

«Benditos seáis del Señor por haber hecho esta misericordia con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura. Que el Señor sea con vosotros misericordioso y fiel. También yo os trataré bien por haber hecho esto. Y ahora, tened fortaleza y sed valerosos, pues murió Saúl, vuestro señor, pero la casa de Judá me ha ungido a mí por rey suyo.»

Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a Isbaal hijo de Saúl y lo hizo pasar a Majanáyim. Lo proclamó rey sobre Galaad, sobre los aseritas, sobre Yizreel, sobre Efraím y Benjamín y sobre todo Israel. Cuarenta años tenía Isbaal, hijo de Saúl, cuando fue proclamado rey; reinó dos años. Solamente la casa de Judá siguió a David. El número de días que estuvo David en Hebrón como rey de la casa de Judá fue de siete años y seis meses.

Se prolongó la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se debilitaba.

David tuvo hijos en Hebrón. Su primogénito Ammón, hijo de Ajinoam de Yizreel; el segundo, Kilab, de Abigaíl, mujer de Nabal de Carmelo; el tercero, Absalón, hijo de Maaká, la hija de Talmay, rey de Guesur; el cuarto, Adonías, hijo de Jagguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital; el sexto, Yitream, de Eglá, mujer de David. Éstos le nacieron a David en Hebrón.

RESPONSORIO Gn 49, 10. 8

R. No, se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, * hasta que venga aquel a quien le está reservado, a quien rendirán homenaje las naciones.
V. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, se inclinarán ante ti los hijos de tu padre.
R. Hasta que venga aquel a quien le está reservado, a quien rendirán homenaje las naciones.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.


ibro 3, 15-16: PL 75, 606-608)

SI ACEPTAMOS DE DIOS LOS BIENES, ¿NO VAMOS A ACEPTAR LOS MALES?

El apóstol Pablo, considerando en sí mismo las riquezas de la sabiduría interior y viendo al mismo tiempo que en lo exterior no es más que un cuerpo corruptible, dice: Llevamos este tesoro en vasos de barro. En el bienaventurado Job, el vaso de barro experimenta exteriormente las desgarraduras de sus úlceras, pero el tesoro interior permanece intacto. En lo exterior crujen sus heridas, pero del tesoro de sabiduría que nace sin cesar en su interior emanan estas palabras llenas de santas enseñanzas: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Entiendo por bienes los dones de Dios, tanto; temporales como eternos, y por males las calamidades presentes, acerca de las cuales dice el Señor por boca del profeta: Yo soy el Señor y no hay otro artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia.

Artífice de la luz, creador de las tinieblas, porque, cuando por las calamidades exteriores son creadas las tinieblas del sufrimiento, en lo interior se enciende la luz del conocimiento espiritual. Autor de la paz, creador de la desgracia, porque precisamente entonces se nos devuelve la paz con Dios, cuando las cosas creadas, que son buenas, en sí, pero que no siempre son rectamente deseadas, se nos convierten en calamidades y causa de desgracia. Por el pecado perdemos la unión con Dios; es justo, por tanto, que volvamos a la paz con él a través de las calamidades; de este modo, cuando cualquier cosa creada, buena en sí misma, se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección, para que volvamos humildemente al autor de la paz.

Pero en estas palabras de Job, con las que responde a las imprecaciones de su esposa, debemos considerar principalmente lo llenas que están de buen sentido. Dice, en efecto: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador. Si acude en seguida a nuestra mente el recuerdo reconfortante de los dones divinos, no nos dejaremos doblegar por el dolor. Por esto dice la Escritura: En el día dichoso no te olvides de la desgracia, en el día desgraciado no te olvides de la dicha. En efecto, aquel que en el tiempo de los favores se olvida, del temor de la calamidad cae en la arrogancia por su actual satisfacción. Y el que en el tiempo de la calamidad no se consuela con el recuerdo de los favores recibidos es llevado a la más completa desesperación por su estado mental.

Hay que juntar, pues, lo uno y lo otro, para que se apoyen mutuamente; así el recuerdo de los favores templará el sufrimiento de la calamidad, y la previsión y temor de la calamidad moderará la alegría de los favores. Por esto aquel santo varón, en medio de los sufrimientos causados por sus calamidades, calmaba su mente angustiada por tantas heridas con el recuerdo de los favores pasados, diciendo: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

RESPONSORIO Jb 2, 10; 1, 21-22

R. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? * El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.
V. En todo esto no pecó Job, ni dijo nada insensato contra Dios.
R. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

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MensajePublicado: Mar Jul 24, 2007 12:32 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MARTES DE LA SEMANA XVI
24 de julio


V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.

¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

Salmo 101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida.

Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.

Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.

En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

Ant. 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Salmo 101 II

Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.

Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas:
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.

Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor:

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte,

para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

Ant. 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

Salmo 101 III

El agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates
en la mitad de mis días.»

Tus años duran por todas las generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.

Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

V. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.
R. Inclina el oído a las palabras de mi boca.


PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 24, 1-4. 10-18. 24b-25

CENSO DEL PUEBLO Y EDIFICACIÓN DEL ALTAR

En aquellos días, se encendió de nuevo la ira del Señor contra los israelitas, e incitó a David contra ellos, diciendo:
«Anda, haz el censo de Israel y de Judá.»
El rey dijo a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él:
«Recorre todas las tribus de Israel desde Dan hasta Berseba y, haz el censo para que yo sepa la cifra de la población.»
Joab respondió al rey:
«Que el Señor tu Dios multiplique el pueblo cien veces más de lo que es, y que los ojos de mi señor el rey lo vean. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?»
Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y los jefes del ejército, y salió Joab con los jefes del ejército de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel. Después de haber hecho el censo del pueblo, le remordió a David el corazón y dijo David al Señor:
«He cometido un gran pecado. Pero ahora, Señor, perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio.»
Cuando David se levantó por la mañana, había sido dirigida la palabra del Señor al profeta Gad, vidente de David, en estos términos:
«Anda y di a David: "Así dice el Señor: Tres cosas te propongo; elige una de ellas y la llevaré a cabo."»
Llegó Gad a la presencia de David y le anunció:
«¿Qué quieres que te venga, tres años de gran hambre en tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra? Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía.»
David respondió a Gad:
«Estoy en grande angustia. Pero caigamos en manos del Señor que es grande en misericordia. No caiga yo en manos de los hombres.»
Y David eligió la peste. Eran los días de la recolección del trigo. Dios envió la peste a Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba. El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla, pero el Señor se arrepintió del estrago y dijo al ángel que exterminaba al pueblo:
« ¡Basta ya! Retira tu mano.»
El ángel del Señor estaba entonces junto a la era de Arauná, el yebuseo. Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo al Señor:
«Yo fui quien pequé, yo quien cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.»
Vino Gad aquel día hacia David y le dijo:
«Sube y levanta un altar al Señor en la era de Arauná, el yebuseo.»
Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. Levantó allí David un altar al Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces el Señor atendió a las súplicas en favor del país, y la peste se apartó de Israel.

RESPONSORIO Cf. Jdt 9, 18; 1Cro 21, 15; 2S 24, 17

R. Acuérdate, Señor, de tu alianza y di al ángel exterminador: «Detén ya tu mano, * para que no sea devastada la tierra y no acabes con todos los vivientes.»
V. Yo fui quien pequé, yo quien cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Te suplico, Señor, que apartes de tu pueblo tu ira.
R. Para que no sea devastada la tierra y no acabes con todos los vivientes.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, á los Magnesios.
(Cap. 10, 1-15: Funk 1, 199-203)

TENÉIS A CRISTO EN VOSOTROS

No permita Dios que permanezcamos insensibles ante la bondad de Cristo. Si él imitara nuestro modo ordinario de actuar, ya podríamos darnos por perdidos. Así pues, ya que nos hemos hecho discípulos suyos, aprendamos a vivir conforme al cristianismo. Pues el que se acoge a otro nombre distinto del suyo no es de Dios. Arrojad, pues, de vosotros la mala levadura, vieja ya y agriada, y transformaos en la nueva, que es Jesucristo. Impregnaos de la sal de Cristo, a fin de que nadie se corrompa entre vosotros, pues por vuestro olor seréis calificados.

Todo eso, queridos hermanos, no os lo escribo porque haya sabido que hay entre vosotros quienes se comporten mal, sino que, como el menor de entre vosotros, quiero montar guardia en favor vuestro, para que no piquéis en el anzuelo de la vana especulación, sino que tengáis plena certidumbre del nacimiento, pasión y resurrección del Señor, acontecida bajo el gobierno de Poncio Pilato, cosas todas cumplidas verdadera e indudablemente por Jesucristo, esperanza nuestra, de la que no permita Dios que ninguno de vosotros se aparte.

¡Ojalá se me concediera gozar de vosotros en todo, si yo fuera digno de ello! Porque si es cierto que estoy encadenado, sin embargo, no puedo compararme con uno solo de vosotros, que estáis sueltos. Sé que no os hincháis con mi alabanza, pues tenéis dentro de vosotros a Jesucristo. Y más bien sé que, cuando os alabo, os avergonzáis, como está escrito: Lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo. Poned, pues, todo vuestro empeño en afianzaros en la doctrina del Señor y de los apóstoles, a fin de que todo cuanto hiciereis os resulte prósperamente, así en la carne como en el espíritu, en la fe y en la caridad, en el Hijo, en el Padre y en el Espíritu Santo, en el principio y en el fin, unidos a vuestro dignísimo obispo, a la espiritual corona tan dignamente formada por vuestro colegio de ancianos, y a vuestros diáconos, tan gratos a Dios. Someteos a vuestro obispo, y- también mutuamente unos a otros, así como Jesucristo está sometido, según la carne, a su Padre, y los apóstoles a Cristo y al Padre y al Espíritu, a fin de que entre vosotros haya unidad tanto corporal como espiritual.

Como sé que estáis llenos de Dios, sólo brevemente os he exhortado. Acordaos de mí en vuestras oraciones, para que logre alcanzar a Dios, y acordaos también de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme miembro. Necesito de vuestras plegarias a Dios y de vuestra caridad, para que la Iglesia de Siria sea refrigerada con el rocío divino, por medio de vuestra Iglesia.

Os saludan los efesios desde Esmirna, de donde os escribo, los cuales están aquí presentes para gloria de Dios y que, juntamente con Policarpo, obispo de Esmirna, han procurado atenderme y darme gusto en todo. Igualmente os saludan todas las demás Iglesias en honor de Jesucristo. Os envío mi despedida, a vosotros que vivís unidos a Dios y que estáis en posesión de un espíritu inseparable, que es Jesucristo.

RESPONSORIO Ef 3, 16. 17. 19; Col 2, 6-7

R. Dios os conceda que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; * y que estéis bien arraigados y fundamentados en el amor, para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Dios.
V. Vivid según Cristo Jesús, enraizados y cimentados en él y apoyados en la fe.
R. Y que estéis bien arraigados y fundamentados en el amor, para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Dios.

ORACIÓN.

OREMOS,
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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scarlett
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MensajePublicado: Mie Jul 25, 2007 12:42 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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OFICIO DE LECTURA - TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XVI
25 de julio


SANTIAGO, apóstol (FIESTA).

Nació en Betsaida; era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Juan. Estuvo presente en los principales milagros obrados por el Señor. Fue muerto por el rey Herodes alrededor del año 42. Desde la antigüedad esta muy difundida la persuasión de que Santiago había predicado el Evangelio en los confines de Occidente. Después de la invasión mahometana, el apóstol Santiago aparece venerado como cabeza refulgente de España y patrono de sus reinos cristianos. Éstos proclaman en los siglos siguientes su gratitud por la protección del Apóstol en la defensa de la fe y de la independencia de la patria y por su asistencia en la acción misionera que contribuyó a propagar la Iglesia por todo el mundo. Su sepulcro en Compostela, a semejanza del sepulcro vacío del Señor en Jerusalén y de la tumba de san Pedro en Roma, atrae, hasta nuestros días, a innumerables peregrinos de toda la cristiandad. Los papas han concedido a su santuario un jubileo frecuente y otras gracias extraordinarias.


INVOCACION INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

--------------------------------------------------------------------------------

Himno: MENSAJEROS DE DIOS

Mensajeros de Dios
dadnos la Nueva:
mensajeros de paz,
sea paz nuestra.

Mensajeros de luz,
sea luz nuestra;
mensajeros de fe,
sea fe nuestra.

Mensajeros del Rey,
sea rey nuestro;
mensajeros de amor,
sea amor nuestro. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.

SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Aleluya.

Ant. 2. Proclamaron la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.

Salmo 63 - SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: "¿Quién lo descubrirá?"
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Proclamaron la obra de Dios y meditaron sus acciones. Aleluya.

Ant. 3. Pregonaron su justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria.

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Pregonaron su justicia y todos los pueblos contemplaron su gloria.

V. Contaron las alabanzas del Señor y su poder. Aleluya.
R. Y las maravillas que realizó. Aleluya.

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PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,1-16

SEAMOS IMITADORES DEL APÓSTOL, COMO ÉL IMITA A CRISTO

Hermanos: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador lo que se busca es que sea fiel. Por lo que a mí se refiere, me importa muy poco ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano. Ni siquiera yo mismo juzgo mi actuación. Cierto que mi conciencia nada me reprocha, mas no por eso me creo justificado. Mi juez será el Señor. No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno su alabanza de parte de Dios.

Estas verdades, hermanos, las he expuesto por vuestro provecho, aplicándolas a mi persona y a Apolo. Así por esta aplicación, aprenderéis aquello de: «No más de lo que está escrito». a fin de que nadie se enorgullezca de un apóstol y desprecie a otro. Porque, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y, si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? ¡Ya estáis satisfechos! ¡Os habéis hecho ya ricos! ¡Habéis ganado un reino sin ayuda nuestra! ¡Ya lo podíais haber ganado! ¡Así tendríamos nosotros parte en vuestro reino!

Por lo que veo, Dios nos ha asignado a los apóstoles el último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos venido a ser el espectáculo del mundo, de los ángeles y de los hombres. Nosotros somos insensatos por Cristo, vosotros sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros despreciados. Todavía ahora pasamos hambre, sed y desnudez. Somos maltratados y arrojados de una parte a otra, y nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Cuando nos maldicen, bendecimos; cuando nos persiguen, soportamos; cuando nos injurian, respondemos con dulzura. Hemos venido a ser hasta ahora como basura del mundo, como el desecho de la humanidad.

No os escribo esto para confundiros, sino para amonestaros como a hijos míos carísimos. Aunque tengáis, en efecto, diez mil maestros que os lleven a Cristo, de hecho sólo tenéis un padre. Yo os engendré para Cristo por la predicación del evangelio.

Os exhorto, pues, a que seáis mis imitadores, como yo imito a Cristo.

RESPONSORIO Jn 15,15; Mt 13, 11. 16

R. Ya no os llamaré siervos; os he llamado amigos, * porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer.
V. A vosotros ha concedido Dios conocer los misterios del reino de los cielos; dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen.
R. Porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer.

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SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo
(Homilía 65, 2-4: PG 58, 619-622)

PARTICIPES DE LA PASIÓN DE CRISTO

Los hijos de Zebedeo apremian a Cristo, diciéndole: Haz que se siente uno a tu derecha y otro a tu izquierda. ¿Qué les responde el Señor? Para hacerles ver que lo que piden no tiene nada de espiritual y que, si hubieran sabido lo que pedían, nunca se hubieran atrevido a hacerlo, les dice: No sabéis lo que pedís, es decir: «No sabéis cuán grande, cuán admirable, cuán superior a los mismos coros celestiales es esto que pedís.» Luego añade: ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber o recibir el bautismo con que yo he de ser bautizado? Es como si les dijera: «Vosotros me habláis de honores y de coronas, pero yo os hablo de luchas y fatigas. No es éste tiempo de premios, ni es ahora cuando se ha de manifestar mi gloria; la vida presente es tiempo de muertes, de guerra y de peligros.»

Pero fijémonos cómo la manera de interrogar del Señor equivale a una exhortación y a un aliciente. No dice: «¿Podéis soportar la muerte? ¿Sois capaces de derramar vuestra sangre?», sino que sus palabras son: ¿Podéis beber el cáliz? Y, para animarlos a ello, añade: Que yo tengo que beber; de este modo, la consideración de que se trata del mismo cáliz que ha de beber el Señor había de estimularlos a una respuesta más generosa. Y a su pasión le da el nombre de «bautismo», para significar con ello que sus sufrimientos habían de ser causa de una gran purificación para todo el mundo. Ellos responden: Sí, podemos. El fervor de su espíritu les hace dar esta respuesta espontánea, sin saber bien lo que prometen, pero con la esperanza de que de este modo alcanzarán lo, que desean.

¿Qué les dice entonces el Señor? En efecto, mi cáliz lo beberéis y recibiréis el bautismo que yo he de recibir. Grandes son los bienes que les anuncia, esto es: «Seréis dignos del martirio y sufriréis lo mismo que yo, vuestra vida acabará con una muerte violenta y así seréis partícipes de mi pasión. Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mi otorgarlo; es para quienes lo ha reservado mi Padre.» Después que ha levantado sus ánimos y ha provocado su magnanimidad, después que los ha hecho capaces de superar el sufrimiento, entonces es cuando corrige su petición.

Los otros diez se disgustaron contra los dos hermanos. Ya veis cuán imperfectos eran todos, tanto aquellos que pretendían una precedencia sobre los otros diez, como también los otros diez que envidiaban a sus dos colegas. Pero -como ya dije en otro lugar- si nos fijamos en su conducta posterior, observamos que están ya libres de esta clase de aspiraciones. El mismo Juan, uno de los protagonistas de este episodio, cede siempre el primer lugar a Pedro, tanto en la predicación como en la realización de los milagros, como leemos en los Hechos de los apóstoles. En cuanto a Santiago, no vivió por mucho tiempo; ya desde el principio se dejó llevar de su gran vehemencia y, dejando a un lado toda aspiración humana, obtuvo bien pronto la gloria inefable del martirio.

RESPONSORIO

R. Éstos son los que a su paso por este mundo plantaron con su sangre a la Iglesia; * bebieron el cáliz del Señor y se convirtieron en amigos de Dios.
V. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R. Bebieron el cáliz del Señor y se convirtieron en amigos de Dios.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los apóstoles en derramar su sangre por la predicación del Evangelio, fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y confórtala con su valiosa protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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scarlett
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MensajePublicado: Jue Jul 26, 2007 12:29 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
JUEVES DE LA SEMANA XVI
26 de julio

SANTOS JOAQUÍN Y ANA, padres de la Santísima Virgen María. (MEMORIA)

Una antigua tradición, que arranca, del siglo II, atribuye estos nombres a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.


INVITACION INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: DICHOSOS LOS QUE,OYENDO LA LLAMADA

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.

Salmo 43 I - ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS

¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.

Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.

Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.

Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.

Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.

Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No fue su brazo el que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro.

Ant. 2. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.

Salmo 43 II

Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.

Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.

Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No apartará el Señor su rostro de vosotros, si os convertís a él.

Ant. 3. Levántate, Señor, no nos rechaces más.

Salmo 43 III

Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.

Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?

Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, no nos rechaces más.

V. Haz brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.


PRIMERA LECTURA
Comienza el primer libro de los Reyes 1, 11-35; 2, 10-12

DAVID DESIGNA A SALOMÓN COMO SUCESOR SUYO

En aquellos días, dijo Natán a Betsabé, madre de Salomón:
¿No has oído que Adonías, hijo de Jagguit, intenta hacerse rey sin saberlo David nuestro Señor? Ahora voy a darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón. Vete, entra a la presencia del rey David y dile: "¿Acaso tú, rey mi señor, no has jurado a tu sierva: 'Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi trono'? ¿Pues por qué Adonías se hace el rey?" Y mientras estés tú allí hablando con el rey, entraré yo detrás de ti y completaré tus palabras.»

Entró Betsabé a la alcoba del rey; el rey era muy anciano, y Abisag; la sunamita, servía al rey. Arrodillóse Betsabé y se postró ante el rey; éste le dijo:
«¿Qué te pasa?»

Ella le respondió:
«Mi señor, tú has jurado a tu sierva por el Señor tu Dios: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi trono." Pero ahora es Adonías el que se hace el rey, sin que tú, mi señor el rey, lo sepas. Ha sacrificado bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo Salomón. Ahora, mi señor el rey, los ojos de todo Israel te miran para que les indiques quién ha de sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él. Y ocurrirá que, cuando mi señor el rey se acueste con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tratados como culpables.»

Estaba ella hablando con el rey cuando llegó el profeta Natán. Avisaron al rey:
«Está aquí el profeta Natán.»

Entró éste a la presencia del rey y se postró sobre su rostro en tierra ante él. Dijo Natán:
«Rey mi señor: ¿es que tú has dicho: "Adonías reinará después de mí y él será el que se siente sobre mi trono"? Porque ha bajado hoy a sacrificar bueyes, vacas cebadas y ovejas en abundancia, invitando a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y bebiendo en su presencia y gritan: "Viva el rey Adonías." Pero yo, tu siervo, y el sacerdote Sadoq y Benaías, hijo de Yehoyadá, y tu siervo Salomón no hemos sido invitados. ¿Es que viene esto de orden de mi señor el rey, y no has dado a conocer a tus siervos quién se sentará después de él en el trono de mi señor el rey?»

El rey David respondió diciendo:
«Llamadme a Betsabé.»

Entró ella a la presencia del rey y se sentó ante él. El rey hizo este juramento:
«Vive el Señor que libró mi alma de toda angustia, que como te juré por el Señor, Dios de Israel, diciendo: "Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará sobre mi trono en mi lugar", así lo haré hoy mismo.»

Se arrodilló Betsabé rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo:
«Viva por siempre mi señor el rey David.»

Dijo el rey David:
«Llamadme al sacerdote Sadoq, al profeta Natán y a Benaías, hijo de Yehoyadá.»

Y entraron a presencia del rey. El rey les dijo:
«Tomad con vosotros a los veteranos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadlo a Guijón. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán lo ungirán allí como rey de Israel, tocaréis el cuerno y gritaréis: "Viva el rey Salomón." Vendréis luego detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono, y él reinará en mi lugar, porque lo pongo como caudillo de Israel y de Judá.»

David descansó con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Reinó sobre Israel cuarenta años; reinó en Hebrón siete años, y en Jerusalén treinta y tres. Salomón se sentó en el trono de David su padre y el reino se afianzó sólidamente en su mano.

RESPONSORIO Ct 3, 11; Sal 71, 1. 2

R. Hijas de Sión, salid a contemplar al rey Salomón con la diadema con que lo coronó su madre, * en el día del gozo de su corazón.
V. Dios mío, confía tu juicio al rey, para que rija a tus humildes con rectitud.
R. En el día del gozo de su corazón.

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SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Juan Damasceno, obispo
(Disertación 6, Sobre la Natividad de la Virgen María, 2. 4. 5. 6: PG 96, 663. 667. 670)

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS

Ya que estaba determinado que la Virgen Madre de Dios nacería de Ana, la naturaleza no se atrevió a adelantarse al germen de la gracia, sino que esperó a dar su fruto hasta que la gracia hubo dado el suyo. Convenía, en efecto, que naciese como primogénita aquella de la que había de nacer el primogénito de toda la creación, en el cual todo se mantiene.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros ofreció al Creador el más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del Creador.

Alégrate, Ana, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores. Salta de gozo, Joaquín, porque de tu hija un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y será llamado: «Ángel del gran designio» de la salvación universal, «Dios poderoso». Este niño es Dios.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados! Sois conocidos por el fruto de vuestro vientre, tal como dice el Señor: Por sus frutos los conoceréis. Vosotros os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de aquella que tuvo en vosotros su origen. Con vuestra conducta casta y santa, ofrecisteis al mundo la joya de la virginidad, aquella que había de permanecer virgen antes del parto, en el parto y después del parto; aquella que, de un modo único y excepcional, cultivaría siempre la virginidad en su, mente, en su alma y en su cuerpo.

¡Oh castísimos esposos Joaquín y Ana! Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley natural, conseguisteis, por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley natural, ya que engendrasteis para el mundo a la que fue madre de Dios sin conocer varón. Vosotros, comportándoos en vuestras relaciones humanas de un modo piadoso y santo, engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es ahora la reina de los ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y madre de Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que saliste! ¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron el privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente los de tus padres, para que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad!

Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Alzad fuerte la voz, alzadla, no temáis.

RESPONSORIO Cf. Lc 2, 37. 38; cf. 7, 16

R. Servían día y noche al Señor con ayunos y oraciones, * y esperaban la redención de Israel.
V. Pedían a Dios que visitase a su pueblo.
R. Y esperaban la redención de Israel.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, Dios de nuestros padres, que concediste a san Joaquín y a santa Ana el privilegio de tener como hija a María, la madre del Señor, concédenos, por la intercesión de estos dos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
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MensajePublicado: Vie Jul 27, 2007 12:32 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
VIERNES DE LA SEMANA XVI
27 de julio


V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: QUÉ HERMOSOS SON LOS PIES

¡Qué hermosos son los pies
del que anuncia la paz a sus hermanos!
¡Y qué hermosas las manos
maduras en el surco y en la mies!

Grita lleno de gozo,
pregonero, que traes noticias buenas;
se rompen las cadenas,
y el sol de Cristo brilla esplendoroso.

Grita sin miedo, grita,
y denuncia a mi pueblo sus pecados;
vivimos engañados,
pues la belleza humana se marchita.

Toda yerba es fugaz,
la flor del campo pierde sus colores;
levanta sin temores,
pregonero, tu voz dulce y tenaz.

Si dejas los pedazos
de tu alma enamorada en el sendero,
¡qué dulces, mensajero,
qué hermosos, que divinos son tus pasos! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo.

Salmo 54, 2-15.17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO

Dios mío, escucha mi oración,
no te cierres a mi súplica;
hazme caso y respóndeme,
me agitan mis ansiedades.

Me turba la voz del enemigo,
los gritos del malvado:
descargan sobre mí calamidades
y me atacan con furia.

Se estremece mi corazón,
me sobrecoge un pavor mortal,
me asalta el temor y el terror,
me cubre el espanto,

y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto,

me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios mío, no te cierres a mi súplica, pues me turba la voz del enemigo.

Ant. 2. El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario.

Salmo 54, 2-15.17-24 II

Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre las murallas;

en su recinto, crimen e injusticia;
dentro de ella, calamidades;
no se apartan de su plaza
la crueldad y el engaño.

Si mi enemigo me injuriase,
lo aguantaría;
si mi adversario se alzase contra mí,
me escondería de él;

pero eres tú, mi compañero,
mi amigo y confidente,
a quien me unía una dulce intimidad:
juntos íbamos entre el bullicio
por la casa de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos librará del poder de nuestro enemigo y adversario.

Ant. 3. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

Salmo 54, 2-15.17-24 III

Pero yo invoco a Dios,
y el Señor me salva.
Por la tarde, en la mañana, al mediodía,
me quejo gimiendo.

Dios escucha mi voz:
su paz rescata mi alma
de la guerra que me hacen,
porque son muchos contra mí.

Dios me escucha, los humilla
el que reina desde siempre,
porque no quieren enmendarse
ni temen a Dios.

Levantan la mano contra su aliado,
violando los pactos;
su boca es más blanda que la manteca,
pero desean la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero son puñales.

Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás
que el justo caiga.

Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos
a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios
no cumplirán ni la mitad de sus años.
Pero yo confío en ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría.
R. Presta oído a mi inteligencia.

--------------------------------------------------------------------------------

PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 3, 5-28

INAUGURACIÓN DEL REINADO DE SALOMÓN

En aquellos días, el Señor se apareció por la noche en sueños a Salomón, y le dijo:
«Pídeme lo que quieras.»
Salomón respondió:
«Tú le hiciste una gran promesa a tu siervo, mi padre, David, porque caminó en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud de corazón; y le has cumplido esa gran promesa dándole un hijo que se siente en su trono: es lo que sucede hoy. Pues bien, Señor, Dios mío, tú has hecho a tu siervo sucesor de mi padre David; pero yo soy un muchacho que no sé valerme. Tu siervo está en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Enséñame a escuchar, para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal; si no, ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?»
Al Señor le pareció bien que Salomón pidiera aquello, y le dijo:
«Por haber pedido esto, y no haber pedido una vida larga, ni haber pedido riquezas, ni haber pedido la vida de tus enemigos, sino inteligencia para acertar en el gobierno, te daré lo que has pedido: una mente sabia y prudente, como no la hubo antes de ti ni la habrá después de ti. Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama mayores que las de rey alguno. Y, si caminas por mis sendas, guardando mis preceptos y mandatos, como hizo tu padre David, te daré larga vida.»
Salomón despertó: había tenido un sueño. Entonces fue a Jerusalén y, en pie ante el arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a toda la corte.
Por entonces acudieron al rey dos prostitutas; se presentaron ante él y una de ellas dijo:
«Majestad, esta mujer y yo vivíamos en la misma casa; yo di a luz estando ella en la casa. Y, tres días después, también esta mujer dio a luz. Estábamos juntas en casa, no había nadie de fuera con nosotras, sólo nosotras dos. Una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó sobre él; se levantó de noche y, mientras tu servidora dormía, cogió a mi hijo de junto a mí y lo acostó junto a ella, y a su hijo muerto lo puso junto a mí. Yo me incorporé por la mañana para dar el pecho a mi niño, y resulta que estaba muerto; me fijé bien y vi no era el niño que yo había dado a luz.»
Pero la otra mujer replicó:
«No. Mi hijo es el que está vivo, el tuyo es el muerto.» Y así discutían ante el rey. Entonces habló el rey: «Ésta dice: "Mi hijo es éste, el que está vivo; el tuyo es el muerto." Y ésta otra dice: "No, tu hijo es el muerto; el mío es el que está vivo."»
Y ordenó:
«Dadme una espada.
Le presentaron la espada, y dijo:
«Partid en dos al niño vivo; dadle una mitad a una y otra mitad a la otra.
Entonces, a la madre del niño vivo se le conmovieron las entrañas por su hijo y suplicó:
¡Majestad, dadle a ella el niño vivo, no lo matéis!»
Mientras que la otra decía:
«Ni para ti ni para mí. Que lo dividan.»
Entonces el rey sentenció:
«Dadle a ésa el niño vivo, no lo matéis. ¡Ésa es su madre! »
Todo Israel se enteró de la sentencia que había pronunciado el rey, y respetaron al rey, viendo que poseía una sabiduría sobrehumana para administrar justicia.

RESPONSORIO 1R 3, 11. 12. 13; Lc 12, 31

R. El Señor dijo a Salomón: «Por no haber pedido una vida larga, ni haber pedido riquezas, sino inteligencia, * te daré una mente sabia y prudente, y te daré también riquezas y fama.»
V. Buscad más bien el reino de Dios, y él os dará lo demás por añadidura.
R. Te daré una mente sabia y prudente, y te daré también riquezas y fama.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De las Confesiones de san Agustín, obispo.
(Libro 10, 43, 68-70: CSEL 33, 278-280)

CRISTO MURIÓ POR TODOS

Señor, el verdadero mediador que por tu secreta misericordia revelaste a los humildes, y lo enviaste para que con su ejemplo aprendiesen la misma humildad, ese mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, apareció en una condición que lo situaba entre los pecadores mortales y el Justo inmortal: pues era mortal en cuanto hombre, y era justo en cuanto Dios. Y así, puesto que la justicia origina la vida y la paz, por medio de esa justicia que le es propia en cuanto que es Dios destruyó la muerte de los impíos al justificarlos, esa muerte que se dignó tener en común con ellos.

¡Oh, cómo nos amaste, Padre bueno, que no perdonaste a tu Hijo único, sino que lo entregaste por nosotros, que éramos impíos! ¡Cómo nos amaste a nosotros, por quienes tu Hijo no hizo alarde de ser igual a ti, al contrario se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz! Siendo como era el único libre entre los muertos, tuvo potestad para dar su vida y para recobrarla nuevamente. Por nosotros se hizo ante ti vencedor y víctima: vencedor, precisamente por ser víctima; por nosotros se hizo ante ti sacerdote y sacrificio: sacerdote, precisamente del sacrificio que fue él mismo. Siendo tu Hijo, se hizo nuestro servidor, y nos transformó para ti de esclavos en hijos.

Con razón tengo puesta en él la firme esperanza de que sanarás todas mis dolencias por medio de él, que está sentado a tu diestra y que intercede por nosotros; de otro modo desesperaría. Porque muchas y grandes son mis dolencias; sí, son muchas y grandes, aunque más grande es tu medicina. De no haberse tu Verbo hecho carne y habitado entre nosotros, hubiéramos podido juzgarlo apartado de la naturaleza humana y desesperar de nosotros.

Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mis miserias, había meditado en mi corazón y decidido huir a la soledad; mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: Por eso murió Cristo por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió por ellos.

He aquí, Señor, que ya arrojo en ti mi cuidado, a fin de que viva y pueda considerar las maravillas de tu ley. Tú conoces mi ignorancia y mi flaqueza: enséñame y sáname. Tu Hijo único, en el cual están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, me redimió con su sangre. No me opriman los soberbios, que yo tengo en cuenta mi rescate, y lo como y lo bebo y lo distribuyo y, aunque pobre, deseo saciarme de él en compañía de aquellos que comen de él y son saciados por él. Y alabarán al Señor los que lo buscan.

RESPONSORIO 2Co 5, 14. 15; Rm 8, 32

R. El amor de Cristo nos apremia, al pensar que Cristo murió por todos; * para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
V. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
R. Para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

ORACIÓN.

OREMOS,
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
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MensajePublicado: Vie Jul 27, 2007 12:35 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - HORAS INTERMEDIAS
VIERNES DE LA SEMANA XVI
27 de julio
HORA SEXTA


V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

Este mundo del hombre en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

LECTURA BREVE 1Jn 3, 6

En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

V. Dad gracias al Señor porque es bueno.
R. Porque es eterna su misericordia.

ORACIÓN
OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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MensajePublicado: Sab Jul 28, 2007 12:27 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
SÁBADO DE LA SEMANA XVI
28 de julio
Memoria Libre: SANTA MARÍA «IN SABBATO»


INVOCACION INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: A CAMINAR SIN TI, SEÑOR, NO ATINO

A caminar sin ti, Señor, no atino;
tu palabra de fuego es mi sendero;
me encontraste cansado y prisionero
del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino,
que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero
que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego;
tú conmigo, Señor, enfebrecido,
el aire quieto, el corazón en fuego.

Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido,
cara a cara, tu amor y mi pecado. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor convoca cielo y tierra, para juzgar a su pueblo.

Salmo 49 I - LA VERDADERA RELIGIOSIDAD

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.

Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor convoca cielo y tierra, para juzgar a su pueblo.

Ant. 2. Invócame el día del peligro y yo te libraré.

Salmo 49 II

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, el Señor, tu Dios-

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;

pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Invócame el día del peligro y yo te libraré.

Ant. 3. El sacrificio de acción de gracias me honra.

Salmo 49 III

Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;

te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»

Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.

El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El sacrificio de acción de gracias me honra.

V. No dejamos de orar y pedir por vosotros.
R. Que lleguéis al pleno conocimiento de la voluntad de Dios

--------------------------------------------------------------------------------

PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 8, 1-21

SOLEMNE DEDICACIÓN DEL TEMPLO

En aquellos días, congregó Salomón a los ancianos de Israel en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David, que es Sión. Se reunieron junto al rey Salomón todos los hombres de Israel, en el mes de Etanim (que es el mes séptimo), en la fiesta, y los sacerdotes llevaron el arca, y el tabernáculo de reunión, con todos los objetos sagrados que había en el tabernáculo.

El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel, reunida con él ante el arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes. Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza del Señor a su sitio, al camarín de la casa del Señor, al Santo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del arca y cubrían el arca y los varales por encima (los varales eran lo bastante largos como para que se viera el remate desde la nave, delante del camarín, pero no desde fuera). En el arca sólo había las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto; y allí se conservan actualmente.

Al salir los sacerdotes del Santo, la nube llenó la casa del Señor. Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor. Entonces Salomón dijo:
«El Señor quiere habitar en densa nube. He querido erigirte una morada, un lugar donde habites para siempre.»

Luego, se volvió para bendecir a toda la asamblea de Israel (toda la asamblea de Israel estaba en pie), y dijo:
«¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel!, que a mi padre, David, con la boca se lo prometió, y con la mano se lo cumplió: "Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo, Israel, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel, para hacerme una casa donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviese al frente de mi pueblo, Israel."

Mi padre, David, pensó edificar una casa en honor del Señor, Dios de Israel, y el Señor le dijo: "Ése proyecto que tienes de construir una casa en mi honor, haces bien en tenerlo: sólo que tú no construirás esa casa, sino que un hijo de tus entrañas será quien construya esa casa en mi honor." El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido en el trono de Israel a mi padre, David, como lo prometió el Señor, y he construida esta casa en honor del Señor, Dios de Israel. Y en ella he fijado un sitio para el arca donde se conserva la alianza que el Señor pactó con nuestros padres cuando los sacó de Egipto.»

RESPONSORIO Sb 9, 7. 8. 4; 2Cro 6, 18. 19

R. Tú, Señor, me has escogido como rey de tu pueblo y me encargaste construirte un templo en tu monte santo; * dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos.
V. Sino cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que te he construido! Vuelve tu rostro a la oración de tu siervo, escucha el clamor que te dirige tu siervo.
R. Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 48, 14-15: CSEL 64, 368-370)

CRISTO RECONCILIÓ AL MUNDO CON DIOS POR SU SANGRE

Si Cristo reconcilió al mundo con Dios, él ciertamente no tenía necesidad de reconciliación. ¿Por qué pecado propio tenía que satisfacer, él, que no conoció en absoluto el pecado? Cuando los judíos le pedían la didracma que, según mandaba la ley, se ofrecía por el
pecado, dijo a Pedro: «Simón, los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran impuestos y tributos? ¿De sus propios hijos o de los extraños?» Y habiéndole respondido que de los extraños, añadió Jesús: «Por lo tanto, los hijos están libres de impuestos. Mas para no darles motivo de escándalo, vete al mar y echa el anzuelo; tomas en tus manos el primer pez que caiga y le abres la boca; hallarás una estatera; tómala y págales por mí y por ti.»

Con este hecho demostró que no tenía que satisfacer por sus propios pecados, ya que él no era esclavo del pecado, sino que, como Hijo de Dios, estaba libre de todo error. El Hijo, en efecto, libera, pero el siervo está sujeto al pecado. Por tanto, el Hijo estaba libre de todo pecado y no tenía por qué dar un precio por su rescate, él, cuya sangre era precio suficiente para rescatar al mundo entero de todos sus pecados. Es natural que libre a los demás el que no tiene por su parte deuda alguna.

Digo más. No sólo Cristo no tenía que pagar precio alguno por su rescate ni ofrecer satisfacción alguna por sus pecados, sino que además podemos entender esto aplicado a cada uno de los hombres, en el sentido de que ninguno de ellos debe una satisfacción por sí mismo; pues Cristo satisfizo por todos y los rescató a todos.

¿Qué hombre puede haber ya, cuya sangre sea idónea para su propio rescate, después que Cristo ha derramado la suya propia por el rescate de todos? ¿Hay alguien cuya sangre pueda compararse a la de Cristo? ¿O es que hay algún hombre capaz de ofrecer por sí mismo una satisfacción superior a la que ofreció Cristo en su persona, siendo así que él solo reconcilió al mundo con Dios por su sangre? ¿Qué víctima puede haber mayor? ¿O qué sacrificio más excelente? ¿O qué mejor abogado que aquel que se hizo propiciación por los pecados de todos y que dio su vida en rescate nuestro?

Lo que se exige, pues, no es la satisfacción o el rescate que pudiera ofrecer cada uno, ya que la sangre de Cristo es el precio de todos, pues con ella nos rescató el Señor Jesús, reconciliándonos él solo con el Padre; y se cansó hasta el fin, ya que cargó sobre sí nuestro propio cansancio, diciendo: Venid a mí todos los que andáis rendidos, que yo os daré descanso.

RESPONSORIO Cf. Col 1, 21-22; Rm 3, 25

R. A vosotros, que antes estabais enajenados y enemigos en vuestra mente por las obras malas, ahora Dios os ha reconciliado en el cuerpo de carne de Cristo mediante la muerte, * presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.
V. Dios ha propuesto a Cristo como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe.
R. Presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.

ORACIÓN.

OREMOS,
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
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MensajePublicado: Dom Jul 29, 2007 12:57 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
DOMINGO DE LA SEMANA XVII
29 de julio


INVOCACION INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA

Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.

Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo».

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza».

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios».

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.

De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.
R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.

PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 8, 22-34. 54-61

ORACIÓN DE SALOMÓN EN LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO

En aquellos días, Salomón se puso ante el altar del Señor en presencia de toda la asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo y dijo:

«Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en lo alto de los cielos ni abajo sobre la tierra, tú que guardas la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su corazón, tú que has mantenido a mi padre, David, la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo prometiste y por tu mano lo has cumplido este día. Ahora, pues, Señor, Dios de Israel, mantén a tu siervo David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciéndole: "Nunca será quitado de mi presencia uno de los tuyos que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino andando en mi presencia como has andado tú delante de mí."

Ahora, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre. ¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido! Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Señor, Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia, que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, sobre este lugar del que dijiste: "En él estará mi Nombre." Escucha la oración que tu servidor te dirige en este lugar. Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona.

Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu altar en esta casa, escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos: condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según su inocencia.

Cuando los de tu pueblo, Israel, sean derrotados por el enemigo, por haber pecado contra ti, si se convierten a ti y te confiesan su pecado, y rezan y suplican en esta casa, escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres.»

Cuando Salomón terminó de rezar esta oración y esta súplica al Señor, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo. Y, puesto en pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea israelita:

«¡Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo, Israel, conforme a sus promesas! No ha fallado ni una sola de las promesas que nos hizo por medio de su siervo Moisés. Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros, como estuvo con nuestros padres; que no nos abandone ni nos rechace. Que incline hacia él nuestro corazón, para que sigamos todos sus caminos y guardemos los preceptos, mandatos y decretos que dio a nuestros padres. Que las palabras de esta súplica hecha ante el Señor permanezcan junto al Señor, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo, Israel, según la necesidad de cada día. Para que sepan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y no hay otro; y vuestro corazón será todo para el Señor, nuestro Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y guardar sus mandamientos.»

RESPONSORIO Is 56, 7; 1R 8, 29

R. Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración; * porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
V. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, de la que dijiste: «En ella estará mi Nombre.»
R. Porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.

SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre la segunda carta a los Corintios.
(Homilía 14, 1-2: PG 61, 497-499)

ESTOY REBOSANTE DE GOZO POR ENCIMA DE TODAS NUESTRAS TRIBULACIONES

Nuevamente vuelve Pablo a hablar de la caridad, para atemperar la aspereza de su reprensión. Pues, después que los ha reprendido y les ha echado en cara que no lo aman como él los ama, sino que, separándose de su amor, se han juntado a otros hombres perniciosos, por segunda vez suaviza la dureza de su reprensión, diciendo: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, esto es: «Amadnos». El favor que pide no es en manera alguna gravoso, y es un favor de más provecho para el que lo da que para el que lo recibe. Y no dice: «Amadnos», sino: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, expresión que incluye un matiz de compasión.

«¿Quién -dice- nos ha echado fuera de vuestra mente? ¿Quién nos ha arrojado de ella? ¿Cuál es la causa de que nos sintamos al estrecho entre vosotros?» Antes había dicho: En vuestro corazón no hay lugar para nosotros y ahora aclaró el sentido de esta expresión, diciendo: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, añadiendo este, nuevo motivo para atraérselos. Nada hay, en efecto, que mueva tanto a amar como el pensamiento, por parte de la persona amada, de que aquel que la ama desea en gran manera verse correspondido.

Ya antes os dije -añade- que os llevamos dentro de nuestro mismo corazón, unidos en vida y en muerte. Muy grande es la fuerza de este amor, pues que, a pesar de sus desprecios, desea morir y vivir con ellos. «Porque estáis dentro de nuestro corazón, mas no de cualquier modo, sino del modo dicho.» Porque puede darse el caso de uno que ame pero rehuya el peligro; no es éste nuestro, caso.

Lleno estoy de consuelo. ¿De qué consuelo? «Del que vosotros me proporcionáis: porque os habéis enmendado y, me habéis consolado así con vuestras obras.» Esto es propio del que ama, reprochar la falta de correspondencia a su amor, pero con el temor de excederse en sus reproches y causar tristeza. Por esto dice: Lleno estoy de consuelo, rebosante de gozo.

Es como si dijera: «Me habéis proporcionado una gran tristeza, pero me habéis proporcionado también una gran satisfacción y consuelo, ya que no sólo habéis quitado la causa de mi tristeza, sino que además me habéis llenado de una alegría mayor aún.»

Y a continuación explica cuán grande sea esta alegría, cuando, después que ha dicho: Estoy rebosante de gozo, añade también: Por encima de todas nuestras tribulaciones. «Tan grande -dice- es el placer que me habéis dado, que ni estas tan graves tribulaciones han podido oscurecerlo, sino que su grandeza exuberante ha superado todos los pesares que nos invadían y ha hecho que ni los sintiéramos.»

RESPONSORIO 2Co 12, 12. 15

R. Manifesté entre vosotros las señales de un apóstol verdadero: * con una paciencia probada en todos los sufrimientos, signos, prodigios y milagros.
V. Gustosamente gastaré lo que tengo y me consumiré yo mismo todo entero por el bien de vuestras almas.
R. Con una paciencia probada en todos los sufrimientos, signos, prodigios y milagros.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
A ti nuestra alabanza,
A ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
Y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
La multitud de los profetas te enaltece,
Y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
Por todos los confines extendida,
Con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
Tú el Hijo y Palabra del Padre,
Tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
Tomaste la condición de esclavo
En el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
Y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
Inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
Como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
De los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
Con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
Y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
Y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
Y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
Guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
Ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
Como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
No quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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MensajePublicado: Lun Jul 30, 2007 12:27 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
LUNES DE LA SEMANA XVII
30 de julio


Memoria Libre: SAN PEDRO CRISÓLOGO, obispo y doctor de la Iglesia.

INVOCACION INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: DIOS DE LA TIERRA Y DEL CIELO

Dios de la tierra y del cielo
que, por dejarlas más claras
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.

Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,

danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.

Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Salmo 6 - ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuando?

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.
Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará?

Estoy agotado de gemir:
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones.

Apartaos de mí, los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.

Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Ant. 2. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Salmo 9 A I - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, ¡oh Altísimo!

Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Defendiste mi causa y mi derecho
sentado en tu trono como juez justo.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
El enemigo acabó en ruina perpetua,
arrasaste sus ciudades y se perdió su nombre.

Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud.

El será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es el refugio del oprimido en los momentos de peligro.

Ant. 3. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

Salmo 9 A II

Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda,
y no olvida los gritos de los humildes.

Piedad, Señor; mira como me afligen mis enemigos;
levántame del umbral de la muerte,
para que pueda proclamar tus alabanzas
y gozar de tu salvación en las puertas de Sión.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
El Señor apareció para hacer justicia,
y se enredó el malvado en sus propias acciones.

Vuelvan al abismo los malvados,
los pueblos que olvidan a Dios.
El no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá.

Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:
sean juzgados los gentiles en tu presencia.
Señor, infúndeles terror,
y aprendan los pueblos que no son más que hombres.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Narraré tus hazañas en las puertas de Sión.

V. Enséñame a cumplir tu voluntad.
R. Y a guardarla de todo corazón.

PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 10, 1-13

GLORIA DE SALOMÓN ANTE LA REINA DE SABA

En aquellos días, la reina de Saba oyó la fama de Salomón y fue a desafiarle con enigmas. Llegó a Jerusalén con una gran caravana de camellos cargados de perfumes y oro en gran cantidad y piedras preciosas. Entró en el palacio de Salomón y le propuso todo lo que pensaba. Salomón resolvió todas sus consultas; no hubo una cuestión tan oscura que el rey no pudiera resolver.

Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, los manjares de su mesa, toda la corte sentada a la mesa, los camareros con sus uniformes sirviendo, las bebidas, los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó asombrada y dijo al rey:

«¡Es verdad lo que me contaron en mi país de ti y tu sabiduría! Yo no quería creerlo; pero, ahora que he venido y lo veo con mis propios ojos, resulta que no me habían dicho ni la mitad. En sabiduría y riquezas superas todo lo que yo había oído. ¡Dichosa tu gente, dichosos los cortesanos que están siempre en tu presencia aprendiendo de tu sabiduría! ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que, por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono de Israel y te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!»

La reina regaló al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Saba regaló al rey Salomón.

Por su parte, el rey Salomón regaló a la reina de Saba todo lo que a ella se le antojó, aparte de lo que el mismo rey Salomón, con su esplendidez, le regaló. Después, ella y su séquito emprendieron el viaje de vuelta a su país.

La flota de Jirán, que transportaba el oro de Ofir, trajo también madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y el palacio real, y cítaras y arpas para los cantores. Nunca llegó madera de sándalo como aquélla, ni se ha vuelto a ver hasta hoy.

RESPONSORIO Lc 11, 31; 1R 10, 4. 5

R. La reina del sur resucitará en el día del juicio con los hombres de esta raza, y hará que Dios los condene, porque ella vino de un extremo del mundo para escuchar la sabiduría de Salomón; * mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.
V. Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, se quedó asombrada.
R. Mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.



SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón 25, 1: CCL 103, 111-112)

LA MISERICORDIA DIVINA Y LA MISERICORDIA HUMANA

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dulce es el nombre de misericordia, hermanos muy amados; y si el nombre es tan dulce, ¿cuánto más no lo será la cosa misma? Todos los hombres la desean, mas, por desgracia, no todos obran de manera que se hagan dignos de ella; todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla.

Oh hombre, ¿con qué cara te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo. Y por esto, hermanos muy amados, ya que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en el cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la misericordia terrena. Dice, en efecto, la Escritura: Señor, tu misericordia llega al cielo.

Existe, pues, una misericordia terrena y humana, otra celestial y divina. ¿Cuál es la misericordia humana? La que consiste en atender a las miserias de los pobres. ¿Cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que consiste en el perdón de los pecados. Todo lo que da la misericordia humana en este tiempo de peregrinación se lo devuelve después la misericordia divina en la patria definitiva. Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo él mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo quiere recibir en la tierra.

¿Cómo somos nosotros, que cuando Dios nos da queremos recibir, y cuando nos pide no le queremos dar? Porque cuando un pobre pasa hambre es Cristo quien pasa necesidad, como dijo él mismo: Tuve hambre, y no me disteis de comer. No apartes, pues, tu mirada de la miseria de los pobres, si quieres esperar confiado el perdón de los pecados. Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es él quien se digna padecer hambre y sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba aquí en la tierra lo devolverá luego en el cielo.

Os pregunto, hermanos, ¿qué es lo que queréis o buscáis cuando venís a la iglesia? Ciertamente la misericordia, Practicad, pues, la misericordia terrena y recibiréis la misericordia celestial. El pobre te pide a ti, y tú le pides a Dios; aquél un bocado, tú la vida eterna. Da al indigente, y merecerás recibir de Cristo, ya que él ha dicho: Dad y se os dará. No comprendo cómo te atreves o esperar recibir, si tú te niegas a dar. Por esto, cuando vengáis a la iglesia, dad a los pobres la limosna que podáis, según vuestras posibilidades.

RESPONSORIO Lc 6, 36. 37-38; Mt 5, 7

R. Sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre. * Perdonad y seréis perdonados, dad y se os dará.
V. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
R. Perdonad y seréis perdonados, dad y se os dará.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
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MensajePublicado: Mar Jul 31, 2007 11:58 am    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MARTES DE LA SEMANA XVII
30 de julio


SAN IGNACIO DE LOYOLA, presbítero. (MEMORIA)

Nació el año 1491 en Loyola, en las provincias vascongadas de España; su vida transcurrió primero entre la corte real y la milicia; luego se convirtió y estudió teología en París, donde se le juntaron los primeros compañeros con los que había de fundar más tarde, en Roma, la Compañía de Jesús. Ejerció un fecundo apostolado con sus escritos y con la formación de discípulos, que habían de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia. Murió en Roma el año 1556.


INVOCACION INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: DICHOSOS LOS QUE OYENDO LA LLAMADA

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor hará justicia a los pobres.

SALMO 9B I - CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto?
La soberbia del impío oprime al infeliz
y lo enreda en las intrigas que ha tramado.

El malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El malvado dice con insolencia:
«No hay Dios que me pida cuentas.»

La intriga vicia siempre su conducta,
aleja de su mente tus juicios y desafía a sus rivales.
Piensa: «No vacilaré,
nunca jamás seré desgraciado.»

Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de fraudes;
su lengua encubre maldad y opresión;
en el zaguán se sienta al acecho
para matar a escondidas al inocente.

Sus ojos espían al pobre;
acecha en su escondrijo como león en su guarida,
acecha al desgraciado para robarle,
arrastrándolo a sus redes;

se agacha y se encoge
y con violencia cae sobre el indefenso.
Piensa: «Dios lo olvida,
se tapa la cara para no enterarse.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor hará justicia a los pobres.

Ant. 2. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

Salmo 9B - II
Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes;
¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
pensando que no le pedirá cuentas?

Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano.

Rómpele el brazo al malvado,
pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca.
El Señor reinará eternamente
y los gentiles desaparecerán de su tierra.

Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas;
tú defiendes al huérfano y al desvalido:
que el hombre hecho de tierra
no vuelva a sembrar su terror.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

Ant. 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

Salmo 11 - INVOCACIÓN A LA FIDELIDAD DE DIOS CONTRA LOS ENEMIGOS MENTIROSOS.

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblez de corazón.

Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua orgullosa
de los que dicen: «la lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?»

El Señor responde: «por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre, yo me levantaré,
y pondré a salvo al que lo ansía».

Las palabras del Señor son palabras sinceras,
como plata limpia de escoria,
refinada siete veces.

Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente:
de los malvados que merodean
para chupar como sanguijuelas sangre humana.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.

V. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud.
R. Enseña su camino a los humildes.


PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 11, 1-4. 26-43

PECADOS DE SALOMÓN. REBELIÓN Y FUGA DE JEROBOAM

En aquellos días, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras, además de la hija del faraón: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, de las naciones de quienes había dicho el Señor a los de Israel:

«No os unáis con ellas, ni ellas con vosotros, porque os desviarán el corazón tras sus dioses.»
Salomón se enamoró perdidamente de ellas; tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas. Y así, cuando llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el corazón de David, su padre.

Jeroboam, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón, se rebeló contra el rey. La ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el terraplén para rellenar el foso de la ciudad de David, su padre. Jeroboam era un hombre de valer, y Salomón, viendo que el joven trabajaba bien, lo nombró capataz de todos los cargadores de la casa de José. Un día, salió Jeroboam de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajías tomó su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboam:

«Cógete diez trozos, porque así dice el Señor Dios de Israel: "Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel; porque me ha abandonado y ha adorado a Astarté, diosa de los fenicios, a Camós, dios de Moab, a Malcón, dios de los amonitas, y no ha caminado por mis sendas, practicando lo que yo apruebo, mis mandatos y preceptos, como su padre, David.

No le quitaré todo el reino; en consideración a mi siervo David, a quien elegí, que guardó mis leyes y preceptos, lo mantendré de jefe mientras viva; pero a su hijo le quito el reino y te doy a ti diez tribus. A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre.

En cuanto a ti, voy a escogerte para que seas rey de Israel, según tus ambiciones. Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice con David, y te daré Israel. Humillaré a los descendientes de David por esto, aunque no para siempre."»

Salomón intentó matar a Jeroboam, pero Jeroboam emprendió la fuga a Egipto, donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.

Para más datos sobre Salomón, sus empresas y su sabiduría, véanse los Anales de Salomón. Salomón reinó en Jerusalén, sobre todo Israel, cuarenta años. Cuando murió, lo enterraron en la ciudad de David, su padre. Su hijo Roboam le sucedió en el trono.

RESPONSORIO Sir 47, 22. 24; 2Tm 2, 13

R. Tú, Salomón, pusiste un borrón sobre tu gloria; pero el Señor no renuncia jamás a su lealtad, * no deja que se pierdan sus palabras.
V. Dios permanece fiel, porque no puede desmentirse a sí mismo.
R. No deja que se pierdan sus palabras.



SEGUNDA LECTURA
De los hechos de san Ignacio recibidos por Luis Goncalves de labios del mismo santo
(Cap. 1, 5-9: Acta Sanctorum Iulii 7 [1868], 647)

EXAMINAD SI LOS ESPÍRITUS PROVIENEN DE DIOS

Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado Vida de Cristo y otro que tenía por título Flos sanctorum, escritos en su lengua materna.

Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior.

Pero entretanto iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?» Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.

Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer; pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales pensamientos lo dejaban lleno de alegría. De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.

RESPONSORIO 1Pe 4, 11. 8

R. El que toma la palabra que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. * Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.
V. Ante todo, teneos una constante caridad unos con otros.
R. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos también en la tierra el noble combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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MensajePublicado: Mie Ago 01, 2007 12:37 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XVII
1 de agosto


SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, obispo y doctor de la Iglesia. (MEMORIA)

Nació en Nápoles el año 1696; obtuvo el doctorado en ambos derechos, recibió la ordenación sacerdotal e instituyó la Congregación llamada del Santísimo Redentor. Para fomentar la vida cristiana en el pueblo, se dedicó a la predicación y a la publicación de diversas obras, sobre todo de teología moral, materia en la que es considerado un auténtico maestro. Fue elegido obispo de Sant' Agata de' Goti, pero algunos años después renunció a dicho cargo y murió entre los suyos, en Pagami, cerca de Nápoles, el año 1787.


INVOCACION INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Salmo 17 I - ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Ant. 2. El Señor me libró porque me amaba.

Salmo 17 II

Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba a sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:

como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus contínuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

Ant. 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

Salmo 17 III

El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

PRIMERA LECTURADel primer libro de los Reyes 12, 1-19

DIVISIÓN DEL REINO, EN TIEMPO DE ROBOAM, HIJO DE SALOMÓN

En aquellos días, Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había acudido allí para proclamarlo rey. Cuando se enteró Jeroboam, hijo de Nabat -estaba todavía en Egipto, adonde había ido, huyendo del rey Salomón-, volvió de Egipto, porque habían mandado a llamarlo. Jeroboam y toda la asamblea israelita hablaron a Roboam:
«Tu padre nos impuso un yugo pesado. Aligera tú ahora la dura servidumbre a que nos sujetó tu padre y el pesado yugo que nos echó encima, y te serviremos.»
Él les dijo:
«Marchaos, y al cabo de tres días volved.»
Ellos se fueron, y el rey Roboam consultó a los ancianos que habían estado al servicio de su padre Salomón mientras vivía:
«¿Qué me aconsejáis que responda a esa gente?»
Le dijeron:
«Si condesciendes hoy con este pueblo, poniéndote a su servicio, y les respondes con buenas palabras, serán siervos tuyos de por vida.»
Pero él desechó el consejo de los ancianos y consultó a los jóvenes que se habían educado con él y estaban a su servicio; les preguntó:
«Esta gente pide que les aligere el yugo que les echó encima mi padre. ¿Qué me aconsejáis que les responda?»
Los jóvenes que se habían educado con él le respondieron:
«O sea que esa gente te ha dicho: "Tu padre nos impuso un yugo pesado; aligera tú ahora nuestro yugo." Pues diles tú esto: "Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. Si mi padre os cargó un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; si mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos."»
Al tercer día, la fecha señalada por el rey, Jeroboam y todo el pueblo fueron a ver a Roboam. Éste les respondió ásperamente; desechó el consejo de los ancianos y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes:
«Si mi padre os impuso un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; si mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos.»
De manera que el rey no hizo caso al pueblo, porque era una ocasión buscada por el Señor, para que se cumpliese la palabra que Ajías, el de Siló, comunicó a Jeroboam, hijo de Nabat. Viendo los israelitas que el rey no les hacía caso, le replicaron:
«¿Qué nos repartimos nosotros con David? ¡No heredamos juntos con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Ahora, David, a cuidar de tu casa!»
Los de Israel se marcharon a casa; aunque los israelitas que vivían en las poblaciones de Judá siguieron sometidos a Roboam.
El rey Roboam envió entonces a Adoram, encargado de las brigadas de trabajadores; pero los israelitas la emprendieron a pedradas con él hasta matarlo, mientras el rey montaba a prisa en su carroza para huir a Jerusalén. Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.

RESPONSORIO 2R 17, 21. 22. 23; cf. Ez 37, 22. 25

R. Jeroboam desvió a Israel del culto al Señor, y los israelitas imitaron a la letra el pecado de Jeroboam, hasta que el Señor los arrojó de su presencia, * como había dicho por sus siervos los profetas.
V. No volverán a ser dos naciones ni a estar divididos en dos reinos; habitarán en su tierra para siempre.
R. Como había dicho por sus siervos los profetas.

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SEGUNDA LECTURA
De las obras de San Alfonso María de Ligorio, obispo.
(Tratado sobre la práctica del amor a Jesucristo, edición latina, Roma 1909, pp. 9-14)

EL AMOR A CRISTO

Toda la santidad y la perfección del alma consiste en el amor a Jesucristo, nuestro Dios, nuestro sumo bien y nuestro redentor. La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto.

¿Por ventura Dios no merece todo nuestro amor? Él nos ha amado desde toda la eternidad. «Considera, oh hombre –así nos habla–, que yo he sido el primero en amarte. Aún no habías nacido, ni siquiera existía el mundo, y yo ya te amaba. Desde que existo, yo te amo».

Dios, sabiendo que al hombre se lo gana con beneficios, quiso llenarlo de dones para que se sintiera obligado a amarlo: «Quiero atraer a los hombres a mi amor con los mismos lazos con que habitualmente se dejan seducir: con los vínculos del amor». Y éste es el motivo de todos los dones que concedió al hombre. Además de haber dado un alma dotada, a imagen suya, de memoria, entendimiento y voluntad, y un cuerpo con sus sentidos, no contento con esto, creó, en beneficio suyo, el cielo y la tierra y tanta abundancia de cosas, y todo ello por amor al hombre, para que todas aquellas creaturas estuvieran al servicio del hombre, y así el hombre lo amara a él en atención a tantos beneficios.

Y no sólo quiso darnos aquellas creaturas, con toda su hermosura, sino que además, con el objeto de conquistarse nuestro amor, llegó al extremo de darse a sí mismo por entero a nosotros. El Padre eterno llegó a darnos a su Hijo único. Viendo que todos nosotros estábamos muertos por el pecado y privados de su gracia, ¿que es lo que hizo? Llevado por su amor inmenso, mejor aún, excesivo, como dice el Apóstol, nos envió a su Hijo amado para satisfacer por nuestros pecados y para restituirnos a la vida, que habíamos perdido por el pecado.

Dándonos al Hijo, al que no perdonó, para perdonarnos a nosotros, nos dio con él todo bien: la gracia, la caridad y el paraíso, ya que todas estas cosas son ciertamente menos que el Hijo: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todo lo demás?

RESPONSORIO Sal 144, 19-22; 1Jn 3, 9

R. El Señor satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. * El Señor guarda a los que lo aman.
V. Quien ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él.
R. El Señor guarda a los que lo aman.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que propones constantemente a tu Iglesia nuevos modelos de vida cristiana, apropiados a todas las circunstancias en que puedan vivir tus hijos, concédenos imitar el celo apostólico que desplegó el santo obispo Alfonso María de Ligorio por la salvación de sus hermanos, para que, como él, lleguemos también a recibir el premio reservado a tus servidores fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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MensajePublicado: Jue Ago 02, 2007 12:59 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
JUEVES DE LA SEMANA XVII
2 de agosto


Memoria Libre:SAN EUSEBIO DE VERCELLI, obispo.
Memoria Libre: SAN PEDRO JULIÁN EYMARD, presbítero.



V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CON GOZO EL CORAZÓN CANTE LA VIDA

Con gozo el corazón cante la vida,
presencia y maravilla del Señor,
de luz y de color bella armonía,
sinfónica cadencia de su amor.

Palabra esplendorosa de su Verbo,
cascada luminosa de verdad,
que fluye en todo ser que en él fue hecho
imagen de su ser y de su amor.

La fe cante al Señor, y su alabanza,
palabra mensajera del amor
responda con ternura a su llamada
en himno agradecido a su gran don.

Dejemos que su amor nos llene el alma
en íntimo diálogo con Dios,
en puras claridades cara a cara,
bañadas por los rayos de su sol.

Al Padre subirá nuestra alabanza
por Cristo, nuestro vivo intercesor,
en alas de su Espíritu que inflama
en todo corazón su gran amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

Salmo 17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR

Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.

¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;

él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.

Ant. 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

Salmo 17, 31-51 V

Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo.
Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos;

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo,
y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté, y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.

Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían;
hiciste volver a la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios.

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.

Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.

Los extranjeros me adulaban,
me escuchaban y me obedecían.
Los extranjeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.

Ant. 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

Salmo 17, 31-51 VI

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
el Dios que me dió el desquite
y me sometió los pueblos;

que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel.

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.


PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 12, 20-33

CISMA POLÍTICO Y RELIGIOSO

En aquellos días, cuando Israel oyó que Jeroboam había vuelto, mandaron a llamarlo para que fuera a la asamblea, y lo proclamaron rey de Israel. Con la casa de David quedó únicamente la tribu de Judá. Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó ciento ochenta mil soldados de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra Israel y recuperar el reino para Roboam, hijo de Salomón. Pero Dios dirigió la palabra al profeta Samayas:
«Di a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, a todo Judá y Benjamín y al resto del pueblo: "Así dice el Señor: No vayáis a luchar contra vuestros hermanos, los israelitas; que cada cual se vuelva a su casa, porque esto ha sucedido por voluntad mía."»

Obedecieron a la palabra del Señor y desistieron de la empresa, como Dios lo ordenaba. Jeroboam fortificó Siquem, en la serranía de Efraím, y residió allí. Luego, salió de Siquem para fortificar Penuel. Y pensó para sus adentros:

«Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén, para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboam, rey de Judá. Me matarán y volverán a unirse a Roboam, rey de Judá.»

Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente:
¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!»

Luego, colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Leví. Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Jerusalén, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido en los altozanos. Subió al altar que había hecho en Betel, el día quince del mes octavo (el mes que a él le pareció). Instituyó una fiesta para los israelitas y subió al altar a ofrecer incienso.

RESPONSORIO Cf. Ex 32, 31; 1R 12, 28

R. Moisés dijo al Señor: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. * Perdona a tu pueblo este pecado.»
V. Jeroboam hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: «¡Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!»
R. Perdona a tu pueblo este pecado.

--------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.
(Libro 29, 2-4: PL 76, 478-480)

LA IGLESIA SE LEVANTA COMO LA AURORA

Con razón se designa con el nombre de amanecer o aurora a toda la Iglesia de los elegidos, ya que el amanecer o aurora es el paso de las tinieblas a la luz. La Iglesia; en efecto, es conducida de la noche de la incredulidad a la luz de la fe, y así, a imitación de la aurora, después de las tinieblas se abre al esplendor diurno de la claridad celestial. Por esto dice acertadamente el Cantar de los cantares: ¿Quién es ésta que se levanta como la aurora? Efectivamente, la santa Iglesia, por su deseo del don de la vida celestial, es llamada aurora, porque, al tiempo que va desechando las tinieblas del pecado, se va iluminando con la luz de la justicia.

Pero además, si consideramos la naturaleza del amanecer o aurora, hallaremos un pensamiento más sutil. La aurora o amanecer anuncia que la noche ya ha pasado, pero no muestra todavía la íntegra claridad del día, sino que, por ser la transición entre la noche y el día, tiene algo de tinieblas y de luz al mismo tiempo. Por esto, los que en esta vida vamos en seguimiento de la verdad somos como la aurora o amanecer, porque en parte obramos ya según la luz, pero en parte conservamos también restos de tinieblas. Se dice a Dios, por boca del salmista: Ningún hombre vivo es inocente frente a ti. Y también está escrito: Todos tenemos muchos tropiezos.

Por esto Pablo, cuando dice: La noche va pasando, no añade: «El día ha llegado», sino: El día está encima. Al decir, por tanto, que después de la noche el día está encima, no que ya ha llegado, enseña claramente que nos hallamos todavía en la aurora, en el tiempo que media entre las tinieblas y el sol.

La santa Iglesia de los elegidos será pleno día cuando no tenga ya mezcla alguna de la sombra del pecado. Será pleno día cuando esté perfectamente iluminada con la fuerza de la luz interior. Por esto, con razón, la Escritura nos enseña el carácter transitorio de esta aurora, cuando dice: Asignaste a la aurora su lugar, pues aquel a quien se le ha de asignar su lugar tiene que pasar de un sitio a otro. Y este lugar de la aurora no puede ser otro que la perfecta claridad de la visión eterna. Cuando haya sido conducida a esta perfecta claridad, ya no quedará en ella ningún rastro de tinieblas de la noche transcurrida. Este anhelo de la aurora por llegar a su lugar propio viene expresado por el salmo que dice: Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? También Pablo manifiesta la prisa de la aurora por llegar al lugar que ella reconoce como suyo, cuando dice que desea morir para estar con Cristo. Y también: Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.

RESPONSORIO Flp 1, 3. 6. 9

R. Siempre que me acuerdo de vosotros doy gracias a mi Dios. * Tengo plena confianza de que aquel que inició en vosotros tan excelente obra la irá llevando a feliz término hasta el día del advenimiento de Cristo Jesús.
V. Ésta es mi oración: Que vuestro amor vaya creciendo cada vez más en el verdadero conocimiento y en delicadeza espiritual.
R. Tengo plena confianza de que aquel que inició en vosotros tan excelente obra la irá llevando a feliz término hasta el día del advenimiento de Cristo Jesús.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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MensajePublicado: Vie Ago 03, 2007 12:38 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
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TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
VIERNES DE LA SEMANA XVII
3 de agosto


INVOCACION INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: DELANTE DE TUS OJOS

Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 - I SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Ant. 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Salmo 34, II

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Ant. 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

Salmo 34, III

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

V. Hijo mío, conserva mis palabras.
R. Conserva mis mandatos y vivirás.


PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 16, 29-17, 16

PRINCIPIO DEL MINISTERIO DEL PROFETA ELÍAS EN TIEMPO DE AJAB, REY DE ISRAEL

Ajab, hijo de Omrí, comenzó a reinar en Israel el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá. Ajab, hijo de Omrí, reinó sobre Israel en Samaria veintidós años. Hizo el mal a los ojos del Señor más que todos sus predecesores.
No sólo imitó los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, sino que, además, tomó por mujer a Jezabel, hija de Ittobaal, rey de los sidonios, y sirvió a Baal, postrándose ante él. Alzó un altar a Baal en el santuario que le edificó en Samaría. Hizo también Ajab el cipo y aumentó la indignación del Señor, Dios de Israel, más que todos los. reyes de Israel que lo precedieron. En su tiempo, Jiel de Betel reedificó Jericó. Sobre Abirón, su primogénito, echó los cimientos, y sobre Segub, su hijo menor, asentó las puertas, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Josué, hijo de Nun.
Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab:
«Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo. No habrá estos años rocío ni lluvia, más que cuando mi boca lo diga.»
Fue dirigida la palabra del Señor a Elías de esta manera:
«Sal de aquí, dirígete hacia oriente y escóndete en el torrente de Kerit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente y encargaré a los cuervos que te sustenten allí.»
Hizo según la palabra del Señor, y se fue a vivir en el torrente de Kerit, que está al este del Jordán. Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente. Al cabo de algún tiempo se secó el torrente, porque no había lluvia en el país.
Le fue dirigida la palabra del Señor a Elías, de esta manera:
«Levántate y vete a Sarepta de Sidón y quédate allí, pues he ordenado a una mujer viuda de ese lugar que te dé de comer.»
Se levantó y se fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad había allí una mujer viuda que recogía leña. La llamó Elías y le dijo:
«Tráeme, por favor, un poco de agua para mí en tu vaso, para que pueda beber.»
Cuando ella iba a traérsela, le gritó:
«Tráeme también, por favor, un bocado de pan en tu mano.»
Ella dijo:
«Vive el Señor, tu Dios, no tengo nada de pan cocido; sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la orza. Estoy recogiendo dos palos, entraré y lo prepararé para mí y para mi hijo; lo comeremos y moriremos.»
Pero Elías le dijo:
«No temas. Entra y haz como has dicho, pero primero haz una torta pequeña para mí y tráemela, y luego la harás para ti y para tu hijo. Porque así habla el Señor, Dios de Israel: "No se acabará la harina en la tinaja, ni se agotará el aceite en la orza, hasta el día en que el Señor haga caer la lluvia sobre la faz de la tierra."»
Ella se fue e hizo según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su hijo. No se acabó la harina en la tinaja ni se agotó el aceite en la orza, según la palabra que el Señor había dicho por boca de Elías.

RESPONSORIO St 5, 17. 18; Sir 48, 1. 3

R. El profeta Elías oró para que no lloviese y no llovió; * oró de nuevo y el cielo envió la lluvia.
V. Surgió Elías como un fuego y sus palabras eran como un horno encendido; con la palabra del Señor sujetó el cielo.
R. Oró de nuevo y el cielo envió la lluvia.


SEGUNDA LECTURA
Comienza la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a san Policarpo de Esmirna.
(Cap. 1, 1-4, 3: Funk 1, 247-249)

HEMOS DE SOPORTARLO TODO POR DIOS, A FIN DE QUE TAMBIÉN ÉL NOS SOPORTE A NOSOTROS

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a Policarpo, obispo de la Iglesia de Esmirna, o más bien, puesto él mismo bajo la vigilancia o episcopado de Dios Padre y del Señor Jesucristo: mi más cordial saludo. Al comprobar que tu sentir está de acuerdo con Dios y asentado como sobre roca inconmovible, yo glorifico en gran manera al Señor por haberme hecho la gracia de ver tu rostro intachable, del que ojalá me fuese dado gozar siempre en Dios. Yo te exhorto, por la gracia de que estás revestido, a que aceleres el paso en tu carrera, y a que exhortes a todos para que se salven. Desempeña el cargo que ocupas con toda diligencia corporal y espiritual. Preocúpate de que se conserve la concordia, que es lo mejor que puede existir. Llévalos a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Sopórtalos a todos con espíritu de caridad, como siempre lo haces. Dedícate continuamente a la oración. Pide mayor sabiduría de la que tienes. Mantén alerta tu espíritu, pues el espíritu desconoce el sueño. Háblales a todos al estilo de Dios. Carga sobre ti, como perfecto atleta, la enfermedades de todos. Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia.

Si sólo amas a los buenos discípulos, ningún mérito tienes en ello. El mérito está en que sometas con mansedumbre a los más perniciosos. No toda herida se cura con el mismo emplasto. Los accesos de fiebre cálmalos con aplicaciones húmedas. Sé en todas las cosas prudente como la serpiente, pero sencillo en toda ocasión, como la paloma. Por eso justamente eres a la vez corporal y espiritual, para que aquellas cosas que saltan a tu vista las desempeñes buenamente, y las que no alcanzas a ver ruegues que te sean manifestadas. De este modo nada te faltará, sino que abundarás en todo don de la gracia. Los tiempos requieren de ti que aspires a alcanzar a Dios, jutamente con los que tienes encomendados, como el piloto anhela prósperos vientos, y el navegante, sorprendido por la tormenta, suspira por el puerto. Sé sobrio, como un atleta de Dios. El premio es la incorrupción y la vida eterna, de cuya existencia también tú estás convencido. En todo y por todo soy una víctima de expiación por ti, así como mis cadenas, que tú mismo has besado.

Que no te amedrenten los que se dan aires de hombres dignos de todo crédito y enseñan doctrinas extrañas a la fe. Por tu parte, mantente firme como un. yunque golpeado por el martillo. Es propio de un grande atleta el ser desollado y, sin embargo, vencer. Pues ¡cuánto más hemos de soportarlo todo nosotros por Dios, a fin de que también él nos soporte a nosotros! Sé todavía más diligente de lo que eres. Date cabal cuenta de los tiempos. Aguarda al que está por encima del tiempo, al intemporal, al invisible, que por nosotros se hizo visible; al impalpable, al impasible, que por nosotros se hizo pasible; al que en todas las formas posibles sufrió por nosotros.

Las viudas no han de ser desatendidas. Después del Señor, tú has de ser quien cuide de ellas. Nada se haga sin tu conocimiento, y tú, por tu parte, hazlo todo contando con Dios, como efectivamente lo haces. Mantente firmé. Celébrense reuniones con más frecuencia. Búscalos a todos por su nombre. No trates altivamente a esclavos y esclavas; mas tampoco dejes que se engrían, sino que traten, para gloria de Dios, de mostrarse mejores servidores, a fin de que alcancen de él una libertad más excelente.

RESPONSORIO 1Tm 6, 11-12; 2Tm 2, 10

R. Corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. * Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna.
V. Todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación.
R. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna.

ORACIÓN.

OREMOS,
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
_________________
***¡ Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio !
San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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MensajePublicado: Sab Ago 04, 2007 12:23 pm    Asunto:
Tema: OFICIO DE LECTURA **EN LA MAñANA O EN LA NOCHE**
Responder citando

TIEMPO ORDINARIO - OFICIO DE LECTURA
SÁBADO DE LA SEMANA XVII
4 de agosto


SANTO DOMINGO DE GUZMAN (memoria)

INVOCACION INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PUERTA DE DIOS EN EL REDIL HUMANO

Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Ant. 2. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.

Salmo 131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.

Ant. 3. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»

Salmo 131 II.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»

V. Venid a ver las obras del Señor.
R. Las maravillas que hace en la tierra.


PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 18, 16b-40

ELÍAS VENCE A LOS PROFETAS DE BAAL

En aquellos días, Ajab partió al encuentro de Elías y, cuando lo vio, le dijo:
«¿Eres tú, azote de Israel?»
Él respondió:
«No soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado al Señor y haber seguido a los Baales. Pero ahora, envía a reunir junto a mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel.»
Ajab envió mensajeros a todo Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:
«¿Hasta cuándo vais a andar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; y si lo es Baal, seguid a éste.»
Pero el pueblo no le respondió palabra. Dijo entonces Elías al pueblo:
«He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que se nos den dos novillos; que elijan un novillo para ellos, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero que no pongan fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego. Invocaréis él nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre del Seffor. Y el dios que responda por el fuego, ése es Dios.»
Todo el pueblo respondió:
«Está bien.»
Elías dijo a los profetas de Baal:
«Elegíos un novillo y comenzad vosotros primero, pues sois más numerosos. Invocad el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego.»
Tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo:
«¡Baal, respóndenos!»
Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que habían hecho. Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía:
«¡Gritad más alto, porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará de viaje; tal vez esté dormido y se despertará!»
Ellos gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos. Cuando pasó el mediodía, se pusieron en trance hasta la hora de hacer la ofrenda, pero no hubo voz, ni quien escuchara, ni quien respondiera. Entonces Elías dijo a todo el pueblo:
«Acercaos a mí.»
Todo el pueblo se acercó a él. Preparó el altar del Señor que había sido demolido. Tomó Elías doce piedras según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dicho: "Israel será tu nombre." Erigió con las piedras un altar al nombre del Señor, e hizo alrededor del altar una zanja que podría contener unas dos arrobas de simiente. Dispuso la leña, despedazó el novillo y lo puso sobre la leña. Después dijo:
«Llenad de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.»
Lo hicieron así. Volvió luego a decirles:
«Hacedlo otra vez.»
Y lo repitieron. De nuevo les dijo:
«Hacedlo por tercera vez.»
Y así lo hicieron. El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua. A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo:
«Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor, y que por orden tuya he ejecutado todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Señor, eres el Dios verdadero, que conviertes sus corazones.»
Cayó el fuego del Señor que devoró el holocausto y la leña, y secó el agua de la zanja. Temió todo el pueblo, y cayeron sobre su rostro y dijeron:
«¡El Señor es Dios!»
Elías les dijo:
«Echad mano a los profetas de Baal, que no escape ninguno de ellos.»
Les echaron mano y Elías los hizo bajar al torrente de Quisón donde los hizo degollar.

RESPONSORIO 1R 18, 21; Mt 6, 24

R. Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a andar cojeando con los dos pies? * Si el Señor es Dios, seguidlo.»
V. Nadie puede servir a dos señores; no podéis servir a Dios y al dinero.
R. Si el Señor es Dios, seguidlo.


SEGUNDA LECTURA
De la catequesis de san Juan María Vianney, presbítero
(«Catéchisme sur la priére»: A. Monnin, «Esprit du Curé d'Ars», París 1899, pp. 87-89)

HERMOSA OBLIGACIÓN DEL HOMBRE: ORAR Y AMAR

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en La tierra, sino en el cielo. Por esto nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre creatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente; se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo dos palabras, para deshacerme de ti ... » Muchas veces pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

RESPONSORIO 2Co 4, 17; 1Co 2, 9

R. Una tribulación pasajera y liviana produce en nosotros * un inmenso e incalculable tesoro de gloria.
V. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.
R. Un inmenso e incalculable tesoro de gloria.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y lleno de bondad, que nos has dado en san Juan María Vianney un modelo de pastor apasionadamente consagrado a su ministerio, concédenos por su intercesión, dedicar como él nuestras vidas a ganar para Cristo a nuestros hermanos por medio de la caridad y alcanzar, juntamente con ellos, la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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San José, patrono de la buena muerte, ruega por los que van a morir hoy ***

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