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Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as

 
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Autor Mensaje
kunkel
Constante


Registrado: 08 Ene 2006
Mensajes: 582
Ubicación: España

MensajePublicado: Jue Oct 25, 2007 5:49 pm    Asunto: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Responder citando

Este tema está cada vez mas en voga, desgraciadamente, sobretodo en el tema de la violencia familiar. ¿Qué opinan al respecto?

Aquí pongo unas notas para la reflexión; extraidas de la web:
http://mural.uv.es/pamegre/pefil.htm

Cita:
Perfil psicológico del maltratador/a

Sin querer determinar que todo maltratador vaya a ser hombre, priman las investigaciones en la que se ha estudiado el hombre como ser violento, y por tanto como maltratador; en la misma dirección apuntan las cifras estadísticas sobre casos de abuso o maltrato físico/psíquico que indican proporciones de mujeres maltratadas incomparables con las de hombres maltratados .

En este tipo de estudios se han encontrado ciertas características que determinan o relacionan a este colectivo de “hombres violentos”. Entre las características descriptivas de un hombre violento destacamos:

- Fue víctima o testigo de malos tratos; la mayoría proceden de familias donde se han dado malos tratos, habiendo sido víctimas o cuanto menos testigos de éstos.
- Aprendió en su familia a ser violento, adoptando la violencia como una forma típica de relacionarse y de conseguir aquello que se desea.
- Aspira por medio de la violencia a ejercer poder y control absoluto sobre su pareja, no sólo en lo que hace o deja de hacer, sino también en sus pensamientos y sentimientos más íntimos.
- Se considera con derecho a saber todo sobre ella.
- Considera a su mujer como una posesión suya y no como una persona con vida propia.
- Tiene baja autoestima, lo cual coexiste con sus actitudes amenazantes y omnipotentes, reforzándose y confirmándosele con cada uno de los actos de violencia.
- Suele tener una imagen negativa de sí mismo.
- Se siente fracasado y no soporta los desafíos porque se siente en desventaja, lo cual es compensado con la violencia.
- Es celoso hasta extremos patológicos; la mayoría de actos violentos se inician ante el miedo de que su mujer le va a abandonar.
- Es reservado; no habla de sus sentimientos.
- Es manipulador y nunca reconoce sus errores.
- Vigila y controla las actividades de cada uno de los miembros de la familia.
- Suscribe y defiende con fuerza una concepción muy rígida de los distintos papeles y estatus de los roles familiares.
- Preconiza con educación rígida, incluyendo castigos y correcciones; ejerce su poder autoritario y controlador dentro de la familia sobre normas, cuestiones económicas, decisiones, ...
- Tiene dificultades para expresar sus sentimientos y emociones.
- Utiliza la agresividad para conseguir sus logros.
- La sexualidad la basa en el poder del hombre y la sumisión de la mujer.
- Se comporta de maneras diferentes en lo privado y en lo público.
- Siempre busca la culpa en el otro, busca explicaciones a su conducta como motivada por la provocación, especialmente de su compañera o cónyuge.
- Desautoriza a su pareja ante los hijos/as.


Cita:
Perfil psicológico del maltratado/a

No existe un perfil si tenemos en cuenta que cualquiera puede verse en esta situación. Lo que sí se ha observado es que las mujeres que pasan por ello cuentan con unas características, bastante parecidas. Siguiendo en la línea de lo que dije anteriormente, no se puede identificar al maltratador como un hombre, y a la maltratada como mujer, pero las cifras se inclinan a estas consideraciones; a pesar de ello, las características que en adelante se van a citar de las mujeres maltratadas son aplicables en el caso de los hombres.

Las personas maltratadas comparten las siguientes características:

- Fue maltratado por sus padres, bien en forma de abusos físicos, psicológicos o sexuales, o fue testigo de ellos.
- Aprendió a someterse a la voluntad del hombre, representado por la figura paterna autoritaria y punitiva; por ello adoptan un rol pasivo, de sumisión y sometimiento en sus relaciones.
- Está acostumbrada a conductas violentas pues éstas han sido su medio de vida y las ve como normales.
- No se valora como persona a causa de esa infancia traumática, e intenta adaptarse a una vida perpetua de malos tratos.
- Tiene baja autoestima y la desvalorización como persona ( y como mujer en la mayoría de los casos), conducen a una vida de sumisión y obediencia.
- Tiene un concepto del amor que la lleva al sacrificio y a la dependencia absoluta de su pareja; en las relaciones de pareja la víctima lo da todo por el otro miembro, es altruista y está dispuesta a sacrificarlo todo por el otro, comportamientos que conducen a la dependencia exclusiva de su pareja.
- Necesita la aprobación de su pareja, no tienen autonomía, viven para hacer felices al otro miembro del par.
- No tolera la idea del fracaso debido a su desvalorización y baja autoestima, que hace que tenga una visión irrealista de su situación y no perciba, como tal, la humillación a la que está siendo sometida; así mismo, percibe el sufrimiento como desafío e intenta, engañándose a sí misma, convertir a su pareja en la ideal a pesar de que esto suponga culpabilizarse ella de todos los problemas...
- Como mujer, se siente inferior, física y psicológicamente, al hombre.
- Permanece silenciosa si la pareja está presente, se presenta como “anulada”, dice que es incapaz, incompetente,...
- Confronta continuamente sentimientos ambivalentes de odio y amor respecto a su pareja.
- Sobre valora el rol masculino y su importancia para la familia.
- Presenta problemas de salud recurrentes: somatizaciones, dolores de cabeza, problemas de sueño, agotamiento, etc.

Hay personas (mayoritariamente mujeres) con una mayor tendencia a caer en las redes de una relación violenta o dominadora y que en sucesivas relaciones “suelen dar” con hombres que las vuelven a maltratar.
La persona maltratada que se encuentra bajo la tiranía de un compañero/a violento, se percibe sin posibilidad de salir de la relación, piensa que su pareja es casi un “Dios todopoderoso”, perciben el mundo como hostil y cree que no va a poder valerse por sí mismo. El abuso emocional al que esa persona está siendo expuesta hace que se vea como inútil, tonta, loca, fea, sosa, gorda... duda constantemente de sus ideas y percepciones.
Por todo ello, oculta lo que le pasa, y si el maltrato es únicamente psicológico, es difícil que se de cuenta de lo que la está pasando. En su casa es sumiso, pero tiene explosiones esporádicas. A veces puede llegar a tener reacciones muy exageradas ante cosas nimias (por la tensión acumulada).
El maltrato, al no ser continuo, sino intermitente, de castigo y refuerzo, crea una dependencia muy fuerte en quien lo sufre.
Después de esta pequeña orientación sobre el tipo de persona que sufre los malos tratos ahora, especificando un poco más en el tema, podemos distinguir dos tipos de mujeres maltratadas:
• Las que han sido educadas con más responsabilidades de las adecuadas a su edad. Caracterizadas por volcarse en los demás dándoles todo lo que tienen, y si algo falla es porque no han dado lo suficiente; están muy concienciadas respecto a sus deberes para con el otro.
• Las mujeres que han sido excesivamente protegidas durante su infancia. Estas han sido educadas para ser dependientes de alguien “superior” que las proteja, por lo que buscan hombres que decidan por ellas y las dominen.


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kunkel
Constante


Registrado: 08 Ene 2006
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MensajePublicado: Jue Oct 25, 2007 6:00 pm    Asunto:
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Responder citando

Y ahondando aún mas en el tema:

http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?ID=1155

Cita:
PERFIL DEL AGRESOR

Aunque no se han encontrado que la mujeres maltratadas por su pareja tengan características psicológicas comunes previas a los abusos de su pareja, sí parece darse una serie de variables comunes en los agresores, lo que ha llevado al establecimiento de diferentes "tipologías" de agresores. Pese a que no existe unanimidad entre los autores, generalmente se distinguen dos o tres tipos. Así, por ejemplo, Dutton y Golant (1997) distinguen tres tipos generales de agresores: 1) los psicopáticos; 2) los hipercontrolados, cuyo rasgo más distintivo es el distanciamiento emocional, presentando un perfil de evitación y agresión pasiva; y 3) los cíclicos/emocionalmente inestables, que se caracterizan por cometer actos de violencia de forma esporádica y únicamente son violentos con su pareja. Holtzworth-Munroe y Stuart (1994), tras una revisión de los trabajos publicados sobre tipologías de agresores propusieron también tres tipos: solo familiares, bordeline/disfóricos y antisociales-violentos, si bien en trabajos posteriores plantean que quizá se de cierto solapamiento entre estos dos últimos grupos Holtzworth-Munroe, Meehan, Herron, Rehman y Stuart (2003).

Pero, más allá de las tipologías, y aunque existe gran heterogeneidad, se ha encontrado que los hombres que abusan de sus parejas, comparados con los que no lo hacen, tienen niveles más altos de ira y hostilidad. También se han citado otras características tales como baja autoestima, impulsividad, déficit de las habilidades de afrontamiento, tendencia a las rumiaciones, ansiedad, depresión y otras alteraciones emocionales, así como actitudes de rol más tradicionales y mayor posesividad y celos. Y es más probable que tengan historia de abuso de alcohol y/o de drogas y de violencia en su familia de origen (Dutton, 1999; Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997; Maiuro, Cahn, Vitaliano, Wagner y Zegree, 1998; Medina, 1994).

Pero, como afirman Unger y Crawford (1992), estas características, aunque están relacionadas con el abuso físico no se puede asumir que lo causen, si bien algunas pueden actuar como variables mediadoras. Por ejemplo, la baja autoestima y la carencia de habilidades de afrontamiento pueden llevar a un hombre a beber y a golpear. Y aunque el consumo de alcohol está asociado a mayor incidencia, frecuencia y gravedad del maltrato a la pareja, la relación no es directa (Hutchison, 1999). Según algunos autores, el matrimonio podría ser para el hombre como una "licencia" para golpear, aunque las mujeres no responden al vínculo matrimonial de ese modo (Berk, Fenstermakerm, Loseke y Rauma, 1983). En esta misma línea, se ha sugerido que el hombre puede usar el alcohol como una excusa para golpear a su mujer, disminuyendo así su responsabilidad porque "no puede controlarse cuando ha bebido" (Unger y Crawford, 1992).

Adams (1988, tomado de Suárez, 1994) presenta un perfil del agresor destinado a que los funcionarios del sistema judicial estén más informados y sean menos vulnerables a sus manipulaciones, que resume muchas de las características citadas por diversos autores: 1) Discrepancias entre el comportamiento en público y en privado, presentando una imagen pública amistosa y de preocupación por los demás, mientras que la mujer puede aparecer alterada, lo que puede generar que el agresor tenga más credibilidad que la mujer ante los demás. 2) Minimizan y niegan su violencia. 3) Culpar a los demás, no responsabilizándose de su propia violencia. 4) Conductas para controlar, ya que junto con el maltrato físico, el abuso incluye una serie de conductas para la coerción y el control. 5) Celos y actitudes posesivas. 6) Manipulación de los/as hijos/as, que utilizan como forma de acceso y manipulación, especialmente en los casos de separación. 7) Abusos de sustancias. Cool Resistencia al cambio, careciendo la mayor parte de los agresores de motivación interna para buscar asistencia o para cambiar su comportamiento.

Algunos autores (Medina, 1994; Pérez del Campo, 1995) destacan la relevancia de los valores culturales tradicionales asociados a la virilidad en la conformación del hombre violento, considerándolo como una persona cuyos ideales son la fortaleza, la autosuficiencia, la racionalidad y el control del entorno que le rodea, cualidades que considera masculinas y superiores y contrapone a las opuestas que serían femeninas e inferiores. Y no dudan en utilizar la violencia para recuperar el control perdido en el único lugar donde puede mostrarse superior, su propio hogar.

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kunkel
Constante


Registrado: 08 Ene 2006
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MensajePublicado: Jue Oct 25, 2007 6:17 pm    Asunto:
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Responder citando

Y aquí una opinión de Lucia Ramón, miembro de la Asociación de Teólogas Españolas (publicado en la web de la Diócesis de San Sebastían):
http://www.elizagipuzkoa.org/home/index.php?moduleName=Solasean&idSolasa=21&hizk=es


Cita:
El maltrato a la mujer, un reto para la Sociedad y la Iglesia

La violencia doméstica es una realidad que nos desborda. Mientras prosigue el recuento macabro de víctimas, brilla por su ausencia un debate social profundo sobre las vías de solución y de prevención a partir de un análisis riguroso del problema. Aunque los medios de comunicación social, los políticos y gran parte de la ciudadanía se empeñen en catalogar estos incidentes repetidos como episodios de irracionalidad y patología, el maltratador, con su actuación aparentemente arbitraria, quiere enviar un mensaje a la víctima, a la sociedad y a sí mismo. Por ello, el primer reto ante este problema es abandonar el rol pasivo de espectadores para tratar de descifrar el mensaje, adoptar una postura crítica ante un contexto social que lo hace plausible y dar una respuesta.

El primer desafío ante la violencia doméstica es cambiar la perspectiva para dejar de considerar cada caso exclusivamente como un suceso y comenzar a considerarlo seriamente como un síntoma de una sociedad enferma. Los actos de maltrato a la mujer no son hechos aislados. Obedecen a una lógica y tienen unas causas y unas consecuencias. Tienen como fin mantener unas relaciones desiguales de poder perpetuando la subordinación de la mujer al varón, tanto en el hogar como en la esfera pública. Desgraciadamente se trata de comportamientos coherentes y que siguen teniendo legitimidad social en una cultura como la nuestra que se escandaliza ante los desenlaces fatales pero tiene un umbral de tolerancia muy alto para la discriminación femenina.

Tanto para hombres como para mujeres es difícil sustraerse a una cultura que ha justificado durante siglos la discriminación y el maltrato de la mujer como algo natural y que considera la violencia como una forma legítima de resolver los conflictos. Por eso nuestra sociedad minimiza las conductas violentas contra las mujeres. Salvo casos de muerte, las agresiones apenas tienen coste social, penal o económico. Mientras, los beneficios de todo tipo que los agresores obtienen mediante la violencia siguen siendo muy elevados. En nuestra cultura se sigue sancionando brutal o sutilmente, de forma más o menos explícita, a aquellas mujeres que intentan vivir su diferencia en un plano de igualdad de derechos y oportunidades.

Por ello, el segundo reto fundamental al que nos enfrentamos es el de una transformación cultural y social de primera magnitud. La violencia contra las mujeres sólo podrá resolverse a través de una transformación profunda en las relaciones entre hombres y mujeres, mediante la creación de unas nuevas formas de relación no patriarcales en las que las diferencias se utilicen para justificar la subordinación y la opresión.

Más allá de los recuentos estadísticos el análisis del maltrato familiar nos incomoda profundamente porque cuestiona tanto nuestras creencias más entrañables, especialmente nuestra imagen idealizada de la familia, como uno de los presupuestos fundamentales de nuestra sociedad: la idea de que es necesario mantener a toda costa la separación entre lo público y lo privado como ámbitos diferenciados. Esta escisión radical que explica en parte la ceguera colectiva y la falta de respuesta social ante un problema que deberíamos considerar como una cuestión de justicia, de salud pública y de seguridad nacional, tiene que ser puesta en cuestión. La justicia no puede dejar de actuar cuando la violación de los derechos humanos se produce en el seno de la familia.

Además, junto a la imagen idealizada de la familia y de lo privado, todavía sigue vigente y se promueve bajo nuevas formas una falsa idea del amor como autosacrificio y autonegación, dependencia total y entrega incondicional de una de las partes, que siempre es la mujer. Estamos huérfanos de una educación sentimental sana y liberadora, que es sin duda otro de los retos que, junto con una educación para la paz y la resolución no violenta de los conflictos, debemos afrontar desde la sociedad civil y desde la Iglesia para avanzar en la prevención del maltrato a la mujer y la violencia familiar.

¿Es la violencia doméstica también un desafío para la Iglesia? Para la mayoría de la Iglesia la violencia doméstica constituye un problema marginal, privado o como mucho social, que no atañe directamente a la comunidad eclesial. Esta postura es inaceptable. La violencia doméstica y el maltrato a la mujer son pecados personales, sociales y estructurales graves. Y la Iglesia no sólo tiene la obligación moral de denunciarlos sino que también puede contribuir muy positivamente a esa transformación cultural y social necesaria para erradicarlos. La Iglesia, que tiene en su haber una larga experiencia histórica a favor de otros grupos invisibles y condenados por la sociedad de su tiempo a sufrir en silencio, tiene que hacer hoy una opción preferencial por las mujeres maltratadas pública y explícitamente. También en este tema, a pesar de que brille por su ausencia en la agenda eclesial, nos jugamos el Reino de Dios y su justicia.

Pero la denuncia profética compromete a la comunidad eclesial. Para hacer una denuncia convincente la Iglesia ha de asumir su parte de responsabilidad en el maltrato a la mujer y en la perpetuación de una cultura de la violencia. La Iglesia, si quiere responder con coherencia evangélica y desde una opción por la vida tiene ante sí al menos cuatro grandes desafíos:

El primero y el más importante es escuchar lo que las víctimas de los abusos nos tienen que decir y reconocer los devastadores efectos de los maltratos sobre el cuerpo y alma de esas mujeres, y responder tanto a sus necesidades físicas y psicológicas como espirituales.

El segundo es la denuncia inequívoca y persistente desde todas las instancias eclesiales de que la violencia contra las mujeres y el sexismo como un pecado grave y la llamada a la conversión tanto de los maltratadores como de una comunidad excesivamente tolerante con los maltratos y que es responsable de la omisión de ayuda a las víctimas.

Un tercer desafío es el de la relectura crítica de la propia tradición desde el espíritu del Evangelio y, desde ahí, la realización efectiva de propuestas creativas y concretas –tanto en el ámbito de la teología y de la formación como en la misma estructura eclesial- que visibilicen el reconocimiento de la dignidad de las mujeres por parte de la Iglesia y su compromiso con la exigencia evangélica de justicia e igualdad de oportunidades para todos.

Un cuarto nivel, decisivo para la transformación social, es el de la sensibilización y la educación intraeclesial tanto para prevenir los maltratos como para promover nuevos modos de relación y formas más justas de repartir las cargas y los beneficios sociales y de compartir el poder y la responsabilidad entre hombres y mujeres.

Es una tarea ardua a la que iniciativas como el encuentro sobre la mujer maltratada, organizado por el Centro de la Mujer Cristiana de Gipuzkoa Uxoa, promueven una mayor toma de conciencia del problema y un compromiso más activo en favor de estas mujeres que padecen «este fenómeno salvaje», «una de las vergüenzas que se ha hecho más patente en nuestro tiempo», en palabras del obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte.

Lucía Ramón. Miembro de la Asociación de Teólogas Españolas

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kunkel
Constante


Registrado: 08 Ene 2006
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MensajePublicado: Jue Oct 25, 2007 7:16 pm    Asunto:
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
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Y buscando en la misma web de catolic.net encontré este hilo, con abundantes comentarios (e interesante debate desde diversas perspectivas):
http://www.foros.catholic.net/viewtopic.php?t=33780&highlight=violencia+domestica
(Subforo de familias católicas)

Por lo que miré y leí en ese foro parecen mantenerse varias versiones de la violencia domestica, una postura mas feminista-católica que habla del rol aprendido de la mujer y la sumisión y otra de la psicología "profunda" de las mujeres maltratadas y los maltratadores (con especial aportación de mi colega Enrique L.). Sinceramente, creo que ambas posiciones son compatibles y complementarias , mas que contradictorias en mi opinión; pero lean ustedes y saquen sus propias conclusiones. Es un hilo muy interesante para los psicólogos/as católicos/as e interesados/as por el tema
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Mar Simón
Asiduo


Registrado: 29 May 2007
Mensajes: 402

MensajePublicado: Vie Nov 30, 2007 1:41 pm    Asunto:
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Responder citando

A mí en este tema me preocupa que se carguen las tintas en la Iglesia.

Es cierto la desigualdad de poder entre el hombre y la mujer, el patriarcado, etc. pero ¿cuánto de eso es creación humana y cuánto es el mensaje de Jesús?

Al reivindicar la solución al tema de la violencia doméstica, arrasamos con todo... Jesús habló de la igualdad entre los seres humanos (hombres, mujeres, esclavos, libres).

Los textos que siempre mencionan con los que hacen ver la culpabilidad de la iglesia, desde mi punto de vista, tratan de reflejar la diferencia real que existe entre hombres y mujeres, pero no que basándose en esa diferencia se de pie al abuso de poder a nivel social, político o económico. Eso es ya obra de los hombres.

De ese lastre sí que nos tenemos que librar, y recuperar el tema central del mensaje de Jesús acerca del valor de cada persona, de amor hacia todos los semejantes.

Pero las diferencias existen, y sólo reconociéndolas, teniéndolas en cuenta, y valorándolas, se podrán crear las condiciones necesarias para conseguir erradicar este tipo de violencia.
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Mar Simón
Asiduo


Registrado: 29 May 2007
Mensajes: 402

MensajePublicado: Vie Nov 30, 2007 1:42 pm    Asunto:
Tema: Perfil psicológico de maltratadore/as y maltratados/as
Responder citando

A mí en este tema me preocupa además del sufrimiento que ocasiona, que se carguen las tintas en la Iglesia.

Es cierto la desigualdad de poder entre el hombre y la mujer, el patriarcado, etc. pero ¿cuánto de eso es creación humana y cuánto es el mensaje de Jesús?

Al reivindicar la solución al tema de la violencia doméstica, arrasamos con todo... Jesús habló de la igualdad entre los seres humanos (hombres, mujeres, esclavos, libres).

Los textos que siempre mencionan con los que hacen ver la culpabilidad de la iglesia, desde mi punto de vista, tratan de reflejar la diferencia real que existe entre hombres y mujeres, pero no que basándose en esa diferencia se de pie al abuso de poder a nivel social, político o económico. Eso es ya obra de los hombres.

De ese lastre sí que nos tenemos que librar, y recuperar el tema central del mensaje de Jesús acerca del valor de cada persona, de amor hacia todos los semejantes.

Pero las diferencias existen, y sólo reconociéndolas, teniéndolas en cuenta, y valorándolas, se podrán crear las condiciones necesarias para conseguir erradicar este tipo de violencia.
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