kunkel Constante
Registrado: 08 Ene 2006 Mensajes: 582 Ubicación: España
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Publicado:
Mar Sep 25, 2007 7:42 pm Asunto:
Tema: Utilidad teorías de Rudolf Allers en tratamiento de neurosis |
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Cuando comenté la relación Adler-Allers, me referí a la introducción del libro de Allers "naturaleza y formación del caracter" como realizada por Oliver Brachfel, y me equivoqué, ese prólogo pertenece a la obra de Rudolf Allers:
"Pedagogía sexual" (Miracle, 1958) y no a la referida (mi memoria me traicionó en un exceso de confianza).
Y respondiendo a la pregunta inicial del interlocutor sobre los aspectos aplicado a la neurosis; la terapia allersiana seguiría estos cauces: (en los primeros pasos de manera similar a la adleriana, en el último es propia):
1º-La angustia constituye el estado esencial de toda neurosis. Deriva del estado de inautenticidad al perserguir metas en la vida que no acepta la finitud (Adler habla de sentimiento de inferioridad), persiguiendo el sujeto metas inadecuadas de valor (p.e aparentar, superioridad, etc), ajenas a las tareas de la existencia (Adler llama a ellas tareas de vida). La ansiedad que se presenta en toda neurosis deriva de la anticipación del peligro para la no consecución de la meta inadecuada (que se convierte en depresión cuando fracasa). Los sintomas neuroticos además pueden ser maneras indirectas y ajenas para conseguir las metas inadecuadas (d emanera inconsciente)
2º-La psicoterapia es un trabajo de captar las metas erroneas y orientar al sujeto a metas centradas en las tareas de la existencia.
3º-La dimensión de las tareas de la existencia no solo abarca las tareas adlerianas de amor por el prójimo, pareja y trabajo, sino tambien, y sobretodas la relación de la persona con Dios. Es decir introduce en la psicoterapia este tema. Y aún mas la formación del caracter neurótico tiene un sentido pecaminoso al suponer una negación de la criatura frente a Dios, pues la persecución de metas ajenas y aún antagónicas a la voluntad divina deriva en neurosis, que es una expresión de pecado, una forma de pecar. Ahora bien, con estas puntualizaciones importantisimas:
Cita: | Según Allers, en el fondo del corazón del hombre existe la tendencia a la rebelión, y esta es la causa profunda del trastorno caracterial llamado neurosis. Allers habla incluso de un “conflicto metafísico”, pues no se trata simplemente de una rebelión frente a una cosa particular, sino frente al orden total de la existencia.
No es posible explicar aquí cómo esta actitud de rebeldía interior, que generalmente el sujeto no reconoce como tal, constituye un factor de una importancia central en la evolución de las neurosis. El objeto de la rebeldía no es un hecho aislado, un sufrimiento, un conflicto, sino el hecho total de no ser más que una creatura, limitada en su poder, en su existencia, en sus derechos. A pesar de los miles o millones de años que han corrido después de que la serpiente empujó a los primeros hombres a la rebelión, las palabras del demonio no han cesado de hacerse escuchar sordamente en las profundidades de nuestro yo: eritis sicut Dii.[26]
La referencia de Allers al pecado original no es ociosa. Según el psiquiatra vienés, la naturaleza caída es la fuente de esta tendencia a la rebelión, de esa dualidad que está a la base del trastorno neurótico. Dejado a sí mismo, todo hombre es virtualmente un neurótico. La neurosis surge de la exageración acaecida en la divergencia -que existe en toda vida humana- de voluntad de poderío y posibilidad de poderío. En otras palabras: es un resultado de la situación puramente humana, tal como está constituida en la naturaleza caída. Puede igualmente decirse que, orientada hacia lo morboso y pervertido, es consecuencia de la rebelión de la creatura contra su finitud e impotencia naturales.[27]
Esta neurosis virtual, que caracteriza a todo hombre por el hecho de tener la naturaleza caída y sufrir dentro de sí la rebelión de sus miembros contra la ley de la razón, se actualiza, según Allers, cuando se manifiesta el “conflicto metafísico”.
El carácter nervioso se transforma en neurosis manifiesta desde que la situación del individuo amenaza con ponerlo frente al “conflicto metafísico”. En ciertas condiciones, este conflicto puede quedar absolutamente ignorado. Este es el caso cuando el individuo vive en un medio donde las leyes de la metafísica -y por lo tanto de la realidad- han sido abolidas por algún decreto. (Realmente no pueden ser abolidas, eso se entiende, pero se les puede hacer creer a las masas porque son demasiado crédulas). Sería posible si hubiera una disminución de la neurosis en un país donde el hombre, la raza, la sociedad, el Estado son declarados el bien supremo. Pero no se podría concluir de eso que esas ideologías son más ‘sanas’ que lo es la filosofía cristiana. Uno debería solamente juzgar que estas ideologías impiden la eclosión de la neurosis porque enseñan a la mayoría de los hombres un método propio de apartar los ojos de la verdad.[28] |
*En Echevarria
Cita: | En esto modo Allers supera ampliamente las mezquinas definiciones de normalidad de la psicología contemporánea, cuando las hay, incluso la de su maestro Alfred Adler. Sin embargo, asume lo que en la postura de este último hay de verdadero. Para Adler, el fin real de la vida humana, al que se contrapone el fin ficticio de la superioridad egocéntrica neurótico, está indicado por el “sentimiento de comunidad”, que impulsa al altruismo y a dar la vida por el bien común. En Adler, esta visión queda encerrada en una actitud inmanentista, de tal modo que al final termina casi por divinizar la comunidad humana.[36] En cambio, en Allers, la tendencia a la vida comunitaria, que él llama no “sentimiento” sino “voluntad de comunidad”, se cumple en el modo más pleno en la comunidad sobrenatural de los santos, en la Iglesia, que realiza totalmente la tendencia a la universalidad por su intrínseca “catolicidad”.
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*En Echevarria
Cita: |
Psicoterapia y conversión.
En la escuela adleriana, de la que Allers proviene, la psicoterapia es en el fondo pedagogía. Se trata de educar o reeducar el carácter, para que se conforme con los fines reales de la naturaleza humana. De este modo, la psicoterapia se aleja de las ciencias médicas y naturales, inscribiéndose entre las morales.[45]
Para esta escuela, la psicoterapia tendría dos partes: una analítica, en la que se pone de manifiesto la finalidad ficticia que persigue el individuo, y los medios con que la sostiene; otra sintética[46] o pedagógica, que mira a reformar el carácter.[47]
Allers asume estas ideas, pero “desde lo alto”, a partir de una visión más profunda del ser humano, dada por la antropología cristiana. Este proceso de transformación del carácter neurótico, la curación, es considerado por nuestro autor esencialmente como una conversión, o mejor “metánoia”, un cambio de la mente.[48]
Para permanecer firme ante los conflictos, las dificultades, las tentaciones, es necesario ser simple. Para curar una neurosis no es necesario un análisis que descienda hasta las profundidades del inconsciente para sacar no sé qué reminiscencias, ni una interpretación que vea las modificaciones o las máscaras del instinto en nuestros pensamientos, en nuestro sueños y actos. Para curar una neurosis es necesaria una verdadera metánoia, una revolución interior que sustituya al orgullo por la humildad, el egocentrismo por el abandono. Si nos volvemos simples, podríamos vencer el instinto por el amor, el cual constituye -si le es verdaderamente dado el desarrollarse- una fuerza maravillosa e invencible.[49]
La transformación interior que lleva a la salud, comienza por la humildad, que vence la soberbia, la voluntad de poder que es el motor oculto del carácter neurótico, según Allers. Esto no se puede hacer sin ser movidos por el amor auténtico, que es la fuerza más potente que impulsa a la plenitud de vida. Junto a la humildad y al amor, Allers coloca un tercer remedio: la verdad. Allers siempre tuvo presente como lema de su labor psicológica, la frase de Nuestro Señor: “La verdad os hará libres”.
Para poder llegar a esta simplicidad, a esta actitud hacia el mundo y hacia sí-mismo, es necesario hacer entrar en juego la segunda de las grandes fuerzas puestas a nuestra disposición por la bondad divina: la verdad. Estas dos fuerzas, la verdad y el amor, son las únicas para ser invencibles. Para liberarse de las cadenas que nos atan a los valores inferiores, para poder resistir a las tentaciones que desde afuera o desde dentro surgen tan frecuentemente, para permanecer firmes a través de los inevitables conflictos de la existencia, no hay que fiarse del estoicismo que no es en el fondo más que una forma refinada del orgullo, ni librarse a la búsqueda de causas inconscientes perdidas en la lejana nebulosa de un pasado problemático.[50]
El papel del psicoterapeuta, del pedagogo o de quien sea que acompañe a la persona en este cambio, es secundario y auxiliar. Se trata de quitar los impedimentos al desarrollo de estas fuerzas curativas en el interior de la persona, a través del amor.[51] Esto implica un cierto grado, no incipiente, de desarrollo moral y espiritual por parte del terapeuta, que muy a menudo es tomado como ejemplo por quien necesita ayuda.[52]
Es por todo esto que, en la perspectiva “desde lo alto” adoptada por Allers, psicoterapia y dirección espiritual no sólo no se contraponen, sino que convergen. La segunda se convierte en la continuación más lógica y adecuada de la primera.[53]
Una dirección de almas comprensiva, cariñosa, respetuosa, paciente y puramente religiosa, puede llegar a corregir, a la vez la conducta religiosa y la neurótica; porque dicha influencia aborda, en efecto, el problema más central de todos. Por supuesto, no todos esos hombres están en disposición de conocer y comprender sin más ni más, ese problema, ni ver que es problema para ellos. En tales casos, es necesario un penoso trabajo de ilustración y educación, a fin de llevar a esos hombres hasta el punto donde ya es factible discutir ese problema, es decir, se precisa, justamente, una psicoterapia sistemática.[54]
Rudolf Allers, como buen cristiano, es consciente de “los límites de los medios naturales. En nuestra opinión, el dominio más perfecto de todos los conocimientos y de los procedimientos que de ellos se siguen, tiene que fracasar, en última instancia, cuando no se entronca en la conexión, fundamentante y superior en su alcance, del saber religioso. Estamos convencidos de que es imposible, tanto la fundamentación teórica de una doctrina sobre la educación del carácter, como la de una teoría general del carácter, sin referirse a las verdades religiosas ni enraizar aquéllas en éstas. Vimos cómo los planteamientos de nuestras cuestiones, surgidos de una inmediata necesidad práctica, abocaban siempre a últimos problemas que únicamente se resolvían en el terreno de la metafísica y en el amplio curso de la fe basada en la revelación”.[55] |
*En Echevariia
Notas y reflexiones personales:
Evidentemente, no hay que seguir necesariamente todo el planteamiento allersiano para hacer una psicología de orientación católica; aunque es evidente que pone el punto sobre las ies. Una cuestión polémica para mi es como Allers entiende lo inconsciente, que a veces parece demasiado consciente y voluntarista en su teoria. Es decir, es común a Allers y Adler que la dirección de la conducta deriva de elecciones personales ante situaciones que resultan difíciles para el sujeto (angustiosas si se quiere); pero Adler insiste aún mas que Allers, en que esos posicionanientos derivan en parte de etapas de la vida (niñez) donde el lenguaje aún no está desarrollado; y por eso se vuelve después no verbalizables o inconscientes aunque afecten a la conducta después; por lo que no bastará con la mera fuerza de voluntad para modificar una neurosis o un caracter (trastorno de la personalidad); aunque también es cierto que el sujeto tiene voluntariamente que ponerse en disposición a trabajar para salir de su neurosis, a veces solo (cuando se tiene la capacidad que Allers llama de santidad, pero no muy extendida como es evidente) ; y otras a través del encuentro con otros (con otras personas o con el ser revelado).
Es significativo que Adler, entendió que el cambio de una neurosis se produce cuando el sujeto se encuentra ante grandes fracasos de su vida, ante la necesidad de colaborar imperiosamente con otros, o con la psicoterapia...es decir cuando tiene que revisar sus esquemas aperceptivos subjetivos que han dado ante sentido a su vida. Para Allers además la fe supone aún un encuentro (con Dios) mayor de modificación personal.
En resumen para mi criterio Adler y la psicoterapia adleriana tiene unos procedimientos bastante mas elavorados y perfilados que la psicoterapia allersiana pura; pero esta ultima tiene unos referentes religiosos y un calado filosófico de la que carece la anterior; por ello recomiendo la puesta al día en ambas para el psicologo católico (amen de otros enfoques psicologicos que aportan muchas cosas). _________________
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