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jose_antonio_lopez Asiduo
Registrado: 29 Jul 2007 Mensajes: 166 Ubicación: España - Madrid
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Publicado:
Lun Ene 21, 2008 1:10 pm Asunto:
Tiempo para Dios
Tema: Tiempo para Dios |
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He encontrado en la web http://www.fluvium.org/textos/etica/eti552.htm un articulo que espero sea de vuestro agrado:
Un saludo.
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No tengo tiempo - Alfonso Aguiló - [url]www.interrogantes.net [/url]
Un hombre trabaja serrando árboles en un bosque. Pone mucho empeño y, sin embargo, está angustiado por el bajo rendimiento que obtiene de su prolongado esfuerzo. Cada día le lleva más tiempo acabar su tarea, de modo que le sorprende la noche cuando aún le quedan bastantes troncos por serrar.
En su afán por trabajar cada día más, no se da cuenta de que esa lentitud se debe a que tiene muy gastado el filo de la sierra. Un buen día se le acerca un compañero y le pregunta:
—Oye, ¿cuánto tiempo llevas con este árbol?
—Más de dos horas.
—Es raro que lleves tanto tiempo si trabajas a ese ritmo..., ¿por qué no descansas un momento y afilas la sierra?
—No puedo parar, llevo mucho retraso.
—Pero luego irás más deprisa y pronto recuperarás los pocos minutos que supone afilar la sierra.
—Lo siento, pero tengo mucho trabajo pendiente y no puedo perder ni un minuto.
Y así concluyó aquella conversación.
Algo muy parecido a este diálogo se repite con frecuencia en el interior de muchas personas preocupadas por problemas que afectan seriamente a sus vidas. Se plantean que quizá deben mejorar su preparación profesional, que deben aumentar su cultura, que tienen que formarse, que necesitan una renovación personal que les saque de su fatigosa y rutinaria monotonía...; pero al final concluyen que no tienen tiempo, que tienen tanto trabajo que no pueden perder ni un minuto en teorías.
Es cierto que en muchos casos la formación que a uno le ofrecen o le han ofrecido parece muy teórica y que no resuelve los problemas que tiene la gente. La solución entonces es procurarse una formación que no sea tan teórica y se adapte a las propias necesidades, pero no renunciar a la formación
El riesgo de caer en agotadoras disquisiciones teóricas no debe hacernos desdeñar la buena y sana teoría de las cosas. Es preciso encontrar un equilibrio, porque muchas veces, cuando alguien dice que la teoría no le interesa, que ya se la sabe, lo que probablemente le suceda es que esté confundiendo la teoría con una vaga y soporífera verborrea, puesto que no hay nada más práctico que una buena teoría. Y a bastantes que aseguran no querer ni oír hablar de teorías lo que quizá les falle es precisamente la teoría (en el buen sentido del término). O, visto de otra manera, lo que les pierde es una teoría de segundo grado: lo que les pierde es la teoría del desprecio por la teoría.
Atender con esmero a la propia formación es decisivo para la mejora del carácter y, en general, para alcanzar una vida lograda. El problema es que casi todas las actividades encaminadas a mejorar nuestra formación son de esas actividades importantes pero no urgentes que, por no apremiarnos en el día a día, muchas personas suelen dejarlas para un hipotético momento futuro que luego nunca llega.
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# Jose Antonio López Sevillano #
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Elisabeth Veterano
Registrado: 09 Abr 2007 Mensajes: 2452 Ubicación: España
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Publicado:
Lun Ene 21, 2008 11:17 pm Asunto:
Tema: Tiempo para Dios |
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Hijo, José Antonio, ¡¡¡ nos has dado una breve e interesante disertación filosófico-teológica !!!. La verdad es que tienes mucha razón en todo lo que has puesto.
Necesitamos tiempo y silencio para pensar, para reflexionar sobre nuestra vida, para hablar con Dios, para ver de qué modo podemos ayudar a los que nos rodean, etc. etc. Y esos "parones" diarios harán que mejore nuestra vida espiritual, familiar, profesional y social. Y hará que de rebote mejoren también las personas que el Señor dispone que vayan pasando junto a nosotros a lo largo de nuestra vida.
LAUS DEO,
Elisabeth.
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jose_antonio_lopez Asiduo
Registrado: 29 Jul 2007 Mensajes: 166 Ubicación: España - Madrid
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Publicado:
Mie Ene 23, 2008 7:06 am Asunto:
La batalla de la constancia (Fabrizio Andrade)
Tema: Tiempo para Dios |
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http://www.fluvium.org/textos/etica/eti556.htm
Al hablar de una batalla nos imaginamos un ejército que empuña las armas dispuesto a conseguir la victoria o morir en la línea de combate. Un día tras otro, sin abandonar las armas y con la vista fija en el objetivo, sin desfallecer ante las inclemencias del tiempo o los ataques del enemigo. Sólo tiene en mente que debe luchar para obtener esa anhelada meta. El cuerpo militar seguirá adelante: cambiarán los efectivos, detallarán la estrategia, estudiarán las dificultades y las posibilidades de vencerlas. Quizás sean semanas, meses, antes de contemplar el fruto final del esfuerzo y la sangre.
Una de las piezas claves para la conquista es la constancia. El diccionario la define como la firmeza y perseverancia de ánimo en las resoluciones y en los propósitos. Es la virtud con la cual conquistamos las metas que nos proponemos, y sin ella un trabajo serio es imposible y dudosas las posibilidades del éxito. La constancia es necesaria para formar las virtudes, para crecer en el campo espiritual, humano, social, intelectual, deportivo… Quien es constante tiene facilidad para triunfar, porque se habitúa a la lucha diaria que implica esta virtud, dispuesto a vencer las dificultades e inclusive vencerse a sí mismo
Los resultados son evidentes. Detrás de un deportista de alto rendimiento se encuentran horas de entrenamiento, renuncias en la vida social, rigurosas dietas alimenticias. Un trabajo constante, a lo largo de meses o años para conseguir un mejor rendimiento físico y estar lo mejor preparado para la importante y deseada competición.
Lo que construye a una persona virtuosa es el trabajo constante y paciente. La formación de un hábito de caridad universal y delicada, por ejemplo, ha implicado tratar a todos por igual y como uno querría que lo trataran a él; saber disculpar los defectos de los demás y fomentar el buen nombre de quienes lo rodean. No siempre es fácil mantener un ritmo así, pero allí está la virtud y el valor de la constancia. Es necesario un trabajo paciente, momento a momento, como cuando se coloca un ladrillo y otro ladrillo hasta levantar una catedral.
No hay que desanimarse por las dificultades y las caídas: son normales y en ocasiones difíciles de evitar. Éstas son preciosas oportunidades para reafirmarnos en la lucha y para madurar en nuestra vida. Purifican nuestras intenciones y nos permiten renovar y valorar más el ideal. No deben ser un motivo para desanimarse y abandonar el combate; lo que vale cuesta, y cuanto más vale, mayor es el costo. Si se cae mil veces, mil veces hay que levantarse. Mantenerse en la lucha es ya una victoria, porque con ella fortalecemos nuestra voluntad y templamos nuestro carácter para resistir tormentas aún más violentas. Así que de las caídas podemos sacar un fruto positivo y favorable para la consecución de nuestro ideal.
Para formar esta virtud son necesarios cuatro pasos:
Primero, hay que tener metas claras y medios concretos para alcanzarlas. Si no tenemos un ideal sería como si golpeáramos en el aire. Una meta nos dará un estímulo y sentido a nuestra lucha: llegar al Cielo; terminar una competición en primer lugar; lograr un profundo espíritu de oración; leer un número de libros cada mes; dejar el hábito de fumar; ahorrar una cantidad de dinero antes de tal día; aplicar una metodología en el trabajo, en el estudio, etcétera.
Después viene el segundo paso: trabajar la constancia con constancia. Cada día, aún en aquellos en que el ánimo no es favorable. Si se presentan mil obstáculos buscaremos mil medios para superarlos, siempre con la vista centrada en la meta.
El tercer paso es renovar cada día nuestro propósito para que esté siempre fresco y presente, y para que no perdamos el sentido del porqué nos encontramos en esta lucha. Al inicio del día o cuando vengan las dificultades, si recordamos nuestra meta tendremos una motivación fuerte para no desfallecer y seguir adelante con el ritmo que hemos conseguido hasta el momento.
Y como último paso es indispensable levantarse si se tiene una caída en la lucha. De una caída se aprende y se madura. Cuando un corredor cae, se levanta, se sacude si es necesario, y vuelve a emprender la marcha porque tiene fija su mirada en la línea final. Será más consciente de los pasos que no le favorecen y que le pueden causar de nuevo un tropezón y tratará de evitarlos.
Arturo Graf, un poeta italiano había dicho: «la constancia es la virtud por la que todas las demás dan su fruto». Si trabajamos esta virtud, y con la gracia de Dios, podremos estar seguros de conseguir tantas otras virtudes que necesitamos para ser mejores personas y para alcanzar las metas propuestas _________________ #######################
# Jose Antonio López Sevillano #
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