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Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...

 
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Autor Mensaje
Orpam Saretnoc Laverz
Veterano


Registrado: 10 Oct 2005
Mensajes: 2474

MensajePublicado: Jue Mar 08, 2007 10:56 am    Asunto: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

Uno de los santos de hoy, hombre sacerdote, Cardenal de la Santa Iglesia Católica, ¿por qué no místico? nos dice:

Cuando la vida cristiana se considera en su integridad, nos percatamos de que en ella hay lugar para innumerables gestos de paz. M. Martini

Los hombres rectos de corazón si no son ya santos pueden llegar a serlo. Tú y yo y otros también ¿o no?

La paz no se puede basar en la violación de los derechos o en la renuncia a los mismos, es decir en la injusticia. Michael Sabbah

Cógete el tiempo para amar y ser amado. Cógete el tiempo para reír porque la risa es la música del alma.Romano Battaglia

En la medida en que el amor crece en ti, crece también tu belleza, porque el amor es la belleza del alma. (San Agustín)
Esto dedicado hoy especialmente a las mujeres, a cada una de ellas.

Y, os felicito por haber abierto este foro.

Un teólogo actual ha dicho: "El cristiano de hoy o será místico o no lo será" si no son palabras exactas sí dicen el contenido del pensamiento del autor.

Lucrecia, con ideas de tanto deseo de santidad y de orar como lo hacían los grandes místicos, buscándote un moderador con inquietudes, ¡qué bien irá el foro!
¡Felicidades a ti hoy especialmente, amiga mía mexicana!

Orpam Saretnoc Laverz
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Leandro del Santo Rosario
Moderador
Moderador


Registrado: 24 Mar 2006
Mensajes: 3567
Ubicación: Buenos Aires, Argentina.

MensajePublicado: Jue Mar 08, 2007 5:56 pm    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

Los santos fueron lo que nosotros somos ahora, y nosotros seremos lo que ellos son ahora, decía San Antonio María Claret.

Claro que hay santos ahora, ¡nosotros debemos ser esos santos!

Y cada vez vendrán santos unos más grandes que otros, santos de una heroicidad como la que se necesita para estos tiempos. Ya lo profetizó San Luis de Montfort sobre los santos de los últimos tiempos, en el Tratado:
Cita:
47. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo –y muy pronto– porque el Altísimo y su santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos. Así fue revelado a un alma santa cuya vida escribió de Renty.


¿Y si nos decidimos a ser nosotros esos santos?
_________________

+ Si rezas el rosario diario o tienes el firme propósito de comenzar esta práctica de vida de santidad, únete al grupo en el Facebook: http://www.facebook.com/group.php?gid=65358051689 +++ A.M.D.G.
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Alondra
Esporádico


Registrado: 06 Mar 2007
Mensajes: 54

MensajePublicado: Lun Mar 12, 2007 4:29 am    Asunto: SANTOS
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

pOR SUPUESTO que hoy hay muchos santos, estamos rodeados de ellos y no los reconocemos, porque creemos que no tienen que tener defectos y que deben ser perfectos.

Todo aquel que vive en estado de gracia es santo

Lo otro, es la perfección, a la que también estamos llamados. Sed perfectos como mi Padre es perfecto, nos dice Jesús.

Que el Señor nos bendiga.
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José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Lun Mar 12, 2007 10:21 pm    Asunto: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

[quote="Leandro del Santo Rosario"]Los santos fueron lo que nosotros somos ahora, y nosotros seremos lo que ellos son ahora, decía San Antonio María Claret.

Cita:
Cita:
Claro que hay santos ahora, ¡nosotros debemos ser esos santos![/
quote]

Y cada vez vendrán santos unos más grandes que otros, santos de una heroicidad como la que se necesita para estos tiempos. Ya lo profetizó San Luis de Montfort sobre los santos de los últimos tiempos, en el Tratado:
Cita:
47. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo –y muy pronto– porque el Altísimo y su santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos. Así fue revelado a un alma santa cuya vida escribió de Renty.


¿Y si nos decidimos a ser nosotros esos santos?


"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"

Que bueno Leandro, mucho entusiasmo, que ya casi llegamos a mucha fe.
Cita:
Claro que hay santos ahora, ¡nosotros debemos ser esos santos![/

Y es que ese debe de ser el pensamiento de todo Cristiano Hijo de Dios, todos somos llamados a eso, especialmente aquellos que estamos en la mira de muchos y del mismo demonio, pues por eso nos critican tanto y por eso busca tentarnos tanto el demonio.

Nosotros estamos llamados ser santos, pero eso solo depende de la obra, gracia y misericordia de Dios, encontre una definición o concepto de Misticismo, la copié y se las envío:
Estado de la persona que se dedica mucho a Dios o a las cosas espirituales.
Estado extraordinario de perfección religiosa, que consiste esencialmente en cierta unión inefable del alma con Dios por el amor, y va acompañado accidentalmente de éxtasis y revelaciones.Doctrina religiosa y filosófica que enseña la comunicación inmediata y directa entre el hombre y la divinidad, en la visión intuitiva o en el éxtasis.

Me llamó mucho la atención lo que he subrayado y puesto en "negrito".

Por otro, lado encontre también un concepto planteado por el sacerdote Jordi Rivero:
"El estado sobrenatural del alma en que Dios es conocido mas allá de lo que alcanzan los méritos y técnicas humanas."

Y agrega el mismo Padre Rivero:
Los místicos experimentan a Dios de manera personal e inmediata. Siempre es fruto de una gracia divina, especial y completamente inmerecida. Pero Dios no se impone sino que espera nuestra apertura a sus invitaciones. Son pocos los que están dispuestos a las purificaciones y compromisos que el amor requiere.

Pero también tenemos que que tener mucho cuidado para no confundirnos y que no nos vayan a confundir, pues existe el
Misticismo Cristiano vs. Misticismo oriental
El misticismo cristiano se diferencia esencialmente del no cristiano. Reconoce que la realidad a la que asciende transciende al alma y al cosmos. No confunde el "yo" con el "tu" ni el alma con Dios. Mantiene una profunda humildad ante la infinita Majestad de Dios. En el misticismo cristiano toda unión entre Dios y el alma es una unión moral de amor, dedicada a su voluntad a cualquier costo personal. La persona no se diluye en Dios, no desaparece.

Por supuesto tampoco es nada fácil, los misticos son personas normales que algo que los caracteriza es que no buscan reconocimiento ni impresionar con apariencias externas. Se les conoce mas bien por su equilibrio en su persona humana, sus frutos al servicio del Señor y sus virtudes.

Pero van mas lejos y mas cerca de Dios y resalto lo mas importante para mi en color rojo y sombreado:
Destacan por su obediencia total a sus superiores y a la Iglesia en medio de las pruebas, humildad, sacrificio, caridad, servicio, capacidad de abrazar la cruz en la vida diaria... El místico no vive siempre en la consolación. Mas bien sabe mantenerse fiel en grandes pruebas, a veces rechazado por todos, incluso sintiéndose en la oscuridad, rechazados por Dios.
La máxima experiencia mística es precisamente la de Jesús en la Cruz, solo abandonado, a eso es realmente a lo que somos llamados los veraderso hijos de Dios, todo lo demás puede ser cualquier cosa menos hijo de Dios.
Se me viene a la mente: toma tu cruz de cada día, niegate a ti mismo y sigueme(haz lo que yo hago, lo que yo hice, mori por ti, por mi , por todos)
La mística auténtica nunca es evasión de la realidad sino al contrario.
Tenemos que vivir nuestra realidad tal como Dios nos la presenta y no como yo quisiera que fuese, aceptar la voluntad de Él.

En estos temas me gusta siempre ser positivo, pero fijense bien y leanlo dtenidamente:
Los falsos místicos aparentan gran santidad y experiencias sobrenaturales para buscar atención. Caen en la trampa del demonio y arrastran a otros.

Por eso escribí líneas atras, que debemos ser cuidadosos y no dejarnos engañar.
LOs riesgos y peligros son muchos y aquí se cumple otro mandamiento muy importante: amaras a tu projimo como a ti mismo.
Amar es indicar o hacer ver los riesgos posibles de una tentación, además por supuesto de todo lo demás y por supuesto la disposición del otro de prestar oídos a esos llamados, llamados que deben de ser con amor, como el amor que nos demostró Jesucristo muriendo en esa cruz de vida y no de muerte.
Mauriciop
"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo"(San Agustín)
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Adrián Castillo Salinas
Nuevo


Registrado: 16 Feb 2007
Mensajes: 18

MensajePublicado: Jue Mar 15, 2007 12:56 am    Asunto: Creo que hay Santos
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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El amor aumentara en mi, en la medida que deje entrar a Cristo en mi Corazón.


Yo.
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ACS
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Leandro del Santo Rosario
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Registrado: 24 Mar 2006
Mensajes: 3567
Ubicación: Buenos Aires, Argentina.

MensajePublicado: Sab Mar 17, 2007 7:05 am    Asunto: Re: SANTOS
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

Alondra escribió:
pOR SUPUESTO que hoy hay muchos santos, estamos rodeados de ellos y no los reconocemos, porque creemos que no tienen que tener defectos y que deben ser perfectos.

Todo aquel que vive en estado de gracia es santo

Lo otro, es la perfección, a la que también estamos llamados. Sed perfectos como mi Padre es perfecto, nos dice Jesús.

Que el Señor nos bendiga.


¡Oh, no es cierto, santidad = perfección!
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José Mauricio Altamirano
Constante


Registrado: 30 Nov 2005
Mensajes: 740

MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 3:13 pm    Asunto: Re: SANTOS
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

[quote="Leandro del Santo Rosario"]
Alondra escribió:
pOR SUPUESTO que hoy hay muchos santos, estamos rodeados de ellos y no los reconocemos, porque creemos que no tienen que tener defectos y que deben ser perfectos.

Todo aquel que vive en estado de gracia es santo

Lo otro, es la perfección, a la que también estamos llamados. Sed perfectos como mi Padre es perfecto, nos dice Jesús.

Que el Señor nos bendiga.


¡Oh, no es cierto, santidad = perfección![/quote]
"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"
Estimado leandro: desde que leí esta frase tuya me quede con la inquietud de hacerte un comentario al respecto, pero realmente no había encpntrado las palabras adecuadas, peroe ste día leí un artículo del Padre Cipriano Sanchez en la web de catholic.net en la refelexión diaria y aunque el mismo artículo me a dejado una duda a mi persona, la cual ya se la envié al Padre Cipriano, pude encontrar las palabras que estaba buscando sobre tu frase: ¡Oh, no es cierto, santidad = perfección![/

El artículo en mención esta bajo el titulo: [size=12]¿Quien es Cristo para mí?[/size]
Y el Padre Cipriano manifiesta lo siguiente:
[size=12]El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.

Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.

Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.
[/size]

Y añade el padre Cipriano:
¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?
[size=12]
[/size]
Saludos fraternos
Mauricio
"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo"(San Agustín)
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Alondra
Esporádico


Registrado: 06 Mar 2007
Mensajes: 54

MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 12:38 am    Asunto: sER SANTOS
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando


¡Oh, no es cierto, santidad = perfección!
, me contesta Leandro.

Sigo pensando distinto, los que vivimos en gracia de Dios somos santos. Es lo que me dijo un querido sacerdote no hace mucho, y esto lo hago mio.

Lo hago mio porque si pienso en un Pedro, Tomás, Pablo, que fueron como fueron, pecadores, uno negó a Cristo, el otro no creyó en ´su resurrección y el último, un perseguidor de Cristo. Los tres se arrepintieron y aunque pecadores, eran discípulos de Jesús, y para nada fueron perfectos.

Por otra parte, habría que ver también que se entiende por perfecto. Yo lo entiendo como el que no tiene falta, defecto, pecado, etc. Quién podría tirar la primera piedra?.

Asimismo, creo que es santo todo aquel que sinceramente busca conocer y hacer la voluntad de Dios, el que se entrega a El, entrega su vida y da testimonio en el mundo.

Bueno, esta es mi opinión.
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Leandro del Santo Rosario
Moderador
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Registrado: 24 Mar 2006
Mensajes: 3567
Ubicación: Buenos Aires, Argentina.

MensajePublicado: Vie Abr 20, 2007 1:36 pm    Asunto: Re: sER SANTOS
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

Alondra escribió:

¡Oh, no es cierto, santidad = perfección!
, me contesta Leandro.

Sigo pensando distinto, los que vivimos en gracia de Dios somos santos. Es lo que me dijo un querido sacerdote no hace mucho, y esto lo hago mio.

Lo hago mio porque si pienso en un Pedro, Tomás, Pablo, que fueron como fueron, pecadores, uno negó a Cristo, el otro no creyó en ´su resurrección y el último, un perseguidor de Cristo. Los tres se arrepintieron y aunque pecadores, eran discípulos de Jesús, y para nada fueron perfectos.

Por otra parte, habría que ver también que se entiende por perfecto. Yo lo entiendo como el que no tiene falta, defecto, pecado, etc. Quién podría tirar la primera piedra?.

Asimismo, creo que es santo todo aquel que sinceramente busca conocer y hacer la voluntad de Dios, el que se entrega a El, entrega su vida y da testimonio en el mundo.

Bueno, esta es mi opinión.


Querida Alondra:

Tú has hecho una distinción entre santidad y perfección. Primero veamos qué nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica:

Cita:
2013 «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». (LG 40). Todos son llamados a la santidad: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48 ):

Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos. (LG 40).


Y más:

Cita:
825 «La Iglesia, en efecto, ya en la Tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta» (LG 48 ) En sus miembros, la santidad perfecta está todavía por alcanzar: «Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados, cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre» (LG 11).


¡La Iglesia da por sentado que es lo mismo santidad que perfección! Esto me recuerda la distinción protestante que hacen algunos hermanos entre orar y rezar, de modo que orar es más elevado y rezar es repetir oraciones como el Padrenuestro... ¡cuando la Iglesia enseña que rezar y orar es lo mismo, y que el Padrenuestro es la oración más perfecta!

El peligro que entraña esta distinción entre santidad y perfección es que es acomodaticio, ¡y eso va en contra del llamado a la santidad, que es un llamado a la radicalidad evangélica, no es acomodarse en un rincón a ver cómo pasan los grandes santos marchando!

Santidad = perfección Very Happy

Reza el rosario diario, Alondra Wink
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Juana Perez
Esporádico


Registrado: 05 Abr 2007
Mensajes: 79
Ubicación: Argentina

MensajePublicado: Dom Abr 22, 2007 6:56 am    Asunto: Re: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

[quote="José Mauricio Altamirano"]
Leandro del Santo Rosario escribió:
Los santos fueron lo que nosotros somos ahora, y nosotros seremos lo que ellos son ahora, decía San Antonio María Claret.

Cita:
Cita:
Claro que hay santos ahora, ¡nosotros debemos ser esos santos![/
quote]

Y cada vez vendrán santos unos más grandes que otros, santos de una heroicidad como la que se necesita para estos tiempos. Ya lo profetizó San Luis de Montfort sobre los santos de los últimos tiempos, en el Tratado:
Cita:
47. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo –y muy pronto– porque el Altísimo y su santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos. Así fue revelado a un alma santa cuya vida escribió de Renty.


¿Y si nos decidimos a ser nosotros esos santos?


"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"

Que bueno Leandro, mucho entusiasmo, que ya casi llegamos a mucha fe.
Cita:
Claro que hay santos ahora, ¡nosotros debemos ser esos santos![/

Y es que ese debe de ser el pensamiento de todo Cristiano Hijo de Dios, todos somos llamados a eso, especialmente aquellos que estamos en la mira de muchos y del mismo demonio, pues por eso nos critican tanto y por eso busca tentarnos tanto el demonio.

Nosotros estamos llamados ser santos, pero eso solo depende de la obra, gracia y misericordia de Dios, encontre una definición o concepto de Misticismo, la copié y se las envío:
Estado de la persona que se dedica mucho a Dios o a las cosas espirituales.
Estado extraordinario de perfección religiosa, que consiste esencialmente en cierta unión inefable del alma con Dios por el amor, y va acompañado accidentalmente de éxtasis y revelaciones.Doctrina religiosa y filosófica que enseña la comunicación inmediata y directa entre el hombre y la divinidad, en la visión intuitiva o en el éxtasis.

Me llamó mucho la atención lo que he subrayado y puesto en "negrito".

Por otro, lado encontre también un concepto planteado por el sacerdote Jordi Rivero:
"El estado sobrenatural del alma en que Dios es conocido mas allá de lo que alcanzan los méritos y técnicas humanas."

Y agrega el mismo Padre Rivero:
Los místicos experimentan a Dios de manera personal e inmediata. Siempre es fruto de una gracia divina, especial y completamente inmerecida. Pero Dios no se impone sino que espera nuestra apertura a sus invitaciones. Son pocos los que están dispuestos a las purificaciones y compromisos que el amor requiere.

Pero también tenemos que que tener mucho cuidado para no confundirnos y que no nos vayan a confundir, pues existe el
Misticismo Cristiano vs. Misticismo oriental
El misticismo cristiano se diferencia esencialmente del no cristiano. Reconoce que la realidad a la que asciende transciende al alma y al cosmos. No confunde el "yo" con el "tu" ni el alma con Dios. Mantiene una profunda humildad ante la infinita Majestad de Dios. En el misticismo cristiano toda unión entre Dios y el alma es una unión moral de amor, dedicada a su voluntad a cualquier costo personal. La persona no se diluye en Dios, no desaparece.

Por supuesto tampoco es nada fácil, los misticos son personas normales que algo que los caracteriza es que no buscan reconocimiento ni impresionar con apariencias externas. Se les conoce mas bien por su equilibrio en su persona humana, sus frutos al servicio del Señor y sus virtudes.

Pero van mas lejos y mas cerca de Dios y resalto lo mas importante para mi en color rojo y sombreado:
Destacan por su obediencia total a sus superiores y a la Iglesia en medio de las pruebas, humildad, sacrificio, caridad, servicio, capacidad de abrazar la cruz en la vida diaria... El místico no vive siempre en la consolación. Mas bien sabe mantenerse fiel en grandes pruebas, a veces rechazado por todos, incluso sintiéndose en la oscuridad, rechazados por Dios.
La máxima experiencia mística es precisamente la de Jesús en la Cruz, solo abandonado, a eso es realmente a lo que somos llamados los veraderso hijos de Dios, todo lo demás puede ser cualquier cosa menos hijo de Dios.
Se me viene a la mente: toma tu cruz de cada día, niegate a ti mismo y sigueme(haz lo que yo hago, lo que yo hice, mori por ti, por mi , por todos)
La mística auténtica nunca es evasión de la realidad sino al contrario.
Tenemos que vivir nuestra realidad tal como Dios nos la presenta y no como yo quisiera que fuese, aceptar la voluntad de Él.

En estos temas me gusta siempre ser positivo, pero fijense bien y leanlo dtenidamente:
Los falsos místicos aparentan gran santidad y experiencias sobrenaturales para buscar atención. Caen en la trampa del demonio y arrastran a otros.

Por eso escribí líneas atras, que debemos ser cuidadosos y no dejarnos engañar.
LOs riesgos y peligros son muchos y aquí se cumple otro mandamiento muy importante: amaras a tu projimo como a ti mismo.
Amar es indicar o hacer ver los riesgos posibles de una tentación, además por supuesto de todo lo demás y por supuesto la disposición del otro de prestar oídos a esos llamados, llamados que deben de ser con amor, como el amor que nos demostró Jesucristo muriendo en esa cruz de vida y no de muerte.
Mauriciop
"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo"(San Agustín)


José Mauricio:
Como te llama la atención lo que copiás en negrita, te quería contar que Santa Teresa hace una clasificación que hoy en día mas o menos se mantiene, porque las posteriores son variaciones sobre lo mismo.
Oración de quietud, entera unión, éxtasis y matrimonio espiritual, siendo las tres primeras la misma gracia con diferente intensidad y la cuarta de naturaleza distinta. Está bien explicado en esta página de la Iglesia norteamericana, sólo que en inglés.
http://www.newadvent.org/cathen/04324b.htm
Las tres primeras también se alternan unas con otras, pero es perfectamente posible y se me ocurre lo mas común, la experiencia mística sin éxtasis.

Respecto del concepto de Rivero que está en rojo opino que es antiguo considerar la mística un estado sobrenatural o de suprasalud, etc.
Coincido, por supuesto en que se trata de una gracia absolutamente inmerecida y una experiencia que supera a la creencia, que es del orden de lo racional o intelectual.
El misticismo oriental busca la fusión del yo personal a las divinidades, por lo tanto un "despegue" de la realidad terrenal.
En el cristianismo, en cambio, el yo personal no se diluye en Dios, sino que se "achica" a un rinconcito de alma para dejar a la Trinidad el mayor espacio posible y sea ella la que actúe a través nuestro.
No hay lugar para Dios sin nuestra humildad, pero las identidades permanecen separadas, sin fundirse en una sola.
El misticismo oriental es un camino de ida, el cristiano es de doble vía, hay que "subir" y "bajar" constatemente porque el Reino se construye aquí.
Estoy muy de acuerdo en que los místicos somos personas normales, con "bajo perfil", de pocas palabras y bastante acción. Pero el "motor" no es nuestro.
San Agustín decía algo así como que sus méritos eran de Dios, sólo sus defectos, errores o pecados eran propios. Y no es un ejercicio de modestia, esto para el místico es algo totalmente REAL.
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Alondra
Esporádico


Registrado: 06 Mar 2007
Mensajes: 54

MensajePublicado: Lun Abr 30, 2007 4:24 am    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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Es muy bueno saber que siendo llamados a ser santos, todos podemos serlo si nos decidimos a seguir a Jesucristo, nuestro modelo, Camino, Verdad y Vida. La santidad la veo como un caminar decidido en discernir en la vida de cada uno, cuál es Su Voluntad, para mi, para ti, para él. Y una vez conocida por mi, ser generosos en aceptarla y cumplirla. Ello nos llevará a una diaria conversión, transformación, por lo tanto, en este caminar nos iremos perfeccionando para asemejarnos a El, para llegar a ser como El, teniendo en cuenta que Dios es el único perfecto. Estoy bien, Leandro, no? Smile
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susanaines
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Registrado: 29 Sep 2006
Mensajes: 16

MensajePublicado: Sab Jun 02, 2007 10:26 pm    Asunto: P.Cantalamessa , vale la pena leerlo , un regalo para todos
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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P.Rainiero Cantalamessa- Adviento 2003 en la Casa Pontificia

Reflexiones sobre la santidad cristiana a la luz de la experiencia de Madre Teresa de Calcuta


Santo Padre, venerables Padres, hermanos y hermanas :

(......)
. Las buenas inspiraciones

Pero ahora debemos acordarnos de la máxima de los antiguos a propósito del culto a los santos: «Imitari non pigeat quod celebrare delectat»: no debemos dejar de imitar lo que nos agrada celebrar [5]. El caso de Madre Teresa nos recuerda una cosa esencial para nuestra santificación: la importancia de obedecer las inspiraciones. Esto no es algo que se deba practicar una sola vez en la vida. A la primera, decisiva llamada de Dios, le siguen muchas otras invitaciones discretas que llamamos las buenas inspiraciones. De la docilidad a éstas depende todo nuestro progreso espiritual.

Se entiende fácilmente por qué la fidelidad a las inspiraciones es el camino más breve y más seguro a la santidad. Esta no es obra del hombre; no basta por ello tener un programa de perfección bien claro para poder llevarlo a cabo progresivamente. No existe un modelo de perfección idéntico para todos. Dios no hace santos en serie, no ama la clonación. Cada santo es una invención inédita del Espíritu. Dios puede pedir a un santo lo opuesto de lo que pide a otro. ¿Qué hay de común, para seguir en tiempos próximos a nosotros, entre Escrivá de Balaguer y Madre Teresa? Sin embargo, los dos son santos para la Iglesia.

No sabemos por lo tanto desde el principio cuál es en concreto la santidad que Dios quiere de cada uno de nosotros; sólo Dios la conoce y nos la desvela según avanza el camino. Con ello consigue que para alcanzar la santidad el hombre no pueda limitarse a seguir las reglas generales que valen para todos. Debe entender lo que Dios le pide a él y solamente a él. Pensemos en qué habría ocurrido si José de Nazareth se hubiera limitado a seguir fielmente las reglas de santidad entonces conocidas, o si Madre Teresa se hubiera obstinad en observar las reglas canónicas vigentes en los institutos religiosos. Lo que Dios quiere en particular de cada uno se descubre a través de los acontecimientos de la vida, de la palabra de la Escritura, de la orientación del director espiritual; pero el medio principal y ordinario son precisamente las inspiraciones de la gracia. Estas son las solicitudes interiores del Espíritu en lo profundo del corazón a través de las cuales Dios no sólo da a conocer lo que pide, sino que al mismo tiempo comunica la fuerza necesaria para realizarlo si la persona acepta.

Las buenas inspiraciones tienen algo en común con la inspiración bíblica, dejando a un lado naturalmente la autoridad y el alcance que son esencialmente diferentes. «Dios dijo a Abraham...», «el Señor habló a Moisés»: este hablar del Señor no era, desde el punto de vista de la fenomenología, distinto del que sucede en las inspiraciones de la gracia. La voz de Dios, incluso en el Sinaí, no resonaba en el exterior, sino dentro del corazón en forma de claridad, de impulsos, originados por el Espíritu Santo. Los Diez Mandamientos no fueron grabados por el dedo de Dios en piedra, sino en el corazón de Moisés, quien después los grabó en piedra. «Hombres movidos por el Espíritu Santo han hablado de parte de Dios»(2 P 1, 21); eran ellos los que hablaban, pero movidos por el Espíritu Santo; repetían con la boca lo que oían en el corazón.

Toda fidelidad a una inspiración es recompensada por inspiraciones cada vez más frecuentes y más fuertes. Es como si el alma se entrenara para llegar a una percepción cada vez más clara de la voluntad de Dios y a una mayor facilidad para cumplirla.

4. El discernimiento de los espíritus

El problema más delicado respecto a las inspiraciones ha sido siempre el de discernir las que vienen del Espíritu de Dios de las que vienen del espíritu del mundo, de las propias pasiones o del espíritu maligno.

El tema del discernimiento de los espíritus ha sufrido en los siglos una notable evolución. Al principio, se concebía como el carisma que servía para distinguir, entre las palabras, oraciones y profecías pronunciadas en la asamblea, cuáles procedían del Espíritu de Dios y cuáles no. A continuación, ello sirvió sobre todo para discernir las propias inspiraciones y para guiar las propias elecciones. La evolución no es arbitraria; se trata de hecho del mismo don, si bien aplicado a objetos diferentes.

Existen criterios de discernimiento que podríamos llamar objetivos. En el terreno doctrinal, éstos se resumen para Pablo en el reconocimiento de Cristo como Señor: «Nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: “¡Anatema es Jesús!”; y nadie puede decir: “¡Jesús es el Señor! sino con el Espíritu Santo”» (1 Cor 12, 3); para Juan se resumen en la fe en Cristo y en su encarnación: «Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis reconocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios» (1 Jn 4, 1-3).

En el terreno moral, un criterio fundamental viene de la coherencia del Espíritu de Dios consigo mismo. Este no puede pedir algo que sea contrario a la voluntad divina, como se expresa en la Escritura, en la enseñanza de la Iglesia y en los deberes del propio estado. Una inspiración divina jamás pedirá realizar actos que la Iglesia considera inmorales, por muchos aparentes argumentos contrarios a la carne que sea capaz de sugerir en estos casos; por ejemplo, que Dios es amor y por ello todo lo que se hace por amor es de Dios.

Si un religioso desobedece a sus superiores, aún con un objetivo loable, ciertamente no sería una inspiración de la gracia, porque la primera inspiración que Dios manda es precisamente la de obedecer. Madre Teresa esperó pacientemente a que la autoridad eclesiástica reconociera su inspiración antes de ponerla por obra.

A veces, sin embargo, estos criterios objetivos no bastan porque la elección no es entre el bien y el mal, sino entre un bien y otro bien, y se trata de ver qué es lo que Dios quiere en una circunstancia precisa. Fue sobre todo para responder a esta exigencia que San Ignacio de Loyola desarrolló su doctrina sobre el discernimiento.

Él invita a observar las intenciones (los «espíritus») que están detrás de una elección y las reacciones que ésta provoca [6]. Se sabe que lo que viene del Espíritu Santo lleva consigo alegría, paz, tranquilidad, dulzura, sencillez, luz. Lo que proviene del espíritu del mal, en cambio, lleva consigo tristeza, turbación, agitación, inquietud, confusión, tinieblas. El Apóstol lo aclara contraponiendo entre sí los frutos de la carne (enemistades, discordia, celos, disensiones, divisiones, envidias) y los frutos del Espíritu, que son sin embargo amor, alegría, paz... (Cf. Gal 5, 19-22).

En la práctica las cosas, es verdad, son más complejas. Una inspiración puede venir de Dios y, pese a ello, causar una gran turbación. Pero esto no se debe a la inspiración, que es dulce y pacífica como todo lo que proviene de Dios; nace más bien de la resistencia a la inspiración. También un río sereno, si encuentra obstáculos, provoca remolinos. Si la inspiración es acogida, el corazón se encuentra inmediatamente en una paz profunda. Dios recompensa cada pequeña victoria en este campo, haciendo sentir al alma su aprobación, que es la alegría más pura que existe en el mundo.

5. Dejarse guiar por el Espíritu

El fruto concreto de esta meditación debe ser una renovada decisión a confiarnos en todo y para todo a la guía interior del Espíritu Santo, como en un tipo de «dirección espiritual». Si acoger las inspiraciones es importante para todo cristiano, es vital para quien tiene tareas de gobierno en la Iglesia. Sólo así se permite al Espíritu de Cristo que guíe Él mismo su Iglesia a través de sus representantes humanos. No es necesario que en una nave todos los pasajeros estén con la oreja pegada a la radio de a bordo para recibir indicaciones sobre la ruta, eventuales icebergs y las condiciones meteorológicas, pero es indispensable que lo estén los encargados. De una «inspiración divina» valientemente acogida por el Papa Juan XXIII nació el Concilio Vaticano II y nacieron en tiempos más cercanos a nosotros muchos otros gestos proféticos.

Es esta necesidad de la guía del Espíritu Santo lo que ha inspirado las palabras del Veni Creator: Ductore sic te praevio vitemus omne noxium: «contigo como guía evitaremos todo mal». En su Tríptico Romano, el Santo Padre retoma esta palabra cuando, hablando del momento de elegir al sucesor de Pedro, pone en la boca de los presentes la oración: «Tú que penetras todo --¡indica!».

Debemos abandonarnos todos al Maestro interior que nos habla sin ruido de palabras. Como buenos actores, debemos tener el oído atento, en las grandes y en las pequeñas ocasiones, a las voz de este apuntador escondido, para recitar fielmente nuestra parte en la escena de la vida.

Es más fácil de lo que se piensa, porque Él nos habla dentro, nos enseña cada cosa, nos instruye sobre todo. «Y en cuanto a vosotros –nos asegura Juan--, la unción que de Él habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe; su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentirosa» (1 Jn 2, 27). Basta a veces con una simple ojeada interior, un movimiento del corazón, un instante de recogimiento y de oración. Con las palabras de una conocidísima oración litúrgica pedimos a Dios, por intercesión de la Beata Teresa de Calcuta, el don de reconocer y seguir sus inspiraciones divinas como las siguió ella: «Actiones nostras, quesumus Domine, aspirando preveni et adjuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat et per te cepta finiatur» [7]. «Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que toda nuestra actividad tenga en ti su inicio y en ti su cumplimiento. Por Cristo Nuestro Señor».

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susanaines
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Registrado: 29 Sep 2006
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MensajePublicado: Dom Jun 10, 2007 2:35 pm    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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Gracias por lo que nos transcribes de Caussade, no lo conocía , procuraré leerlo.
Es verdad cuando el Señor te elige y te convierte todo sucede a veces a pesar tuyo, es una maravilla , aún sin saber nada de nada ÉL te guía , te conduce, y se hace verdad lo que se nos dice (no recuerdo en cuál salmo) "el Señor me instruye de noche y de día".Por eso" venid almas sencillas..."

Bendiciones para todos Alabado sea el Santísimo sacramento del altar, Jesús ,gloria a Tí por siempre!
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Maria_Ines
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MensajePublicado: Mar Nov 13, 2007 7:04 am    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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... el camino de la santidad cada vez lo veo más sencillo. Más bien me parece que consiste en ir quitando cosas, que en ponerlas. Más bien se va reduciendo a sencillez que complicando con cosas nuevas.

No hace falta para ser grandes santos grandes cosas, basta el hacer grandes las cosas pequeñas... / ... Dios me puede hacer tan santo pelando patatas que gobernando un imperio."

Beato Rafael Arnáiz
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Orpam Saretnoc Laverz
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MensajePublicado: Mar Nov 13, 2007 8:38 am    Asunto: Gracias amigos
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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Amigos foreros de todas partes del mundo, precisamente ayer viendo rápidamente unos foros me encontré con este tema que me gustaba cuando lo puse y sigue gustándome mucho ahora. Es como ¡un aire fresco que rejuvenece el alma!
Y, me encuentro con todas vuestras aportaciones. Procuraré fijarme bien en todas ellas. Pero ahora quiero decir a María Inés que lo que dices tú es precisamente lo que hoy en un librito de la Misa de cada día decía el comentarista a la Palabra de Dios de hoy en la Liturgia Eucarística.

O sea, las cosas pequeñas, las cosas importantes, todas, nos han de llevar a Dios.

Es la esencia resumen de hoy en la liturgia. ¡Estupendo! si nos lleva todo a Dios a Él le encontramos y estando con Él estaremos en su Gracia, seremos santos, aunque lo ignoremos. ¡Es estupendo!

Orpam Saretnoc Laverz
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Leandro del Santo Rosario
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Registrado: 24 Mar 2006
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MensajePublicado: Mar Nov 13, 2007 12:46 pm    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
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De Las tres edades de la vida interior, primera parte (Las fuentes de la vida interior y su fin), del P. Garrigou-Lagrange, O.P.:

Cita:
«Así es en verdad la vida de los santos. A ella estamos todos llamados, ya que lo estamos a la vida del cielo donde no ha de haber más que santos. Para conseguirla, preciso es santificar todos los actos del día, acordándonos que sobre la continuidad de los pequeños hechos cotidianos, agradables o penosos, previstos o imprevistos, corre la serie paralela de las gracias actuales, que en cada instante se nos ofrecen, para sacar de esos hechos insignificantes gran provecho espiritual. Si en ello paramos mientes, comprenderemos esos acontecimientos no sólo desde el punto de vista del sentido, o de nuestra razón, muchas veces desviada por el amor propio, sino desde el punto de vista sobrenatural de la fe. Entonces esas menudas acciones de cada día serán como breves lecciones que nos da el Señor, la aplicación práctica del Evangelio, y poco a poco entre él y nosotros se establecerá una conversación casi ininterrumpida que será la verdadera vida interior y como la vida eterna comenzada.»


(Capítulo octavo: La perfección cristiana. Su verdadera naturaleza.)
_________________

+ Si rezas el rosario diario o tienes el firme propósito de comenzar esta práctica de vida de santidad, únete al grupo en el Facebook: http://www.facebook.com/group.php?gid=65358051689 +++ A.M.D.G.
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Orpam Saretnoc Laverz
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Mensajes: 2474

MensajePublicado: Mie Nov 14, 2007 11:32 am    Asunto: Gracias amigo
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

Ayer cuando envié el mensaje me di cuenta de que era el día de su santo patrono, y como todos los santos tienen octava te felicito hoy, al día siguiente, con todo el corazón.
La cita de Garrigou "muy oportuna" y nada larga.
Espero que mi respuesta a enriqueellena en Familias tenga suerte, pues ha desaparecido. Si tienes influencia ¡a ver si la recuperas!
Feliz día amigo.

Orpam Saretnoc Laverz
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Leandro del Santo Rosario
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Ubicación: Buenos Aires, Argentina.

MensajePublicado: Mie Nov 14, 2007 1:10 pm    Asunto:
Tema: Leandro creo que hay santos hoy, ahora, aquí...
Responder citando

¡Gracias! Very Happy

Hay más del P. Garrigou-Lagrange Smile

Cita:
«La fidelidad es necesaria, además, para merecer y obtener el crecimiento, en nosotros, de esa vida de la gracia que debe ir en aumento hasta nuestra entrada en el cielo, ya que somos viajeros en ruta hacia la eternidad, a la que nos acercamos mientras crecemos en el amor de Dios.

De ahí la necesidad de santificar todas y cada una de nuestras acciones, aun las más ordinarias, realizándolas con pureza de intención, por motivos sobrenaturales y en unión con Nuestro Señor. Si fuéramos así, fieles desde la mañana hasta la noche, cada una de nuestras jornadas terminaría henchida de centenares de actos meritorios, de cientos de actos de amor a Dios y al prójimo, en los momentos agradables o penosos; y al declinar de cada día, nuestra unión con el Señor sería más íntima y más inquebrantable. Muchas veces se ha repetido: Nada hay más práctico, más eficaz, más al alcance de todos, para santificarse, que sobrenaturalizar así cada uno de nuestros actos, ofreciéndolos con nuestro Señor a Dios, para su gloria y para el bien de las almas.»

(Capítulo III: Del organismo espiritual.)


Y el secreto está en hacerlo con María, por María, en María y a través de Ella. El mismo P. Garrigou-Lagrange dedica capítulos en su obra a la necesidad fundamental de la devoción y consagración mariana para el místico. ¡A Cristo por María! Very Happy El místico auténtico vive en María y reza con el santo de Montfort: «Salvador mío amadísimo: antes morir que vivir sin ella... Mil y mil veces como Juan ante la cruz he aceptado a María como tu don más precioso (...)» San Luis María Grignión de Montfort, en la Consagración de sí mismo a Jesucristo la Sabiduría Encarnada por medio de María, reza: «En presencia de toda la Iglesia, te reconozco ahora, por mi Madre y Soberana; te ofrezco y consagro mi persona, mi vida y el valor de mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras; dispón de mí y de cuanto me pertenece para la mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad. Madre del Señor, acepta mi oblación y preséntala a tu Hijo: si Él me redimió con tu colaboración, debe ahora recibir de tu mano el don total de mí mismo.»


He hecho una selección de textos que desarrollan esto en el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María, de San Luis María:

http://www.regnummariae.org/obras_san_luis/tratadodela.htm


Cita:
137. Además –como ya he dicho 2– no hay práctica que nos libere más fácilmente de cierto resabio de amor propio que se

desliza imperceptiblemente en las mejores acciones. Esta gracia insigne la concede Nuestro Señor en reconocimiento por el

acto heroico y desinteresado de entregarle, por las manos de su santísima Madre, todo el valor de las buenas acciones. Si ya

en este mundo da el céntuplo a los que por su amor dejan los bienes exteriores, temporales y perecederos (ver Mt 19,29), ¿qué

no dará a quienes sacrifican aun los bienes interiores y espirituales?



María purifica nuestras buenas obras, las embellece y hace aceptables a su Hijo divino


146. Por esta devoción entregamos a Nuestro Señor, por manos de su Madre santísima, todas nuestras buenas obras. Esta

bondadosa señora las purifica, embellece, presenta a Jesucristo y hace que su Hijo las acepte.

1. Las purifica de toda mancha de egoísmo y del apego aun imperceptible que se desliza insensiblemente en las mejores

acciones. Tan pronto como llegan a sus manos purísimas y fecundas, esas manos –jamás estériles ni ociosas y que purifican

todo cuanto tocan– limpian en lo que le ofrecemos todo lo que tenga de impuro o imperfecto.

147. 2. Las embellece, adornándolas con sus méritos y virtudes. Pensemos en un labrador cuya única riqueza fuera una manzana

y que deseara granjearse la simpatía y benevolencia del rey. ¿Qué haría? – Acudir a la reina y presentarle la manzana para

que ella la ofrezca al soberano. La reina acepta el modesto regalo, coloca la manzana en una grande y hermosa bandeja de oro

y la presenta al rey en nombre del labrador. En esta forma, la manzana, de suyo indigna de ser presentada al soberano, se

convierte en un obsequio digno de su Majestad gracias a la bandeja de oro y a la persona que la entrega 10.

148. 3. María presenta esas buenas obras a Jesucristo, no reserva para sí nada de lo que se le ofrece; todo lo presenta

fielmente a Jesucristo. Si la alabas y glorificas, inmediatamente Ella alaba y glorifica a Jesús. Si la ensalzas y bendices,

Ella –como cuando Santa Isabel la alabó– entona su cántico: Proclama mi alma la grandeza del Señor (Lc 1,46) 11.

149. 4. Por insignificante y pobre que sea para Jesucristo, Rey de reyes y Santo de los santos, el don que le presentas,

María hace que El acepte tus buenas obras. Pero quien por su cuenta y apoyado en su propia destreza y habilidad lleva algo a

Jesucristo, debe recordar que El examina el obsequio, y muchas veces lo rechaza por hallarlo manchado de egoísmo, lo mismo

que en otro tiempo rechazó los sacrificios de los judíos por estar llenos de voluntad propia (ver Hb 10,5-7).

Pero si, al presentar algo a Jesús, lo ofreces por las manos puras y virginales de su Madre amadísima, lo coges por su flaco

–si me permites la expresión–. El no mirará tanto el don que le ofreces cuanto a su bondadosa Madre que se lo presenta, ni

considerará tanto la procedencia del don cuanto a aquella que se lo ofrece.

Del mismo modo, María –jamás rechazada y siempre recibida por su Hijo– hace que su Majestad acepte con agrado cuanto le

ofrezcas, grande o pequeño; basta que María lo presente para que Jesús lo acepte y se complazca en el obsequio. El gran

consejo que San Bernardo daba a aquellos que dirigía a la perfección era éste: "Si quieres ofrecer algo a Dios, procura

presentarlo por las manos agradabilísimas y dignísimas de María, si no quieres ser rechazado" 12.

150. ¿No es esto, lo que la misma naturaleza inspira a los pequeños respecto a los grandes, como hemos visto? 13 ¿Por qué no

habría de enseñarnos la gracia a observar la misma conducta para con Dios, infinitamente superior a nosotros y ante quien

somos menos que átomos? Tanto más teniendo como tenemos una abogada tan poderosa, que jamás ha sido desairada; tan

inteligente, que conoce todos los secretos para conquistar el corazón de Dios; tan buena y caritativa, que no rechaza a nadie

por pequeño o malvado que sea. Más adelante expondré la historia de Jacob y Rebeca, la figura verdadera de lo que voy

diciendo 14.





Aconsejo vivamente a los hermanos también leer esto del mismo bellísimo librito, que iluminará más claramente la devoción mariana, para ser santos y para la vida eterna:


Cita:
3. DEBEMOS REVESTIRNOS DEL HOMBRE NUEVO, JESUCRISTO



78. Tercera verdad. Nuestras mejores acciones quedan, de ordinario, manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones

que hay en nosotros.

Cuando se vierte agua limpia y clara en una vasija que huele mal, o vino en una garrafa maleada por otro vino, el agua clara

y el buen vino se dañan y toman fácilmente el mal olor. Del mismo modo, cuando Dios vierte en nuestra alma, infectada por el

pecado original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus bienes se deterioran y dañan

ordinariamente a causa de la levadura de malas inclinaciones que el pecado ha dejado en nosotros. Y nuestras acciones, aun

las inspiradas por las virtudes más sublimes, se resienten de ello 13.

Es, por tanto, de suma importancia para alcanzar la perfección –que sólo se adquiere por la unión con Jesucristo 14–

liberarnos de lo malo que hay en nosotros. De lo contrario, Nuestro Señor, que es infinitamente santo y detesta la menor

mancha en el alma, nos rechazará de su presencia y no se unirá a nosotros.

79. Para vaciarnos de nosotros mismos15 , debemos, en primer lugar, conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras

malas inclinaciones, nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la salvación, nuestra debilidad en todo, nuestra

continua inconstancia, nuestra indignidad para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar.

El pecado de nuestro primer padre nos perjudicó a todos casi totalmente; nos dejó agriados, engreídos e infectados como la

levadura agría, levanta e infecta toda la masa en que se la pone. Nuestros pecados actuales, mortales o veniales, aunque

estén perdonados, han acrecentado la concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción naturales y dejado huellas de

maldad en nosotros. Nuestros cuerpos se hallan tan corrompidos que el Espíritu Santo los llama cuerpos de pecado (Rm 6,6),

concebidos en pecado (Sl 51 [50],7), alimentados en el pecado y capaces de todo pecado. Cuerpos sujetos a mil enfermedades,

que de día en día se corrompen y no engendran sino corrupción. Nuestra alma, unida al cuerpo, se ha hecho tan carnal, que la

Biblia la llama carne: Toda carne se había corrompido en su proceder (Gn 6,12) 16. Tenemos por única herencia el orgullo y la

ceguera en el espíritu, el endurecimiento en el corazón, la debilidad y la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las

pasiones rebeldes y las enfermedades en el cuerpo. Somos, por naturaleza, más soberbios que los pavos reales, más apegados a

la tierra que los sapos, más viles que los machos cabríos, más envidiosos que las serpiente, más glotones que los cerdos, más

coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas. En el

fondo no tenemos sino la nada y el pecado, y sólo merecemos la ira divina y la condenación eterna 17.

80. Siendo ello así, ¿por qué maravillarnos de que Nuestro Señor haya dicho que quien quiera seguirle debe renunciarse a sí

mismo y odiar su propia vida? (Mt 16,24; Mc 8,34-35) ¿Y que el que ama su alma la perderá y quien la odia la salvará? (Jn

12,25). Esta infinita Sabiduría –que no da prescripciones sin motivo– no nos ordena el odio a nosotros mismos sino porque

somos extremadamente dignos de odio; nada tan digno de amor como Dios, nada tan digno de odio como nosotros mismos.

81. En segundo lugar, para vaciarnos de nosotros mismos debemos morir todos los días a nuestro egoísmo, es decir, renunciar a

las operaciones de las potencias del alma y de los sentidos, ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos, servirnos de

las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de ellas (ver 1Cor 7,30-31). Es lo que San Pablo llama morir cada día

(1Cor 15,31). Si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo (Jn 12,24), se vuelve tierra y no produce buen

fruto. Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos llevan a esta muerte necesaria y fecunda,

no produciremos fruto que valga la pena y nuestras devociones serán inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán

manchadas por el egoísmo y la voluntad propia; Dios rechazará los mayores sacrificios y las mejores acciones que ejecutemos;

a la hora de la muerte, nos encontraremos con las manos vacías de virtudes y méritos y no tendremos ni una chispa de ese amor

puro que sólo se comunica a quienes han muerto a sí mismos, y cuya vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3,3).

82. En tercer lugar, debemos escoger entre las devociones a la Santísima Virgen la que nos lleva más perfectamente a dicha

muerte al egoísmo, por ser la mejor y más santificadora. Porque no hay que creer que es oro todo lo que brilla, ni miel todo

lo dulce, ni el camino más fácil y lo que practica la mayoría es lo más eficaz para la salvación. Así como hay secretos

naturales para hacer en poco tiempo, con pocos gastos y gran facilidad ciertas operaciones naturales, también hay secretos en

el orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales: liberarte del

egoísmo, llenarte de Dios y hacerte perfecto. La práctica que quiero descubrirte es uno de esos secretos de la gracia

ignorado por gran número de cristianos, conocido de pocos devotos, practicado y saboreado por un número aún menor. Expongamos

la cuarta verdad –consecuencia de la tercera– antes de abordar dicha práctica 18.




4. LA ACCION MATERNAL DE MARIA

FACILITA EL ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO



83. Cuarta verdad. Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos, sino acudir a un

mediador. Estando tan corrompida nuestra naturaleza –como acabo de demostrar–, si nos apoyamos en nuestros propios esfuerzos,

habilidad y preparación para llegar hasta Dios y agradarle, ciertamente nuestras obras de justificación quedarán manchadas o

pesarán muy poco delante de Dios para comprometerlo a unirse a nosotros y escucharnos.

Porque no sin razón nos ha dado Dios mediadores 19 ante sí mismo. Vio nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de

nosotros, y, para darnos acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su grandeza. Por tanto,

despreocuparte de tales mediadores y acercarte directamente a la santidad divina sin recomendación alguna es faltar a la

humildad y al respecto debido a un Dios tan excelso y santo, es hacer menos caso de ese Rey de reyes del que harías de un

soberano o príncipe de la tierra, a quien no te acercarías sin un amigo que hable por ti 20.

84. Jesucristo es nuestro abogado y mediador de redención ante el Padre. Por El debemos orar junto con la Iglesia triunfante

y militante. Por El tenemos acceso ante la Majestad divina, y sólo apoyados en El y revestidos de sus méritos debemos

presentarnos ante el Padre, así como el humilde Jacob compareció ante su padre Isaac, para recibir la bendición, cubierto con

pieles de cabrito.

85. Pero ¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el mismo Mediador? ¿Bastará nuestra pureza a unirnos a El directamente y

por nosotros mismos? ¿No es El, acaso, Dios igual en todo a su Padre, y, por consiguiente, el Santo de los santos, tan digno

de respeto como su Padre? Si por amor infinito se hizo nuestro fiador y mediador ante el Padre para aplacarlo y pagarle

nuestra deuda, ¿será esto razón para que tengamos menos respeto para con su majestad y santidad?

Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es

la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros, y por Ella debemos nosotros ir a El.

Si tememos ir directamente a Jesucristo-Dios a causa de su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con

filial osadía la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre. Ella es tierna y bondadosa. En Ella no hay nada austero o

repulsivo ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza. No es el sol, que con la viveza

de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna (Ct 6,10), que recibe la

luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.

María es tan caritativa que no rechaza ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues –como dicen

los santos– jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya sido rechazado. Ella

es tan poderosa que sus peticiones jamás han sido desoídas. Bástale presentarse ante su Hijo con alguna súplica para que El

la acepte y reciba y se deje siempre vencer amorosamente por los pechos, las entrañas y las súplicas de su Madre queridísima.

86. Esta es doctrina sacada de los escritos de San Bernardo y San Buenaventura. Según ellos, para llegar a Dios tenemos que

subir tres escalones: el primero, más cercano y adaptado a nuestras posibilidades, es María 21; el segundo es Jesucristo y el

tercero es Dios Padre. Para llegar a Jesucristo hay que ir a María, nuestra Mediadora de intercesión. Para llegar al Padre

hay que ir al Hijo, nuestro Mediador de redención 22. Este es precisamente el orden que se observa en la forma de devoción de

la que hablaré más adelante.






CAPITULO IV



DIVERSAS PRACTICAS DE DEVOCION A MARIA





1. Prácticas comunes



115. La verdadera devoción a la Santísima Virgen puede expresarse interiormente de diversas maneras. He aquí, en resumen, las

principales: 1. honrarla, como a digna Madre de Dios, con culto de hiperdulía, es decir, estimarla y venerarla más que a

todos los otros santos, por ser Ella la obra maestra de la gracia y la primera después de Jesucristo, verdadero Dios y

verdadero hombre; 2. meditar sus virtudes, privilegios y acciones; 3. contemplar sus grandezas; 4. ofrecerle actos de amor,

alabanza, acción de gracias; 5. invocarla de corazón; 6. ofrecerse y unirse a Ella; 7. realizar todas las acciones con

intención de agradarla; 8. comenzar, continuar y concluir las acciones por Ella, en Ella, con Ella y para Ella, a fin de

hacerlas por Jesucristo, en Jesucristo, con Jesucristo y para Jesucristo, nuestra meta definitiva.

Más adelante explicaremos esta última práctica1.






Consagración perfecta y total



121. Consiste, pues, esta devoción, en una entrega total a la Santísima Virgen, para pertenecer, por medio de Ella,

totalmente a Jesucristo. Hay que entregarle:

1. el cuerpo con todos sus sentidos y miembros;

2. el alma con todas sus facultades;

3. los bienes exteriores –llamados de fortuna– presentes y futuros;

4. los bienes interiores y espirituales, o sea, los méritos, virtudes y buenas obras pasadas, presentes y futuras.

En dos palabras: cuanto tenemos, o podamos tener en el futuro, en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, sin

reserva alguna –ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor obra buena–, y esto por toda la eternidad, y sin esperar

por nuestra ofrenda y servicio más recompensa que el honor de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aunque esta

amable Señora no fuera –como siempre lo es– la más generosa y agradecida de las creaturas.

122. Conviene advertir que en las buenas obras que hacemos hay un doble valor: la satisfacción y el mérito, o sea, el valor

satisfactorio o impetratorio y el valor meritorio.

El valor satisfactorio o impetratorio de una buena obra es la misma obra buena en cuanto satisface por la pena debida por el

pecado u obtiene alguna nueva gracia. En cambio, el valor meritorio o mérito es la misma obra buena, en cuanto merece la

gracia y la gloria eterna.

Ahora bien, en esta consagración de nosotros mismos a la Santísima Virgen le entregamos todo el valor satisfactorio,

impetratorio y meritorio. Es decir, las satisfacciones y méritos de todas nuestras buenas obras. Le entregamos nuestros

méritos, gracias y virtudes, no para que los comunique a otros –porque nuestros méritos, gracias y virtudes, estrictamente

hablando, son incomunicables; únicamente Jesucristo, haciéndose fiador nuestro ante el Padre, ha podido comunicarnos sus

méritos–, sino para que nos los conserve, aumente y embellezca, como veremos más adelante 4. Le entregamos nuestras

satisfacciones para que las comunique a quien mejor le plazca y para mayor gloria de Dios.

123. De donde se deduce que: 1. por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera más perfecta –puesto que lo entregas

por manos de María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por las demás devociones, por las cuales le entregas solamente

parte de tu tiempo, de tus buenas obras, satisfacciones y mortificaciones.

Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta el derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones

que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no se hace ni siquiera en las órdenes o institutos religiosos. En

éstos se dan a Dios los bienes de fortuna por el voto de pobreza, los bienes del cuerpo por el voto de castidad; la propia

voluntad, por el voto de obediencia, y algunas veces la libertad corporal, por el voto de clausura. Pero no se entrega a Dios

la libertad o el derecho de disponer de las buenas obras, ni se despoja uno, cuanto es posible, de lo más precioso y caro que

posee el cristiano, a saber: los méritos y satisfacciones.

124. 2. Una persona que se consagra y entrega voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede ya disponer del valor

de ninguna de sus buenas obras; todo lo bueno que padece, piensa, dice y hace pertenece a María, quien puede disponer de ello

según la voluntad y mayor gloria de su Hijo.

Esta entrega, sin embargo, no perjudica en nada a las obligaciones del estado presente o futuro en que se encuentre la

persona; por ejemplo, los compromisos de un sacerdote, que, por su oficio u otro motivo cualquiera, debe aplicar el valor

satisfactorio e impetratorio de la santa misa a un particular. Porque no se hace esta consagración sino según el orden

establecido por Dios y los deberes del propio estado.

125. 3. Esta devoción nos consagra, al mismo tiempo, a la Santísima Virgen y a Jesucristo. A la Santísima Virgen, como al

medio perfecto escogido por Jesucristo para unirse a nosotros, y a nosotros con El. A Nuestro Señor, como a nuestra meta

final, a quien debemos todo lo que somos, ya que es nuestro Dios y Redentor.







7. La mayor gloria de Jesucristo



222. 7. Por medio de esta práctica observada con toda fidelidad, darás mayor gloria a Jesucristo en un mes que por cualquier

otra –por difícil que sea– en varios años. Estas son las razones para afirmarlo:

1. Si ejecutas todas tus acciones por medio de la Santísima Virgen –como enseña esta práctica–, abandonas tus propias

intenciones y actuaciones, aunque buenas y conocidas, para perderte –por decirlo así– en las de la Santísima Virgen, aunque

te sean desconocidas. De este modo entras a participar en la sublimidad de sus intenciones, siempre tan puras que por la

menor de sus acciones –por ejemplo, hilando en la rueca o dando una puntada con la aguja– glorificó a Dios más que San

Lorenzo sobre las parillas con su cruel martirio, y aún más que todos los santos con las acciones más heroicas. Esta es la

razón de que, durante su permanencia en la tierra, la Santísima Virgen haya adquirido un cúmulo tan inefable de gracias y

méritos, que antes se contarían las estrellas del firmamento, las gotas de agua de los océanos y los granitos de arena de sus

orillas que los méritos y gracias de María, y que ha dado mayor gloria a Dios de cuanta le han dado todos los ángeles y

santos. ¡Qué prodigio eres, oh María! ¡Sólo tú sabes realizar prodigios de gracia en quienes desean realmente perderse en ti!

223. 2. Quien se consagra a María por esta práctica, como quiera que no estima en nada cuanto piensa o hace por sí mismo ni

se apoya ni complace sino en las disposiciones de María para acercarse a Jesucristo y dialogar con El, ejercita la humildad

mucho más que quienes obran por sí solos. Estos, aun inconscientemente, se apoyan y complacen en sus propias disposiciones.

De donde se sigue que el que se consagra en totalidad a María glorifica de modo más perfecto a Dios, quien nunca es tan

altamente glorificado como cuando lo es por los sencillos y humildes de corazón.

224. 3. La Santísima Virgen –a causa del gran amor que nos tiene– acepta recibir en sus manos virginales el obsequio de

nuestras acciones, comunica a éstas una hermosura y esplendor admirables y las ofrece por sí misma a Jesucristo.

Es, por lo demás, evidente que Nuestro Señor es más glorificado con esto que si las ofreciéramos directamente con nuestras

manos pecadoras.

225. 4. Por último, siempre que piensas en María, Ella piensa por ti en Dios. Siempre que alabas y honras a María, Ella alaba

y honra a Dios 13. Y yo me atrevo a llamarla "la relación de Dios", pues sólo existe con relación a El; o "el eco de Dios",

ya que no dice ni repite sino Dios. Si tú dices María, Ella dice Dios. Cuando Santa Isabel alabó a María y la llamó

bienaventurada por haber creído, Ella –el eco fiel de Dios– exclamó: Proclama mi alma la grandeza del Señor (Lc 1,46). Lo que

en esta ocasión hizo María, lo sigue realizando todos los días; cuando la alabamos, amamos, honramos o nos consagramos a

Ella, alabamos, amamos, honramos y nos consagramos a Dios por María y en María.





B. PRACTICAS PARTICULARES E INTERIORES

PARA LOS QUE QUIEREN SER PERFECTOS



257. Además de las prácticas exteriores de esta devoción que acabamos de exponer –no hay que omitirlas por negligencia ni

desprecio, en la medida que lo permitan el estado y la condición de cada uno–, existen también prácticas interiores que

tienen gran eficacia santificadora para aquellos a quienes el Espíritu Santo llama a una elevada perfección 21.

Todo se resume en obrar siempre: por María, con María, en María y para María, a fin de obrar más perfectamente por

Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo.



1. Obrar por María o conforme al espíritu de María



258. 1. Hay que realizar las propias acciones por María, es decir, es preciso obedecer en todo a María, moverse en todo a

impulso del espíritu de María, que es el Santo Espíritu de Dios. Hijos de Dios son todos y sólo aquellos que se dejan llevar

por el Espíritu de Dios (Rm 8,14). Los que son conducidos por el espíritu de María, son hijos de María y, por consiguiente,

hijos de Dios, como ya hemos demostrado 22. Y, entre tantos devotos de la Santísima Virgen, sólo son verdaderos y fieles

devotos suyos los que se dejan conducir por su espíritu.

He dicho que el espíritu de María es el espíritu de Dios, porque Ella no se condujo jamás por su propio espíritu, sino por el

espíritu de Dios, el cual se posesionó en tal forma de Ella que llegó a ser su propio espíritu. Por ello, las palabras de San

Ambrosio: "More en cada uno el alma de María, para engrandecer al Señor; more en cada uno el espíritu de María, para

regocijarse en Dios".

¡Qué dichoso quien –a ejemplo del piadoso hermano jesuita Alfonso Rodríguez 23, muerto en olor de santidad– se halla

totalmente poseído y es conducido por el espíritu de María! ¡Espíritu que es suave y fuerte, celoso y prudente, humilde e

intrépido, puro y fecundo!

259. Para dejarte conducir por el espíritu de María es preciso que:

1) antes de obrar –por ejemplo, antes de orar, celebrar la misa o participar en ella, comulgar, etc.– renuncies a tu propio

espíritu, a tus propias luces y voluntad. Porque las tinieblas de tu propio espíritu y la malicia de tu propia voluntad y

operaciones son tales que, si las sigues, por excelentes que te parezcan, obstaculizarán al santo espíritu de María;

2) te entregues al espíritu de María para ser movilizado y conducido por él de la manera que Ella quiera. Debes abandonarte

en sus manos virginales, como la herramienta en manos del obrero, como el laúd en manos de un tañedor. Tienes que perderte y

abandonarte a Ella como una piedra que se arroja al mar; lo cual se hace sencillamente y en un momento con una simple mirada

del espíritu, un ligero movimiento de la voluntad o pocas palabras, diciendo, por ejemplo: "¡Renuncio a mí mismo y me

consagro a ti, querida Madre mía!". Y, aun cuando no sientas ninguna dulzura sensible en este acto de unión, no por ello deja

de ser verdadero; igual que si dijeras –¡no lo permita Dios!–: "Me entrego al diablo", con toda sinceridad, aunque lo digas

sin inmutarte sensiblemente, pertenecerías realmente al diablo;

3) durante la acción y después de ella, renueves de tiempo en tiempo el mismo acto de ofrecimiento y unión. Y cuanto más lo

repitas, más pronto te santificarás y llegarás a la unión con Jesucristo. Unión que sigue siempre a la unión con María, dado

que el espíritu de María es el espíritu de Jesús.



2. Obrar con María o a imitación de María



260. 2. Hay que realizar las propias acciones con María, es decir, mirando a María como el modelo acabado de toda virtud y

perfección 24, formado por el Espíritu Santo 25 en una pura creatura, para que lo imites según tus limitadas capacidades 26.

Es, pues, necesario que en cada acción mires cómo la hizo o la haría la Santísima Virgen si estuviera en tu lugar.

Para esto debes examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante toda su vida, y particularmente 27: 1) su

fe viva, por la cual creyó sin vacilar en la palabra del ángel y siguió creyendo fiel y constantemente hasta el pie de la

cruz en el Calvario; 2) su humildad profunda, que la llevó siempre a ocultarse, callarse, someterse en todo y colocarse en el

último lugar; 3) su pureza totalmente divina, que no ha tenido ni tendrá igual sobre la tierra. Y, finalmente, todas sus

demás virtudes.

Recuerda –te lo repito– que María es el grandioso y único molde de Dios apto para hacer imágenes vivas de Dios a poca costa y

en poco tiempo. Quien halla este molde y se pierde en él, muy pronto se transformará en Jesucristo, a quien este molde

representa perfectamente 28.

_________________

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