FelipeII + Moderador

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Publicado:
Lun Oct 08, 2007 8:00 pm Asunto:
Tema: Existe el infierno? |
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Estimado Dalmiant te animo a seguir conociendo y profundizando en las verdades en las que crees para amarlas más y defenderlas mejor.
Aquí unos fragmentos del libro Para salvarte del P. Jorge loring:
100,4. El misterio de la predestinación consiste en la coordinación de la Sabiduría, Bondad y Justicia de Dios, con nuestra libertad.
Para nosotros la coordinación de estas cuatro cosas es un misterio.
Pero comprendemos que Dios puede coordinarla. Vamos a intentar dar un poco de luz:
A veces se oye preguntar: «Si Dios es bueno, ¿por qué me crea sabiendo que me voy a condenar? Me hubiera hecho un favor no creándome».
Te equivocas.
No creándote no te hace ningún favor. Si no existes, no puede hacerte favores.
En cambio, al crearte te da el billete de entrada para el cielo, lo cual es un bien inmenso.
Si tú rompes esa entrada no es culpa de Dios, sino exclusivamente tuya. Él ya hizo bastante comprándote esa entrada a costa de su vida. ¿Vas a dudar de su Bondad?
Si Dios no creara a los que se van a condenar, haría un perjuicio a los posibles descendientes de esos hombres, que podrían ser excelentes, salvarse y ser eternamente felices.
Todos podemos tener en nuestros ascendientes alguno que se haya condenado.
Si para que él no se condene, Dios no lo crea, tampoco hubiéramos existido nosotros, y nos veríamos privados de la felicidad eterna que esperamos conseguir. Si tú quieres condenarte, no por eso va Dios a privar de la felicidad eterna a tantos seres descendientes tuyos (hablo en general) que se querrán salvar y ser eternamente felices .
Además, si Dios creara sólo a los que se iban a salvar, entonces los hombres, seguros de su salvación a última hora, se despreocuparían de hacer buenas obras.
El riesgo de la condenación estimula a practicar el bien.
Con esto se aumenta el premio eterno. Y Dios considera que esto es motivo suficiente para permitir que otros voluntariamente prefieran ir por el camino de la condenación.
Es verdad que Dios podría enviarnos la muerte aprovechando un momento en que estemos en gracia, o antes de que tengamos uso de razón, si nunca vamos a tener un buen momento.
Pero Dios hace plan de dar a cada uno un tiempo de vida determinado, y no lo cambia.
Si Dios subordinara el momento de la muerte de cada uno a esperar que esté en gracia, como esto depende de la voluntad del hombre, sería el hombre el que, de alguna manera, determinaría el momento de morir. Y es impropio de Dios subordinarse a los caprichos de la criatura.
Con todo, no es inútil pedir a Dios la curación de un enfermo grave. Pues como Dios sabía que se iba a pedir por él, pudo, desde la eternidad, teniendo en cuenta esas oraciones, señalar el momento de morir más conveniente.
«Dios quiere que todos los hombres se salven » y a todos les da las gracias necesarias para ello; si ellos no la rechazan voluntariamente .
Es más, si necesitas un millón, Él te da cinco millones.
Dijo Cristo: «Yo he venido para que tengan vida sobrenatural, y para que la tengan en abundancia» .
Es decir, que con la gracia que te da, te puedes salvar de sobra. Si no te salvas, es porque no quieres.
Dios ha querido que tú pongas algo de tu parte.
Si no lo quieres poner, la culpa es exclusivamente tuya. De ninguna manera de Dios, que con lo que te ha dado, tienes de sobra para salvarte.
¿Por qué deja Dios esto en nuestras manos? Porque sin libertad no hay mérito, y sin mérito no hay salvación.
El hombre es esencialmente racional.
El ser racional es necesariamente libre .
El ser libre implica autodeterminación en la elección del bien y del mal, por lo tanto ser responsable. Para ser responsable hay que ser libre .
Esto es lo que hace posible el mérito necesario para la salvación, y al mismo tiempo la culpabilidad del mal que lleva a la condenación.
Si Dios suprimiera la libertad, suprimiría al hombre.
¿Que Dios podía haber elegido otro orden de cosas en el que se condenaran menos? ¡De acuerdo!
Y, ¿por qué ha elegido éste?
No lo sabemos. No lo ha revelado. Es un misterio.
Lo cierto es que en todo orden de hombres libres es lógico que algunos abusen de su libertad; y que en el actual orden de cosas, que nos ha tocado vivir, quien quiere sinceramente salvarse, con la ayuda de Dios, se salva. Nadie se condena sino por su propia culpa .
Dios llama a todos a la salvación; pero la respuesta de cada uno es personal y libre. «Lo quiere con voluntad condicionada. Es decir, la voluntad de Dios no se impone a la libertad del hombre, sino que la respeta» . Dios respeta esa libertad.
Vamos a poner aquí un resumen de la Doctrina de la Iglesia sobre predestinación:
1.- Dios quiere que todos los hombres se salven .
2.- Cristo murió por todos los hombres sin excepción .
3.- Dios no niega a nadie las gracias necesarias y suficientes para salvarse .
4.- Nadie se condena sin culpa suya.
5.- Todos podemos salvarnos, pues Dios no pide imposibles, sino que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas, que Él te ayudará para que puedas .
6.- La oración bien hecha y la devoción a María son prenda de salvación eterna.
Todos podemos salvarnos, pues Dios así lo quiere.
Para eso nos ha puesto en la vida.
Esta voluntad de Dios no es absoluta, la cual no admite excepción; sino condicionada, es decir, con la condición de que el pecador se arrepienta de sus pecados.
Para que podamos salvarnos nos da los medios suficientes para ello, como son la gracia y los sacramentos.
Basta que nosotros queramos utilizarlos y cooperar con la gracia que Dios nos da, cumpliendo los mandamientos.
El infierno es el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno.
La existencia del infierno eterno es dogma de fe. Está definido en el Concilio lV de Letrán .
«Siguiendo las enseñanzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte eterna, llamada también infierno» .
«Dios quiere que todos los hombres se salven»
Pero el hombre puede decir «no» al plan salvador de Dios, y elegir el infierno viviendo de espaldas a Él.
El pecado es obra del hombre, y el infierno es fruto del pecado.
El infierno es la consecuencia de que un pecador ha muerto sin pedir perdón de sus pecados .
Lo mismo que el suspenso de una asignatura es la consecuencia de que el estudiante no sabe.
No hay que confundir el infierno con los «infiernos» a los que fue Cristo después de morir.
Rezamos en el credo de los Apóstoles: «Descendió a los infiernos».
Aquí los «infiernos» se refiere al lugar de los muertos, como se dice en el Canon IV de la Misa. Se trata de los justos que esperaban la redención del Mesías prometido.
Allí fue Cristo a anunciarles la Redención.
A la morada de los muertos también la llamamos «el limbo de los justos»
«El infierno es la negación del amor y el fracaso de nuestra libertad».
El infierno es la condenación eterna.
Es el fracaso definitivo del hombre.
«Aquel que, con plena conciencia de lo que hace, rechaza la palabra de Cristo y la salvación que le ofrece; o quien , luego de aceptarla, se comporta obstinadamente en contra de su ley; o aquel que vive en oposición con su conciencia: éstos tales no llegarán a su destino de bienaventuranza y quedarán, por desgracia suya, alejados de Dios para siempre»
Jesucristo nos enseñó clarísimamente la gran misericordia de Dios.
Pero también nos dice que el infierno es eterno.
Es dogma de fe que existe un infierno eterno para los pecadores que mueran sin arrepentirse. Aunque Dios es misericordioso, también es justo.
Dice la Sagrada Escritura: «Tan grande como ha sido mi misericordia, será también mi justicia» .
Y su misericordia no puede oponerse a su justicia.
Aunque la justicia de Dios no es inexorable, sino que está dulcificada por su misericordia, y siempre inclinada a tener en cuenta todos los atenuantes .
Como Dios es misericordioso, perdona siempre al que se arrepiente de su pecado; pero como es justo, no puede perdonar al que no se arrepiente. «Dios no nos perdona si no estamos arrepentidos».
La justicia exige reparación del orden violado.
Por lo tanto, el que libre y voluntariamente pecó y muere sin arrepentirse de su pecado, merece un castigo.
Y este castigo ha de durar mientras no se repare la falta por el arrepentimiento; pues las faltas morales no se pueden reparar sin arrepentimiento .
Sería una monstruosidad perdonar al que no quiere arrepentirse.
Dice Santo Tomás que Dios no puede perdonar al pecador sin que éste se arrepienta previamente .
El mismo Jesucristo pone el arrepentimiento como condición previa al perdón .
Ahora bien, como la muerte pone fin a la vida, el arrepentimiento se hace ya imposible , porque después de la muerte ya no habrá posibilidad de arrepentirse.
Después de la muerte no se puede rectificar. La muerte fija irrevocablemente a las almas .
Después de la muerte no se puede merecer nada: con la muerte se acaba el tiempo de merecer.
«La muerte aparece como punto final del estado durante el cual el hombre puede hacer opciones en las que se abra o cierre a Dios» .
La falta del pecador que murió sin arrepentirse queda irreparada para siempre, luego para siempre ha de durar también el castigo.
En el infierno no es posible el arrepentimiento, lo mismo que en el cielo no es posible pecar. Los bienaventurados del cielo se sienten tan atraídos por el amor de Dios, que el atractivo del pecado les deja indiferentes .
«El hombre que disfruta de la visión del Creador, ya no puede dejarse arrastrar por un bien creado» .
Dios es infinitamente justo y no puede quedar indiferente ante las maldades que se hacen en este mundo.
¿Cómo van a estar lo mismo en la otra vida, el asesino, el ladrón, el egoísta y el vicioso, que el honrado y caritativo con todo el mundo?
Evidentemente tiene que haber un castigo para tanta injusticia, tanto crimen y tanta maldad como queda en este mundo sin castigo.
El temor al infierno no es el mejor motivo para servir a Dios.
Es mucho mejor servirle por amor, como a un Padre nuestro que es.
Pero somos tan miserables que a veces no nos bastará el amor de Dios, y conviene que tengamos en cuenta el castigo eterno, porque es una realidad. Cristo nos lo avisa para que nos libremos de él.
Se oye decir de labios irresponsables: «Hoy a la juventud no le interesa la religión del miedo o de las seguridades».
Depende: tener miedo a cosas irreales es de idiotas; pero cerrar los ojos a los peligros reales es de imbéciles.
Lo mismo: buscar seguridades ficticias es de idiotas; pero despreciar seguridades reales y preferir inseguridades, es de imbéciles.
«La doctrina sobre el infierno podríamos sintetizarla así:
a) El Nuevo Testamento afirma que el destino de los justos y el destino de los impíos, en el estado escatológico, son diversos.
b) El elemento más característico del estado escatológico de los justos es “estar con Cristo”. De modo paralelo, la nota más esencial del estado escatológico que corresponde al impío es el rechazo del Señor.
c) La situación de condenación se describe como un estado de sufrimiento.
d) Se insiste en la eternidad del sufrimiento del condenado» .
El concepto de eternidad se opone al concepto de tiempo, que supone un antes y un después.
La eternidad supone una duración ilimitada, una permanencia interminable.
Una imagen que puede ayudar a entender la eternidad es un reloj pintado a las nueve en punto. Por mucho que esperemos, nunca señalará las nueve y cinco.
La idea de que al final todos se salvan por aquello de San Pablo «Dios quiere que todos los hombres se salven» , requiere explicación.
Hay que distinguir entre el deseo de Dios y su decisión absoluta. El verbo utilizado aquí por San Pablo no implica eficacia absoluta, sino una voluntad que respeta la libertad de los hombres.
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Saludos en Cristo y Maria _________________ Entra en Corazón Católico |
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