Roberto Sola Nuevo
Registrado: 14 Ene 2006 Mensajes: 20 Ubicación: Bilbao -España-
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Publicado:
Jue Nov 15, 2007 10:12 pm Asunto:
El drama de nuestro mundo
Tema: El drama de nuestro mundo |
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[b]El drama de nuestro mundo[/b]
La falta de unión y solidaridad entre los humanos, seres inteligentes, con capacidad para el bien, para unirse como una piña en busca de lo absoluto, sin fisuras, en la fraternidad y el amor, uña y carne como hermanos que procuran el bien del otro por encina del propio. Ese, y no otro, es nuestro drama.
"Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella." (Sab. 2, 23).
Fue sembrada la desunión como fruto de la soberbia. Seres evolucionados de un estado salvaje a un estado imagen de Dios, con inteligencia y alma espiritual, que deberíamos haber transformado el mundo, racionalizando hacia el bien supremo nuestros instintos primarios. Pero nos quedamos a mitad de camino, no nos hemos librado del hombre animal para convertirnos en personas con alma inmortal, en unión fraterna con todo el género humano.
No, y continuamos con disputas, rencillas, devorándonos unos a otros. Mas nos parecemos a nuestro origen salvaje que a nuestro destino en Dios, no remontamos, somos incapaces de unirnos en un mismo sentir, en un mismo corazón, como Jesús nos enseñó.
Hemos hecho venir al mismo Dios para vivir esa unidad con el Verbo Divino traducida en "amaros unos a otros como yo os he amado". Parece que no queremos ser rescatados de la barbarie, que preferimos nuestras contiendas, nuestras posiciones de dominio, nuestra comodidad, nuestra bajeza...
Creemos que podemos prescindir de Dios y pasamos de Él, pretendemos organizar este mundo con nuestros criterios egoístas de apariencia democrática donde una mayoría manipulada es refrendo de la verdad, y nos ponemos la venda en los ojos admitiendo lo que llamamos "un mal menor": muchos malviven y mueren de hambre para que otros vivan en la abundancia ¿Es eso el paraíso en la tierra? ¿La sociedad del bienestar? ¿El destino del hombre?
Gracias a Dios -que todo lo ha hecho bien- no es así. Si despreciamos los dones que nos concede el Espíritu de Dios -sabiduría, entendimiento, fortaleza...- y nos consideramos capaces, suficientes..., nunca lo entenderemos, y seguiremos en nuestra obstinación.
“Si no entendéis las cosas de la tierra, ¿cómo entenderéis las celestiales?” (Jn 3, 12).
“En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria...” (San Josemaría). Esta es la cuestión. ¿Como vamos a entender las cosas del cielo si no entendemos las de la tierra, porque no las vivimos con el espíritu del Creador?, se hacen inexplicables los misterios de Dios: asuntos para gente alucinada, asuntos que no van con nosotros. Se produce esquizofrenia porque hemos permitido al mal volvernos locos y... tiramos la toalla: Yo a lo mío. “La gran mayoría de los hombres lleva una vida de tranquila desesperanza…” (Thoreau). ¿Vamos a resignarnos?
Necesitamos salir de este drama, necesitamos llegar a la verdadera sabiduría, porque "... la sabiduría... es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad." (Sb 7, 25-27). Se es sabio ante Dios o se es ignorante, de nada sirve ser sabio ante los hombres. Es preciso ser humildes, no gastar nuestra existencia en banalidades, pedir a Dios el don de ciencia, nos lo concederá, seguro, y obtendremos la verdadera sabiduría.
Dios ha querido que seamos protagonistas de nuestro destino y el de la humanidad, aunque para unos sea trágico, todo proviene de una libre elección nuestra. Si nos unimos en un mismo sentir con nuestro Creador y Padre, podemos anticipar la verdadera felicidad en este mundo. Las dudas se esfuman, la claridad se torna meridiana, la fe sólida, el amor desbordante e ilimitado. Esta es mi "utopía", pero os aseguro, hecha realidad para millones de personas que están entre nosotros, aunque no les veamos.
Roberto Sola Castaño
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