DUELO

[Cristina]

Amigos, necesitaría que los demás profesionales me diaran una mano pues el problema es personal, y cuando se trata de uno mismo, todo lo que uno sabe alcanza pero hasta ahí nomás......
Hace 5 meses falleció mi hija mayor de un ataque cardíaco, a los 34 años. Por el lado de la fe, o sea espiritual, siempre tuve paz y calma, sabiendo dónde está (pues estaba en paz con Dios habiendose confesado y comulgado unos días antes). Nunca renegué de la Voluntad de Dios.
Pero........ mi parte humana, mi mente, todavía no alcanza a comprender!! actué como robot los primeros tiempos, no pude llorar toda la angustia que tengo adentro, entro y salgo del "creer lo que sucede y no terminar de creer", estoy en un sube y baja constante.
Me siento dividida interiormente en el sentido que mi parte espiritual está en paz y mi "otra parte" en lucha permanente.
Cómo puede ser que el espíritu no influya más en la mente? Que le de respuestas que humanamente no logra encontar?
Esto es así?
Si alguien me puede ayudar, mil gracias!!!
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"Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, en Vos confio"
www.inmaculadamadre-salta.org

[llazcano13]

Cristina espero que este material sobre el proceso de duelo te ayude a entender ese conflicto que es muy natural que tengas:

[AURORA]

CRISTINA , TE ESCRIBI A YU EMAIL. CARIÑOS

[Jesuita]

Estimada Cristina,
no hay dudas de que la muerte de un ser querido siempre nos impone un silencio, nos deja un vacío, que si somos personas de fe, podremos ir cerrando con el paso del tiempo, con las nuevas experiencias y con un progresivo ir reacomodando nuestra vida a la ausencia física de esa persona tan amada, cuya presencia espiritual, contrariamente a la corporal, va a estar siempre con nosotros. El cuerpo muere pero el alma permanece por siempre. Empero, y cuando se trata de la muerte de un hijo, el dolor es aún mayor, y esto porque contrariando a los márgenes mismos del tiempo, tenemos inculcado, casi a nivel instintivo, que ¨los padres no deberían sobrevivir a los hijos¨. Por lo tanto, el dolor será aún más grande cuando esta ley que parece acompañar al imaginario de nuestra especie, se quiebre.
Pero no todo termina aquí. La experiencia de la muerte es un paso, y su aceptación, tanto mental como espiritual no puede ni debe ser automática. Tal vez hoy tu espíritu esté en paz sabiendo, como de hecho ocurre, que tu hija está descansando seguramente a los pies del Señor, pero la aceptación del espíritu es propio de la fe, que en tu caso, y por lo que nos contás con tanto dolor, es fuerte, tenaz. Pero la aceptación de la mente, inconstante, movible, mayormente susceptible y por su misma naturaleza reactiva a todo lo que nos ocurre a nuestro alrededor, necesita de más tiempo para poder asimilar y elaborar una pérdida tan grande. Necesita más tiempo, pero la elaborará. En ese sentido, y si la angustia, la soledad o el dolor te invaden y sentís no poder controlarlos, consultar con un profesional psicólogo, dándote a vos misma ese espacio para elaborar más concientemente este duelo pueda serte de gran ayuda. Tal vez sientas no requerirlo, y el intenso dolor por la pérdida con el tiempo también disminuirá. Nada hace desaparecer definitivamente sin dejar rastro alguno la huella de una pérdida de ese tipo, pero sí es posible, y mayormente aún para una persona como vos orientada a los valores espirituales, aprender a convivir con ese dolor, sobrellevarlo e integrarlo a tu persona. Pero todo requiere su tiempo. Y experimentar esa angustia y ese pesar, es una parte natural e ineludible del hombre, tan así, que aquel que no siente dolor ¨falla en su misma capacidad de ser hombre¨. Dáte tu tiempo, no te fuerces a que el espíritu venza a la mente para apaciguar la tristeza. Su voz reclama que la escuches. Pero esa misma voz, con el tiempo, se irá haciendo un eco, un eco con el cual vas a seguir caminando en la vida, como un compañero más en el tránsito por el mundo.
Un cálido saludo,
Juan

[Cristina]

Estimado Juan:
mil gracias por tus palabras!! me han servido mucho, sobre todo para corroborar que "mis" tiempos son distintos a los de los demás y debo aguardar con paciencia cada paso que viene, cada paso que doy.
Dios te bendiga
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"Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, en Vos confio"
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