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Guadalupe Gómez
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Registrado: 08 Sep 2006
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Ubicación: Argentina

MensajePublicado: Mar Jun 19, 2007 2:46 am    Asunto: ¡Nuestros ejemplos a seguir! :)
Tema: ¡Nuestros ejemplos a seguir! :)
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¡Hola a todos los catequistas! Les propongo que mediante este tema, en el que publicaré un ejemplo a seguir por semana, podamos acrecentar nuestro celo apostólico y reavivar y acrecentar nuestra fe mediante diferentes testimonios.

Decidí empezar conociendo un poquitito a nuestro patrono, San Pío X.
Invito a aquel que quiera ampliar la biografía con algún otro razgo sobresaliente o alguna frase que haya dicho este santo que le haya impactado, que la agregue durante esta semana.

¡Un abrazo en Cristo y María!

San Pío X (Papa)

21 de agosto.



Le gustaba definirse “Un pobre párroco de provincia” y cuando alguien le decía “Santo Padre”, él corregía: “No Santo, sino Sarto”. El Papa Sarto nació el 2 de junio de 1835 en Riese (Italia). Fue bautizado al día siguiente con el nombre de José Melchiorre. El padre, empleado municipal, murió dejando a la esposa Margarita Sansón con diez hijos por levantar. “Pepe”, el segundo de los hijos, quería interrumpir los estudios seminarísticos para ayudar a la familia. Pero la valiente madre lo exhortó para que continuara el camino que había emprendido. A los 23 años fue consagrado sacerdote, y durante 9 años fue coadjuntor en Tombolo; después párroco en Salzano también 9 años; otros 9 años fue canónigo y director espiritual en Treviso; 9 años obispo de Mantua y 9 años cardenal patriarca de Vanecia; luego fue Papa durante 11 años, del 1903 al1914. Murió el 20 de agosto de 1914, afligido por la guerra que ya se aproximaba sobre Europa. Desde la lejana Edad Media no se sentaba sobre la cátedra de Pedro un humilde hijo de campesinos.
Su pontificado fue excepcionalmente fecundo por la organización interna de la Iglesia. Poco inclinado a las sutilezas diplomáticas, no cuidó las relaciones de la Iglesia con el poder político y sus actitudes intransigentes crearon roces con Rusia, los Estados Unidos (Rechazo hasta la visita de Teodoro Roosevelt), Alemania, Portugal y Francia, de la que rechazó la ley de la separación entre la Iglesia y el Estado. El Papa de la amabilidad se mostró particularmente hostil a cualquier apertura que se pudiera hacer pasar por aceptación del difundido “Modernismo” aún dentro del clero.
Su lema “Istaurare omnia in Christo” (Instaurar todo en Cristo) se tradujo en vigilante atención a la vida interna de la Iglesia: promovió la renovación litúrgica, derribó las seculares barreras que separaban a la Curia romana de la práctica pastoral; codificó el derecho canónico, promovió la instrucción religiosa de los niños con el Catecismo, permitiéndoles la primera Comunión a muy joven edad. Dotado de equilibrio y discreción, de prudencia y de fuerza, a pesar de tener una concepción centralística de la manera de gobernar a la Iglesia, no se propuso sino ser “El siervo de todos” y su disponibilidad fue en realidad un hecho nuevo en los palacio vaticanos. El Papa véneto, sonriente y agudo, hablaba con todos, sin tener en cuenta las reglas del protocolo. Pobre ente los pobres, para ir desde Venecia hasta Roma al cónclave tuvo que sacar el dinero prestado para el pasaje en tren, de ida y regreso, pues estaba convencido que el Espíritu Santo no iba a cometer el “error” de sugerir al sagrado colegio cardenalicio su elección a Papa. Fue canonizaco por Pío XII en 1954.


Tomado de "Un santo para cada día" de edit. San Pablo.


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Guadalupe Gómez
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Registrado: 08 Sep 2006
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MensajePublicado: Mar Jun 26, 2007 4:20 am    Asunto:
Tema: ¡Nuestros ejemplos a seguir! :)
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San Juan Bosco, educador y sacerdote.
(1815-1888)
Memoria: 31 de enero.



San Juan Bosco nació en Castelnuovo, Italia, bastante al norte de Roma.

Su padre Francisco, un sencillo campesino, murió cuando Juanito apenas tenía dos años y medio. La mamá, Margarita, analfabeta y muy pobre, tuvo que encargarse ella sola de levantar a sus dos pequeños hijos, Juan y José, y al hermanastro Antonio, hijo de un primer matrimonio de Francisco, y cuidar además de la anciana suegra, paralizada en una silla.

Mamá Margarita resultó ser una gran educadora. En casa tenían que aguantar hambre y faltaban muchas cosas materiales pero había mucho amor y una gran religiosidad. Cada madrugada se rezaba el rosario y Juanito Bosco ya a los seis años lo sabía entonar muy bien. Cada noche se leía la vida de un santo y una página de alguna publicación que hablara de misiones o de misioneros.

Los niños crecieron amando y reverenciando grandemente al buen Dios. Cuando los campos estaban florecidos o las noches eran muy estrelladas o llovía suavemente, mamá Margarita les decía: "Miren qué bueno y generoso es nuestro Padre Dios". Cuando hacía tormenta y estallaban truenos y deslumbraban los relámpagos, o caían fuertes granizadas o zumbaba el huracán, la mamá les recordaba: "Qué poderoso es nuestro Dios. No lo disgustemos nunca, porque puede estallar de pronto su ira contra nosotros".

Juanito Bosco deseaba mucho estudiar pero en la vereda no existían escuelas y no había dinero para ir al pueblo a estudiar. Un tío campesino le enseñó a leer, y el niño Bosco empleaba todas las horas libres que le dejaban los trabajos del campo en leer y aprender el catecismo y la Historia Sagrada.

A los 9 años tiene Juanito Bosco el primero de sus 159 sueños proféticos. Se le aparece Nuestro Señor junto con la Virgen María y le presentan un montón de fieras que luego se convierten en corderos. Luego le muestra una multitud de jóvenes y le dicen: "Este será tu oficio: cambiar jóvenes tan difíciles como fieras, en buenos cristianos tan dóciles como corderitos".

A Juan Bosco sus estudios le cuestan verdaderos sacrificios. No porque no tuviera cualidades, pues poseía una memoria prodigiosa que le permitía recordar todo lo que leía y escuchaba, sino porque su pobreza era total. Tuvo que pedir limosnas entre los vecinos para poder asistir al colegio. Nunca supo lo que fue comprar libros nuevos o estrenar vestidos. Todo era de segunda mano. Pero esta pobreza lo hará enormemente comprensivo más tarde con los jóvenes pobres carentes de medios económicos para poder estudiar, y lo llevará a dedicar toda su vida a procurar facilidades de estudio para los niños más necesitados.



Sus tres grandes amores serán siempre Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice. De ellos habla continuamente y logra entusiasmar a sus discípulos de manera admirable por estos tres grandes valores del catolicismo: Jesús en la Sagrada Eucaristía, la Virgen Santísima, y el Santo Padre el Papa.

Su don de hacer milagros es un caso excepcional. Para su canonización se presentaron 650 milagros obrados por él, narrados con juramentos por testigos presenciales. Y después de muerto ha obtenido milagros portentos en favor de sus devotos. El decía y repetía: "Yo no hago milagros. Solamente rezo y hago que invoquen con fe a María Auxiliadora y Ella va donde su Hijo, y Cristo Jesús es el que obra maravillas".

Una cualidad admirable: su interés por la salvación de la juventud. El entusiasmo de San Bosco por la juventud es más único que raro. Desde su infancia ejerce una influencia muy notoria entre sus compañeros. Niño que se hacía amigo de Juanito Bosco se hacía mejor. Y después durante los 47 años de su sacerdocio parece que no vive sino para la juventud. Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás. En su trato era puro como un ángel, pero extraordinariamente afectuoso. Todos se daban cuenta de que su preocupación era salvar el alma de cada uno de sus discípulos, y para lograr esto estaba resuelto a cualquier sacrificio por grande que fuera.

Otra cualidad impresionante de Don Bosco fue su alegría. Los muchachos de la calle lo llamaban: "Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos". Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida.

Un don especial: el don del consejo. El Espíritu Santo le concedió a Don Bosco la gracia de que sus palabras hicieran enorme bien a los que lo escuchaban. Durante casi 50 años pidió cada día a Dios "La eficacia de la palabra", y obtuvo este favor de manera extraordinaria. Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias.



Con medios materiales insignificantes realizaba grandes obras. Con tres monedas empezó un templo, que costaba 300 millones y en cuatro años lo logró levantar. Le agradaba repetir: "Cada ladrillo de este templo es un milagro de María Auxiliadora".

Con algunos de los muchachos pobres que iba educando logró fundar una Comunidad para educar a la juventud pobre. A sus religiosos les puso el nombre de "Salesianos" en honor del santo más amable que ha existido después de Jesucristo: San Francisco de Sales. Es que necesitaba que sus educadores imitaran a este amable santo en tratar bien a los destinatarios. Los salesianos son ahora 17,000 en 105 países, con 1,300 colegios y 300 parroquias.

También fundó San Juan Bosco a las Hermanas Salesianas, Hijas de María Auxiliadora, las cuales son 16,000 en 75 países y se dedican a educar a la juventud pobre.

Una labor queridísima para Don Bosco fue siempre la difusión de las buenas lecturas. El mismo escribió más de 40 libros y uno de ellos, el que se titula: "El joven Instruido", alcanzó durante la vida de su autor más de 50 ediciones y llegó al millón de ejemplares, lo cual era mucho para el siglo pasado cuando la imprenta no estaba tan desarrollada como ahora. El decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros. Sus salesianos tienen ahora en el mundo 65 imprentas y publican millones de libros religiosos a precios módicos para el pueblo. Los escritos de San Juan Bosco agradaban mucho a la gente porque eran sumamente sencillos y fáciles de entender. El santo repetía: "Propagad buenos libros. Sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura".



Muy famosos fueron los sueños de Don Bosco. (En Italia a los sacerdotes les dicen Don. Por eso a San Juan Bosco todas las gentes lo llamaban Don Bosco). Los sueños que él narró a sus discípulos son 159, y están coleccionados en un bello libro cuya lectura impresiona y hace un enorme bien. En sus sueños veía con admirable precisión el futuro. Durante 40 años todas las muertes que sucedieron en su enorme Obra educativa de Turín (y que fueron más de 40) las anunció con exactitud impresionante. Veinte años antes de empezar a construir el majestuoso Templo a María Auxiliadora, lo vio en sueños con todos sus detalles y en el sitio exacto en el que después fue construido. Y en ese tiempo no había conseguido ni siquiera un metro de aquellos terrenos. Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y después los llamaba y les hacía una descripción tan completa de los pecados que ellos habían cometido, que muchos aclamaban emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarle toda mi vida no me habría hablado con mayor precisión".

Fue un perpetuo limosnero en favor de los pobres. Le costaba mucho sacrificio salir a pedir, pero los pobres aguantaban hambre y los niños desamparados necesitaban ayuda para sus estudios, y por eso salía continuamente a buscar personas acomodadas para pedirles sus ayudas económicas, y se las daban en grandes cantidades. Al final de su vida tenía más de 100,000 niños pobres educándolos en sus obras de beneficencia. La Virgen María le dijo en un sueño: "Por dos graves faltas se pierden muchos creyentes: por pecados de impureza y por lo ayudar generosamente a los necesitados".



Otra gran obra de San Juan Bosco fue su trabajo por las Vocaciones Sacerdotales. Al final de su vida hizo cuentas y llegó a constatar que seis mil de sus discípulos se hicieron sacerdotes. Es una cifra difícil de igualar en la vida de un apóstol. Ojalá Dios nos concediera poder imitarlo en el apostolado de conseguir vocaciones y de ayudar a quienes manifiestan deseo de dedicarse al apostolado.

Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero a todos en el Paraíso".

Sus últimas palabras, la noche anterior al día de su muerte fueron: Jesús, María, mañana, mañana…

Murió en la madrugada del 31 de enero de 1888. Ese mismo día junto a su cadáver se obraron prodigios y curaciones. Durante tres días la ciudad de Turín desfiló ante su cadáver. A su entierro asistieron muchos obispos, 300 sacerdotes y 300,000 fieles.

Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco que el Sumo Pontífice lo declaró santo cuando apenas habían pasado 46 años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y maestro de la juventud".

San Juan Bosco es patrono muy especial de los que necesitan conseguir empleo o de los que buscan facilidades de estudio para los jóvenes y al rezar su Novena o encomendarse a él con mucha fe se obtienen cada año miles de favores extraordinarios en muchos sitios del mundo.

Ojalá podamos leer "La autobiografía de San Juan Bosco". Es impresionante.

Padre amabilísimo: San Juan Bosco: que nos lleguen también esas cualidades tan maravillosas que Dios te regaló y de las cuales sacaste tanto bien para la salvación de las almas. Padre amado: rogad por todos nosotros.

Biografía tomada de Churchforum




Era natural de la aldea de los Becchi, a 25 kilómetros de Turín. En esta historia no puede faltar la figura de la madre, Margarita, mujer incomparable, que educó a sus hijos en la pobreza y fortaleza del más alto nivel.

Cuando era jovencito, Juan iba con su madre al mercado a vender los productos del campo. Era un mozarrón despierto y vigoroso que aún no sabía leer.

En esto, se le ocurre ser sacerdote. Y para iniciar sus experiencias, atrae los domingos a la gente junto a su casa, en un predio donde crecían dos perales. Allí hace de saltimbanqui y prestidigitador. Así entretiene santamente a todos los convecinos.

Empieza a estudiar en una escuela pública, a 5 kilómetros de su pueblo. Luego entra a estudiar en el liceo de Chieri. Para pagar sus estudios trabaja en toda clase de oficios. Por fin, a sus 26 años celebra la primera misa en Turín. Lo primero que hace es recoger chiquillos de la calle. Le siguen como si fuera un titiritero. Para eso funda los Oratorios de San Francisco de Sales. Más tarde, para atender a esa gente pequeña, funda la Congregación de los Padres Salecianos, que se extiende pronto por toda Italia, Francia y España. Es el educador de los tiempos modernos; se hace periodista, predica, confiesa, escribe y propaga la devoción a María Auxiliadora, publica libros de ciencia y religión. Es el auténtico tipo de audaz soldado de Cristo.



En la Italia del siglo pasado, uno de los divertimentos más esperados de los pobres era los que traían los titiriteros.

Hubo cierta "troupe" que, a sabiendas, representaba sus obras a la hora de la misa y, claro, las gentes, en especial los niños, se "salteaban" la misa.

Pero había un niño, Juan Bosco, que se decidió a hacer algo para que los niños volvieran a la misa.

Se las arregló para aprender trucos de prestidigitación, malabarismos y otras habilidades por el estilo. Para eso, observó mucho, entrenó más y se ejercitó con los amigos.

Más tarde llegó a desafiar a los titiriteros y malabaristas, les ganó las apuestas y se tuvieron que ir de allí humillados.

Juan se hizo dueño del domingo, de los compañeros y amigos. Comenzó de niño los domingos y acabó moviendo masas de jóvenes, organizando su tiempo libre, montando talleres y escuelas profesionales...

Se inventó el sistema de "educar jugando y aprender gozando".

Su espíritu de saltimbanqui le daba agilidad al cuerpo y ponía alas a su vocación de educador.

Les decía a los niños: "Haremos muchos juegos y entretenimientos sin que tengan que pagar nada, pero con una condición: que vengan después todos conmigo a la iglesia".


Biografía tomada de ewtn


San Juan Bosco decía...

"Dame un niño obediente, y pronto será santo"
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Guadalupe Gómez
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MensajePublicado: Lun Sep 03, 2007 4:43 pm    Asunto:
Tema: ¡Nuestros ejemplos a seguir! :)
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Beato Pedro Calungsod, catequista y mártir filipino.
(1655-1672)
Momoria: 2 de abril.



Pedro Calungsod era un adolescente cuando salió de la Filipinas para las islas Ladrones en el Pacífico del oeste en 1668.

El jóven catequista era parte de un grupo de misioneros jesuitas que habían ido a traer a Cristo al pueblo Chamarro.

La vida era dura en las islas. Los víveres frequentemente tardaban en llegarles y eran sujetos a tifones.

A pesar de las privaciones, Pedro y los misioneros tuvieron éxito evangelizando a la gente. Las islas cambiaron de nombre a Las Marianas en honor a la Virgen María. No tardaron en circular rumores acerca del agua que usaban los misioneros para bautizar a los conversos. Decían que era venenosa, y como algunos bebes morían después de su bautismo, muchos creyeron en los rumores.

El 2 de Abril de 1672, Pedro y un sacerdote jesuita, el Padre Diego, bautizaron a un bebe sin el consentimiento del Padre. El Padre se enfureció y empezó a aventarle lanzas a Pedro.

El Padre Diego no le permitía a sus compañeros cargar armas así es que no pudieron defenderse. Pedro fue herido en el pecho y en la cabeza. El Padre Diego le dió una absolución sacramental y después a él mismo le dieron muerte. Los asesinos echaron los cadaveres al mar y los restos de estos mártires nunca se recobraron.

Al recibir las noticias, los compañeros de Pedro dijeron: "¡Jóven afortunado! ¡Qué bién recompensados fueron sus cuatro años de servicio constante a Dios en esta misión tan dificil: ha ganado la primera entrada al cielo a nuestro superior, Padre Diego!" Sus recuerdos de Pedro eran de un buen jóven, un catequista virtuoso, un asistente constante y un buen Católico cuya perseverancia en la fe hasta el martirio comprobó que era un buen soldado de Cristo.

El Padre Diego Luis de San Vitores fue beatificado en 1985. Quince años después, el 5 de marzo de 2000, su compañero Pedro Callungsod fue beatificado.

Beato Pedro Calungsod, joven imigrante, estudiante, catequista, misionero, amigo fiel, mártir, nos inspiras con tu fidelidad en tiempos de adversidad, con la valentía con la que enseñaste en medio de hostilidades y con tu amor al dar tu vida por el evangelio. Haz tuyos nuestros problemas, e intercede por nosotros ante el trono de gracia y misericordia para que al recibir la ayuda del cielo seamos alentados a proclamar y vivir el evangelio aqui en la tierra. Amen.

Biografía tomada de Aciprensa.


HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE LA CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN DE 44 MÁRTIRES




1. "Te alabaré, oh Dios mi salvador; a tu nombre doy gracias, porque me has ayudado y liberado" (Si 51, 1-2).

Tú, Señor, me has ayudado. Siento resonar en mi corazón estas palabras del libro del Sirácida, mientras contemplo los prodigios que Dios realizó en la existencia de estos hermanos y hermanas en la fe, que alcanzaron la palma del martirio. Hoy tengo la alegría de elevarlos a la gloria de los altares, presentándolos a la Iglesia y al mundo como testimonio luminoso de la fuerza de Dios en la fragilidad de la persona humana.

Tú, oh Dios, me has liberado. Así proclaman Andrés de Soveral, Ambrosio Francisco Ferro y sus veintiocho compañeros, sacerdotes diocesanos, laicos y laicas; Nicolás Bunkerd Kitbamrung, sacerdote diocesano; María Estrella Adela Mardosewicz y diez hermanas, religiosas profesas del instituto de la Sagrada Familia de Nazaret; Pedro Calungsod y Andrés de Phú Yên, laicos catequistas.

Sí, el Todopoderoso fue su valioso apoyo en el tiempo de la prueba, y ahora experimentan la alegría de la recompensa eterna. Estos dóciles servidores del Evangelio, cuyos nombres están escritos para siempre en el cielo, aunque vivieron en períodos históricos distantes entre sí y en ambientes culturales muy diversos, tienen en común una experiencia idéntica de fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Los une la misma confianza incondicional en el Señor y la misma pasión profunda por el Evangelio.

¡Te alabaré, oh Dios, mi salvador! Con su vida entregada por la causa de Cristo, estos nuevos beatos, los primeros del Año jubilar, proclaman que Dios es "Padre" (cf. Si 51, 10), que Dios es "protector" y "ayuda" (cf. Si 51, 2); que es nuestro salvador y acoge la súplica de cuantos confían en él con todo su corazón (cf. Si 51, 11).


5. "A todo aquel que me confiese ante los hombres, yo también le confesaré ante mi Padre que está en los cielos" (Mt 10, 32). Ya desde su niñez, Pedro Calungsod confesó firmemente a Cristo y respondió generosamente a su llamada. Los jóvenes de hoy pueden obtener estímulo y fuerza del ejemplo de Pedro, cuyo amor a Jesús lo impulsó a dedicar los años de la adolescencia a enseñar la fe como catequista laico. Dejando a su familia y a sus amigos, Pedro aceptó de buen grado el desafío que le había propuesto el padre Diego de San Vitores de unirse a él en la misión a los chamorros. Con espíritu de fe, caracterizado por una fuerte devoción eucarística y mariana, Pedro acometió la exigente tarea que se le pedía y afrontó con valentía los numerosos obstáculos y dificultades que encontró. Frente al peligro inminente, Pedro no quiso abandonar al padre Diego sino que, como "buen soldado de Cristo", prefirió morir junto con el misionero. Hoy el beato Pedro Calungsod intercede por los jóvenes, en particular por los de su tierra natal, Filipinas, y los desafía.

Jóvenes amigos, no dudéis en seguir el ejemplo de Pedro, que "agradó a Dios y fue amado por él" (Sb 4, 10), y que, habiendo alcanzado la perfección en tan breve tiempo, vivió una vida plena (cf. Sb 4, 13).


7. "Así pues, no temáis" (Mt 10, 31). Esta es la invitación de Cristo. Y esta es también la exhortación de los nuevos beatos, que permanecieron firmes en su amor a Dios y a sus hermanos, aun en medio de las pruebas. Esta invitación nos llega como aliento durante el Año jubilar, tiempo de conversión y profunda renovación espiritual. Que no nos asusten las pruebas y las dificultades; que los obstáculos no nos impidan hacer opciones valientes y coherentes con el Evangelio.

¿Qué podemos temer, si Cristo está con nosotros? ¿Por qué dudar, si estamos de parte de Cristo y aceptamos el compromiso y la responsabilidad de ser sus discípulos? Que la celebración del jubileo nos confirme en esta decidida voluntad de seguir el Evangelio. Los nuevos beatos son un ejemplo para nosotros, y nos ofrecen su ayuda.

María, Reina de los mártires, que al pie de la cruz compartió hasta el fondo el sacrificio de su Hijo, nos sostenga al testimoniar con valentía nuestra fe.
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Guadalupe Gómez
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MensajePublicado: Jue Sep 13, 2007 3:41 am    Asunto:
Tema: ¡Nuestros ejemplos a seguir! :)
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Andrés de Phú Yên, catequista y mártir de Vietnam
Memoria: 26 de julio.




HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE LA CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN DE 44 MÁRTIRES


6. "A todo aquel que me confiese ante los hombres, yo también le confesaré ante mi Padre que está en los cielos" (Mt 10, 32). Andrés de Phú Yên, en Vietnam, hizo suyas estas palabras del Señor con una intensidad heroica. Desde el día en que recibió el bautismo, a la edad de dieciséis años, se dedicó a cultivar una profunda vida espiritual. En medio de las dificultades que afrontaban quienes se adherían a la fe cristiana, vivió como testigo fiel de Cristo resucitado, y anunció sin descanso el Evangelio a sus hermanos en el seno de la asociación de catequistas "La casa de Dios". Por amor al Señor, consagró todas sus fuerzas al servicio de la Iglesia, asistiendo a los sacerdotes en su misión. Perseveró hasta el don de la sangre, para permanecer fiel al amor de Cristo, a quien se había entregado totalmente. Las palabras que repetía avanzando resueltamente por el camino del martirio son la expresión de lo que animó toda su existencia: "Devolvamos amor por amor a nuestro Dios, devolvamos vida por vida".

El beato Andrés, protomártir de Vietnam, se presenta hoy como modelo a la Iglesia de su país. Que todos los discípulos de Cristo encuentren en él fuerza y apoyo en la prueba, y se preocupen por intensificar su intimidad con el Señor, su conocimiento del misterio cristiano, su fidelidad a la Iglesia y su sentido de la misión.



Nació en Phú Yen (Vietnam) en 1626, siendo el más pequeño de su familia, fue educado con dedicación por su madre, dado que su padre murió cuando el era muy pequeño.
Tenía una gran inteligencia y poseía gran destreza física. Fue acogido por el jesuita misionero francés padre Alexandre de Rhodes (1591-1660), por la gran insistencia de la madre de Andrés.
En 1641, Andrés fue bautizado a la edad de 15 años, y al año siguiente pasó al grupo de mayor colaboración con que contaba el padre Rhodes, iniciando el curso de catequistas de la Asociación de la Casa de Dios. Hizo una promesa pública y formal de servir siempre a la Santa Iglesia, ayudar al sacerdote y defender el Evangelio. El grupo de conversos conformó el primer grupo autóctono de clérigos de Vietnam.
El catequista Andrés se distingue por su espontaneidad y conocimiento de la fe genuina y en la profunda comprensión del Evangelio, constituyendo ello en la base para afrontar el martirio.
En el mes de julio de 1644 el Mandarín Ong Nghè Bó, volvió a la provincia de Ouang Nam, donde vivía Andrés, con la orden de impedir la expansión del cristianismo, persiguiendo a los catequistas vietnamitas.
El padre Alexandre de Rodees, ignoró la orden de dejar de predicar. El gobernador se hallaba preocupado por el gran número de adhesiones con que contaba la religión que predicaba el sacerdote.
Un tarde del 25 de julio de 1644 fue llevado delante del Mandarín. A la mañana siguiente sufrió el martirio, defendiendo al Catolicismo, profesando su fe y resistiendo; llevaba una Cruz en el cuello.
Luego de haber sido tratado como un mal viviente, atravesando todo el mercado de Kè Chàm, para presentarse a una audiencia pública con el mandarino, fue condenado a muerte y llevado a la carcel.
El joven, sereno, saludaba a todos, contento de concluir su breve vida con el martirio. Por la tarde, una lanza le suministró la muerte. Como último acto, exclamó en voz alta el nombre de Jesús.
Su cuerpo fue llevado a Macao una colonia portuguesa y cristiana, y allí es venerado.
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